Todo estaba oscuro, mi débil cuerpo se negaba a levantarse, entonces fue en ese momento en que el recuerdo de anoche invadió mi cabeza. Me senté de un golpe en la cama divisando con rapidez mi entorno. No estaba en mi habitación, de paredes azules y miles de fotografías pegadas en la pared. Me encontraba en una habitación oscura, en donde la luz del sol no entraba por las enormes y gruesas cortinas que tapaban las ventanas. Miles de preguntas pasaron flotando por mi cabeza, pero hubo una en especial: ¿Qué fue lo que paso anoche? —Lleve mis dedos a los pequeños orificios de mi cuello— estaba en lo correcto. Me había atacado anoche alguien… o algo…
Me levante de la cama olvidando todo el dolor acumulado en mi cuerpo por la noche anterior. En cuantos mis pies tocaron el suelo, mi cuerpo lo siguió, en ese momento desee que la ley de la gravedad no existiera. Apenas duras había logrado colocar las palmas de mis manos en suelo antes de que mi rostro se encontrara con la fría superficie de madera.
—¿Qué rayos haces? —pregunto una voz casi tétrica que se asomaba por la puerta y lo miraba con incredulidad.
—Solo quería abrir las cortinas… —conteste.
—¿crees que puedes ir haciendo lo que quieras en la casa de otras personas? —Pregunto un chico de tez blanca, cabello corto y un poco erizado hacia atrás. Estaba descalzo y sin camisa, dejando al descubierto su musculoso abdomen. Llevaba unos vaqueros negros que combinaban perfectamente con el tono de su cabello húmedo. También tenía una toalla blanca que rodeaba su cuello. — deberías saber que tienes que descansar.
El chico me miro con unos ojos negros profundos. Parpadee confundido por sus palabra, pero me sobresalte al abrirlos y encontrarlo frente a mí, sujetándome entre sus brazos.
—¿sorprendido? —pregunto entre burlón y serio.
Asentí con la cabeza a la vez que el me depositaba en la cama con cuidado.
—¿querías quitar las cortinas verdad? —pregunto el chico dirigiéndose hacia la enorme ventana y con agilidad separo las corinas y abrió las ventanas dejando que el sol y la brisa irrumpieran en el dormitorio— ¿mejor?
Lo mire enojado a pesar de que me sentía seguro. Me disgustaba en la forma en la que me trataba. Mire mi alrededor, las paredes eran de un color negro de las cuales colgaban algunos cuadros, amuletos y mascaras. Pero lo que más llamo mi atención fue el atrapa sueños que se encontraba sobre la cama.
—¿Por qué estoy aquí? Y ¿Quién eres tú? —pregunte mirando al chico frente a mí. Podía ver con más claridad la palidez de su piel y su casi esquelético cuerpo. Lo mire de arriba abajo como si su cuerpo me hubiera hipnotizado, me avergoncé al pensar que era hermoso. Lleve mi mirada hasta sus ojos para luego desviar mi vista hacia la ventana.
—estas en el edificio Akatsuki. —Contesto— mí nombre es Sasuke Uchiha.
Su nombre resonó por mi cabeza como un disco rayado en forma de eco ¿Sasuke Uchiha? Se me hacia familiar, pero en ese mismo momento asimile su primera respuesta.
—¿!edificio Akatsuki¡?
Aquel edificio era para los chicos súper dotados o ricos. Era el mejor edificio de toda la universidad para ser exactos.
—no seas escandaloso. —me callo el moreno empujándome hacia la cama con brusquedad.
—¿Qué haces teme? —vocifere.
—deberías mejorar tu vocabulario. No creo que sea la mejor manera de dirigirte a tu amo. — reclamo.
—¿amo? —pregunte casi en un susurro apartándolo con la misma brusquedad.
—¿has visto el brazalete que llevas en la mano?
Lleve mi vista hacia mis manos al escuchar lo que me decía. Tenía un brazalete metálico en mi muñeca derecha. Espantado abrí los ojos como platos. Sabía que quienes llevaban ese brazalete eran esclavos o sumisos de la gente “superior “solo porque le debían dinero.
—¿Por qué tengo esto? No te debo dinero. —reclamo asustado Naruto mirándolo.
—dinero no, pero tu vida si. —corrigió sujetando mi mentón y antes de que pudiera volverle a reclamar, reprimió mis palabras al besarme de improvisto. Unió sus labios a los míos, con agilidad y suavidad, invadiendo la cavidad de mi boca para luego entrelazar su lengua con la mía como si fuera un experto.
Sorprendido mire sus parpados cerrados mientras me recostaba con cuidado en la cama y se apoderaba poco a poco de mi cuerpo. Elevo mi camisa recorriendo mi pecho y abdomen con sus frías manos. En cuanto sujeto uno de mis pezones, gemí en el beso y lo parte con toda la fuerza que acumule en aquel momento por la adrenalina. Había un hilo de saliva que se había cortado con el aire el cual limpie de mis labios y mentón. Mi corazón latía a mil por hora, mi cuerpo había sentido un agradable cosquilleo que me consumía por dentro. No sabía si era la tierra o yo quien temblaba tan exageradamente. Me abrace como si el calor que había sentido en ese momento se apartara de mí, como si la primavera hubiera llegado y en un segundo se hubiera esfumado, transformándose en un frio y oscuro invierno. Con inseguridad levante la mirada encontrándome con la de él. Pude ver un pequeño brillo en sus oscuros ojos mientras le dirigía una mirada acusadora.
—¿no me digas que es la primera vez que besas a alguien? —pregunto con normalidad el mayor como si nada hubiera acabado de pasar, mientras se levantaba del suelo y relamía sus labios.— ¿o si, Naruto?
—¿Cómo es que sabes mi nombre? —pregunte sorprendido al no haberle dicho mi nombre en ningún momento.
—debo saber el nombre de mi esclavo.
—¿!tu esclavo¡? —pregunte en un grito levantándome torpemente de la cama, Intentando no perder el equilibrio como la última vez. Intente mostrarme regido y en buenas condiciones a pesar de que mis piernas temblaban amenazándome con perder el equilibrio.
—no te debo nada. Así que quítame esta porquería. —exigí mostrándole el brazalete metálico que enrollaba mi muñeca.
—te lo quitare cuando yo quiera. —contesto.
—¿y eso cuando será eso? —pregunte.
—nunca.
El silencio nos invadió, era incomodo y fugas. Nos miramos con enojo, el diciéndome algo como >>soy superior que tu<< y yo contestándole >>no ter pertenezco<< dedujimos nuestras miradas hasta que me arte y camine sujetándome de la pared hacia la puerta. Quería irme. Aunque tuviera ese maldito brazalete no pretendía cumplir ninguna de sus órdenes.
—olvidas tus cosas. —dijo el Uchiha en cuanto llegue a la puerta.
Me gire fulminándolo con la mirada para luego volver hacia donde se encontraban mis cosas. Era una mochila azulada con tonos naranjas y el signo de mi familia (Uzumaki) en la tapa de la maleta. Se encontraba junto a la cama y la mesa de noche. Al llegar vi una foto sobre la mesa de noche. Estaba Sasuke en medio de otras dos personas. Parecía una foto recién tomada el día de Halloween. Los tres llevaban una capa negra con nubes rojas. Tenían unos lentes de contactos de color carmesí. El chico de cabello corto y a un más pálido que el mismo Sasuke tenía los ojos de un rojo distintos. El otro chico que se encontraba al lado derecho de Sasuke tenía el cabello más largo y al parecer recogido en una coleta, él y Sasuke tenían los ojos con unos rasgos negros a diferencia del chico de cabello corto.
—¿no ibas a irte? —pregunto el azabache sacándome de mis pensamientos.
—sí. —Conteste mal humorado— no hay necesidad de que me eches.
—aunque te vayas tienes que volver.
—¿Por qué volvería? No quiero encontrarme con un cretino como tú.
Sasuke rio por lo bajo.
—por respuestas.
—¿por respuestas?
—sí.
—¿acaso no quieres saber que paso anoche contigo? ¿Cómo te encontré?
¿Cómo llegaste aquí? Y ¿Por qué tienes ese brazalete?
Lo mire anonadado. Era cierta tenia esas preguntas y más.
—Siéntate. —ordeno.
Obedecí sentándome en la cama sin apartar mí vista de la suya.
—muy bien. Si quieres respuestas debes ganarlas.
—¿ganarlas… como? —pregunte confundido.
El moreno sonrió de lado acercándose a mí y acariciando mi mejilla, ocasionando nuevamente que una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo de pies a cabeza.
—con tu cuerpo, Naruto. — explico Sasuke.