"Comienza el Ataque"
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Tsuna se encontraba en su habitación completamente deprimido por haber descubierto que sin saberlo estaba perdidamente enamorado de Reborn, y no es que eso le molestara, es solo que creía que si decía algo a su tutor, este se burlaría por haber cometido tal idiotez y por eso decidió que mejor se guardaba aquellos sentimientos muy en el fondo de su corazón y trataba de olvidar lo que sentía, pero lo que el castaño no sabía es que estaba muy equivocado.
Mientras que Reborn, pues el hitman muy a su pesar tuvo que dormir en otra habitación, ya que sabía que sería muy incómodo para Tsuna dormir con él y lo que menos quería era incomodar a su alumno más de lo que ya estaba. Los dos terminaron dormidos, tratando de buscar una manera de verse el uno al otro sin tener alguna discusión.
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La mañana llegó, y el azabache fue el primero en levantarse, lo primero que hizo fue llamar por teléfono a Iemitsu para informarle sobre el estado actual de Tsuna y de paso preguntar cómo estaba la familia.
—Iemitsu, ¿Cómo va todo por allá? —Preguntó el azabache seriamente.
—Va de maravilla, Nana se está divirtiendo y ni que decir de los niños, aunque Bianchi no está porque decidió pasar a visitar a su padre, pero aquí todo está en orden. —Respondió el rubio mientras sonreía alegremente, pero después cambio la expresión alegre por una seria. — ¿Cómo está Tsuna? —Preguntó de manera autoritaria.
—Él se encuentra bien, he alertado a sus guardianes y también he pensado contactar a los Varia y a Dino. —Respondió con seriedad. — ¿No han encontrado quienes son los que buscan a Tsuna? —Preguntó.
—La verdad no... no dejaron ningún rastro y eso me frustra...debo colgar Nana me llama...y por favor Reborn protege a mi hijo...no te lo pido como el líder de CEDEF te lo pido como un padre preocupado por su único y muy amado hijo. —Suplicó con preocupación.
—No te preocupes Iemitsu, yo protegeré a Tsuna, quiera él o no quiera. —Dijo Reborn mientras sonreía ladinamente.
Después de decir aquello, la llamada se cortó, dando por terminada la importante conversación. Así que, sin saber que más hacer y para no perturbar más al castaño, Reborn preparo el desayuno de Tsuna y el suyo propio.
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Tsuna despertó debido al delicioso aroma que le llego a la nariz, y siguiendo el delicioso aroma se levantó y se dirigió al comedor, donde un delicioso desayuno le esperaba.
— ¿Tú lo preparaste? —Preguntó el castaño muy sorprendido al ver dos platos de panqueques con miel y mantequilla y el jugo fresco de naranja.
—Obvio. —Respondió el azabache sin dejar de leer el periódico. —Después de todo, antes de tener la maldición yo cuidaba de mí mismo. —Dijo el azabache para después darle un sorbo a su taza de café.
—Ya veo. —Susurró el castaño de manera nerviosa mientras se sentaba frente al azabache. —Está bueno. —Susurró sorprendido por el talento de cocina que tenía su tutor.
—Claro que lo está, después de todo yo cocine. —Dijo Reborn con superioridad.
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En la mansión de los némesis, un apuesto científico de cuerpo bien formado, de complexión alta y delgada, un cuerpo bien formado y musculoso sin exagerar, piel ligeramente blanca, ojos serios de un color azul cielo, con rasgos fríos y calculadores, cabello corto y algo alborotado de un color azul celeste, vestido con una camisa de botones de mangas cortas de color azul fuerte, un pantalón negro y zapatos del mismo color y encima de la camisa traía puesta una bata blanca como la que usan los doctores, y para poder ver tenia puestos unos lentes delgados y ovalados. El peli azul estaba terminando de preparar lo que sería el arma perfecta para sacar del camino a los guardianes del décimo Vongola y así facilitar su venganza, claro que le era difícil con Akira molestando cada dos minutos.
—Akira ya te dije que todo quedara cuando me permitas terminarlo como se debe. —dijo de muy mal gana.
—Y yo te digo que te apures estúpido Blue. —Dijo el pelinegro seriamente.
—Blue solo chasqueo la lengua con frustración y le entrego a Akira diez extrañas balas. —Te doy diez por si acaso, aunque si mandas al estúpido soldadito no creo que necesites todas las balas. —Dijo con burla, ya sabiendo que el cierto militar lo había escuchado.
—El apuesto hombre de complexión alta y delgada, cuerpo bien formado, musculoso sin exagerar, piel ligeramente morena, ojos color verde claro, rasgos serios y afilados, mirada fría y afilada, cabello corto y alborotado de color rubio cenizo, vestido con una camisa blanca con las mangas rotas, dándole un toque de rebeldía, pantalón verde militar y unas grandes botas café oscuro, en la cabeza tenía una boina militar y en la espalda una ametralladora, que pasaba de su hombro a su espalda. El rubio se molestó y se acercó al peli azul. —Estúpido científico de cuarta. —Escupió con molestia mientras agarraba a Blue de la bata.
—Ya tranquilízate Alexander, todavía lo necesitamos para que nos de la fórmula que hará que el décimo no pueda usar sus llamas. —Dijo seriamente el pelinegro.
—El rubio chasqueo la lengua y de mala gana soltó al peli azul. —Como sea yo mejor comienzo con mi trabajo. —Dijo con molestia mientras le arrebataba las balas a Akira y luego se iba.
—Vaya que seriedad. —Dijo el peli azul mientras sonreía levemente. —Y en cuanto a lo que me pediste aquí lo tienes. —Dijo mientras le daba una jeringa llena de un líquido verde claro con la aguja tapada. —Inyéctalo todo en el cuello. —Dijo divertido. —Y tranquilo que las balas no mataran a los guardianes, después de todo aun los necesitamos con vida. —Susurró para después salir del laboratorio, dejando al pelinegro solo.
—Mi venganza está más cerca. —Susurró Akira mientras sonreía de medio lado.
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En la casa Sawada, Tsuna se había vestido para hacer las compras, ya que no había nada en la alacena y mucho menos en el refrigerador, claro que cuando estaba a punto de salir Reborn lo detuvo.
— ¿A dónde crees que vas? —Preguntó seriamente.
—A hacer las compras, ya que cierto loco mando a mi Oka-san de vacaciones y ni si quiera hay nada para sobrevivir. —Respondió de mala gana mientras se disponía a salir.
—Pues entonces iré contigo. —Dijo el azabache seriamente.
Tsuna iba a decir que no, pero ya era tarde, Reborn ya había salido y cerrado la puerta, así que ambos se dirigieron al supermercado.
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Alex ya había interceptado y noqueado a Ryohei y a Chrome, claro que no se los llevaría, su misión era dejarlos fuera de combate y hacer que Tsuna pidiera la cura a cambio de él mismo, y aunque no se entregara de todos modos obtendrían lo que querían, ahora mismo el rubio estaba en frente del restaurante de la familia Yamamoto, por suerte para él, en el lugar estaban Gokudera y el mismo Yamamoto y sin ser notado se entró al lugar y antes de que estos reaccionarán, Alex ya había cumplido con su cometido y de la misma forma en la que entro, salió.
—El rubio sonrió con prepotencia. —Ahora lo mejor va a comenzar y espero que los guardianes más fuertes no me decepcionen como los anteriores. —Dijo para encaminarse a la escuela, donde seguramente se encontraba el prefecto del lugar.
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Y como lo deseo, se le cumplió a Alex, porque en cuanto llego, Hibari Kyouya le demostró quien era el más fuerte de los guardianes, en verdad que el guardián de la nube le estaba dando problemas pero, como el segundo más fuerte en el mundo, logro derrotar al prefecto, que aunque no le gustara debía admitir que ese tipo era peligroso.
—Maldito...ni creas que te permitiré acercarte a Tsunayoshi. —Dijo fríamente el prefecto mientras se ponía de pie.
—Ya estas acabado. —Dijo para después disparar y darle en el hombro al azabache, el cual no supo porque perdió todas sus energías.
— ¿Qué me hiciste? —Preguntó débilmente.
—Es una bala especial...es algo así como un veneno hecho especialmente para los guardianes del décimo vongola...no los matara, solo los dejara en una especie de coma y la única cura la tenemos nosotros...bueno me despido porque aún queda un estorbo...adiós Hibari Kyouya. —Dijo para después dejar al azabache que sin poder evitarlo cayó inconsciente.
Lo mismo paso con Mukuro, para Alexander solo los dos últimos fueron un verdadero reto y también fueron los únicos que supieron los planes pero, ya no eran problema alguno y como su misión ya había terminado decidió irse, pero decidió que mejor iba con Akira, por alguna razón presentía que el pelinegro necesitaría ayuda para completar su misión.
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Tsuna ya había comprado lo que necesitaba y ahora mismo, él y Reborn cargaban varias bolsas mientras iban de regreso a la casa Sawada, y justo cuando estaban a punto de entrar, el azabache tomo entre sus brazos al castaño y salto lejos de la reja, haciendo que las compras caigan pero, salvando a su estudiante de una bala.
—Cuanto tiempo sin verte...Reborn. —Dijo fríamente el ojo rojo.
—Reborn viro a ver hacia donde escucho la voz y de donde salió la bala. —Carusso Akira. —Susurró sorprendido para después poner a Tsuna detrás de él. —Esto se puso problemático. —Dijo mientras convertía a León en una pistola.
CONTINUARA