Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Life [Onkey] por LeeMinYoung

[Reviews - 43]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Annyeong~! Aquí yo actualizando otra vez .______. no se acostumbren a que lo haga tan seguido, de momento estoy inspirada jajajajja así que aprovechen(?)

En cuanto al capítulo... estuve a punto de llorar :( mi pobre JinKi... soy mala, ¿no? Bueno, espero no extender demasiado lo triste, aunque no lo sé, depende de cuan masoquista sea xDDD

Una semana después.

—Hyung… es hora de levantarse.

Lanzó un bufido en dirección a su mejor amigo. No tenía ánimos de nada. Siquiera de respirar, pero porque era un acto prácticamente inconsciente.

— ¡Ya! Entiendo que estés así por lo de tu omma. Pero ella no querría…

—Ya sé que no querría que me echara a morir. Pero no está aquí, así que no me sirve que me digas eso.

—Woah~ primera frase de más de cinco palabras que te oigo decir.

—Deja de molestar, dinosaurio del demonio.

Se refugió en su almohada, tratando de dejar de oírlo.

Sin embargo, el menor parecía decidido a sacarlo de allí, aunque fuera a la fuerza.

—Dime enano, Puppy, dongsaeng desgraciado y todo lo que se te ocurra. No dejaré que sigas ahí como pollo en pena.

— ¿Eh? —Se giró un poco sólo para mostrar su cara de desconcierto. ¿De qué hablaba ese mosquito con dos patas?

—Lo pareces y lo sabes. Compré pollo hace días y ni te dignaste a probarlo.

—No me interesa. Sólo quiero seguir aquí.

Y volvió a esconderse.

—Perfecto. Tú lo quisiste.

Por un momento, Onew se sintió tranquilo al sentir que Jjong se iba de su habitación, creyendo que se había aburrido de intentar. Y eso que sabía de primera mano lo persistente que podría llegar a ser.

Se arrepintió de albergar esperanzas en cuanto le oyó regresar.

— ¿Qué parte de ‘no quiero levantarme’ no entendiste?

—Vamos a ver qué me dices ahora.

No alcanzó a decir nada cuando un suave y delicioso aroma atacó su sentido del olfato sin contemplaciones.

Ese enano sabía ser un jodido cuando quería.

—Sabes que soy capaz de cualquier cosa —le advirtió al verlo sentarse en la cama, tentado al fin por un plato de pollo.

La abstinencia no era lo suyo, definitivamente.

—Aún no sé cómo es que MinHo te aguanta. Ah, verdad: no vive contigo.

—Agradece que estoy aquí y me compadezco de tu existencia.

—Ya sé.

En realidad, ahora que su madre no estaba —hecho que aún no asumía por completo—, no le quedaba nadie más que aquel amigo que lo había apoyado en todo desde que se conocieron en la infancia. Casi un hermano para él, JongHyun había estado a su lado desde el jardín de infantes hasta en la facultad, aunque tuvieran carreras distintas.

—Gracias.

—No hay de qué. Eres mi hyung, aunque a veces te comportes como un hermano menor, y no puedo abandonarte, menos ahora. ¿Quién te traería tu comida favorita?

—Lo sé. Está delicioso.

—Recordar el restaurante que más te gusta no fue muy difícil en verdad.

—Ya me lo suponía.

Ambos rieron un poco, aunque el mayor sonaba cansado.

Al cabo de unos minutos de silencio, Jjong tomó aire y decidió que ya era hora de hablar.

—Sé que todo es muy reciente, pero llegó una carta.

— ¿Carta? ¿Y de quién?

—Bueno... en realidad es una cobranza.

—Ah. Eso. Sí, debo ir hoy mismo a la clínica, antes que siga pasando el tiempo.

El menor de los dos lo observó mientras se ponía de pie e iba por su ropa, con el baño como destino final.

—Si quieres te puedo acompañar.

— ¿Qué? No, no te preocupes. Es algo que debo hacer solo.

Con una de sus mejores sonrisas fingidas, se perdió dentro del pequeño cuarto, cerrando la puerta con pestillo para no tener que seguir viéndole la cara a su mejor amigo.

En realidad, ir al Hospital otra vez y sin tener nadie al lado en quien afirmarse sería complicado. Pero no quería que lo vieran llorar. Con todo lo que presenció Jjong durante el velatorio y aún más en el funeral había sido más que suficiente.

En opinión de las muchas personas que conocían a JinKi, él era un chico especial. Con una enorme sonrisa, unos ojos pequeños que casi desaparecían al reír, una habilidad extrema para decir las cosas más extrañas y tropezar incluso con el aire, era capaz de conquistar cualquier corazón, pues su personalidad era sencilla, muy amable y humilde, siempre agradecido de la ayuda de los demás, por mínima que fuera.

Sin embargo, el dolor podía más que su naturaleza cálida. Y sin darse cuenta, su alegría se esfumó. Nada era capaz de devolverlo a la normalidad. Hasta tropezaba con mucha más frecuencia de la normal en él. Lo del pollo hacía un rato se debió sólo a que tenía hambre por no haber comido del día anterior. Sinceramente, su apetito se había ido sin tener intenciones de regresar. Ni los estudios le llamaban ya la atención. Al no tener alguien a quien amar tanto como a su madre, sus sentimientos se quedaron atrapados en su interior, suponía que a la espera de una persona a la cual poder dárselos.

En verdad, aquella situación no podía ser peor.

 

O tal vez sí.

—Discúlpenos por preocuparlos con este tema, señor Lee. Sabemos por lo que está pasando y lo mucho que debe estar sufriendo.

La secretaria de la clínica lo miraba con pena, casi lástima. ‘No, no lo saben’, pensó el chico, sonriendo fingido otra vez.

—No es problema. Es un asunto que debo resolver.

—Perfecto. ¿Puede acompañarme? Hay algunas cosas que se quedaron en la habitación.

¿Y por qué no las tenía en su escritorio? Esta gente, para comprender lo que le estaba sucediendo, actuaba realmente mal.

—Supongo que sí —murmuró antes de seguirla por el pasillo.

Intentando no ver más allá de lo estrictamente necesario, Onew avanzó a un ritmo un poco más lento del que llevaba la señorita. Por su lado pasaban enfermeras y médicos, circulando de una pieza a la otra, ajenas a su paso, preocupadas por la vida de otras personas que seguían luchando por seguir en este mundo.

—Aquí están.

De pronto, la joven le puso una bolsa transparente frente a sus ojos.

—Ah. Muchas gracias.

Ninguna intención tenía de revisar lo que allí había. ¿Para qué alimentar más su dolor? No, no. Tampoco tan masoquista.

—Bueno, regresemos a mi oficina. Allí le daré los detalles de lo que debe hacer para pagar su deuda.

—Ok…

En algún momento, su mente regresó a los días previos al suceso. Recordó sus paseos por el Hospital, lo que sintió en esos momentos, la promesa que se hizo… ¡la promesa!

Sin siquiera avisarle a la mujer que iba delante de él, se dio media vuelta, avanzando con rapidez hacia la habitación donde en ese entonces se encontraba aquél chico rubio que tanto llamó su atención.

— ¿Señor Lee?

Una voz conocida se escuchó a sus espaldas. Se giró para quedar de frente a la enfermera que hacía una semana estaba a cargo de su madre.

—Buenos días —hizo una reverencia, sintiéndose algo culpable al recordar la forma en la que trató la última vez que estuvo con ella.

—Buenos días. ¿Qué lo trajo por aquí?

—Vine por… por asuntos administrativos. Y pues…

No pudo seguir hablando. Aunque tampoco fue necesario. Con la mirada que dio a la habitación fue suficiente para aclararle sus motivos a la señorita que se mantenía a su lado.

—Ah… el señor Kim.

Ella caminó hacia la camilla y él la siguió sin que se lo pidiera. Por fin tendría respuesta para sus dudas.

— ¿Qué le pasó?

—Realmente no estoy muy segura. Entré hace poco a trabajar aquí.

— ¿Lleva mucho tiempo hospitalizado?

—Tengo entendido que más de un año.

—Oh.

Un año. Eso era demasiado tiempo.

—Al parecer, se trató de un accidente a caballo. Tuvo suerte de no morir.

¿Suerte? Eso no era suerte. A veces el destino se ensañaba con alguien y en vez de dejarlo partir, lo mantenía con vida sólo para hacerlo sufrir. Porque estar en coma no era vida. Y, por lo que Onew sabía, solamente alargaba por mucho más tiempo el dolor de que la familia sentía.

—Y su familia. ¿Vienen a verlo seguido?

—Si le soy sincera, nunca he visto a su madre. Y por lo que me han dicho, ella era la única que venía por aquí.

¿Nunca? ¿Acaso…?

Tenía ganas de llorar. Estaba seguro de que si la enfermedad de su madre hubiese continuado por más tiempo, él habría seguido yendo todos los días a verla, sin importar nada más. Era su familia, lo único que le quedaba y lo mínimo que se merecía la mujer que le había dado la vida.

Estaba por contestar cuando alguien apareció para interrumpirlos.

—Señorita Park, la necesitan en pabellón.

—Está bien —se volvió hacia JinKi—. Noto su interés, señor Lee. Espero que pueda ser de ayuda para este joven.

Sólo fue capaz de asentir para no delatar sus sentimientos.

¿Por qué, Dios? ¿Por qué eres tan cruel?

‘Kim KiBum, 22 años, estado de coma’ rezaba escuetamente un cartel en la cabecera de la camilla.

—Buenos días, Kim KiBum —le dijo, sintiéndose un poco tonto—. Soy Lee JinKi, hyung para ti, y desde hoy vendré a darte la lata todos los días, así que espero que no te aburras, ¿entendido?

Se rió. Tal vez no era la gran cosa, pero, gracias al destino que tanto aborrecía ahora, había encontrado un nuevo motivo para salir adelante.

Notas finales:

Kya~ ¿se resolvieron algunas de sus dudas? ¿no? bueno, espero que en la siguiente parte sí xD no daré muchos detalles de la situación de Key, se irán informando a medida que Onew se entere de más cosas^^ responderé todo en sus reviews~~ hasta el siguiente post! annyeong~~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).