Capítulo 1
La Reina Negra, Elizabeth
Amaneció. El sol se abría paso por entre las cortinas, despertándola. El indicio de un nuevo día, el comienzo del último año escolar.
Se levantó con dificultad, sus pies le pesaban ya que la noche anterior había estado de fiesta con un chico. Lo había seducido en la fiesta de su “mejor amiga” Sheila y se lo había llevado a la cama completando así las 100 conquistas. Su objetivo era tener a todo chico “lindo” rendido a sus pies. Se vistió con una remera blanca escote en v que dejaba ver su entallado corpiño negro, una pollera azul que apenas le cubría el muslo, que en cualquier momento dejaría que las bragas a juego con su corpiño se viesen, y unas botas de cuero marrón oscuro.
Cepilló sus cabellos dorados que le llegaban hasta por encima de los hombros y procedió a pintarse. Se aplicó sombra azul oscuro y un delineado grueso de color negro. Se puso rímel para resaltar aún más sus ojos cielo. Para finalizar se pintó los labios carnosos de un rojo pasión. Estaba resplandeciente, como era de esperarse de la reina del instituto.
Bajó las escaleras para encontrarse con su odiada hermana menor, Leila, desayunando.
-Hola Elizabeth- Dijo la castaña con sorna, sabía que ella odiaba ese nombre puesto por su estúpida madre.
-Buenos días, niñita – replicó la aludida con gesto y voz fríos. No le apetecía unírsele así que recogió su bolso y las llaves del Mercedes rosa y se fue directo para la escuela.
El Palace Ruins, un colegio secundario de elite para los hijos de los magnates más poderosos del mundo, dirigido por un multimillonario dueño de la empresa más grande del continente, Anthony D´or, el padre de Elizabeth. Anteriormente había sido un palacio de tres pisos de altura y más de una manzana de grande pero ahora estaba remodelado completamente. En la planta baja estaba la parte administrativa, la enfermería, la biblioteca, el prestigioso comedor y el gimnasio. En el segundo piso estaba las aulas de primero a cuarto y el último piso era exclusivamente para los de quinto, tenía su propia enfermería y biblioteca. En todo el colegio había más de 5 ascensores con capacidad de doce personas para desplazarse entre los pisos. Todo quien se graduara del instituto era reconocido mundialmente y podía ingresar a las universidades más elitistas del mundo sin siquiera rendir examen de ingreso.
Aparcó el Mercedes en un lugar reservado exclusivamente para ella, donde la estaba esperando Sheila, quien era una seguidora más para ella, en vez de su “amiga”, pero mentir para conseguir beneficios no estaba del todo mal, además ella era la reina del instituto y podía hacer lo que quisiese ¿no? Sheila era un experto de la investigación y la encubría cada vez que se acostaba con un chico.
-¡HOOOLAA LIZ!-dijo esta efusivamente y abrazándola, a lo que Elizabeth respondió con un frío “hola”, ni siquiera con su hermano, la persona más apreciada para ella, podía dejar su tono frío e indiferente.
-Cuéntame las novedades- le ordenó sin más preámbulos
-Bueno al parecer nadie se enteró de la noche que tuviste con Kyle y …– siguió hablando Sheila a lo que Elizabeth no le prestaba demasiada atención, le parecía muy molesta su voz de cacatúa- Ah, y me olvidaba, hay una nueva alumna – estaban por entrar en el ascensor pero Elizabeth se detuvo.
-¿Acaso es ella una amenaza?-preguntó con recelo. Siempre había sido la número uno del instituto y, en su último año, nadie le sacaría el trono.
Sheila empezó a reírse con esa risa tan chillona que nuestra protagonista tanto odiaba, bueno para ser sinceros, ella odiaba casi todo de la gente inferior.
–Pues claro que no tontita- respondió mientras entraban en el ascensor y todos las miraban con cara de cachorritos asustados, aparte de ser súper populares, todos temían a Elizabeth por su actitud fría- su personalidad es cortante con todos y además- se acercó como si lo que estuviese a punto de decir fuese secretísimo – tiene pelo corto y… ¡se viste como hombre!
Elizabeth puso una cara de disgusto, odiaba a una mujer mal vestida, pero ¿una mujer vestida de hombre? ¡Eso era el colmo!
Decidió no darle importancia y se dirigió a su asiento. Siempre se sentaba sola ya que Sheila se iba con su novio, Alec, y nadie era lo suficientemente valiente como para sentarse a su lado.
Entró el preceptor al aula y tomó lista, como siempre, ese pelado alto y con una verruga asquerosa sobre su labio, tardaba más de diez minutos en tomarla. Esperó a que terminara para escuchar el discurso de siempre: que ahora estaban en un nuevo año, que respetaran a sus mayores, bla bla bla. Pero cuando terminó no se fue sino que se quedó e indicó con la mano a que alguien pasara.
-Bueno chicos, ella es la nueva alumna Abigail Lobwyng - ¿Así que la nueva estaba en su clase? Ja, tenía que ver con sus propios ojos al crimen de la moda. – Ella es una becada así que sean buenos con la nueva alumna – genial, una inferior, una “pobrecita” como le decían.
Una chica entró, Elizabeth la analizó, tenis negros con cordones blancos, un jean desgastado ¿Quién dejó que esa entrase? Una remera negra de los ¿AC/DC? ¿Quiénes eran esos? Seguros unos vagos. Y otra remera blanca abajo y llevaba el pelo negro azabache corto con el flequillo que le tapaba un ojo.
De repente sus ojos se cruzaron y su corazón pegó un salto, casi se le salió del pecho. Sus ojos eran de un violeta profundo como la noche más oscura, pero había algo en esa mirada que la hacía muy interesante, era cruda, dura, como si hubiese sido marcada por el pasado, como si para su edad ya hubiese vivido una vida entera. Eran tan misteriosos. Cuando ella se acercó y se sentó a su lado su corazón comenzó a acelerarse.
-Hola – decidió no prestarle atención y darle a entender quien era - ¿sabes con quién te has sentado no? – dijo con superioridad, irguiéndose.
-Sí,- respondió. Así que no era tan estúpida, se había dado cuenta a quién se enfrentaba y se iría – Con una rubia puta con complejo de superioridad. – Elizabeth quedó con la boca abierta. Nadie le hablaba así, se lo pagaría.