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Valiente. por Maira

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Enseguida y muy brusco lo subieron a uno de los caballos, el hombre a sus espaldas le dijo unas palabras que no comprendió, el humo proveniente del incendio le inundó los pulmones y tosió varias veces.
Su madre y Yusuke estaban muertos, los sirvientes también. Era probable que su padre hubiera sido el primero en caer. Todo estaba más que perdido, de repente sintió un miedo tan profundo que no pudo mover un solo músculo. El soldado y su acompañante avanzaron hacia el camino principal, el que conectaba con aquellas tierras dónde lo abandonarían a su suerte.

Lloró un tendido tiempo, el hombre lo sujetó firme con un brazo por la cintura. Él intentó soltarse de las cuerdas, no lo logró. En esas, el soldado volvió a pronunciarle al oído unas palabras ásperas cuyo significado no comprendió y él instintivamente negó con su cabeza. No quería que el hombre le hablara ni lo tocara. Llegaron a las afueras de la ciudad cuándo la Luna brillaba en el cielo. Irónicamente, el paisaje se veía precioso.

Cabalgaron toda la noche a través de un desvío que tomaron a mitad de camino, a veces al galope y otras veces al trote. Prácticamente desde que habían partido Mizuki sintió náuseas, pues eran contadas con los dedos las veces que en su vida se había subido a un caballo. Pararon una sola vez para darles agua a los animales, el viaje fue demasiado rápido mediante ese atajo. Al mediodía se encontraron entre los primeros kilómetros de arena, a esas instancias el calor era soportable. El pequeño miró hacia todas partes, además de la vegetación reseca, las rocas provenientes de las montañas que separaban ambas tierras y algunas aves de rapiña que trazaban círculos en el cielo, no había nadie. En su cabeza comenzaron a dispararse diferentes situaciones por las que podría pasar en caso de ser abandonado allí, se imaginó a sí mismo muerto de sed, con las manos amarradas y algún animal oportunista sobre su cadáver.

Al cabo de un par de horas más, cuándo el aire se volvió irrespirable, estuvieron cubiertos de sudor, los caballos comenzaron a relinchar y una ciudad de enormes construcciones pudo avistarse a varios kilómetros al Este; los hombres lo arrojaron sin cuidado sobre la arena, hicieron dar un giro brusco a sus caballos y emprendieron la carrera de vuelta a los cuarteles. El gritó en un vano intento de que volvieran, pidió ayuda a los cuatro vientos en medio de un nuevo ataque de llanto e intentó ponerse de pie. Su cabeza fue a dar directo contra la arena, un escarabajo se asomó y él por completo aterrorizado se arrastró hasta perderlo de vista. Luego entre los espasmos típicos de la congoja, se colocó a pensar qué debía hacer.
En primera instancia se quedó tumbado sobre la arena caliente, dejó que le quemara el rostro, se le colara por la herida de su rodilla, se le pegara a los cabellos húmedos de sudor. Cerró sus ojos, con el entrecejo fruncido debido a la brillante luz sobre su cabeza. Todo lo que había vivido durante sus cortos nueve años pasó por su mente en tan sólo un instante a modo de difusas imágenes, supuso que iba a morir allí.
Giró sobre su cuerpo, inútilmente intentó remover las cuerdas una vez más. Las aves de rapiña hicieron más estrecho el círculo en el cielo, justo a varios metros sobre su cabeza. La sed lo torturó, sintió su boca seca y la lengua se le pegó al paladar, entreabrió sus labios, se rindió por completo a la dulce sensación de debilidad. Por último, antes de perder la conciencia, la idea de la muerte le sobrevino a la mente más fuerte que nunca.

Entre borrosas visiones captó sombras, a veces las mismas adquirían forma humana y veía colores. ¿Acaso había muerto y llegado a otra tierra, a otro mundo? Como en un eco lejano, una voz retumbó transportando palabras desconocidas. Su siguiente visión fue la de bestias enormes de un color tan dorado como la arena, otras que parecían ser caballos, un individuo alto que se inclinó sobre él, no logró ver su rostro. Al sumirse de nuevo en la completa oscuridad, todo permaneció en calma.

Despertó sobresaltado, con la respiración muy agitada y sin una mínima noción del tiempo. Cayó en la cuenta de que lo que lo había despertado era una voz que tarareaba una melodía melancólica. Se incorporó de un rápido movimiento y su cabeza chocó contra algo duro, escuchó el quejido de una voz masculina. De manera rápida sus ojos recorrieron el lecho en el que se encontraba: mantas ligeras color rojo y un delicado bordado dorado, al igual que los cojines que lo rodeaban. Alfombras por todas partes de intrincados diseños, objetos de oro puro dispuestos a su alrededor. Se quejó y se tomó la rodilla, sus dedos se toparon con unas vendas.

─Niño, la próxima vez ten más cuidado ─dio una calada a su pipa alargada a la par que se sobó la cabeza, luego dejó escapar el humo con un talante muy relajado─. Es bueno saber que estás vivo, creímos que no sobrevivirías. ¿Tienes sed, eh? Allí en esos cuencos hay agua, bebe toda la quieras.

─¿Q-Quién es usted? ¿En dónde estoy? ¿No me morí? ─escuchó la carcajada del hombre y lo miró con detenimiento, en un primer momento su aspecto le resultó estrafalario. Pero al ver la expresión bondadosa con la que lo alentó a beber logró calmarse un poco. Luego de llenarse el estómago de agua, observó sus tatuajes, su cabello, sus ropas, sus ojos delineados a la perfección con Kohl. Al verle la mano vendada se sobresaltó, pues a la vista estaba que al hombre le faltaban un par de dedos.

─¡Oye! Es de mal gusto ver de esa forma a las personas ─de todas maneras se echó a reír de nuevo. Sin siquiera preguntarle se tumbó a su lado, se apoyó en uno de los codos y le colocó la boquilla de la pipa entre los labios─. Aspira despacio, te calmará… el tabaco siempre aleja las penas y los temores ─dichas sus palabras, retomó la melodía que tarareaba.

Mizuki obedeció, aspiro hasta que un humo denso le llenó los pulmones, el sabor se le hizo curioso. Volvió a recostarse en medio de un ataque de tos, por completo rendido. Fue entonces que bajo la protección de las mantas clavó sus pequeños ojos en el extraño y a su vez éste lo observó─ ¿Quién es usted? ¿Por qué estoy aquí? No me haga daño… tengo miedo…

─Me llamo Ryo ─dijo─. ¡Vamos, no tengas miedo! Voy a responder a tus preguntas así que presta atención, muchacho ─esperó a que el pequeño asintiera antes de proseguir─. Estás en el desierto, específicamente en Iskataba, el asentamiento de Las Águilas Negras. Somos una tribu guerrera, pero no te haremos daño. Soy un simple esclavo, ésta es mi humilde tienda y te estoy atendiendo en ella. Estás vivo… aunque estuviste inconsciente durante mucho tiempo, tanto así que te desnudé, te bañé, te vestí y te curé la herida de tu rodilla. Eres un muchacho con suerte, íbamos a partir de la capital durante la siguiente luna nueva; pero a nuestro jefe se le antojó hacer un cambio de planes, salir sin más esa misma tarde. Estabas amarrado, no te preguntaré acerca de eso aunque supongo que alguien quiso deshacerse de ti.

─¿Cómo es que hablas tan…?

─¿Tan bien tu lengua? Pues, un hombre debe conocer todas las lenguas para comunicarse con otros ─se encogió de hombros, dio otra calada al tabaco.

─Eres un esclavo y no estoy muerto ─repitió en un intento de asimilar la información, luego al recordar todo lo sucedido sus ojos se llenaron de lágrimas.

─Así es. Ahora deberías descansar un poco más, el calor te ha sentado mal… derrama todas las lágrimas que necesites y luego duerme, aquí estás a salvo. Yo me quedaré a tu lado para todo lo que necesites.

─Es usted un anciano muy amable ─respondió sin poder detener el llanto─. Por favor, no me engañe ni me haga daño. Esos hombres… mi madre, Yusuke, mi hogar…

─¡¿Anciano?! ─soltó una carcajada prolongada─. No, muchacho. Ancianos son los árboles, yo aún ni arrugas tengo. Anda, ya te dije que no te voy a hacer nada. Duérmete de una vez, cuándo despiertes te daré de comer.

 

El fondo del pozo era oscuro, apenas se podía ver durante las horas de luz. Él se mantuvo un tiempo indefinido sobre el cadáver de Tora, incluso mucho después de que éste se hubiera puesto rígido como una piedra y hubiera comenzado a despedir unos fluidos pegajosos.
Al cabo de un par de días cuando ya no soportó el olor nauseabundo, se separó y se recargó contra la pared. El hambre, el dolor, la sed, la tristeza, le atenazaron el cuerpo hasta el punto de enloquecerlo. Llegó a la conclusión de que no quería morir allí, intentó escalar las paredes pero no encontró una mísera hendidura de la que aferrarse, gritó a todo pulmón por alguien que le ayudara.
Al término del tercer día, se hincó frente al cuerpo de Tora, le descubrió uno de los rígidos hombros y le dio un mordisco. La carne putrefacta de una textura parecida a la de una fruta madura se le deshizo en la boca con tan sólo masticar un par de veces, tragó, su estómago rugió por más; pero al cabo de varios minutos, vomitó sobre la alfombra de huesos que conformaba el suelo.
Aún medio ahogado volvió a su posición contra la pared, convencido de que iba a morir. Llevó sus ojos hacia el círculo azul oscuro por encima de su cabeza y lo miró fijo hasta que las estrellas aparecieron en el cielo. ¿Podía existir peor tortura que saber que no había salida? Sus dedos recorrieron el suelo a su lado hasta que se toparon con un filoso hueso, lo rodearon por la parte más gruesa. Decidió que lo mejor sería tomar el consejo de Tora, pero… ¿Y si no lo lograba? ¿Y si sólo resultaba malherido? De ser así, sus días de agonía podrían prolongarse hasta el infinito.
Fue así que comenzó a pensar en qué punto de su cuerpo debía perforar para lograr una muerte segura, de pronto deseó con todas sus fuerzas tener un puñal que hiciera las cosas más fáciles.

Su puño izquierdo se cerró firme en torno al hueso, estiró su brazo, el corazón le latió rápido. Pensó en que tenía que ser de una vez, se concentró en reunir las fuerzas necesarias y el valor. Al cerrar sus ojos, imágenes intermitentes de sus momentos de gloria se hicieron presentes. Durante gran parte de su vida fue un líder, un conquistador, dejó una huella en la historia y páginas completas fueron y serían escritas acerca de sus logros. Un dolor sordo le atravesó el cuerpo al enterrarse la afilada punta en el cuello, justo sobre la arteria.

Siempre se preguntó qué se sentiría morir, más de una vez estuvo al borde de experimentarlo. Sus ojos entreabiertos observaron la silueta del cadáver hinchado de Tora. Luego de que la peor parte finalizara, él también se volvería así. Decidió llevar sus ojos hacia las estrellas dispuesto a recibir la muerte en un estado de paz. El frío le atenazó el cuerpo debido a la pérdida de sangre, las ropas húmedas apestaban a ella, de manera distraída pensó en sus dos pequeños hijos.
No tardó demasiado tiempo en comenzar a respirar con dificultad, el frío se volvió más intenso al igual que los temblores de sus extremidades. Gradualmente todo se volvió más oscuro, un hormigueo se apoderó de sus manos, algo similar a una flecha pareció atravesarle el corazón. Si aquello era morir, entonces no estaba tan mal. Momentos más tarde por fin sus ojos se cerraron.

Se encontró a la deriva en un inmenso océano oscuro. Dejó de sentir frío, dejó de sentir dolor, dejó de preocuparse por todo lo que lo rodeaba. Extendió sus brazos, flotó en paz en medio de esas oscuras aguas que no le humedecían el cuerpo desnudo, que no estaban ni calientes, ni tibias, ni frías. Cerró los ojos muy calmado. Allí la paz aparentaba ser algo que poseía sustancia.

Un tenue resplandor anaranjado le obligó a abrir los ojos, cuándo quiso caer en la cuenta de lo que sucedía sus pies habían tocado un suelo firme de roca y tierra. Miró a su alrededor, las llamas que le rodeaban crecieron hasta alcanzar proporciones monstruosas, giró confundido sobre sus talones repetidas veces, una serie de alaridos que provenían de ningún lado y a la vez de todas partes le perforaron los oídos. El calor se volvió insoportable, se cubrió los ojos con los antebrazos en medio de un acceso de terror. Una carcajada grave retumbó por las paredes cavernosas del lugar.

─¿Qué es esto? ─preguntó furioso al aire, momentos más tarde se sobresaltó al escuchar aquella misma carcajada mucho más cerca. Al descubrirse los ojos se encontró con una criatura de apariencia tan humana como la de él, pero su cabello era rojo como el fuego al igual que sus ojos. Llevaba puesto un vestido vaporoso que dejaba al descubierto unas piernas de apariencia suave como la seda, las mismas finalizaban en un par de pies desnudos, de preciosos tobillos. Se sentaba a un trono formado por diversas partes de cuerpos ensamblados, unos pocos escalones le elevaban sobre el nivel suelo.

─¿Realmente no lo sabes? ─cruzó una pierna sobre la otra─. Supuse que eras ignorante, pero no tanto. Estás en mi reino, en el infierno. ¿Acaso no llegaste flotando a través de mi océano infinito?

─Aguas negras… ─murmuró.

─Así es ─ladeó la cabeza─, creo que comienzas a comprenderlo. Has llegado hasta aquí porque tu cuerpo físico ha muerto, allí en la luz no te quieren; pero yo tampoco te quiero aquí, entre los nuestros. Es un insulto pensar que durante toda tu vida los humanos te hayan llamado ‘demonio’ tan a ligera. Tú eres una escoria, no un demonio ─hizo una pequeña pausa en la que se alisó el vestido con ambas manos─. ¿Qué debería hacer contigo? No mereces permanecer ni en el último de los niveles… no.

Masashi se quedó viendo a ese ser extraño, pues jamás había creído en ese tipo de cosas. Ahora se encontraba en un lugar que esa criatura aseguraba que era el infierno y ella o él era su gobernante. Entrecerró sus ojos, frunció el entrecejo─ Me da igual lo que suceda si se supone que ya estoy muerto.

─Sólo tu cuerpo físico está muerto, eres puro espíritu ─le corrigió con el dedo índice en alto─. Si fuera tú, yo no diría eso. ¿Sabes? Te encuentras en una situación terrible, muy terrible, sólo que no lo comprendes aún. Podría condenarte a flotar eternamente allí afuera, en las aguas del Océano de la Noche; pero no se me antoja ensuciarlas contigo.

─Me da igual dónde me quede ─le espetó a punto de perder la paciencia─, si en la maldita luz o a un lado de un tipo ridículo como tú…

─¡¿Ridículo?! ¡¿Así que piensas que soy ‘ridículo’?! ─de sopetón se colocó de pie, bajó los pocos escalones que los separaban y se plantó frente a él con la cabeza inclinada hacia arriba debido a la diferencia de alturas─. Para tu información no soy ni hombre ni mujer, tomo la forma que me apetece entre ambas. Aquí soy quién gobierna, no puedes ofenderme ─entrecerró sus párpados─. Acabo de decidir qué haré contigo, estás en un aprieto.

Masashi lo miró entre perplejo y molesto, pues ni siquiera luego de muerto, si es que lo estaba como el sujeto se lo aseguraba, podía estar en paz. De un momento a otro sintió ganas de darse la vuelta, encontrar una salida e irse hacia alguna otra parte. Pero allí parecía no existir más que fuego, gritos, extremidades humanas separadas del resto de sus cuerpos.

─Te enviaré otra vez al mundo mortal, ahora bajo la forma de un demonio. Recolectarás almas puramente malvadas para mí ─esbozó una sonrisa y dejó a la vista sus perfectos dientes blancos─. No, no podrás obtener la de ese hombre que tienes en mente hasta que no reúnas unas… noventa y nueve mil novecientas noventa y nueve. La número cien mil será la de Anzi si así lo deseas. ¿Sorprendido de escuchar su nombre? Al verte sé lo que se esconde en el rincón más oscuro de tu alma ─hizo una pausa, un poco molesto de que al pelinegro no le importara tanto la situación en la que se encontraba─. Ese es el precio a pagar por tu ofensa, de esa manera yo me encargo de ti sin mis jueces de por medio. Me libraré de tenerte aquí. Pero, ah, te lo advierto ─se acercó peligrosamente a su rostro─, sólo podrás moverte por el mundo durante las horas de oscuridad, tendrás que ocultarte en cuanto salga el sol. Además te alimentarás de la energía de los humanos, atormentarás a los malvados y les matarás, no necesito repetirte que conseguirás sus almas para mí. Te estaré vigilando todo el tiempo, no podrás escapar ni romper las reglas que te impongo ─posó una mano extendida sobre su pecho.

Al instante, Masashi sintió que una energía cálida se introducía en su cuerpo, en especial dónde se suponía se encontraba su corazón. Luego algo le golpeó con fuerza, el mundo pareció darle vueltas, sin embargo no se había movido un solo palmo de su lugar. ¿Qué rayos había sido eso?

─Te advierto que a partir de ahora serás vulnerable ante los sentimientos de amor, todos te van a inspirar atracción en mayor o menor medida, ahí yace tu condena. Te prohíbo que te involucres con un ser humano. En caso de romper ésta regla, yo me encargaré de destruirte y vagarás eternamente en un estado invisible, sin siquiera poseer un cuerpo etéreo así que pórtate bien ─lo miró de arriba hacia abajo─. Tu cuerpo humano se fusionará con el demonio que eres ahora, sufrirá una serie de cambios. Recuerda que es un cuerpo muerto, tendrás que reanimar sus nuevas células mágicas con energía. Te colocaré algunas limitaciones humanas porque te odio y porque no quiero que tu trabajo sea fácil. Ahora aléjate de mi vista. No me importa si no comprendes o si tienes preguntas que hacerme, aprende lo demás por tus propios medios.

Sintió que la criatura de cabellos rojos lo empujaba por los hombros, incluso creyó caer hacia atrás, a un vacío cuyo fondo era imposible de alcanzar. El lugar rodeado de fuego desapareció junto a su trono, todo volvió a sumirse en una oscuridad densa, imposible de escrutar. Se hundió en el mar de aguas oscuras, lo atravesó hasta llegar a otro vacío similar al anterior. Al abrir sus ojos en medio de un sobresalto, tal cual hubiera tenido una pesadilla, se encontró sumido en la oscuridad del pozo. 

Notas finales:

Buenas ouo/~ 

¿Cómo va? Espero que bien ouo ~ 

Y espero que no me maten por lo que le he hecho al gordo Miwa. 

Tengo que decir que el rey del infierno es Tsunehito de D, pero un par de capis más adelante al fin lo nombraré. Para los que no lo conocen, es el señorito de la foto:

https://visualioner.files.wordpress.com/2014/09/400x600xegxytvwkuqc-pagespeed-ic-qbqcoinkr.jpg

Es tan hermoso u//u

Espero que les haya gustado el capi ouo la verdad es que no me decidía si en ponerle japo al señor del infierno o no, pero al final sí lo hice xD

Gracias a los que leen y a los que comentan, a los que recomiendan y a los nuevos lectores del fic que apenas comienzan a leer u3u~

Durante la próxima actu, les voy a pedir una pequeña ayudita ya que encontré una página dónde puedo publicar gratuitamente mis escritos "no-fanfic", ustedes pueden descargarlos de manera gratuita también. Así que espero que descarguen, carajo e.e -se pone agresiva-(?)

Nos vemos en el próximo capi ouo/ me despido. Besines. 


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