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Valiente. por Maira

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Los observó avanzar a través de la arena. Por la manera en la que se agazapaban, era obvio que estaban dispuestos a atacar en cuanto llegaran a su destino. Manabu se escurrió cuidadosamente entre las sombras hasta dar con Omi, en voz baja le advirtió que había divisado a los atacantes, que no conformaban un grupo numeroso y que se acercaban a paso rápido. Ella se preparó para ir en busca de los hombres que esperaban en el apartado de los sirvientes, todos armados con al menos una cuchilla o un sable de mala calidad. No servirían de mucho, pero ya encontraría en qué podrían colaborar.
Manabu llegó hacia la siguiente ubicación, con Anzi. Al escucharle, el mayor volteó, lo miró y arqueó sus dos cejas en un gesto expectante.

─¿Qué sucede? ─le preguntó más curioso que cualquier otra cosa.

─Ya vienen, se acercan por la parte posterior. Supongo que van a querer incendiarlo todo o colarse por alguna puerta trasera ─se encogió de hombros─. Omi ya fue en busca de los hombres que el Señor nos proporcionó. No creo que tarde demasiado tiempo en reunirlos, debo ir en su busca.

─De acuerdo ─respondió tan rápido que creyó las palabras no habían sido pronunciadas por él─. ¿Cuántos son?

─No más de treinta individuos, vienen a pie.

─Los interceptaremos, díselo a tu hermana. No permitiremos que lleguen hasta aquí ─dichas sus palabras, desenfundó su sable curvo y se escurrió como un felino hacia el sector posterior del asentamiento.

─Pero… ─Manabu bufó al caer en la cuenta de que el mayor lo dejó hablando solo. No podía creer que aquella hubiera sido la única instrucción por parte del castaño. Volvió por donde había llegado, ya con su arma en mano al posicionarse junto a su hermana. Los hombres permanecían reunidos a la espera de una orden, algunos con un aspecto tan somnoliento que daba gracia.

Ella lo miró en busca de corroborar que se encontrara bien y luego le alentó a hablar con un movimiento de cabeza─ ¿Ya le dijiste a Anzi?

─Sí. Dijo que los interceptaríamos en el camino, así que supongo que deberíamos estar en la parte posterior ahora mismo, listos para partir junto a él. Está un poco… apresurado por terminar el trabajo o también podría decirse que ‘emocionado’.

─¡Lo hubieras dicho antes! ─le susurró un poco molesta y comenzó a caminar, entre ademanes a los demás para que avanzaran.

─Lo siento, es que… ah, no sé qué me sucedió ─negó con su cabeza un par de veces─. Tal vez tenga sueño. Zanjemos el asunto y volvamos a casa.

Era difícil controlar a un grupo de torpes como aquellos, en más de una ocasión Omi creyó que iba a perder la paciencia. Anzi los esperaba acurrucado en la sombra de una de las construcciones, al verlos se aproximó hacia ellos. Los contó uno por uno, en busca de comprobar que superaran en número al grupo enemigo, luego volvió a posar sus ojos en los invasores─ Vamos, tenemos que ser más rápidos que ellos. Rodéenlos, no dejen que ninguno escape. Si dejaran a uno solo con vida, iría en busca de refuerzos.

Avanzaron sin dudar, los tres al frente seguidos del grupo de hombres del que debían cuidar. Pues no sólo debían proteger al amo al que pertenecían, sino también a ellos. Manabu pensaba que sería una empresa fácil, aunque lo hubiera sido mucho más con Kazuki presente, de repente se encontró maldiciéndolo para sus adentros.
Los salvajes emitieron sus alaridos de guerra, con sus sables y espadas en alto, las cuales despidieron un ligero destello color plata entre la oscuridad. Eran guerreros hábiles, pero ellos tenían a Anzi quien no dudó en avanzar entre ellos repartiendo golpes a diestra y siniestra con su arma. El castaño cortó todos los cuerpos que se cruzaron en su camino, hasta que uno de los guerreros lo tomó por detrás en un intento de asfixiarlo con un brazo en torno al cuello. Él dirigió la punta de su sable curvo hacia atrás, calculó en dónde debería encontrarse aproximadamente su estómago e impulsó el arma en esa dirección con todas sus fuerzas. No supo si perforó el lugar que se proponía, pero al menos se vio libre para poder acabar con su enemigo. Los demás formaron medio círculo alrededor del grupo que comenzaba a dispersarse.
Anzi cortó un par de cabezas que rebotaron sobre la arena, luego se dirigió al que le pareció era el jefe y lo atravesó sin permitirle que atacara. Poco a poco el círculo se cerró cada vez más en torno al grupo contrario, uno de los salvajes alcanzó a hacerle un corte a Omi en el brazo antes de que la misma lo rematara. Fue una operación sencilla, rápida, no tuvieron mayores dificultades. Lo más probable era que se tratara de guerreros novatos, simples sujetos de prueba para analizar el modo de combate del enemigo o lograr estrategias superiores en el futuro. Con el tiempo volverían más, hasta que el día en que uno de los fuera destruido llegara.

─Rayos… ─murmuró Manabu a la par que se pasaba el dorso de la mano por la frente perlada de sudor─. ¿Qué hacemos con los cuerpos, Anzi? ¿Los quemamos o los enterramos?

─Que ellos se encarguen de los cuerpos, son sus dominios. Yo me quitaré la sangre de encima e iré a dormir.

─¿A qué hora partimos? ─preguntó Omi aún con la respiración muy agitada.

─Después del desayuno ─respondió el castaño luego de pensárselo un poco─. Así que ustedes dos pueden descansar todo lo que quieran.

Manabu observó a Anzi alejarse hasta que desapareció de su campo de visión, luego miró el cielo en el que ya aparecían los colores del amanecer. Al llevar su vista hacia su hermana, notó que ella se miraba el brazo por encima de un corte que tenía en la camiseta. Luego se divirtió con las expresiones pasmosas que los demás hombres mostraban ante el comportamiento tan tranquilo de Anzi, de Omi y el propio. No pudo evitar dejar escapar una pequeña risa que enseguida sofocó. Se dirigió hacia su hermana a paso lento─ ¿Estás bien? ─le preguntó a la vez que se asomó a escudriñar la herida.

─Sí, es sólo un corte ─murmuró ella y se apretó la parte inferior del músculo para que sangrara─. Tiene mucha arena dentro, tengo que sacarla antes de que Kei la cure en cuanto volvamos.

─¿Quieres que utilicemos un poco de agua? Podría infectarse… ─hizo una mueca al ver la manera en la que se presionaba─. Tal vez podrían prestarnos un ungüento para que los insectos no se metan allí a poner sus larvas…

─Tienes razón ─respondió ella. Luego les indicó a los demás que enterraran los cadáveres o los quemaran, se volvió y caminó sobre las huellas que Anzi había dejado sobre la arena. Al poco escuchó a su hermano seguirla, hasta que al fin la alcanzó─. Además, muero de hambre─ entre risas, se dirigieron juntos hacia el interior de la construcción. Les esperaba un buen banquete con vino frutal, dátiles, frutos secos y todo lo que se les ocurriera.

 

─¿Cómo vas con eso? ─le preguntó Leoneil a Mizuki. Eran las primeras horas de la madrugada cuando se acercó a corroborar que estuviera trabajando. A modo de castigo por escurrirse con el esclavo Ryo a las arenas del desierto, lo había colocado a sacarle brillo a todos los objetos de oro pertenecientes a la cocina.

─Ya casi termino ─respondió cabizbajo, sin dejar de frotar con un paño la superficie de un cuenco. Se alarmó un poco al sentir que el pelilargo se colocaba en cuclillas demasiado cerca, tanto así que podía sentir sus rodillas contra su costado. Leoneil solía ponerlo nervioso cuando no respetaba su espacio personal, desde muy pequeño había desarrollado una cierta aversión a que el mayor lo hiciera─. Espero que sea suficiente.

─No vuelvas a escaparte con la servidumbre, pequeño ─ladeó la cabeza de manera que sus cabellos cayeron a modo de cascada sobre su hombro─. La próxima vez no te daré a elegir entre sacarle brillo al oro y estar entre mis sábanas, te lo puedo asegurar.

─Yo… no volveré a hacerlo ─respondió en cuanto se sintió capaz de volver a respirar, la idea lo impresionó demasiado─. Prometo entrenar mucho… ¡Ay, no! ─se alejó ante un beso que Leoneil intentó dejarle en la mejilla.

─¿Por qué no te dejas mimar, pequeño? ─le preguntó un poco desilusionado─. Nunca me has permitido hacerlo, no voy a dañarte ─suspiró, luego se peinó el cabello con los dedos muy distraído─. ¿Es que acaso puedes ver alguna clase de espíritu malvado en mí? ¿Algo que los demás no vean?

─No. Es sólo que no me gusta que me haga eso ─volvió a bajar su mirada y se colocó a pulir una copa de las que restaban con mucha energía.

─¿Te da miedo? Tus manos tiemblan… ─llevó una de sus manos por sobre las de Mizuki en la copa, al instante el menor las apartó.

─N-No me gusta… por favor, no lo haga.

─¿Tan temprano y ya molestando al chico? ─la voz de Ryo retumbó suavemente en el interior de la tienda─. ¿Qué no tienes nada más que hacer, jefecito?

─¿Has terminado de desplumar todas las gallinas? ─le preguntó cortante el pelilargo. Luego volteó a verlo al justo tiempo en que algo voló cerca de su rostro y se estrelló sobre la alfombra. Las cuatro gallinas desplumadas, sin cabeza, quedaron inertes sobre el fino tejido color carmín─… ¡Insolente!

El mayor soltó una carcajada, cruzó los brazos sobre el pecho y lo miró─ ¿Se le ofrece algo más? ¿Tal vez me quiere acosar a mí con preguntas incómodas o caricias en las manos? Las tengo un poco deformes, pero no creo que le resulten desagradables.

─Ni que estuviera loco ─murmuró el contrario. Al instante se colocó de pie dispuesto a hacerle frente─. Ya que has terminado, podrías ir a vaciar los orinales de los hombres. Mi madre está enferma, deberías prepararle una infusión e ir por el médico. También tendrías que darle de comer a mi caballo.

─Mhh… ─el mayor hizo como que pensaba─. ¿Algo más se le ofrece? Podría meterme entre sus sábanas, si no me da elección…

─Si no quieres que te corte otro dedo, va a ser mejor que vayas a hacer lo que debes ─respondió entre dientes. Como Ryo era sólo un poco más bajo que él, junto a sus palabras le dio un empujón en la frente con dos de sus dedos─. Y no vuelvas por aquí. Al menos hasta que no termines con todo lo que te dije. Por suerte te tomará un buen tiempo.

─Sí, lo que diga. Pero no estoy de acuerdo con que hostigue al chico ─respondió sin moverse de su lugar─. Usted es el jefe, no lo discuto, pero al chico le gustan las muchachas… no los miembros viriles ─hizo una breve pausa─. O al menos tiene el suficiente buen gusto como para no involucrarse con usted.

─¡Vete ahora mismo! ─le espetó al mayor que volvió a romper en carcajadas. Ni siquiera tuvo tiempo de protestar cuando rápidamente el susodicho tomó a Mizuki en brazos y se lo llevó de allí. El menor protestó e intentó liberarse─. ¡El muchacho se queda aquí! ─bramó, pero ambos ya se encontraban fuera de la tienda─. ¡Ryo! ¡Vuelve! ─terminó por patear furioso todo lo que encontró a su alrededor, hasta que ya no quedó nada con lo que desquitarse─. Maldito esclavo…

 

Antes de que amaneciera, Hakuei ya se encontraba entrenando solo a una distancia prudente del gran conjunto de edificios que conformaba la capital. Practicaba movimientos con la lanza entre sus manos, la hacía girar y la misma desprendía minúsculos destellos que solían confundir los ojos del enemigo, reafirmaba los movimientos de ataque, probaba nuevas técnicas. Otro tanto hacía con el sable curvo y los puñales cuando sentía la necesidad de cambiar de armas. De vez en cuando se detenía a descansar, en esos momentos escrutaba muy atento el horizonte en busca de una señal que le advirtiera que no todo marchaba bien, pero a esas horas el mundo dormía o trabajaba en los talleres. Alrededor todo estaba sumido en una profunda calma.

Aproximadamente después del desayuno, su hermana Miko se le unió. Practicaron el combate con el sable curvo, luego ella utilizó la hoz doble. Comenzó con un ataque frontal que su hermano esquivó y a su vez, Hakuei contraatacó con el filo del sable directo hacia su cintura. Miko logró esquivarle a tiempo, soltó una exclamación de sorpresa al encontrarse con su hermano casi encima y lo golpeó en las costillas con el mango de una de sus armas. Enseguida Hakuei se alejó, buscó atacarle las piernas. Ella saltó, se retiró ágilmente y terminó por rodear el cuello de su hermano con la cadena. Sin embargo él no se rindió, colocó los dedos entre el duro material y su piel para evitar que ella presionara, con un poco de fuerza logró soltarse. Miko retrocedió unos cuantos pasos sin perderlo de vista.
A pesar de que Hakuei era más fuerte, ella era mucho más hábil al tener bajo su poder el arma que había utilizado desde su primer entrenamiento cuándo era una niña. Ambos habían crecido entre batalla y batalla, sin saber que en un futuro cercano el comienzo de la más grande de todas, desde el tiempo de los reyes, llegaría.

Estaban muy concentrados en el combate cuando vieron a un rebelde avanzar hacia ellos, lo reconocieron por el color desgastado de sus ropas, la carencia de joyas, las sandalias de cuero destruidas, la barba de varios días. El hombre alzó las manos sin dejar de avanzar, en una señal de que no estaba dispuesto a utilizar sus armas con ellos. Enseguida Hakuei avanzó en su dirección, con el sable bien sujeto en su mano derecha. Miko lo siguió por detrás, muy atenta a los movimientos del enemigo. Ambos esperaron pacientemente a que el hombre llegara hasta ellos, al parecer tenía una pierna herida porque cojeaba.

─¿Qué te trae aquí? Habla ─le ordenó con palabras ásperas e hizo una seña de que se detuviera a una distancia prudente. Luego examinó los posibles lugares donde el guerrero podría ocultar sus armas.

─El jefe de mi grupo me envía con un mensaje ─el hombre entrecerró los ojos en busca de contemplar los tatuajes que Hakuei llevaba en los hombros─. Todas las tribus rebeldes forjarán una alianza, atacarán a toda ciudad o pueblo que se resista a su conquista. Durante la próxima luna llena, la guerra por el territorio más grande y rico se llevará a cabo ─hizo una pausa en la que dirigió sus oscuros ojos hacia la imponente capital─. Sólo habrá un ganador. Están advertidos.

─Y esos seremos nosotros ─respondió Hakuei─. Ya puedes irte. Dile a tu jefe que los liquidaremos a todos.

Ambos observaron al hombre que al cabo de un instante en que se quedó viéndolos, se retiró en silencio. Lo siguieron con la mirada un largo tiempo, hasta que al fin se perdió de vista entre los médanos del horizonte. En esos momentos Miko se plantó frente a su hermano, alzó la mirada en busca de llamar su atención y suspiró.

─Hasta la próxima luna llena tenemos mucho tiempo ─comentó Hakuei, aún con la vista clavada en el la lejana arena─. ¿Por qué no nos dejan en paz? Voy a necesitar tu ayuda, Miko. Te enviaré con un grupo numeroso de hombres para que visites las tribus al Este, sobre la costa. Tienes que reunirlas a todas, traerlas contigo hasta aquí. En cada pueblo que nos apoye y esté desprotegido, deja a unos hombres. Yo partiré hoy mismo hacia el Oeste.

─De acuerdo ─respondió ella sin reprocharle nada.

─Ten mucho cuidado, podrían tenderte una emboscada. Siempre debes mantenerte atenta al entorno ─le aconsejó en un tono más suave de voz. Por último la tomó por la nuca y le dejó un beso en la frente─. Elevaré una plegaria para que los dioses te cuiden.

─Gracias. Creo que haré lo mismo por ti ─respondió a la vez que le acarició una de las muñecas─. ¿Verás a Leoneil? Envíale saludos de mi parte.

─Eso haré. Nos encontraremos aquí en unos días, prométemelo ─esperó a que su hermana asintiera para soltarla con toda la suavidad posible─. Ten mucho cuidado con los extraños, intenta dormir en lugares seguros. Ahora volvamos. Tenemos que prepararnos para el viaje.

─¿Y si no los liquidamos a todos durante la batalla? ─le preguntó ella. Metió el sable en la funda a su cintura y se colgó la hoz doble al hombro.

─Los buscaremos y los cazaremos como animales, hasta que no quede uno solo de ellos. 

Notas finales:

Bueeeenaas ouo/
Aquí les traigo un nuevo capi, espero que les guste~

Pues, tengo que anunciar que pienso resolver el fic en unos diez capis masomenos.
Tengo una nueva historia en mente, aunque debería seguir el fic de zombies que dejé en la primera parte :'D y estoy super olvidada ya, además de que debería hacerle las correcciones necesarias al susodicho porque no sé ya que clase de horrores escribí allí xD

El tema es que la historia llegará a su fin aproximadamente a finales del corriente mes.

Mhhh... pues, quería hacerles ese anuncio ouo porque no me gusta finalizarlos sin avisar. Y esta vez es en serio(?).

Espero que el capi les haya gustado aunque esté un poco cortito. Les agradesco a toooodos por todo <3

Nos estamos leyendo en la próxima actu~

Besines ~


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