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Valiente. por Maira

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El viaje de vuelta se les hizo mucho más corto que el de ida, o más bien esa sensación les dio. Llegaron a casa cuando casi el sol se ocultaba. Kazuki y Ryuutarou los recibieron con una comida abundante, agua dispuesta para higienizarse, ropas limpias y una serie de disculpas. Sin embargo Manabu le dio su buen golpe en la cabeza a Kazuki, pues aún estaba un poco ofendido por la falta cometida por el castaño.
Se limpiaron la arena y el sudor por tunos, en un apartado a cubierto que ellos llamaban cuarto de baño y se cambiaron las ropas, más tarde comieron todos juntos.

Ryoga llegó temprano a casa, bien el sol se ocultó. Recibió a sus hermanos y a Anzi con un fuerte abrazo, luego se comió las sobras y asintió cuándo Ryuu le preguntó si quería que le preparara más comida.

─Ya sabes, nada de esa mierda de carne de camello, Ryuu ─le recordó por si acaso, luego se volvió hacia el grupo de los recién llegados─. ¿Les fue bien? Tengo que hablarles del rumor que corre por la herrería ─dichas sus palabras, tomó un pan y se lo tragó en dos o tres bocados.

─¿De qué se trata? ─inquirió Anzi con bastante curiosidad.

─Pues… de rebeldes, claro. Se dice que atacarán el pueblo entre esta misma noche o mañana. Tenemos que estar preparados ─habló aún con la boca medio llena─. Deberíamos decirle a Mao y Kei  que no asomen ni las narices fuera de la casa ─muy despacio sacudió una copa vacía, luego otra dispuesta a un lado, pero ninguna contenía vino─, o en todo caso uno de nosotros debería acompañarlos para cuidarles las espaldas.

─¿Y cómo es que saben que van a atacar? Nunca han avisado antes de hacerlo ─preguntó Manabu, suspicaz.

─Ah, sí, sí ─dijo Ryoga en medio de un ademán con su mano─. Se dice que los rebeldes se han puesto en movimiento para conquistar tierras y buscar guerreros. Se armará una enorme… ¡Pero enorme! ─sacudió su mano como si hubiera tocado algo caliente─. Se quieren apropiar de todos los pueblos y asentamientos, por último de la capital. Hoy un mercader dijo que las tribus guerreras comenzaron a ponerse en movimiento. ¿No creen que es increíble?

─Más bien me preocupa ─comentó Omi, que se recargó contra una de las paredes.

─A ti todo te preocupa, hermana ─respondió Ryoga y soltó una carcajada.

─¿Creen que debamos vigilar durante la noche? ─intervino Kazuki, pues sabía en qué terminaría la conversación de ese par. No necesitaba de discusiones absurdas a esas horas.

─Podríamos montar vigilancia en turnos ─sugirió Anzi, acompañado de un asentimiento─. Generalmente invaden durante las noches.

─Que Kazuki vigile toda la noche, eso compensará el haber faltado a su misión ─sugirió Manabu, pero al castaño le pareció más una orden.

─Yo no tengo ningún problema en hacerlo, por eso mismo lo acabo de preguntar ─el susodicho siguió con su mirada a Ryuu, que ingresaba desde afuera con un par de bandejas, una en cada mano.

─¿Y? ¿Qué hay? ─le preguntó Ryoga al pelinegro mientras se frotó ambas palmas de las manos entre sí.

─Fruta asada, pescado, pan con cebollas traídas de… no lo recuerdo realmente. Ah, también hay gallina, pero a esa tengo que cocinarla si es que te quedas con hambre. Mientras tanto disfruta ─colocó las bandejas frente a él. Una de ellas contenía dos peces alargados y casi carbonizados, junto a ellos dos panes con una forma plana y cubiertos de cebollas asadas trozadas. En la otra bandeja se encontraba la fruta al igual asada─. ¿De qué hablaban? He escuchado menos de la mitad.

─Acerca de los rebeldes que nos van a atacar otra vez, aunque no sabemos cuándo ─se apresuró a responder Kazuki. En ese preciso instante, Mao y Kei ingresaron en la sala común.

─Buenas noches ─los saludó Mao. Kei hizo otro tanto mientras dejaba a un lado la bolsa de cuero con los elementos de trabajo.

─Dicho de esa manera no suena tan terrible ─murmuró Ryuu y al notar que las jarras de vino estaban vacías, se levantó en busca de ir a llenarlas.

─¿Qué hay de comer? ¿Qué sucedió? ─preguntó Kei un poco desorientado, luego miró el contenido de las bandejas que le habían servido a Ryoga.

─¿Qué tanto tienen que hacer mañana? ─lo interrogó a cambio Omi─. Puede que un grupo de rebeldes ataque otra vez el pueblo y tengamos que luchar. Uno de nosotros tendrá que ir con ustedes, no se sabe cuándo se podrían poner mal las cosas.

─¿Tú crees? ─Kei ladeó la cabeza a la vez que tomó asiento a un lado de Ryoga─. Lo más probable es que ataquen durante la noche, como siempre ─dichas sus palabras, hábilmente robó un pan de la bandeja de su hermano. Ryoga protestó un poco ante la acción, pero luego continuó comiendo en completo silencio.

─Kazuki se quedará a vigilar toda la noche, pero no podemos descartar un ataque durante el día ─comentó Manabu y terminó por sentarse frente a Ryoga.

─Seremos de los primeros en sufrir el ataque ─dijo Ryuu al volver con otra bandeja de fruta asada y dos jarras de vino sujetas con un brazo contra su cuerpo. Dejó la bandeja frente a Kei, luego las jarras de vino. Después de depositarle un beso en el cabello al menor, se volvió al fuego para preparar la gallina en pequeñas porciones.

─Yo estoy de acuerdo con que nos acompañen ─comentó Mao mientras se sentaba junto a Kei. Les sirvió vino a todos los presentes antes de llenar su propia copa─. No perdemos nada con permitirlo.

─Si algo sucediera mientras están fuera de la casa, por favor vuelvan cuanto antes ─Anzi les advirtió a todos─. No debemos separarnos. No al menos hasta que todo termine ─hizo una pausa para beber un poco de vino─. ¿Entendieron?

Pasó un largo tiempo hasta que se terminaran el contenido de las bandejas y se fueran a dormir. Kazuki veló por la seguridad de todos, se mantuvo agazapado contra uno de los accesos, a la sombra que la esquina de la construcción contigua proyectaba. Todo estaba en calma, no se escuchaba ni un sonido además del viento, los pequeños animales que correteaban por la arena y el zumbido de los insectos nocturnos. En más de una ocasión su cabeza cayó hacia un lado, pero se obligó a mantenerse despierto bajo el pensamiento de que si su familia resultaba herida, sería únicamente por su culpa. Eso lo ayudó a mantenerse alerta un largo rato.

Muy entrada la madrugada, creyó escuchar una serie de sonidos extraños. Agudizó el oído y prestó atención, al parecer eran gritos y sonidos de batalla provenientes de otro pueblo cercano. Tragó saliva, se colocó de pie, se llevó las manos a la cintura. ¿Qué debía hacer? Por su cabeza cruzó la vaga idea de huir, pues tuvo el presentimiento de que aquella vez el ataque no sería como siempre. Al mirar hacia el cielo nocturno, pudo notar que poseía cierto tono anaranjado. De hecho, si aspiraba profundo podía captar el ligero aroma del humo que el viento traía consigo. Definitivamente se trataba de rebeldes y sus siguientes víctimas eran ellos.
Decidió aguardar un poco más, pues desde aquel pueblo hasta el propio se tardaba poco más de hora y media en llegar. Miró alrededores, escuchó el sonido de un par de carretas mercantes. Sí, había gente que comenzaba a huir, quizá con el mismo presentimiento que él atenazándole el pecho.

Anzi atravesó el umbral y el patio hasta situarse junto a él. Kazuki lo observó un momento, con intenciones de hablar; pero al caer en la cuenta de que el mayor prestaba atención a los sonidos, los aromas y a saber qué otros signos que el viento traía consigo, lo dejó hacer libremente. Tal vez Anzi tuviera un poco más de visión acerca del asunto, quizá se le ocurriera otra brillante idea que no fuera la de huir.

─El fuego debe tener un alcance alto. Esos malditos deben haber incendiado todo el pueblo ─murmuró al cabo de unos minutos─. ¿Lo escuchas? Si prestas atención, entre todos los sonidos puedes escuchar el crepitar del fuego. Además, el olor del aceite quemado es insoportable.

─¿Por qué se habrán puesto tan agresivos? ─preguntó Kazuki, luego sufrió una serie de escalofríos.

─Porque van en serio, ya no es lo de antes. Están dispuestos a incendiar tierras enteras para volver a construir las propias a su servicio. Si planean quedarse con la capital, desde allí partirá su gran telaraña en todas las direcciones posibles. Mientras haya un pueblo que se resista, va a existir esta clase de violencia. El resultado siempre será el mismo ─hizo una pausa que utilizó para quitarse el sudor que le perlaba la frente─. Lucharemos, pero no creo que sea suficiente. ¿Qué armas tenemos? ¿Cuántos hombres quedan que sepan utilizar armas aquí?

─Es un lugar pequeño, podrían acabar con él en un santiamén ─respondió Kazuki─. Tal vez sólo deberíamos huir. Hay mucha gente que se está trasladando en carretas hacia otras locaciones. Podríamos hacer lo…

─No ─respondió tajante el castaño─. Hemos trabajado muy duro para obtener lo que ahora mismo tenemos. No pienso dejar atrás mi vida y todo lo que tengo sin antes haber luchado por ello. No una segunda vez.

─Anzi… ─comenzó el menor, pero Anzi volvió a interrumpirle.

─¡No voy a permitir que nadie vuelva a romper la armonía en la que vivimos! Ya suficiente hemos tenido hace casi una década atrás…

─Por eso mismo ─replicó Kazuki. Su voz temblaba tanto de nerviosismo como de angustia─. Refugiémonos en la costa durante unos días. No quiero que la familia vuelva a separase, no quiero que alguno de nosotros resulte herido o muerto. No podría soportar algo así una vez más. Actualmente también poseemos riquezas, podríamos tomarlas e incluso ir a la capital. ¿No crees?

─No lo sé ─dijo, muy inquieto─. Tal vez deberíamos idear un par de planes, pero sólo eso ─vaciló unos momentos y terminó por chasquear la lengua─. Iré a preparar unos sacos con provisiones por si acaso las necesitamos, también llenaré mis bolsillos de monedas. Deberías hacer lo mismo en cuanto puedas.

Kazuki asintió el silencio, sin comentar nada más. No era el momento indicado para alterarle aún más los nervios a Anzi; aunque no estaba de acuerdo con la idea original de quedarse allí a luchar, ya no. Los aterradores sonidos de la conquista en el pueblo más cercano, se escucharon hasta que estuvo a punto de amanecer. ¿Qué habría sido de los niños que vivían allí? ¿Y las mujeres? ¿Habrían torturado y asesinado a los hombres que se resistieron? ¿Cuántas personas habrían sufrido los horrores del fuego antes de morir calcinadas? No lo sabía. Una nueva serie de escalofríos le recorrió el cuerpo.

 Su primera acción instintiva fue la de asomarse al interior de la casa y comprobar que Kei aún durmiera. Allí encontró a su pequeño hermano, sumido en el quinto sueño y sin enterarse de nada aún. Eso lo tranquilizó bastante. Enseguida se dispuso a buscar la bolsa de cuero que el menor utilizaba para trabajar, llena de tantas cosas que pesaba como un niño de tres años. La tomó sin hacer caso a lo que Anzi le dijera y la llevó hasta el exterior, pues se le había ocurrido una idea.
Luego de amarrar bien el extremo, comprobar que nada se cayera y cargársela al hombro, salió de allí directo a un callejón. Al arrodillarse sobre la arena se sobresaltó un poco al notar que Anzi le había seguido. Comenzó a cavar un pozo lo suficiente profundo como para que dos o tres bolsas de aquel tipo pudieran ser enterradas.

─Creo que no acabo de comprender tu idea, Kazuki ─dijo Anzi, sin un ápice de burla.

─Voy a enterrar tres bolsas con todo lo necesario. En caso de que las cosas se pongan mal, vendremos aquí, las desenterraremos y nos las llevaremos con nosotros en nuestro viaje.

─Ah… vaya… de vez en cuando utilizas ese cerebro que tienes ─soltó una risa breve─. Te traeré una con comida que aguante un par de días.

─Muy bien. Enseguida voy a buscar mantas con las que podamos cubrirnos en caso de que las siguientes noches frías nos sorprendan sin abrigo ─anunció el menor, muy concentrado en su tarea. Las manos le temblaban como por propia voluntad, no podía creer que con tan sólo pensar en volver a perderlo todo, su cuerpo entero se descontrolara. Dedicó un largo rato a sentir la arena entre sus dedos, intentando distraerse. Hasta ese entonces había creído enterrados todos los antiguos miedos, paranoias, malos sueños; sin embargo, los mismos comenzaban a surgir poco a poco a la superficie otra vez, como si de criaturas de la arena se trataran.

─Ten esto ─la voz de Omi sonó en medio de la penumbra─. No creas que te vas a llevar todos los premios tú solo.

Kazuki se echó a reír, aliviado luego de semejante susto. Al mirar a su hermana y después atisbar el interior de la bolsa de cuero, la tomó con sus dos manos─ Gracias. Pesa mucho… espero que la arena no se filtre a través de la tela, no quiero terminar comiendo carne o frutas con arena.

─¿Qué es lo que falta? ─preguntó ella a cambio.

─Mantas, al menos para Kei. El frío de estas horas de la noche le afectaría mucho.

─¿Trajiste sus medicinas?

─Tengo todos sus elementos de trabajo aquí, incluso los frascos con las hierbas y las flores secas. Alguno tendrá que servir ─se encogió de hombros.

─…De acuerdo. Iré en busca de mantas ─efectuó un movimiento que quiso ser un paso hacia adelante, pero luego volvió a ver a Kazuki─. Cuándo entierres todo eso procura dejar las correas asomándose. De esa manera, en caso de emergencia podremos jalarlas y huir más rápido. Puede que ni siquiera tengamos tiempo de desenterrar nada. ¿Ya escuchaste el infierno a unos kilómetros de aquí? Ese pueblo era el doble de grande que el nuestro.

─No me lo recuerdes ─Kazuki hizo una mueca de desagrado─. Te espero aquí. ¿Qué está haciendo Anzi?

─Dijo que iba a vigilar otro poco ─caminó hacia atrás un par de pasos antes de voltear por completo─. Enseguida vuelvo.

Kazuki contaba con hacer entrar en razón a todos, pero antes de que amaneciera el pueblo fue invadido. Ryoga, Manabu, Anzi, Omi y él mismo, lucharon hombro con hombro. Incluso Ryuutarou hizo su parte al cuidar de Mao y Kei, haciendo uso del ente que año tras año seguía cada uno de sus pasos.

Los invasores habían comenzado a atacar la zona Este del pueblo, habían incendiado todo a su paso, incluso el muelle con todos los barcos amarrados a los mástiles. Los mercados fueron saqueados, los hombres que se resistieron a rendirse fueron asesinados, los niños capturados para en un futuro formar parte del ejército rebelde.

Ellos resistieron todo lo que pudieron contra las entradas al patio, pero aquella vez los hombres no dejaban de surgir desde todas las direcciones. Por cada uno que mataban, aparecían dos o tres, como un maldito monstruo de infinitos tentáculos dispuesto a devorarlos a cualquier costo.
La peor parte se la llevó la casa, a la que el fuego alcanzó luego de que los salvajes incendiaran las construcciones aledañas. Anzi llegó a la conclusión de que aquel infierno era insoportable y si no salían de allí se asfixiarían, pues únicamente podía respirarse fuego. La lucha estaba perdida, no había nada que hacer al respecto más que huir.

Ryoga les cuidó las espaldas, blandió dos sables curvos y mató a todo aquel que buscara infiltrarse por el último pequeño pasillo que daba hacia su vía de escape. Entretanto Omi se mantuvo atenta detrás de su hermano, también perforó algunos cuerpos que intentaban adelantarse en medio de maniobras engañosas.
Kazuki jaló las correas de las bolsas enterradas en el callejón. A la vez que agradecía a los dioses por la inteligencia de su hermana, se las pasó a Mao, Kei y por último él mismo se colgó una al hombro. Entretanto Anzi y Manabu despejaron la callejuela a la derecha por la cual se infiltrarían, directo hacia alguna parte en dónde no existiera ni un maldito invasor.

El trabajo en equipo resultó maravilloso. Huyeron de allí bajo las primeras luces de la mañana, entre las lágrimas de pena de Anzi, el ataque de histeria de Kei, las palabras de aliento de Kazuki y las oraciones de Ryuutarou dedicadas a sus dioses protectores. Al mirar por sobre el hombro, el pueblo aparecía como una gran columna de fuego y humo en medio de la arena. Indefendible, imposible de recuperar. Otra vez era hora de volver a empezar.

Se pasaron el resto del día entre pueblo y pueblo destrozado. Al parecer, los malditos habían elegido comenzar por las zonas costeras. Durante la cena que se pudieron dar como consuelo, discutieron acerca de su siguiente destino. No cabía duda alguna de hacia dónde debían dirigirse si querían estar a salvo, pues Omi había llegado a la conclusión de que la capital estaría repleta de guerreros que la defendieran desde todos sus puntos cardinales. Partieron durante la madrugada, atentos al movimiento alrededor, al fuego que se alzara en el horizonte, a los sonidos o los aromas que el viento trajera consigo.

Era entrada la mañana cuándo a mitad de camino se detuvieron con las intenciones de descansar en un pueblo destrozado hasta sus cimientos. El problema yacía en que estaba ocupado por un nutrido grupo de personas. Se quedaron a cubierto de unas dunas, observaron todos sus movimientos durante al menos un cuarto de hora. Al parecer cada uno de ellos tenía un caballo, también había un camello; pero lo más probable era que debido a las sillas que los animales traían en sus lomos, los utilizaran para transportarse. La fogata que habían encendido era enorme, tenían más de una docena de gallinas al fuego y lo que parecían ser unos peces. Era probable que se tratara del desayuno.

─¿Cuántos has contado? ─le preguntó Anzi a Omi.

─Hasta ahora, cincuenta.

─¿Creen que se trate de rebeldes? Creo que aquellos hombres y esa mujer son los jefes… ─dijo Ryoga.

─M-Me siento mal… ─murmuró Kei.

─Tal vez deberíamos ir a averiguar ─sugirió Kazuki─. Puede que tengan agua fresca. Podríamos preparar la medicina de Kei y luego irnos.

─O bien podríamos seguir caminando hasta encontrar otro pueblo ─opinó Anzi. En el mismo instante en que pronunció sus palabras, se colocó de pie como impulsado por poleas. Los demás lo regañaron, Omi lo jaló por una pierna en un intento de que volviera a su lugar antes de que los vieran; sin embargo el mayor no hizo caso alguno y se lanzó a la carrera dunas abajo. Había creído captar algo de importancia vital para él, necesitaba comprobarlo antes de pensar que se había vuelto loco. 

Notas finales:

Buenas, buenas ouo/
¿Cómo va? Espero que bien uwu~

Como siempre, espero que el capi les haya gustado eue 
Este será uno de los últimos giros de la historia~ puesto que ya está por terminar.

Espero que no me maten por eso(?).

La verdad es que me gusta tanto la historia que me voy a poner triste cuándo escriba el punto final xD

No dejen de agregarme a Twitter~

https://twitter.com/MairaMayfair

 

Besines a todos u3u/


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