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Valiente. por Maira

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Ambos mantuvieron un prolongado silencio mientras el hombre limpiaba la cuchilla haciendo uso de un blanco pañuelo. Luego la guardó en su respectiva funda con un sonido seco, apenas audible. Al pañuelo sucio lo dobló con total esmero volviendo a depositarlo en su bolsillo.
Fue entonces que se acercó lo suficiente como para que Zin pudiera notar su rostro por completo, muy varonil al igual que su apariencia y con cierto aire de algo que específicamente no pudo ser capaz de definir. Quizá fuera astucia, tal vez simplemente se tratara del sentimiento de seguridad que su silueta generaba.

-¿Qué haces aquí con…?- le preguntó sin terminar la frase, simplemente llevando sus ojos a las desnudas piernas. Al instante Zin se las cubrió con el abrigo volviendo a colocarse la capucha.

-Estaba buscando a alguien- murmuró a modo de respuesta al cabo de otro prolongado silencio.

-¿A tu novio?- en ese instante llevó su mirada hacia un borracho que salía de la taberna, siguiendo su camino hasta que en medio de la oscuridad el mismo tropezó con uno de los cuerpos soltando una maldición. Pero al cabo de los largos momentos que le tomó levantarse, finalmente siguió su camino seguramente pensando en que se había topado con otro ebrio ya inconsciente en el suelo. Soltó una ligera risa ante ese hecho y cómo recordando lo que había sucedido, se volvió hacia los cadáveres en busca de tomar sus armas empleadas.

-No. Por cierto… gracias por salvarme el pellejo.

-No fue nada. De todos modos ya los tenía en la mira desde hacía tiempo… eran basura humana variada- se pasó una mano por los cabellos, volviendo a con el más pequeño -¿Te invito una copa? Me dices a quién buscas, yo te lo señalo, vas a con él o ella en cuánto terminas tu vino. ¿Cómo te llamas?

-Y-Yo… no, te agradezco. Quizá ya… debería irme- respondió guardando bien el puñal en su funda, con claras intenciones de avanzar pero repentinamente el hombre lo acorraló contra la pared haciendo uso de sus dos fuertes brazos. Debido a la diferencia de alturas y contexturas físicas, no pudo hacer nada.

-Te invito una copa, insisto. Además, podrías meterte en problemas al también volver a casa… esas ropas no son para nada baratas… ¿A qué familia perteneces?

-A-Ah… yo… pues yo… no… yo… - al mirar nuevamente al más alto, suspiró resignado –me dicen Zin.

-Creo que nos vamos entendiendo- el hombre de cabellos castaños asintió con una sonrisa –un gusto. Me llamo Anzi. Anda… entremos, no quiero beber solo. Nadie volverá a ponerte una mano encima mientras estés conmigo.

Así comenzando a caminar a su lado algo vacilante, se preguntó quién demonios era ese sujeto. Si frecuentaba ese tipo de lugares no podía tratarse de una persona que recorriera los buenos caminos de la vida, pero tampoco se veía sucio, desarreglado o con las propias pintas de un maleante. Simplemente era un misterio, quizá si bebiera un poco se atreviera a preguntarle quién era… pues nunca había soportado muy bien el alcohol.

Se ubicaron en una mesa cercana a una pequeña ventana de sucios cristales. Zin se sentó procurando cerrar bien sus piernas a pesar de que el abrigo lo cubriera por completo. Solamente se bajó la capucha cuándo el tal Anzi pidió vino a una mujer que seguramente además de ser tabernera, haría otras labores más rentables durante su turno de la noche. Cuándo la misma se retiró, él alzó sus pequeñas manos hasta dejarlas posadas sobre la mesa.

-¿Y bien?- le preguntó Anzi para romper un poco el silencio -¿A quién estabas buscando si no era a tu novio en un lugar como éste?

-Yo… no tengo novio… -murmuró siendo imposible volver a verle a los ojos, al menos durante esos momentos –no tengo un nombre, solamente estoy buscando a alguien.

-¿Eso quiere decir que venías por sexo y te he arruinado la velada?- de manera cómoda se recargó contra el respaldo de la silla.

-¡No! N-no, en absoluto. No estoy buscando a alguien de esa manera. Yo…- hizo una pausa cuándo la mujer llegó con una jarra de vino de latón y un par de copas casi del mismo material –estoy buscando a alguien que sepa pelear muy bien. Un maestro… que me enseñe a pelear- continuó hablando mientras Anzi le servía una abundante cantidad de líquido en la copa –hoy comencé a buscar por aquí ya que se supone que hay…- miró a su alrededor –hombres duros.

-La mayoría una parva de borrachos idiotas- comentó el otro sirviéndose ahora a sí mismo –bebe. No está envenenado ni nada por el estilo.

-Uhm…- dio un sorbo a su copa colocando una ligera mueca extraña, el vino era muy fuerte o bien muy barato. Pero luego dio otro sorbo acostumbrándose al sabor –bueno, pensaba en encontrar uno que me diera lecciones a cambio de comida o… cosas de poco valor… no tengo mucho para dar. Bueno, de hecho no tengo nada.

-A ver si entiendo- le interrumpió el hombre a punto de soltar una carcajada, pasó un largo trago de vino antes de dejar la copa sobre la mesa nuevamente -¿Tú con esas pintas estás buscando a alguien que te enseñe a pelear… prácticamente gratis? ¿Aquí mismo estás buscando a alguien?- y sin poder contenerse más, soltó una animada risa.

El más bajo se limitó a bajar la mirada invadido nuevamente por aquel extraño sentimiento de impotencia que había horadado su corazón estando en el despacho del general, pero simplemente llevó de nueva cuenta los labios a su copa bebiendo otro poco. El vino le distrajo instantáneamente, le relajó pareciendo sentarle bien.

-Ya, lo siento. Es que… para serte sincero, tienes una apariencia muy delicada. No puedo imaginarte sosteniendo un sable o una pistola de un tiro. Menos un arco y una flecha. Más bien… te imagino como una señorita tomando el té con sus hermanas en el jardín –dejó escapar otra risa -¿Por qué no te pones pantalones?

-No estoy pasando por una buena situación en estos momentos, además tengo poco tiempo antes de volver a dónde debo. No puedo quedarme a explicarte razones que no debería- bebió un largo sorbo sintiendo la manera en la que el alcohol ya comenzaba a marearle –simplemente te voy a decir que necesito a ese alguien que estoy buscando. Si no le encuentro aquí, lo encontraré en otro lugar. Pero lo haré.

-Tienes mucha resolución para ser tan pequeño- comentó de manera divertida, también volviendo a su copa hasta vaciarla –pero te informo que aquí no hay maestros, sólo ratas. Como ves a tu alrededor… bueno, creo que no necesito describirte la clase de personas de las que se trata: ladrones, violadores, asesinos. Ese tipo de hombres hay aquí.

-¿Tú eres de ese tipo también?- inquirió ya con un atrevimiento del que jamás se hubiera creído capaz. Seguramente fuera el vino el que le volvía de esa manera. Por si acaso, hasta ese punto bebería.

-Eso depende de cómo lo veas- dijo con media sonrisa, sin agregar una palabra más ni una palabra menos.

-Eso quiere decir que lo eres- frunció su entrecejo finalmente colocándose de pie, repentinamente se sintió en peligro y tomó la decisión de ya no quedarse allí. ¿Qué tal si aquella era una trampa?

-¿A dónde vas tan apresurado? Ni siquiera has terminado tu vino. Además, no voy a hacerte daño. Si hubiera buscado eso ya estarías muerto, siéntate- replicó volviendo a llenar su propia copa hasta casi el borde.

El rubio vaciló observando alternativamente su asiento vacío y la puerta, quiso decir algo a modo de excusa o una simple respuesta. Pero incluso aún se sentía un poco ofendido debido a lo que Anzi había dicho acerca de su apariencia. Así que sin decirle absolutamente nada, simplemente lanzándole una mirada de rencor se dirigió a paso firme hacia la puerta en busca de volver por dónde había venido. Si aquella noche había fracasado, entonces lo intentaría a la siguiente en otro lugar. No tenía por qué perder su valioso tiempo bebiendo en una taberna de mala muerte con alguien que a fin de cuentas, no le iba a ayudar ni aunque pasara toda la noche en vela.

Por su parte el hombre suspiró rodando la vista, apuró su copa rebuscando unas monedas de plata en sus bolsillos a las que dejó sobre la mesa apresuradamente antes de salir en busca del rubio que ya se había puesto la capucha. Lo alcanzó a unos cuántos metros ya sobre el camino lejano a la entrada de la taberna.

-Te dije que te esperaras. Ni siquiera habíamos terminado el vino- le reprochó ligeramente agitado por la carrera, pero el otro parecía no querer escucharle. De hecho al parecer caminando más rápido –oye, espera…

-No tengo tiempo para quedarme aquí contigo, tengo que volver- respondió sin realmente desear hacerlo –déjame en paz. Volveré por mi cuenta.

-No voy a dejarte solo luego de que unos hombres hubieran intentado violarte. Porque eso iban a hacer, ¿Lo sabías? No camines tan rápido- posó una mano en el hombro del más bajo quien se detuvo volteando y para su sorpresa, apuntándole con la daga.

-Aléjate de mí. Puedo volver solo, he dicho- por más que no lo deseara, su pulso temblaba notablemente.

-¿Y qué vas a hacer con eso? ¿Vas a matarme si no te dejo en paz?- preguntó utilizando un tono burlón de voz. Al instante tomó de una sola vez por el codo al menor logrando de esa manera inmovilizarle el brazo y lo jaló en dirección a su propio cuerpo haciendo que éste se golpeara de lleno contra su pecho.

-Tsk, ¡Que me dejes solo, he dicho!- protestó perdiendo los estribos de una manera de la que no se creía capaz. El hombre ya de por sí le había irritado bastante con su manera de hablar, de ser, pero parecía no querer despegarse de sus espaldas una vez hubieran bebido juntos. Repentinamente sintió náuseas al notar el estómago revuelto, tal vez el vino no había resultado ser tan buen compañero como pensaba o bien el nerviosismo había hecho total presa de su organismo. Al jalar de su brazo para intentar liberarse, el codo crujió ligeramente haciéndole soltar un quejido. El cuerpo de Anzi permanecía tan cerca que no solamente podía sentir el calor que desprendía, sino el agradable aroma masculino que seguramente su piel, un perfume o sus ropas emanaban. Era un olor diferente, incluso su aliento no apestaba a alcohol tal cual el del general lo hacía.

-Cálmate. Sólo voy a acompañarte a dónde sea que vivas para asegurarme de que nada malo va a sucederte en el camino- sin poder evitarlo, se quedó olisqueando el agradable aroma del aceite perfumado que Yusuke le había colocado en el cabello antes de cepillárselo. Al notar esto el rubio hizo un nuevo intento de separarse, cosa que a él le hizo sonreír de lado –eres toda una señorita.

-Toda una puta, dirás- murmuró dolido por el último comentario ajeno.

-¿Así que trabajas en un burdel? Debes de tener muchos clientes… ¡¿Cómo no me di cuenta antes?!

-N-No… no es un burdel, grandísimo tonto- ante sus palabras por alguna extraña razón sintió sus mejillas acaloradas –es muy difícil de explicar. Muy largo de explicar. ¿Ya me sueltas? Me duele el brazo.

-Mhh… te voy a soltar si tú en el camino me hablas acerca de ese… al parecer pequeño problema que tienes- bajó apenas su rostro para hacer que sus miradas se encontraran –o puedo romperte el brazo y dejar que vuelvas solo a dónde debes…

-No serías capaz de romperme el brazo- le miró fijamente a pesar de lo mareado que se sentía.

-Claro que sí. He ahí la diferencia… - esbozó una sonrisa –puedo hacer lo que quiera sin remordimiento alguno.

-Si realmente quisieras hacerlo, ya tendría el brazo roto- ante su propio comentario, ambos rieron y finalmente Anzi le soltó.

-Además eres muy listo como para ser una perra. Y mira que conozco a bastantes…- habló comenzando a caminar nuevamente.

-¿Te has acostado con todas ellas?- inquirió de manera divertida, guardando la daga y sobándose el dolorido codo mientras le seguía.

-Sólo con algunas, con las más jóvenes. La mayoría de las que llevan tiempo en el oficio traen encima muchas… indeseables enfermedades.

-¿Entonces tú también traes indeseables enfermedades encima?

-Claro que no. Ni que fuera un idiota cómo para permitir que me pegaran algo así. Sería mi ruina.

-¿A qué te dedicas?

-¿La puta de quién eres entonces si no trabajas en un burdel? Podría decirse que está de moda que los hombres adinerados tengan putas traídas del desierto o las tierras frías. Mujeres exóticas o niñas… ya sabes… aunque tú claramente eres hombre.

-Si no me respondes, yo tampoco lo haré- replicó de manera muy divertida, medio trastabillando con una piedra pequeña en la oscuridad del camino.

-Ah… eres terco. Pero la curiosidad me gana mucho. De acuerdo, te lo diré: soy cazarrecompensas- con un ligero bufido, se colocó a observar distraídamente alrededores –ahora es tu turno.

-Cuando lleguemos a destino seguramente sepas quién me mantiene como su esclavo actualmente- se encogió de hombros esbozando una imperceptible sonrisa. Aquel hombre no había resultado ser del todo desagradable, pues descubrió que al menos podía conversar con él de manera tranquila aunque fueran tres minutos continuos –es otra de las razones por las cuales busco hacerme más fuerte.

Tomaron el atajo de vuelta a la mansión en un santiamén. Cuándo casi estaban llegando, comenzó a preocuparse por el hecho de que alguien le viera. Era muy tarde como para que alguien se encontrara despierto, salvo Yusuke quien debería estar cuidando de Kei. Ah… el pequeño Kei. Ya estaba deseando verle, dormir con él. Ojalá se hubiera portado bien durante todo el tiempo que su ausencia había durado.
Afortunadamente nadie merodeaba ya a esas horas, incluso todos los sirvientes estaban durmiendo. Por lo tanto, la puerta de entrada al lugar se encontraría abierta tal cual la había dejado.

Muy despacio abrió la verja la cual produjo un mínimo chirrido. Ojalá el general aún durmiera profundamente y no se hubiera despertado a beber un poco de licor. No quería meterse en problemas.
Miró de reojo al hombre quién observaba la mansión que se alzaba frente a sus narices con un aire totalmente neutro pero con los ojos entrecerrados, finalmente asintiendo tan sólo una vez.

-Un hombre de carácter duro, ¿Cierto?- simplemente comentó bajando la voz.

-Así es- suspiró suavemente –gracias por todo. Ya me voy.

Anzi le ayudó a cerrar la verja enseñándole un buen método para que no generara un solo sonido, cosa que le serviría más de una vez. Ante ese hecho Zin no pudo evitar volver a sonreír, pues era muy simple y durante todo ese tiempo había sido muy estúpido al no hacerlo de esa forma. Lo usaría siempre que tuviera que salir durante las noches.
Se despidió con tan solo una mirada, volviéndose para recorrer el camino hasta llegar a la puerta de entrada sin mirar atrás. Pero en cuánto colocó su pequeña mano sobre el pomo de la puerta dispuesto a girarlo, Anzi captó su atención con un pequeño sonido.

Enseguida volteó notando que el hombre le hacía señas con su mano para que se acercara, por lo que no tuvo más remedio que volver hasta la verja a la que tomó por uno de los gruesos barrotes en busca de no perder el equilibrio.

-¿El Capitán Miwa te maltrata mucho?- le preguntó directamente y el rubio dio un respingo tal cual el otro hubiera hecho algo inapropiado.

-Eso… uhm… - asintió en silencio.

-Ya veo… - hizo una ligera pausa -¿Sabes? Yo podría ayudarte si así es el caso. Es decir… estás sufriendo… y no llevas pantalones.

-¿Me vas a ayudar sólo porque no llevo pantalones?- sin poder evitarlo, soltó una muy suave risa -así debo vestirme porque al parecer lo pone caliente.

-Bueno, es… una imagen muy atractiva, lo admito. Sin embargo no tiene derecho alguno a maltratarte y… tsk. ¿Tienes idea de en dónde queda el claro del bosque? Mañana te espero allí a la misma hora de hoy.  Yo te voy a ayudar, no es necesario que me pagues.

-¿Eh? ¿De verdad?- preguntó tan sorprendido que por un momento tuvo que cubrirse los labios con su mano libre, había alzado demasiado la voz –pero en realidad no tengo nada con qué pagarte. Tu tiempo debe val…

-No me importa. Quiero ayudarte por mi cuenta. Así que permítemelo hacerlo. Recuerda, el claro del bosque a la misma hora de hoy. No bebas ni nada al estilo antes de venir, tienes que estar por completo lúcido- le explicó mientras llevaba sus ojos a la magullada muñeca –allí te espero. Si no tienes idea de dónde queda, pregúntaselo a alguien. Todos aquí conocen su ubicación.

-Realmente no sé cómo agradecerte…

-No tienes por qué hacerlo. Ahora debes irte. Ten mucho cuidado- y luego de guiñarle un ojo alejándose un par de pasos hacia atrás, le hizo una seña de que recordara lo que le había dicho. Más tarde se perdió en algún camino en medio de la noche sin volver la vista hacia atrás, dejando a Zin allí con las ansias latiendo a mil por hora y una más que satisfecha sonrisa de triunfo.

Lo había logrado, había dado el siguiente paso más rápido de lo que esperaba. Ahora sólo necesitaba organizar nuevamente sus tareas para poder tener las energías suficientes. No quería fallarle a aquel que tan amablemente se había ofrecido a darle una ayuda.
Mientras se dirigía sigilosamente hacia la puerta de entrada a la mansión, pensó en que tal vez Anzi sintiera mucha pena por él. De todos modos aquel sentimiento ajeno le resultaba muy común, pues dentro de la mansión no había una sola persona que no le viera de esa forma… todos sentían pena de su condición a pesar de no decir nada, lo podía notar en sus miradas. Lo podía notar principalmente en la mirada y la manera de atenderle de Yusuke.

Ingresó sin problema alguno, procurando cerrar bien la puerta. En la habitación de Kei ambos le esperaban, Yusuke con una tremenda impaciencia y preocupación. Al verle, enseguida abandonó su puesto para ir en busca de inspeccionarle el cuerpo. Pero Zin le tranquilizó anunciándole que estaba bien y que lo había logrado.

Cuándo por fin llegó el momento de dormir una vez el criado se hubiera retirado, el rubio se asomó a la cuna para encontrarse con el pequeño angelito durmiendo pacíficamente. Se había portado muy bien por lo que podría repetir sus salidas con plena confianza.
Se quitó el abrigo, tomó al pequeño envuelto en las mantas y se recostó con una amplia sonrisa en sus labios totalmente imposible de borrar. De una vez por todas las cosas comenzaban a salir tan bien como lo esperaba.

Notas finales:

Buenaaassss ouo/ aquí de nuevo.

 

Como llueve Dx no podré dormir si llueve tanto. 

Espero que este capi les haya gustado u//u al final elegí a Anzi papasito, espero que les haya gustado. Hum. 

 

Dejaré fotos del Anzi para que lo vean quienes no lo conocen ewe es de Matenrou Opera aunque últimamente colaboró con Kamijo.

http://2.bp.blogspot.com/-f0cVEuanqJw/Uu_-3BDsvWI/AAAAAAAACKc/GnLkNZo-S6A/s1600/t02200367_0240040012831613753.jpg

http://visualioner.files.wordpress.com/2013/09/anzi_prof.jpg

http://1.bp.blogspot.com/-4S6aiCtN5JA/UQVWK22CDsI/AAAAAAAADCA/2uSeGriPVs8/s1600/ANZI_prof.jpg

http://images5.fanpop.com/image/photos/30200000/Anzi-matenrou-opera-30294095-637-999.jpg

 

Y pues uwu será el nuevo pj a partir de ahora. Él se queda (? 

Espero que les haya gustado *A* que tengan un buen finde. Yo estaré subiendo nuevo capi el día Lunes o Martes. Así que tenganme paciencia ;O;

 

Ahora que tengo tiempito para no escribir tan apresuradamente siento que hago mejor trabajo con el fic eueU

 

Y bueno ya uwu/. Gracias por leer UuU~ besines. 

<3


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