Cuando abrió sus ojos no supo en primera estancia donde estaba, no recordaba nada, escuchaba un par de voces hablándole, parpadeó varias veces para despabilarse y al lograrlo, notó que estaba en la habitación de su hermano y se sentó en la cama de golpe, mirando sus manos buscando alguna señal de Loki o su madre pero no halló a ninguno.
Rápidamente posó su mano en su cuello buscando la gema con la que atraparía su alma, había cambiado de color y ahora era del color de los ojos del menor, un verde luminoso que le calentaba el alma, miró a su padre y a Eir buscando algún indicio que le llevara a saber sí lo había logrado o no, ambos asintieron provocando una gran felicidad en su interior.
Sin embargo su felicidad no duró más que unos segundos, debía encontrar su cuerpo, así que se quitó el collar dejándolo en medio de la enorme cama para levantarse y posarse a lado de esta, alejándose un par de pasos, notando que por encima de la cama y conectado desde las patas con las runas escritas resplandeciendo intensamente la cúpula que anteriormente había visto desaparecer volvía con intensidad en una luz blanca, el collar una vez más resonó en intensidad llamando la atención de los presentes.
Se recreaba una figura en la cama, nada más y nada menos que Loki se materializaba recostado sobre la mullida superficie, con las manos sobre su vientres, ojos cerrados, marcas varias sobre la piel visible de sus hombros y piernas, la ropa era similar a la que había visto esa vez en el espejo, apenas cubriendo su ser, si no fuera porque todo él se veía traslucido, pensaría que se encontraba ahí, durmiendo en un sueño profundo.
-Has logrado traer el alma del príncipe-asintió la sanadora sonriendo tenuemente, recordando al chiquillo que Frigga siempre le contaba-para nuestra suerte… se encuentra… estable-no estaba muy segura de cómo explicar eso y la palabra sonaba adecuada
-Ahora debes volver por su cuerpo-dictaminó, el rubio pudo apreciar vagamente el sentimiento de alivio en su voz pero no podía estar seguro de por quién de los dos- ¿dejaste la marca? –
-Lo hice, sí, o algo así, Madre me ayudó-y mencionarla a ella hizo a Odín casi jadear por la impresión, él sonrió tristemente-me dijo que te ama y que te esperaría-pero su padre no contestó durante varios segundos y cuando habló, no fue hacia él
-Eir… ¿puedes mantenerlo así tu sola durante todo el tiempo en que Thor se irá? –su rostro era inmutable, no parecía haber un indicio para saber qué es lo que sentía, el ojiazul comprendió
-Puedo hacerlo, mi rey-concedió en entendimiento
-Thor… no pierdas tiempo, ve con Heimdall-exclamó dirigiéndose a la salida, sin esperar respuesta, sin esperar nada más
- ¿Él estará bien? –no quería irse sin antes saber cómo se encontrarían
-Estarán bien… para Odín fue algo fuerte saberlo… y Loki absorberá poco a poco la magia de la barrera para prepararse para volver a su cuerpo en el momento debido pero sí no lo hace, se desintegrará-
-Bien-llamó a Mjölnir a su mano, con un gesto serio-volveré antes de que sea tarde-aseguró con convicción mirando a su hermano por unos segundos y después se marchó
Salió por la primera ventana que encontró en su camino y voló directamente al observatorio del guardián, cayendo imponente como siempre y con esa gracia que sólo él era poseedor, miró a su buen amigo Heimdall que miraba impasible como siempre la bóveda celeste con sus ahora fulgurantes ojos dorados mirando un punto en particular que él no conocía.
-Veo algo, Hijo de Odín…algo que no estaba ahí antes-fueron las primeras palabras pronunciadas por la grave voz del moreno-un lugar desconocido que aguarda en su interior algo muy conocido, es un lugar que mis ojos no habían captado antes durante toda mi guardia desde el principio del reinado de tu padre-caminó en dirección del accionador
-Llévame ahí, Heimdall-ordenó sin necesitar saber nada más
-Ten cuidado-una vez estuvo frente a este, colocó su espada en el interior
El portal se abrió, dejándose ser succionado por el tan común viaje del puente Bifröst, cuando los colores del arco iris dejaron de verse pudo apreciar un nuevo y ciertamente, familiar paisaje ante sus ojos azules, dos lunas en el cielo cubierto por cientos de miles de millones de estrellas de brillos fuertes y otros ya difusos, nebulosas de colores rosados, edificios destrozados y en ruinas, un suelo con las distintivas marcas de runas que deja el viaje desde Asgard a cualquier parte del universo, una roca en particular de color violeta.
Ese era el lugar.
Buscó entre los tantos edificios en el que debería estar el cuerpo de su amado, no tuvo que buscar demasiado ya que los pocos Chitauris que habían logrado sobrevivir (los malditos hijos de puta que se habían atrevido a mancillar y humillar a su Loki, por decir lo menos) se hicieron presente del edificio menos destruido, saliendo por las enromes puertas que alguna vez debieron ser de metal y que fueron consumidas por el fuego, disparos y quien sabe que más.
Los chillidos que esas criaturas daban como grito de guerra solo hacían acrecentar su rabia a niveles insospechados, así que sosteniendo fuertemente a Mjölnir (agradeciendo que la empuñadura fuera tan jodidamente resistente) se lanzó a atacar a todos ellos en una ardua batalla de uno contra veinte, no negaría que le fue difícil, porque lo fue y le costó bastante tiempo tomar un poco de ventaja contra todos ellos.
Se escuchaban ahora nuevos chillidos pero agónicos, huesos fracturándose, carne siendo atravesada por los rayos de su martillo, golpes fuertes contra alguna parte de la anatomía de aquellos seres, cráneos rompiéndose, sangre salpicando y esparciéndose por el nuevo campo de batalla y luego, silencio, apenas siendo roto por la respiración agitada del único sobreviviente a tan brutal encuentro.
El suelo estaba tapizado con los cuerpos desmembrados de las criaturas, con un líquido verdoso y hasta pegajoso saliendo de estos, con manchas en el cuerpo, ropa y martillo (en este último, con carne pegada de los fuertes impactos que dio de lleno contra sus cabezas, debería limpiarlo luego), su ceño estaba fruncido pero tenía una sonrisa de satisfacción en el rostro y un muy insano sentimiento corriendo por sus venas y arterias, se sentía un poco mejor después de acabar con esos despreciables seres.
Pasó por en medio de los cadáveres sin importarle absolutamente nada más, ni sus propias heridas recibidas ni la sangre que salía de uno de sus hombros donde la armadura fue perforada, no parecía haber nadie más en el interior que representara un peligro pero las apariencias engañan así que no bajó la guardia cuando entró a la edificación; anteriormente no había tenido oportunidad pero su sentido olfativo podía apreciar claramente un hedor nauseabundo de tierra mojada, sangre, sudor entre otros olores que no podía diferenciar muy bien o que no había olido antes.