Los días en Asgard era demasiado largos para aquel rubio de ojos azules y profundos como el mar, parecía una sombra deambulando por el castillo, el cual aun no estaba del todo reconstruido, la soledad lo embriagaba tanto o incluso más que el mismo hidromiel de las épocas del padre de Odín, el cual, por cierto, estaba en las mismas condiciones que él, vagando por los pasillos como dos almas en pena y es que eso eran desde que sus ambos amores suyos dejaron de existir, solo que a diferencia del príncipe, Odín si podía dirigir la reconstrucción del castillo y sus demás deberes como el rey de la Ciudad Dorada, siempre sombrío con unas profundas ojeras, quizá, un día de estos, el Padre de todo no abrirá otra vez su único ojo bueno otra vez.
Thor apenas probaba bocado desde ese fatídico día, ya no le interesaba nada ni nadie que no fuera su padre, había dejado de asistir a los entrenamientos con Lady Sif y los Tres Guerreros, nadie podía mencionar el nombre de la mortal frente al rubio porque este invocaba la tormenta en el reino (y seguramente en los demás reinos también) con su cambio de ánimo, era incontrolable pues quería ir al Midgard a destrozarla, el porqué era desconocido incluso para el mismo Padre de Todo, este apenas podía controlarlo, le resultaba en demasía extraña su actitud y comportamiento impasible contra ella, y creía que era porque la reina había sacrificado su vida para protegerla, lo entendía pero aun así intentaba ser objetivo, no estaba equivocado pero no era del todo correcto, realmente era por el pelinegro, de todas formas al mayor le parecía bien y lo hacía sonreír al saber que ya no estaba con esa estúpida idea de desposarse con una mortal que no lograría ni siquiera cargar con el heredero y que además moriría cuando apenas su hijo llegara a la madurez total (30 años mortales).
Ahora mismo, padre e hijo se encontraban en el comedor real, ambos con la cabeza gacha, no se habían quitado los dos asientos vacios porque así lo había mandado el rey, con ello creían que sus amores aun seguían presentes con ellos, hacían el amago de querer comer, la comida casi intacta era movida por los cubiertos que los Aesir sostenían en manos con la intención frustrada de querer llevar los alimentos a su boca pero que simplemente era picada como buscando en este las respuestas, cada uno alojo en su mente un recuerdo:
Padre de Todo recordó como Frigga solía regañarlo cuando ambos eran unos jóvenes, no probaba bocado, simplemente jugaba con la comida por que no le gustaba, se sonrió de forma inconsciente.
El recuerdo del ojiazul no era muy distinto del de su padre, solo que con él estaba Loki, cuando eran unos niños, este le regañaba por jugar con la comida, recuerda también que desde ese entonces su pelinegro ya sabía hacer conjuros puesto que en ese momento del recuerdo, como un escarmiento hechizaba la comida y la hacía atacar al mayor, soltó una ligera risilla.
Después de unos segundos dieron un pesado suspiro, intentaron al menos terminar la carne sobretodo con mucho esfuerzo y con éxito así lo hicieron, se levantaron y por unos breves minutos se miraron, ambos con una sutil sonrisa, el más joven le hizo una reverencia para después ambos encaminarse hasta la habitación que les pertenecía, para soñar de nuevo con esas personas que marcaron su vida hasta que el curso natural siguió con lo suyo y se los llevó a algún lugar.
Al llegar a su alcoba, el dios rubio se quitó del cinturón su fiel y confiable martillo, dejándolo a las orillas de la gran cama que era poseedor, se quitó las molestas prendas superiores quedando desnudo de la cintura para arriba, se dirigió al cuarto de aseo, al estar ahí giró la manija para abrir el agua del lavabo, juntó un poco de este vital liquido en sus manos y se lo echó en el rostro para desaparecer cualquier rastro de cansancio, al terminar con ello se miró en el gran espejo frente a él admirando la profundidad de esas ojeras, con las yemas de los dedos de una mano las recorrió para estar seguro de que eran reales, dio una risilla de decepción, el porqué es esas ojeras era muy simple: casi siempre no podía dormir bien, esto gracias a recurrentes pesadillas donde él era más que un simple espectador en donde su hermano era el protagonista, al que torturaban y violaban de formas que no sabía eran posibles , afligido se recargó con ambas manos en el lavabo de marfil blanco mirándose de nueva cuenta en el espejo, cerrando los ojos por unos segundos hasta que una voz lo sacó de sus pensamientos culpables, una voz que conocía demasiado bien, abrió en demasía sus ojos y es que frente a él dentro del espejo no se veía su reflejo, sino, el reflejo ajeno de cierto ojiverde, susurrando su nombre
-Thor…-dijo el reflejo otra vez, el cual lucia demacrado y con algunos moretones en su rostro, podía apreciar parte de sus hombros descubiertos gracias a que la ropa que traía puesta era bastante vieja y demasiado grande para el
-Loki-espetó sin salir aun de su asombro, mirando esas esmeraldas antes llenas de luz que ahora estaban opacas y apagadas
-Ayúdame…-volvió a decir en un susurro con voz rasposa, lastimera
-¿Dónde estás?-acercó su diestra lentamente al espejo intentando tocarlo, vio el movimiento de negativa con la cabeza de Loki
-Es oscuro… parece vacio pero no lo está…-antes de seguir hablando, una sombra se apoderó del menor y al momento en que Thor posó su mano sobre el espejo este se rompió causándole una cortada.
Continuara....