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Marioneta De Cristal por Satan666

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Notas del capitulo:

Espero que les agrade esta historia, es completamente original. Fue editada, por lo que si la seguías hace unos años, te recomiendo que las vuelvas a leer. 

  Si me quieren apoyar en wattpad también subo mis historias en la plataforma.    https://www.wattpad.com/user/karenvruz  

También hice un trailer para esta historia en la plataforma de tiktok, espero les guste.    https://vm.tiktok.com/ZMeykhEHp/

  Mis otras historias están en proceso de edición. 

Capítulo XXVII. (El plan Halcones)

POV Adrián

Todos están muertos.

Eres un asesino.

Eres parte de la zona roja.

Debiste morir con ellos.

Me desperté completamente ausente, no pude reconocer el lugar dónde estaba, mi cuerpo estaba temblando tanto que se me hizo difícil poder controlarlo y pude sentir como una capa de sudor me cubre la frente, el cuello y el pecho. Puse la cabeza entre mis piernas para recomponerme, intente pasar saliva, pero mi garganta estaba tan seca que me obligue a levanta la mirada para buscar en algún lado una botella de agua, y por suerte había una en una mesa no muy lejos de mí. La tome con fuerza y tome hasta la última gota, fue entonces que me di cuenta, me encuentro en la habitación de S y solo tuve otra pesadilla.

Pasaron varios días desde el incidente de la bomba y desde la primera noche comenzaron las constantes pesadillas que me atormentan con las imágenes de mis amigos muertos o hablándome con odio, mucho odio. Me senté sobre la cama y suspire, apoyando una de mis manos en mi frente. La idea de no saber lo que les pudo haber ocurrido es lo que me atormenta, la idea era ayudarlos a salir de ese lugar para que no salieran heridos, pero todo fue confuso y no pude hacer nada.

Santiago también visitaba mi sueño casi todas las noches, sus gritos se reproducían en mi cabeza tal como los escuche ese día, no creo poder olvidarlos, jamás. Y ahora más que nunca se me hacen latentes todas las palabras de los chicos, vivir en la zona roja es llevar consigo un peso del que no puedes deshacerte, solo vas a seguir recordando tus errores y lo que hiciste mal, vas a vivir con tus pecados hasta que te mueras.

Tome una liga y me amarre el cabello para entrar al baño y dejar correr el agua del lavamanos, me lave la cara, el cuello y observe mi imagen en el espejo, sé que soy yo, pero no me reconozco. Parece que estuviera mirando a un completo extraño y sé que esa sensación no se va a ir. Mi culpabilidad y sentimientos no me van a dejar vivir en paz, por mucho que lo intente, no soy como ellos.

— ¿Adrián? – Escuche la voz de S.

— En el baño. – Le dije.

— Te traje algo de comer, por favor hazlo.

— Voy a intentarlo. – Le dije saliendo del baño y encontrándolo en medio de la habitación con un cigarro en los labios, la bandeja estaba sobre la mesa.

— ¿De nuevo tuviste pesadillas? – Me miro preocupado, no puedo ocultarle lo que me pasa, porque parezco un muerto andante y no es difícil darse cuenta de ello.

— Sí, pero no tan fuertes como las de ayer, solo me desperté confundido.

— ¿Crees que deberíamos quedarnos aquí?

— ¿Qué estás diciendo? Los Red K te necesitan y estoy bien o lo estaré en un tiempo.

— Lo estarás cuando tu subconsciente deje de sentir culpa.

— ¿Y de verdad crees que eso pase algún día?

— Pasará, es inevitable.

— Me siento muy culpable.

— Lo sé, pero si lo miras de este modo, no hiciste nada malo, todo lo que ocurrió fue nuestra culpa, somos los asesinos.

— ¿Ya no sientes ninguna culpa?

— No.

— Es imposible que no sientas nada, sigues siendo un ser humano. – Lo mire.

— Es posible, pero tengo mucho tiempo sin sentirme mal por algo que hice en mi trabajo.

— ¿Qué pasaría si yo no estuviera contigo? – Saco el cigarro de su boca y se quedo mirando la pared con el ceño levemente fruncido.

— Tú eres la excepción de todo, eres quién me hace sentir humano.

— De todos modos, no voy a ir a ningún lado. – Me deje caer en la cama.

— Puede que nos terminemos volviendo locos. – Susurro.

— No importa si nos volvemos locos, mientras estemos juntos.

POV Darío

La vigilancia de la oficina del sistema de computación salió bien y hasta el último momento estuve seguro de que saldríamos de ese edificio para regresar a casa con otro trabajo bien hecho. Pero en un instante todo dio un giro realmente macabro, el cuerpo de Santiago se estaba quemando y por más que intente reaccionar mi cuerpo no obedecía las órdenes de mi mente, me quede paralizado y ausente. A partir de ese momento solo se presentaron imágenes borrosas de los siguientes eventos que ocurrieron.

Alguien me tomo de la mano para correr tan rápido como fuera posible y me di cuenta de que se trataba de Adrián por la mirada de suplica que me dedico antes de bajar por unas escaleras que provocaron un sonido molesto con cada paso que dábamos. Me pregunte porque estábamos en esa situación ¿De que estábamos escapando? Tan pronto me pregunte eso se escucho una enorme explosión en el edificio, que me hizo caer y entonces perdí de vista a Adrián, porque soltamos nuestras manos con el impacto.

Mi cabeza comenzó a dar vueltas, todo estaba borroso por el humo y no pude enfocar la vista en nada particular, cerré los ojos para controlarme y pensar que hacer, pero alguien me tomo del brazo levantándome y me deje llevar porque estaba seguro de que no llegaría lejos por mi propia cuenta. Solo escuche voces distantes, el sonido de algo destaparse y que mi cuerpo caía sobre lo que parecían bolsas o algo bastante similar. En ese instante me llego de forma mucho más clara una voz familiar y me dio tranquilidad.

— Darío, tienes que hablarme ¿Estás herido? Di algo, lo que sea.

— ¿Bruno?

— ¿Estás bien?

— Me duele la cabeza. – Me queje.

— Parece que te diste un buen golpe, estás sangrando.

— ¿De verdad? – Lleve la mano atrás de mi cabeza y pude sentir como los dedos se humedecían, sangre.

— Parece que solo estás un poco desorientado.

— ¿Y Adrián? Creo que estaba conmigo, nos separamos en algún momento cuando exploto el piso. – Le dije preocupado.

— A ese no lo vi por ningún lado.

— No lo abandonaste a propósito ¿Verdad? – Lo mire severamente.

— Aunque no me agrade, no lo dejaría abandonado de esa forma, solo te vi a ti porque me tire del piso de arriba por la ventana, caí en las escaleras y se disperso un poco el humo ¿Qué diablos fue lo que pasó?

— No estoy seguro... Santiago comenzó a quemarse y después todo fue tan confuso.

— ¿Santiago qué? – Bruno parecía no pode creer lo que le dije.

— No sé quién fue, solo sé que en un segundo su cuerpo estaba prendido en llamas y los gritos...

— Espera. – Puso una mano sobre mi boca y cubrió mi cuerpo con el suyo.

Apreté los ojos cuando se escucho otra explosión, todo se estremeció, el lugar dónde estábamos y nuestros cuerpos. El sonido ensordecedor hizo que me zumbaran los oídos, por varios minutos. Cuando Bruno me quito la mano de la boca, tome aire y volví a abrir los ojos, por la expresión de mi amigo, supe que estaba tan confundido como yo, sin entender porque las cosas terminaron así.

— ¿Qué está pasando? – Susurre.

— No tengo la menor idea, pero parece que nos montaron una trampa y por ahora no podemos salir, hasta asegurarnos de que esto termine.

— ¿Explotaron todos los pisos?

— Eso parece. – Gruño.

— Bruno, estoy preocupado por los demás...

— No te preocupes, probablemente estén escondidos como nosotros, somos personas preparadas y eficientes.

— No hables de nuestros amigos como si fueran soldados. — Intente golpear su pecho, pero mis brazos no tienen fuerza.

— Pude ver a algunos de los chicos corriendo por los pasillos cuando sonó la primera explosión, estoy seguro de que están bien. – Me dijo, pero lo conozco bien y sé que es lo espera, que de verdad estén bien.

— No podemos salir de aquí hasta estar seguros de que esto acabe.

— Apesta ¿Dónde estamos? – Le pregunte.

— En un basurero.

— Maldición. – Apreté los dientes.

No estoy seguro de cuánto tiempo pasamos en ese lugar, pero me quede dormido y cuando desperté estaba amaneciendo. Bruno estaba despierto, alerta a todo tipo de movimiento afuera. Nos atrevimos a salir cuando lo consideramos prudente, y a pesar de que estábamos rodeados de policías y ambulancias nos movimos por el terreno hasta la calle, incluso pude ver un noticiero frente al edificio destruido y me pregunte si los chicos ya habían escapado de todo eso, si estaban presos o heridos.

Nuestra apariencia evidenciaba que habíamos sido víctimas de todo el desastre, por lo que escapamos hasta la calle intentando cubrir nuestra ropa y las heridas. Mire por los alrededores para ver si encontraba a los chicos, pero no fue el caso. Llegamos hasta la otra calle, dónde dejamos las motos, no estaban todas y espere que los chicos las hubieran tomado para regresar a casa. No me sentí capaz de manejar, así que me subí con Bruno, y pasando entre la conmoción, el tráfico, los heridos y demás nos escapamos de ese lugar.

Me pareció escuchar el grito de alguien tratando de detenernos, puede que un policía que se percato tarde de nuestra presencia. Y durante todo el camino de regreso pensé en la idea de que la expedition no estaba, me pregunte si Adrián o alguno de los otros la había tomado ¿Todos estaban vivos, cierto? No regresamos a casa de inmediato, nos detuvimos en la cueva, ninguno de nosotros tenía ganas de volver a casa para saber quién había regresado y quién no lo había hecho.

No había muchas personas, así que me deje caer en uno de los sofás para esperar a Bruno, que fue a hablar con los chicos del bar, regreso con un par de tragos, y una pequeña caja con agua oxigenada y vendas. Me deje limpiar la herida, mientras le daba pequeños sorbos a mi vaso y cuando termino levante la mirada para mirarlo.

— Si todos están muertos ¿Qué vamos a hacer? – Le pregunte.

— No estoy seguro.

— Si los chicos no están, no veo razón para seguir haciendo esto. – Susurre.

— Tampoco encuentro una buena razón. – Suspiro.

— ¿Crees que estén vivos?

— Espero que estén vivos, pero si no lo están debemos seguir con nuestras vidas, no podemos solo...

— No sabría qué hacer con mi vida entonces. – Puse las manos sobre mi rostro.

— Yo estaré contigo. – Susurro.

— También estaré contigo, pero Bruno...

— Vamos a casa, veremos si están vivos o no y si ninguno de ellos está en la casa, los buscaremos cuando las cosas se calmen, por el momento eso estará lleno de policías y reporteros, sería poco prudente.

— De acuerdo.

— No te preocupes, estoy seguro de que están vivos.

...

Pasaron cuatro días para que las cosas se calmaran del todo, y aunque el terreno estaba clausurado conseguimos volver a entrar. Estábamos más que nada buscando restos y cadáveres, porque solo regresaron vivas dos personas de todas las que estuvimos trabajando ese día, el resto estaba desaparecido. Por las órdenes de arriba y por el afecto emocional que no pudimos hacer a un lado decidimos al menos recuperar los cuerpos, si es que quedaba algo de ellos para llevarnos con nosotros.

Los oficiales habían tenido tiempo más que suficiente de retirar el rastro de nuestros amigos, los cadáveres y la evidencia. Pero mi conciencia no estaba tranquila, quería saber que había pasado con ellos, para al menos poder volver a dormir por las noches. No encontramos nada, eso era lo que habíamos esperado desde el principio, pero mi decepción no le paso desapercibida a Bruno, que ya no sabía que decirme para hacerme sentir mejor.

No importa que tanto intentemos convencernos de que esto puede pasar en cualquier momento, cuando es tiempo de asimilarlo en el presente, no hay nada que te haga sentir menos humano y más como una máquina de trabajo y asesinatos. Las pesadillas de los gritos de Santiago no me dejan dormir y la preocupación por los chicos no me deja vivir en paz.

— Estoy seguro de que están vivos, son mucho mejores de lo que piensas.

— Confió en sus habilidades, yo mismo entrene a esos chicos, pero pasaron días y nada, no puedo seguirme manteniendo optimista. – Susurre.

— Al menos pudimos ubicar a los que ahora mismo se encuentran heridos en el hospital, veremos por ellos y seguiremos buscando al resto.

— Sé que George y Jacobo deben estar vivos en algún lado, Camilo esta en el hospital y Adrián me preocupa bastante.

— Estaba contigo cuando el edificio exploto, probablemente logro salir.

— Eso espero Bruno...

Regresamos sobre nuestros pasos hasta la moto y regresamos a la zona roja, nos detuvimos en la cueva para preguntar una vez más si habían visto a alguno de los chicos por algún lado. Me senté y Bruno fue por unos tragos a la barra, que estaba realmente vacía, así como el lugar. Mi atención se dirigió a la voz escandalosa de una mujer, que resultaba ser la dueña y encargada de la cueva, los ojos me pesaban horrores, por el mal dormir de los últimos días, pero no me paso desapercibida su camisa roja escandalosa, la falda negra que no dejaba paso a la imaginación y el cabello espeso color ceniza y amarrado con una enorme liga que siempre estaba sobre su cabeza, además de los labios enormes con labial rojo tan característicos de ella.

No había persona en la zona roja que no la conociera, ella era todo un personaje, bastante simpática y agradable con casi todos. Tenía su buen carácter que era de cuidado, así que nadie hablaba con ella sin cuidarse las palabras. Pero lo que más me llamo la atención no fue su apariencia, sino sus palabras, un empleado le estaba anunciando la visita de algunos Red K que querían verla para hablar con ella sobre un asunto privado y por supuesto, ella los hizo pasar. Me levante para esconderme de todos los presentes, incluyendo las nuevas visitas, no quería que se percataran de mi presencia, porque así podía al menos intentar saber de que tenían que hablar con Sara.

Todos entraron y ella los hizo pasar a un salón de reuniones un poco más apartado, pero en el primer piso, así que pude seguirlos hasta la puerta. Me quede recostado en la pared, en completo silencio y me asome solo cuando lo considere prudente.

Todos saben que Sara tiene una gran influencia en la zona roja y por eso es que todos le tienen mucho respeto, incluso los Red K. La saludaron con respeto y confianza, algunos se sentaron y otros se quedaron de pie esperando que el que fuera su vocero comenzara a hablar primero.

— Sara, siempre es un placer verte.

— Para mí también es un placer verlos, cada vez que vienen los encuentro más apuestos. – Ella movió sus pestañas de forma seductora.

— Gracias por el cumplido, solo queremos proponerte algo.

— Espero que no vengan a causar problemas, otra vez. – Dijo ella severa.

— No vamos a causarte problemas, lo prometemos.

— Muy bien, los escucho. – Cruzo sus piernas y los miro atenta.

— Primero que nada, déjame presentarte a nuestros nuevos miembros. – Desde mi posición no fui capaz de verlos a todos, pero me llamo mucho la atención alguien que pude jurar era Adrián, mi cuerpo se tenso.

— Un placer caballeros. – Dijo ella complacida y miro a uno con bastante atención.

— No lo mires mucho, ya tiene sueño y te va a cortar la cabeza. – Le dijo uno y todos sonrieron.

— Pero qué pena, es un ejemplar perfecto. – Susurro ella y estaba seguro de que hablaban de la persona que yo había visto hace un momento.

— Regresando a la propuesta, nos encomendaron un pequeño trabajo, solo debemos encontrar a un hombre, por lo que sabemos se aparece bastante por aquí y lo que necesitamos básicamente es saber los días y las horas.

— Entonces ¿Necesitan los vídeos de seguridad?

— Precisamente.

— Yo puedo colaborarles en eso, pero ¿Lo van a atrapar aquí? Si me hacen otro escándalo voy a molestarme con ustedes.

— Trataremos de ser lo más discretos posibles. – Dijo otro, cuya voz se me hizo bastante familiar.

— Uno de mis empleados les facilitara los vídeos.

— Muchas gracias preciosa, Oliver y Daniel vayan con ella.

En cuanto me percate de que estaba por salir me aleje lo más rápido que pude de la puerta y regrese corriendo al sofá, en el me estaba esperando un Bruno bastante preocupado. Me sentí culpable por no avisarle, debí suponer su preocupación, porque ambos andamos de los nervios ahora.

— Estaba a punto de pedir refuerzos. – Me dijo y puso el trago en mi mano.

— Lo siento mucho, pero Los Red K están aquí y estaba y tratando de saber porque.

— ¿Están aquí ahora? – Asentí.

— Le pidieron un favor a Sara, los vídeos de seguridad porque al parecer van tras la cabeza de alguien, pero lo que me dejo perplejo fue... — Me calle de inmediato, no estaba seguro de si ese chico era o no Adrián, y Bruno ya le tenía cierto resentimiento ¿Debía o no abrir la boca?

— ¿Qué sucede? ¿Qué viste?

— Tienen muchos miembros nuevos y se ven bastante buenos. – Me senté y puse el vaso sobre mis labios para tragar todo el contenido.

— Mientras no hagan nada que tenga que ver con nuestros negocios, no hay problema.

— Lo sé...

— ¿Te encuentras bien? – Me pregunto preocupado.

— No he dormido nada estos días, no puedo hacerlo.

— Darío vas a colapsar, regresemos a la casa, me quedare a tu lado hasta que duermas al menos durante unas horas.

— No creo poder...

— Lo vas a hacer. – Me dijo con su voz de jefe, la misma que usa para los Halcones cuando trabajamos, así que no pude negarme.

Ahora no solo es por la preocupación de los chicos, se que por más que lo intente no voy a olvidarme del hecho de que ese chico se parecía a mi Adrián, el mismo que duerme a mi lado todas las noches ¿Se supone que realmente pueda dormir? La idea de comprobarlo me pone de los nervios porque no quiero saber si es real o si mi mente me está haciendo pasar una mala jugada por no haber dormido durante cuatro días.

Me pareció buena idea dirigir mi mente en esa dirección, y solo culpar al cansancio, que me estaba jugando una mala pasada, tal vez era tanto mi deseo de verlo y que apareciera que me lo estaba imaginado. No era algo tan disparatado, considerando que los ojos me pesan tanto ahora mismo que se me cierran y me quedo dormido durante breves momentos. Pero me despiertan las pesadillas, los gritos, el humo y la preocupación.

— Darío ¿Eso fue todo lo que viste? Te conozco mejor que nadie y...

— Lo lamento Bruno, es que no aguanto un minuto más despierto.

— Vamos a casa.

POV George

— ¿Cómo te sientes?

— Mucho mejor. – Susurro y puse la mano sobre su frente.

— Parece que ya bajo la fiebre.

— Ya me siento bien, debemos regresar a la casa.

— ¿Seguro? – Lo mire preocupado.

— Sé que es mi culpa que no nos hayamos podido mover durante estos días y de verdad lo siento mucho George, también estoy preocupado por los demás y especialmente Adrián. – Mi cuerpo se tenso ligeramente, pero hice lo posible por sonreírle.

— ¿Crees que podría dejarte morir? Preferiría morir contigo. – Y no era una mentira.

— Algo me dice que todos están bien.

— También lo creo o al menos intento aferrarme a la idea. – Se incorporo y lo ayude sosteniendo su cuerpo.

La razón por la que ninguno hubiera regresado a la zona roja todavía era la impresión inicial, seguida de una fiebre extremadamente grave que a duras penas pude bajarle a Jacobo y estábamos heridos cuando logramos salir del lugar, con algunas quemaduras y heridas que no permitieron que nos moviéramos bien y nos mantuvieron escondidos de todos.

Ese día Jacobo había tenido un mal presentimiento desde temprano, pero fue algo que mantuvimos entre nosotros y esperamos que el trabajo no fuera la razón de ello. Llegamos a las oficinas y después de repasar una vez más las posiciones con nuestro grupo, entramos y eliminamos a cada persona en nuestra lista, hasta que solo quedaba el trabajo de vigilancia. Lo que faltaba no estaba en nuestras manos y sin embargo, nosotros no bajamos la guardia, porque no somos personas que se suelan dejar llevar por cosas como malos presentimientos, pero finalmente los nervios de Jacobo me mantuvieron nervioso durante todo el tiempo que estuvimos dentro de esa empresa.

Todo parecía estar saliendo bien, vimos a los nuestros movilizarse por los pisos correspondientes y cuando Santiago termino con su trabajo, nos retiramos dando por finalizado todo el trabajo. Solo por un minuto todo parecía estar perfectamente bien, pero la visión del panorama cambio y nos tomo desapercibidos. En un segundo el cuerpo del hermano de Darío estaba ardiendo en llamas y aunque no era la primera vez que veíamos algo así, resulto ser inesperado y nadie fue capaz de moverse. Solo pude hacerlo cuando vi que Adrián tomaba la mano de Darío para salir de ese lugar tan rápido como pudo y hice lo mismo con Jacobo.

Al principio no entendí el porqué de sus acciones, pero sentí que estaba en lo correcto al imitarlas, porque ese mal presentimiento solo se hizo un poco más alarmante y no paso un minuto cuando tuve la afirmación de mis pensamientos y acciones mediante la situación. La explosión hizo que nos cayéramos al piso y enormes pedazos de concretos comenzaron a temblar sobre nosotros, tan pronto las ventanas estallaron, los vidrios volaron por todos lados y aunque protegí a Jacobo con mi cuerpo, supe por sus quejas que se había cortado tanto como yo.

Intente mantener mis sentidos en alerta, a pesar de toda la conmoción, el humo, el fuego, el ruido y lo que parecía ser nuestro mal presentimiento. Tome a Jacobo del brazo para levantarlo y nos miramos fijamente, como siempre, no hizo falta que dijéramos nada, nos estábamos ahogando.

Mire hacia los lados y me asome por una de las ventana, no tuvimos otra alternativa, todo se estaba derrumbando. Salimos por la ventana, el techo en el que caímos era bastante liso y nos resbalamos hasta el límite. Era cuestión de segundos para caernos, nuestras manos no resistían mucho más tiempo. Y entonces a través de todo del humo vimos la escalera de emergencia, que no estaba lejos de nuestro alcance. Lo intentamos en un obstinante deseo de vivir y por suerte ambos pudimos sostenernos de los tubos externos y bajamos tan rápido como pudimos hasta que no fue tan larga la distancia con el piso, nos dejamos caer y solo con un poco de fuerza de voluntad nos arrastramos hasta la calle.

Todo se sintió intenso, largo y cansado, pero ocurrió en un instante. En cuanto nos levantamos para apartarnos del edificio fui capaz de ver que Bruno se arrojaba desde un piso superior, tal como nosotros habíamos hecho, pero en lugar de salir entro al edificio. En ese momento la pierna me estaba doliendo un infierno, pero no me detuve a ver porque.

No llegamos demasiado lejos, llegamos hasta el vecindario más cercano de la zona y revise todas las casas por las puertas traseras hasta que pude encontrar una con el sótano accesible, y aunque tuve que forzar un poco la puerta, finalmente entramos. Maldije sin poder creer todo lo que había pasado, pero no me quede sentado a consternarme porque me di cuenta de que la cabeza de Jacobo estaba sangrando, me acerque y me saque la chaqueta para limpiar la herida.

— Ay...

— Perdóname.

— George, también estás herido. – Me mire de pies a cabeza y encontré un enorme pedazo de vidrio en mi pierna, me di cuenta porque dolía tanto.

— No te preocupes por mí, te ves mucho peor. – Seguí limpiando su herida.

— ¿Y los demás?

— No pude ver a nadie, solo a Bruno, pero no sé si salió.

— ¿Pero qué diablos fue todo eso?

— Nuestro mal presentimiento. – Incluso dónde estábamos tembló el piso cuando otra explosión hizo acto de presencia.

— Mierda. – Susurro.

— No podemos salir, esto va a ser un escándalo, nos quedaremos aquí hasta que podamos curar esa herida.

— Deberíamos ir por los demás.

— Jacobo, no sabemos qué tan grave es el golpe que tienes, prefiero que de momento nos quedemos aquí. – Asintió un poco inseguro.

Tuvimos suerte de que su herida fuera superficial y cuando amaneció me sentí capaz de entrar a la casa para buscar algo que nos ayudara, revise la propiedad por cada piso y los dueños no estaban, para nuestra suerte. Y me tome la libertad de moverme buscando medicinas y algo de comida. Mis heridas no eran tan graves, pero la de Jacobo le impedía moverse sin quejarse de dolor, así que apresure en curarlo para poder regresar lo más rápido posible, pero no pudimos hacerlo. Jacobo comenzó a sentirme de verdad pésimo y comenzó a darle fiebre, una tan alta que me preocupo demasiado, fui incapaz de hacerlo moverse.

Fue hasta el tercer día que su semblante mejoro un poco, me pidió ir al edificio para ver si encontraba a los chicos, pero sin importar las veces que hiciera recorridos por la zona, no fui capaz de encontrar a nadie. Mi audífono estaba roto y el de Jacobo también, dejamos nuestros celulares en la zona roja, por lo que no encontramos manera de comunicarnos con nadie. Mi esperanza era que se sintiera mucho mejor para movernos de regreso y aunque me estaba muriendo de la preocupación por los demás y Adrián, intente mantenerme tranquilo.

Al cuarto día estábamos listos para salir de ese lugar y regresar a la zona roja, tuvimos que caminar hasta el metro, porque las motos no estaban y aun con nuestra apariencia de cadáveres andantes, sobrevivimos a todas las miradas, nos sentíamos de esa forma, muertos en vida y ninguno lo pudo disimular. Estábamos preocupados por los demás y el hecho de que estuvieran vivos o no. Porque por muy buenos que fueran todos, vivimos una pesadilla en carne un hueso esa tarde.

No estaba seguro de cómo habíamos llegado, pero empuje la puerta de la casa y por primera vez en mucho tiempo, me sentí complacido de estar vivo. Tome la mano de Jacobo y la apreté antes de mirarnos fijamente, listos para descubrir quién estaba vivo y quién no. 

Notas finales:

 
Les agradezco por leer, espero que disfruten esta historia. Preguntas, dudas y sugerencias en los comentarios. 


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