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Marioneta De Cristal por Satan666

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Notas del capitulo:

Espero que les agrade esta historia, es completamente original. Fue editada, por lo que si la seguías hace unos años, te recomiendo que las vuelvas a leer. 

  Si me quieren apoyar en wattpad también subo mis historias en la plataforma.    https://www.wattpad.com/user/karenvruz  

También hice un trailer para esta historia en la plataforma de tiktok, espero les guste.    https://vm.tiktok.com/ZMeykhEHp/  

Mis otras historias están en proceso de edición. 

Capítulo XXIX. (El policía)

POV Adrián

La cueva estaba repleta de punta a punta, me llegue a preguntar si había algún tipo de celebración o fiesta de la que no me hubiera enterado, pero solo era fin de semana. Estaba en el cuarto de los videos de seguridad con Daniel, esperando que apareciera el objetivo y aunque todos en la cabaña me aseguraron que no era necesario que saliera a trabajar, no me quise quedar solo, porque seguía intranquilo y aunque en público corría el riesgo de que alguien me viera, dudaba que fuera el caso esta noche.

Me estaba quedando dormido, pero por suerte Daniel si estaba atento a las cámaras, no estaba seguro de cómo esperaba ubicar a la persona que estábamos buscando entre toda la gente, pero se veía bastante optimistay alerta. No quería quedarme dormido, así que me ofrecí a traerle un trago y a este le pareció una buena idea. Me puse la máscara para taparme el rostro y me acerque a la barra como pude, abriéndome paso entre un gran grupo de personas, que no parecían tener intención de irse. Estaba esperando los tragos cuando sentí que alguien me tomo de la mano y en cuestión de lo que me pareció un segundo, estaba entre unos brazos y la pared.

— Cualquiera podría secuestrarte si te dejas atrapar tan fácilmente. – Maldije por lo bajo.

— Tú pareces ser el único que quiere secuestrarme y que parece tener una pequeña obsesión por llamar mi atención así. – Gruñí.

— Te extrañe. – Susurro, desvié la mirada.

— Yo no.

— Deja de mentirme y dame un resumen de tu situación, estaba trabajando y no me he enterado de lo que sucede por aquí, aunque pasare más tarde a reportarme con Bruno. – Puso un cigarro entre sus labios y le quito el encendedor a alguien de las manos para prenderlo.

— No saben que estoy vivo, llevo desaparecido estos días, así que tampoco me siento en posición de decirte que sucede en ese lugar. – Me soplo el humo del cigarro en el rostro.

— ¿Y qué piensas hacer?

— No estoy seguro, recién espero poder tomar una decisión y que es lo más conveniente en estos momentos.

— Debe ser difícil para ti. – Me miro fijamente a los ojos, apreté los labios.

— ¿Cómo me reconociste? Estoy seguro de que mi rostro parece mucho más el de un muerto que el mío. – Le dije, sonrió y me quito la máscara para observarme mejor.

— No importa lo que hagas o dónde te escondas, voy a encontrarte.

— Acosador. – Se rio.

— ¿Estás seguro de que no me extrañaste?

— No. – Tomo la cruz que aun cuelga en mi cuello entre sus dedos.

— Ya veo. – Dijo divertido.

— Me preguntaba dónde estabas, solo eso. – Pareció sentirse satisfecho por mi confesión y puso la nariz entre mi cuello y mi clavícula.

— Solo un momento. – Susurro antes de que pudiera reclamarle, lo mire un poco preocupado.

— ¿No has dormido?

— ¿Qué es dormir?

— Vas a morirte, ya vas a ver. – Le dije entre dientes.

— Espero que entonces, si me extrañes. – Presiono su labio inferior contra los míos y me estremecí.

— M...

— Tranquilo, tu novio no nos está viendo.

— Ese no es precisamente el problema, estoy trabajando y no puedo estar aquí mucho tiempo, a los tragos se les debe haber derretido el hielo. – Se aclaro la garganta y me miro con una sonrisa divertida.

— Está bien, te voy a dejar ir, pero solo con la condición de que me avises tan pronto tomes una decisión. – Suspire.

— De acuerdo, te avisare tan pronto tome una decisión. – Se quito para que yo pudiera moverme, pero casi de inmediato volvió a poner los brazos a cada lado de mi cuerpo.

— No te muevas. – Me paralice.

— ¿Qué ocurre M? – Susurre.

— Buenas noticias George y Jacobo están vivos. – Inclino la cabeza y dirigí la mirada hacía mis amigos, una gran parte de culpa dejo mi cuerpo en ese momento, pero fue reemplazada por miedo.

— ¿Y qué hacen los Halcones aquí? – Susurre.

— No tengo la menor idea, pero se supone que no te vean ¿Cierto?

— No deben verme, todavía no sé qué les voy a decir o si voy a regresar.

— Entonces quédate tranquilo, porque están mirando en esta dirección. – Apreté los ojos y suspire lentamente.

— Me estás haciendo daño con tu pelvis. – Dije por lo bajo, sintiéndome un poco avergonzado.

— Es la pistola. – Se mordió los labios para contener la risa y yo desvié la mirada por la incomodidad del momento.

— ¿Quiénes están? – Le pregunte.

— Me parece que Bruno, Darío, George y Jacobo.

— Me pregunto si los demás están bien. – Susurre para mí mismo.

— Probablemente. – Dijo mirando a los chicos, la mirada de Darío se encontró con la de M y me vi forzado a esconder la cabeza en el pecho de este, esperando que no lo reconociera.

— Ya se movieron de lugar. – Se aparto y tome aire.

— Maldición. — Gruñí.

— Vete antes de que no te deje ir. – Tomo lo que quedaba del cigarro y lo tiro al piso, puso uno nuevo entre sus labios para encenderlo sin dejar de mirarme un solo instante.

— Yo... — Me miro interrogante.

— Dime.

— No importa, hablaremos en otro momento.

— Espera, Adrián. – Me detuve apenas di el primer paso, lo mire.

— Tengo algo para ti. – Busco en su bolsillo y me puso una pequeña pulsera de plata en la muñeca, la abrocho antes de que levantara el brazo para poder verla, tenía algo grabado en un pequeño dije, pero no lo pude entender por las luces.

— Descubre lo que dice en otro momento.

— Gracias...

— Ahora sí, puedes irte.

— Está bien, pero me llevo esto. – Tome el cigarro de sus labios.

— Oye...

— Si fumas tanto te vas a morir joven. – Lo apague y lo puse de prisa en mi bolsillo, él sonrió.

POV Darío

— Diablos, este lugar está repleto. – Me queje.

— No es un buen día para hacer un movimiento en la cueva. – Dijo Bruno.

— No creo que eso detenga a los Red K. – Gruño George.

— Vamos arriba, veremos mucho mejor todo el lugar. – Sugirió Jacobo, los demás le dieron la razón.

Estaba por seguirlos cuando mi mirada se quedo atrapada en la de otra persona que por un instante pensé era Adrián, pero no, porque ese chico estaba prácticamente metiéndose mano con otro en medio del lugar y hasta dónde yo sabía, Adrián era incapaz de hacer algo como eso. Y dudaba mucho que fuera tan cruel como para no avisarnos que estaba vivo y bien.

Aunque mis dudas no desaparecían, tanto por el chico que había visto temprano,como el de ahora ¿Me estaba traicionando la preocupación? ¿Estaba imaginando cosas? Me quería convencer de que sí, yo no había podido dormir bien después de la explosión y mi mente solo me estaba mostrando lo que quería ver. Nunca me considere una persona inocente y fácil de engañar, pero estaba seguro de que si un pelirrojo se me acercaba diciéndome que era Bruno, en estos momentos le creería.

Seguí a los demás por las escaleras, las mesas estaban llenas, así que nos quedamos de pie y apoye los brazos en el barandal para observar el piso de abajo. Lleve la mirada hasta el lugar dónde vi a los chicos antes, pero ya no estaban allí. Y seguí pensando que resultaba absurdo que ese fuera Adrián, aunque el otro por un instante también se me pareció a alguien.

George bajo por tragos mientras nosotros ubicábamos a alguno de los Red K, pero no estaban a la vista, así que esperamos para ver su movida. No paso tanto tiempo cuando por fin salió a la vista uno de ellos, me resultaba conocido hasta que me di cuenta de que era el que estuvo hablando por ellos en la reunión, era el que siempre estaba en la cabeza, como Bruno. Aunque yo tenía entendido que los Red K no funcionaban bajo la orden de un líder, como nosotros.

POV Adrián

— Daniel perdóname, se me complico todo un poco allá afuera, aquí está tu trago. – Le pase el vaso.

— No te preocupes, en realidad pude verte por las cámaras. – Lo mire sorprendido y avergonzado.

— Solo era uno de mis compañeros y...

— No te preocupes Adrián, no soy un chismoso, además no los vi haciendo nada malo. – Se encogió de hombros.

— Si... — Me dieron ganas de matar a M.

— ¿Viste a Oliver? – Me pegunto.

— No, no vi a ninguno de los chicos. – Me tome mi trago de golpe, y aunque sigo sin apreciar el alcohol, lo necesito en estos momentos, mi cuerpo esta tenso y probablemente sean los nervios por haber sido visto hablando de esa forma con M o porque los Halcones estén tan cerca, hay muchas razones posibles.

— Parece que ya tenemos a nuestro hombre. – Me señalo a una persona en la pantalla.

— Entonces le avisare a los otros. – Le dije, pero me detuve antes de salir.

— ¿Qué ocurre? – Me pregunto.

— Nada, es que uno de los hombres que va con el viejo me parece bastante conocido, pero no recuerdo dónde es que lo he visto... en fin, no tiene importancia.

Salí y me asome al pasillo, buscando a alguno de los chicos con la mirada, mis ojos se encontraron con Ronald y le indique que se acercara. Una vez vio al objetivo pusieron el plan en marcha, solo como ellos sabían hacerlo. Mi novio y Oliver llevaban un par de horas esperando para hacer su parte.

Yo regrese por seguridad a la habitación y me quede observando las pantallas, busque a M y a mis amigos, pero no tuve éxito en ver a ninguno y me preguntaba dónde estaban y que estaban haciendo. Mire de reojo la pulsera, junto a la que ya me había regalado Alice, no se veían bien juntas, por lo que la cambie de muñeca y recordé el cigarro dentro de mi bolsillo, ahora toda mi ropa quedaría impregnada con su olor y eso no era bueno para mi salud mental.

No estaba seguro de lo que sentía por M, pero si sabía que en el fondo me preocupaba por él y no quería que desapareciera del todo, era la única persona con la que podía hablar sin censuras y estaba seguro de que no era del todo prudente alejarme de su lado. Todo seguiría de la misma forma y en su lugar, sin importar nada. Pero sabía que eso solo era por mi lado ¿Pero él estaría satisfecho con eso?

Me cruce de brazos mientras esperaba que los chicos hicieran el primer movimiento, sabía que no harían escándalos, porque eso fue lo que le prometieron a la jefa del lugar. Cerré los ojos y en un pequeño instante me quede dormido.

Todos están muertos.

Eres un asesino.

Eres parte de la zona roja.

Debiste morir con ellos.

Me desperté cuando las primeras imágenes de la pesadilla aparecieron, puse una mano sobre mi pecho, con la idea de contener vanamente mi corazón que parecía estar a punto de explotar. Daniel no estaba en la habitación y supuse que estaba con los chicos recibiendo algunas instrucciones. Tome aire varias veces, para intentar relajarme y aunque no funciono del todo, si conseguí que mi cuerpo dejará de temblar. Lleve la mirada hasta las pantallas de las cámaras y pude ver a nuestro objetivo en movimiento, también al hombre que me había parecido conocido y que no recordaba dónde había visto.

Daniel entro con dos tragos nuevos y me miro preocupado, así que pude imaginar que tan mal se vería mi semblante en esos momentos.

— Adrián, puedes irte a descansar si quieres, arreglare que alguien te lleve.

— No es necesario, te aseguro que estoy bien, simplemente es el cansancio. – Intente sonreír para darle confianza a mis palabras, pero él no pareció creerme en lo absoluto.

— S va a matarme. – Suspiro y se sentó antes de ofrecerme uno de los vasos que tenía en las manos.

— Dile que te amenacé y que solo esta vez me hiciste caso porque te dio miedo que te comiera los sesos, se que parezco un puto zombie.

— Si me asusta tu semblante, necesitas dormir mejor...

— Tengo días sin saber que es dormir. – Susurre y le di un trago a la bebida del vaso, era dulce y ácido al mismo tiempo, pero no quise saber que era, así que no pregunte.

— Adrián solo ve a dormir, regresa a la zona roja y mañana volveremos a la cabaña.

— ¿Crees que deba dormir un poco?

— Si, de verdad lo creo.

— Está bien, tú ganas. – Terminé de beberme todo el contenido del vaso.

— Le diré a alguien que te lleve.

— No te preocupes, ya sé a quién pedirle que me lleve, nos vemos más tarde. – Me despedí con la mano.

No estaba seguro de si seguía en el lugar o no, pero comencé a darme una vuelta para buscarlo, intente cubrir todo mi rostro por si alguno de los chicos estaba cerca de mí. Regrese al mismo punto en el que había sido acorralado antes y espere. Pasaron algunos minutos en los que mis ojos no dejaron de recorrer el lugar, pero la oscuridad, las luces y el humo, más mi mente perturbada, no me dejaban reconocer del todo bien el rostro de las personas.

Estaba a punto de moverme cuando sentí que alguien ponía todo su peso sobre mí, solo me basto inhalar el olor de su pecho, para saber que se trataba de él. Lo mire mal cuando vi que otra vez estaba fumando, pero no hice ningún comentario al respecto.

— ¿Me buscabas?

— ¿Eran tan obvio?

— Para mí sí, y debo admitir que me siento complacido y feliz. – Sonrío.

— Basta de tu prepotencia, llévame a la zona roja.

— ¿Tienes trabajo?

— Tengo una cita con mi cama. – Me miro divertido.

— No me importa ser tu chofer, pero me preocupa algo ¿Puedo decírtelo?

— ¿Desde cuándo me preguntas si debes o no decirme algo? Solo lo haces.

— No dejes de entrenar Adrián, tus habilidades van a desmejorar y cómo no has tomado una decisión, si es que decides dejar a los Halcones vas a ganarte a unos cuantos enemigos. – Susurro.

— Solo me preocupa uno de ellos.

— Bruno. – Asentí.

— Vamos, creo que voy a dormirme aquí mismo.

— Te llevaré con una pequeña condición. – Lo mire sospechoso.

— ¿Y sería?

— Entrenarás conmigo, al menos dos veces por semana. – Lo mire un poco sorprendido, eso no me lo esperaba.

— ¿Contigo...?

— ¿Me tienes desconfianza? – Sonrío.

— No precisamente porque piense que vas a matarme.

— Hemos estado solos muchas veces, Adrián.

— Mm, es verdad.

— ¿Aceptas?

— Supongo que entrenar no me hará daño.

— Entonces vamos, te espera tu cita y no hay que hacerla esperar.

M me saco mucho más rápido de la cueva, que si yo hubiera salido por mi cuenta, me acomode detrás de él en su moto y forme una fortaleza con mis brazos alrededor de su pecho, no por temor a la moto, ya que estaba mejor con respecto a ese tema, solo temía quedarme dormido y caerme en medio de la carretera. Hice mi mayor esfuerzo por no dormirme, pero termine cerrando los ojos, dejándome llevar por lo que mi cuerpo suplicaba desde hace días, unas horas de descanso.

...

Me desperté por el ahogo que estaba comenzando a sentir, la luz que entraba por la ventana me estaba molestando, así que maldije por lo bajo durante un rato. Después caí en el hecho de que en el cuarto de S no hay ventanas y todo esta en penumbras la mayor parte del tiempo. Lleve con mucho cuidado la mano hasta mi cintura para tomar la pistola y comencé a abrir los ojos para descubrir dónde estaba.

Tuve que parpadear un par de veces cuando vi el rostro de la persona junto a mí, de inmediato me puse nervioso y mucho más caliente ¿Qué había hecho? Lleve con terror la mirada hacía mi ropa y luego la suya, él no parecía tener camisa, pero yo estaba intacto, suspire aliviado y solté la pistola. Observe el lugar, era una habitación pequeña y algo desordenada, parecía tener un baño y pude ubicar también una nevera, un armario y ropa por todos lados, el lugar estaba impregnado con su aroma, era una mezcla entre perfume, cigarro y alcohol.

Me levante para cerrar las cortinas y regrese a la cama, mire el rostro de M y el movimiento de su pecho subiendo y bajando por su respiración, la cantidad de tatuajes que tenía era apenas perceptible cuando llevaba toda su ropa, pero ahora que no la tenía pude ver cientos de dibujos en su pecho, en sus brazos, en su espalda y en su cuello, luego recordé que uno de sus trabajos era perforar y hacer tatuajes, como lo hizo antes en el lugar de los halcones.

Tuve el impulso de tocar su mejilla, pero no lo hice, me quede tranquilo sin hacer o decir nada, hasta que esos ojos oscuros se abrieron de golpe y consumieron los míos con fiereza. Me hizo sentir nervioso, pero no se lo demostré y como siempre sostuve su mirada pesada y profunda.

— ¿Vas a decirme por qué me secuestraste? – Le pregunte.

— Literalmente te desmayaste abrazado a mi pecho, sin importar cuánto te llame, no reaccionaste.

— ¿Esta es tu casa?

— Es el lugar al que vengo cuando quiero estar solo, supongo que puedes ponerle ese nombre, una casa.

— Me gusta, es pequeña y cómoda. – Solo había espacio para lo necesario y nada más.

— Supongo que quieres desayunar, puedo comprar algo por aquí cerca.

— No tengo mucha hambre.

— Sin embargo, necesitas comer así que te conseguiré un jugo o algo así, solo tengo cerveza en la nevera, te ves mucho mejor.

— ¿Ya no tengo cara de muerto viviente?

— No despertaste ni una sola vez.

— Gracias por... cuidarme.

— ¿Qué estás agradeciendo?

— ¿Por qué no me hiciste nada?

— No me volverías a hablar de nuevo. – Estiro el brazo sobre mí y tomo un cigarro de la pequeña mesa de madera junto a la cama, lo mire atento mientras sacaba el encendedor robado de su bolsillo para prenderlo.

— Tienes razón.

— Y no pretendo alejarme de ti. – Apreté los labios.

— Deben estar preocupados por mí. – Suspire y puse las manos sobre mis ojos.

— Ya pensaras en algo para decirles, ahora que lo recuerdo, no tienes como transportarte por mi culpa, la expedition está afuera.

— ¿Tú la tomaste? – Lo mire sorprendido.

— Antes de que todo explotara, lo que me recuerda que nosotros tenemos una conversación pendiente sobre eso. – Tomo mi mano y puso la llave de la camioneta.

— ¿Cómo la conseguiste? Estaba en el bolsillo de mi otro pantalón.

— Yo tengo mis formas. – Se levanto y me puse nervioso al ver su cuerpo mucho mejor, tomo una camisa del piso y se la puso.

— ¿De verdad vas a comprar comida?

— Regreso en unos minutos ¿Necesitas algo más?

— Un cepillo dental.

— De acuerdo, no salgas de aquí. – Amenazo y salió por la puerta.

Me senté y quite todas las cobijas de mi cuerpo para levantarme, camine hasta la nevera y la abrí, esperando encontrar un poco de agua y sonreí cuando encontré una botella, cayó por mi garganta como si fuera lo más satisfactorio del planeta. Tome una de sus camisas y la puse a la altura de mi nariz, la apreté contra mi pecho y camine hasta la cama para volver a tumbarme sobre ella, mirando el techo yperdiéndome en todos mis pensamientos.

— ¿Qué es lo que me pasa contigo?

...

— Regrese, Adrián. – Arroje su camisa lo más lejos que pude y me senté para poder verlo.

— Bienvenido.

— Sé que me dijiste que no tienes hambre, pero te compre unos sándwiches y un jugo, el cepillo también está en la bolsa.

— Gracias. – Tome la bolsa y saque el cepillo para dirigirme al baño.

— Tengo noticias. – Me dijo lo suficientemente alto para que lo escuchara, me asome con el cepillo en la boca.

— ¿Paso algo?

— Aparecieron Antonio, Reginal, y Federico, ya se fueron a reportar con Bruno, me parece que después de la explosión uno de ellos se clavo un enorme vidrio cerca del ojo y el otro inhalo demasiado humo, por eso no habían aparecido.

— ¿Y están bien? – Le dije después de escupir en el lavamanos.

— Lo mejor que pueden estar, solo tienen cicatrices de guerra. – Me lave el rostro y desate mi cabello para amarrarlo con la liga nuevamente.

— Son buenas noticias, olvide el rostro de todos los que estuvieron ese día, supongo que por la culpa.

— No sientas culpa, es solo trabajo.

— No puedo verlo de esa forma. – Saque el jugo y abrí la tapa para darle un sorbo, era de durazno.

— Tengo que trabajar ¿Quieres que te deje o vas a irte por tu cuenta?

— Es mejor que me vaya por mi cuenta ¿Qué hora es?

— Cómo las diez de la mañana.

— No deben haberse ido todavía, porque no saben dónde estoy. – Tome mi teléfono y vi al menos treinta llamadas perdidas.

— Parece que estás en problemas. – Sonrió.

— De hecho, no todas son de él. – Revise rápidamente todas las llamadas perdidas y la mayoría eran de Oliver.

— Desayuna para que regreses con ellos. – Se levanto y aplasto lo que le quedaba del cigarro con el cenicero sobre la mesa, no tardo más de cinco segundos en sacar otro, pero me levante y se lo quite.

— Por favor, no. – Lo mire severo, sonrió.

— Estaré bien.

— Fumas más que ninguna otra persona que haya visto. – Incluso S.

— Estoy tan acostumbrado a la nicotina que me siento mal cuando no lo hago. – Se recostó a mi lado.

— Trabajaremos en eso. – Susurre.

...

— ¿Estarás bien? – Me pregunto, me detuve antes de montarme en el auto y lo mire.

— Eso te lo debería preguntar yo a ti.

— Yo siempre estoy bien Adrián.

— Se que sabes cuidarte, pero no eres indestructible.

— Casi. – Sonrío y desvíe la mirada apretando los labios.

— ¿Era en serio lo de los entrenamientos?

— Muy en serio. – Lo supe por el tono de su voz.

— No estaré cerca, así que supongo que nos pondremos de acuerdo.

— Independientemente de que regreses o no haremos esto ¿De acuerdo? – Puso ambos brazos en la expedition impidiéndome moverme.

— Entendido. – Susurre, se movió.

— Avísame cuando tomes una decisión, de todos modos siempre estoy cerca de ti.

— Gracias por avisarme que eres mi acosador profesional.

Me subí en la camioneta y cerré la puerta, lo mire preocupado, pero tenía su atención en algo más, así que introduje la llave y arranque antes de que algo más me retuviera en ese lugar y no era por el hecho de su compañía, me preocupaba que estarían pensando los Red K sobre mi paradero y que tan preocupado estaba mi novio por mi bien estar. Me detuve una calle antes de llegar a los límites de la zona roja en la que estaba el lugar de los Red K, y arranque las placas del auto, para asegurarme de que nadie lo reconociera. Y cuando llegue estacione de manera que no fuera tan visible, a pesar de que era bastante grande.

Camine hasta la puerta y levante la mano para golpearla, pero justo en ese momento alguien se encargo de abrirla, sorprendiéndose por mi presencia. Me quite la máscara de la boca para que me reconociera, pero el chico solo me puso mala cara y paso de largo hasta la calle. Me recordó un poco a la actitud de Bruno y me estremecí por pensar en tener que lidiar con otro, es el mismo que conocí el otro día.

Entre a la habitación de S y me relaje cuando lo encontré durmiendo en la cama, si no estaba preocupado, significaba que sabía que yo estaba bien, y eso me hacía sentir mejor. Me agache a su lado para observarlo algunos minutos y luego salí a la sala en la que estaba sentado Oliver mirando lo que parecían ser algunas fotografías, me senté a su lado.

— Adrián... Ya nos estábamos preocupando por ti.

— Solo me desvié un poco. – Susurre.

— Lo obligue a dormirse, no quería hacerlo.

— Entonces si estaba preocupado. – Mire en la dirección de la habitación de S.

— Claro que lo estaba, aunque no dije nada, sabes como es.

— ¿Qué estás viendo?

— Las fotos de anoche, es el hombre del que nos encargamos. – Me mostro las fotos y las tome para pasarlas una por una.

— Los chicos lo hicieron muy bien, no llamaron mucho la atención.

— Este hombre...

— ¿Cuál? – Se me acerco.

— Ya recuerdo de dónde se me hace conocido, me daba clases en mi casa, era mi profesor particular. – Le señale a uno de los hombres que estaba a un lado del viejo que había sido el objetivo.

— ¿Clases?

— No fui a una escuela como todos los demás, mis padres me hicieron ver clases particulares toda la vida y este hombre me dio clases durante este último año, siempre me pareció muy extraño, me miraba de una manera que me hacía sentir incómodo.

— ¿Y que crees que hacía en ese lugar?

— No tengo idea, pero esto me da mala espina.

— Bueno, investigaremos cuando regresemos a la cabaña.

— De acuerdo. – Suspire.

— ¿Y... me vas a decir dónde estabas? – Me miro atento y tuve que aclarar mi garganta.

— Con un amigo, un Halcón.

— Pensé que no querías que supieran que estabas vivo.

— No por ahora, pero con él no hay ningún problema.

— Bueno, eso es un alivio.

— Si...

— ¿Quieres café?

— Por favor.

— Espera un momento. – Se levanto y fue corriendo a la cocina.

Volví a pasar las fotografías confirmando que el hombre era la persona que yo decía y sin ninguna duda de que era él, me lleve el dedo a la boca para morderlo superficialmente, pensando en que podría estar haciendo ese hombre en un lugar como la zona roja yo recordaba que era alguien educado y con títulos, una persona respetada en un propio circulo.

— Aquí tienes Adrián.

— Gracias Oliver. – Tome el vaso entre mis manos y le di un sorbo al café.

— Parece que nos van a mandar a hacer otro encargo, por eso no vamos a regresar a la cabaña de inmediato. – Me dijo.

— ¿Entonces deben encargarse de alguien más?

— Eso parece. – Le dio un sorbo a su propio café y tomo una carpeta llena de papeles que comenzó a revisar.

— ¿Sabes si comió algo? – Le pregunte señalando la habitación de S.

— Ronald lo obligo a comer, no te preocupes.

— Ronald es el mejor. – Susurre, mientras sacaba uno de los sándwiches que me consiguió M de la bolsa para morderlo.

— Es muy bueno en lo que hace y aunque no tenemos un líder oficial como otros grupos, yo pienso que él hace un buen trabajo a la cabeza de todos los Red K.

— Si, tienes razón... — Termine de comer y me quede mirando el suelo.

— ¿Te aburres conmigo? – Se rio.

— Claro que no Oliver, lo lamento, solo cargo la cabeza en cualquier lado.

— No te preocupes, seguro es más interesante hablar con S, aunque admito que me perturba un poco la manera en la que se tratan, nunca los he visto darse un beso.

— ¿Ah, no? – Me aclare la garganta.

— Son muy raros.

— Pero si lo hacemos.

— Yo no podría ser como ustedes, me gusta el contacto físico, creo que soy medio romántico y me gustan ese tipo de cosas con la persona que me gusta. – Lo mire interesado.

— ¿Y quién es la persona que te gusta?

— Eh...

— ¿Ahora vas a esconderme secretos?

— No, es que me da vergüenza, es Daniel.

— ¿Qué? ¿Y cuando paso eso? Ustedes se la pasan peleando como perro y gato. – Apreté los labios para contener una risa.

— ¡Exacto! Y del odio al amor hay un solo paso, es amor mires por dónde lo mires. – Puse los ojos en blanco y me eche a reír.

— No puedo contigo.

— Ya regrese... Adrián apareciste. – Ronald suspiro aliviado.

— Si, lamento haberlos preocupado.

— Lo importante es que estés bien y aquí, ya me dieron el nombre del otro objetivo.

— ¿Y quién es? – Pregunto Oliver.

— Axel Villareal. – Lo mire sorprendido.

— Espera ¿Es este hombre? – Tome la foto y lo señale.

— Exactamente es ese hombre, parece que es un policía ¿Pero cómo es que lo conoces?

— Era mi profesor, me daba clases.

— ¿Un profesor? Tengo entendido que es un policía, tiene muchos años de carrera y es conocido por ser un buen luchador, parece que se infiltra en organizaciones y mafias para cazar delincuentes.

— Tengo un mal presentimiento sobre esto. – Susurre.

— Como sea, no te preocupes demasiado, los chicos se van a encargar de él. – Dijo Oliver poniendo una mano sobre mi hombro.

— Si... 


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