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Marioneta De Cristal por Satan666

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Notas del capitulo:

Espero que les agrade esta historia, es completamente original.

Fue editada, por lo que si la seguías hace unos años, te recomiendo que las vuelvas a leer.   

Si me quieren apoyar en wattpad también subo mis historias en la plataforma.    https://www.wattpad.com/user/karenvruz  

También hice un trailer para esta historia en la plataforma de tiktok, espero les guste.    https://vm.tiktok.com/ZMeykhEHp/  

Mis otras historias están en proceso de edición. 

Capítulo XXXVII. (Traidor)

POV S

Llegamos a la zona roja en la madrugada y no recuerdo nada aparte de que arrastre los pies a la cama y me desmayé sobre ella; bajando por completo la guardia. Pero esos descansos me estaban sentando bien, incluso estaba soñando por las noches, algo que no había hecho hace varios años. Me desperté por la tarde y salí para tomarme un vaso de jugo, ese era usualmente mi desayuno. Me senté en la sala a fumar y de a poco todos se fueron levantando y reuniendo.

— Bien caballeros, me parece que el problema ahora mismo no es que no cumpliéramos con lo que era nuestro principal objetivo anoche; lo que necesitamos saber ahora mismo es la identidad de la persona que les dijo que los estábamos esperando. Mandamos a un informante a distintos bares anteriormente para que sugiriera que estaríamos trabajando lejos por varios días. Nadie que no esté aquí tenía información sobre el plan, y nuestros movimientos, porque a esa información solo teníamos acceso los que estábamos en la cabaña. – Dijo Ronald.

— Quién haya sido el imbécil, es valiente, debe sentir que es compañero del diablo, pero le volare la cabeza tan pronto se descubra. – Dije en un tono bastante bajo; pero supe que todos en la sala me escucharon, porque algunos se estremecieron.

— Esto es un poco grave, hace varios años no teníamos traidores. – Dijo Daniel.

— Es fácil pensar en los nuevos, pero hay que mantener la mente abierta. – Dijo Rafael, cuidando sus palabras.

— No nos desesperemos, los atraparemos en algún momento, lo importante ahora es saber quién nos está dando la espalda y protegernos. –Termino Ronald y todos los presentes asintieron.

— Que divertido, una cacería. – Aplaste lo que quedaba del cigarro contra la mesa y me levante.

— No vas a hacer una locura ¿Cierto? – Me preguntó Oliver.

— Solo voy a visitar a un amigo, no muy lejos.

— ¿Puedo ir contigo?

— Si quieres.

No me paso por alto el hecho de que parecía nervioso, pero lo deje venir conmigo para poder contenerlo, en caso de que lo que estuviera pasando lo sofocara. Me cambie la ropa y lo hice subir conmigo a la moto en un intento de precaución, por su estado de ánimo; y arranque hasta el centro. Llegamos en minutos a la plaza y después de estacionarme baje, camine hasta la enorme iglesia que parecía haberme estado esperando (por muy estúpido que suene) la estructura no era más que un lugar imponente, pero vacío para mí. Sin embargo, para las personas que estaban dentro era una forma de vida, que ciertamente me parecía hasta cierto punto fascinante, porque mi vida desde niño siempre fue distinta, no pude aferrarme a nada, espiritual o físico que me ayudara cuando lo necesitaba.

Si a Oliver le pareció extraño el hecho de que estuviéramos en ese lugar, no me menciono nada al respecto. Ambos escuchamos al padre después de tomar asiento y nos tomamos un momento de silencio; incluso lo vi rezar un poco, junto a los demás y de alguna manera, eso me dio alivio. Terminó la misa y salude al padre a la distancia, sin intención alguna de acercarme; como siempre sonrió gentilmente y deduje que se sentía satisfecho de verme en ese lugar, como él había sugerido antes.

Salimos y puse un cigarro en mis labios de inmediato, para encenderlo y relajarme, la ansiedad estaba haciendo que me doliera el estómago por la falta de nicotina y el resultado era que sufría cuando dejaba de fumar, también me ponía del mal humor, al menos durante esos últimos días que estaban llenos de drama. Mire atento los alrededores, por si nos estaban vigilando o siguiendo, incluso me fije en los edificios cercanos haciendo un breve recorrido por los pisos.

— No sabía que venias a este tipo de lugares.

— No lo hago, simplemente tuve la necesidad de pedir favores a las figuras que respeta y sigue ese hombre.

— ¿Qué fue lo que pediste?

— Un poco más de sensatez y no morir ahora, tengo mucho que hacer, y no es momento de tal cosa. – Apretó los labios y suspiro.

— No vas a morir, eres una de las personas más admiradas en la zona roja por tu capacidad de sobrevivir y pelear.

— Pero morir por otros seres humanos es lo que menos me preocupa, siento que a las personas como nosotros, el mundo nos hace pagar los pecados a su forma, no sé si me explico. Sé que no vamos a morir como los otros, nuestro destino es mucho más lamentable que eso, morir de esa forma seria demasiado fácil. – Deje escapar el humo del cigarro.

— Supongo que... tienes razón.

...

— Habla ya mismo o te vuelo la cabeza. – Levante la pistola y el hombre frente a mí se puso azul, como un cadáver.

— S... yo no sé nada, no fui yo.

— Cálmate, podemos solucionar esto hablando. – Me dijo Ronald.

— Y una mierda, él está encargado de supervisar a quienes metemos aquí, y tiene que saber el nombre de la persona que nos delato. Si no habla le voy a cortar la lengua. – Se tapo la boca con las manos.

— A ver... estoy en contra de esta violencia innecesaria, pero sabes que no está del todo equivocado Jeremías, alguien nos traiciono y tenemos que eliminarlo ya mismo. – Susurró Ronald impaciente.

— Habla. – Le quite el seguro a la pistola.

— DIOS, ESPERA.

— Basta S. – Ronald suspiro.

— Chicos, no tengo la menor idea de quién fue, pero estuvimos vigilando a los nuevos durante un largo tiempo; incluso estos días y estamos seguros de que no fueron ellos. Los siguieron en todo momento, así que fue uno de los viejos, alguien que ya estaba dentro. – Dijo Jeremías desesperado.

— Qué problema... — Ronald llevo una mano a su cabello y lo despeino.

— Muy bien, entonces no queda de otra, debemos hacer lo mismo de hace años. –Les dije y aparte la pistola, el chico suspiro aliviado.

— Gracias Jeremías, si llegas a descubrir algo los próximos días puedes llamarnos de inmediato. Tenemos mucho trabajo ahora mismo, pero cualquier de nosotros vendrá de inmediato por este tema.

— Si, llámanos. – Le dije y guarde la pistola.

— Con toda seguridad. – Dijo mirándonos alternamente.

El chico se fue corriendo, y nosotros entramos en la cocina, saque un cigarro mientras Ronald calentaba café para ambos. Me quede fumando unos minutos, atrapado por completo en mis pensamientos, hasta que él rompió el silencio.

— ¿Puedes no hacer eso de nuevo?

— Si no los asustamos, no hablan.

— Pero...

— Espera, me están llamando. – Saque el teléfono y mire la pantalla.

— ¿Es Adrián? – Preguntó.

— Supongo, por seguridad ese número sale como desconocido, hola. – Le contesté.

— ¿Estás bien? ¿Qué paso anoche? – Preguntó.

— Se escaparon, después te cuento todos los detalles, pero ahora tenemos un problema aquí ahora mismo.

— ¿Problema de que tipo?

— Un traidor.

— S estoy nervioso, no sé porque siento que algo está por pasar, mi cuerpo me lo dice.

— No pasará nada, yo siempre te voy a cuidar.

— Por cierto, sobre anoche...

— No me molesta, Adrián.

— ¿Seguro?

— Bueno, no es mi persona favorita, pero confío en ti.

— También yo. – Susurro.

— Tengo que trabajar, te llamo luego.

— De acuerdo, ten cuidado. – Colgó.

POV Adrián

— ¿Todo en orden? –Me miro divertido.

— Él está bien, si eso es lo que quieres saber. – Le dije.

— No te molestes, no espero que le pase nada, te importa y no me gustaría verte pasar por ese tipo de dolor. – Me dijo y tomo mi mano para hacer lo posible por acercarme a su lado.

— Debo ir a trabajar, Bruno me va a matar.

— Yo me encargo de Bruno.

— Mejor déjame ir.

— Solo te va a tomar unos minutos bajar.

— ¿No vas a dejarme ir? Puedo hacerte daño. – Le pellizque el brazo y me levante cuando me soltó.

— ¿Cómo puedes hacerle eso a alguien herido?

— No siento pena por ti, la manipulación no funciona conmigo.

— Buen trabajo, has mejorado mucho.

— Debo hacerlo si quiero sobrevivir en este lugar, nos vemos más tarde ¿Quieres que te traiga algo?

— Cigarros.

— Vas a morirte joven. – Dije entre dientes, él sonrió.

...

Tomamos la decisión de regresar después de salir de La Cueva. Estaba tan nervioso y preocupado que M me insistió en quedarme con él, en la habitación que era suya, en el lugar de los Halcones. La verdad es que tan pronto toque la cama me quede dormido. Me desperté y después de perder el tiempo durante un rato me arme de valor para llamar a mi novio para saber que había pasado. No es posible negar mi decepción por la situación actual, pero siempre intento ser positivo o voy a morir de angustia bastante más joven de lo que me gustaría.

Después de hablar con S me sentí mucho más tranquilo, porque todo (al menos desde mi perspectiva) parecía estar en orden. Me bañe bastante rápido y me puse ropa cómoda, tome todas mis cosas y baje corriendo las escaleras, era claro que los chicos me estaban esperando, me pareció que se relajaron cuando me vieron y supuse que era porque sabían que había pasado la noche con su enemigo número uno.

— Me quede dormido, lamento llegar tarde.

— No te preocupes, estábamos terminando de comer. – Me dijo Jacobo.

— ¿Aun no se han ido? – Pregunto Bruno, entrando a la sala.

— Estábamos por salir, compensaremos el retraso. – Le dijo Darío.

— No tiene importancia, es mucho mejor porque tome la decisión de ir con ustedes, este trabajo es un poco...

— Sabes que podemos encargarnos de todo. – Lo cortó Darío.

— Lo sé, simplemente quiero mantenerme ocupado. No se quejen y vamos.

— Que felicidad. – Susurré.

Normalmente voy en la parte de atrás en la moto de George, pero tome la decisión de ir con Jacobo, así que Darío se fue con George y Bruno solo. No tuve ninguna razón demasiado fuerte como para no querer irme con él, salvo la incomodidad que sentía cuando comenzaba esa molesta batalla silenciosa contra M, que ahora tienen cada vez que se encuentran. Básicamente solo no quería estar a solas con él para evitar preguntas que no estoy dispuesto a responderle, por ahora.

Me puse la máscara negra, al igual que los demás, tomamos buenas armas porque esta vez nos ordenaron desaparecer a una pandilla, por lo que nos acercamos bien preparados al lugar. Los que estaban conduciendo se limitarían a entrar en su territorio y los que estábamos atrás eliminaríamos a los objetivos. Intente no pensar mucho en ello y meterme en la cabeza las palabras de M, si es trabajo simplemente debo hacerlo, sin importar de quién se trate ¿No? Es como debo pensar si quiero seguir aquí.

Tome las armas y levante la mano cuando Jacobo entro en el territorio enemigo, cada persona en el camino era un peligro para nosotros, así que dispare a cualquiera que se atravesara durante el trayecto y recorrido de la moto. Ellos no tardaron en responder el ataque, así que hice lo posible por evitar los disparos, mientras me aferraba con una mano a la moto para no caerme, y disparaba con la otra al mismo tiempo. Apreté los dientes y sin piedad le quite la vida a varias personas que no tuvieron tiempo de pensar en nada o hacer nada. Todo acabo en un instante.

No tardamos mucho en salir cuando comencé a sentir el ardor en mi hombro y entonces fue que supe que una de las balas me había dado. El dolor no vino hasta después de un rato, cuando paso la adrenalina, contuve la respiración y para cuando ya estábamos bastante lejos libere una queja que no le paso nada desapercibida a mi amigo y se detuvo cuando vio la oportunidad de hacerlo.

— ¿Estás herido?

— No creo que sea grave. – Le dije.

— Adrián, déjame ver...

— Mejor no, vamos a casa.

— ¿Seguro?

— Completamente.

— De acuerdo, pero tan pronto lleguemos tendré que revisarte. – Asentí, porque no había otra opción; y me quede tranquilo.

Tan pronto llegamos a la casa, los chicos llamaron a Marcos, a pesar de asegurarles varias veces que estaba todo bien. Pero a pesar de eso me sentí agradecido, porque si me dolía el hombro y estaba tan ansioso que no quería saber si me habían herido gravemente o solo era superficial. Tampoco me deje revisar por ninguno de los chicos. Cuando M apareció en la sala, las cosas se pusieron incluso más tensas, porque mis amigos no tienen idea de cómo actuar cuando esta cerca y es algo que se hizo de lo más evidente justo en este momento.

— ¿Estás herido? – Su voz me dejo sentir toda su preocupación.

— No es nada grave, estoy seguro ¿Tú cómo estás?

— Diablos. – Despeino su cabello y se sentó a mi lado.

— Estoy bien, realmente lo estoy.

— Muéstrame. – Me agarro el brazo y me queje por el dolor.

— No es necesario. – Le dije.

— Viste que no estás bien, deja de discutirme. –Me miro fulminante y le devolví la mirada hasta que se escucho la puerta.

— Ya llegué, vine tan rápido como pude. – Dijo Marcos.

— Gracias por venir, por favor revísalo para que todos se muevan de aquí y dejen esa cara de drama. — Le dijo Bruno, y es que los chicos no dejaban de mirarme como si estuviera a punto de morir.

— ¿Te encuentras bien Adrián? – Se sentó a mi izquierda para poder revisarme, ya que M se rehusó a moverse.

— Solo fue un roce, no creo que sea tan grave.

— ¿Quieres que re revise aquí o...?

— En mi habitación, voy a estar bien. – Le asegure lo último a los chicos y luego mire fijamente a M.

— Te creeré cuando te revise. – Me dijo. Desvié la mirada y asentí.

Le indique a Marcos que me siguiera y cuando entramos a mi habitación solo deje que pasará Darío, ya que también es su habitación y contrario a los otros dos, estaba mucho más tranquilo, le puse el seguro a la puerta. Me quite la camisa y pude ver un poco de sangre, pero no mucha, así que supuse que realmente había sido poca cosa, algo que me confirmo Marcos después de revisarme, pero de todos modos se limito al proceso de limpiar y desinfectar la herida, además de recetarme pastillas para el dolor.

— Tuviste suerte, solo fue un poco.

— Es parte del oficio, no puedo hacer nada. – Susurré y mire la cadena en mi cuello.

— ¿Quieres que hable con él?

— ¿Cómo?

— Me refiero a M, me pareció que estaba preocupado, mucho.

— Si, por favor dile que estoy vivo y que si no le molesta, voy a dormir por aproximadamente tres días seguidos. – Se rio de lo que dije, pero de todos modos asintió antes de salir de la habitación.

Me tumbe sobre la cama cuando por fin me dejaron solo.

Tal vez pasaron varios minutos o largas horas, antes de sentir el peso adicional sobre la cama y supe que era él, sentí su perfume y su aliento. No me inmute, todo eso en su presencia ya no es un secreto para mí. Siempre viene con esos detalles fuertes que me hacen seguir confundido con respecto a lo que siento. Estaba mucho más dormido que despierto, así que no lo confirme y solo me deje llevar en un profundo sueño que dejo mi mente completamente ausente.

Me disculpe con Darío en mi mente un sinfín de veces, por si con eso y la presencia de M, lo estaba haciendo sentir incómodo, pero no me sentí culpable, porque nuevamente no estaba haciendo nada malo. No estoy cometiendo ningún pecado o al menos no todavía.

...

— ¿Te duele? – Preguntó, negué despacio.

— No mucho, me tomare la pastilla y todo estará bien, es un dolor bastante soportable. – Despertar y ver sus ojos negros se siente extraño, pero muy confortante.

— Debiste irte a mi habitación.

— No necesitas cuidarme, de verdad no es grave y te recuerdo que eres tú el que está herido gravemente.

— Estoy bastante bien, el dolor no es mucho y tengo que trabajar.

— ¿Vas a trabajar ahora? Eso es ridículo. – Me senté de golpe en la cama y apreté los labios por el dolor que sentí en el hombro.

— Se va a acumular mi trabajo, tengo que hacerlo.

— Alguien más debería poder sustituirte, el mismo Bruno, tal vez...

— Hay cosas que solo yo puedo hacer, pero no necesitas preocuparte, porque voy a regresar vivo, como siempre. – Toco mi barbilla.

— Mierda. – Me deje caer nuevamente en la cama.

— ¿Te preocupa algo más?

— Simplemente todo. – Puse una almohada sobre mi cabeza.

— ¿Quieres que me quede?

— No, ve a trabajar.

— ¿Seguro?

— Si.

— No voy a tardarme mucho.

— Voy a estar aquí. – Pude sentir como se levanto y supuse que estaba decidiendo si irse o no, mientras me miraba, porque tardo varios minutos en salir de la habitación; pero finalmente lo hizo.

Todo se quedo en completo silencio durante un rato y jugué con una de las pulseras en mi muñeca el tiempo suficiente como para saber que de verdad se había ido. Suspire y me levante para disponerme a bañarme y comer algo, cumplir con mis necesidades humanas. Pero me percate de que Darío me estaba mirando fijamente y eso me puso bastante nervioso.

— ¿Quieres pasar el día conmigo? – Preguntó y asentí lentamente.

— ¿No tienes que trabajar? – Le pregunté.

— No hay nada importante que deba hacer de inmediato, no has visto todos los sectores de la zona roja, podemos ir a recorrerla en el auto.

— Claro, me parece buena idea.

— Así no lo vas a extrañar. – Sonrío de forma comprensiva y antes de que le pudiera decir algo se levanto y salió de la habitación.

— Gracias, Darío. – Susurre.

...

Nos tomamos el tiempo suficiente para vestirnos y después bajamos para ordenar algo de comida y mientras esperábamos, los chicos bajaron y la sala se lleno de Halcones que pasaban de un lado para el otro, lo mismo de siempre. Estaba tomándome mi segundo vaso de café cuando llego la comida y Darío se ocupo de pagar y recibir las bolsas.

— ¿Van a trabajar? – Preguntó Jacobo.

— No, solo vamos a dar unas vueltas por aquí. – Le dijo Darío.

— ¿Ustedes van a trabajar? – Pregunté.

— Más tarde, ahora mismo solo pensábamos perder el tiempo.

— Entonces vengan con nosotros, le voy a mostrar a Adrián todo lo que no conoce de la zona roja. – Darío me paso mi comida y después de abrir el contenedor metí una cucharada de arroz en mi boca.

— De acuerdo, no se había ocurrido mostrarle lo demás, pero supongo que es bueno que lo conozca; la zona roja es enorme.

Esperemos a George y cuando todos terminamos de comer busque las llaves del auto para dirigirme a dónde ellos me lo indicaran. Dimos unas vueltas por varias calles poco frecuentes, me señalaron bares y casas que intente retener en mi memoria, después en la zona alta nos detuvimos en una parte que estaba lejos de lo que yo ya conocía de vista y la casa de M.

Me hicieron estacionar fuera de un local al que entramos después de un momento. El ambiente no era similar al de La Cueva, todo era un poco más alternativo y oscuro, como un bar gótico. Tenía un gran escenario y una enorme barra, aunque también estaba lleno de luces, humo y música. El concepto no dejaba de ser el mismo.

Estaban acomodando varios instrumentos en el escenario y pedimos unas cervezas mientras esperábamos ver qué pasaba. No paso mucho tiempo cuando unas cinco chicas tomaron los instrumentos y su lugar en el escenario. La vocalista las presento, pero no pude escuchar el nombre de la banda, de todos modos su voz me logro cautivar, era poderosa y quedaba perfecta con el lugar y la imagen de ellas, que estaban vestidas de negro, morado, rojo y amarillo. Todas tenían el cabello de un color distinto y llamativo, tatuajes y perforaciones.

No había logrado ver muchas mujeres en los bandos de la zona roja, y se debía a que la mayoría trabajaban por su cuenta, eso dijeron una vez los chicos en medio de una conversación.

— Es ella. – Escuche que dijo George y Darío asintió.

— ¿Quién es? – Pregunté levantando un poco la voz.

— Es la líder de las estrellas doradas.

— ¿Es un grupo?

— Si, es bastante similar a nosotros o los Red K, pero solo está conformado por mujeres, todas ellas forman parte.

— Ya veo. – Las mire de nuevo, más interesado.

Era el primer grupo solo conformado por mujeres que conocía de vista en la zona roja y me pregunté como sería su personalidad y convivencia, así como también en que serían buenas. La realidad era que mientras más las veía, más me intrigaban y me gustaba su música. Terminaron de tocar poco después de veinte minutos y bajaron del escenario.

Se separaron, pero una de ellas se acerco mientras ponía un cigarro en sus labios, me di cuenta de que era la vocalista.

— Pajaritos, no esperaba verlos aquí.

— Hola Natalie, estamos en una visita fugaz. – Le dijo Darío, ella sonrío y me miro atentamente.

Su piel blanca estaba llena de tatuajes de distintos colores y tamaños; su cabello era rojo fuego, increíblemente largo y estaba atado con una liga; su cuerpo era uno que supuse causaría envidia entre las mujeres, tenía grandes caderas y pechos, pero al mismo tiempo sus brazos estaban muy bien trabajados, era el aspecto de unos brazos entrenados cargando peso, pero no eran enormes, lucían bien en ella; Estaba maquillada de forma bastante fuerte, sombra oscura en los ojos, pestañas muy largas y labios grandes y rojos, con un bonito arco superior; además tenía uñas largas que me resultaron incomodas con solo mirarlas; su rostro estaba lleno de perforaciones y tenia tatuada una estrella dorada en la mejilla derecha.

— ¿Quién es? – Me señalo con la cabeza.

— Este es Adrián, lleva unos meses aquí trabajando con nosotros. – Le dijo George.

— ¿Ah, sí? – Se acercó tanto a mi rostro que pude ver perfectamente sus ojos azules, aun con todo ese maquillaje.

— Si... hola. – Le dije.

— Soy Natalie. – Dejo escapar el humo del cigarro y sonrió.

— Soy Adrián. – Estiro su mano y la estreche con la mía.

— Es lindo. – Les dijo, como si yo no la estuviera escuchando, intente sonreír por el halago, pero ella tenía una presencia intimidante.

— ¿Y tú qué haces? ¿Trabajando? – Le preguntó Darío.

— Haciendo un poco de esto y aquello; trabajaremos en unos encargos más tarde, tal vez los vea por su territorio.

— Espero que no andes causando problemas o te volaran la cabeza. – Le dijo Jacobo.

— No si yo me encargo de hacerlo primero, nos vemos novato. –Me dijo y no estoy del todo seguro, pero tal vez me guiño un ojo antes de irse.

Las mujeres en mi vida siempre fueron muy pocas y su apariencia siempre fue como la de mi madre o Alice; chicas correctas y perfectas. Así que todo esto es completamente nuevo, pero de verdad fascinante.

Termínanos la cerveza y salimos del lugar para seguir recorriendo la zona roja, que era mucho más grande de lo que imagine en un principio. Intente recordar los bares y puntos específicos, luego regresamos a la casa porque los chicos tenían que trabajar. Yo dedique la tarde a hacer ejercicio y practicar mi puntería con la pistola, cuidando mi brazo herido para que nadie me matara por un descuido.

Decidí darme una ducha cuando mi cuerpo no daba para más y luego baje a comer algo, sobras y café. Mire la pulsera en mi muñeca y espere que entrara por la puerta, pero no lo hizo, tampoco apareció por mi habitación en la noche y estuve dando vueltas en la cama hasta que finalmente me quede dormido.

Pasaron varios días en los que mantuve la misma rutina y también salí a trabajar varias veces con los chicos, mi hombro dejo de doler y los entrenamientos con Darío se hicieron más intensos. Era difícil controlar mi ansiedad por esperar verlo llegar y los chicos lo notaron, pero no se atrevieron a preguntarme nada. Aunque intente disimular, no pude evitar sentirme preocupado por su bien estar, porque estaba tardando demasiado en regresar ¿Seguía vivo? ¿Estaba muerto o herido? Esos pensamientos se aglomeraban en mi cabeza de tal manera que me desesperaban, quería olvidarlo todo. Al menos durante un instante, como si fuera el Adrián de antes, y solo tener preocupaciones cotidianas y vacías.

Pero eso no paso, porque la vida no funciona de la forma que queremos cuando nos conviene. También intente llamar a S varias veces, pero solo me respondió con un mensaje Te llamaré mi preocupación se hizo mucho más grande cuando no lo hizo, y comencé a preguntarme en que se estaban metiendo los hombres que rondaban mi vida.

Una tarde tome el auto y me dirigí a lugar de los Red K de forma impulsiva para poder verlo; pero no estaba y termine pasando el día con Oliver. Me explico que los chicos estaban buscando a los socios de Axel, que habían desaparecido y por eso, recolectaban rastros de ellos en otros estados.

— Sabes que no les pasará nada.

— Lo sé, pero estos días son de angustia para mí. – Suspire.

— ¿Por qué?

— Nada realmente importante, mucho trabajo y eso, ya sabes. – Pensé en contarle sobre M. Confío en Oliver, y lo considero un amigo, pero mi estómago se oprimió de tal forma que supuse era una advertencia, y no lo hice.

— ¿Te sientes bien allá? ¿Cómo es?

— No es muy distinto de aquí, pero están los chicos y me siento tranquilo con ellos cerca de mí, ya sabes. Aunque también esta Bruno y me siento intranquilo con él cerca de mí. Un poco de lo mejor y lo peor de ambos mundos. – Intenté sonreír.

— Podemos encargarnos de Bruno.

— Lo sé, pero siento que lo subestiman, es bueno en lo que hace.

— También todos nosotros.

— Supongo que no quiero ver más sangre, aunque sea de él. – Suspire.

— ¿Te sientes culpable por lo de la explosión?

— A veces sí, es inevitable, pero lo superare.

— Así es, de todos modos vendrán cosas peores; esto es la zona roja, una guerra continua y eterna.

— ¿No piensas dejarlo y hacer tu vida en otro lado? – Le pregunté.

— Tal vez en unos años, por el momento estoy bien aquí, no me molesta la presión de este lugar y la sangre... puedo vivir con ella.

— ¿Crees que en algún momento también considere este mi hogar?

— Estoy seguro de que si, incluso haces esto mucho mejor que yo cuando llegue y me adapte. Tienes habilidades y aprendes rápido, a pesar de tener miedo no dejas de hacer las cosas y eso para mí es lo mejor del mundo. – Lo mire impresionado por su percepción de mí, ya que no me veo de la misma forma.

— No sabía que tenías tan buena impresión de mí.

— ¿De qué hablas? Eres el mejor del mundo. – Me dio una palmada en el hombro y maldije por dentro, ya que todavía siento un poco de dolor si hago fuerza con ese brazo, pero mi herida era algo que había decidido ocultar de los Red K.

— Gracias Oliver.

— ¿Qué te tiene nervioso?

— Nada en particular. –Susurré.

— Deja de mentir, lo haces muy mal. – Suspiro.

— ¿Está mal sentir por más de una persona al mismo tiempo?

— ¿Sentir en qué sentido...? – Me miro con sospecha.

— Bueno no hablo en sentido romántico, por supuesto, es más bien como una ¿Necesidad? Mejor olvídalo, yo mismo no me entiendo y solo me complico la vida con tonterías.

— Mm...

— De verdad, olvídalo.

— No me parece que este mal sentir por más de una persona, sea la razón que sea, solo siempre y cuando no lastimes a nadie por no saber lo que quieres.

— Diablos, me hiciste poner de los nervios. – Susurré.

— ¿Puedo saber quién es la otra persona?

— Tal vez algún día. – Me levante.

— ¿Ya te vas?

— Si, está oscureciendo y debo llevar comida para los chicos.

— ¿Vendrás de nuevo?

— Lo más pronto posible, pero por ahora no quiero arriesgarme a que me vean saliendo de aquí.

— Tienes razón.

— Por cierto Oliver, esta conversación solo queda entre nosotros.

— Te lo prometo.

...

Pasaron un par de días más y tuve que trabajar hasta tarde todas las noches haciendo rondas de vigilancia en una empresa que estaba robando parte del formato exclusivo de otra, el deber era verificar que fuera cierto y si la respuesta era afirmativa, teníamos que eliminarlos. A mi punto de vista una solución bastante radical ¿En dónde quedo el entenderse con palabras? Las personas saben resolver todo mediante violencia. Pero como a nosotros nos pagan por hacerlo, realmente no puedo opinar al respecto.

— Ya verificamos que es cierto, hay que proceder con las órdenes, entonces vamos a entrar para eliminar a cada persona dentro de ese lugar, retirar el material y llevarlo con el cliente. – Dijo Bruno.

— Muy bien, supongo que lo haremos esta noche.

— Exactamente, los quiero cubiertos y armados.

Y cumplimos, no dejamos ver nuestro rostro porque llevábamos una máscara blanca, muy parecida a la que usan en los festivales, bastante aterradora. Entramos con las armas y para cuando tocaron la alarma de emergencia era tarde para ellos. Termine sorprendiéndome por la frialdad con la que acabe con la vida de esas personas, levante la pistola y uno, dos, tres cuerpos cayeron sin vida al piso. Por un momento me pasó por la cabeza que cada vez era más fácil hacerlo, pero la realidad era que quería terminar rápido con el deber tan desagradable. Sentía como si fuera el verdugo de personas inocentes que esperaban mucho más para sus vidas que eso.

La policía llego cuando estábamos una calle alejados, y nos detuvimos en un restaurante para comer, después de sacarnos las máscaras. Los chicos conversaban animadamente, pero yo solo me limité a escucharlos. Además del hecho de que Bruno nos estaba acompañando, se me había quitado el apetito, porque no puedo sacarme de la cabeza el terror en los ojos de las personas antes de morir, nadie tiene porque morir así, pero sé que es algo que debo hacer.

Pude entender muchas cosas durante esos días, como que nos dividíamos en grupos de trabajo para ser más eficientes y rápidos, por eso siempre me tocaba trabajar con los chicos, porque la buena química nos hacía poder entendernos durante las situaciones de tensión y trauma. No deje de preguntarme que se sentiría trabajar solo, y nuevamente pensé en M, fue inevitable. También estaba intentando entender la razón de que Bruno nos estuviera acompañando últimamente en todos los trabajos, pero no saque una buena conclusión de ello y tampoco me atrevería a preguntarle eso, me preocupaba que me escupiera un ojo y todo se saliera de control.

Regresamos cuando todos terminaron de comer, las motos y el auto se estacionaron al mismo tiempo y cuando me baje para meter las manos en mis bolsillos junto a las llaves, lo que menos espere fue ver esos ojos negros. Estaba apoyado en la pared, fumando, con la misma expresión de siempre. Me miro y sonrío, entonces me acerque para poder sentirlo y asegurarme de que realmente estaba en ese lugar.

— Llegaste. –Le dije.

— Hace rato.

— ¿Me estabas esperando?

— Puede ser.

— ¿Y tu herida?

— Completamente curada.

— Me alegro de que estés bien.

— ¿De qué volviera vivo?

— ¿Soy tan predecible?

— No sirve de nada que intentes censurarme cosas, tú también me hiciste falta. – Apreté los labios.

— ¿Regresaste? Buen trabajo ¿Y el informe? – Preguntó Bruno.

— En tu escritorio jefe, después me reporto como se debe.

— Muy bien. – Alterno la mirada entre nosotros y luego entro a la casa, los chicos hicieron lo mismo de mala gana.

— No esperaba que... — Comencé a decir, pero me sorprendió tomando mi mano para acercarme a su pecho y abrazarme.

— Regrese vivo. – Susurro.

— Eso estaba esperando. – Apreté su ropa y puse la nariz entre su hombro y su cuello relajándome, por fin.

— Sabía que estarías así, eres tan predecible.

— No me considero predecible, tú eres bueno leyendo a los demás, porque ese es tu trabajo.

— Por supuesto, pero realmente no eres una persona difícil de interpretar.

— Qué maravilla, soy un blanco perfecto para los enemigos. – Dije y desvíe la mirada.

— Solo para mí. – Hizo el ademán de soltarme, pero no lo permití y me aferre con más fuerza a su cuerpo.

— ¿Qué es lo que está mal? – Preguntó preocupado.Yo tampoco entendía que estaba mal y porque no lo quería soltar.

— Nada, solo quiero estar así ¿Te molesta?

— Sabes que es todo lo contrario. – Dejo escapar el humor del cigarro.

— Entonces vamos a quedarnos así.

— Muy bien.

Me limite a cerrar los ojos y relajarme, al punto que casi me quedo dormido sobre su pecho, por el cansancio y ese delicioso aroma. No sé cuánto tiempo pasamos de esa forma, pero en algún momento me arrastro hacía dentro y cuando desperté estábamos en mi cama, él seguía dormido y yo confundido. Me estire y bostece antes de sentarme un poco desubicado, observando la pared, como si fuera lo más fascinante del mundo.

— ¿Estás bien? – La voz de Darío me saco de mi ensueño, lo mire.

— Si, un poco confundido.

— Cuando te trajo anoche me asuste, parecía como si estuvieras muerto, pero solo estabas dormido. – Dijo señalando a M con la cabeza.

— ¿Intento irse?

— No realmente, se quedo mirándote una hora y luego se quedo dormido, eso fue un poco extraño y espeluznante.

— Se está haciendo una mala costumbre observarnos mientras dormimos. – Susurré.

— ¿Cómo? – Preguntó Darío.

— Nada, espero no haberte incomodado.

— Me dijiste que no es tan malo, así que intento conocerlo y aceptarlo.

— Gracias Darío.

— Pero también lo estoy vigilando. – Sonreí.

...

— Aquí tienes. – Puse un vaso de café en la mesa.

— Gracias.

— ¿No vas a decirme que estuviste haciendo?

— Estaba trabajando con unos colegas en otro estado, nada realmente muy importante.

— Pensé que no volverías. – Apreté ligeramente el vaso entre mis manos y él se percato.

— Siempre volveré, no hay forma de que me maten.

— Eres humano, no un súper villano.

— Sería genial poder ser uno. – Sonrío, lo mire mal.

— Espero que puedas estar por aquí un tiempo.

— Me voy a quedar un tiempo, tengo trabajo por aquí. – Suspire aliviado.

— Muy bien. – Termine mi café y jugué con el vaso hasta que se acerco tanto que pude sentir su respiración sobre mis labios.

— ¿Tanto te preocupas por mí?

— Claro... — Él parecía complacido con mi respuesta, y me habría quedado de esa forma otro rato si alguien, que después descubrí era George, no se hubiera aclarado la garganta para advertirnos su presencia.

— Buenos días. – Le dijo M, divertido por la situación.

— Mm. – Fue toda la respuesta de mi amigo, Jacobo le dio un golpe con la mano en la cabeza.

— Buenos días. – Dijo Jacobo.

— Hola, Jacobo. – Lo salude y me aparte de M para aligerar el ambiente.

— ¿No tienes que trabajar o algo? – Me pregunto George.

— No, ahora mismo no tengo trabajo.

— Pasará el día conmigo, si no les importa. – Les dijo M y tomo mi mano para entrelazarla con la suya, eso pareció irritar a George y Jacobo lo tuvo que sostener.

— Claro que no. – Susurro Jacobo.

— Los veo más tarde chicos. – Les dije antes de sonreír apenado.

La situación incómoda solo término cuando ellos se fueron, entonces pude subir a bañarme y vestirme, mientras M hacía lo mismo intente llamar a S, pero no me contesto. Suspire frustrado y le mande un mensaje llámame pronto, luego me arroje en el sofá para esperar. Mire el techo fijamente y apreté los ojos con fuerza, esperando poder olvidarme de todo aunque sea un instante, un solo momento. Parece que últimamente eso es lo único que espero, es lamentable.

— Tú. – Pero claro, eso no era posible, mire a Bruno de mala gana.

— ¿Si, jefe?

— Toma. – Me arrojo un sobre que atrape en el aire.

— Muy amable.

— Es tu paga de este mes y trabajo, háganlo cuanto antes.

— Entendido.

— ¿Por qué lo estás fastidiando? ¿Acaso te gusta someter personas? – Le preguntó M y se sentó en el sofá.

— No tengo esa clase de pasatiempos, y aunque no me agrade este chico, realmente estamos saturados de trabajo.

— ¿Y los demás? Tenemos muchos chicos aquí.

— Sabes que estamos tomando medidas por lo que paso.

— De todos modos es un fastidio, verificar quién es de confianza y quién no. – Puso un cigarro en sus labios y después de encenderlo me tomo la mano para acercarme.

— Tú también tienes trabajo, no te desaparezcas. – Advirtió Bruno.

— Vamos, no seas egoísta, estoy regresando justo ahora, me voy a encargar de todo ese trabajo después. – Me saco de la casa y cuando cerró la puerta me miro fijamente.

— ¿Qué pasa? – Le pregunté.

— ¿Por qué Bruno sospecha de ti?

— No tengo idea, simplemente no le gusto para nada, desde el principio.

— Tiene muy buena intuición. – Dejo escapar el humo del cigarro.

— ¿Crees que lo descubra?

— No sabría decirte, hay una posibilidad media, pero no importa lo que pase, siempre cuidare de ti. – Toco mi barbilla, desvíe la mirada y asentí.

— No estoy asustado, se que debería por toda la situación, pero no es así, tal vez no soy muy inteligente.

— Tienes razón. – Lo mire mal.

— Gracias. – Apreté los dientes.

— A mí me gusta cómo eres, no piensas mucho las cosas y eres impulsivo la mayor parte de tiempo; te cuesta esconder lo que sientes, eres un muy mal mentiroso, aun no sé cómo es que sigues haciendo todo lo que haces; pero Adrián ser impulsivo no siempre es malo, solo debes aprender a dibujar un límite y no dejarte llevar por completo, estás en un campo de batalla lleno de soldados dispuestos a matar y sobrevivir.

— Lo sé, la verdad es que, siento que me cuesta reconocer mis propias fortalezas y debilidades. Solo camino sin cuidado y me siento bastante impresionado de seguir vivo, no sé si venir a este lugar fue la mejor forma de descubrirme o la vida que no había conocido; tampoco puedo decir que estoy arrepentido. Sigo intentando encontrar mi lugar aquí y en cualquier lado, me cuesta mucho entenderme a mí mismo, lo lamento.

— No lo lamentes, entiendo lo que dices y me gusta que me digas todo lo que piensas, así puedo apoyarte correctamente. No te comas la cabeza con nada por ahora, podemos ir a distraernos ¿Quieres ver a los chicos?

— Claro. – Asentí levemente.

— Entonces vamos con ellos, por unos tragos, a comer algo y jugar cartas.

— La idea me parece realmente buena. 


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