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Marioneta De Cristal por Satan666

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Notas del capitulo:

Espero que les agrade esta historia, es completamente original. Fue editada, por lo que si la seguías hace unos años, te recomiendo que las vuelvas a leer.   

Si me quieren apoyar en wattpad también subo mis historias en la plataforma.    https://www.wattpad.com/user/karenvruz  

También hice un trailer para esta historia en la plataforma de tiktok, espero les guste.    https://vm.tiktok.com/ZMeykhEHp/  

Mis otras historias están en proceso de edición. 

Capítulo IV. (S)

POV Adrián

Todos los días se aprende algo nuevo, eso es lo que suelen decir, y no puede ser más acertado. Hoy descubrí dos cosas nuevas, la primera: Cuando estoy con S no me siento yo mismo. Me explico, soy la misma persona, pero un poco más impulsiva, es obvio que mi sentido común, el juicio y la razón no existen cuando está conmigo. Así fue en aquel momento y así es ahora, es de verdad increíble. Lo segundo: Si pensaba que George manejaba como un loco, ya encontré a alguien que lo supera mucho. Enterré los dedos con tanta fuerza en esa moto, que cuando llegamos estaban de color azul.

Pero disfrute el momento con él, no hizo ningún comentario cuando le indique el camino a mi casa, se limito a conducir y yo a observarlo. Puedo disfrutar el silencio, tanto como una buena conversación, y ahora no hace falta decir nada, con la presencia de esta persona me basta. Estuve pensando tanto en él que me sentí como un idiota, porque aunque esperaba encontrarlo de nuevo, la idea de que siguiera interesado me parecía poco creíble.

Estoy confundido porque no hablamos de lo que paso antes, no sé qué somos o en qué situación estamos, pero tampoco quiero preguntarle algo como eso. No necesito un titulo, solo saber si pretende seguir en contacto conmigo como dijo. Llegamos tan rápido que se me hizo muy corto el viaje, así que cuando me baje de la moto estaba decepcionado. Aunque no quería apartarme de su lado, lo hice y lo mire sin saber que decir.

— Volveré a la cueva. – Le dije.

— Voy a pasar por ti mañana. – Me dijo, apreté los labios emocionado.

— Entonces, te voy a estar esperando.

— Entra a tu casa, está haciendo frío.

— De acuerdo.

— Toma. – Se quito la cadena del cuello y me la puso a mí.

— ¿Y esto? – Lo mire extrañado.

— Es para que sepas que definitivamente volveré por ti.

Aunque no pude entender lo que quiso decir con eso, me gusto mucho.

Sonrió de forma casi imperceptible, pero fui capaz de notarlo. Lo observe hasta que desapareció por completo de por la calle. Suspire y me prepare para subir hasta mi ventana, pero justo en ese momento un sonido ajeno a todos mis sentidos me hizo temblar del susto, al darme cuenta de que solo se trataba de mi teléfono reí de mi mismo. Estaba demasiado concentrado en todas mis emociones de esa noche.

Lo tome y al ver el nombre de la pantalla y las llamadas perdidas que tenía me puse nervioso. Me preparé mentalmente para las explicaciones, los gritos y el drama antes de atender, pero no pude pensar en nada razonable que decir cuando lo hice.

— George, lo lamento. – Susurré.

— Hasta que por fin atiendes el teléfono ¿Tienes una idea de lo preocupado que estaba Adrián?

— Lo siento mucho, es que todo se descontrolo un poco.

— ¿Dónde estás?

— En mi casa.

— No entiendo nada Adrián ¿Cómo es que llegaste hasta tu casa?

— Cuando todo se descontroló salí del local con un grupo de personas, y conseguí que me sacaran de la zona roja, tome un taxi hasta mi casa. – Es lo que se me ocurrió decirle. No es poco probable.

— Espérame.

— ¿Vas a venir? George, ya es bastante tarde y no hace falta. – Me colgó.

Me prepare para subir por el árbol que da justo a mi habitación y de alguna forma conseguí llegar hasta arriba yo solo. Me sostuve con fuerza y cuando abrí la ventana suspire aliviado de encontrarme a salvo y en perfecto estado. Lo primero que hice fue quitarme la ropa, me puse un mono y una camiseta; también me cepille los dientes y lave mi rostro. Estaba cansado y mis ojos se cerraban con el pasar de los minutos, pero si me quede esperando a George, fue porque sentía que se lo debía, por el mal rato que pasaron. Estaba cerrando los ojos cuando escuche la ventana y lo vi.

No sé qué debo decirle, porque aunque estoy de mentir no se me está dando mal, no quiero engañar a una de las pocas personas que me importan, y decirle la verdad tampoco es una opción. Contrario a lo que yo pensé que pasaría sus palabras me sorprendieron haciéndome sentir mucho más culpable.

— Necesitaba verte para poder dormir tranquilo hoy. No tienes idea de lo preocupado que estuve todo ese tiempo. No contestabas y comenzamos a pensar lo peor; tenias que esperarnos o buscarnos, no venirme por tu cuenta, si te pasaba algo malo nunca nos lo íbamos a poder perdonar.

—  George lo siento muchísimo, pero yo no estoy acostumbrado a esas cosas, me asuste y busque la forma de salir de ese lugar. Apenas fui consciente de la existencia de mi teléfono, y sinceramente no lo había escuchado sonar hasta hace un rato. – Le explique.

— Eso no justifica para nada de lo que nos hiciste hoy, pasamos el peor momento de nuestra vida, no tienes idea. – Suspiré.

— George, es cierto que nos hizo pasar un momento horrible, pero lo único que importa es que está perfectamente bien. Era lo que querías verificar, ahora vamos a dejarlo dormir. – Dijo Jacobo entrando a la habitación.

— Ya lo sé, es que no puedo hacer que esta sensación desagradable desparezca.

— Lo siento.— Dije de nuevo.

— Está bien Adrián. – Me dijo Jacobo y puso una mano sobre el hombro de George.

— Ya no vas a venir con nosotros a La Cueva. – Dijo George, no pude evitar molestarme por la amenaza.

— ¿Por qué?

— Es peligroso.

— No pueden prohibirme nada, son mis amigos, no mis padres. – Me deje caer sobre la cama.

— Tiene razón. – Dijo Jacobo.

— Si, tiene razón, pero yo no pienso llevarlo de nuevo.

— Está bien. – Le dije.

— Adrián nos encanta que salgas con nosotros, es solo que esta noche nos sentimos muy mal, la preocupación pudo más que los buenos pensamientos. – Dijo Jacobo, sé que de alguna forma trata de aligerar la situación con George.

— Aunque ustedes no me lleven, puedo encontrar la manera de llegar. – Los mire yde inmediato pude notar que George se molesto por ese comentario.

— Nadie va a la zona roja, eso lo sabes, a la zona roja solo entran los que viven dentro.

— Sí, eso lo sé.

— Se prudente. – Me dijo Jacobo.

— Voy a cuidarme, dejen de preocuparse por mí, lo más peligroso que haré esta semana aquí es estudiar con mi tutor a solas, ese sí es un verdadero problema.

— Voy a bajar. – Dijo George, no me miro nuevamente, solo se arrojo por la ventana, como si quisiera alejarse de mí y esta situación.

— Ya se le va a pasar. – Me dijo Jacobo.

— Lo sé, no puede estar mucho tiempo molesto conmigo, nunca ha podido.

— Adrián ¿Todo está en orden? Es que siento que actúas de forma extraña.

— Todo está bien, así que ya no te preocupes por mí.

— ¿Eso es nuevo? – Señalo mi cuello y no pude evitar alarmarme, por suerte el color de la camisa no permitía que la cadena brillara como lo hizo antes sobre el cuello de S.

— Sí, me la dio James hace tiempo. – Aclare mi garganta y puse el collar dentro de la ropa.

— Aunque me parece conocido. – Susurró.

— Jacobo, ya comprobaron que estoy bien, y la verdad estoy muerto de sueño...

— Es cierto, perdóname por no dejarte dormir, nos vemos pronto, ya verás que se le va a pasar la molestia a George, te llevaremos a La Cueva si quieres ir de nuevo, con la condición de que nunca más nos hagas esto.

— Está bien, creo que todos necesitamos ordenar nuestros pensamientos.

— Descansa.

— Cuídense, por favor.

— No nos va a pasar nada malo. – Me aseguro, y como siempre sonrió solo un poco de esa forma que me da tranquilidad, antes de desparecer por la ventana.

Suspire aliviado, puse una almohada sobre mi cabeza, sintiéndome derrotado sin haber dado batalla. La mente no me dejo recrear las cosas fascinantes de la noche, ya que el cansancio era mucho más fuerte que las ganas de revivir de nuevo todas esas emociones que me hacían sentir como una persona nueva, no paso mucho tiempo, y me quede completamente dormido, sin poder evitarlo.

...

Me desperté con un ligero dolor de cabeza y bastante confundido, cuando me senté en la cama y enfoque del todo bien la mirada lo primero que note fue que no estaba solo en la habitación, Arcadio estaba recogiendo la ropa que deje en el suelo cuando llegue en la madrugada, también estaba acomodando algunas otras cosas. Me puse de pie y su atención se dirigió hacia mí, él se inclino ligeramente y me sonrió.

— No era mi intención despertarlo joven, como lo siento.

— No te preocupes, yo me desperté por mi cuenta ¿Axel ya está por venir? – Estire los brazos sobre mi cabeza.

— De hecho joven, ya pasan de las 2:00 P.M.

— ¿Qué? – Lo mire sorprendido.

— Cuando el joven Axel vino esta mañana, usted estaba completamente dormido. Algo me dijo que lo mejor era dejarlo descansar, por eso le dije que usted no estaba en condiciones de recibir la tutela hoy, y lo mandé de regreso.

— Bueno, un día sin ver a ese hombre no es malo, la verdad.

— Le hice de comer ¿Quiere que le suba todo a la habitación?

— Si, por favor y mientras tanto voy a darme una ducha. – La necesito.

— Entonces, con su permiso.

— Espera Arcadio.

— ¿Si, dígame?

— ¿Por qué no me despertaste esta mañana? La verdad.

— Pensé que estaría cansado, ya que se acostó en la madrugada. – Nunca se le escapa nada. Le sonreí levemente.

— Gracias.

— Con su permiso. – Salió de la habitación.

Esta vez el sonido de mi teléfono me pareció algo que formaba parte de mi realidad nuevamente. Anoche casi sufro de un ataque de nervios por su culpa, porque olvide todo lo que tuviera que ver con mi vida diaria, estando con él. Lo sé, soy un adolescente muy extraño que no se interesa por su teléfono tanto como se supone debería hacerlo. Lo tome y pude ver un mensaje nuevo de un número desconocido, me senté en la cama antes de abrirlo y me vi sorprendido al ver quién era el propietario de ese mensaje.

Era Alice, la chica a la que ayude en La Cueva y con la que lleve una amena conversación antes de encontrarme con S. Sonreí al recordar que ella había anotado mi número en su brazo y prometió que me escribiría.

Puse el teléfono sobre la cama, decidiendo contestarle justo después de darme bañarme, necesito un ducha. Es difícil quitarse de encima este aroma tan particular de la zona roja, me hace sentir como si estuviera despertando de un sueño o una pesadilla. Deje el agua de la ducha correr para que se calentara y entre. Me tome el tiempo necesario para lavarme tanto el cuerpo, como el cabello. Salí del baño y puse una toalla en mi cintura, fue entonces que me di cuenta de que mi presencia no era la única en la habitación, con el corazón en la garganta lleve la mirada por todos lados, pase saliva tan pronto me di cuenta del intruso sobre mi cama.

Estaba acostado como si eso fuera lo más casual del mundo.

— Nunca dude que vendrías a buscarme, te lo juro. Pero la verdad es que no esperaba verte justo ahora, y menos de esta forma. – Sincere.

— Te llevo esperando hace un par de minutos, tu cama es cómoda.

— Puedo ver que te sientes bastante cómodo. – En ese momento me di cuenta de que el aroma de S quedaría completamente impregnado en la cama, sonreí.

— Te ves bien. – Me dijo, paseando la mirada sobre mi cuerpo de pies a cabeza.

— Creo que mejor me voy a vestir.

— Aquí te espero.

Tome del armario lo primero que pude ver y entre al baño nuevamente para comenzar a vestirme de prisa. Es ridículo pensar en la idea de que el hombre que me tiene vuelto loco desde hace un mes esta acostado sobre mi cama, pero es cierto. Supongo que debo acostumbrarme a la idea de que este tipo de cosas van a seguir pasando. Me mire en el espejo mientras sujetaba mi cabello y note el cansancio en mi rostro, mis ojeras nunca estuvieron peor que ahora. Pero la ropa fue una buena elección. Tengo una camisa de color azul oscuro, manga corta, un pantalón negro descolorido y me puse los converse de nuevo.

— Me estaban por subir la comida ¿Vas a esperar que termine?

— Muy bien, chico que no me tiene miedo.

— Ya sabes mi nombre. – Le recordé.

— No es malo olvidar las tradiciones.

— Espera S. – Lo detuve cuando estaba a punto de saltar por la ventana.

— ¿Sí?

— Mis padres no están, solo acompáñame a la cocina.

— De acuerdo.

Salimos de la habitación, trate de no verlo demasiado, para no verme como un acosador, pero la idea de verlo caminando por mi casa era muy extraña. Él por otro lado, me mira fijamente sin ningún tipo de culpa o reparo. Sigo sin saber que le gusta de mí, pero tal vez mejor no saberlo y solo disfrutar el momento. Bajamos hasta la sala, busque a Arcadio con la mirada, pero no lo encontré, ni siquiera cuando entre a la cocina. Aunque mi comida estaba servida sobre una bandeja.

— ¿Tienes hambre?

— Estoy bien, no suelo comer demasiado.

— El cigarro. – Mencione preocupándome de que fuera la causa de eso.

— No te preocupes. – Suspiré.

— Entonces espérame un rato. – Le dije comenzando a comer.

— Esto parece más un hotel que una casa, supongo que pasas más tiempo solo en este lugar que con compañía.

— Si, es cierto.

— Debes estar acostumbrado.

— No me molesta la soledad.

— Yo nunca puedo obtenerla, los Red K son una familia, estar en un grupo siempre es lo más prudente para nosotros.

— ¿Por qué otras personas los buscan?

— Muchos quieren venganza. – Me miro a los ojos.

— Son asesinos. – Lo dije en voz alta para hacerme la idea, él solo sonrió levemente.

— No te voy a hacer daño y mucho menos dejaré que te pase algo.

— No tengo miedo estando contigo, supongo que cuando veo a los demás si me pongo nervioso, porque no es mi mundo, no estoy acostumbrado a todo lo que veo allá.

— Los Red K no te van a hacer nada, si te hacen algo, es como si me lo hicieran a mí.

— Oliver menciono algo sobre eso ¿Es alguna clase de ley? – Le pregunté.

— Incluso en los barrios tenemos nuestras reglas.

— Ya termine de comer. – Se me quito el apetito.

— Vámonos.

Camine hacia la salida con él siguiéndome los pasos de cerca. Solo estaba observando la casa, así que lo deje entretenerse mientras buscaba a Arcadio, no pude dar con él, así que tome una libreta en la que solemos anotar números de teléfono cuando alguien llama, y le deje escrito que no volvería hasta la noche, probablemente.

Justo antes de salir deje la nota pegada en la puerta, para que pudiera verla y no se preocupara cuando no me encontrara por la casa, es algo que estoy acostumbrado a hacer, avisar mi lugar de estancia, porque me educaron de esa forma. Por un lado siento que es mejor que no nos consiguiéramos con él, ya que no estoy listo para que nadie vea a S, porque su apariencia es intimidante, y su mirada demasiado fría, como la de alguien que esconde demasiados secretos. Aunque ante mis ojos, es perfecto así mismo.

— ¿Tienes niñera? – Preguntó, supongo que le parece divertido.

— Mayordomo.

— Ah, como en las películas.

— Él me crio, es como un padre para mí.

— ¿No es de esos que planean quedarse con tu fortuna?

— Creo que ves muchas películas.

— Solo estoy acostumbrado a verle el lado negativo a todo y a todos.

— ¿Puedes ver cosas negativas en mí? – Me miro.

— No, eres completamente diferente, brillante, y con un punto de oscuridad.

— ¿Qué?

— Adrián, hay mucho de ti que todavía no despierta, lo vas a descubrir con el tiempo, solo espero que nunca dejes de ser brillante, espero no oscurecer tu mundo.

— No creo... — Y si así fuera, quiero correr completamente el riesgo.

Llegamos hasta la moto, y me subí sin protestar, aunque debo admitir que el miedo que se apodera de mí sigue presente, me siento tranquilo cuando estoy con George o con S. Tan pronto se acomodó y subió para arrancarla, enterré los dedos de nuevo en el metal y coloque mi nariz sobre su espalda, aspirando su aroma, una mezcla de menta, perfume y cigarro.

Cerré los ojos para no marearme por el trayecto, puedo sentir como el viento golpea mi rostro, así que no dudo que este manejando como un loco. Pero en el fondo sé que no nos pasara absolutamente nada. Por eso es mejor dejarme llevar por el momento y solo vivir; como me dijo mi amigo. No quiero morir lleno de arrepentimientos por tener una vida aburrida, llena de seguridad y pocos riesgos.

— ¿Vamos para La Cueva? – Le pregunté, esperando que pudiera escucharme.

— En realidad, quería llevarte a mi casa.

— ¿Qué? – Lo mire sorprendido.

— Los Red K vivimos un poco diferente del resto de la gente en la zona roja. Tenemos un sector que es solo nuestro, es un lugar para reunirnos y muchos tienen sus propias casas, pero la mayoría vivimos juntos. Aunque antes de entrar a la zona roja tenemos que comprar algunas cosas.

— De acuerdo. – No puedo hacer más que estar de acuerdo, ya que no puedo solo decirle que tengo miedo de conocer a su gente y su mundo, cuando no quiero que se aleje de mí.

Nos detuvimos en una zona comercial en el centro, bastante concurrida. Se bajó de la moto y espero a que yo hiciera lo mismo, aparto un poco de cabello de mi cara y luego sonrió de forma imperceptible. Me gustaría poder leer sus pensamientos, ya me di cuenta de que no es un hombre de muchas palabras.

— Espérame aquí y no hables con nadie.

— Está bien.

— No tardo mucho. – Y se alejó caminando rápidamente, lo perdí de vista a causa de la gente.

— ¿Adrián? – Me llamo una voz conocida, busque con la mirada al dueño, y cuando di con él tuve sentimientos encontrados.

— James. – No siempre te consigues a tu ex novio en la calle y tan pronto.

— ¿Qué estás haciendo aquí?

— Estoy con alguien, lo estoy esperando.

— ¿Un amigo?

— No precisamente.

— ¿Entonces?

— Él es mí... — No estoy seguro.

— Listo. – Escuche la voz de S y me estremecí de los nervios; me observo y luego a James que nos miraba con una expresión de pocos amigos.

— ¿Entonces es tú qué? – Siguió preguntando James, yo solo mire a S.

— Soy su novio. – Dijo S, y pude sentir en ese instante como si alguien me hubiera golpeado en toda la boca del estómago. Fue una sensación dolorosa y placentera, generada por los nervios.

— Sí, es mi novio. – Confirme la declaración, intentando no verme como un estúpido.

— Es imposible que este chico... — Comenzó a decir James, pero se calló tan pronto los labios de S presionaron los míos con fuerza, me sorprendí tanto que no reaccione hasta que se separó.

— ¿Qué decías? – Le preguntó S mirándolo como si fuera poca cosa. Por alguna razón sentí un poco de lástima por James.

Como si un venado estuviera enfrentando a un león.

— ¿Te volviste loco Adrián? ¿No es este tipo de la zona roja? – No pude entender como lo supo hasta que vi la cadena en el cuello de S, como la que me había dado, pero diferente.

— También es un Red K. – Le dije y James se puso pálido, luego se apartó lo más rápido que pudo.

Parece que todos son capaces de ver lo peligroso que es este hombre, menos yo. El asesino que forma parte de su persona, su mundo lleno de dolor y angustia. Pero yo no puedo verlo del todo bien, supongo que una parte, la otra no puedo verla, me siento seguro a su lado, es un extraño muy conocido, es parte de mí desde que lo vi, y a pesar de que siempre fui una de esas personas que cree que las cosas más inimaginables pueden ocurrirle a quien sea, nunca espere verme atrapado en esta novela y mucho menos conmigo de protagonista; tengo miedo y al mismo tiempo, estoy esperando mucho de ello.

Quiero saber si ese punto de oscuridad va a terminar expandiéndose y dejará salir al mundo a un nuevo Adrián o si conservare toda mi luz. 

Notas finales:

Les agradezco por leer, espero que disfruten esta historia. Preguntas, dudas y sugerencias en los comentarios.


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