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Marioneta De Cristal por Satan666

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Capítulo LII. (Registro)

POV George

 

—Ese de allá tiene cara de sospechoso.

— Darío, según tú todos tienen cara de sospechosos. — Le dijo Jacobo.

—Lo que no entiendo es porque tenemos que buscar a un posible traidor en este restaurante. — Susurré.

—Porque el muerto de Darío le dijo que el supuesto traidor que conocía Simón trabajaba en este lugar. — Dijo Adrián.

— ¡No está muerto! — Gruño Darío.

—Bueno, pero ¿Por qué Bruno quiere que busquemos información? Estaban intentando sacar información de los Red K, no tiene nada que ver con nosotros. — Pregunté.

—Buena pregunta, no tengo idea, no me lo dijo. — Explicó Darío.

—A mí tampoco me lo dijo, solo que tenía trabajo para mí. — Suspiro Adrián.

—Esto es muy extraño.

— ¡Oigan camareros! ¡Acabo el descanso! — Grito el jefe de servicio.

—Vamos camareros. — Les dije y tome la libreta. Camine fuera del área de descanso.

—Volveré a la cocina. — Dijo Adrián.

 

De alguna manera, Bruno logro meternos a trabajar en un viejo restaurante del centro que estaba con falta de personal, y a Jacobo, Darío y a mí nos dieron el puesto de camareros; Adrián estaba en la cocina lavando los platos. No nos dieron más instrucciones que intentar buscar información sobre todas las personas que en algún momento trabajaron en este lugar, porque el supuesto chismoso que conocía Simón y que planeaba traicionar antes de que lo mataran, había trabajado aquí. Básicamente tenemos que llegar a todos los registros de los trabajadores.

Ya que una de las personas en ese sistema es de la que el chico estaba hablando.

Sin embargo; las circunstancias no terminan de aclararse en mi cabeza, si bien es cierto que debemos descubrir que fue toda la situación que desencadeno la muerte de ese chico, no sé porque estamos investigando algo que le concierne a los Red K. Lo único que pienso es que tal vez exista información que desconozcamos ¿Puede que esa persona también tuviera acceso a información de los Halcones? En ese caso tendría mucho sentido lo que estamos haciendo ahora, en este lugar.

Me moví por todas las mesas llenas y atendí las órdenes de los clientes, que fui a dejar a la cocina. El plan era que uno de nosotros se perdiera durante un rato y buscara todo lo que necesitábamos, pero como el jefe de servicio estaba vigilándonos, nadie había tenido la oportunidad de zafarse de los deberes del restaurante el tiempo suficiente.

Descansamos cuando al final de la tarde ya no había clientes para atender, y me acerque a los chicos para coordinarnos y salir del deber lo más rápido posible. Darío estaba recogiendo los platos vacíos de una mesa y dejo caer un vaso, se cortó la mano cuando se agacho para recoger los cristales. Nosotros nos acercamos preocupados, se disculpo y fue al baño para limpiarse.

Me asome a la cocina para ver a Adrián, que estaba moviendo la mano despacio y tenía el teléfono en su oreja, sujetándolo con el hombro para que no se le cayera.

 

— ¿Qué estás dónde? — Preguntó. — ¿En una reunión? ¿Por qué? No entiendo nada M. Bueno, hablamos más tarde, por favor no pelees con él, y tampoco dejes que pelee contigo. Bien, nos vemos.

— ¿Todo bien? — Le pregunté en cuanto colgó. Se asusto y me miro verificando dos veces si se trataba de mí.

—Sí, casi haces que me de un infarto. — Susurró.

— ¿Paso con… ese?

—Esta con Bruno en una reunión, con los Red K.

— ¿Ah, sí? —Lo mire arqueando la ceja.

—Eso parece, pero no me dijo por qué. — Termino de lavar los platos y suspiró agotado.

— ¿Estás preocupado? —Le pregunté.

—No mucho.

—Todo estará bien.

—Gracias, George. No tienes que esforzarte tanto en hacer esto por mí. — Sonreí un poco, sintiéndome culpable.

— ¿Tanto se nota el esfuerzo? — Le pregunté, antes de cruzarme de brazos.

—Se nota bastante. Se que él no te gusta, no te preocupes. — Suspire aliviado.

—De acuerdo. Solo quería hacer un esfuerzo por ti.

 

Pero Adrián estaba hablando de otra persona en esa conversación “Por favor no pelees con él” estoy seguro de que esas fueron sus palabras ¿De quién más está hablando exactamente? Si ellos están en una reunión con los Red K, no puede ser ninguno de ellos ¿Cierto? ¿O…?

 

—Adrián ¿Te puedo hacer una pregunta?

—Por supuesto, George. — Dejo lo que estaba haciendo y me miro.

— ¿Amor o amistad?

— ¿Qué?

—Si tuvieras que tomar una decisión importante y te entregan estás dos opciones, para digamos… mantener contigo el resto de tu vida ¿Cuál elegirías? — Lo mire apretando los labios, nervioso.

—Es una pregunta un poco complicada ¿No te parece? — Se recostó del mesón bajo el fregadero. 

—Para mí no es complicado, siempre van a ser ustedes.

—Para ser justos, tienes ambas situaciones en una persona. — Todavía tiene presente que siento algo por él. Que incómodo.

—Tienes razón. Pero de todos modos me gustaría escuchar tu decisión.

—No sería capaz de elegir, porque no quiero perder a nadie ¿Soy un egoísta? — Me miro con una sonrisa de culpabilidad.

—No, no lo eres. Lamento haberte hecho esa pregunta.

—Está bien, no me molesto la pregunta. Simplemente, soy malo para las relaciones humanas y todo lo que traen consigo, siempre son muy complicadas.

—Puede que antes fuera el caso, pero ahora no es así.  

— ¿Por qué lo dices? — Preguntó.

—Porque no estoy ciego.

—Oh.

— ¿Eso qué quiere decir? — Lo mire fijamente.

—Es la primera vez que me enfrentas así. — Se encogió de hombros.

—No es verdad, yo… supongo que es cierto.

 Nunca le hablo mal o de manera poco agradable. Mi actitud para él siempre fue otra distinta que para los demás, pero ahora que lo sabe todo, puede que mi subconsciente me este ayudando a verlo nada más como mi amigo. Me gustaría que ese fuera el caso.

—Entonces ¿Piensas que tengo una gran vida social? Solo los tengo a ustedes y es verdad que me llevo bien con algunos chicos, pero es solo eso. Pienso que el hecho de estar bajo los ojos de todo el mundo no es nada bueno; y mucho menos conociendo nuestro trabajo.

—Tienes… razón. — Me aclaré la garganta.

—Gracias por tenerme siempre es buena estima, eso siempre ha sido importante para mí, pero ya no soy el chico bueno que depende de sus amigos para saber sobre el mundo. Ya lo conozco y es bastante difícil de vivir en el.  

— ¿Te arrepientes de estar aquí? — Le pregunté, lo pensó durante un momento.

—No, no podría. Es cierto que hasta ahora pase muchas cosas que me gustaría poder olvidar, pero si me arrepiento de las decisiones que tomo o lo que hago, la tortura mental será mucho peor. No soy la misma persona que era cuando llegue, pero tampoco me siento como alguien diferente. Supongo que es difícil de entender, también me convertir en alguien complicado. —Sonreí levemente y negué.

—Puedo entender. Si tú y Jacobo están bien, yo también.

—Gracias George, para mí ese también es el caso.

—Chicos nos vamos después de que Darío salga del baño, pueden recoger todo y cambiarse. —Nos dijo Jacobo, asomándose por la puerta de la cocina.

—Vamos. —Le dije a Adrián y asintió.

— ¿Qué le paso a Darío? Nunca entra a ningún baño público.  — Preguntó Adrián.

—Se corto la mano recogiendo un vidrio del… espera, ahora que lo pienso ¿Desde cuándo Darío es tan descuidado? —Nos dijo Jacobo y los tres nos miramos.

—Diablos, yo voy. —Dijo Adrián y se fue corriendo al baño.

 

POV Darío

 

El día siguió transcurriendo y no nos dieron oportunidad de hacer ningún tipo de movimiento que no estuviera bajo la vigilancia del hombre con complejo de superioridad que nos supervisaba desde que pusimos un pie en el restaurante. Yo no lo juzgo, porque si nos viera por los ojos de otras personas también sospecharía sobre nosotros, y es que no puede existir tanta gente perfecta en el mundo sin que sean sospechosos de algo.

Eso se sabe.

Así que en un intento de poder conseguir algún progreso el día de hoy, actué de manera bastante sutil el resto de la tarde, hasta que termino nuestro turno. Entonces vi una posible oportunidad y deje caer un vaso para poder cortarme la mano y salir de la supervisión ajena. Entre al baño por un instante para limpiar la sangre y por el momento me cubrí la mano con un pañuelo. Me asome a los lados cuando me asome por la puerta hacia el pasillo y camine pasando la habitación de descanso, el depósito del restaurante y finalmente la sala de administración.

Gire el pomo de la puerta con sumo cuidado y como había estado esperando, estaba cerrado. Busque a los lados para encontrar algo que me sirviera para abrir la puerta, pero no encontré nada que me fuera de utilidad. Escuche voces y me vi obligado a regresar a la puerta del baño. En ese instante me encontré de frente con Adrián, que me estaba mirando como si supiera todos los malos que pude cometer en mi vida.

—Darío ¿Qué hiciste? —Me preguntó.

—Por el momento nada, no pude. —Tome su mano y lo jale hasta el área de descanso en dónde estaban todas nuestras cosas.

—Entonces teníamos razón, eso fue a propósito. —Señalo la mano que estaba mal vendada.

—Por supuesto, no soy un idiota. Solo un poco impulsivo. —Gire los ojos y me cruce de brazos.

—Lo único que importa es que estas bien ¿Pudiste ver algo?

—Encontré la habitación dónde es posible que estén todos los expedientes que buscamos, pero está cerrada, no encontré nada para abrirla; incluso eso me tomaría un rato.

—Entonces supongo que tendremos que prolongar nuestro trabajo en este lugar. — Suspiró.

—Sí, pero mañana conseguiré abrir esa puerta. Te lo prometo.

—Vamos a cambiarnos.

Nos cambiamos la ropa y tomamos nuestras cosas antes de salir y encontrarnos con George y Jacobo. Mientras caminamos hacia el estacionamiento del lugar, donde estaban estacionadas las motos, les explique a los chicos lo mismo que a Adrián. Me sorprendió el hecho de que no se dieran cuenta inmediatamente de que todas mis acciones habían sido meditadas para un propósito.

Supuse que todos habían estado demasiado distraídos.

Regrese con Jacobo y Adrian con George. Llegamos a la casa en la noche y todos entramos a descansar, pero había que darle algún tipo de reporte a Bruno sobre el progreso del día y por eso yo me quede abajo durante un rato en su oficina, hablando con él. Lo mire trabajar por una hora y me levante cuando sentí los ojos tan pesados que era difícil mantenerlos abiertos.

Subí y me di una ducha antes de cambiarme por ropa mucho más cómoda; me recosté y Adrián se sentó sobre mi cama para limpiar el corte de mi mano mucho mejor, y luego me vendo la mano. Se levanto para ir a acostarse, pero sujete su mano para que se quedara conmigo. Algo me dijo que de esa forma, con su compañía, esa noche no tendría pesadillas.

 

POV Adrián

 

Me desperté mucho más temprano de lo que hubiera querido, el día apenas comenzaba a aclararse. Mire a Darío dormir durante un minuto y me levante para bajar a la cocina muerto de sed. Tome una botella de agua de la nevera y la baje completa.

El único sonido era el de los carros a la distancia y el zumbido de las luces que estaban encendidas. Estaba completamente sumido en mis pensamientos, así que cuando alguien puso la mano sobre mi hombro, se me helo la sangre.

 

— ¿Estás bien? Te ves un poco pálido.

—M, mierda. Creo que casi me muero de un infarto.

— ¿No me escuchaste venir?

— ¡Nunca lo hago!

—No grites, los demás siguen durmiendo. —Sonrió y tomo mi mano para acercarme y abrazarme. Me deje hacer.

—Espera ¿Acabas de llegar? —Lo mire mal.

—Bruno me mando a trabajar, después de que terminó la reunión, no te preocupes no hubieron fallecidos. —Sonrió y camino hasta la nevera por una botella de agua que también se bebió de golpe.

— ¿Vas a contarme de que fue todo eso?

— Más tarde, ahora sigue durmiendo.

—No quiero dormir, mejor quédate conmigo. Espera, es mejor que descanses.

—Estoy bien, estoy acostumbrado a estos horarios. Pero si de verdad quieres estar conmigo vamos a la habitación, me daré una ducha y dormiré unas horas, para tu paz mental.

—Eres muy amable. —Lo mire fastidiado.

—No te molestes, mis momentos favoritos son los que tengo cuando descanso contigo.

Subimos hasta su habitación y me recosté en la cama mientras él tomaba una ducha. Lo mire salir con la toalla y desvié la mirada en un punto fijo de la pared. Lo pude escuchar reírse de mí.

— ¿Estás nervioso por lo de la última vez?

—Claro que no.

—Eres un terrible mentiroso. —Me senté y le arroje la almohada en la cara.

—No voy a hacer nada que no quieras. Eso no me haría sentir bien de ningún modo. —Apreté los labios.

—Deja de ser malditamente perfecto. —Dije entre dientes.

—Por cierto, no me preguntes como, pero parece que los Red K están en el mismo punto que nosotros. Ya saben todo de lo que estamos al tanto. —Dijo mientras comenzaba a vestirse.

— ¿Qué dijeron exactamente? —Le pregunté.

—Ronald quiere acabar con todo esto de inmediato, así que está bien dispuesto a trabajar con quien lo considere necesario.

— ¿Y eso nos involucra?

—Exactamente.

—Eso no es bueno para mí.

—Te mantendré tan lejos del asunto como me sea posible.

—Te lo agradezco, pero también me sentiré ansioso por saber que sucede.

—Nunca puedo mantenerte contento. —Se recostó a mi lado y me acaricio el cabello.

—Lo lamento, soy una persona complicada. No sé lo que quiero y por eso tengo todos los problemas que tengo.

—No creo que eso sea cierto, tú sabes perfectamente bien lo que quieres. —Estiro la mano para acariciar mi mejilla y la tome entre las mías.

—Perdóname.

—No hay nada que perdonar. Voy a dormir unas horas, si tienes que trabajar con los chicos, no te preocupes y solo vete.

—Entendido.

 

Me quede observándolo dormir por una hora y me levante de la cama con mucho cuidado, para no despertarlo. Camine hasta mi propia habitación y encontré a Darío despierto, cambiándose.

 

—Estaba por ir a buscarte. —Me dijo.

—No sabías dónde estaba.

—Creo que es bastante evidente. —Me miro aburrido.

—Qué vergüenza. —Tome mi toalla y camine hasta el baño para darme una ducha.

 

Después de bañarme y cepillarme los dientes, regresa a vestirme y tomar todas mis cosas, antes de bajar a la cocina. Estuve a punto de entrar, pero las palabras que escuche me dejaron clavado en la puerta.

 

— ¿Cuándo le vamos a decir a Adrián? No me gusta esconderle nada. Los secretos de torturan mentalmente hasta que te vuelves loco. —Dijo Jacobo.

—Se lo diremos cuando tengamos la oportunidad de relajarnos, y salgamos de todo este trabajo. —Le dijo George y puso una taza de café en frente de él.

—Gracias.

—No es nada, tienes que comer bien, se nos viene un día pesado.

 

¿Más secretos? No es como si pudiera sentirme incómodo o mal por eso, yo soy el príncipe de los secretos. Sería el límite de la hipocresía. Y mis amigos tienen derecho de guardar secretos entre ellos… correcto.

 

— ¡Estoy listo! ¿Dónde se metieron? —Aviso Darío bajando por las escaleras y llegando al piso de la sala.

— ¡En la cocina! —Le dijo Jacobo.

— ¿Adrián que estás haciendo? — Darío me miro arqueando una ceja.

—Cuestionando porque mi vida es tan complicada. —Susurré.

—Está bien, somos dos. Ven y come algo. —Tomo mi mano y me arrastro a la cocina.

—Buenos días. —Les dije a los chicos.

—Buenos días. —Jacobo me sonrió y George saludo con la mano.

—Me muero de hambre, alguien aliménteme. —Se quejo Darío.

—Yo me ocupo de eso, y quiero que terminen el trabajo hoy. — Dijo Bruno, haciendo acto de presencia en la cocina. Puso una bolsa de comida en la mesa y Darío la abrió para sacar la comida.

—Haremos todo lo posible por terminar hoy. —Le dijo George, antes de poner una taza de café en mis manos.

—Bien, yo tengo algunas cosas que hacer. Los veré en la noche con el reporte. —Aviso.

— ¿Algunas cosas? —Darío arrugo ligeramente la frente.

—Ya estoy listo, discúlpame. Me quede dormido. —Dijo M, apareciendo por la puerta de la cocina, terminando de vestirse.

—No hay problema, estaba comprando comida.

— ¿Qué es lo que van a hacer exactamente? — Les pregunté algo preocupado.

—Reuniones. —Dijo Bruno secamente.

—No te preocupes, nada peligroso, te veo en la noche. —Susurró M en mi oído y toco mi barbilla antes de salir.

—Estos andan en algo sospechoso. —Dijo Darío.

—Me dijo que no harían nada peligroso. —Le di un sorbo a mi café y me supo realmente amargo.

—No le creas, todos mienten. —Dijo Darío de mala gana. Los tres lo miramos con curiosidad.

— ¿Paso algo importante? —Le preguntó Jacobo.

—No vale la pena saberlo.

—De acuerdo…

 

POV Jacobo

 

Llegamos al restaurante y después de cambiarnos nos pusimos a trabajar de inmediato, porque el supervisor del personal seguía con el ojo puesto en nosotros.

Siempre me pregunte el por qué las personas no son mucho más cuidadosas con sus palabras o con sus acciones. Si bien es cierto que no puedes ir por la vida teniendo miedo, tampoco es bueno ser imprudente. Nunca sabes si esa persona que estas mirando mal, terminara con tu vida, porque desconocías el hecho de que lo que hacía para ganarse la vida, era asesinar a otros.

Incluso me da escalofríos la idea de que algo así suceda, y lo ridículo es que hacemos eso todos los días. No me considero una mala persona, pero supongo que soy mucho peor que eso. No me considero cruel, pero supongo que ante los ojos de todos los que murieron en mis manos, soy un demonio.

 

—Le quiero cortar el cuello. —Gruño Darío y apreté los labios por el simple hecho de imaginar el gesto.

—Creo que solo tiene una mala actitud, pasen de él, no creo que sepa quiénes somos nosotros; y si lo sabe, y por eso nos mira de esa forma, entonces ya saben lo que tenemos que hacer. —Dijo George.

—Entendido. —Susurré.

 

Hace algunos años la zona roja seguía siendo un tema prohibido para muchas personas, todos sabían que era un lugar con el que no debían meterse, si querían vivir en paz el resto de sus días. Las cosas han cambiado bastante, los que se arriesgan para entrar ¿Qué esperan encontrar? Antes era mucho más fácil trabajar, al no ser reconocidos por las calles; ahora muchas personas conocen lo que hacemos y quienes somos.

La cuestión es que solo reconoces a un asesino si formas parte de su entorno.

Tome la libreta y me puse a trabajar el resto del día, con la idea de terminar con el deber hoy. Me sentí inquieto por las acciones de mis amigos, porque sé que no son siempre los más discretos a la hora de hacer un trabajo, aunque confió en ellos.

Darío nos hizo señas para hacernos saber que tomaría acción por su cuenta, y pensé que de momento eso podría ser lo mejor. No hay que juzgar un libro por su portada, pero a la vista de cualquier persona, es solo un chico muy lindo.  Hasta que claro, lo escuchan cuando habla.

Cuando llego la hora de descanso me recosté en el mismo cuarto que usamos para cambiarnos, para poder relajarme unos minutos. Me quede en completo silencio hasta que sentí la presencia de otra persona, entonces lleve la mano en mi bolsillo, dónde tenía guardado un cuchillo.

 

—Adrián me asustaste. —Le dije justo después de abrir los ojos.

—Lo lamento, no quería ponerte nervioso, yo pensé que no había nadie aquí. —En ese momento me di cuenta de que guardo su celular en el bolsillo.

 

No fue difícil suponer que estaba a punto de llamar a alguien, y que no quería que ninguno de nosotros fuera capaz de escuchar su conversación. Al principio no me resulto tan extraño, pero luego se me cruzo esa idea que George tenia metida en la cabeza hace varios meses, sobre que Adrián estaba actuando extraño, que nos estaba escondiendo algo.

Mi pecho se lleno de ansiedad y apreté los labios.

 

—Adrian ¿Puedo preguntarte algo?

—Sí, adelante. —Se sentó a mi lado y me miro.

—Pues… ¿Qué no podrías perdonarle nunca a alguien?

— ¿Perdonar? Vamos a ver… —Apoyo la cabeza sobre sus rodillas y se quedo pensando durante un instante.

— ¿Podrías perdonar una muerte? —Apretó los labios y pude notar que paso saliva despacio.

—Depende del motivo. —Susurró.

— ¿La traición?

—Dependiendo de las circunstancias.

— ¿Las mentiras?

—Los seres humanos vivimos junto a ellas.

—Tienes razón. —Suspiré y lo mire de reojo.

—Tal vez estoy sacando mis propias conclusiones, pero George y tú deben tener algo que decirme.

— ¿Por qué lo dices? —Apreté la tela de mi pantalón.

—Porque ambos me preguntaron ambos bastante parecido con un día de diferencia, y eso no me parece tan raro. Lo que realmente me hace preguntarme si sucede algo es que me miran como si fuera un extraño ¿Hay algo que quieran decirme?

—Nada, lo lamento. No sabía que también te había preguntado cosas extrañas. Y nada va particularmente mal, es que cuando te miro, ya no pareces el mismo de antes.

— ¿Por qué? —Arrugo ligeramente la frente.

—Por tu mirada. No sé cómo te tomes lo que voy a decirte, pero tienes los ojos de un asesino, Adrián.

—Yo soy un asesino. Todos lo somos. —Asentí despacio.

— ¿Puedes vivir bien con ello? Creo que mi punto de todo esto es saber ¿De verdad estás bien ahora mismo? Me preocupo por ti.

—Algunos días estoy bien, otros días para nada, pero sigo de pie. Yo también tengo mis propias motivaciones para seguir el camino que me impuse a base de un impulso. Ustedes son parte de ello, es difícil, y sigo haciendo las cosas mal, pero al menos puedo verlos y saber que están vivos. Antes pasaba días sin verlos y no pasaba instante en el que pensara que algo malo les había pasado. Puede que este no sea el mundo perfecto para una persona como yo, pero es su mundo perfecto, el de todas las personas que me importan.

—Parece que ya somos adultos. —Me reí suavemente y parte su mano con la mía, gesto que correspondió sin problema.

—Lamento si los tengo preocupados por mí, pero estoy bien.

—Eso es lo único que me importa.

— ¡Chicos, los tengo! —Dijo Darío, entrando sin ningún tipo de cuidado a la habitación. Adrian y yo nos pusimos de pie de inmediato.

— ¿En qué momento…? —Comenzó a preguntar Adrian, pero Darío puso una mano sobre su boca.

—Yo soy excelente en todo lo que hago. Menos preguntas y más acción.

 

No pude evitar sonreír por las ocurrencias de Darío y justo en el momento que escondimos las carpetas, para asegurar todo nuestro trabajo; entro el supervisor bastante molesto, registrando con su mirada toda la habitación, en busca de algo sospechoso. Aviso de mala gana que se había acabado nuestro descanso y volvió a salir.

 

—Este como que necesita unas cuantas noches de amor para que se le pase ese mal humor. —Gruño Darío.

— ¡Darío!

— ¡Pero si es cierto!

—Basta, cállense los dos. Lo único que falta es que regrese y que realmente tengamos que callarlo. —Nos dijo Adrián y aunque no queríamos hacerlo, salimos a terminar el turno de ese día.

 

POV Adrián

 

— ¿Me vas a decir cómo fue que conseguiste esos papeles? —Le pregunté a Darío.

—Me tropecé con ellos. —Me respondió.

— ¿Estaban a la vista muy fácilmente?

—No, literalmente me tropecé con ellos. Logre a abrir la puerta con un cuchillo y cuando pase, la habitación estaba llena de cajas y papeles por todos lados. El polvo me hizo toser y tropecé con una caja, después de que me levante de mala gana, me di cuenta de que tenia la fecha de los documentos que estábamos buscando, no me detuve a ver todo eso, agarre cada bendito papel en esa caja y los reemplace por otros que estaban mal puestos. No fue difícil.

— ¿Crees que no se den cuenta?

—No tengo idea, pero no tenemos que regresar de nuevo. Adrián, si quieres sube primero con todo eso o llévaselo a Bruno, voy a ver a Juan abajo.

—Entendido.

 

Había olvidado que ese chico lleva días aquí encerrado, ya que no podemos dejarlo ir, pero no estoy seguro de que es lo que le van a hacer exactamente. Lo ignoro, porque por el momento no quiero pensar en nada más que tenga que ver con drama.

 

—Tú, tenemos que hablar. —Oh, Dios. Bienvenido el drama.

— ¿Sobre qué? Por cierto, esto es lo que conseguimos en el restaurante. —Le entregue las carpetas y asintió despacio.

—Necesito que seas mi guardaespaldas.

— ¿Qué? —Lo mire sin poder entender absolutamente nada.

—Mañana vamos a una reunión con los Red K y otras personas, necesito que me cuides la espalda; porque aunque te odio y bien lo sabes, eres muy bueno en lo que haces, tu puntería es algo con lo que debo trabajar ahora mismo.

—Oh.

No tuve nada mucho más inteligente para decir, imaginando la escena de mi novio y Ronald por un lado, yo con M y Bruno por otro, protegiéndolos de los Red K.

Pero qué día tan interesante tendremos todos mañana.


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