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Marioneta De Cristal por Satan666

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Capítulo LVI. (Entrenamiento)

POV Adrián

Me estacione y baje del auto antes de ponerle el seguro. Camine hasta la cafetería al final de la calle y entré de la forma más silenciosa que pude. Hice un breve recorrido por las mesas, hasta que ubique la correcta y me senté en frente de él.

—Lamento llegar tarde, estaba en el entrenamiento de los nuevos.

—No te preocupes, no llevo aquí mucho tiempo.

— ¿Qué está pasando Daniel? Estuve nervioso toda noche, no pude dormir. —Me quite los lentes de sol que tenía puesto, para que pudiera ver mis ojeras.

—Lo lamento, no quería ponerte nervioso. Es que no sabía con quien hablar o cómo lidiar con esta situación.

—No te preocupes, no fue solo tu culpa. —Me aclaré la garganta. Él asintió y le dio un sorbo a la taza de café que estaba sobre la mesa.

—Bueno, la verdad es que no sé por dónde comenzar.

—Espera, necesito café para poner mantenerme despierto. —Llame al camarero y le pedí una taza de café bien oscuro.

—Escúchame Adrián, no espero que creas todo lo que te diga, o que lo pongas en duda. Solo quiero pedirte que mantengas la mente abierta mientras le buscas sentido a lo que digo.

—Está bien, haré lo posible por entender todo lo que digas.

—Desde hace tiempo tengo una sospecha, no sé qué tan cierta sea, digamos que al principio me deje llevar por el instinto y gracias a eso comencé a prestar atención a los detalles pequeños que antes pasaban de todo desapercibidos. Voy a ir directo al punto para que puedas entenderme, se trata de Oliver.

—Aquí tiene. —Apareció el camarero con mi orden y Daniel guardo silencio mientras dejaban sobre la mesa la taza de café.

—Muchas gracias ¿Qué sucede con Oliver? —Le pregunté dándole un sorbo a la taza de café. El líquido bajo ardiendo por mi garganta.

—Tiene tiempo actuando extraño, así que comencé a prestarle más atención. Al principio pensé que solo eran ideas mías, pero mientras más tiempo observaba su actitud, me fui convenciendo de que realmente no estaba tan equivocado. No solo se trata del tema de su personalidad cambiante, es también un tema sobre todas sus acciones, son inusuales. Por ejemplo, habla con personas desconocidas para nosotros, algo que nunca había hecho antes, y sale bastante tarde, a veces no aparece por días y cuando le preguntamos que dónde estaba, siempre evade la pregunta ¿Estás entendiendo lo que quiero decir?

— ¿Qué Oliver puede ser el traidor que los Red K llevan buscando desde hace tiempo? —Le di otro gran sorbo al café.

—No tengo pruebas de ello. Pero desde que fui consciente de todo lo que te estoy diciendo no se me sale la idea de la cabeza. Ahora cada vez que estamos juntos, no me siento cómodo para decirle las cosas, al menos no como antes.

— ¿Por qué Oliver haría algo como eso? No estoy diciendo que no te crea, simplemente, intento entender toda la idea de la traición. Según tengo entendido, gracias a los Red K es que él consiguió un hogar, fueron Ronald y S los que lo levantaron cuando llego a este lugar ¿Se puede ser tan miserable?

—Sí, y sé que sabes que esta es la respuesta. Pero yo no estoy diciendo que todo esto sea cierto, es algo que me lleva dando vueltas en la cabeza hace mucho tiempo, no pude compartirlo con nadie por los vínculos de afecto que tienen con Oliver; sin embargo, estuve a punto de compartirlo muchas veces, pero siempre había algo que me reteñía de hacerlo, hoy agradezco no haberlo hecho. Necesitaba decírselo a alguien o mi cabeza explotaría.

— ¿Piensas que soy la persona indicada para escucharte? Debes confiar mucho en mí, y aunque la idea me gusta, también me asusta. Es mucha responsabilidad saber todo esto.

—Confió en ti completamente. Y lo sé, pero si tome la decisión de decírtelo, es porque sé que puedes ser capaz de soportarlo.

— ¿Y qué es lo que quieres hacer con respecto a esto? —Le pregunté antes de terminar la taza de café.

—Siento que la respuesta es bastante obvia, debemos conseguir pruebas. —Asentí. 

—Es cierto, para poder decírselo a Ronald o S, primero hay que conseguir pruebas de todo esto. Es bastante grave.

—Te estoy pidiendo ayuda, porque sé que desde tu posición puedes conseguir algo.

— ¿Desde mi posición? —Asintió.

—No es difícil que otras personas confíen en ti, además eres su amigo. No sé si contigo tenga el mismo trato que viene teniendo hace tiempo conmigo.

—No recuerdo que tipo de trato venimos llevando, porque siempre estoy concentrado en algo más cuando lo veo. Además, hay una situación que me hizo encender una alarma en lo que se refiere a él y su presencia. No lo había compartido con nadie, porque temía verme como si tuviera algún tipo de inseguridad injustificada.

— ¿A qué te refieres exactamente Adrián?  ¿Te gustaría hablar de eso?

—Bueno, me di cuenta de que ve a mi novio como algo más que un amigo. Ya lo comprobé, en varias ocasiones, entonces me siento extraño cuando estoy cerca de él. Siempre me trata bien y actúa con completa normalidad, pero últimamente cuando veo su cara me recuerda a las máscaras teatrales que sonríen y lloran, representando la comedia, el drama o la tragedia. —Pude ver que apretó los labios conteniendo una sonrisa.

—Pretendo seguir actuando de la misma forma, hasta que tenga pruebas para encender el detonador de todo este asunto ¿Quieres involucrarte conmigo o te dejo fuera? No tienes el deber de ayudarme por haberte dicho todo esto. Te lo dije porque necesitaba desahogarme, ya me siento mucho mejor.

—Gracias por confiar en mí. Te ayudare, tengo mis propios motivos, cómo pudiste haber concluido con todo lo que te dije. No busco venganza o hacerle daño a nadie, simplemente quiero cuidar la espalda de los chicos. Además ya estamos en una situación complicada, esto solo empeora las cosas.

—Sé que es cierto, pero si todo lo que sospecho es cierto, entonces puede que Oliver esté involucrado en el mismo problema de los triángulos, Simón y las sospechas que vienen dando vueltas hace tiempo.

—Diablos, me dieron escalofríos. —Susurré.

Después de que terminamos de hablar nos levantamos y caminamos hasta camioneta para regresar a la zona roja. Tuvimos cuidado de que nos vieran juntos, pero deje a Daniel en frente de la casa de los Red K, porque estaba ansioso después de todo lo que habíamos dicho y no quería dejarlo por su cuenta mucho más lejos. El cielo estaba bastante oscuro cuando entramos al territorio, por lo que no había casi nadie en la calle, pero ya que soy un experto para que siempre me sigan, tome la decisión de ser mucho más cuidadoso con todos mis movimientos.

Llegue a la casa y no encontré a nadie en la sala, por lo que subí directamente a mi habitación. Darío estaba bastante despierto y hablaba con George y Jacobo, que estaba sentados sobre mi cama. Apreté los labios y les sonreí para relajar mi propia tensión, con la que venía lidiando desde que salí de la cafetería.

—Hola chicos. —Salude.

—Ya nos estábamos preguntando dónde estabas. Es bastante tarde.

—Estaba en una cafetería del centro. Despejando la cabeza. —Me senté en la cama de Darío.

—Estábamos hablando sobre que Bruno tomo la decisión de integrar a los miembros nuevos al trabajo, antes de que terminen los entrenamientos. Para ser sincero, veo muchos puntos débiles en varios de ellos, no estoy seguro de que pretende hacer. Si nos terminan estorbando, va a ser un problema. —Me dijo George.

—Pensé que los integrarían después de finalizar los entrenamientos y una evaluación de nosotros. —Susurré.

—Nosotros pensamos lo mismo, no sé qué pretende Bruno, pero por el momento lo mejor es seguir órdenes. En caso de que no podamos trabajar con alguno de ellos, se lo haremos saber. —Dijo Jacobo.

—Pues, yo espero que ninguno me moleste, porque no me hago responsable de lo que le suceda.

—Darío, no puedes asesinar a ninguno de esos chicos. —Lo regaño Jacobo.

—Lo planeaba asesinarlos, solo asustarlos un poquito. —Se encogió de hombros y recostó su cuerpo sobre la cama, apoyando sus piernas sobre las mías.

— ¿Alguno de ustedes saber cuándo será la próxima reunión? —Pregunté.

—Creo que dentro de una semana ¿Por qué? —Me dijo George.

—Porque tengo que hacer algunas diligencias antes de que llegue ese día. Pero no es nada importante, no se preocupen.

— ¿Seguro?

—Completamente seguro.

En ese momento M entró a la habitación y todos volteamos a mirarlo. Supuse que se sintió intimidado, porque contuvo una sonrisa y se aclaró la garganta antes de hablar. 

—Me voy a bañar, luego regreso. —Aviso.

—Espera, voy contigo. Tengo que decirte algo. —Mire a los chicos y luego me puse de pie para salir de la habitación con él.

— ¿Ocurrió algo con tus amigos? —Preguntó.

—No, con ellos todo está bien. Pero quiero hablarte sobre otra cosa.

—Entonces vamos a bañarnos. —Sonrió complacido.

—Quita esa sonrisa, o te juro que soy capaz de bañarme todo vestido.

—No estoy pensando nada extraño. —Se encogió de hombros.

—Por supuesto.

Una vez dentro de la ducha le hable sobre la conversación que tuve con Daniel y las sospechas que teníamos presentes, me escucho en silencio y se limitó a lavarme el cabello mientras asentía.

—Una traición aquí se paga con la cabeza. O puede que le corten la lengua. —Forme una mueca ante esa imagen.

—En caso de que sea cierto y este ayudando al enemigo, puede que nos lleve a la persona que está detrás de todo esto.

—Sí, lo mejor es mantenerlo vigilado. Daniel siempre ha sido muy coherente, y no creo que este hablando solo por hablar.

—Aunque me preocupa todo lo puede pasar si es verdad. —Me acomodo debajo de la ducha para que el agua se llevara toda la espuma del champú.

—No te sientas culpable, cada quien cava su propia tumba en la zona roja. Fuera de este territorio hay muchas más alternativas, pero nosotros elegimos vivir aquí ¿Cierto?

—Correcto. —Susurré.

Tome el jabón para lavarle el pecho, el cuello, los hombros y la espalda. Él se dejó hacer en silencio. Pero no uno incomodo, ambos estábamos tranquilos y procesando todo lo que habíamos hablado, o eso supuse. Ya cuando estuvimos listos cerramos la llave de la ducha y nos vestimos en el baño. Bajamos a la cocina y me senté mientras él preparaba algo de comer.

—No sabía que ahora cocinabas.

—Estuve pidiendo algunos consejos. Siempre comemos en la calle.

—Es cierto, no sabemos cuidarnos. —Suspiré y me quede observándolo.

— ¿Por qué me miras así? —Sonrió.

—Solo… me siento más tranquilo cuando lo hago.

—Entonces sígueme mirando. —Mantuvo una sonrisa en los labios cuando estuvo cocinando y me sentí satisfecho de que esos detalles tan pequeños lo pusieran de buen humor.

— ¿Te puedo preguntar algo? —Susurré.

—Adelante.

— ¿Qué piensas de los chicos nuevos? ¿Bruno te dijo algo al respecto? —Apreté los labios con la idea de que no contestaría mis preguntas.

—Todos estamos realmente ocupados estos días, no solo el grupo de tus amigos, en realidad la mayoría de los Halcones están trabajando en ciertos proyectos, es por eso que la casa está bastante sola últimamente. Si una zona de un territorio se queda sola mucho tiempo, es malo. Esa situación nos puede poner en la mira de muchos grupos en la zona roja. Supongo que Bruno solo quiere tener el mayor apoyo posible mientras esto pasa.

—Pero esos chicos no parecen estar bien preparados.

—Lo sé, pude notarlo cuando los vi entrenado ayer y hoy. Tampoco entiendo porque no se tomo el tiempo de buscar personas mucho más eficientes, pero debe tener sus motivos ¿No crees? Puede que no te agrade del todo, pero si debes admitir que hace un buen trabajo dirigiendo esto.

—Sí, lo admito. —Dije entre dientes.

—Solo intenta relajarte, despeja tu mente, no toda zona desconocida te va a llevar hacia un abismo.

— ¿Qué sucede si estamos en una persecución o bajo ataque y no pueden lidiar con ello? Eso no haría completamente responsables, de sus muertes o todas las fallas que tengan, porque nosotros los estamos entrenando.

—Tienes razón, y no es justo. Pero es con lo que hay que lidiar por ahora. —Puso un plato de pasta en frente de mí.

—Gracias. —Tome el cubierto y comencé a enrollarla bajo su atenta mirada.

—Por cierto Adrián, ese chico ¿Cómo de llama? El que te sonríe mucho.

— ¿Denis? —Me metí el cubierto en la boca.

—Ese exactamente. —Aplaudió una vez con sus manos y me sobresalte.

— ¿Qué sucede con él?

—Si te sigue tocando como hoy, no te asustes si aparece sin manos. —Me ahogue porque estaba tragando cuando hizo ese comentario. Se levanto y me busco un vaso de agua, que me tuve que beber completo.

— ¿Por qué siempre debemos recurrir a la violencia? Seré más cuidadoso, aunque no creo que lo haga con mala intención. —Susurré y volví a tomar un poco de pasta con el cubierto.

—Las palabras no se llevan bien conmigo. Al otro lo soporto porque me guste o no llego primero que yo, pero esto no. —Me volvió a llenar el vaso con agua.

—De acuerdo, que no muera nadie, te lo pido. Seré completamente cuidadoso desde ahora.

—Gracias, voy a fumar. —Se levantó y lo tome de la mano.

—No te vayas, fuma aquí.

—Estás comiendo, no quiero incomodarte.

—Quédate conmigo. —Asintió y se volvió a sentar.

— ¿Todo está bien, cierto?

—Solo me siento ansioso. Mientras estés aquí, quiero que te quedes cerca de mí.

—Eso no es mucho problema. Siempre estoy cerca de ti. —Saco un cigarro de su bolsillo y lo encendió con la hornilla de la cocina.

—Por cierto M ¿Sabes que paso con el hombre que secuestramos? El obeso insoportable.

—Creo que todavía no tienen encerrado. Pensaron que hablaría bastante fácil, pero hay cosas que todavía no dice. Está pasando por una buena tortura.

Mi cuerpo se estremeció ante la imagen de que eso estuviera sucediendo. Ya que aunque el sujeto fuera desagradable en todo aspecto posible, yo nunca le desearía eso a otro ser humano. Aunque sea necesario para que nosotros podamos tener avances.

—No te preocupes mucho por eso. —Me toco la barbilla y le sonreí.

—No lo hago. Solo pienso tonterías.

—Termina de comer y a dormir.

—Sí, señor.

Me costó mucho dormir esa noche, porque no dejaba de darle vueltas a las tonterías que tenía en la cabeza. Pero lo hice después de relajarme contra su pecho, sintiendo el mismo aroma de siempre. En la mañana tome la iniciativa de ser mucho más optimista con respecto a todos los problemas en mi vida y de la zona roja, porque las desgracias no pueden durar para siempre ¿Cierto?

Baje con mucha flojera al entrenamiento, estaba mucho más dormido que despierto, pero por suerte los chicos si estaban bastante atentos a todos los movimientos de los miembros nuevos, incluyendo los que estaban a mi cargo. Sin embargo, aunque quise retirarme un poco de la vista de todos, uno de ellos no se dio cuenta de mis intenciones, o tal vez simplemente quiso ignorarlas. Recordé las palabras de M y me dieron escalofríos.

—Adrián ¿Puedes ayudarme a entrenar?

—Por supuesto. —Hice todo lo posible por caminar lejos de él.

Me mantuve a distancia observando sus movimientos y solo me acerque para hacerle alguna pequeña corrección cuando lo considere necesario.

—Mejoraste mucho.

— ¿En serio? —Sonrió bastante complacido y no pude evitar hacerlo también, porque me recordaba a un niño pequeño.

—Sí, pero está lejos de ser perfecto. Recuerda que un error puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. No podemos morir trabajando.

—Seguiré haciendo lo mejor posible.

—Sé que así será. Toma un descanso y seguiremos en un rato. —Asintió y se acercó a sus amigos para hablar con ellos. 

Me senté en medio del campo de entrenamiento y suspiré con cansancio. Mire mi mano, que ya tenía casi totalmente cicatrizada y cerré los ojos para pensar.

—Adrián ¿Estás bien? —Me preguntó Darío. Tuve que abrir los ojos para mirarlo y poder asentir de manera que él quedara complacido con esa muy limitada respuesta.

—Solo me quede pensando en tonterías ¿Pasa algo?

—Bruno quiere que nos familiaricemos con ellos, para poder trabajar mucho mejor y todo eso. No estoy muy emocionado con la idea, pero creo que hay que obedecer sin muchas quejas, al final somos los únicos que estaremos del todo beneficiados con esto.

—Supongo que es cierto. Tampoco me emociona mucho la idea, pero ¿Cuáles son los planes?

—Vamos a beber con ellos en La Cueva, no creo que estemos mucho tiempo. La idea es conocerlos mejor y que sientan que pueden confiar en nosotros.

— ¿Realmente pueden hacerlo?—Susurré.

— ¿Qué dijiste?

—Nada, estoy pensando muchas tonterías últimamente. Supongo que esos planes siguen después de entrenamiento ¿No?

—Exactamente, así que tan pronto termines ve a darte una ducha. Y si no te sientes bien, recuerda que puedes hablar conmigo. Soy tu amigo.

—Lo sé, gracias Darío.

—No me agradezcas. Voy a ausentarme un rato, iré a ver al chico que tengo en el sótano, no puedo dejar que se muera.

—Buena suerte.

Lo mire hasta que salió del campo de entrenamiento y sonreí con los labios, porque sin importar las situación, circunstancia o persona, Darío siempre seguía siendo Darío.

— ¡Denis! ¡Se acabo el descanso! —Le dije poniéndome de pie para poder continuar con la práctica.

Después de que acabamos subí a darme una ducha y me vestí con un mono negro y una camisa blanca de manga corta. Tome todas las armas y también las llaves de la camioneta. Busque a M por todos lados para avisarle, pero no lo encontré por ningún lado y supuse que estaba trabajando, lo que como siempre, me produjo ansiedad por el hecho de no poder controlar todos los pensamientos negativos.

Baje primero y espere a los chicos dentro de la camioneta, escuchando música y con el aire encendido. Pasaron varios minutos cuando comenzaron a salir de la casa y subirse conmigo. Primero Jacobo, después George y de último Darío. Los nuevos nos alcanzarían en La Cueva, porque llegarían con sus propios medios de transporte.

Me estacione lejos del local porque estaba completamente repleto. Así que nos bajamos y caminamos hasta la entrada abriéndonos paso entre los demás. Esperamos a los otros chicos durante un rato y pasamos al pasillo cuando todos llegaron. Subimos al segundo piso y George se encargo de conseguir una mesa para nosotros.

A pesar de que me sentía sin mucho ánimo, el ambiente estaba agradable. Así que también acepte tomarme una cerveza y cuando trajeron una baraja de cartas me metí a jugar en varias de las partidas para distraer mi mente. No fue tal malo como lo había imaginado, porque si nos estábamos logrando conocer mucho mejor con ellos. Pero evite todo lo posible interactuar con Denis, solo porque decidí tomarme en serio lo que dijo M y pensé que lo mejor era marcar distancia fuera de todo lo que no se refiriera a ayudarlo con su puntería.

A media noche ya me había tomado ocho cervezas, y aunque estaba mareado pedí la novena, solo porque cada vez estaba pensando menos en todos mis problemas, quería sentirme bien, y aunque lo estaba haciendo con un medio terrible, no me detuve. Pensé que si me volvía loco, los chicos se ocuparían de cuidarme. Pero estaba consciente, solo un poco mareado.

Tomamos la decisión de irnos cuando se hicieron las tres de la mañana. Yo baje primero porque quería entrar al baño, pero cuando llegue al primer piso se me hizo difícil moverme entre la marea de personas que se hacía cada vez más asfixiante. Termine chocando contra el pecho de alguien y me atormento la idea de que me hubiera tropezado con la persona equivocada y estuviera en problemas. No me sentía en condiciones de defenderme.

Sin embargo, cuando levante la vista me encontré a Ronald, que me miraba bastante preocupado, de esa misma forma paternal que siempre me regalaba y me hacía sentir mucho mejor. Suspiré aliviado y apoye las manos sobre su pecho para poder mantener el equilibrio.

—Adrián ¿Te encuentras bien?

—Estoy… perfectamente. —Le sonreí con los labios.

—Tienes el rostro completamente rojo. —Me puso la mano sobre la frente.

—Es que… creo que bebí demasiado.

— ¿Estás ebrio? Ahora no sé si reírme o preocuparme. —Me sostuvo.

—Estoy mareado, llévame al baño por favor. —Le pedí.

—Claro, sujétate bien de mi brazo.

Fue mucho más fácil pasar a través de las personas con Ronald, es mucho más alto que yo, su cuerpo está muy bien trabajado, por lo que los demás parecen pequeños a su lado. Y lo más importante es que todos aquí saben que de cierta forma está al mando de los Red K, aunque de manera no tengan un líder de manera oficial.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —Le pregunté levantando la voz para que me escuchara sobre la música.

—Trabajando, seguimos investigando. Hoy nos dividimos y me toco venir aquí para hablar con algunas personas que nos consiguen información.

—Ya veo… nunca dejan de trabajar.

— ¿Y tú qué estás haciendo aquí?

—Estoy en una clase de reunión de convivencia con algunos miembros de los Halcones, se supone que debemos conocernos mejor, y todo el mundo piensa que beber es la mejor forma de acercarse a alguien. —Me encogí de hombros.

— ¿Y entonces decidiste emborracharte? —Me miro arqueando una ceja.

—Dios, no me regañes. Solo quería dejar de pensar un rato, olvidarme de todo lo que me preocupa y me molesta. Pero sé que esta no es la mejor forma de hacerlo, no lo haré de nuevo.

—Me parece muy bien. Llegamos al baño, te espero aquí afuera.

—Gracias.

— ¿Necesitas que entre contigo? —Me miro preocupado.

—Estoy bien, espérame un momento. —Asintió.

Entré y me sostuve de las paredes para no caerme, apoye las manos sobre el lavamanos y deje correr el agua para tomarla entre mis manos y mojarme el rostro varias veces. Aunque era mínimo, pude sentir un cambio, y mi estado de conciencia se aclaro. Suspire y me mire en el espejo durante un momento, nuevamente me pareció el de un extraño conocido.

Después de tomarme unos minutos cerré el agua y me seque las manos antes de salir. Ronald estaba esperándome cerca de la barra y hablaba con una persona que me resultaba conocida, pero no pude recordar dónde lo había visto. Supuse que era uno de los muchos contactos de los Red K. Y como no sabía si estaban hablando algo que no querían que yo escuchara, me mantuve a la distancia hasta que terminaron y se fue.

Me acerque a Ronald mucho más compuesto y esta vez le pude sonreír.

—Me siento mucho mejor, lamento haberte preocupado. Tomaré una pastilla cuando llegue a la casa y dormiré profundamente.

—Es una buena idea. Por favor no sigas bebiendo.

—De acuerdo. Por cierto ¿Dónde esta S?

—Está en el centro con Daniel y Oliver. También están trabajando.

—Ya veo. — Apreté los labios y desvié la mirada, recordando toda la conversación con Daniel.

— ¿Estás bien? Pusiste una expresión muy impropia de ti. —Lo mire.

—Lo lamento, es que me duele la cabeza. Tengo que irme, los Halcones están por aquí y me deben estar esperando. Tampoco te quedes mucho tiempo, si puedes duerme unas horas, tienes unas ojeras enormes.

—Lo hare, gracias por preocuparte. Cuídate y llámame si se presenta algo. 

—Sí, señor.

Me volví a abrir paso entré las personas para poder llegar a la entrada del local y cuando lo hice pude ver a varios de los chicos cerca de la puerta.

— ¿Qué están haciendo? —Les pregunté, y algunos se sobresaltaron.

— ¡Adrián! ¡Aquí estás! —Dijo Denis.

—Si… ¿Me estaban esperando?

—Tus amigos pensaron que te había pasado algo, porque te perdiste mucho tiempo, ahora están buscándote allá dentro. —Apunto con la cabeza el mismo lugar dónde había luchado para salir hace un momento.

—No pienso entrar al infierno de nuevo. Espero que puedan llegar a escuchar el maldito teléfono. —Saque el celular y llame a Darío, pero no contestó.

—Puedo entrar a buscarlos. —Propuso Denis.

—No, es mejor que se queden aquí. Hoy están aquí los Red K. —Les dije, y ellos intercambiaron miradas.

Me cruce de brazos y los esperamos durante un momento, en pocos minutos apareció Darío, que estaba luchando por salir de un grupo de personas que lo estaban aplastando, y tuve que correr a darle la mano para jalarlo.

—Odio mi vida. —Dijo.

—Eso es un poco dramático. —Le quite algunos papelitos que tenia sobre el cabello.

— ¿Dónde estabas?

—En el baño. Me tarde porque a duras penas podía caminar hasta la puerta, pero estoy vivo, estoy bien.

—No sé si sentirme aliviado o golpearte. —Gruño. No pude evitar sonreír por su preocupación.

— ¿Y los chicos? Vámonos, la música solo empeora mi dolor de cabeza.

—Deben estar saliendo. Voy a tomar aire. —Asentí y lo vi saliendo por el pasillo.

—Chicos, deberían salir con él. Espérennos afuera. —Asintieron y me recosté de la pared mientras esperaba a George y Jacobo.

Salieron unos minutos después con un aspecto muy similar al de Darío, y contuve una risa mientras les explicaba que estaba en el baño, que no era realmente necesario que se preocuparan por mí. Pero ambos me miraron como si fuera un idiota y cerré la boca.

Salimos y tan pronto pisamos la calle, escuche el sonido de unos cauchos que se arrastraban contra el piso de forma brusca. Inmediatamente se escucharon dos disparos en el aire. Mi primer reflejo fue arrojarme al piso y proteger mi cabeza con los brazos. Se escucho un golpe sordo contra el piso y después de un momento, completo silencio.

Levante la cabeza preocupado para buscar a los chicos, todos estaban bien, la mayoría de ellos se estaban protegiendo detrás de algo o en el piso. Pero las personas que estaban paradas en la entrada comenzaron a gritar y correr por todos lados, a pesar de que los causantes del alboroto se habían ido. Después de un instante me levante lentamente, asegurándome de que mis piernas no estuvieran temblando.

Los chicos hicieron lo mismo y nos acercamos juntos a otras personas que no estaban tan mal para ver que había sido lo que provoco el golpe sordo contra el piso. No muy lejos, justo en medio de la calle estaba el cuerpo de alguien. Pase saliva y suspiré antes de acercarme para verlo. No pude reconocer si se trataba de un hombre o una mujer, porque su estado era lamentable.

Recordé a Simón y en qué condiciones estaba cuando vi su cadáver cuando lo encontré en el hospital. No me paso desapercibido el hecho de que el olor que desprendía era putrefacto, lo me indicaba que esa persona probablemente llevaba muerta un largo tiempo. Solo habían arrojado su cuerpo como si fuera basura para darnos otra advertencia.

La guerra seguiría su curso, tal como ellos querían.

—Dios mío. —Susurró Darío.

—Voy a llamar a todos. —Dijo George y se aparto para hablar por su celular.

—Voy a vomitar. —Dijo uno de los miembros nuevos y no llego demasiado lejos cuando le dio vuelta al estómago.

—Si son sensibles no se acerquen a ver esto. —Les advertí.

—Tenemos que llevarlo al hospital. —Me dijo Jacobo. Yo asentí.

—Sí, pero primero esperemos instrucciones. Estamos en una especie de trato con los Red K ahora mismo, tenemos que avisarles sobre esto. —Les dije.

—No hace falta, ya estoy aquí. —Dijo Ronald. Le di paso para que pudiera ver el cuerpo, y puso tan mala cara como todos nosotros.

El resto de los Red K se mantuvo a la distancia, porque nosotros estábamos cerca de cuerpo, y supuse que no querían comenzar una batalla de tensión o liderazgo. Los salude con un movimiento de cabeza y luego me concentré en Ronald.

—Supongo que vamos a llevarlo con Marcos para que pueda trabajar y darnos información ¿Alguno de ustedes pudo ver el auto que lo arrojo aquí? —Preguntó Ronald.

—Lo dudo mucho, dispararon y nos arrojamos al piso. —Le dije y asintió.

—Esperemos a Bruno. No sabemos si es de los suyos, de los nuestros o una víctima en este campo de batalla. Pero tomaremos una decisión. —Todos asintieron, porque Ronald tiene algo que simplemente te hace querer hacer todo lo que dice.

—Diablos, se me pasó la borrachera. —Dije entre dientes. Suspire y me aleje para caminar y despejarme.

Esperamos una hora antes de que todos comenzaran a llegar, incluso mi novio junto con Daniel y Oliver. Yo me mantuve apartado, porque ya había visto el cuerpo más que suficiente. Y a pesar de que parecía tener muerto varios días, había sangre fresca sobre su ropa y parte de su rostro, aunque estaba del todo destruido.

Alguien puso una mano sobre mi hombro y me estremecí de pies a cabeza, gire nervioso, y apoyando una mano sobre mi bolsillo, pero al darme cuenta de que se trataba de M me sentí mucho más tranquilo.

— ¿Te sientes bien? —Susurró.

—Estoy bien, ya lo vi. Está horroroso. —Sonrió con los labios, como si estuviera esperando un comentario como ese. Toco mi barbilla y se acercó para poder ver el cuerpo.

Me acerque al chico que había vomitado y me senté a su lado. Tenía muy mal semblante, y estaba evitando mirar toda la escena. Sentí un poco de pena y puse la mano sobre su pierna para darle ánimo. Me sonrió y apoyo la cabeza entre sus piernas.

— ¿Te encuentras bien? Te puedo llevar a la casa. —Le dije.

—No es necesario, sé que vas a regresar a este lugar, no quiero causar una molestia. — Asentí despacio.

—Sí, supongo que debo volver. Aunque admito que no quiero hacerlo.

— ¿También te causa repulsión?

—No es la escena más agradable del mundo, pero aunque suene extraño, ya me acostumbre a esto.

— ¿Quién podría acostumbrarse a esto?

—Necesitas hacerlo si quieres sobrevivir aquí. El mundo no es tan complicado hasta que entras a este lugar y te encuentras sumido en una batalla eterna de supervivencia. Solo un demente se metería aquí siendo incapaz de soportar ver eso. —Señale el cuerpo.

—Supongo que soy un demente… pero no sé si logre soportar todo esto.

—También soy un demente, vine a este lugar porque quise y me quede porque es lo único que puedo ver. Tengo mis propias motivaciones para soportar lo que sucede aquí. Pero puedes salir corriendo, no voy a juzgarte, si no tienes ningún motivo importante para estar aquí ¿Por qué sigues aquí?

—Tengo un motivo para estar aquí, y me gustaría que fuera fácil salir de este lugar, como me estas sugiriendo, pero no puedo.

— ¿Por qué? —Lo mire.

—Porque Bruno es mi hermano.

Oh, diablos…


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