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Amor en el tiempo por Misaki Heartfilia

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Notas del capitulo:

Misa: holi -dentro del susano de Sasuke- vine con protección, de verdad, perdonen la demora, échenle la culpa al mundial (grande Chile n.n) que me tiene ensimismada, además, estaba escribiendo un cuento para un concurso (no me salió de lo mejor xD) pero aun así, respondí todos sus reviews, en serio, muchas gracias por su apoyo, bueno, ya no molesto más.

¡A leer se ha dicho!

Capítulo 1: Sentimientos

 

Naruto se veía de nuevo viviendo aquello, solo que esta vez estaba ahí, como un simple espectador invisible a los ojos de las dos personas que le habían traicionado cruelmente y que se burlaban de él.

—Naruto es tan idiota —decía Sakura con burla.

—Verdad que sí —le concordaba Sasuke para después dar paso a las risas de ambos.

—Cállense, cállense —repetía Naruto a la vez que se cubría los oídos con sus manos para posteriormente ver como Sasuke y Sakura desaparecían juntos mientras él caía en un abismo sin poder evitarlo.

Abrió los ojos despertándose sobresaltado. Nuevamente había tenido aquel sueño que le perseguía cada tanto.

Era increíble pensarlo, pero ya habían pasado 15 años desde que eso pasó, y claramente él pensaba que lo había superado, pero no, esas cosas son de esas que te marcan de por vida, sin contar de que tenía el mismo sueño constantemente y eso no le ayudaba mucho a olvidar. Tal vez debería ir a ver uno de esos loqueros, pero eso costaba y él no estaba para para perder el tiempo en esas cosas ni mucho menos gastar dinero en eso.

— ¡Naruto, ven que ya vamos a desayunar! —le gritó su madre desde el primer piso.

— ¡Ya voy! —le respondió, se levantó y se fue a dar una ducha rápida.

Al rato salió del baño con una toalla atada a la cintura, se vistió con unos jeans bastante ajustados, un polerón negro, largo y una chaqueta clara, y bajó de manera apresurada las escaleras.

— ¿Qué pasó oto-chan? Es raro que te quedes dormido —le preguntó un joven de cabellos azabaches, hermosos ojos azules, herencia del rubio y de piel tan blanca como la nieve quien llevaba su uniforme que consistía en un pantalón, un saco, ambos plomos y una camisa blanca con una cinta roja atada en el cuello.

— ¿Qué? A todos nos pasa alguna vez ¿no? —le responde de manera reprochante.

—Naruto tiene razón, y será mejor que acabes rápido porque se te hace tarde Hiroshi —le dijo una mujer de largo cabello rojo y ojos en un tono azul marino claro en tono violeta, quien vestía un vestido completo verde con un delantal rosa de cocinera.

—Sí, ya voy —se levanta con desgano y se va a su cuarto por sus cosas.

—Aquí tienes Naru —le da su desayuno con una sonrisa.

—Gracias oka-san —comienza a desayunar.

— ¡Hiroshi, apúrate, que no quiero saber que tienes otro retraso o ya vas a ver-ttebane!

—Ya, ya estoy listo, no tienes por qué escandalizarte tanto.

— ¿Cómo dijiste jovencito? —Le jala una oreja— más respeto a tus mayores. Naruto, dile algo —lo mira, pero éste estaba comiendo y mirando el periódico.

—A mí no me metas en las tonterías del mocoso —fue lo único que dijo de manera cortante y fría que hizo poner triste al joven azabache.

—Ok, y tú, vete ya de una vez.

—Sí, adiós obaa-chan —a la pelirroja le salió una pequeña venita en la frente— adiós… oto-chan —sin esperar a una respuesta que sabía de antemano, jamás recibiría, se fue.

El nombre de este joven es Hiroshi Namikaze y como ya han de haber supuesto, el hijo de Naruto. Es un doncel y estudia en el prestigioso Konoha High School, uno de los mejores colegios de la ciudad y del país y en el cual él sabía, debía dar su mayor esfuerzo como digno alumno del lugar.

Luego de llegar, se dirigió de inmediato a su salón en donde sus amigos ya se encontraban quienes, al verlo, de inmediato se acercaron a saludarlo con una sonrisa adornando sus rostros.

—Hiroshi ¿Qué tal? —le saludó un joven doncel de cabello castaño y dos triángulos invertidos en cada mejilla de nombre Kiba.

—Hola Kiba, aquí igual que siempre.

— ¿Y cómo andas para tu cumpleaños? ¿Ya sabes qué vas a querer? —le preguntó otro doncel quien era de cabello negro corto y unas enormes cejas llamado Rock Lee.

—Pues, me gustaría ese celular nuevo que salió ya que el mío anda algo mal y ya se lo pedí a mi oto-chan, pero dudo que me lo de ya que es algo caro. —se lamentó.

—Ya veo, pero y vendrás a la discoteca Rinnegan con nosotros ¿cierto?

—Bueno, ayer se lo pregunté a mi obaa-chan y… —empezó a recordar y a relatar lo ocurrido el día anterior.

 

Kushina estaba en la cocina pelando unas papas para la cena y en eso llega Hiroshi.

—Eh, obaa-chan —a la mujer le salió una pequeña venita que disimuló.

—Dime.

—Es que el viernes como es mi cumpleaños, mis amigos me propusieron ir a la Rinnegan a celebrar en la noche, tú entiendes y pues… quería saber si puedo ir —puso carita suplicante, aunque que Kushina no lo veía dado que estaba de espaldas a él.

— ¿Y por qué me lo preguntas a mí en vez de a Naruto?

—Es que traté y fui a su cuarto, pero me echó antes de que pudiera decir algo.

—Está bien, supongo que no hay problema —la mujer se voltea y se queda frente a Hiroshi— pero procura ir con cuidado —le decía mientras agitaba el cuchillo de arriba abajo—, tú sabes a que me refiero.

 

—No entendí que quiso decir tu obaa-chan —dijo Lee.

—Ignora eso, entonces ¿irás? —preguntó Kiba.

—Claro.

— ¡Qué bien! —celebra Lee.

—Jaja —sonríe Hiroshi viéndose extremadamente lindo a la vista de un chico de cabellos castaños, ojos verdes, y muy atractivo quien veía y escuchaba desde atrás todo.

“Así que el viernes es el cumpleaños de Hiroshi e irán a la Rinnegan, esa puede ser mi oportunidad” —pensó.

 

 

Naruto venía bajando de su auto para dirigirse hacia el edificio en donde trabajaba. Al llegar, varios le saludaron y él sólo les regaló una bella sonrisa hasta llegar a su cubículo de trabajo. Naruto trabajaba como columnista en el diario “La voz de Konoha” en la columna de opiniones; su trabajo era hablar acerca de temas controversiales desde su punto de vista y su sección era una de las favoritas de los lectores del periódico, por lo que siempre le enviaban cartas para dar a conocer nuevos temas que Naruto tomaba para sus redacciones y posteriormente publicarlas firmando con el nombre de “Kyubi”. Pero esa no era su única fuente de ingresos; tras la muerte de Minato, éste les dejo un buen dinero y Naruto le sugirió a Kushina que lo invirtieran en un negocio, más específicamente, en una tienda de ropa, ya que Naruto en su breve paso como modelo de revistas, había aprendido varias manías sobre la moda y por suerte, todo había salido bien y actualmente tenía a una chica y a un doncel a cargo de su tienda que les daba excelentes ganancias a la familia, más el extra de su trabajo que lo hacía porque le gustaba y amaba escribir sus artículos. ¿Cuándo él hubiera pensado que le terminaría gustando tanto escribir, siendo que en una época le había puesto mucho entusiasmo, dado que su sueño había sido ser profesor de matemáticas, algo que se le daba muy bien? Pero la vida a veces te da giros inesperados, ya que ahí estaba, trabajando en algo muy distinto a lo que había planeado.

—Hola Naruto ¿Cómo estás? —se le acercó un hombre de cabellos blancos en tono celeste y de ojos color purpura a saludarlo cuando Naruto apenas y se había sentado.

—Bien Suigetsu, como siempre.

—Genial, y dime ¿Cuándo vas a aceptar una de mis invitaciones a salir?

—Nunca, ya te lo dije, no me interesa salir ni contigo ni con nadie y si me disculpas, tengo trabajo que hacer.

—Está bien, pero sabes que no me rendiré y seguiré insistiendo.

—Haz lo que quieras —y ve como el hombre se va.

—Woow, me impresiona que lo sigas rechazando —le dijo una chica de cabellos rubios atados en una coleta y de ojos marrón que apareció de repente y que había escuchado todo puesto que estaba en el cubículo vecino—, todos aquí, tanto donceles como chicas se mueren por recibir una invitación de él y tú la rechazas, en serio que eres único.

—En primera, si se mueren por recibir la invitación es porque es el hermano del jefe y tiene dinero, y en segunda, me da igual si me invita o no un montón de veces, yo nunca le voy a aceptar una invitación porque sé que no tiene buenas intenciones-ttebayo.

—Ay Naruto, nunca digas nunca, un día veras porque te lo digo.

—Espero que se día no llegue, Yugito —le dijo y la chica se volvió a su lugar.

 

 

En el Konoha High School, la jornada escolar acababa de finalizar y la mayoría de los alumnos se disponían a salir ya del establecimiento, como Hiroshi y sus amigos.

—Bueno, nos vemos mañana chicos —se despidió Hiroshi en la entrada de Kiba y Lee.

—Hasta mañana, y procura dormir bien hoy en la noche ya que mañana nos vamos de diversión —dijo Kiba con mucha alegría.

—Claro, y ustedes también duerman mucho.

—Y recuerda, estamos en la flor de la juventud —le dijo Lee levantando el pulgar haciendo que a los otros dos se les cayera una gotita por la sien.

—Eh, sí, nos vemos —y se va corriendo— “será mejor que me apresure si no quiero que obaa-chan me regañe” —pensó yendo a toda velocidad. Cuando llegó, abrió la puerta y vio que al parecer no había nadie, pero aun así, decidió hablar— obaa-chan, ya llegué —pero no hubo respuesta por lo que resignado, se fue a su cuarto en donde se quitó su mochila y se tiró en la cama— “la casa se siente muy triste cuando estoy solo” —pensó y agarró un pequeño marco color plata que tenía en el velador junto a la cama— no sabes cuánto te extraño, ojii-chan —en el marco se podía ver una foto en donde salía un hombre rubio con un pequeño niño azabache de unos seis años en su espalda—. Tú eras el único que me comprendía y ahora no estás —unas pequeñas lágrimas cayeron de sus azules ojos y abrazó el marco sumiéndose en sus recuerdos.

Desde que Hiroshi tenía uso de razón, siempre se había dado cuenta de algo: de la frialdad de su oto-chan y su obaa-chan hacia él. Recordaba a la perfección que desde pequeño, su oto-chan casi no paraba en la casa y que pocas veces le había dado una muestra de afecto y cariño ya que la mayoría de las veces, —en las que estaba en la casa— lo mantenía lo más alejado posible de él, era como si su sola presencia le afectara y eso a Hiroshi le dolía mucho, puesto que él sólo tenía a su oto-chan, cosa que le hacía muy extraña ya que veía que los otros niños tenían todos dos padres para darles cariño mientras que él, sólo tenía a uno y que ni siquiera le daba ni el cariño suficiente, ni la atención que requería. También, estaba su obaa-chan que, a pesar de igual preocuparse por él, lo regañaba constantemente por todo, hasta por cosas insignificantes le echaba la bronca, era como si descargara toda la furia que guardaba con ella en él. No fue sino hasta más grande que Hiroshi se dio cuenta del porqué de eso: Kushina lo odiaba por ser la perdición de su único hijo, Naruto. Era doloroso pensar en eso y también era doloroso saber que su oto-chan lo odiaba por ser un hijo no deseado y que además por su culpa, aquel hombre que lo engendró lo haya dejado y despreciado.

Hasta los nueve años, Hiroshi siempre se caracterizó por ser un doncel rebelde. Le gustaba mucho la música, sobre todo la de estilo rockero por lo que su ojii-chan Minato un día llegó con un presente para él.

 

— ¡Hiroshi! —le llamó de repente Minato cuando llegó del trabajo a lo que el pequeño dejó de jugar con su pelota en el patio para correr a los brazos de su ojii-chan como siempre lo hacía.

— ¡Ojii-chan! —se le tiró encima a Minato quien, ya acostumbrado a que su nieto siempre hiciera lo mismo, lo cogió entre sus brazos abrazándolo cariñosamente.

—Mi pequeño ¿Cómo estás?

—Muy bien, ojii-chan —le dijo con una sonrisa, aunque la verdad era que no estaba del todo bien ya que, cuando volvió de la escuela —luego de que Kushina lo recogiera— estaba muy aburrido así que se fue a su cuarto por una pelota, pero como no tenía mucho chiste jugar solo, vio que su oto-chan estaba en su cuarto y se acercó a pedirle que por favor le acompañara a jugar a lo que el rubio solo le gritó un: “No me molestes con tus pendejadas” que le sacó un par de lágrimas al pequeño azabache. Pero no, él no le iba a decir eso a su ojii-chan, de ninguna manera lo molestaría con sus cosas.

—Qué bien. Mira, te traje algo —lo suelta y le muestra un gran estuche negro.

— ¿Qué es?

—Míralo tú mismo —se lo da y el pequeño con emoción abre el estuche encontrándose con una guitarra eléctrica de color rojo con algunas partes blancas.

—Esto es… genial. Gracias ojii-chan, la voy a llamar Nagareboshi —se tira de nueva cuenta a los brazos de Minato quien lo acepta muy gustoso y feliz de que su nieto estuviera feliz con su ahora, nueva compañera Nagareboshi.

 

A contar de ese día, Hiroshi se esmeró en aprender a tocar la guitarra mientras que Minato siempre lo motivaba, siendo el único que al juzgar de Hiroshi lo animaba, aunque todo eso cambió cierto día… cuando Hiroshi tenía casi 11 años, Minato enfermó gravemente de un cáncer terminal y al mes de que se le diagnosticara la enfermedad… murió. Ciertamente la muerte de Minato fue un golpe duro para toda la familia.

Después del entierro, Kushina se la pasaba encerrada en su habitación llorando todo el día y Naruto iba a trabajar y cuando volvía se encerraba también en su habitación mientras que él tenía que sufrir en silencio también sin que nadie le consolara ni él pudiera consolar a nadie.

—Será mejor que duerma un rato

Y así Hiroshi se quedó dormido abrazando aquel marco que guardaba esa foto tan especial para él.

 

 

Kushina se encontraba en el centro de la ciudad. Venía saliendo de una pastelería en la cual encargó la torta para el cumpleaños de su nieto. Selva negra, la favorita de Hiroshi era la que había encargado. Ahora andaba paseando para buscar un regalo que darle, pero aún no se le ocurría nada hasta que de repente pasó por una tienda rockera, Juubi y recordó que Hiroshi le había mencionado hace algún tiempo que había visto una chaqueta en esa tienda que le había gustado. Bien, ya tenía el regalo, después iría al supermercado para comprar lo que faltara y volvería a su casa.

 

 

Ya iban a dar casi las seis y Naruto venía saliendo de su trabajo con un aire un tanto cansado. A pesar de eso, igual era el causante de las atentas miradas de los hombres quienes lo miraban con lujuria y deseo. Pero a él en ese momento no le importaba mucho ya que lo único que esperaba era que las tiendas estuvieran abiertas a esa hora o de otra forma no podría comprarle el regalo a su hijo. ¡Vaya! era increíble como pasaba el tiempo. Su pequeño ya iba a cumplir 15 años, y eso quería decir que ya habían pasado más de 15 años desde que había vivido aquel vil engaño.

Desde aquel día, pensó Naruto su seguridad se vio afectada ya que él no pudo volver confiar en otro hombre. Decidió que solo se dedicaría a su pequeño a pesar de que sabía de qué éste iba a necesitar un padre, él pensaba que podría solo, pero se equivocó. Aun así, su padre Minato había tratado a Hiroshi como a un hijo, mostrándole el lado paternal que éste necesitaba.

Por fin llegó a una tienda que aún se encontraba abierta para su suerte por lo que decidió entrar. Sabía que con ese regalo impresionaría a Hiroshi y le daría por lo menos, una alegría pues sabía que no era alguien justo con él.

 

En un lugar, no muy lejano de Konoha, se encontraba un azabache sentado sobre un sofá de cuero negro, vestido de forma informal, que consistía en un pantalón negro, una camisa azul abotonada hasta el segundo botón con las mangas remangadas leyendo una carta que decía:

“Solicitamos su presencia el día lunes, por favor mándenos un mensaje con su respuesta

Atte. Tsunade Senju, directora del Konoha High School”

 

—Por fin, esta puede ser mi gran oportunidad —y sonrió de medio lado para disponerse a escribir el mensaje que enviaría de vuelta.

Continuará…

Notas finales:

Misa: este capi no tuvo muchos cambios en sí, solo algunas cosillas de más xD y ahora yo creo que nos veremos hasta el otro sábado porque esta semana tengo unas pruebas importantes u.u y espero que me vaya bien (además juega Chile n.n)

matta ne ^^ y si pueden, like a mi page

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