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Mi inspiración por 01PrincessaCandy01

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Notas del capitulo:

Lamento de verdad la espera *Da una reverencia* Espero que no se repita. Muchas gracias por comentar y por seguir fielmente la espera. 

 

Capitulo cuatro: Príncipe del Drama.

Lo deje irse, que se alejara. Un sentimiento de vacío, combinado con frustración y pánico se apodero de mí. Debe ser el mismo sentimiento que siente un cazador cuando su presa se escapa de su trampa. Pero esta no dejo un camino fresco que yo pudiera seguir hasta encontrarlo agonizante, tumbado en el suelo con la bala en su pecho. Necesito mantener a Vegeta cerca de mí. Una buena forma seria mentirle.

Mentir suena tan cruel. Decirle una verdad ajena a él, sería la palabra correcta. Me apresure a perseguirle. Puedo mentirle sobre el tiempo y deformar la hora de llegada del expreso, intentar viajar por el camino más largo, prolongando nuestra cercanía y mejorando nuestra afinidad… supongo.

— ¡Vegeta! —Grite corriendo por los pasillos, lo sostuve de la mano cuando lo encontré en medio del pasillo apreciando unas pinturas, al parecer, admira el arte— No hay tiempo para esto, doctor, llegaremos tarde.

— ¿Tarde? — Repito— Estas agitado, —Observo mi respiración, correr no es algo que a muchos autores nos salga bien, menos si somos sedentarios. Miro su reloj— y todavía es temprano, además. Tenemos tiempo.

—No, no, no, no, no, no…no— Me negué— Rápido. ¡Debemos apurarnos!

[…]

Ahora estoy aquí, sentado en la butaca intentado explicarle a Vegeta por qué no hemos podido llegar a comer el desayuno. Él está impaciente, con su vena en la frente mirándome fijamente mientras me regaña. El expreso Fronat* comenzó a moverse, un viaje largo en ayuno nos esperaba a ambos; O por lo menos a mí.

—Por favor, Vegeta —Lo interrumpí, el hizo silencio por un momento, para tomar aire.

—Prometiste que habría tiempo para desayunar —Inculpo.

Realmente me estaba enojando. Una de las principales razones por las cuales viaje a este país era para estar lejos de mi madre, Gine, y su insaciable necesidad psicológica de culparme de todo a mí y por estudios de literatura. Realmente era irritante que ahora sea Vegeta el que ocupara ese lugar.

— ¿Cómo iba a saber yo que tu escandalo tomaría tanto tiempo, reina del drama? —Quizás fue el tono de odio con el que lo dije, o que me halla cruzado los brazos luego de decirlo. Pero realmente estaba molesto. El me observo como si hubiera faltado el respeto a él y sus ancestros.

— ¿Reina del Drama? —Repitió indignado— Eres un imbécil Kakarroto, eres un idiota.

— ¿Y porque sigues aquí? —Lo mire desafiante— No creo estar deteniéndote de ninguna manera. Si tanto temes contagiarme con tu ignorancia: Largate a otra butaca.

Cerré los ojos enojado, el suspiro— Kakarroto… —Abrió los ojos ante su tono de voz tan suave— Lo que me detiene… Lo único, que me detiene es la bufanda blanca.

— ¿Disculpa, Vegeta? Lamento no entenderte.

— ¡Te ataste con mi bufanda, no puedo moverme de tu lado si no la desatas!—

Bien, quizás si tenía buenos motivos para estar enojado. Su bufanda blanca nos unía a los dos prácticamente a la misma altura, el nudo quedaba de mi lado evitando que él lo desatara. Y luego estaban los asientos, al parecer le molestaba que haya comprado una butaca con camas, ¿pero porque? No veo el problema a que compartamos cama, no sería la primera vez. No obstante, no había desayunado, eso sí era algo que podría arreglar y me sentirá gusto de hacerlo. Introduje mi mano dentro de unas bolsas de papel reciclado y duro que llevaba de unas compras, saque una especie de sándwich de lechuga, tomate, y algunas otras cosas que la verdad me parecen insignificanticas; y una botella de agua.

—Oye, Vegeta —Le pregunte, el me miro sin expresión— ¿Todavía tienes hambre? Compre esto, ¿lo quieres?

Sus ojos se agrandaron con sorpresa, estiro sus manos para tomar el alimento que le ofrecía. Sus manos, un tanto ásperas, rozaron las mías. Les saco la servilleta que recubría su actual desayuno y comenzó a devorarlo tranquilo y sin ansiedad. No esperaba que contestara de esta manera, si estaba tan hambriento como media hora de discusión lo habían demostrado, y con lo flaco que estaba, ¿Por qué se empeña tanto a disfrutarlo?

Se detuvo un momento—Kakarroto… —Lo observe— ¿Vas a tomarte esa botella? — Espere unas gracias, sinceramente. La abrí con cuidado de no volcarla y se la entrega— Sabes… deberías empezar a tratarme así, después de todo, soy una criatura mística; algo así como un Pegaso.

—Ángel, Vegeta —Corregí con mi palma cubriéndome el rostro— Tu eres un ángel, el Pegaso es un caballo con alas, un  ser místico.

—Ah… —Susurro— Bueno… no sabía. Un médico no necesita esa clase de información tan extraña.

—Es cultura general, Vegeta, todos necesitan saberlo —Proteste.

—Como sea —Termino de comer y se recostó en mi codo—Callate y mira por la ventana, quiero dormir…

Sin mediar palabra me gire hacia la ventana. Rememorando lo rápido que lo había conocido y con lo que lo llevaba a casa. En este momento, mi ‘ángel’ no era más que un mugroso perro callejero que era llevado con una cruel mentira hacia el matadero, fingiendo que será una hermosa casa con comida caliente. Sin embargo, en parte era eso. Mi familia no era la mejor, menos para Vegeta, pero eso me tiene ciertamente sin cuidado. Después de todo, mi plan es simple: Mantener a Vegeta alejado de mi familia el mayor tiempo que pueda.

Quizás mentirle este mal, pero no me interesa en lo más mínimo lo que está bien o mal. Prometí a mi alma llevarle mi inspiración a casa y lo hare bajo cualquier costo. Por lo menos, ‘el fin justifica los medios’.

En la ventana se ven las los arboles notoriamente sin hojas en su totalidad, algún pino o arbustos bajos contaban con algunas hojas. La brisa de las flores muertes, las levantaba del suelo, atravesaban las extensiones de tierra, con  sus lúgubres petalos remontaba vuelo por los campos de concentración química que pasábamos. La contaminación era horriblemente adictiva. Creaban automóviles de los nuevos, un invento reciente a base de petróleo, luz, cosas diarias y destructivas.

Poco a poco fui cerrando mis ojos, descansando sobre la cabeza de mi acompañante. Mi sueño era tortuoso, un recuerdo, de hace minutos siquiera que seguramente no recordare…

[…]

Desperté con el agudo sonido del silbato del expreso. Vegeta estaba sentado al frente con las maletas listas, su mano tocaba mi mejilla delicadamente— ¿Vegeta? —Pregunte.

Él se acercó y beso mi frente— Quería darte una cachetada para levantarte, pero el silbato me gano… —Se alejó y me extendió mi maleta— Date prisa.

Tontamente me levante y nos encaminamos hasta la central de trenes en la que llegamos, era obviamente el final del recorrido y otros expresos eran desbastecidos o reabastecidos por los mucamos de la línea correspondiente de turno. Llegamos hasta la salida donde vegeta se sentó en unos sillones mientras yo hice una llamada para avisar que debían enviar un automóvil a buscarnos. Explique la situación resumida a mi hermano en nuestro lenguaje natal.

Me senté al lado de Vegeta, este tomaba una soda de una máquina expendedora— Dígame autor, ¿Siempre se queda dormido en los viajes?

Yo sonreí, notando las coincidencias de ambos viajes —Pues, solo si un sujeto con presencia mística se sienta a mi lado—

El suspiro y sonrió— Tiene sentido.

—Nos vendrán a buscar en un momento, no estaba muy lejos de aquí —

— ¿Sabían que vendrías a tu hogar tan pronto? —Me pregunto curioseando. Con una ceja arqueada.

—No, los llame desde el hotel —Indique— Después de todo, teníamos pocas probabilidades de que el expreso fallara o tuviera desperfectos técnicos.

El solo observo fijamente al infinito nuevamente, lo notaba seriamente distraído hace tiempo. Mas específicamente desde esa charla telefónica tan desconcertadora. Todavía desconozco a su interlocutor. ¿Su pareja? ¿Familia? ¿Su hermano? ¿¡Quién podría ser!? Miles de preguntas me golpeaban constantemente la cien, y el hambre el estómago. Me recordó que vegeta se había dormido antes que yo lo hiciera, me hizo preguntarme por su falta de apetito actualmente.

— ¿Almorzaste?

—Si —Contesto desanimado— No quería levantare, comí solo. Está bien. Te veías cansado… dormiste todo el viaje.

Solo asentí, las personas pasaban de un lado a otro, algunas se sentaban a charlar, otras discutían sobre pasajes. Familias intentado acomodar maletas o demás cosas interesantes que pasan  en las terminales, gente comiendo, durmiendo, jugando…

—Usare el teléfono —Aviso, sin esperar que le contestara, se acercó al teléfono de línea publico y metió un par de monedas. Me miro y marco el teléfono, hablando casi en murmuro en otro idioma otra vez del teléfono —…Ciao.

Yo abrí mi boca en señal de sorpresa, ¿Vegeta acaba de despedirse en italiano? Se sentó a mi lado con una mueca frustrada, antes de que pudiera decir algo, mi chofer nos llamó con un ademan desde la entrada.

El viaje fue realmente incomodo, el silencio incomodo, las innumerables vistas prófugas entre mis dos compañías me era irritable. Pareciera que se odiaban a muerte con solo verse por primera vez. O un amor corrompido, aunque sería menos probable.

Cuando llegamos a mi hogar, baje sin prestar atención al paisaje. Pero el sonido de la maleta cayendo al suelo y una sonora exclamación de vegeta debido al asombro progresivo que sintió al ver mi dulce hogar me parecían de lo más encantadores y pintorescos.

Era una de esas mansiones viejas, anticuadas, de piedra y mármol. De un tono grisáceo y renegrido. Realmente sus ventanales grandes y amplios, limpios y las columnas de mármol. Realmente no me parece correcto llenar mi ego con tana vanidad describiendo mi dulce y agrio hogar.

— ¿Te gusta? —Pregunte acercándome y abrazando su cintura con una mano.

—No dijiste que era tan grande… —Exclamo observando.

Sonreí y bese su mejilla — ¿Ah? Pequeño detalle que olvide, mi príncipe del drama.

Lo arrastre hasta la entrada de la casa, la puerta de abrió dejando ver una figura despeinada y con sus vestimentas en desastroso estado, tenía sus ojos tapados por una venda, dejándolo ciego— ¡Maldita seas, Goku! ¿¡Porque no has llamado!? ¡Tan difícil es tomar él tuvo y llamar a tu hermano, maldita sea!

—Vegeta… —Susurre mientras esos ojos fieros negros me observaban— Él es mi hermano mayor, Raditz. Hermano, él es Vegeta. Mi… nueva inspiración— Sus ojos se estrecharon con odio al ver a Vegeta, este lo observaba con curiosidad sin moverse, parecía estar en un tipo de hipnosis extraña— Habla… italiano.

— ¡Forastero! —Grito abrazándolo— De donde yo ando, ¿Cómo está la familia?

Vegeta lo empujo con brusquedad y con tono serio advirtió— No me toques, odio que me toquen. Alejate y no te me acercas o te destruiré.

—Lo siento—Se disculpó mi hermano con una pequeña reverencia, esa advertencia me llamo la atención. ¿Tanto asco le tenía a las personas?— Había olvidado que… No podía verte. Pasa adentro, avisaremos a los sirvientes de tu llegada.

Pasamos despacio hacia dentro—No me dijiste que tu hermano era ciego— Murmuro—Habré quedado como un idiota insensible.

Es que no lo es —Le respondí en el mismo tono— Le gusta tocar el piano, para eso se venda los ojos y usa su oído. Deberías escucharlo, las melodías que invoca son  preciosas.

Nos detuvimos en el vestíbulo, vegeta tenía la mirada perdida en un punto al final del pasillo, luego se sobresaltó y jalo mi camisa para que me agachara y poder susurrarme algo al oído—Acabo de ver a alguien, parecía una sombra

— ¿Que? Habrá sido algún sirviente…—

Él se enojó—Era una sombra, y se movió muy rápido para ser un humano… ¿tienes animales?

Fruncí el ceño y me aleje —Odio a los animales.

¿Qué diablos fue eso, entonces?

—Tranquilo, príncipe del drama, seguro era un demonio o algo así…—Conteste sonriente— O quizás… mi propia alma. ¿Quién sabe?


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