Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dark Horse por LaMueRtHeSitHa

[Reviews - 93]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

He agregado una nueva sección: "Before de time" cuando aparezca significará que se hablará de eventos antes del presente en la línea de tiempo (cosas del pasado pues). Para que no haya tanta confusión ^^U

Dark Horse


“Conociendo la mala suerte”


 


Por LaMueRtHeSitHa


 


 


 


—¿Por qué no me levantaste más temprano? —regañaba Naruto a Iruka, sin intención de parecer autoritario.


—Es que no lo encontraba, príncipal. —decía mientras caminaba por los largos pasillos del palacio siguiendo al rubio.


—¿Cómo que no me encontrabas? ¡Me despertaste en mi habitación!


—Sí, pero a la tercera vez que le busque ahí. Al amanecer y después de esa vez no. La cuestión aquí es ¿Dónde estuviste todo ese tiempo?


—No lo sé. Lo último que recuerdo es haber estado con Ónix junto con un montón de pergaminos y luego nada ¡Y aún era de noche!


—¿Seguro que no sigues mareado? La única forma es que hubieras llegado borracho a tu alcoba. Tú no eres sonámbulo.


 


Llegaron a la pirámide oeste, en la que se alineaban una serie de pilares que guiaba al área en la que se realizaría la ceremonia en honor a Julio y su viaje con los astros.


Mas en el lugar sólo encontraron a sirvientes recogiendo los inciensos y barriendo los pétalos, semillas y demás restos. Y un sirviente les dijo que la ceremonia ya había acabado y que Ónix ya se había marchado a su salón.


Iruka no escuchó más y se puso a correr, arrastrando al ojiazul con él. Sería imperdonable que el príncipal llegara tarde a su primera audiencia oficial con el ayudante del rey. En la que el mago le daría el visto bueno a la visita y recibiría sus regalos.


Naruto sólo veía asombrado como Iruka maldecía en idiomas que no había escuchado jamás. ¿Cómo sabía que eran maldiciones? Se sentía en el tono en que las expulsaba el castaño. Aunque no le encontraba el motivo. Sólo era una simple audiencia. Ya lo había visto ayer ¿Por qué la preocupación?


Llegaron frente a unas grandes puertas cerradas y el asistente con rapidez arregló al rubio. Su peinado, su capa y su escudo. Y de repente Naruto recordó que había olvidado algo.


 


—¡La caja! —y al instante el castaño la sacó escondida entre sus ropas. No se le escapaba ni una. Mientras el rubio suspiraba aliviado, el otro hizo una seña a un guardia para que se empezaran a abrir las puertas.


—Camine sereno y sin prisas. Por nada del mundo le dé la espalda a Ónix…


—Espera ¿Qué no vendrás conmigo? —interrumpió confundido.


—No, ya tuve esta audiencia cuando vine con Julio. Ahora es por ti. ¿Qué no recuerdas el protocolo que te escribí para esto? —Pero el otro no le entendía. —Los pergaminos que te di al subir al carruaje. —aclaró, pero el otro, remembrando, se acordó que lo había metido entre los asientos y que de ahí no lo había sacado.


—Se me olvidó leerlos. —respondió con una risilla.


 


Iruka sólo pudo desearle buena suerte y marcharse. Cuando las puertas se abrieron, los ojos del otro se abrieron como platos.


El rubio pensaba que la audiencia sólo era cruzar unas cuantas palabras y entregar el regalo. Todo muy informal.


Pero resultaba que para la audiencia debían asistir todos los miembros de la familia real y todos los sabios de la corte. Además de los guardias reales, y los cinco guaruras enmascarados que estaban a los pies de Sasuke y los guardias personales que siempre estaban detrás de él ¡Eran cómo cien personas o más!


Naruto debía caminar por la larga alfombra roja que llegaba hasta el alto asiento del azabache para rendirle tributo. Con todos observándole a detalle. Juzgándolo.


Tragó saliva y respiró hondo. Caminó con seguridad y rapidez. Quería acabar su trayecto lo más pronto posible. Sentía como las miradas lo seguían, haciéndole sudar levemente por el nervio.


Justo antes de llegar a los escalones, Sasuke, quien era abanicado por dos sirvientes, le detuvo con la mano y le pidió que le dijera lo que esperaba con la alianza que formarían.


Naruto tuvo que improvisar, y soltó un discurso mareador en el que sólo le faltó decir que deseaba la paz de toda la faz de la tierra.


Cuando terminó, hubo un momento de tensión. El mago debía dar su veredicto. Y al chocar una vez sus palmas todos los demás aplaudieron.


Así de poder tenía Sasuke.


El ojiazul sonrió y con confianza se encaminó a Sasuke y ofrecer, por fin, su obsequio. Pero antes de pudiera subir el primer escalón, fue detenido por los guardias reales que desenfundaron sus armas. Eso no era parte del protocolo.


Con esto, Naruto se hizo un paso atrás confundido, y dio un mal pie que hizo que se tropezara con su capa, cayendo de sentón.


El mago no pudo evitar sacar una pequeña risa que desencadenó las carcajadas en los demás.


“No capas, nunca más” pensó el rubio.


Con decisión se levantó, ignorando su vergüenza y entregó la caja a un guardia, quien se lo pasó a uno de los guaruras, que se lo pasó a “Bastet”.


Ella se inclinó ante Ónix, ofreciéndole el regalo abierto. Cuando Sasuke lo sacó, muchos se impresionaron por la piedra. Nunca se había visto un diamante tan grande.


El mago lo observó a detalle, pero al hacerlo, un rayo de luz del diamante lo capturó en su interior.


Dentro todo era un gran espacio vacío. No había muros, no había suelo, y en lo que se suponía era el cielo, solo había rayos de luz efímeros con forma triangular.


El menor estaba contento de su reciente hallazgo, pues se había cumplido el último truco del diamante. En el sólo podían entrar las personas que estuvieran en el interior del corazón de su dueño. Y al ser ya oficialmente de Sasuke, le hacía sentir mariposas que aun tuviera su lugar.


Habían pasado tantas cosas en casi un día de haber llegado a Egipto. Sus presentimientos siempre eran acertados. Si no hubiera creído en ellos, ni se hubiera parado en Fuyaira.


Observó como el azabache descansaba plácidamente en su regazo. La primera vez que había entrado ahí le había pasado lo mismo.


Y con emoción vio como empezaba a removerse, despertando.


 


—Yo también. —le dijo Naruto, no pudiendo contenerse.


—¿Qué? —el otro todavía seguía atontado. Sasuke se sentía tan ligero como una pluma, como si estuviera soñando.


—Yo también te amo. —declaró por completo el rubio.


 


Pero algo no encajaba en la mente del mayor. Algo le decía que lo que estaba sucediendo era por completo real.


El otro se acercó a besarle, y cuando sintió su respiración sobre sus labios, se puso alerta.


El rubio tan sólo alcanzó a rozar sus labios cuando el otro le empujó.


 


—¡No! ¡Esto no puede ser! ¡Es de locos!—gritó el azabache.


 


Se levantó a prisa y se alejó un par de metros. Sasuke se castigaba por eso desde hacía años. Su cabeza punzaba por todo ello.


Y Naruto ya se había cansado de la negación y el rechazo ¡Que ya era obvio que el amor era mutuo!


 


—¿Ahora qué es lo que te detiene? —encaró el menor ya frustrado. —¡He ganado! —refiriéndose a la apuesta. —¡Te has enamorado de mí!


—¡Somos hermanos! —admitió viéndole directamente a los ojos, después de mucho tiempo y cargo de conciencia.


—¡¿Y eso qué?! —recriminó el rubio sin vergüenza alguna y para sorpresa del otro, quien permaneció en silencio, digiriendo todo lo anterior. —Mikoto me lo dijo. Todos los hijos de Mohammed tenemos una marca de nacimiento en la oreja derecha.  —y el rubio giró su cabeza para mostrarle los dos lunares que tenía en la curvatura alta de su oreja, por la parte externa.


 


Sasuke tocó su propia oreja. No necesitaba ver la suya, ya la verdad la sabía.


 


—¡No! —su culpabilidad no dejaba de atormentarle. Y se giró para darle la espalda. Sus oídos le zumbaban de tanta presión.


—Tú y yo podemos hacer que todo sea posible. Mira hasta donde hemos llegado. Míranos en esta dimensión para nosotros dos.


 


Pero su hermano no le dio respuesta alguna.


No quería forzarlo a aceptarlo. No iba a volver a quedar en malos términos con Sasuke. No podría vivir a gusto sin su compañía.


Quería que todo volviera ser lo de antes. Antes de que se separaran, de las peleas, quitar la invasión de sus mentes. Como si las sonrisas regresaran como la brisa cálida de verano cada año. Que volviera esa confianza que alguna vez tuvieron.


Sabía que habían perdido parte de esa unión por sus discusiones y la distancia, pero ni el tiempo podría deshacerla por completo.


Siempre estarían pensando en el otro.


Y con gentileza le recordó la unión que tenían de pequeños. De las risas y aventuras. De cuando lo único importante era estar orgullosos de ser Mohammed y de llegar a la hora del postre.


Esto último sacando una sonrisa en el mayor.


Tenían la oportunidad de comenzar todo de nuevo.


 


—Por favor, no la vayamos a dejar pasar. No perdamos contacto otra vez. —Pidió el rubio. Y una idea ilumino su cabeza. —O mejor aún, deja todo esto, ven conmigo a Roma, empecemos todos juntos de nuevo. —Aunque una no tan coherente.  —Te llevaré en el diamante hasta la Toscana. Nadie sabrá a donde fuiste.


 


Como si fuera tan fácil inundar el desierto a desaparecer un mago frente a los ojos de todos. El truco no iba así.


 


—Y cargarte con la amenaza de todo Egipto. Todos sospecharían de ti. Fuera huida, secuestro o desaparición. —era una idea tan descabellada, pero nada inusual proviniendo de su rubio.


 


Con esas palabras el azabache erosionó la idea, mas transformó el ambiente como la lluvia con las siguientes.


 


—Te extrañe. —confesó Sasuke. Haciendo que el ojiazul se deshiciera por dentro.


 


Naruto no pudo resistir a ir hacia él y abrazarlo. Pero no pasó mucho para que le tomase el rostro para mirarle a profundidad.


En ese brillo se escondía todo lo que no se podrían decir ni con palabras. Esa complicidad de querer estar uno con el otro, y nada más.


Pero las palabras que salieron del mayor eran mundanas, no provenían del amor que sentía en su corazón.


 


—No. —y le negó su mirada para separarse. —Esto no va a llevarnos a ninguna parte. Es imposible ¿Qué parte de “No” no entiendes?


—¿Qué la única palabra que sabes decir es “No”? —y el otro por no querer responder con una afirmación, dijo algo que mortificó a Naruto.


—Prometo que alguien más te amará. Prometo encontrarle.


 


Porque su promesa de protegerle como buen hermano mayor, también incluía el corazón de su amado Naruto.


Fue entonces cuando el rubio dijo que eso era una tontería. Pero el otro le convenció de darle tres oportunidades.


Sasuke tomó el rostro de su hermano menor, transmitiéndole su gran amor y cariño. Y le besó en sus labios, sellando la promesa con una sonrisa.


Naruto sintió algo magnético en su tacto. Notó que Sasuke, con toda el alma, no desea eso. Supo entonces que sólo era cuestión de tiempo.


Y no resistiendo volvió a abrazar a Sasuke escondiendo su sonrisa confiada.


Entre tantas deudas por cumplir del azabache, pronto terminaría siendo suyo.


 


xXx Naruto x Sasuke Dark Horse Sasuke x Naruto xXx


 


Una habitación de ladrillos blancos se resguardaba a docenas y docenas de enfermos. Aunque más que eso eran sujetos experimentales.


Ellos recostados en camillas, con distintos sueros inyectados en cada uno en sus brazos, o donde se pudiera entrar al torrente sanguíneo. Ninguno tenía nombre, solo un código de identificación que permitía ubicarles según el medicamento.


Todos ellos con signos graves de gangrena. Fuera en un brazo, en parte del pecho o en los pies. Unos ya sin partes de su cuerpo, incluso sin nariz u ojos. No importaba su agonía, lo más importante era que continuaran con vida.


Enfermeros checaban su estado, apuntando en tablillas y tomando muestras de tejido, a pesar de las quejas de los enfermos.


Tras un cristal, observando con seguridad, estaban el viperino, con mirada analítica, y junto a él,  el marajash. Un hombre alto, de mirada severa y postura firme. Su piel blanca contrastaba con el de sus cejas oscuras. Su cabellera estaba cubierta por un turbante rojo oxido, pero no contaba con la joya que le daba su título.


El motivo de su reunión era el de ver los avances de la investigación sobre la gangrena y de cómo hacer al cuerpo resistente a ello. Ya habían intentado de todo: que con el suero se regenerara el tejido, que la misma gangrena sanara lo deshecho o que por lo menos se detuviera. Pero nada que no tuviera que involucrar amputación.


Entonces llegaron hasta una camilla en la que un hombre convulsionaba. Ya no contaba con su brazo derecho y el otro estaba cubierto de negrura, ya sin tres dedos. Pero la putrefacción abarcaba parte de su rostro, cuello y pecho. Sin su ojo y mejilla izquierda.


Dos enfermeros trataban de estabilizarlo con inyecciones para que no muriera, pero era irremediable. Su corazón tenía el tejido muy dañado como para bombear y su sangre estaba muy contaminada. Un tercer enfermero apunto la hora de su muerte mientras que otro colocaba la sábana sobre su cabeza.


Orochimaru ya estaba frustrado de que ningún suero diera resultados positivos a las órdenes del marajash, quien se sentía defraudado.


Si quería superar las próximas guerras, debía hacer su ejército fuerte. Y para ello debía superar la gangrena, uno de los motivos principales de bajas durante las batallas.


De repente el cuerpo comenzó a moverse, dando signos de vida bastante inusuales y errados.


No habían sanado la gangrena, pero habían encontrado algo mejor.


Lo importante era que no muriera ¿Cierto?


 


xXx Naruto x Sasuke Dark Horse Sasuke x Naruto xXx


 


Unas largas fuentes, alimentadas por doncellas con vasijas sin fondo, daban camino a todo lo largo de los grandes jardines del Partenón, en donde nuestros protagonistas paseaban bajo la sombra de los frondosos árboles.


Estaban dentro los territorios romanos de los Emiratos, de nuevo en Abu Dabi, emirato de toda el área europea. Aunque el país representante era Francia, por antigüedad.


Naruto y Sasuke habían viajado a los emiratos para que sus superiores, el emperador y el faraón, firmaran la alianza. Pero de eso ya había pasado mucho.


Sasuke tenía sus motivos de trabajo, el rubio no. Él solo se buscaba excusas para quedarse más tiempo con el azabache. Incluso había mandado a Iruka a acomodar su agenda para que concordara con los viajes del Ónix.


Habían estado en Ajmán, emirato por completo de China, en el que, “casualmente”, no se encontraron con ningún mago; y en Umm al-Qaywayn, emirato de la Casa de Moscú, donde el rubio conoció a su gran princesa, próxima zarina de Rusia, Chikane y a su mejor amiga Himeko. Logrando ambos planes a futuro para una alianza con Rusia.


Tenían preferencia por conversar en espacios amplios por seguridad. No se podía saber cuándo podían estar espiando. Ya ni en la propia alcoba se podía confiar. Y eso lo sabía muy bien el azabache por Itachi.


Así podían hablar con libertad en hindi. Tenían tanto que contarse, y sentían esa tranquilidad de poder ser ellos mismos. Cosa que especialmente Sasuke no había sentido en años.


Mientras que el rubio sólo sonreía con condescendencia para el mayor. Pero para este punto Naruto pensaba que ya había complacido bastante a Sasuke.  


De la promesa que le había hecho, ya había cumplido ya dos terceras partes. Y ansiaba que llegara la tercera para que pronto acabaran con todo ese episodio innecesario.


Porque él sentía esa mirada incomparable proveniente de los ojos oscuros cuando los ponía sobre su rostro, el tacto excitable que le transmita cuando su mano tocaba por accidente la suya, esa electricidad que recorría a ambos, pero que era repelida por el mayor. No era que no quisiera más de él, era que se frenaba a sus impulsos.


Tal vez todo lo que necesitaba Sasuke era tiempo a solas para pensar, que sintiera de nuevo su ausencia, que el rubio sabía que la sentiría más pesada.


Entraron al interior del palacio y anduvieron por los lujosos pasillos limitados por los pilares, camino a la habitación del menor. Mas no cerraron la puerta. Iruka vigilaba al ojiazul desde el exterior para apresurarlo.


Naruto preparó sus pertenencias para marcharse de Egipto. Revisó su espada, su equipaje y sus cuchillos los contó, no quería que se le olvidara algo.


“Aunque sería una buena excusa para regresarse.” Pensó el ojiazul.


 


—¿Ahora si te vas a marchar? —le preguntó el mayor en persa, para que ni el nano del rubio ni su hermano les entendieran.


—Podría irme después de la merienda, para no sufrir el calor del desierto. —se excusó el de marquitas con una sonrisa.


—Eso dijiste ayer y se alargó hasta la noche. A este paso no te vas a ir nunca. —Y es que el que mucho se despide, pocas ganas tiene de irse. —Y no creo que tu niñera te deje quedarte un día más.


—Lo entiendo, y es que ahora sí tenemos prisa.


—¿Cuáles son tus tareas? Además de llenar unos zapatos que todavía te quedan grandes.


—¿Por qué son reconocidos los franceses?


—¿Por ponerle mantequilla a todo? —Y es que Sasuke conocía más de Asia que Europa, pero de los franceses conocía más sus artes.


—No. Por tener un gran ejército y mucha artillería. Mejor tenerlos de amigos, que de enemigos.


 


Sasuke debía permanecer en el palacio para esclarecer papeleo pendiente de la alianza, mas el rubio, por órdenes del emperador, debía marcharse a Francia a manifestar unas cosas en su nombre.


Se despidieron con un apretón de manos, como en todo en sus vidas públicas, en una ceremonia en la que el romano tuvo que inclinarse ante el mago y besara su mano. El Ónix no podía dejar de ser él.


Pero esto no le importó al menor. Hasta hubiera incluido un abrazo, pero ya no podían. Sí en el diamante, mas el ojinegro no lo utilizó.


Naruto vio cómo se fueron alejando de la ciudad. Como si las dunas lo adsorbían como un barco en el mar.


Entonces Iruka puso un libro sobre sus piernas.


 


—¿Qué es esto? —preguntó mientras lo hojeaba.


—El protocolo para conocer a la realeza francesa. Debe aprender cada paso para antes de que lleguemos allá. —Iruka estaba muy orgulloso de ese libro, lo había escrito él por completo, estaba seguro que no habría en el mundo libro más preciso que ese. Y el rubio no lo pensó ni una vez y se lo devolvió.


—No hay necesidad. Ya sé cómo tratar a los franceses. —y se dispuso a acomodar una almohada para dormir. Y antes de que pudiera recostar su cabeza, su asistente se la intercambio por el duro libro.


—No, Naruto, otra vez no. No permitiré que pongas un pie en Versalles hasta que sepas cómo utilizar todos sus cubiertos y sepas subir hasta el último de sus escalones.


 


xXx Naruto x Sasuke Dark Horse Sasuke x Naruto xXx


 


Entrar a Versalles era como entrar a una pequeña ciudad en donde sus jardines se abrían de múltiples maneras por las formas de sus arbustos.


Los visitantes del palacio eran recibidos por unas rejas hechas de oro. En estas puertas se remarcaba un rey sol, quien había sido el idealista y creador de tal majestuosa obra.


También las cristalinas aguas hacían de cortina al acercarte al palacio principal. Fuentes de cobre, de mármol, de oro, porcelana, hasta de cristal pintado; entre caballos, leones y ninfas inmaculadas. Todas en distintas obras congeladas por los siglos desde su creación.


Llegando al palacio, con el característico techo azul de los franceses, eras igualmente recibido por el rey sol. Su rostro escondido en distintas partes del lugar como un juego.


Naruto bajó del carruaje, acompañado de Iruka, quien le guio por el lugar. Caminaron por el piso ajedrezado, seguidos de los demás miembros del parlamento romano que veía lo ostentosos que podían llegar a ser los franceses. Que si bien ellos también lo eran con sus palacios, estos no les llegaban ni a los talones.


Todo estaba decorado con pinturas hasta el techo, con marcos de hoja de oro con flores y querubines que te observaban, y con gigantescos candelabros cada 2 metros.


Naruto recordó el palacio en que había trabajado de joven en los emiratos, que no era nada a comparación de ese. No por nada ahí vivía el rey.


Fueron recibidos por este y por toda la corte en el salón de espejos, que era una concentración de cada estilo del palacio en una sola.


Uno a uno debía ser presentado. Ellos con sus delicados trajes llenos de bordados y holanes, y ellas con vestidos ostentosos y pelucas altas de plumas.


Naruto estuvo a punto de escabullirse, estaba cansado del viaje, mas Iruka lo tenía prisionero y se lo impedía.


De repente, en medio de la ceremonia, y justo cuando Naruto estaba saludando al rey de toda Francia, un hombre no mayor de cuarenta años; unos carcajeos se escucharon, junto con unos pasos apresurados con tacones.


Y el rey, quien vestía de traje azul pastel con una peluca llena de rizos blancos, sonrió al identificar las risas.


Dos chicas, con maquillaje blanco y mejillas ruborizadas, llegaron para conocer a los romanos. Ambas con vestidos brocados y con peinados altos en los que habían pintado sus rubios platinados de color rosa pastel.


“Cabello de rosas” pensó el rubio.


Ellas repartían flores a cada uno de los visitantes junto con una sonrisa, hasta llegar con el rey.


 


—He aquí a mi hija más pequeña, la delfina de Francia, María Antonieta. —decía mientras abrazaba a la rubia de ojos azules, de unos 18 años. Solo ella podía hacer derretir el corazón del rey. Ella le sonrió para después inclinarse.


—Hola, Tulio. —saludó la princesa con familiaridad.


—Buenas tardes, majestad. —dijo Naruto reprimiendo su amistad por culpa de Iruka, quien le amenazaba en todo momento con su mirada


—¿Ya se conocían? —preguntó curioso el rey.


—Sí, nos conocimos con mi prima cuando viajamos a Venecia, en una fiesta del té. —a Naruto esto le causo gracia, ya que la había visto en una fiesta, pero ella para nada estaba tomando té. Entonces la otra chica, de ojos verdes, codeo a la princesa. —Querido Tulio, quiero presentarte a la duquesa de Polignac y mi mejor amiga, Sakura à Printemps. Sakura, él es Tulio, guerrero de Roma.


—No más, su alteza. Ahora soy jefe del ejército.


—Que impresionante. —exclamó la de ojos verdes, que al instante sintió atracción por Naruto. Le entregó las últimas flores que tenía para él, para después inclinarse. Entonces la princesa le codeó a ella para sonreírle con complicidad.


—¿Fue largo su viaje? —preguntó la duquesa para hacerle plática con una sonrisa y una mirada atrayente. Y el rubio notó que del cuello de la chica colgaba un dije de flor de cinco pétalos formado con cristal y pequeños diamantes de color rosa, haciéndole honor a su nombre.


—Sí, muy largo duquesa. —respondió con amabilidad, no notando las intenciones de la otra. Pero admitiendo para sí que era hermosa.


—¿No preferiría que le demos una visita a los jardines? Ahí podremos tomar el té. —y Sakura tomó por el brazo a su amiga.


—Vamos. —declaró María.


 


Y Naruto “no tuvo de otra”. Él sólo quería salir de ahí. Y se marchó con ellas. Ya luego hablaría con el rey.


 


xXx Naruto x Sasuke Dark Horse Sasuke x Naruto xXx


 


Varias chicas alababan a otra, que resaltaba por su corona de luna llena sobre su peluca blanca, con un vestido del mismo color que era adornado con piedras de cristal y polvo de oro. De su blanco rostro resaltaban sus oscuras cejas y sus labios rojos. Ella pronto sería la sacerdotisa de Diana, suma diosa del cielo nocturno.


Entre las chicas se escabulló un querubín juguetón que la tomó de la mano y la jaló. Él era el amor y quería llevarle con Hipólito, su amado, al otro lado del templo.


Pero la madrastra de este la detuvo. Le dijo que no era lo adecuado, que era inútil. Que morir de amor no valía la pena. Que sólo traería problemático dolor.


Y aunque la joven quería ir a los brazos de él, se afligía y se negaba a sí misma.


La madrastra le dice que usara su razón y que dejara su esperanza. Que con su indiferencia ella debía lucir inquebrantable.


La chica le obedece y las demás se regocijaron por ella bailando a su alrededor.


Aunque por dentro ella está afligida.


O al menos eso fue lo último que recordó Naruto al despertarse por los aplausos de las personas en la ópera.


Apenas había acabado el segundo acto. Y durante el descanso Sakura le preguntó si le estaba gustando la presentación, pero él le respondió que no era algo que le gustase hacer todo el tiempo. Y todavía faltaba otra hora y media.


 


—¿Tienen óperas en Roma?


—Claro, muy seguido. Aunque preferiría algo más emocionante. —y es que sentía que se volvería a dormir en su asiento en el siguiente acto.


—Oh, sí. He escuchado de sus gladiadores. —comentó la chica, no queriendo platicar de dicha barbarie, mas sólo lo hizo para tener algo que decir.


 


Pero al instante la somnolencia del ojiazul desapareció. Había tocado una fibra muy delicada.


Se acomodó en su asiento para tenerla de frente para hablarle con decisión de lo en contra que estaba de tal salvaje acto. De lo inhumano que se le hacía tomar esclavos para entretenerse viéndolos matarse entre ellos, matando bestias o siendo devorados por las mismas.


Todo esto con una fuerza que sorprendió a la duquesa. Llegando después a admirar los ideales del romano que estaba en contra de la esclavitud y de su deseo de hacer libres a todos para que se encontrara con su camino.


Tal ímpetu no la había sentido en ninguna otra persona. Y esto le atrajo.


Estuvo él bajo el mismo pellejo que los esclavos y a punto de la un gladiador. Naruto no podía sentir menos de lo que exhalaba.


Al terminar la ópera, eran casi media noche. Todos se habían aglutinado en la entrada por subir a sus carruajes y marcharse a casa. Habían perdido de vista incluso a la princesa, pero Sakura no quiso tomarle importancia, ya la encontrarían después. Ella sólo se interesaba por coquetearle al rubio y hacerle platica.


 


—¿Sabes japonés? ¿Cómo es Japón? —decía impresionada la de ojos verdes.


—Se unas cuantas oraciones y muchas ya se me olvidaron. —mentira, sólo no quería llamar mucho la atención. —Y nunca he ido hasta allá. Aprendí en Fuyaira. ¿No has ido a los Emiratos?


—No, nunca he salido de Francia. —contó con melancolía. Ella siempre había querido viajar por el mundo, pero nunca hubo alguien que le invitara.


—Entonces nunca has visto las flores Sakura.


—¿Las conoces? Sabía que era una flor, pero nadie más las conocía ¿Cómo son? —preguntaba con alegría, cada vez le atraía más el de ojos azules. Había vivido él tantas aventuras que ella sólo lograba alcanzar en libros.


—Son muy parecidas a la de tu collar. —y el rubio tomó el dije con cuidado entre sus dedos, y le sonrió. Tanto tiempo la chica buscando la flor y siempre la había tenido atado a su cuello.


 


La chica sintió como sus mejillas se sonrojaban por la cercanía, y para no delatarse volteó su rostro a la multitud. Y entre ellos logró distinguir a la princesa con su vestido color amarillo crema con detalles en azul índigo del que colgaban hileras de perlas, acompañada de una rubia de ojos azules como la nieve cuando esta refleja el cielo. La otra chica lucía un despampánate vestido purpura nacarado de hombros descubiertos, con sus lacios cabellos recogidos con plumas negras largas y delgadas.


 


—Adivina quien acaba de llegar de Austria. —mencionó alegre María. —Tulio, te presento a Ino, duquesa de Rusia. Ino, él es Tulio de Roma. —al instante la rubia se reverencio y le ofreció una sonrisa de sus labios pintados de rojo. Por fin lo había conocido.


—Un placer, Tulio, el Kyubi. —hablando en francés, pero con acento ruso, con su sobrenombre en tono bajo por discreción. Al escucharla, el de marquitas se sorprendió. Entre hombres era común que dijeran su apodo, no para las mujeres.


—¿Cómo…


—Le estaba comentando a María que un amigo está haciendo una fiesta. Podemos llegar más rápido a pie, no está muy lejos de aquí, sólo es pasando la gran torre. —Le interrumpió la rusa, dejándole confundido.


 


La majestuosa chica sabía endulzar el oído de la princesa, y no tardó en convencer a Sakura, quien se excusaba con que hacía frío o que si era peligroso.


 


—Pero si vamos resguardadas por un magnifico guerrero romano, que más seguro que eso. —y la rusa tuvo el atrevimiento de tocar el bordado dorado que estaba sobre el pecho del rubio.


 


El grupito deambuló por las frías y brillantes calles de París, con sus respectivos abrigos de pieles. Fue entonces que Naruto descubrió porque la llamaba la ciudad de las luces: Cada monumento parisino estaba cubierto de miles de luces.


Pasaron junto a la plaza de la concordia cuando su fuente de verde con oro aun funcionaba, y donde sus doncellas y su guardián les observaban eternamente. Desde ahí, los campos elíseos guiaban con sus luces a un arco del triunfo rojizo.


 


—Ahí se guarda la llama de victoria de toda Francia que desde hace más de 800 años no se apaga, ni aun después de la gran catástrofe. —le comentó la princesa con honra.


—Pues hasta donde yo sé, desde antes ya se había apagado una vez. —comentó Ino con una risilla. Y el “cómo” era algo que les avergonzaba, cosa que notó el rubio.


—Tulio, dijiste que ya habías viajado a Egipto y que viste sus pirámides. —y Naruto recordó como su hermano las había elevado justo debajo de las estrellas de orión, sacando una sonrisa sin querer mientras le asentía. —Nosotros también tenemos nuestra pirámide. —Y señaló a su izquierda, haciendo que sus esponjosos caireles rosados rebotaran en el brinco.


 


En  efecto, había una hecha de aluminio y vidrio, que parecía como si en realidad estuviera bordada de oro con sus múltiples hebras destellando. Si eso le había fascinado, no había visto a Notra Dame, que vestía con docenas de colores.


Pero de Luxor, un regalo de Egipto a Francia, ya no quedaban ni los escombros. Durante la gran catástrofe el obelisco había caído por una serie de terremotos.


 


—¿Esa es la gran torre? —preguntó el rubio cuando cruzaban el puente, señalando una torre que destellaba como si estuviera cubierta de diamantes de oro, que tenía como anomalía su curva, que era como si alguien la hubiera jalado desde su punta intentando que esta tocara, en ilusión, la luna.


—Sí, ¿No es preciosa? —comentó María con brillo en sus ojos.


—No sé mucho de torres, pero ¿No debería ser una torre derecha?


—Cuando se construyó, sí lo era, incluso la gente comía en la cima. Cuando la ciudad fue abandonada todavía lo estaba, pero con los terremotos y las bombas la torre se inclinó. —Naruto al escuchar esto, supuso que a la torre de pisa le había pasado lo mismo. —Pero yo sé cómo poner a la torre derecha. —mencionó con alarde la de ojos verdes. Pero él rubio no era tonto, pues no estaba frente quien le hacía perder la cabeza.


—¿Cómo? —y le miró incrédulo.


 


Entonces Sakura le sonrió con sus labios limpios y delgados, le tomó de la mano y lo llevó a paso veloz del otro lado de la torre.


La princesa e Ino miraron la escena con sorpresa. Entonces Ino sacó una pequeña risilla. Sakura, por más presuntuosa que se mostrara ante los chicos que les coqueteaba, no podía evitar mostrar su faceta inocente.


Ya del otro lado, justo debajo de la punta, la pelirosa le señaló que viera hacia arriba. Entonces Naruto pudo ver cómo era la torre antes de la catástrofe: luciendo como si la punta fuera directo al cielo, sin el mínimo resquicio de inclinación. La torre se debió ver imponente y majestuosas en todo París.


Desde fuera del edificio ya se escuchaba la música y la bulla. La fiesta ocupaba todo el último piso.


Dentro, muchos miembros de la alta sociedad, todos con pelucas blancas y las chicas con sus vestidos llenos de holanes, jugaban a las cartas y a los dados entre carcajadas. En otro salón, era imposible pasar por la gran cantidad de personas bailando bajó los candelabros que brillaban como estrellas.


Entre todos se repartía el champagne como si fuera agua. En las mesas de bocadillos había pasteles que se desbordaban de merengue, macaroons de colores decorados con fresas y moras. No había rincón que no estuviera ornamentado con abundante detalle, hasta el más mínimo  espacio de la mesa era ataviado con suntuosos arreglos florales.  


En medio del caos, Naruto se abrumó, siendo sorprendido por la sonrisa de la rusa que le ofreció una cuchara con un exquisito manjar: caviar envuelto en una fina rebanada de salmón.


Las chicas ya bebían champagne de sus delicadas copas en las que reposaban frambuesas para darle un sabor dulce. Pero él sólo quiso vino.


Las chicas empezaron a hablar sobre quienes estaban en la fiesta y a chismear con otras. Naruto al ver eso, emprendió huida. Pero no pasó mucho y Sakura le volvió a encontrar para estar con él. Quería bailar con el ojiazul, pero al ser extranjero pensó que no sabría de los bailes franceses.


Cuando Ino notó que la pelirosa había entrado a su etapa de acosadora, prefirió ayudarle y la tomó del brazo.


 


—¿Me acompañas al baño? —dijo al oído, para luego tomarla de la mano y sonreírle con coquetería al romano.


 


Cuando las chicas van al baño, ten casi por seguro que hablaran de la persona que dejaron.


E Ino comenzó a hablar del rubio. Nada de que fuera un gran guerrero, o de que había salvado al nieto del emperador. Nada, sólo chismes rosas.


De sus conquistas y sus ex. De las cuales una era su prima, la mejor amiga de la zarevina. Que si decían que era muy bueno besando. Y que ella había podido confirmar que era cierto que era muy guapo.


Entonces la pelirosa dejó de verse al espejo, para darle una mirada de odio a la rusa. Que lo quería para ella.


 


—Tranquila, frentona. Si tú lo quieres, ya no me le insinuare. —Esto no alivió mucho a la de ojos verdes, pues con lo que había contado, tenía mucho camino por delante.


—Pero ¿Todas eran bonitas, no? —dijo afligida viendo su frente, y acomodando su fleco de lado para disimularla.


—Anda, no pongas esa cara, no harás más que remarcar más tu frente. —Ino como odiaba que Sakura se pusiera con esos ánimos. Entonces se le ocurrió una idea y sacó un labial de su bolsita. —Ven. —  pero Sakura se negó, era demasiado llamativo.


—Va parecer que tengo una langosta en la cara.


—Parecerá una fresa si sonríes. Debes captar más su atención, no acosarlo.


 


Y convencida, dejó que su amiga le pintara de carmín. Ya de regreso, Sakura le preguntó que más sabía del ojiazul. La rubia empezó a hacer memoria y recordó que su prima le había dicho en su última carta que había conocido a Ónix y que se veía que eran buenos amigos.


Mientras que Naruto, estaba en un rincón, viendo a todos en el lugar, cuando reconoció un rostro, pero no recordaba de dónde. Y cuando lo vio bailar, supo donde lo había visto antes: era un conde al que había atendido en los emiratos.


Al instante, se cambió de habitación, no debían reconocerlo. Y mientras esquivaba a las personas, recordó ese día, y tuvo la sensación amarga en su garganta de cuando se había enfadado con el azabache.


 


—¿Y cómo es Ónix? —logró escuchar Naruto de voz de Sakura, captando su atención. Al verlas, la pelirosa le sonrió, incluyéndolo en el grupo. Pero su atención en sus llamativos labios duró sólo un segundo.


—El ser más orgulloso y vanidoso de todo el mundo. —dijo con atrevimiento, aunque era para seguir el juego que tenían ambos, a larga distancia. Pero en el fondo, sentía que era verdad. —Aunque muy perspicaz, debo admitir. —entonces un cosquilleo sintió en su pecho, que le impulsaba a decir más, pero el amargor en su garganta persistía, el cual no se iría en toda la noche.


—¿Y le gustan los hombres?—mencionó la de ojos verdes, dejando petrificado a Naruto, que no supo responder. —Es que María me comentó que cuando ella viajó a Egipto con su padre, se había mostrado “muy cercano” con Pierre, el jefe de estado. —esto desconcertó bastante al ojiazul, pero entonces Ino soltó una carcajada y ambos voltearon a verla.


—Gay por completo, no lo creo. —y volvió a sacar otra de sus risillas, para después respirar un poco y calmarse, y contar con discreción el mitote del que se había enterado hacía muy poco. —Hasta donde yo sé, una de sus sirvientas jura estar embarazada de un hijo de él.


 


Naruto no se lo creyó. Eran simples rumores. No podía ser cierto. Pero recordó el detalle de que ella sabía su apodo. Y creyó, sólo un poco, en sus palabras.


Él tomó de lo que quedaba de su copa, a la vez que algo dentro de él se desprendía. Ya no sentía la misma confianza por el azabache.


Trató de no pensar en el asunto. Pero cada copa le hacía más débil su mente y volvía a los mismos pensamientos como círculo vicioso.


En algún momento de la noche se acercó a Ino, para preguntarle si sabía algo más. Mas al instante que se acercó, ella le sonrió, ofreciéndole uno de sus bocadillos que reposaban en una copa. Eran como pequeñas esferas rojas cristalinas.


 


—Un regalo de Rusia. —dijo alcanzándole uno sosteniéndolo por un tallo verde.


—¿Qué son?


—Gelatina de cereza con vodka. —Naruto aceptó, pero al momento de querer tomarlo ella se lo alejó y soltó una risilla.


 


Ella volvió a ofrecérselo, pero más alto, para que el romano lo tomara con su boca. Cuando él se acercó, ella también lo hizo, y cuando ella tenía el dulce en su boca, él se alejó. Sin que ella se hubiera dado cuenta, le había robado otra cereza de su copa y se la mostró.


Ino solo sonrió mientras degustaba su dulce, con todo y tallo, presumiéndole que ella podía hacer un nudo con su lengua.


Si quería que Ino le contara, debía ser amable con ella. Naruto probó el bocadillo, sintiendo fascinante el contraste dulce de la cereza y el sabor fuerte del vodka, que no había probado nunca, o al menos no recordaba haber bebido antes algo tan fuerte.


El hizo el mismo truco del nudo para la chica, quien le sonrió con seducción. Pero no duró mucho, pues Naruto consideraba más importante el saber.


Tras cada cereza engañosa, el rubio sintió como cruzaba del estado alegre al mareado. Vio a la lejanía, como la ojiverde le sonrió con alegría en esos labios de frambuesa. Al sentir el vértigo, decidió no tomar ni una gelatina más y le comentó a la rusa que saldría un poco.


En el balcón, que le ofrecía la vista iluminada de París, junto con el frío que helaba su aliento, reflexionó todo lo que había escuchado de Ino y los pensamientos que había tenido sobre el azabache.


La sirvienta aseguraba tener 3 meses de embarazo, sólo un poco menos desde la última vez que había visto Naruto al ojinegro. Y si Sasuke había aceptado que sentía lo mismo, entonces todo había sido un engaño.


Pero Sasuke no podía ser así ¿O sí?


En medio de la fiesta, la pelirosa quería estar con el romano, pero Ino no sabía a dónde se había ido. Por lo que Sakura fue por los pasillos a buscarle.


“Pero ¿Por qué lo haría? ¿Por qué mentirme?” pensaba el ojiazul mientras se recargaba en la barandilla y veía como se marchaban unos cuantos en sus carruajes.


En el tiempo que había estado con él, notó lo mucho que había cambiado Sasuke.


“¿Y si cuando me abrazó él me veía como un objetivo más? Quien sabe por cuantos habrá pasado, y para su desahogo cuantos más. Pero… ¡Pude entrar al diamante!” Escuchaba en su mente, y todo eso lo confundía más. Y apretó su camisa entre sus dedos.


El rubio tenía a sus celos, su amor, su deseo, sus sospechas e ira peleando con navajas desgarrando su alma. Sin la confianza, él había perdido el control. Dentro de poco se volvería loco.


¿Qué Sasuke no vio cómo su corazón lloraba cuando le suplicaba por su amor?


“Incluso viendo mi estado, no ha querido romperme el corazón. Porque él bien que pudo haberlo hecho, sabía cómo hacerlo. Sabía cómo manejarme a placer.” pensaba el rubio, hasta que una cancioncilla le interrumpió.


Escuchó a su amiga acercarse a donde él estaba. Ella, tan inocente en el corazón. Sus tacones se oían cada vez más cerca. El rubio se escondió, no quiere ver a nadie.


Y sus celos entrañaron una idea pérfida a su oído.


Se pegó a la pared, como acechando una presa. Vio como la sombra de Sakura se aleja. Naruto salió de su escondite y fue hacia ella con sigilo. Cuando estuvo justo a sus espaldas, él le tomó de la muñeca y la jaló hacia él.


Antes de que ella pudiera reaccionar ya estaba siendo besada por el rubio.


Sus ojos verdes se impactaron por un momento para después colocar sus manos sobre la espalda de Naruto.


El romano le besaba devorando sus labios de rubí. Sintiendo demasiada fuerza para su gusto, pero ella confundió eso con pasión, algo que nunca había sentido antes, y que pensó que aquella sensación la aprendería con el tiempo.


Porque si el azabache quería jugar, él también jugaría.


 


xXx Before the time xXx


 


El sol trataba de entrar por completo a la pequeña habitación, pero la cortina se lo impedía. Y aunque el cuarto estaba frío de humedad, Naruto comenzó a despertarse sudando. Sentía imposible quitarse el cobertor enredado a su cuerpo. Al sentir la leve luz de la habitación, no le importó y se volvió a tapar por completo.


Sintió su garganta bastante seca y amarga, y decidió ir por agua, pero al querer sentarse, se arrepintió. Todavía seguía mareado por el alcohol. “No lo vuelvo hacer” se juraba el ojiazul.


Con mucha voluntad fue por un vaso con agua, y mientras veía a su alrededor hacía el recuento de daños: La mesa y las sillas estaban tiradas, el espejo estaba roto, tenía un moratón en su sien, y ni rastro de Sasuke.


Y así como un anciano, se le olvido lo que estaba pensando y volvió a la cama a seguir durmiendo. Mas a la hora de acostarse, se percató que las cosas del moreno no estaban. Por un segundo pensó que se había marchado de nuevo, y le maldijo por volverlos a atrasar.


Entonces sintió una leve comezón en su cara y se rascó. Pero sintió algo extraño y áspero. Vio sus uñas y vio restos de sangre seca. ¿Qué rayos había pasado el día anterior?


Recordaba que había traído a casa a Sasuke en muy malas condiciones y que habían discutido. Pero después de la pelea todo se volvió en blanco.


En un principio no se preocupó que Sasuke no estuviera, pues luego se marchaba sin previo aviso, llevándose sus cosas incluso.


Esa tarde, de camino por comida, se encontró con Suigetsu, quien se comportó nervioso de verle.


Y es que el ojivioleta pensó que si Sasuke le veía le daría una arrastrada buena por haber intentado capturarlo. Y el rubio ni enterado. Suigetsu le negó saber dónde estaba Sasuke y se despidió a la fuerza, dejando al otro confundido por su actitud.


El de marquitas esperó cada día en el cuarto. Nunca quiso desempacar por completo. Sólo sacaba lo necesario y lo volvía a guardarla en la primera oportunidad.


Pero conforme las semanas pasaban, más creía que él se había marchado por la discusión que habían tenido.


En una ocasión, mientras su vecina de arriba esperaba a que su hijo volviera del pozo, ella le dijo que, para esas fechas en las que andaban, ya no volvería. Que era un desperdicio de tiempo que le esperara.


Pero Naruto hacía de oídos sordos. Creía en él, que volvería, como muchas veces lo había hecho.


Lo único que no volvía al equipaje era la tetera, que todos los días al atardecer, era preparada para servirle té al azabache por si volvía.


Preparando una cena para dos, y guardando su plato por si llegaba hambriento una noche.


Dejando la llave de la casa bajo la maceta, por si no tuvo tiempo de sacarle copia a la llave y no lo encontraba en el cuarto.


Y cada noche pensaba en la fiesta de año nuevo, tratando de recordar cada dialogo dicho, intentando nadar en sus lagunas mentales buscando alguna pista que le hubiera dicho Sasuke sobre su destino.


Gastando cada día en una vela que dejaba encendida para el ojinegro. Mas el desembolso diario no importaba, que se arriesgara a que le robaran no importaba. Para él, lo único importante era que Sasuke volviera.


Y apretaba en su pecho, protegiendo entre sus latidos y su palma, su tesoro más grande: la prueba fidedigna de que Sasuke pensaba en él.


Veía su cama vacía. Pidiendo que volviera pronto, y así hasta caer dormido.


Despertando con la idea de que él estaría en casa.


Cuando vio su cartera flaca, contó con lo que tenía. Ya no podría pagar una renta más. Pudo haberse ido a un lugar más barato, pero ¿Y si Sasuke lo había dejado para que buscara solo a sus madres?


Y Naruto consideró que, a pesar de todo, si el mayor no creía encontrarlas nunca más, no tenía la obligación de acompañarlo en su camino.


Por un momento deseó que en la pelea Sasuke hubiera sido más despiadado o que hubieran tenido más discusiones, para que ese primer paso fuera de casa no le costara tanto.


Pero pasar la vida deseando, es una verdadera pérdida de tiempo.


Así tomó sus pertenencias y se marchó a otro país para buscarlas, aunque en el fondo también lo buscaba a él.


Atravesó el mar, despidiéndose del polvo de oro y aprendiéndose a guiar por las estrellas. Cruzando el desierto, acompañado de caravanas altas, sobre camellos de tres jorobas y de seis patas. De los mercaderes aprendió que era de mala suerte saber cuántos camellos tenían en su dominio, para no despertase en sí mismos la mezquindad.


Y cuando debían detenerse por alguna tormenta de arena se preguntaba si el azabache pensaba en él y que si estaba seguro en seguir con su decisión, tal como él dudaba.


Escuchó muchas canciones que contaban las hazañas de los dioses que le hicieron más ameno el camino, pero también escucho historias de terror sobre Ahriman y el gran cataclismo, mientras atravesaban un cementerio tan grande como dos capitales. En donde se podían distinguir que estaban en el centro por como las primeras de las tumbas eran blancas, pero las de después del desastre eran oscuras, sin cuidado y la mayoría sin nombre. Murieron tantos, que tuvieron que trabajar a marchas forzadas. Pasaron por una gran cúpula, en la que debajo estaban incineradas las que ya no pudieron enterrar, por falta de manos que pudieran trabajar.


¿Por qué, en vez de pasar tan lúgubre y deprimente lugar, no lo rodearon? Hubieran tardado más de dos días, atravesando sólo uno.


Durante su viaje descubrió que los dragones ya se habían extinguido, pero que debajo del mar había seres mitad persona, mitad pez, y que si veía en el cielo un ave parecida a un águila, pero mucho más grande que esta, debía cavar un agujero y meterse en el, cubriéndose con arena lo más rápido posible para esconderse. A estas aves les encantaba la carne humana.


Aprendió que el café era bueno para mantenerte despierto durante las noches de vigilia, y que un buen caldo picante y caliente podía mantenerte fresco bajo el sol más fuerte.


Cuando hubo terminado el desierto se encontró de nuevo con su apreciaba jungla y entre los árboles escuchó las melodías de docenas de aves.


Descubrió restos de la civilización antes del desastre. Ciudades completas abandonadas y derruidas. Todo lleno de hiedras y árboles que se abrían camino entre los edificios. Más de 600 años no habían pasado en vano, la naturaleza había tomado su territorio.


Notando curioso que esa idea del “cine”, no era nueva. Pues las encontró bajo tierra, con sus hileras de asientos rojos, empolvados y llenos de telarañas frente a sus muros blancos.


Pero que no era el único que encontró del mismo estilo. También encontró que los templos a los antiguos dioses eran muy similares. Y que a los dioses tomaban formas físicas a su preferencia. Haciéndolo muy a menudo para convivir con los humanos.


Y mientras pasaba por los prados con aire mediterráneo, descubriendo  lo realmente inmenso que el mundo era, se repetía en su mente los diálogos que tendrían si se volvían a encontrar.


Pasaba las amplias llanuras con hiedras tan altas que llegaban hasta su cintura. En las que se podía ver como el aire las acariciaba.


Pensó en Sasuke y en que podría estar en cualquier parte. Pero cuando el viento se comportaba especialmente fuerte, sentía que su destino los uniría de nuevo, y le pedía que recordara los buenos momentos.


De repente unos cabalgantes se acercaron a él, rodeándole. Iban con vestimentas arábigas color arena, con turbantes que cubrían sus rostros, dejando ver sólo sus ojos.


El rubio se sintió confundido, pero nunca con miedo. Uno se puso justo a su lado. Y el ojiazul le saludo con amabilidad en árabe, pero el otro sacó su mazo de madera para noquearlo.


Naruto despertó en una celda, encadenado por los tobillos con otros. Le habían quitado sus pertenencias, incluso el dinero que tenía escondido en sus ropas. Y preocupado buscó su tesoro escondido en una bolsa de cuero. Que para su fortuna no había notado.


Se acercaron al mar, aunque no lo pudiera ver, sentía su aroma.


Intentó averiguar su paradero con su compañero de alado, pero este sólo se le quedó viendo. Investigó con los otros, pero ellos hicieron lo mismo. Trató de identificarles, pero sus caras sucias y vestimentas harapientas no le ayudaron. Preguntó en hindi, persa, árabe, japonés, francés, coreano y balbuceando en español y un tanto en ruso, pero nada.


En la desesperación gritó a los que lo encarcelan. Estos le respondieron, mas el ojiazul no entendió ni una palabra.


Ellos se rieron de él mientras abrían su celda. Los prisioneros apenas podía caminar un paso de niño con los grilletes y la arena estaba muy caliente. Les jalaron para que fueran a su nuevo transporte: un barco.


En el les dieron piezas de pan tan duras que tenían que rasparlas con los dientes. El agua estaba muy racionada, pero entre los mercenarios, para los cautivos solo había agua una vez a la semana y una cucharada de sal todos los días.


La primera vez, Naruto le escupió la sal al mercenario y este le golpeo con un garrote. El rubio, aturdido, vio cómo su visión daba vueltas. El esbirro se acercó y le volvió a dar la cucharada de sal. Eso era para que los prisioneros no murieran de deshidratación.


Varias semanas anduvieron navegando. Pasaron días en los que se quedaron varados por falta de viento, y noches de tormenta en los que casi se hundían, quedando los prisioneros con el agua hasta el cuello, muchos no pudiendo flotar por sus cadenas. Decenas murieron, arrojando sus cuerpos por la borda al día siguiente, sin honor ni ceremonia.


Cuando llegaron a tierra, el lugar era muy árido y con aire caliente. Era un gran mercado, pero no de frutas y especies, era un mercado de esclavos y de bestias.


Les llevaron por túneles con peste de muerte. Se veían riachuelos rojos y ratas rodear trozos de carne. Por una de las aberturas Naruto pudo ver su primer espectáculo de gladiadores.


Un hombre que penas cabía en una pesada armadura con un casco con un pico en la parte de arriba, sostenía un hacha, mientras peleaba con otro que, con un látigo, hacía jirones la piel de sus brazos. Pero el primero logró enredar el arma del otro y quitársela. Lo que aprovechó para clavarle el hacha en su cuello.


El estómago del rubio se revolvió y se puso como piedra.


Entonces desde ahí pudo ver como entró un león a la arena de los gladiadores, que con un rugido saltó sobre el cadáver para terminar comiéndoselo.


Esto fue el límite, y Naruto devolvió lo poco que tenía en el estómago.


Fueron llevados a una jaula de exhibición. Muchos ojos les vieron, mas como entretenimiento que como personas.


Ellos serían marcados para ser vendidos como esclavos. Aunque muchos de ellos terminarían de gladiadores en esa arena improvisada, sólo porque las apuestas movían más dinero.


Junto a ellos pusieron a un gran león macho de más de 200 kilos, que era lo más deseado. Sus dueños le picaban con una barra para que este se enojara y se notara más imponente.


Naruto tuvo lastima por él, pero al ver sus afilados dientes, se imaginó a si mismo siendo devorado por este.


El ojiazul se acercó a los barrotes para suplicar a la gente que le ayudara. Clamó por su vida en cuando idioma sabía o recordaba.


Pero hasta el final, en español, un hombre le entendió.


Para desgracia, alguien más había puesto la mira en el rubio, y no de buenas intenciones.


 


xXx Before the time xXx


 


Durante el enfrentamiento con Kabuto, alguien había logrado quitarle el dinero a Sasuke, dejándole prácticamente sin nada. Por lo menos había logrado conservar sus recipientes de Érebo para sobrevivir. Pero al final tuvo que volver a robar.


Caminó por una ciudad para intercambiar dinero por una mercancía que había hurtado. El sol comenzaba a bajar, debía apurarse pues en esa ciudad los comercios cerraban al atardecer.


Estaba a punto de entrar a una tienda de libros, cuando frente a él rodó una brillante manzana amarilla. Se agachó a recogerla, e iba a ocultarla en su manga, pero no lo hizo cuando vio que un niño, no mayor a 4 años y con unos alegres ojos, iba tras ella. La mirada del pequeño al parecerle familiar, le ablando ligeramente el corazón y se la devolvió.


El niño le sonrió y le agradeció, Sasuke sólo se levantó y le acarició la cabeza. El azabache vio a una mujer acercarse, aparentemente la madre del pequeño.


 


—Así que al final me has pasado. —dijo la madre.


 


“Esa voz” pensó el azabache y la volteó a ver. Fue cuando entendió porque los ojos del niño se le hacían conocidos.


Cuando llegó a su antiguo hogar fue recibido con gran alegría. Essie lo abrazó por bastante rato, no pudiendo evitar soltar un par de lágrimas de la emoción. Y, como de costumbre, cerraron temprano.


Durante la cena fueron más de los que el azabache recordaba, pues Ishtar ya tenía dos hijos y otro en camino. Darío y Essie querían niños que corrieran en casa. Mientras que el esposo de Ishtar, como siempre, estaba fuera trabajando.


 


—Este es un muy buen momento para sacar uno mis más grandes tesoros. —dijo Darío subiendo de su bodega. En sus manos llevaba una botella transparente de cristal. Y en sus ojos ya se veían los años, pero en su mirada todavía se escondía la felicidad, al igual que en Essie. —Un recatado licor de la tierra del sol naciente. —Quitó el polvo, presumiéndola al azabache, quien leyó la etiqueta con curiosidad.


—Vinagre. —leyó en voz alta.


 


Y esa noche el de barba, de castigo, tomó de a pequeños tragos el alcohol acido. Lo bueno que sólo era una botella.


 


—Es que como iban a cerrar las murallas, el vendedor me presionó para que decidiera pronto. —se justificaba Darío mientras daba otro trago.


—Sí es cierto. Si hubieras venido hace un año no nos hubiéramos podido reunir. —mencionó Ishtar, mientras su hijo más pequeño, de dos años, dormía en su regazo con la oreja pegada al vientre de ella.


—¿Cerraron las murallas?—preguntó Sasuke.


—Sí, fue por casi una semana. Todo se quedó paralizado, aunque nunca dijeron porque lo hicieron. —Darío se puso a recordar todo lo que se había enterado de la posible causa, pero ninguna parecía cierta.


—¡Yo sí me enteré! —exclamó Essie sirviéndole más té a Ishtar. —Me lo contó una señora del mercado, que su hija se lleva muy bien con la esposa de uno de los guardias del palacio. —porque sí, en el tiempo que se había ido, habían construido un pequeño palacio.


 


Después de que el jefe de la guardia, Balto, había sido mandado a la horca, todas sus pertenencia pasaron a ser del tesorero. Esto para cubrir los gastos del documento robado.


Con orgullo presumía la gran joya, pero no mencionaba que le pertenecía a la corona en la India, que bien que estaba al tanto.


Al poco tiempo, uno tras otro de su descendencia comenzaron a morir por enfermedades o accidentes. Y cuando se quedó sin hijos, ya no podía seguir ocupando su cargo. Pidió al gobernador que no lo quitara, pero este ni se tentó el corazón.


El tesorero, sintiendo que la culpa la tenía el zafiro, se la regaló al gobernador como muestra de que no quedaba rencor entre ambos.


Al año siguiente el gobernador perdió todas sus cabezas de ganado, el más numeroso de la zona, en una inundación ¡En medio del desierto! Enterándose de esto mientras su hijo mayor, yacía moribundo en cama por una herida de un ladrón con una espada envenenada.


Fue cuando el médico le mencionó sobre el origen del zafiro.


El gobernador lo mandó en un paquete a la India, pero este fue regresado, con el motivo de que la reina negaba su pertenencia a la familia real. Pero antes de que la piedra volviera a tocar sus tierras, ordenó que fuera arrojada al mar.


Todo transcurrió a bien desde entonces, incluso su hijo se recuperó de manera casi milagrosa. Y durante un banquete de celebración, de dentro del estómago de un gran pescado, salió el zafiro.


Muchos se maravillaron ante tal evento y aplaudieron al gobernador, pero el maldijo a los cuatro vientos. Mandó que se cerrara la ciudad para que no pasara absolutamente nada en lo que planeaba como deshacerse de la joya maldita.


Al final ordenó destruir la piedra y que sus pedazos fueran enviadas en distintas direcciones lo más lejos que se pudieran.


Unos pedazos fueron arrojados al interior de un volcán, otros mandados a reyes de forma anónima, y unos cuantos fueron robados.


Mas no importaba la forma en que llegara a su nuevo dueño, el efecto era casi de igual de malo.


El volcán entró en erupción matando a una ciudad entera, muchos reyes perdieron sus puestos, fortunas o mandados a matar y los ladrones morían en accidentes horribles.


Todo esto haciendo que se pasara la leyenda de la piedra maldita.


Sasuke se quedó un poco pensativo, queriendo relacionar a la joya con la desgracia de su familia. Pensando en cómo la joya había logrado estar maldita tantas décadas sin haberle pasado nada malo generación tras generación hasta su padre.


Fue su último pensamiento antes de dormir y el primero mientras se acomodaba su turbante y preparaba sus cosas para marcharse. Aún tenía un largo camino por delante.


 


—Mi pequeño, cuídate, no vayas más por el mal camino. —le dijo Essie al despedirse. Y Sasuke tomó su mano con melancolía.


 


El azabache sólo miró atrás para ver cómo se alejaba de Persia, donde alguna vez fue su hogar junto al rubio.


Pensó entonces él “¿Se habrá marchado sin pensarlo? ¿Le habrá molestado mi abandono?”


No creyó que le doliera demasiado, sentía que desde hacía tiempo estaba esperando eso.


Las dunas se volvían más gigantescas y las sombras se alargaban. Veía espejismos que no eran de lagunas lejanas, sino con ilusiones más elaboradas en las que creía que podía ver al rubio parado a mitad de su camino, como esperándole y con una sonrisa.


Su mente no era la que le jugaba una broma, era el desierto.


A cada paso que avanzaba hacia él, este se alejaba, para que nunca lo alcanzara. Cuando no lo quiso tomar en cuenta, pudo incluso pasar al lado del ojiazul, pero al atravesarlo se desvanecía como en los sueños.


Entre más lo ignoraba, con mayor frecuencia aparecían los espejismos. Pasando como si fueran los árboles en un bosque.


Y mientras pasaba su infierno, se preguntó que sería si se lo volviera a encontrar ¿Regresaría con Naruto para apoyarlo en su búsqueda? ¿O lo convencería de que lo acompañara a buscar a sus parientes?


En ese entonces Sasuke ya no se sentía tan seguro querer encontrarlos y saber sobre sus ancestros. Ya no le era tan importante. 

Notas finales:

¿Será cierto el rumor de Sasuke? ¿Qué pasará con Naruto y Sakura?

Y desde el pasadado ¿Con quién habrá acabado el rubio? Y la mala suerte ¿Desde cuando los persigue?

 


Gooooood evening everybody!!
C: (Se me quedó pegado el acento sardonyx xD)

Espero que hayan disfrutado el capítulo!! Creo que he roto mi record ._.

Por cierto: que no les digan, que no les cuenten, la micro historia de la opera está basada en el primer acto de Hippolyte et Aricie

Y como dato curioso: Un mexicano apagó la llama con agua de riñón. Algo que da vergüenza(aunque a la mayoría les causa gracia ò_ô?? WTF con el tipo).

Disculpen la tardan tardanza, quería subir en el aniversario, pero parece que la mala suerte me siguió a mí: mi compu se volvió loca, empezaron los finales, mi celular se fue de viaje y tuve que ir a buscarlo(jajajaja... literalmente .__.) y luego eso de tener un maestro vampiro que se alimenta del sufrimiento y desvelos de sus alumnos (y amante del olor a muerte y destrucción) no es bueno.

Escribir el título del capitulo fue complicado como ponerle nombre a un niño, porque Jorge ya me causa demasiada gracia xD (mejor me cayó y toco madera .__.) Para este capítulo tuve como doce opciones!! Aunque lo curioso es que para los títulos de demás trabajos tiendo a dejarle el primero que se me ocurre.

Y como ya son vacaciones(maldita mi escuela ¬¬ nunca había ido a clases en mi cumpleaños, NUNCA ¬¬#). Vuelve el #BOOM de un capi por semana :D

Les quería comentar: ¿Qué opinan del GaaSai? Tengo pensado incluirlos, pero me gustaría saber su opinión, no olviden ponerla en la cajita de comentarios ;D

Por último, como broche de oro:

Quería darles las gracias a todos los que siguen la historia desde el inicio, y también a los que se fueron uniendo en el camino ^^. Ya ha pasado un año desde que empezó esta pequeña (xD) historia. Agradezco su consideración por escribir un comenario y sobre todo por otorgarme su tiempo para leer.

Les mando un gran abrazo a todos ^^

 

Les deseo muy buenos días, tardes, noches o lo que se les antoje ;)

Atte:

LaMueRtHeSitHa

^^*

P.D.: 

Existe un extra, algo así como un Spin-Off. Podría considerarse el capitulo 17.5. Aquí les dejo el link para que se den una vuelta y espero también les agrade :3

https://www.fanfiction.net/s/11342900/1/La-cara-de-un-%C3%A1ngel-y-la-fuerza-de-un-demonio 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).