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Dark Horse por LaMueRtHeSitHa

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Notas del capitulo:

Hola!! Soy yo dando por fin señales de vida y trayendo un nuevo capítulo ^^

Aunque el capi quedó un “poco” demasiado largo, así que tuve dividirlo en dos, por lo que este capítulo es únicamente “Before the time” sólo cosas del pasado. Nos leemos al final!

Disfruten el capi!! :D

 

Flor de Iris:

Es la flor nacional de Francia y representa la perfeción y la luz. Incluso lo llegaron a colocar en sus escudos de armas

Flor

Lira: instrumento parecido a un arpa de bolsillo, o mejor vean la imagen.

lira 

Dark Horse

 

“Los deseos imposibles de la vida”

 

Por LaMueRtHeSitHa

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

xXx Before the time xXx

 

Esporádicas ráfagas de viento acariciaban los altos pastizales de la estepa. En medio de ella, sobre un delgado camino, iba una pequeña carroza que levantaba polvo en su andar.

 

En ella iba Itachi, Hinata y Sasuke. El mayor iba concentrado leyendo un libro, Hinata dormía plácidamente y Sasuke escribía una carta en la que le ordenaba al faraón que cambiara su moneda de mayor denominación a una de oro.

 

Si daba el oro al alcance de los sirvientes, ellos tendrían seguridad y confianza de quedarse en Egipto. Los faraones tenían columnas cubiertas de ese metal precioso y hasta las puntas de sus pirámides estaban hechas de oro puro. Con eso demostraba codicia cuando debía mostrar generosidad. Pero con la nueva moneda demostraría estabilidad frente a los demás gobiernos. Con ello querrían cambiar su moneda por la egipcia, y hacer el dinero extranjero propio. Queriendo así crear la paridad de oro, o algo parecido.

 

Dobló la carta y la selló con cera. De inmediato se la dio a un guardia real, quien a todo galope se marchó a entregarla a faraón. Y lo observó cómo se alejaba hasta perderlo de vista para volver a ver con fastidio el paisaje de su ventana.

 

Venían de regreso de Japón. Estaban rodeando China, atravesando uno de los desiertos más amplios del mundo, y ver tantos pastizales le estaba comenzando a hartar. Ya entonces Sasuke había sido asignado como ayudante de faraón. El plan siguiente era infiltrar poco a poco a los Uchiha en el palacio.

 

De repente la de ojos perla se despertó asustada, había tenido una visión entre sueños. Apresuradamente ordenó que detuvieran el carro y pidió a Itachi hicieran un escudo alrededor de ellos. Que al hacerlo asustó al caballo y al cochero.

 

Pocos segundos después, frente a su carruaje, cayó una gran bala de cañón, que dejó un gran cráter humeante como si hubiera caído un asteroide. Después le siguieron otras tres balas.

 

 

 

—Hinata ¿Logras ver algo? —le preguntó Itachi cuando el fuego cesó.

 

 

 

Sasuke vio en la dirección en la que habían provenido los proyectiles, pero no alcanzaba a ver nada. Lo que sea que las hubiera lanzado tenía una potencia impresionante como para poder lanzar municiones a más de treinta kilos a una distancia mayor a cincuenta kilómetros.

 

Los hermanos al tener magia, habían sido detectados por los magos chinos. Y al no tener autorización de entrar al país, aun a pesar de estar en zona fronteriza, los consideraron una amenaza.

 

 

 

—Son 8 personas. Sólo tres tienen magia. —respondió Hinata. Y muy a lo lejos se pudieron ver a los mencionados, quienes se acercaban a caballo portando el escudo real del emperador.

 

 

 

Entre ellos iba el gran mago del agua, Zhu Jiang, uno de los protectores del emperador, junto con dos de sus discípulos y unos guardias.

 

Entonces Itachi se transformó en el guardia mensajero.

 

 

 

—Crea una ilusión en la que salgan cientos de guardias del carruaje. —le dijo a su hermano, quien le obedeció.

 

 

 

Y del vehículo salió primero Sasuke, seguido de Itachi, quien creo los primeros doce guardias que le obedecían a él, para después salir los de Sasuke.

 

Zhu titubeó al ver al ejército contrario, era muy números. Por un momento pensó en su retirada, pero al ver que sólo tenían flechas y espadas, los comparó con los cañones de sus guardias y volvió a confiarse. Aunque parecía obvio que el más débil eran los extraños, podían estar engañándole. Y frente a él se pusieron sus aprendices, protegiéndole. Mas lo que ellos querían era resaltar ante Zhu.

 

Cuando volvieron a lanzar las balas de cañón, Itachi, junto con sus ilusiones, realizó una serie de movimientos con sus manos y brazos que apuntaron hacia los proyectiles, que comenzaron a detener su velocidad hasta quedar suspendidos en el aire. Todos se sorprendieron ante esto. El gran mago por ver que les superaban en número por magos, y Sasuke porque trataba de comprender la técnica de su hermano ¿Era telequinesis  o magnetismos?

 

Itachi realizó otros movimientos que lanzaron las balas de regreso, tal vez no con la misma potencia, pero sí con la fuerza suficiente para destruir cañones. Los guardias sólo alcanzaron a huir del impacto, mientras que los magos se protegieron tras fuertes escudos de hielo que había creado Zhu.

 

 

 

—Soliciten refuerzos. —ordenó el líder. —Nosotros los detendremos por mientras.

 

 

 

Y los guardias obedecieron, quedando únicamente los magos. Entonces las ilusiones de Sasuke encendieron sus flechas para desatar una lluvia de fuego.

 

Sasuke se enfrentó con Zhu, mientras Itachi a los otros. Ese gran mago era reconocido por su velocidad a la hora de controlar su elemento, lo cual no era problema para Sasuke con su sharingan, lanzando bolas de fuego a cada intento de acercamiento del otro. Pero lo que Sasuke no sabía era que el otro podía controlar dos corrientes de agua a la vez. Y cuando Zhu estuvo a punto de atacarle por la espalda, Itachi se interpuso, derrotando a los otros en un segundo, sólo para ser atrapado por el brazo con el líquido que lo encapsuló.

 

En cuestión de segundos el agua se congeló, formando espinas que se enterraron en su piel, para volver a cristalizarse como cientos de agujas que se profundizaron astillando sus músculos, nervios, ligamentos y hueso. El dolor fue tal que Itachi deshizo sus ilusiones.

 

Al instante Sasuke creó un muro de fuego para ocultar a Itachi en el carruaje para que fuera sanado por Hinata, mostrando sin querer que todo su ejército era sólo una ilusión.

 

Zhu tomó el control del agua de sus aprendices a la primera oportunidad. Si hubieran estado en el mar, hubiera sido una derrota contundente para los Uchiha, pero esa no era la ocasión. Y durante unos segundos ambos se quedaron viéndose.

 

Zhu se mantuvo a la expectativa ante el más mínimo movimiento de Sasuke. En un principio pensó que era un mago de los elementos por su magia de fuego, pero cuando mostró que podía controlar la tierra, se confundió. Y ahora sumándole que era ilusionista estaba peor. Eso no podía estar en un solo mago.

 

Entonces Sasuke sacó su espada y, frente los atentos ojos de Zhu, la electrificó, como si quisiera impresionarlo sabiendo que lo analizaba.

 

Tuvieron otra batalla en la que Zhu intentó atraparlo, pero Sasuke era tan veloz que al final todo lo que podía hacer el chino era defenderse. Y es que era tan rápido que temía que al pestañear fuera su fin. Apenas podía verlo, como si sólo se tele-transportara, pero eso era imposible, ese tipo de magia no existía, por lo que supuso que era otra ilusión.

 

La batalla continuó hasta que Zhu se consideró derrotado. Él ya no podía moverse más, estaba tirado dentro de un cráter con el agua rodeándole. Apenas tenía fuerzas para respirar y todo el cuerpo le ardía. Vio como Sasuke se acercaba a él, con su espada en mano. Sabía que la enterraría en su pecho para terminar con él. Pero cuando Sasuke la alzó, la clavó justo a lado de su cabeza, a la altura de su oreja. Entonces Sasuke se agachó quedándose frente a frente con él.

 

 

 

—No tengo nada contra ti. —dijo Sasuke con sus ojos negros dándole la razón de su piedad. Y Zhu tragó saliva tomando fuerzas para poder hilar sus palabras.

 

—¿Quién eres? —preguntó con dificultad.

 

—Lo más fuerte en este mundo. —le contestó con una sonrisa arrogante.

 

 

 

xXx Before the time xXx

 

 

 

Naruto dejó una pesada caja sobre el reluciente piso blanco. Limpió su sudor, tomándose un pequeño descanso sobre una mecedora. Vio a una chica limpiar la chimenea, dejando volar el polvo que atravesaba suavemente los rayos que entraban por el gran ventanal inclinado que iluminaba los dos pisos de la casa, sintió el aire fresco pasar hasta el jardín. No iba a ser muy difícil acostumbrarse a su nueva casa.

 

No llevaba mucho que se había convertido en miembro de los señoríos de la provincia de la Toscana, con ello le habían otorgado una de sus mejores casas. Casi al mismo tiempo lo habían hecho cargo sobre las legiones que trabajaran para esa zona, siendo casi mil guerreros bajos sus órdenes.

 

La casa era mucho más grande que en la vivían Mikoto y Kakashi, y aun así no se podía compara con la finca con sus amplios campos de cultivo. Pero el ambiente en la nueva casa era menos pesado.

 

Y como no iba a serlo después del reciente fallecimiento de Jiraya. Quien tratando de resolver un conflicto con loa griegos, que reclamaban su independencia de Roma, una lluvia de flechas cayó sobre él. Después de eso, Naruto no quiso ver a nadie. Tanto que ese mismo día mandó a liberar a sus esclavos, que por herencia, ya eran de él. Sólo para recibir a alguien que tocó su puerta a mitad de la noche. Era Iruka con un abrazo de consuelo para él.

 

De ese día ya habían pasado unas largas semanas. Y cuando apenas comenzaba a liberar un poco su mente, había tenido una reunión con el emperador donde le había advertido del estilo de vida de los romanos.

 

 

 

—Entiendo que debió ser tu educación un poco distinta a la habitual por el origen de tu padre, pero estas en Roma. Tu Roma. Esta es tu tierra. Cuídala, protégela, y sobre todo quiérela tal cual es. —le dialogó el emperador con respecto a sus ideales de libertad.

 

 

 

Y era que, aunque él quisiera, no podía cambiar esa idea de esclavismo que tenía imperio. Al menos no de un día a otro. Porque así era cómo se mantenía Roma. La guerra era el gasto público principal de ellos. Casi toda su población estaba en legiones para comer. Era algo muy complejo que hasta sentía que le salía humo de las orejas.

 

Y para sacarlo de su letargo, Mikoto se apareció con una gentil sonrisa. Ella había regresado del mercado para llenar las bodegas, y le preguntó qué tal iba la mudanza.

 

 

 

—Bien, hasta el momento nada roto. —respondió con una ancha sonrisa el rubio. —Ven, hay algo que quiero que veas. —mencionó con alegría, para después llevarla al patio.

 

 

 

El jardín ya se encontraba perfectamente podado y la mesa de herrería negra se veía pequeña por la amplitud del lugar. Y al fondo había con una bella fuente en la que unos pájaros se bañaban.

 

Sin que nadie pudiera verlo, Kushina veía maravillada las aves cantarinas, que al irse volando hizo que se volteara, y al ver cómo ellos se acercaban sonrió ampliamente.

 

Frente a la fuente, pegado al muro de la casa, estaba el nicho de la pelirroja recibiendo la luz del atardecer. Con una nueva placa de mármol rosa en el que tenía gravado con tipografía hermosa el nombre de Kushina con una frase en hindi.

 

 

 

—Pensaba mandar a que plantaran bugambilias como las de su balcón. —mencionó el rubio viendo lo maravillada que estaba Mikoto ante los detalles de la placa.

 

—Rosas.

 

—¿Rosas?

 

—Sí, rosas rojas. Las más brillantes que existan. —dijo con una sonrisa de nostalgia. Y Naruto, recordando la pelirroja cabellera de su madre, también sonrió.

 

—Rosas rojas serán, dattebayo. —y cuando el rubio estaba pensando encargarlas a su mercader de confianza, recordó el regalo que le había encargado.

 

—Empacando me puse a recordar por todas cosas que me faltaron contarte. —mencionó ella con nostalgia. —Ahora yo quiero mostrarte algo. —y entonces Naruto tuvo que guardar su sorpresa.

 

 

 

A la luz de la chimenea que no había sido encendía en más de 5 años, Mikoto desenvolvió, de una delgada tela, un libro viejo, cocido a mano, del que alguna de sus hojas que ya se habían rasgado. Y al reconocerlo, los ojos de Naruto brillaron de júbilo ¡Ese era el libro de cuentos que le leía Mikoto cuando era pequeño! Lo abrió con cuidado por lo gastadas que se veían las hojas, pero sus dibujos, pintados a mano, estaban bien adheridos a los papiros amarillentos. El cuento del tigre que balaba, el del ermitaño, el de la tortuga y el pez. Todos seguían ahí. Una gran nostalgia lo invadió por un largo rato.

 

 

 

—Gracias. —le dijo abrazándola. —Ahora es hora que yo te dé un regalo. —y Naruto le pidió a una sirvienta que le calentara agua. Y Mikoto supuso cual era el regalo al ver la taza de té. —Cierra los ojos. —le pidió el rubio y en poco tiempo percibió un aroma de jazmín dulzón. —¿Logras reconocerla? —le preguntó él al acercarle la taza.

 

—Luz de luna. —respondió ella abriendo los ojos colmados de júbilo. Naruto al ver su sonrisa le mostró la caja metálica llena de este rarísimo té que sólo era producido en India.

 

—Según recuerdo, es su favorito.  —entonces Mikoto añoró a su reluciente India. Comenzando a sentir pena por ellos y por lo alejados que se encontraban de aquellos días. Y sus ojos se inundaron de melancolía.

 

—Están sufriendo. —dijo con un nudo en la garganta, alertando al de ojos azules.

 

 

 

Aunque hacia muchísimo tiempo que ya estaban en esas tierras, ella no olvidaba la generosidad de su pueblo. Los amaban y al no poder hacer nada por ellos, sentía como si los traicionara.

 

 

 

—¿No te has enterado de las últimas leyes de su rajá? —le preguntó ella conteniendo sus lágrimas.

 

—No, he estado ocupado. —contestó Naruto preocupado.

 

—Ellos tienen prohibido leer. —aclaró lastimosamente.

 

Y le mencionó que los libros fuera del palacio estaban prohibidos. Si hallaban a alguien leyendo o escribiendo le quemaban sus escritos, y si lo encontraban enseñando le dejaban ciego o le cortaban las manos.

 

—¿Puedes creer que le llamen “crimen” a enseñar?

 

Naruto vio el libro y por un segundo se lo imaginó ardiendo en fuego. Ese libro de cuentos en hindi era un verdadero tesoro en tierra extranjera.

 

—Hay que rescatarlos. —le pidió Mikoto, muy segura en sus palabras.

 

 

 

xXx Before the time xXx

 

 

 

La noche pronto moriría, no faltaba mucho para el cielo cambiara sus tonos. Pero en la habitación era por completo oscuridad.

 

Sasuke estaba sentado en medio de todo. Sus ojos estaban cerrados, pero no dormía. Estaba atento a todo. Estaba envuelto en una bata, pero chorreaba agua como si se hubiera arrojado al Nilo con ella.

 

Escuchó como una ligera nana era tocada en un piano, pero de un momento a otro comenzó a sonar de manera errante. Mas él, ni se inmutaba. Y se suponía que estaba solo.

 

Entonces una mosca pasó muy cerca de su rostro, molestándole. La espantó con su mano y cuando sus dedos rozaron con su piel, sintió algo afilado y escamoso.

 

Sasuke abrió sus ojos y vio su mano. Tenía garras negras y piel de serpiente. Fue cuando él de verdad se asustó y sacudió su mano como si de eso de alguna manera lo ahuyentara.

 

Entonces Itachi irrumpió en su habitación.

 

 

 

—¿Todavía no te has bañado? —le reprendió su hermano mayor. —Dentro de un par de horas llegaran el rey de Francia y no nos dará tiempo para los preparativos.

 

 

 

Sasuke sí estaba sentado en la oscuridad. Revisó su mano. Estaba normal. Asintió al mayor y se levantó, completamente seco y en piyama para marcharse al baño.

 

A la llegada de los franceses fueron recibidos por una serie de sirvientes que estaban agachados ante ellos en una reverencia. Eran docena y docenas en hilera desde que se bajaron del carruaje hasta la entrada principal.

 

María no deja de admirar el gran palacio en el aire mientras se abanicaba con unas plumas. Mientras iba del brazo de su padre que le da la razón, mientras ella sonreía ante los acabados y él miraba maravillado la punta de oro de cada pirámide.

 

Pero Pierre, su jefe de gobierno, un hombre anciano hasta en su forma de pensar, con una mordida larga y de mirada arisca, desaprobaba todo en el lugar, hasta de lo que no se podía ver.

 

 

 

Pero no se deje engañar, su majestad. Se nota que los egipcios no saben cómo cuidar su oro que hasta lo desperdician en decoración. —habló en francés sintiéndose con la libertad de hablar a sus anchas.

 

—¿Pero eso no quiere decir que tienen tanto que hasta lo pueden despilfarrar, Pierre? —le argumentó María, por tal y como lo hacía ellos.

 

—No, significa que no saben manejar su riqueza, ni su estado de resultados y sólo ellos sabrán cómo estará su balanza comercial. Bueno, lo sabrá su brujo ayudante. —mencionando esto último con despotismo. —El faraón es un idiota de la magia que no entiende al estado. Basa toda su fuerza en ese mago.

 

 

 

Siendo lo último que mencionó antes de entrar al palacio. Y cuando se hubieron perdido su interior, uno de los sirvientes se levantó. Este era Sasuke disfrazado de sirviente. Y todos los demás se fueron desvaneciendo como en un sueño.

 

Él les había entendido perfectamente.

 

Con eso comprendió que ese tal Pierre era un cascarrabias de cascarón duro, y que por la atención que le había puesto el rey, debía influir en sus decisiones, no por nada era el jefe de gobierno. Pierre era a quien debía manejar, pero también era con el más difícil de tratar, sería un caso difícil, pero no inalcanzable.

 

Sasuke se encaminó a su habitación para cambiarse mientras en su mente se repetía el itinerario del resto del día. Debía preparar unos detalles sobre la cena de esa noche. Y recordó que debía ir a buscar unos papiros que tenía escondidos, por lo que se desvió.

 

Iba con paso tranquilo para pasar desapercibido por los largos pasillos cuando de repente sintió una nueva presencia, que por un largo rato no desapareció. Dio vuelta en un pasillo para despistar, pero extrañamente la presencia le seguía. Entonces se giró para enfrentarle, pero detrás de él no había nadie.

 

Buscó al espía, pero no lo encontró. Pero al continuar su camino escuchó unos pasos pequeños, como si fueran los de un niño. Activo su sharingan casi de manera inconsciente buscando vestigios de magia o lo que fuera, pero nada. Estaba completamente solo.

 

Continuó de manera más a prisa y volvió a oír los pasitos, y fue entonces que decidió ir directo a su habitación, pero cada vez lo escuchaba más cerca. No sabiendo que era “eso”, corrió sin detenerse sólo girando para cerrar la puerta. No vio a nadie, pero logró escuchar la risa traviesa de un niño.

 

Selló su habitación con tres hechizos y permaneció en silencio. Expectante a cualquier sonido. Y en medio del silencio logró identificar la risa que acababa de oír. Era la de Naruto ¡Imposible!

 

Se sentó en su sofá, tranquilizando su respiración. No era posible que él estuviera ahí y mucho menos cuando ya no podía tener esa edad. Alguien en definitiva, un mago, debía estar burlándose de él.

 

Pero ni en su habitación podía estar seguro, porque de nuevo escuchó la risa de manera queda, proveniente de debajo de su cama. Fue a ella y levantó la sábana, pero no había nada.

 

Se volvió a escuchar, pero por la ventana. Debía estar detrás de las cortinas. Se acercó a ellas, llegando incluso a escuchar una respiración detrás. Con furia las arrancó, y las telas cayeron mostrando que no había nada. Y la risa se escuchó dentro de su baúl.

 

 

 

—Naruto, deja de jugar. —ordenó sin pensarlo.

 

 

 

Y continuó así buscando en cada rincón eso que lo hacía enloquecer. Desacomodando cuanto había en su alcoba. Destruyéndolo todo.

 

Cuando no tuvo donde más buscar, pues hasta el colchón lo había volteado y había dejado los restos en un rincón para que no tuviera donde esconderse, pero aun así podía escuchar la risa. Presiono sus oídos con fuerza con sus palmas, cerrando los ojos empezó a gritar para dejar de escucharlo. Pero entonces la risa se transformó en carcajadas. No deteniéndose hasta que sintió que alguien le tomaba del hombro.

 

Entonces abrió sus ojos asustado y vio a Itachi preocupado.

 

 

 

—¿Qué está pasando? —le preguntó el mayor. Sasuke sin poder explicarse.

 

 

 

Estaban el rey y Pierre en un gran salón siendo recibidos por “Ónix”, teniendo al fin la conversación que tanto había querido el rey con una sonrisa ante cualquier comentario del mago, mientras que Pierre sólo escuchaba con fastidio escondido.

 

A Pierre se le había hecho inaudito que tuvieran que hacer una presentación antes de tratar directamente con Ónix, lo entendía por él, pero ¿También el rey? Y además debían dar un obsequio. Pero estaban en tierra extranjera y debían seguir el protocolo como todos los demás. Y el rey quería conocerlo, y por ende él debía concederlo.

 

Habían pasado apenas 12 minutos cuando un sirviente entró para decirle a “Ónix” que había sucedido un asusto urgente que necesitaba su decisión. Él se disculpó y pidió paciencia, que pronto regresaría. Causando la indignación de Pierre, pero no del rey, quien le dijo al estar solos que si no pasaban su aprobación no podrían conocer al faraón.

 

Tras cerrarse las puertas, Sasuke hizo una seña especial con su mano que hizo aparecer frente a él a un guardia enmascarado al que le ordenó que los vigilara en secreto y que le avisara de inmediato cuando notara impaciencia y amenaza de retirada.

 

No había ningún asunto que atender, todo había sido una mentira planeada por Sasuke. Debía mostrar a cuenta gotas su presencia para darse a desear, tratando de demostrar falta de interés.

 

Ya en su habitación sacó una caja de puros, regalo de un emperador de América, y tomó uno. Poniéndolo sobre el cenicero con su hilo de humo, Sasuke se quedó pensando en sus recientes alucinaciones, buscando una causa.

 

Se suponía que ya no debía tenerlas porque Itachi le había asegurado que lo había liberado del Sooye. O eso era lo que él le había dicho ¿Y si todavía habían quedado restos? Y se revisó su piel buscando marcas de trasformación, pero era imposible, ya no tenía el sello maldito. ¿Y si alguien le había echado un hechizo? ¿Pero quién? Y comenzó a sospechar de todos, incluso de Itachi. Podría tener motivos ocultos, algo le decía que sí, pero siempre se negaba. Itachi no era capaz de algo así ¿O sí?

 

Entonces volvió su vista a su puro que se había consumido solo, desperdiciándose. Empezó a dar vueltas en su habitación como un león enjaulado, quemándose la cabeza pensando, mientras el cielo se vestía de naranja.

 

De repente alguien tocó a su puerta, debía ser el guardia, pero entonces notó algo extraño, el puro seguía encendido, asombrado vio a la ventana notando que todavía el sol estaba en lo alto. Él podría jurar que habían pasado horas.

 

Con el tiempo comenzó a ver sus alucinaciones como algo habitual. Las pinturas que le seguían con la mirada al caminar por los pasillos, las llamas de las lámparas alargándose hasta el techo, su petrificación del sueño. Incluso sus ojeras llegaron a competir con las de su hermano, pero por el cansancio. 

 

Para ser él mismo, se negaba. Buscándose sin saber. Presionándose a ser algo que no era y actuando casi todo el tiempo estaba cayendo de a poco en la locura.

 

Esos planes a futuro, esa venganza ¿Era realmente lo que él quería?

 

Y era que Sasuke no seguía sus propias metas. Siempre cumplía los deseos de Itachi. Y cumplir los deseos de otros hace que te pierdas en ti mismo, haciéndolo perder su esencia.

 

Un día, mientras el rey, María y el faraón daban un paseo por el Nilo, Pierre estaba leyendo en paz en el palacio cuando “Ónix” lo visitó, tomándolo por sorpresa. El mago se justificó diciendo lo poco que habían podido hablar, demostrando interés por congeniar con él y agradeciéndole por su tiempo. Haciendo sentir a Pierre, en cierta forma, consentido. Ónix, el mago más solicitado sobre los demás reinos, deseaba estar con ÉL. Aunque esto fue sólo un segundo y pronto lo volvió a poner en la etiqueta de superficial.

 

El azabache comenzó una conversación en latín, como se hablaban entre ellos, puesto que Pierre creía que no sabía francés, y por ende leerlo. Y aun así guardó el libro que leía de los ojos de Sasuke. Un libro que mantenía oculto de los demás por su delicada temática.

 

Pierre, cuando menos se dio cuenta, ya estaba hablando de su difunta esposa, una honorable mujer que se encargaba de la academia de artes de París. Relatándole como la había conocido él por ser una actriz y cantante de ópera.

 

 

 

—Era una soprano esplendorosa. —mencionó con ánimo Pierre.

 

 

 

Pierre era muy metódico en sus actos, pero un gran apasionado a las artes por ella. Llegando así al lado sensible de Pierre, logró ganarse su confianza. Pero esto no era suficiente.

 

Y a escondidas, mientras Pierre dormía, Sasuke leyó el libro que con tanto recelo guardaba. Al terminarlo en la madrugada, se quedó perplejo por unos segundos. Pierre tenía un muy buen motivo para esconder ese libro. No sólo hablaba de un tema inmoral, sino que además lo presentaba de tal forma en que el que lo leyera aceptaría el acto inconscientemente. Aunque esta lectura sólo hechizaba los instantes que tarda la mente en regresar a la realidad. Haciendo sentir una placentera culpa, afín a los hechizos de Sade.

 

Así como lo había tomado, regresó el libro secreto a la mesita de noche. Sólo llevándose consigo el punto débil de Pierre, el secreto que no podía ser visto con buenos ojos. El escándalo que se haría si se sabía que el jefe de gobierno tenía gusto por las obras románticas caníbales.

 

Sólo se lo rebeló a Itachi, quien ideó un plan. Y el día en que lo llevarían a cabo, Sasuke tuvo otra alucinación en la que se comenzó a arañar su piel como un desquiciado.

 

 

 

—¡Sasuke, Sasuke! ¡Reacciona! —le gritó Hinata dentro de su mente, mientras que ella en el exterior estaba sobre de él, tomándolo con fuerza de ambos brazos para detenerlo de hacerse más daño.

 

 

 

Pero dentro del mar de sus oscuros pensamientos no había respuesta, sólo el disturbio de una tormenta con memorias e ideas malditas.

 

Siendo Itachi quien logró encontrarlo, en su mente, luchando con una espada y muchos rayos contra una infestación de moscas que querían entrar por su piel.

 

Cuando Sasuke regresó en sí, él e Itachi estaban sudando por el esfuerzo.

 

Los mayores le preguntaron qué era lo que le había pasado, pero Sasuke sólo se limitó a ver lo rasgados que estaban sus brazos, haciendo que Hinata en automático comenzara a curarlo. A Sasuke le había faltado poco para arrancarse la piel.

 

 

 

—Yo me encargaré. —le dijo Itachi a Hinata cuando acabó. —Tú termina de arreglarte. —le ordenó a ella, quien obedeció y se marchó.

 

 

 

Itachi comenzó a interrogarlo, mientras Sasuke sólo le negaba la mirada ¿Es que acaso a Sasuke no le gustaba pedir ayuda? Pero el menor no sabía si excusarse o entregarse. Ya ni se fiaba de sí mismo. Por su mente que se desquebrajaba por ya no tener a Naruto, quien estaba bien marcado en su corazón, dejándole sólo una sensación de vacío acompañada de su culpa y frustración. Su merecido castigo.

 

 

 

—Respóndeme. —ordenó el mayor.

 

—Estoy bien. —contestó escuetamente.

 

 

 

Itachi supuso que lo que le pasaba a Sasuke era por el exceso de estrés y no quiso forzarlo a que le dijera, ya tenían el tiempo encima. Y ayudó a Sasuke a disfrazarse para su presentación, con sus plumas y maquillaje. Reconociendo al final que lo había presionado mucho para que toda la visita de los franceses saliera perfecto. Aunque desde antes ya lo había estado limitándolo hasta de sus emociones. Prohibiéndole sentir lo más mínimo por quien fuera. Él no podía tener sentimientos, aunque sólo fuera un ser humano.

 

 

 

—Deberías relajarte. —le dijo Itachi de repente de forma complaciente.

 

—¿A qué te refieres? —interrogó Sasuke mientras se ponía su maquillaje de oro.

 

—Trata de divertirte. Hoy habrá alcohol por montones, nadie cuidará su reputación, aprovecha eso y disfruta la noche. —le dio su permiso junto con su corona de oro. —Sólo no te excedas.

 

 

 

En el gran salón, había docenas de comensales en silencio esperando el espectáculo que se presentaría esa noche. El sonido de un gong invadió el lugar y una lámpara apuntó a un extremo del escenario mostrando a Sasuke con un reluciente pectoral de oro, con una corona asemejando a los rayos del sol, y sobre sus brazos y rostro el polvo de oro.

 

A cada golpe él fue acercándose al centro mientras iban saliendo bailarinas de caireles dorados que danzaban con sus compañeros, todos rubios, portando velas, queriendo parecer delicadas estrellas en el cielo.

 

Cuando las percusiones fueron acompañadas por una delicada arpa Hinata entró con una máscara, que como siempre cubría todo su rostro, en forma de luna menguante y con una peluca de láminas de plata que escondían su largo cabello. Ella bailó con gracia en su suave vestido blanco alrededor de Sasuke yendo en círculos asemejando a la rotación planetaria.

 

En su actuación demostraban lo mucho que querían permanecer juntos, pero debían continuar su curso. Pero de un momento a otro él la tomó de su mano y la detuvo. Ella le negó con la cabeza, pero al sol no le importó y la acentuó a su persona. Entonces un pequeño torbellino de aire los encapsuló, haciendo lucir de forma esplendorosa las alas de organza ocultas en su vestido, al mismo tiempo que se escuchaban unos truenos y relámpagos.

 

Las luces se enfocaron en ellos. El sol besó a la luna en su muñeca, sus brazos y su cuello. Y a cada beso salían listones rojos que se ondeaban con el aire, pero un humo negro los comenzó a rodear. Y cuando el sol estaba decidido a besar a la luna, tomó su máscara para arrebatársela, pero en ese instante el humo imposibilitó la vista, invadiéndolos por completo. De repente una explosión cegadora se detonó. Y donde debía estar la pareja, sólo quedaron los listones rojos.

 

Todos comenzaron a aplaudir por el acto de magia representando a un eclipse solar. Pero Pierre se levantó de su asiento para alabar tan magnífica obra. Pues él sabía que no era sobre un eclipse, sino de cómo el sol había transformado a la luna en llena para después engullirla en nueva. Y aunque fueran sólo en concepto, a él se había extasiado con la idea hedonista de devorar la tersa piel de la amante.

 

Un par de asientos más atrás, otra persona se levantó de su asiento, un joven apuesto de brillante cabellera roja y ojos café humo. Esa persona se llamaba Sasori. Él había admirado los movimientos precisos de Sasuke, sintiendo gran fascinación sobre todo por sus articulaciones. Esos codos, esos dedos, esos hombros que tan perfectos se habían deslizado.

 

 

 

—Deidara. —llamó Sasori a su acompañante rubio. —Quiero que me busques un ramo de rosas rojas. —le ordenó tratando de buscar al “Sol” en algún rincón.

 

—¿Y de dónde quieres que saque rosas? Estamos en un palacio en el aire en medio del desierto, hmmn. —se quejó Deidara viéndole con enojo con sus ojos azules. —pero Sasori lo ignoró, él ya había dado su orden. Y Deidara, maldiciendo al pelirrojo, se marchó a buscar las flores.

 

 

 

Todas las luces se encendieron rompiendo aquella hermosa atmosfera. Los sirvientes, que eran los mismos actores, comenzaron a llenar mesas con extravagantes platillos. Aves gordas, dulces de manzanas con caramelo ámbar, jugosas frutas de todos los rincones, todo rociado con polvo de oro. Y para beber sólo había vino blanco y champagne.

 

Cuando el azabache regresó a la fiesta, más de uno se sorprendió de verlo sin su característico delineado, pero aun así se veía bien con el maquillaje de su personaje. Todos le rodearon para felicitarle por tan buena producción, dando su mano la cual era besada.

 

Poco a poco el ambiente comenzó a sentirse turbio. Notando como frías personas le rodearon, como si quisieran aislarle del resto de la fiesta. Y por un segundo les vio, sus miradas eran tan frías como las un maniquí. Y sus ojos ónix cayeron en unos cafés, de quien parecía el único vivo.

 

 

 

—Excelente presentación. — le dijo el de pelirrojo para después entregarle las rosas, pero algo en su rostro molestaba a Sasuke además del ambiente asfixiante. Y en lugar de tomarlas, sólo se le quedó viendo. —Oh, disculpe mis modales. Mi nombre es…

 

—Sasori. —interrumpió “Basted” aceptando el ramo en lugar “Ónix”. —Él es dueño de numerosas fábricas de armamento, él abastece a los guardias y a los guerreros de faraón. —le presentó la chica al mago. Y a Sasuke le llamó la atención que no contara con ningún título, no era usual ese tipo de gente para él. —Y joven Sasori, él es Ónix, el ayudante de faraón. —y el azabache dio su mano derecha, mostrando la sortija que le otorgaba su título, para ser besada por Sasori.

 

 

 

Entonces Sasuke distinguió a Pierre, quien se acercaba también con un ramo pero de flores de Iris amarillas. Al instante el mago las recibió con una sonrisa y aprovechó para escaparse del pelirrojo. En ningún momento el pelirrojo sonrió, sólo se podía ver la ambición en el brillo de su mirada al ver al otro marcharse.

 

 

 

—Basted. —le llamó la atención a ella.

 

—Sí, joven Sasori.

 

—Quiero reunirme con él. —le pidió viéndole con decisión.

 

—Claro, pero sólo será posible si usted sigue con el protocolo de presentación.

 

—Sí.

 

—Muy bien, por favor acompáñeme, acordaremos una cita.

 

 

 

Sasori obedeció y siguió a la felina. Por un momento giró a ver a Ónix, quien sonreía a lado de la familia real francesa. Debió ofenderse por la manera tan cortante con la que se comportó el mago con él, pero sólo trató de entenderlo. Ónix debía estar acostumbrado toda su vida a estar entre lo mejor, y él cumpliría cada deseo que el mago quisiera con tal de que lo notara.

 

Estaba el azabache sobre un sillón dorado con una copa oro en su mano mientras una sirvienta de caireles dorados le abanicaba. Hablaba con cuidado una anécdota inventada a sus invitados de honor, que le escuchaban con una amplia sonrisa, y a otros tantos que querían sumarse a su círculo, y al terminarla todos rieron, incluyendo a Pierre.

 

Tenía toda la atención del mundo, de lo mejor y más alto de toda Francia, potencia mundial. Él rió con ellos demostrando desbordante felicidad, pero se sentía muerto por dentro. Y cómo esas carcajadas sólo le pegaban como si la realidad se estuviera riendo de él y de la suerte que le tocó vivir.

 

Vio su copa vacía, y estiró su brazo para que se la llenaran. Y un joven rubio la llenó con champagne mientras le ofrecía una sonrisa.

 

Y desde lejos “Anubis” alzó su copa deseándole una buena velada.

 

Mas con tantas formalidades y apariencias a Sasuke se le estaba gastando el alma. Porque aunque pareciera que daba su ser, realmente no era él. No podía confiar en nadie si sabía que había engañado a todos. Y él sólo se resignaba.

 

Aunque sí existía UNA persona en la que podía creer, pero ya no estaba con él. “Y nunca más lo estará” se repetía, haciéndose sentir la persona más sola del mundo.

 

Y dio un sorbo a su copa, pero se extrañó al verla vacía ¿No se la acaban de servir? Y sintió la mirada del sirviente junto una calidez familiar que pudo notar por el rabillo de su ojo. Pero al voltear no había nadie, confundiéndole.

 

 

 

—Ónix ¿Sucede algo? —le llamó Pierre preocupado.

 

—No, sólo creí escuchar que alguien me llamaba. —mintió, y fue cuando pudo notar que el rey y la princesa ya no estaban con ellos. —¿En qué estábamos? —preguntó con falsa inocencia y una sonrisa de dientes para afuera.

 

—En el motivo de tan ostentosa fiesta ¿Cuál es la celebración?

 

—Ninguna, sólo me gusta que todo este bañado en oro. —contestó con una sonrisa coqueta en su boca que luego se abrió para recibir de los dedos de una sirvienta una uva con trozos de papel de oro. Y le mostró sus blancas manos presumiéndoles sus tonos dorados. —¿Sabía que así se ven los deseos? —pero Pierre estaba tan estupefacto por la atención del mago que sólo pudo negar con la cabeza. —Este es el color de la magia ¿Le agrada? —aunque parecía más una orden que una pregunta.

 

 

 

Entonces el azabache le hizo una seña especial a los sirvientes para que sirvieran un platillo especial. Y en un pequeño carrito de oro trajeron cabezas de muñecas de porcelana. Todos vieron curiosos aquella presentación, pero se impactaron cuando vieron como “Ónix” tomó una de ellas, quitándole la tapa para mostrar los sesos cocidos de su interior.

 

Por unos segundos se le quedaron viendo raro, menos Pierre que estaba extasiado ante la idea, pero rápidamente se espabilo para aparentar.

 

 

 

—No tiene nada de extraño. —dijo sonriendo y ofreciéndole una de las cabezas a Pierre, quien sólo la tomó. —los japoneses comen hueva de pescado, licor de alacrán, los chinos ratas, los huevos de gallina todos los comemos y son los fetos no nacidos de las gallinas, estos sólo son sesos de vaca. —y su mirada cayó en Pierre, quien no pudo controlar más sus movimientos y dio el primer bocado, sólo para enseguida sonreírle al mago.

 

—Su excelencia, sabía de sus gustos extravagantes, pero esto es impresionante. Le felicito por tan buena fiesta llena de sorpresas. —y rápidamente los bocadillos se acabaron por la necesidad de probar tan exuberante manjar.

 

 

 

Al terminar el último bocado con deleite, escuchó como dos condesas chismeaban sobre el mago y no pudo evitar incluirse en su plática.

 

 

 

—Disculpen por entrometerme en su conversación, pero ¿De dónde sacan que Ónix es caníbal? —preguntó Pierre en voz queda.

 

—Pues no le puedo decir que yo lo he visto, pero mi sobrino, por parte de mi primo hermano, me contó, y él nunca ha mentido, que un día tuvo una discusión con uno de sus sirvientes por haberle destruido por accidente uno de sus pergaminos y de castigo lo convirtió en vino.

 

—Imagínese que tipo de vino saldría de un sirviente, un humano. —comentó la otra mujer alarmada mientras se abanicaba.

 

—Y esa misma noche se lo bebió para la cena. Pero esa sólo fue la primera vez. Lo hace cada vez que tiene a alguien que se interponga en sus planes, lo convierte en algún platillo y se lo devora. —Prosiguió la mujer.

 

—Y quien sabe, capaz y hasta, sin saberlo, se acaba de comer a uno de sus enemigos. —comentó la segunda mujer señalando la cabeza de muñeca.

 

 

 

Y en ese momento Pierre sintió un leve cosquilleo en su estómago, similar al del aleteo de ruiseñor, que no se detuvo durante el resto de la noche. Ese chisme le había fascinado y hecho sentir un éxtasis a un nivel que nunca creyó poder sentir. Ni con sus novelas, ni con la complicidad que tenía con su difunta esposa por el gusto por el canibalismo se le comparaba.

 

Las horas pasaron y las lámparas se fueron extinguiendo. A altas horas de la madrugada sólo algunos seguían conversando y otros pocos, ya ahogados en alcohol, se quedaron dormidos en los muebles.

 

En el círculo de Sasuke uno de ellos estaba como si estuviera muerto, pero bien aferrado a su copa. Los únicos conscientes eran Sasuke, Pierre, el músico rubio que cantaba junto con su lira mientras la sirvienta de caireles la bailaba para ellos.

 

Pierre conversaba con él para entretenerlo, pero Sasuke no necesitaba eso. No necesitaba de nadie más, necesitaba a Naruto. Porque sus pesadillas lo culpaban por haber dejado solo al de ojos azules, y maldiciéndose por haberlo hecho.

 

 

 

—Que pesan más los daños que mismos años al final. —entonó el cantante rubio mientras Sasuke veía sus ojos azules.

 

 

 

Aunque estuvieran lejos, fuera de distancia y tiempo, se tenían bien aprensados en el corazón.

 

Porque él tuvo al sol en sus manos, su atención y su confianza, y lo dejó ir, alejándolo, así, para siempre. Si hubiera abandonado sus inseguridades, su miedo a por accidente apagarlo, habría dejado su ignorancia sobre que el sol no se le puede extinguir. Puesto que el sol sólo te puede absorber hasta hacerte uno con él.

 

 

 

—¿Qué opina, gran Ónix? —preguntó Pierre regresándolo a la realidad.

 

—¿Exactamente de qué? —disimuló viéndole a los ojos.

 

—Sobre la desaparición de Joanjainess.

 

—Tenía muchos enemigos por ser un busca-problemas. Era cuestión de tiempo de que alguien se las regresara todas. —pero Pierre no podía seguir guardando su curiosidad. Debía quitarse esa duda.

 

—¿Usted no sabrá su paradero? Digo… —habló un poco nervioso, inseguro por lo que estaba a punto de decir. —Escuché que usted se deshizo de él… comiéndoselo. —dijo casi en un murmullo.

 

 

 

Sasuke sí se había desecho del hombre en cuestión, pero no de esa manera. Y no supo si fue por las absurdas declaraciones, por el alcohol o ambas, pero le causó una gracia que le hizo soltar una risa.

 

 

 

—Esas son patrañas. —dijo el mago alzando su copa vacía, que de inmediato fue llenada por la bailarina con más champagne. —Pero debo admitir que tengo cierta atracción al tema. —complementó guiñándole un ojo para darle un trago a su bebida.

 

 

 

Esto ilusionó por completo a Pierre, quien ya estaba a su merced. Y el azabache sabía que, a pesar de que era una mentira, Pierre nunca lo contaría por conservar ese sentimiento de complicidad.

 

Había logrado sentir a Pierre liberado, y a la vez doblegado. Ya estaba en sus manos.

 

De repente escucharon unas copas quebrándose y voltearon a su origen. Era la princesa María que se dirigía hacia ellos. Ella iba con su vestido de terciopelo rosa que iba a jugo con las rosas de su peinado, que ya se había aflojado por su torpeza al caminar por el exceso de bebida. Y al llegar, ellos se levantaron para protegerla de sus propios pasos.

 

 

 

—Hooola Óni-x —saludó con la lengua floja y le dio un beso en cada mejilla. —Hola Pierrer —saludó de igual forma, mientras que el aludido le veía de manera desaprobatoria.

 

—Princesa, no es el lugar para comportarse de esta manera. —le reprendió Pierre.

 

—Tranquhiloo, nadie loh esta nothando. —justificó la rubia.

 

—Lo mejor es que usted la lleve a su habitación antes de que haga algún desfiguro. —sugirió el mago a Pierre.

 

—Tiene razón, grandeza. —y en seguida Pierre tomó con cuidado la mano de María para llevarla. —Que descanse. —Le deseó Pierre.

 

 

 

Después de aquella noche, cuando los franceses regresaron a casa, Pierre sugirió al rey que establecieran relaciones con Egipto, ofreciéndose él como embajador. Quería permanecer cerca de su más grande captor.

 

Y Sasuke vio los restos de la fiesta y decidió que ya era hora de marcharse. Pero al dar un par de pasos, notó que el músico y la bailarina le seguían sin dejar de hacer su show. Los sirvientes no debían marcharse hasta que él lo ordenase.

 

“Disfruta la noche” le había dicho Itachi.

 

Tomó una botella y la destapó, bebiéndola en todo el camino a sus aposentos. Al estar con ambos rubios dentro, cerró la puerta con seguro y hechizos.

 

Detuvo con delicadeza el baile de la rubia y comenzó a besarla mientras le iba quitando sus ropas, como si le quitara los pétalos a una rosa, dejándola desnuda sobre la cama, mientras el músico seguía tocando la lira. Pero eso no se quedaría ahí.

 

Fue lentamente hacia el músico y le quitó su instrumento. En el perpetuo silencio, pudo escuchar la profunda respiración del músico. El azabache miró fijamente al de ojos azules, acercándose despacio hasta que sus frentes se tocaron. Sasuke lo tomó de sus sienes y pronunció en silencio: “Por esta noche tú serás él”. Y cómo en las promesas que tenía con Naruto, le besó en los labios, pero el rubio continuó con un beso apasionado. Eso no era como lo quería Sasuke, mas no tuvo de otra.

 

Le tomó de su mano y lo guio a la cama, donde los rubios comenzaron a devorárselo a besos, mientras Sasuke se dejaba hacer. En el piso sus ropas quedaron como evidencia de la liberación de Sasuke.

Notas finales:

Vimos los inicios de Sasori, pero ¿Qué planes tendrá en un futuro para Sasuke?

La declaración de guerra contra el marajash ya ha sido proclamada en silencio ¿Logrará el rubio salir victorioso?

Sasuke se nombró a sí mismo lo más fuerte del mundo ¿Hasta dónde será eso posible? Y también ¿Logrará esto servirle de algo?

 

Hola a todos! :D Cuanto sin vernos(creo que desde el año pasado ^^U)

Primero que nada quisiera agradecer su enorme paciencia que tuvieron por el hiato más largo que ha tenido el fanfic.

Por si se preguntaban cuántas partes más tendrá el fic sobre el pasado, ya esta fue la última.

El título fue porque convine dos canciones, la de: deseos de cosas imposibles de La Oreja de Van Gogh, y la de: Los Tesoros Imposibles de Huecco, sé que me inspiré de muchas otras canciones para hacer el fic, pero esto es sólo el título.

¿Sabían que Zhu Jiang es el río más largo de China?

Tenía escrito ya un final que me había encantado poner, pero se perdió. Había empezado a pasar mis archivos a mi nueva compu (por fin ;w;) pero me salió un pantallazo azul, al principio no me asusté, ya estaba acostumbrada a eso(ese es mi secreto para que no me asusten tan fácil ¬w¬) pero me espanté cuando en definitiva ya no volvió a encender. Siempre tengo un respaldo en mi correo por cualquier cosa, pero ese tenía dos semanas de antigüedad y casi no tenía nada avanzado, incluso varias partes que me había sacado directamente de mi cerebro y no de mi libreta de ideas estaban ahí, por lo que me tuve que pedir ayuda a un técnico, pero cuando me dijo el precio, tuve que ponerme a ahorrar para recuperar mi vida(tenía varios años con la otra, tenía varias triques ahí) Y cuando al fin, después de casi dos meses, logré conseguir el fic, descubrí que mi amado final, no había logrado salvarse, traté de poner todo tal cual lo recordaba, pero eran demasiados detalles, no pude acomodarlo como quería T.T eso me hizo entrar en un bloqueo depresivo.

Entre esos meses también pasaron muchas cosas: declaraciones de guerra, entregas del 50% de tesis, bombas semejantes a Hiroshima, varias temporadas de exámenes, ataques de pánico por malditas brujas, etc.

De lo último que conté, unas son metafóricas, otras muy reales. Pero quería desahogarme.

Pero en gran agradecimiento para ustedes, les traeré el siguiente capítulo el sábado en la noche(hora México), más tardar el domingo.

 

Gracias por leer el fic!! Espero que les haya gustado este capítulo. De antemano se agradecen los comentarios :3

 

Que tengan muy buenos días, tardes, noches o lo que se les antoje ;*

 

Atte.

La MueRtHeSitHa ^^*

 


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