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Dark Horse por LaMueRtHeSitHa

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Notas del capitulo:

¡Hola a todo el mundo! ^W^

Acá está el nuevo capítulo!!

 

Palmera canaria: Palmera de tronco grueso, con hojas que se acomodan como densos penachos palmeados, pueden medir entre 2 y 3 metros de largo. Por temporadas da densos racimos de flores anaranjadas.

 Palmera Canaria

Wagashi: Es un golosina tradicional japonesa que se sirve a menudo con el té, y que se elabora principalmente de un pastel de arroz y pasta endulzada de judías azuki, y fruta.

Wagashi

Algo así es lo que me imaginé en el escrito :)

 

Y que no se pierda esa bonita costumbre de poner una canción introductoria xD

Grimes - Flesh without Blood/Life in the Vivid Dream

 

 

 

Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto. Yo sólo hago este fic sin fines de lucro.

 

 

Advertencia: Este capítulo contiene lemon. Se recomienda discreción. Si no deseas leerlo, saltate hasta la siguiente sección del capítulo(pero sólo lee el último dialogo, es importante/bonito/me esforce mucho en ese dialogo)

Dark Horse

 

“Susurros de una caótica guerra”

 

Por LaMueRtHeSitHa

 

 

“Tú golpeas, peleas, tú pierdes

Recuerdas cuando solíamos decir

“Te amo” cada día

Vi una luz en ti

Tú nunca me gustaste de todos modos

No veo la luz que vi en ti antes

Y ahora no, y ahora no,

Y ahora no me importa más

Cariño, créeme

Si tuvieras la posibilidad, destruirías todo lo que amas

Incontrolable

Si tú no me necesitas, sólo déjame ir

 Tú odias, tú muerdes, tú pierdes

Después de todo, no te gusto

Me alegra que digas que te gusto

Pero sólo condicionalmente

Se perdió cuando dejaste que todos tus pensamientos hablaran,

Porque tú sólo quieres dinero, quieres fama”

Flesh without blood - Grimes

 

 

El cielo se mostraba triste por las nubes grises que visitaban por el día a Abu Dabi. En el parque empedrado el ambiente era taciturno, nada que ver con lo avivadas que habían estado la noche anterior. Los grandes árboles combinados con las altas palmeras daban a la pareja que paseaba cierta privacidad. Y con la ausencia de brisa, parecía que el tiempo estaba forzado a estar detenido, haciendo su transcurso tortuoso. El suelo de piedra gris contrastaba con el vestido color canario de Sakura, quien veía de forma concisa al rubio, el cual vestía de forma afrancesada con un saco melón, mientras este le trataba de hacer platica. Pero ella sólo escuchaba, contestando pocas veces y de forma cortante.

Entonces la cabeza del rubio comenzó a punzarle, todavía no había tomado suficiente agua, y se lamentó. Y es que no había descansado casi nada por la fiesta, pero por la petición de la francesa de encontrarse en aquel parque se había sentido obligado a ir. Pero ante la actitud de ella, no sabía que pensar o que otra cosa hacer, más que sentirse culpable. No se arrepentía de haber besado a Sasuke, pero sabía que no era justo para Sakura, y se debatía si contarle o guardar el secreto.

Mientras que Sakura también siendo culpable, para ella el único traidor era el de ojos azules por haber jugado con sus sentimientos. Sorprendiéndose de que este estuviera tan tranquilo.

Entonces se sentaron en una banca. Y ella esperó a que el rubio dijera algo, pero este se mantuvo en incomodo silencio.

 

—Tulio ¿No tienes algo que decirme? —“Aunque más correcto sería confesarme” pensaba la de ojos verdes. Ya no quería seguir alargando más su sufrimiento y de que le estuviera viendo la cara de tonta.

—¿Qué? No —respondió nervioso el rubio. No podría confesarle su mal, arrepintiéndose al último minuto.

—Tulio ¿Tú estás enamorado de alguien más? —soltó finalmente la de ojos verdes viendo fijamente a los azules con enojo. Aunque ella en ningún momento pensó en reconocer su error. Recordando con tormento aquel beso que le había roto el corazón.

—¿Por qué lo dices? —inquirió el rubio, desviando la mirada y aceptando su culpa. Cosa que provocó que se formara un nudo en la garganta de Sakura.

—Noté como hablabas con más cariño con otra persona. —reprochó ella, pero nunca queriendo recriminarle el beso que ella había visto.

—¿Con quién? —Naruto quería saber si de verdad se había mostrado tan abierto con sus verdaderos sentimientos.

—Con Shion. —mintió ella, no queriendo mencionar al azabache que también le había hecho caer, pero mostrándose finalmente desilusionada. —Si ya sabías que amas a alguien más, entonces ¿Por qué me ilusionabas? —reconoció la chica, rompiéndole el corazón a Naruto por su acción. Aunque él permaneció en silencio un momento, no sabiendo que decir.

—Lo siento. —finalmente dijo

—Un “lo siento” no arreglará las cosas. —y ella apretó sus labios pintados. —No puedes ir por ahí haciendo eso, Tulio. Debes aclararte tú mismo para controlar tus acciones. —Y  sólo permaneció en silencio —No tienes el derecho de romper la confianza de los demás. —Y le obligó a verle con los ojos cristalinos. —Así sólo empeoras las cosas. Yo sí te quería mucho, y tal vez me dijiste “Te amo”, pero con tus actos sólo nos lastimaste más. No lo vuelvas a hacer por favor.  —Y ella tomó su mentón para acercarlo y darle un beso en la mejilla, despidiéndose de él.

—Dejemos esto ya, en serio. —pronunció el de ojos azules apretando sus manos enguantadas. Porque si ella seguía, sólo se herirían más y más, en un ciclo sin fin.

—Era todo lo que quería escuchar. Adieu, Tulio. —pronunció finalmente, para despedirse.

 

Y se levantó para irse, sonando sus tacones cubiertos de perlas, marchando con decisión, dejando un eco en el lugar que fue desapareciendo, para nunca regresar.

Sabiendo el rubio que sí la quería y que había obrado mal, se quedó solo y con el corazón maltrecho.

 

xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx

 

La gran estación de trenes de Bucarest estaba llena de visitantes que se guarecían de las bajas temperaturas del exterior. Por ser una estación nueva, que conectaba con las estaciones de las principales ciudades de Europa, muchas personas la visitaban. Admiraban sus gigantescos arcángeles de plata que sostenían techo de cristal con hierro forjado. Muchos aprovechaban a que los retrataran junto las altas palmeras canarias, traídas directamente de Egipto.

Sakura vio asombrada el lugar a través de sus ojos verdes, en lo que caminaba con delicadeza con sus tacones rojos a juego con su vestido de moños negros. Observó a las personas que iban sonrientes, notando que todos iban en pareja, sintiéndose la persona más solitaria. Miró al piso con tristeza, admirando las figuras que se formaban en el reluciente piso de mosaico de ónix.

Todo el lugar le sonaba a Tulio o a Ónix. Volvió a recordar la fiesta pasada y arrepentirse de sus acciones y unas lágrimas comenzaron a acunarse en sus ojos. Apuró su paso para entrar al tren lo antes posible para que nadie la viera llorar. Con alivio escuchó como comenzaron a anunciar su tren. Sacó su boleto de su bolso de terciopelo, sólo para sorprenderse que todavía no llegaba su vehículo.

La gente comenzó a acercarse, notando que casi todas eran parejas felices. Y no pudiendo contenerlas más, sus lágrimas se derramaron. Con su mano enguantada limpió rápidamente sus mejillas, para evitar que los demás lo notaran.

 

—Toma, querida. —le habló una voz femenina en latín, y la de cabellos rosa volteó a ver a una mujer con un vestido de encaje negro y un velo del mismo tono con pequeños diamantes bordados en el.

—Gracias. —respondió Sakura tomando el pañuelo y con delicadeza de no arruinar su maquillaje se secó sus lágrimas.

—¿Por qué lloras? —preguntó la de negro.

—Es que empecé a salir con un muchacho, me lo había presentado mi mejor amiga. Pero es que la tonta fui yo. Y eso que ya me lo había advertido otra amiga. —comenzó a relatarle Sakura a la desconocida en forma revuelta.

 

La de ojos verdes ya no podía seguir guardando su sentir, pues desde que había dejado al rubio no había podido contarle ni María ni a Ino ni a nadie. Y cuando menos se dio cuenta, el tren ya había llegado. Y Sakura vio a la acompañante de la de negro: otra chica de cabellos oscuros de gris que sostenía un cerdito entre sus manos.

 

—¿También se van en este tren? —preguntó la de ojos verdes.

—Sí.

—¿Y si nos vamos juntas? Reservé una cabina para mi sola, estaremos más cómodas. —propuso con una sonrisa, algo melancólica aun.

—Claro, quiero seguir escuchando tu historia. Pero mejor ven tú con nosotros, tendremos más espacio. —y la más chica aceptó con la cabeza.

—Por cierto, mi nombre es Sakura à Printemps. —y mostró una pequeña reverencia por cortesía. “Curioso nombre” pensó la mujer. Su apellido confirmaba su acento francés, pero su nombre contrastaba notablemente.

—Mi nombre es muy largo, pero me gusta que me llamen Tsunade. —y era verdad, era su sexto nombre. —Ella es Shizune. —y la mujer empujó a la otra para que se acercara.

—Un placer. —mencionó la aludida con una sonrisa nerviosa por la situación. —Él es Tonton. —y la chica alzó al cerdo, y este movió su nariz con rapidez. Aunque lo que llamó la atención a Sakura fue que hasta el cerdo tenía un collar de perlas.

 

Cuando fueron hasta la entrada se sorprendió no sólo que iban a tener un vagón completo para ellas solas, sino que además le pertenecían a la dama de negro, pues tenían la llave de la puerta. Sakura tenía mucha curiosidad por saber quién era la mujer del gran corazón, aunque no quería parecer interesada.

Pero los ojos se le abrieron como platos al ver el interior del vagón con acabados de lujo. Lámparas de flores de cristal iluminaban el lugar. Con un sillones canapé verde esmeralda con bordados en negro que invitaban a recostarse en ellos. Con una hermosa pecera reforzada con espinas de hierro decorando como pieza central. Y todo alfombrado para comodidad del cerdito que corrió por el lugar tan sólo lo soltó Shizune.  

 

—Buenas tardes, Alfred. —saludó Tsunade al mayordomo levantando su velo, mostrando sus ojos almendras y cabellera rubia, entregándole sus guantes.

—Buenas tardes, su majestad. ¿Desea algo en especial para…

—¿”Su majestad”? —repitió Sakura sorprendida.

 

Entonces Shizune presentó de forma adecuada a Alexandra Kassel Elizabeth Victoria Mary Tsunade von Park, reina de Inglaterra, soberana de los reinos aliados. Al instante Sakura se volvió a reverenciar, pidiendo perdón por su imprudencia y por quitarle su tiempo a la mismísima reina. Comprendiendo entonces porque iba de negro, recordando que su esposo acaba de fallecer y que por él le decía “La Bruja”.

 

—Tranquila, sólo no te alteres. —pidió la reina alzando el mentón de Sakura con delicadeza. —Y sigue platicándome de aquella fiesta en París. —mencionó en tono calmo la rubia, sonriendo con gentileza.

—Claro, majestad. —asintió Sakura, sintiendo que le faltaba el aire por querer evitar cometer un error. Y se dibujó una mueca en la cara de Tsunade.

—Y prohibido llamarme majestad durante el resto del viaje. —sentenció la dama sentándose en el sofá y extendiendo su mano hacia el mayordomo. —Sírveme lo de siempre, Alfred. —ordenó. 

 

En un principio Sakura se negó a tomar vino, por recordar la mascarada, pero no pudo decirle que no al champagne.

 

—¿Pero saben que es lo que realmente me duele? —preguntó Sakura con un nudo en su garganta. —Que yo todavía lo quiero, pero sé que él a mí no. —y la de ojos verdes comenzó a llorar de nuevo y Shizune le pasó otra servilleta, mientras que Tsunade se sirvió más vino.

—Eres muy joven para sufrir de amor. —dijo Tsunade con decisión a los ojos, desconcertando a Shizune, “Ni que estuvieras tan vieja” pensó la de cabellos oscuros con una gotita en su sien. Y es que por mucho, entre la de cabellos rosas y la rubia se llevaban siete años. —Y lo peor de todo es que fue fugaz.

—Ya no me quiero volver a enamorar nunca más para nunca volver a sufrir de amor. —declaró entre lágrimas mientras Shizune tallaba su espalda. Repentinamente la reina golpeó la mesa con su puño, espantando a las otras.

—No puedo estar más en contra de eso. Es mejor haber amado, que no haber sentido nunca nada. —pronunció Tsunade con seguridad y potencia. —Miserables aquellos que se limitan por el “qué dirán” o por no arriesgarse. —y dio un trago largo a su copa. —Ni que la opinión de los demás fuera más importante que tu sentir. O que debas ir por ahí sin que te rompan el corazón, si la vida se hizo para vivirse, caer y levantarse. —y Tsunade señaló a Sakura. —Por tu bien, no vuelvas a decir eso, eso es de cobardes. —le dijo con rubor en sus mejillas. Ya se le estaba subiendo el alcohol.

 

Sakura vio a Shizune, preguntándole con la mirada que si la reina estaba bien, a lo que la otra asintió. Tanto por las condiciones de la reina como porque tenía razón.

 

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Iruka estaba ordenando la agenda de Naruto de los próximos meses con desaliento. Y es que había acababa de recibir la notificación del emperador de que Naruto asistiera a una presentación en Egipto en su nombre. Y Naruto al ver su cara de abatimiento, supuso que era porque quería regresar a tomar un merecido descanso. Y es que Iruka ya extrañaba a cierto guerrero de cabellos plata.

Entonces el rubio le ordenó que regresara a Roma a entregar los cientos de regalos que no había podido mandarle a Mikoto. Dándole así el puesto de asistente a Sai de forma temporal. Aunque eso había sido desde antes de que empezaran las fiestas romanas. Iruka desconfiado al principio, aceptó sólo si se quedaba un poco más para enseñarle a ser competente en todo lo necesario a Sai.

 

—¿Qué vas a hacer en caso de no entender algo? —le preguntó el de cicatriz al de cabellos de tinta.

—Consultar los libros que me dejaste. —contestó con simpleza el otro con una sonrisa falsa en su rostro. —Por cierto, ya no va a llevar 7 carretas, va a llevar 8.

—¿Y ahora por qué otra extra?

—Naruto quiere llevarle alfombras nuevas a los leones.

—Ah ya. Pasaré por ahí primero. —Iruka apretó la agenda entre sus manos, inseguro si entregarla, nunca se había separado de esa libreta. Nunca había tenido vacaciones. Y finalmente se la entregó a Sai.

—¿Cuándo partiremos de Abu Dabi? —cuestionó Sai sin verlo en la agenda.

—¿Por qué?

—La duquesa Ino me encargó pintarle todos los lugares que visitara y ya pinte el cuadro de aquí. —manifestó el otro.

 

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Había un ambiente populoso en el salón cubierto de cortinas de algodón vino y con un denso humo de cigarrillos. Mientras las antorchas iluminaban con tenue luz amarillenta y parpadeante, haciendo parecer que el tiempo avanzaba de forma pausada.

En aquella fiesta estaban Naruto como no queriendo ser “Tulio” y Sasuke esforzándose en ser “Ónix”, quien se había puesto las túnicas de los romanos para querer imitarlos y hasta con corona de olivos incluida. El azabache conversaba con elocuencia, mientras los demás le escuchaban con una sonrisa en los labios. El rubio, vistiendo con su imponente escudo pectoral negro, estaba recargado en una esquina de una mesa, sin llamar mucho la atención, casi como si no estuviera en el mismo círculo de conversación que “Ónix”. Mordió con sensualidad la pera que tenía en su poder, como si de un afrodisiaco se tratase, mientras veía fijamente a su objetivo, quien sostenía su copa con elegantes ademanes y con su delineado oscuro observaba de reojo a Naruto, viéndolo como comía la pera con pasión, como si tratara de seducirlo a cada mordisco, con el brillo de su mirada lasciva, al azabache que tenía en frente con tal de llamar su atención. 

Y aunque el rubio estaba ahí, sus pensamientos estaban en los hechos ocurridos de esos últimos dos largos días, sintiendo como realmente le dolía, ¿Pero lo que realmente le dolía era su corazón? Y si quería llamar la atención del azabache, lo había logrado. Sasuke no pudo ignorarlo a él ni a las furtivas gotas de néctar que escapaban al momento en que sus colmillos se clavaban en el fruto carnoso, ese jugo que recorrió la comisura de sus labios hasta llegar a su cuello. Provocando en Sasuke un nerviosismo, que reflejó como “Ónix” con una risa.

Que la manzana era el fruto prohibido era perfidia. Porque esa pera era la que le invitaba a caer a sus más bajos instintos.

Pero este gesto desagradó al de ojos azules, quien lo demostró con una mueca. Llegando al punto de no soportarlo más, y se retiró. Sasuke al notar su mal humor, se despidió, bebiendo lo último de su copa. Y con disimulo y tardanza, siguió a Naruto hasta detrás de unas cortinas que llevaban a un pasillo solitario y oscuro, donde estaba el rubio en silencio.

Sasuke, con lentitud, tomó la mano del menor. Al instante Naruto levantó su rostro para llevar sus ojos a los ónix, que le veían con amor y preocupación. El mayor le preguntó con la mirada qué era lo que le pasaba, tallando sus manos. Sabiendo ambos que el azabache había perdido su apuesta sin engaños ni mentiras. Deseándose mutuamente, pues sabían que el otro curaría las heridas de su corazón provocadas por ellos mismos.

Las mejillas de Sasuke tenían un ligerísimo rubor por el alcohol, y por su respiración acelerada y los latidos que no podía controlar, dándose así cuenta que no podría resistirse, de nuevo, a la tentación. Ese no era el lugar.

Y Sasuke se marchó corriendo por el pasillo siendo perseguido por el menor, pero el azabache conocía muy bien el lugar, y se escabulló por un pasillo oculto detrás de unas cortinas, haciéndolo perder de vista por el otro. Pero por más que se escondiera, ya estaba al alcance de Naruto, porque él sabía dónde estaría.

Sasuke llegó a la entrada de su habitación, con sus latidos revueltos de tanto correr. Y Naruto, apareciendo de entre las sombras, se mostró, sorprendiendo al azabache.

Detrás de tanta persecución por medio mundo por él, por fin lo alcanza más allá de lo que él creía.

Naruto lo giró por el hombro y lo abrazó, a pesar de que Sasuke se resistió por largos segundos, sintiendo el aroma que soltaba su cabello, pero el rubio se aferró a él. No había vuelta atrás. A Naruto no le importaba lo que hiciera en ese momento, sólo no quería que su verdadero amor no se fuera. Ya por fin lo había atrapado, a pesar de que el otro le negaba su mirada, pero ya nunca más podría Sasuke cerrar su sentir, porque era todo lo que él necesitaba. Amor.

Sintiendo ambos las fuerzas de las estrellas queriendo cumplir los deseos de ambos, de lo que pidieron cuando estuvieron juntos en aquél barco al llegar a los emiratos.

Hasta que finalmente Sasuke se rindió y respondió el abrazo. Después el rubio lo vio con la luz parpadeante de las lámparas. No podrían separarse de nuevo. Y lo sabían.

¿A dónde los llevaría ese mundo tan cambiante? No lo sabían. Sólo importaba ese instante.

Naruto soltó su amarre sin dejar de ver los ojos oscuros de Sasuke, cubiertos del temor. Sintiendo su cuerpo tembloroso por la duda y el torrente apresurado por el pánico de cumplir su deseo más anhelado.

Sasuke se separó de él para entrar a su habitación, como en una forma de protegerse, pero sin cerrar la puerta. “Lo que tenga que ser, será” pensó por un segundo el azabache.

Y tras él, entró el rubio que, en complicidad, cerró con seguro la puerta tras pasar él.

Y al escuchar el seguro, Sasuke activó 4 sellos mágicos en la habitación con el movimiento de sus manos. El azabache se acostó en su cama de sábanas color vino con almohadones dorados, y Naruto, dudoso al principio, se sentó sobre su pelvis con las piernas abiertas. Sasuke, poniéndose a la defensiva se levantó, recargándose en sus codos. Permanecieron en silencio un rato mientras se veían. El alcohol en el sistema de Sasuke comenzó a disminuir y sus defensas comenzaron a alertarle. Intentó empujar a su hermano, pero el otro se lo impidió.

 

—¡Déjame en paz!—vociferó el mayor mientras batallaba por escapar de la situación, pero el otro lo empujó por los hombros a la cama.

—¡Luchando contra lo que sientes no va a servirte de nada! —decretó Naruto, que estando frente a él era prueba suficiente. Y en medio de las penumbras, Sasuke le observó sorprendido. —Sólo puedo amarte a ti —confesó Naruto, quien le abrazó por el cuello, escondiendo su rostro ahí. Sasuke permaneció petrificado un momento, mientras sentía contra su pecho los latidos acelerados de Naruto ¿O era el de ambos? Y aceptando sus sentimientos pasó sus manos por la espalda del rubio, acariciándolo. —Sólo te amo a ti. —le susurró al oído.

 

Entonces ambos aflojaron sus abrazos. Sasuke con suavidad se hizo hacia atrás para recargar su espalda en la cabecera de la cama. Con la tenue luz de la luna, la corona de olivos sobre su cabello azulado y ese delineado en sus ojos, hacían parecer a Sasuke un dios. Y era sólo de Naruto, haciéndolo tragar saliva. Pero el rubio notó algo más allá de los ojos ónix, y era que tenían miedo.

Naruto no podía abalanzarse sobre el otro, por lo que se acercó con lentitud y acarició su barbilla para acercarse a sus labios, haciendo estremecer al otro. Podía escuchar la respiración pesada, pero aun así le besó. Pero al no recibir respuesta, se separó con cuidado, notando que Sasuke le veía aun temeroso.

Sasuke sólo sentía su corazón latir a mil por hora. Sabiendo que eso era lo que había buscado toda su vida, pero que se negaba por ser prohibido. Pero ya no podía detener sus impulsos, y acercó su rostro despacio al rubio, quien sin pensarlo volvió a besarlo con gentileza, dejando poco a poco fluir ese amor que tanto había guardado para el azabache. Y tras leves gestos de amor puro, Sasuke entró en confianza y correspondió el beso con precaución.

Al separarse ambos se vieron a los ojos unos instantes. Eso había sido lo más intenso que había sentido Sasuke desde su alma. Y fue cuando se dio cuenta que ya no había vuelta atrás. Desde ese beso no volvería a dejar de amar a Naruto. Lamentándose sólo de una cosa: haber perdido tanto tiempo por no haberlo besado desde antes. Mientras que el de ojos azules se sintió realizado por haber cumplido uno de sus mayores deseos en el mundo: haber besado al azabache y ser correspondido.

Entre besos, caricias e intercambiando lugares, fueron desvistiéndose mutuamente con lentitud, queriendo que el reloj no avanzara. Besando los nuevos lugares que dejaban al descubierto.

El rubio era el que más iniciativa tenía de los dos. Tanto porque el rubio no se contendría por lo que durante años estuvo buscando, tanto porque Sasuke ya estaba acostumbrado a que le complacieran. Ninguno era principiante en la cama, aunque uno era el más experto.

Sasuke, abrazando al otro por el cuello y ya sin vergüenza, profundizó el beso introduciendo su lengua. Era tan placentero aquello, que pensó que ni el mismo paraíso se le podría comparar. Y se recostó en la cama, extasiado por aquella sensación. Sólo para volver a ser besado por el rubio. Sasuke acarició su espalda marcada para después seguir su instinto y ponerse encima del rubio y verlo por un segundo mientras acariciaba su rostro.

Ese era su preciado ángel. Al que siempre quiso proteger. Protegerle de él y que cayera en el infierno. Pero Naruto sería su ángel guardián que lo guiaría en ese lugar peligroso que todos llamaba amor. Y permanecieron así, viéndose en las penumbras, decidiendo si dar ese gran paso. Pero el azabache volvió a caer en el miedo, quedándose petrificado. Y el rubio al darse cuenta de esto, volvió a guiarlo.

Naruto lo recostó en la cama, repartiendo dulces besos en el pecho níveo, lamió sus clavículas y al besar su cuello notó como el otro apretaba las sábanas. Había descubierto su punto débil. Y mordisqueó para ver su reacción y logró robarle un suspiro. Tanto placer sintió al escucharlo que fue a sus labios para devorarlos.

Sasuke acarició la espalda alta de Naruto, tratando de desahogar ese nerviosismo que no quería desaparecer de su cuerpo. Y las manos de Naruto viajaron del pecho a la pelvis del azabache. Tanteando y dudando si seguir avanzando. Y mientras le daba placer, besó su cuello, sólo para recibir tesoros.

 

—Ya… Naruto. —suspiró Sasuke apretando ahora la espalda del susodicho.

 

Naruto le besó con pasión sin detenerse en su labor, haciendo que el azabache soltara gemidos al no poderse controlar, pero sintiéndose satisfecho por dentro como nunca pensó estarlo. Haciéndose sensible, apretó con fuerza la almohada de plumas antes de dejarse ir.

El rostro de Sasuke estaba rojo y su pecho latía con fuerza. Mientras que el otro veía con orgullo su proeza entre sus dedos. Y con lascivia vio al azabache mientras lamia uno de sus dedos.

 

—¿Ha sido mejor de lo que te imaginabas, teme?—interrogó el rubio para después besarle. Y al rozarse, el mayor notó la necesidad del rubio.

—Ponte en mi lugar. —ordenó Sasuke, levantándose.

—¿Por qué? —cuestionó el otro extrañado, sin moverse de su sitio.

—Que te pongas en mi lugar. —y lo volvió a señalar colocando otro almohadón, para que el rubio estuviera más cómodo.

 

Y Naruto, no pudiendo se negarse a su dios, se recostó en los almohadones, semi-recargado, dejándose a su merced. Sasuke entregándole besos prohibidos repletos de maestría, Naruto se contenía ante esos labios y sinhueso llena de ardiles en el deleite, mientras sentía la boca caliente de Sasuke, pensaba que era la cavidad más perfecta del mundo. Dejándose hacer mientras apretaba las sábanas y soltaba ligeros gemidos de placer. Y de forma inconsciente comenzó a hacer un vaivén que guio al azabache en su ritmo.

El rubio cubrió sus ojos con sus manos, para concentrarse en aquellos placeres que le estaban volviendo loco. Y cuando estaba a punto de perderse, el morbo lo llevó a ver al azabache, quien le regaló una imagen cautivadora con una mirada sumisa. No supo si fue el acto que hizo el azabache de juguetear con su entrada con sus dedos, o el hecho de que al cruzarse sus miradas de placer, y a preciar a fondo esa divina imagen de Sasuke, el de ojos azules no pudo aguantarse más.

 

—Eso… fue fantástico. —confesó el de ojos azules mientras recobraba el sentido después de aquel orgasmo. —De veras. —y el otro sin poderle ver a los ojos por lo que tenía en su rostro, tomó la sábana vino y la colocó en sus hombros para cubrirse y dirigirse al baño. Naruto se recostó por completo en la cama, oliendo el aroma de Sasuke en las almohadas, causándole regocijo. —¿Dónde aprendiste a hacer eso con tu boca? —interrogó en broma.

—¡Cállate, dobe! —contestó el otro con vergüenza desde el baño, sacando una pequeña sonrisa en Naruto, quien escuchó como abría la llave el otro dejando correr el agua, y los parpados comenzaron a pesarle.

—Te amo. —confesó antes de caer dormido.

 

Cuando Sasuke volvió a salir con la cara lavada, se quedó unos segundos viendo al rubio plácidamente dormido en su cama sin vergüenza. Podía sentir la tranquilidad en el ambiente por su respiración pausada. Pero lo observaba, habiendo logrado escuchar la confesión del otro desde el baño.

Se quitó la sábana y la extendió sobre sus cuerpos para cubrirse. Poniéndose de lado, viendo a Naruto, quien, de forma inconsciente, le abrazó acercando sus cuerpos.

“Qué tonto, qué fácil he caído” pensó Sasuke, no pudiendo evitar sonreír ante la situación, sólo para después caer dormido.

Naruto despertó en medio de un oasis de tropel de cortinas que lo refugiaban a él y a Sasuke de la luz que se fugaba por la ventana. Sentía con agrado la sábana vino que les protegía. Y volteó a ver a su amante, aun dormido, y amó cómo los cabellos azulinos se revolvían con las almohadas doradas después de haber hecho el amor. Una sonrisa se dibujó en su rostro y llevó su rostro al de Sasuke para robarle un beso suave, dejando al otro somnoliento.

 

—Buenos días, dormilón.

—Buenos días. —contestó el azabache, todavía adormilado, al conectarse sus miradas.

 

Y no pudiendo controlar sus acciones, sus labios se conectaron en un beso en los que ambos se desearon amor. Hasta que el azabache, entre caminos de besos, llegó al brazo derecho del rubio, en el que descubrió, ya con la luz del día, el tatuaje de esclavo liberado del rubio.

 

—¿Qué es esto? —preguntó preocupado Sasuke, estando sobre del otro, acercando el brazo de Naruto a sus ojos, tratando de identificar el sello.

—Es la marca de esclavo romana. La cruz dice que ya soy libre. —explicó el rubio.

—No me habías dicho que habías sido esclavo. —y es que Naruto le había contado de sus viajes en Roma y el de su salida de los emiratos, pero nunca de cómo había conocido a Jiraya.

—No eres el único que guarda secretos. —le recalcó Naruto.

—¿Sufriste mucho? —y al instante activó un poder en sus manos para borrar la cicatriz de su brazo, tal y cómo le había curado la heridas en el barco a los Emiratos, se las robaría.

—No mucho, —sutil mentira para apaciguar todo. — sólo antes de que me vendiera a “Julio”, él fue mi primer y único amo, hasta que me adoptó. —y al ver que Sasuke estaba acumulando una magia luminosa en su palma, le interrogó. — ¿Qué haces?

—Voy a borrar la cicatriz. —pero el rubio le detuvo agarrándole de la muñeca, negando con la cabeza. Ya lo pasado, pasado.

—No debí haberte dejado sólo. —lamentó Sasuke recargando su frente sobre el hombro del otro. Y comprendió así que no era que las promesas se rompieran, sino que las promesas no podían ser perfectas. No podía protegerle por siempre.

—Pero eso ya no importa, de veras. Ahora estoy bien, aquí, junto a ti, porque te amo. —Y el azabache le miró incrédulo de sus palabras, negando lentamente con la cabeza por las palabras de Naruto. —El amor es doloroso, pero sólo contigo es agradable. Sólo tú puedes amarme. —afirmó, casi sin aire por la emoción.

—Yo no soy el que debe hacerte feliz. —confesó con resignación el azabache.

—Pero el único que lo puede hacer eres tú. —declaró con seguridad, callando al mayor. Y nervioso puso la mano nívea sobre su pecho, mostrándole lo rápido que latía su corazón. —Y sé muy bien que sólo yo, y nadie más, puede hacerte feliz. Permíteme que esa sea mi razón de vivir. —y en su refugio tomó el rostro de Sasuke para darle un beso suave lleno de amor, que hizo llenarle el pecho de valor al azabache.

—Te amo. —pronunció como si hablara su corazón mismo, sacándole una sonrisa al rubio.

 

Y con aquella dulce confesión, fue libre. Cada vez más libre. Todo a cuenta gotas.

 

xXx Naruto x Sasuke Dark Horse Sasuke x Naruto xXx

 

La comida se había racionado para la India. Filas por un poco de harina y aceite. Comer más de una vez al día y comer carne más de dos veces a la semana era un lujo. Aunque también había filas extensas para volverse parte del ejército. Pues para ellos no había vales de alimentos, para ellos y dos miembros de su familia, había comederos gratuitos.

 

—Debes mantener a tu ejército atendido si quieres que te defiendan. —argumentó Madara a su esposa mientras bebía vino de su copa de cristal.

—¿Y si vuelven a revelarse porque lo consideran injusto? —le mencionó ella recargada viendo el atardecer en el balcón de su palacio, con diamantes y rubíes en su cuello. Todavía la situación estaba delicada.

—De eso ya me he encargado. —y ella le vio interesada por saber qué era lo que había hecho. —He enviado espías para que vigilen desde dentro. A la más mínima reunión en contra de nosotros, le capturarán, interrogarán y les juzgarán por traición. —Y la reina en respuesta le besó feliz.

 

Con el paisaje de su jardín por donde se paseaban los pavorreales con sus colas bajas tratando de mantenerse al margen de la multitud de nobles, que eran todos jóvenes, que disfrutaban de la fiesta de cumpleaños del príncipe.

Mientras que por dentro del palacio, en lugar de alfombras, estaba el suelo transparente, donde se podía ver el agua azul donde nadaban tritones con cola de tiburón, y en la superficie las sirenas con sus vestidos de piedras preciosas y perlas cantaban, pero a su vez encadenadas del cuello con oro y plata en por sus muñecas; y con bailarinas entre los platos de fruta.

El festejado, con su piel como las nueces que hacía resaltar sus ojos verdes, disfrutaba una nieve de miel, hecha con el hielo de las montañas de Nepal. Él estaba escuchando a un noble rumano que conocía a Ónix. Contándole con emoción lo grandes que eran las fiestas del mago. Y cuando le contó cómo le había ido con una de las sirvientas en forma de anécdota chistosa, el príncipe carcajeo.

 

—Quiero conocerlo. Mándenle una invitación para que venga. —mencionó entre risas.

—Pero sólo sale del palacio por motivos oficiales. No vendrá aquí por una simple fiesta. Sería mejor si usted fue… —y el príncipe, sintiéndose ofendido, golpeó la copa del dueño de aquel comentario.

—Soy Príncipe. Y ordenó que traigan a todos los gobernantes de Egipto. Quiero una alianza con ellos.

 

La noticia corrió como pólvora. Todos estaban impresionados por ello. Una potencia en ejército se uniría a Egipto.

Fue entonces que los ingleses fijaron sus ojos en ellos dos, el príncipe de India y el casi príncipe de Egipto. Y si ellos no confiaban en Ónix, sentían que sería peor si se unía con el de India. Uno por ser  reconocido por utilizar su magia negra y el otro por ser poco menos que el representante de todos los que la utilizaban.

 

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Por la ventana del salón entraban delicados pétalos de Sakura blancos. En los Emiratos era invierno. En una mesa de té había una cajita de regalo con un delicado moño blanco, y a lado de esta un té listo para servirse junto con unas golosinas wagashi de fresa.

Shion movía sus dedos rápidamente, evitando no morder sus labios por no querer arruinar el labial rojo con el que los había pintado, no pudiendo sacar sus nervios de otra forma. Y cómo no iba a estar nerviosa con la noticia que le había dado su madre apenas dos días antes.

Estaban Shion y su madre en una carroza camino a Fuyaira. Miroku le acababa de contar que se había enterado que la relación entre Naruto y Sakura había terminado. Entonces Shion se despertó de su letargo con una sonrisa en su rostro, preguntándole detalles. Y entre una pregunta y otra.

 

—No sé si ese hecho se relacione con lo que te voy a decir, pero en la fiesta de Abu Dabi le ofrecí a Naruto tu mano en matrimonio. —comentó la suma miko con una sonrisa, sorprendiendo a Shion que se puso roja, quedándose unos instantes en silencio por la noticia. Y en cambio su madre volvió a sonreírle con cariño, sabía que le encanta la idea a su hija. —Lo bueno es que ya se lo propuse.

—¡Madre! ¿¡Y por qué no habías dicho primero a mi!? —riñó la menor, sorprendiendo un poco a la suma miko. —Pero, pero ¿Qué dijo? —preguntó, con un poco de temor por la respuesta

—No quiso decirme que no y me dijo que lo pensaría. —Pero es que el rubio se había puesto un poco nervioso ante la situación, lo tenía entre la espada y la pared. —Por eso debes ir con él a confirmar su decisión.

 

Y volviendo al salón de té, en el que al recordar el corazón de la chica se aceleró y coloreó sus mejillas ¡Naruto todavía podía decirle que sí!

Shion se había esmerado mucho arreglándose. Mandando a cambiar su peinado dos veces, decidiendo por uno en el que pudieran lucir sus peinetas con campanillas a la vez que dejaba mostrar su larga cabellera en una coleta que se mecía con el viento con un listón rojo. Veía por la ventana inmóvil en un kimono rojo con bordados de pelotas doradas. Y no se podía mover porque había pedido que le ajustaran tanto el obi que apenas si podía respirar.

De repente escuchó la puerta abriéndose, haciéndola pararse más derecha y que su corazón brincaba de emoción, a la vez que escondía el regalo debajo de la mesa, en su regazo.

 

—Buenas tardes, alteza. —saludó el rubio al entrar con su armadura blanca sobre su túnica a juego que le cubría hasta el cuello por las bajas temperatura, y la chica se resistió a soltar un suspiro enamorado, sofocado en una sonrisa de bienvenida. Y el rubio se sorprendió de la perfecta postura de la miko.

—Buenas tardes.

 

Él por costumbre le sirvió el té. Ella le ofreció los bocadillos dándole a escoger para dárselo en un plato con extrema delicadeza, a la vez que preguntaba trivialidades para no sonar muy directa con lo del motivo de reunión.

 

—Sakura me ha dejado. —comentó Naruto serio en algún momento de la conversación.

—Sí, me he enterado. —respondió Shion, partiendo uno de los bocadillos

—Que rápido corren las noticias. —y Shion sonrió. Si de lo que a uno le importa debe estar bien informado. —Pero pasó otra cosa en el festival de la que quiero hablarte. —comentó con duda el de ojos azules. No sabía si debía contar abiertamente sobre su nueva relación, pero para eso pediría consejo a ella.

—Sobre eso tengo que hablarte. —interrumpió ella pensando que se refería a la plática que había tenido con Miroku —Ahora que no hay nadie que me lo impida, me gustaría saber la respuesta de la propuesta que te dio mi madre. —y al instante Shion se inclinó, mostrando así las brillantes peinetas, para entregar el regalo escondido. —Naruto, por favor acepta mis sentimientos. —Pero esto sólo hizo sentir a Naruto incómodo. No quería lastimar a su mejor amiga, pero debía hacerlo, no podía mentirle.

—Shion, —y el rubio tocó con delicadeza las manos de ella, quien se levantó lentamente. —lo siento. Yo sólo te veo como una amiga.

 

Entonces todo se volvió oscuridad para la sacerdotisa. Sintió la amargura pasar por su garganta y una sofocación que la hacía querer salir huyendo de ahí, haciéndola girar a ver a su alrededor buscando una salida. Pero al sentir como las manos de Naruto apretaban las suyas, transmitiéndole paz, logrando calmarla un poco.

 

—Sé que ahora va a ser difícil llevar nuestra amistad, pero quiero pelear por ello. Te estimo demasiado. —Y ella volvió a ver sus ojos azules que le decían que lo sentía en serio. —¿Vas a poder? ¿Te puedo pedir eso? —Ya era hora que ella le hiciera un favor a él. Y la miko limpió una lágrima que quería escapar, para después sonreír con melancolía.

—Está bien, Naruto. Lo entiendo. —y por unos momentos permanecieron en silencio, no sabiendo qué decir. —¿Qué era lo que me querías decir del festival? —y el de marquitas supo que sí le comentaba que tenía una relación con Sasuke le desharía el corazón.

—No, mejor te lo cuento después. —contestó nervioso. Pero ella sabía que no lo vería en mucho tiempo, y ya le picaba la curiosidad.

—No, ahora me cuentas. —insistió con firmeza.

—Está bien. —si Shion sobrevivía a lo que le iba a contar, podía confiar en que ella se mantendría como su amiga. —Pero prométeme que no dirás nada a nadie.

—Te doy mi palabra de sacerdotisa. —dijo ella poniendo su mano sobre su corazón.

 

Dicho esto, Naruto le reveló su relación secreta con Sasuke, incluso contando cuando se había confesado al llegar a los emiratos. Todo siendo escuchada con atención por Shion, quien apretó su kimono por debajo de la mesa cuando Naruto mencionó un beso. Pero debía mantenerse serena para aconsejar bien a Naruto. Y es que él no sabía si declarar abiertamente su relación con el ayudante de faraón. Sobre todo por el secreto de su relación que sólo conocían tres personas.

 

—¿Crees que podamos decir nuestra relación? —preguntó Naruto sacando se sus pensamiento a la otra.

—No. —sentenció la miko. Ahora ella era la que se ponía seria. —¿Sabes cuántas alianzas se anularían por los corazones rotos que quedarían? Sasuke es muy cotizado, muchas mujeres le ha cedido a todo lo que él ordena con tal de complacerlo. Además sus posiciones son muy delicadas, si llega a haber en algún momento guerra entre Roma y Egipto, sus emperadores no confiaran en ustedes por conflicto de intereses. —y vio a Naruto a punto de interrumpirle y alzó su índice para callarlo. —y eso sólo en plano político. Por el plano amoroso más de una princesa podría mandarte a matar por celos. —sonaba todo muy exagerado para el rubio, quien veía con un puchero a la miko. Ella soltó un suspiro para calmar su ánimo. —¿A caso has visto iniciativa por parte de Sasuke?

—No, al menos no mucha, de veras.

—¿Por qué crees que lo hace? —pero el otro permaneció en silencio, pensativo. Pero Shion no quería dejar al rubio triste. —No estoy diciendo que no lo puedan gritar a los cuatro vientos nunca jamás. Sólo digo que por ahora no es el momento adecuado. —dijo dándole una sonrisa, y Naruto comprendió cambiando de tema.

 

Ya cuando se estaban despidiendo, el sol ya se habían ocultado y los árboles de la ciudad de Fuyaira iluminaban sus calles. Y cuando Naruto se levantó, Shion también lo hizo, extendiendo el regalo.

 

—No se te vaya a olvidar. —le dijo Shion con una sonrisa, pero Naruto no quería aceptarlo, pero entonces recordó algo.

—¿Todavía sigue en pie lo de las tropas? —y ella recordó lo que le había contado su madre, por lo que insistió a darle el regalo, y entonces el otro lo tomó.

—Sí ¿Para cuándo lo necesitas?

—Lo más pronto posible, de veras.

—Cuando esté listo el acuerdo, yo misma lo llevaré ante ti para que lo firmes.

—De acuerdo. Hasta entonces. —se despidió Naruto para después darle un abrazo a ella, que sin querer lastimó más a la chica.

 

Shion tan sólo escuchó que Naruto se había marchado por completo, salió corriendo a los jardines del palacio, levantando a su paso los pétalos blancos de falsa nieve, atravesó los ríos artificiales por los puentes de madera hasta llegar a un kiosco solitario en el cual se escondió. Y se quedó viendo la ciudad mientras el viento enfriaba sus mejillas mojadas por sus lágrimas.

 

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Unos relámpagos iluminaron momentáneamente la habitación llena de lujosos muebles de madera negra, sólo para que segundos después llegara su estruendo intrínseco. En la gran sala un candelabro iluminaba tenuemente con sus velas a punto de extinguirse. En un sillón canapé, en el que cabía perfectamente una dama con su gran vestido negro, estaba Tsunade con mirada seria escuchando. Frente a ella, y en un sillón similar, estaba Orochimaru dialogando con ella, observando a detalle como la rubia bebía alcohol de su vaso.

 

—Siempre hemos sido grandes aliados. —hablaba el viperino en inglés, pero aun con su acento. —Antes de Ahriman, nuestros reinos eran como hermanos. India era una potencia, pero lo había logrado por estar bajo la tutela de Inglaterra. No hay ningún reino que sobresalga solo, siempre es por el apoyo de otros.

—En los tiempos que corren, no hay que confiar ni en el vecino. —interrumpió ella para darle otro sorbo a su vaso.

—Y se pondrán peores, su majestad. Con más razón hay que ser aliados. Si nos unimos podremos lograr grandes cosas. Ahora tenemos comida en gran medida, y por lo que sé ahora es una mala temporada para ustedes. —y es que por las fuertes heladas casi la mitad de sus cosechas se habían perdido.

—Pero no tenemos oro para pagarlo.

—Pero tienen cañones. —negoció el de cabellos negros con una sonrisa. Y entre ellos hubo un largo silencio acompañado de la madera quemándose en la chimenea, dando a entender que la reina no cedería. Y el otro soltó un suspiro. —¿Ya han escogido a un nuevo líder en la corte de magos? Allá nos llegan las noticias un poco lento.

—Ya, Sir Danzou, por varias décadas estuvo tras el puesto, hasta que al fin lo consiguió por mayoría. —y eso que había votado a su favor apenas un tercio.

—Pero su real majestad no está de acuerdo ¿Cierto? —dijo al ver como la mirada almendra se dirigía a la ventana.

—No es lo mismo.

—Nunca será lo mismo, su majestad. A menos que usted haga algo.

—No puedo meter las manos en asuntos de magia.

—¿Lo extraña, su majestad? —y la reina no supo si había sido por el alcohol o porque aún estaba muy sensible por el asunto, pero se le hizo un nudo en la garganta. —Yo puedo hacer que vuelva.  

 

Y el falso mago le contó una hermosa proposición en la que casi le convenció de revivir a su amado Dan. Pero ella fue más fuerte y se resistió a tal oferta. Y al salir de su reunión uno de sus consejeros le advirtió que no era bueno guiarse por ese “no mago”, cerciorando más fuerte su decisión.

Pero lamentablemente alguien reveló lo que habían platicado Tsunade con Orochimaru. Haciendo así que se corriera el rumor de que la reina había perdido la razón por la magia y por su esposo, motivo que creó que la gente desconfiara de la futura estabilidad del mismo país por las decisiones de su reina. En cuestión de semanas los inversores retiraron su oro de las acciones de Inglaterra, y así también de sus bóvedas. Y como efecto domino, que los demás países no quisieran utilizar los productos de su país. Las perlas se vieron a la baja. Estaban a punto de entrar en crisis económica. Esto hizo temblar al parlamento por temor a una recesión, pero por parte de la corte de magos era todo lo contrario ¿Por qué no había miedo en ellos? ¿Estaban seguros porque harían otro de sus golpes bajos a los de la India para controlar la situación? No. Ellos sabían que la reunión había sido propiciada por un capricho del príncipe de la India.

Y para calmar a la reina, Sakura le sirvió una taza de té, para a continuación abrazarla con cariño, transmitiéndole un poco de paz.

 

—De peores crisis nos hemos levantado. —mencionó para no mostrar debilidad, para después separarse para verle con decisión. —Cuando no teníamos nada, logramos superar a los demás. Lo volveremos a hacer.

 

Lo malo era que no era la primera reunión que tenían Tsunade y Orochimaru. Y por eso, en su misma isla, se empezó a formar un bando en contra de la unión de Egipto e India. Y ante el líder de estos, se presentó un espía especial de cabellos negros, dándoles la razón, no sin antes presentarse con empatía con ellos.

 

—¿Qué es lo que les impide alzar su voz? —preguntó el espía con su capucha baja, mostrando sus ojos azules.

—Ya la hemos alzado. Pero por lo visto los del parlamento no quieren mover el trasero de su silla.

—No todos. —dijo el espía con una sonrisa, y ante esta aclaración el otro bajó su copa y se acercó a él.

—¿Quién? —y acercó su oreja, pero el otro ni se inmutó.

—No te lo puedo decir. Además muchos magos también quieren a los egipcios abajo. No son de fiar. Tiene los planos de todo el palacio y los medios para llegar hasta allá.

—¿Y qué se los impide?

—Les hace falta gente. Ellos solos no podrían acabar con los egipcios ¿Qué opinas? ¿Crees que los tuyos se les quieran unir?

—Claro. —aceptó con una sonrisa en sus labios.

Notas finales:

Será, será, será...

Un peón malherido defenderá a la reina

¿Será esto un movimiento crucial para el juego?

Sasuke por fin ha aceptado el amor

¿Será esto una buena decisión?

La India se ha vuelto maldad pura

¿Será esto contagioso?

Será, no será ¿Quién lo dirá?

 


Hola de nuevo!!!!! Los extrañé muchísimo!!

Verán una de las razones por las que postergué de más este capítulo fue mi indecisión si poner el lemon o no, ya que nunca me había puesto a escribir algo tan así. Pero ya después de que una personita muy linda me recomendó que lo pusiera, pues lo puse. Así que si alguien debería ser responsable de que este capi saliera a la luz, esa sería Shiki <3

Me gustaría agradecerles a todos por tomarse su tiempo en leer el fic, también por el tiempo de espera entre capítulo y capítulo, no olvidando también que escogieran mi fic. Los tengo a todos en un lugar muy especial de mi kokoro.

Espero que el capítulo les haya gustado y que no olviden poner su opinión/quejas/sugerencias/amenazas en la caja de comentarios.

Nos leemos en el próximo capítulo!!! :D

Trataré de no tardarme más de un mes(dije trataré!!)

 

Buenos días, tardes, noches, lo que se les antoje ;*

 

Atte.

La Muerthesitha

^^*

 

 

 

 

 

 


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