Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dark Horse por LaMueRtHeSitHa

[Reviews - 93]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!!!

Ya acabó el descanso de Semana Santa (suertudos los que les dan dos semanas ¬¬) pero las penas con pan son menos, y yo les vengo a traer pan: Traje actualización!!!!! 

 

Los personajes de Masashi Kishimoto pertenecen a él, los que no, son mios xD

 

Y por último y no menos importante, quieroagradecer a Shiki1221 por su tiempo, apoyo de beta y opiniones :3

 

Senet: Juego de mesa muy famoso en el antiguo Egipto

Senet

 

Ave de paraíso: Strelitzia reginae

Strelitzia reginae

 

Nemes: tocado de tela que utilizaban los altos cargos egipcios.

Nemes

 

Dark Horse

“Ahora lidias con un comodín”

Por LaMueRtHeSitHa

 

 

 

 

 

En las tiendas escaseaban los alimentos, las telas se habían vuelto valiosas y los doctores, aun los más caros, no podían con la cantidad de pacientes que llegaban por complicaciones de enfermedades comunes por falta de medicamentos. Se había implementado un toque de queda por la violencia que estaba aumentando, el racismos se estaba comenzando a ver como algo normal, hasta las panaderías habían dejado de abrir sus puertas para atender directamente por la ventana por los robos. Cosas terribles de la época de la gran catástrofe que no pensaron que podía volver, pero que se podía dar con la suficiente desesperación e impotencia. Y no, no estaba pasando únicamente en India, sino también en Inglaterra.

 

—Su majestad, debemos contratar más cuerpos para el Scotland Yard. —solicitó un comisionado a Tsunade.

—Pero si ya autorice cien el mes pasado.

—Sí, su majestad, pero no se dan abasto con los crímenes. —y es que hasta el mismo comisionado se estaba cargando con doble trabajo. —Estimamos que debemos contratar otros cien policías, sobre todo por los barrios de Peckham. —Ahí ya ni de día era seguro. Pero aun sin ver su bodega, Tsunade sabía que era algo muy costoso.

—Que sean cincuenta, y los otros cincuenta transfiérelos de mi guardia de categoría “C” de forma encubierta.

 

La situación en la que se encontraban ya no era para simples policías.

 

xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx

 

Sobre almohadones de algodón formados de las mismas nubes de su espacio íntimo, estaban Naruto y Sasuke abrazados. Ya habían pasado mucho tiempo en el diamante, podrían considerarse horas ¿Un día tal vez? Pero aun permanecieron más tiempo. Devorándose como desesperados como si fuera la última vez que se encontrarían en su refugio.

El mayor estaba adormilado, seguro de que nada malo le pasaría. Pero el rubio tenía su mente conectado al mundo exterior. Que si bien ya había aceptado que no podría gritar su amor, sabía que debía ver a Mikoto para contarle que había encontrado al mayor. Ya habían pasado tres años desde que la había visto, pero aun así había decidido ir a Egipto para la ascensión del hijo del faraón a su cargo de príncipe, que desde que había nacido había tenido el título, ahora se tendría el poder de ejercer su puesto, pero era una fiesta sin sentido, pero a la que sólo aceptó por invitación de “Ónix”. Pero ante la propuesta del rubio de ir a Roma, Sasuke se negó.

 

—¿Te urge mucho verla? —interrogó incomodó Sasuke

—No la he visto en años, la iba a ver el año pasado, pero “alguien” pidió apoyo de Roma en los Emiratos. —señalando como culpable.

—¿Ya le contaste que me encontraste? —porque bien suponía que mantenían contacto por carta.

—No.

—Pues sigue así, tú no me has encontrado. —sentencio el azabache.

—No sabes lo feliz que la pondrías si estas con ella. —pero Sasuke permaneció en silencio.

—Después de lo que hicimos, ¿con qué cara quieres vaya a ver a nuestra madre? —entonces Naruto comprendió que la razón por la que el mayor no quería creer que sus madres estaban vivas en el pasado: era por la culpa que sentía de amar a un hermano.

 

El rubio quiso explicarse, pero se sentía frustrado. Sabiendo que eran hermanos, ¿Por qué le había insistido tanto a Sasuke? ¡Era un idiota! Golpeó el aire con enojo, confundiendo al azabache ¿Qué era lo que trataba de decirle con aquellos gestos? Esas pequeñas energías eran como las que había sentido Sasuke hacía tantos años, pero a diferencia de él, Naruto sí las liberaba, siendo más sano. Hasta que el rubio tomó uno de los almohadones para ponerla en su rostro y gritar en frustración. Sasuke al ver que ya se había calmado, le preguntó si ya se sentía mejor y en respuesta el de ojos azules le asintió para después besarle con cariño.

Entonces Naruto le confesó la razón por la que quería ver a Mikoto, contándole sobre su plan de reclamar la India, la búsqueda de soldados para formar su propio ejército ajeno a las órdenes del imperio y todos los demás detalles.

 

—Desde antes de volvernos a encontrar me propuse con Mikoto en liberar India, contigo sólo obtuve nuevas fuerzas para conseguirlo. —y tomó las manos del azabache con firmeza, mirándole con una enorme sonrisa por la propuesta que le iba a dar. —Sasuke, únete a nosotros. —finalizó con la solicitud con un brillo en su mirada, pero en la oscura negó con su cabeza a la vez que desviaba su mirada, desilusionando a Naruto.

—No puedo, ya tengo otros planes. —esos “planes” que le había contado a cuenta gotas.

 

Si en un principio le había dicho que sólo quería posicionarse y apoderarse de la fuerza de Egipto, en ese momento y en un arranque de honestidad, comenzó a decirle su objetivo principal, junto con la terrible guerra que ya se había escrito por ellos, sus aliados. Y ante todo lo dicho Naruto se echó sobre los almohadones, observando el vacío, procesando lo que había escuchado. Sintiéndose afortunado en cierta forma porque sus objetivos no se cruzaran causando conflicto.

 

—Sabes que esto nos va a exigir nuestro tiempo completo ¿Verdad? —Sasuke sólo conectó su mirada de aflicción con la azulina. Por eso lo había invitado a esa fiesta. Era su última oportunidad para estar juntos en mucho tiempo. —Bueno, lo importante es que volvimos a encontrarnos. —mencionó con una sonrisa mientras le tomaba de la mano. —Ahora que estamos juntos, debemos apoyarnos entre nosotros. Puedes pedirme lo que sea, que te ayudaré sin pensarlo. —y por dichas palabras, un cosquilleo comenzó a acariciar la boca del estómago de Sasuke, pero el rubio al instante se retractó. —No—haciendo tensar al azabache. —, ya nada no nos va a detener, de veras. —exclamó el rubio dándole ánimo al otro. Y, en un arrebato de emociones, se puso sobre Sasuke para besarle y ser correspondido. Y en lo que se repartían besos, Sasuke soltaba fugaces sonrisas francas.

 

La distancia no importaría si cada que se encontrasen tuvieran el diamante para robarle el tiempo que quisieran al mundo.

Antes de salir de la herramienta mágica, como hábito, siempre arreglaban sus ropas entre ellos, como un delicado gesto de cariño.

 

—Quisiera que conocieras a mi familia. —mencionó Sasuke al terminar de abrochar el pectoral del rubio, quien se volteó a verle confundido.

—¿A qué te refieres?

—Tengo más familia de parte de mi madre, son mis “aliados”. —y entonces Naruto comprendió porque Sasuke tenía demasiada confianza en ellos, más que en la que se tendría con un compañero.

 

Y antes de que pudiera asimilar tal noticia, ambos salieron del diamante. Ya en el mundo real, olía a incienso y se escuchaba que alguien tocaba la puerta. Sasuke comenzó a quitar los escudos, para después abrir la puerta, entrando “Basted” con gracia en su elegante vestido de organza blanco y característica máscara felina, sólo para después volver a colocar los escudos, sorprendiéndola a ella.

 

—¿Podrías quitarte tu máscara? —pidió Sasuke en japonés, haciendo que la otra le viera desconcertada. —No te preocupes, no hay ningún peligro. —y Sasuke mostró sinceridad en su mirada, pero ella no sabía si obedecerle. No debía mostrar su rostro por nada del mundo, mas confiaba en su hermano. Por lo que finalmente cedió mostrándole su rostro, con un ligerísimo rubor por su timidez, a Naruto, a quien le llamaron la atención sus ojos perla. —Hinata, él no se llama “Tulio”, su verdadero nombre es Naruto. —y ser llamado por su verdadero nombre frente alguien más, hizo brotar una alegría en el pecho del susodicho, haciéndole sonreír. —Naruto, ella es mi hermana...

—Es un gusto conocerte —exclamó amistosamente interrumpiendo al otro, no dándole tiempo a Sasuke de advertirle de la condición de ella. Y el rubio tomó la mano de la chica para saludarla con efusividad, haciéndola tener una visión que la hizo ponerse completamente roja de vergüenza.

—¡Son pareja! —logró pronunciar antes de caer desmayada por la impresión en brazos de Sasuke.

 

Bonita manera de empezar a conocer a la familia de tu pareja. Pero con eso, ya en definitiva no podían contarle a ella, ni a nadie más que eran medios hermanos.

¿Qué habrá visto del futuro para ponerse en esas condiciones?

 

xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx

 

En la superficie del palacio flotante los sirvientes corrían para terminar con el gran banquete de ascenso, ya tenían el tiempo encima porque ya era de noche. Mientras que en la oscuridad, en un pasadizo secreto iban Hinata e Itachi iluminados sólo con la luz de una antorcha que era llevada por él. Ellos también estaban arreglando los últimos detalles de la primera etapa del plan. Pero precipitadamente la chica se detuvo, estaba teniendo una visión.

 

—Esto es muy peligroso. —advirtió ella al sentir junto al otro.

—¿Qué viste?

—Nos va a explotar. —señaló al verle a los ojos.

—¿Literalmente?

—No, pero la reina morirá.

—No se puede detener el ataque, ya di la orden. Además ella es algo de lo que estoy dispuesto a sacrificar. —pero ella no dejaba de verle con preocupación. —Tranquila, nada peor sucederá. —dijo abrazándole, pues sabía que ese era su mayor temor.

 

xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx

 

El gobierno de Egipto era monárquico con máscara democrática, ya que “Ónix” había empezado poco a poco a darle al pueblo libertad de elección. Aunque el mérito de la seguridad de la moneda se la había llevado faraón, para así guardar las apariencias. Y cada que Sasuke necesitaba hacer una compra grande, se aseguraba primero que el pueblo estuviera bien alimentado para que no le vieran mal.

Pero un día le preguntaron por unas obras de arte que había conseguido a un precio exorbitante, que sólo podría conseguir trabajando 20 años a pan y agua. Y antes de que pudieran señalar que había usado dinero de las bóvedas, él se defendió diciendo que tenía más de un sueldo ya que también trabajaba aconsejando a empresarios. Desde ese día, en dos años había vuelto a sus súbditos en conformista que no le juzgaban, sino que le adoraban. Aunque la verdad era que había revendido las pinturas para comprar un armamento grande para los Uchiha.

Debían aprovecharse que tenía control sobre las bóvedas del faraón, porque cuando Hamadi consiguiera oficialmente su título de príncipe tendría más poder que el ayudante de faraón, además de que “Ónix” debería cederle su lugar en la mesa de reuniones. Y ese momento había llegado demasiado pronto para los Uchiha, pero tuvieron un último golpe de suerte.

Psamético, justo después de los aplausos de Hamadi, volvió a pedir la atención para dar un anuncio.

 

—Ven, Ónix. —ordenó faraón, haciendo que el azabache se alejara del lado del de ojos azules, a quien le encargó su copa dorada, y con una radiante sonrisa subió al estrado donde estaba Psamético, haciendo brillar a su paso sus joyas de oro que le cubrían hasta la mitad de su espalda, para que al final todas las lámparas los iluminaran solo a ellos. —Me has demostrado tu gran habilidad para la toma de decisiones correctas, sabes sobreponer tu deber sobre tus deseos. Tu nivel de responsabilidad en múltiples tareas me ha ayudado más de una vez. Sabes decidir con la cabeza fría en momentos de tensión. Y en muchas cosas más me hacen confiar en tu persona la vida de mi reino y la mía. —y de entre las sombras apareció un sirviente que se inclinó ante faraón, acercándole una caja alargada y abierta, de la que el egipcio sacó un cetro en forma de callado de oro y jade verde que le entregó al otro. —Por eso esta noche te nombro a  ti, Ónix,  Tayty-sab-chaty. —“Dignatario de la sala”.

 

Al instante todos comenzaron a aplaudir, incluso Naruto dejó las copas a un lado y comenzó a chiflar con sus dedos. El mago alzó orgulloso el cetro a su vez que pequeñas explosiones avivaban el ambiente de celebración. Aunque el único que veía confundido la escena era el príncipe, pues sabía de la inexistencia de aquél título.

La fiesta continuó entre brindis, carcajadas y música. Pero Hamadi no podía quedarse con la duda, porque lo que fue hasta su padre con dificultad por las múltiples felicitaciones y sonrisas coquetas por parte de doncellas.

 

—¿Qué es eso de “Chanty”? —enfrentó el príncipe a su padre.

—¿Para qué quieres saber eso? —respondió su padre, pero no quería hacerlo porque sabía que no estaba en buenas condiciones.

—Sólo contesta. —ordenó Hamadi, más decidido que nunca.

—Tayty-sab-chaty es quien se encargará de la seguridad, salubridad y felicidad del reino. También esparcirá justicia como juez, cuidará mis finanzas y decidirá dónde deberé pasar mis días cuando pase al siguiente mundo. —y al darse cuenta que eran muchas de sus responsabilidades, tuvo un mal presentimiento.

—¿Entonces yo qué haré? —interrogó con odio contenido.

—Podrás presentarte en mi lugar en reuniones con los reinos del norte.

—¿Y las juntas?

—¿Qué tienen?

—¿Todavía tengo mi lugar seguro en las juntas? —entonces la mirada de faraón se tornó pesada por lo que iba a decir.

—Él está por debajo de mí, y sabes que no debemos pasar el límite de miembros. —refiriéndose a una leyenda en la que si lo hacían, caería una maldición sobre de ellos. Entonces el príncipe sintió una enorme furia en su interior al ser sobajado a un simple adorno. Se sentía traicionado y por su propio padre.

—¿Por qué inventaste ese puesto?

—Cuando estés en mi lugar, lo entenderás.

 

Y enfurecido, Hamadi se fue temprano de su fiesta, evitando a toda costa toparse con el “Chanty”. Antes no quería separase del mago, ahora no lo quería ver ni en los murales.

Mientras de sentido contrario, Naruto seguía al azabache disimuladamente, sólo buscando excusas para verse en el diamante. Hasta el último día se escabulló para verse con Sasuke, declarando que era más difícil deshacerse de Sai que de Iruka, sólo para encontrarse con Sai a las puertas de la sala de juicios.

 

—¿Cómo sabías que venía para acá? —preguntó Naruto en una túnica ligera, y sin su característico pectoral, por el fuerte calor de ese día.

—Le pregunté a una de las sirvientas si te había visto y ella me comentó que habías preguntado por Ónix, y te traje esto. —y el de cabellos de tinta le entregó media docena de pergaminos.

—¿De qué son?

—Son mapas en las que se solicita su estrategia para la expansión al sudeste.

—Los veré en el camino cuando nos vayamos. Ahora sólo voy a despedirme. —mintió el rubio con nervio, negando los pergaminos, pero el otro insistió.

—Iruka me dijo que debía obligarle a que te los diera, no importa qué. —con las específicas instrucciones que le había dejado al castaño, era como si él estuviera ahí o peor.

 

La sala de juicios era enorme, con gigantescos pilares cubiertos de historias que había hecho que se escribieran las primeras leyes, los pisos estaban recién pulidos y las plantas que decoraban estaban recién sembradas. Todo para que el primer día del Chanty fuera perfecto. Y solo, en esa inmensa sala, estaba el mago sentado en una larguísima mesa con los cuarenta rollos de la ley egipcia. Que aunque los debía tener al alcance en cada audiencia, debía estudiarlos a detalle antes de iniciar su labor.

 

—Altísimo “Ónix” de toda la alta y baja Egipto, ¿Me daría permiso de acompañarle? —pidió el rubio, para quitarse de encima a Sai.

—Claro que sí, mi estimado “Tulio” —permitió con una reluciente sonrisa el mago. Y Naruto entró con los pergaminos, y antes de que Sai cerrara la puerta por completo, le pidió algo a su asistente. —No le digas una palabra de lo que acaba de suceder a nadie.

—Como ordene.

 

El sol fue avanzando mientras ambos trabajaban de forma separada en el silencio de la sala, sólo por el placer de estar juntos. Pero al haber pasado un par de horas, Naruto ya se había aburrido, pero Sasuke seguía realizando anotaciones en un pergamino para ir memorizando las leyes.

Naruto se recostó sobre el escritorio, observando a detalle al azabache. Su delineado negro, los brazaletes de oro, su pecho al descubierto, su nuevo anillo verde que brillaba con el sol y su peluca. Preguntándose si el mayor no tenía calor con eso último. Y como si le hubiera leído el pensamiento, Sasuke se quitó la peluca, junto con la red para rascar su verdadera cabellera, con ese tono que siempre admiró Naruto.

 

—¡Ya me cansé, de veras! —se quejó el rubio. —Teme ¿No quieres salir? —pero el otro le vio y le negó con la cabeza.

—Debo memorizarlos. —contestó con simpleza para volver a su labor.

—¡Pero eso es imposible! —nadie podía aprenderse de memoria tanto y tan rápido.

—Ya me falta poco. —argumentó sin despegar su vista de su lectura. Lo bueno que ya sabía los más usados e importantes, que a su vez eran los más largos.

 

Al verse rechazado, el de ojos azules volvió a su sitio, tomó una de las plumas, la entintó y comenzó a garabatear, haciendo como si trabajara, en lo que Sasuke estaba con cinco pergaminos abiertos a la vez. Naruto notó extraño como la pluma de Sasuke era metálica, con delicados detalles y que no la había vuelto a entintar ni una sola vez. Pero era que eso no era una pluma, era un “bolígrafo”, pero al no conocerlos le veía curioso de reojo.

Momentos después el de marquitas rasgó el papiro para entregar una pequeña nota a Sasuke. Acercándola poco a poco por cada vez que el otro trataba de ignorarlo, hasta que finalmente el mayor se rindió y abrió la nota. En ella había un dibujo de un pequeño Naruto regalándole un tomate gigante a un pequeño Sasuke. Y esto sacó una pequeña sonrisa en el Chanty, quien sacó un suspiro, dejando los papiros de lado. Ya no se podría concentrar.

 

—¿Por qué siempre me buscas? —interrogó el mayor guardando el caro bolígrafo, regalo de un conde suizo, en una caja con interior de seda.

—Porque quiero estar contigo. —contestó feliz el rubio de que lograra convencerlo de que dejara de estudiar.

—No, no ahorita. Desde antes de que nos viéramos de nuevo aquí. Sabías que estaba bien ¿Por qué la insistencia de estar a mi lado? —y Naruto se levantó.

—Creo que es una respuesta obvia. —dijo con una sonrisa para ir a espaldas de Sasuke, quien no se movió de su sitio, ni aunque lo acorralara contra el escritorio, ni cuando el rubio acarició su mejilla con su mano al estar a centímetros de su rostro. —No me hagas decírtela. —y Sasuke volteó su rostro, haciendo que chocaran sus respiraciones. Naruto se acercó unos milímetros para besarle, pero el otro se alejó lo mismo.

—Dime. —pidió condicionando sus labios. Y entonces alguien tocó a la puerta, fastidiando al rubio quien desvió la mirada para dejar libre paso a “Ónix”. —Será mejor que nos escapemos. —declaró Sasuke yendo a un rincón de la sala, sorprendiendo al otro.

 

Y el mayor jaló una soga escondida entre las cortinas, mostrando un pasadizo secreto, sacando una sonrisa en Naruto, quien sin pensarlo entró, y el azabache, antes de entrar, ordenó con sus dedos a los pergaminos que se cerraran, pero desapareciendo la nota, para finalmente ponerse su peluca.

El túnel llevaba a unos baños ubicados por los jardines norte. Revisando que nadie los viera, salieron a escondidas, para rápidamente andar por el camino con naturalidad.

 

—Ya nunca querré separarme de ti. —dijo el rubio sonriéndole, atrayendo la atención del otro. —No por nada tu corazón y el mío son muy, muy viejos amigos. —y el azabache se quedó absorto por unos instantes, en medio de los arbustos de las Strelitzia Reginae, analizando sus palabras.

—¿Qué tanto sabes de la historia? —interrogó, sabiendo que no tenía escapatoria a sus palabras.

—Por lo visto, más de lo que tú sabes. —y el rubio le acorraló entre las flores. Intentó acercarse para besarle, pero el otro le detuvo con su índice en sus labios.

—Cuéntame. —negándose a lo que quería de esas manos, que no eran extremidades, sino armas de amor y el rubio comenzó a contar los lazos que compartían como si fuera un cuento de hadas, y no como una historia grabada en piedra.

 

Cuando volvieron de su paseo y entraron en el palacio, entre las esculturas de dioses y pilares de historia, una armadura llamó la atención de Naruto. Haciéndole ignorar la conversación que sostenía con Sasuke, a la vez que detenía su andar. Esos detalles forjados sobre el oro, su brillo impecable como si fuera un espejo y la imponente cola de escorpión. Que hasta para ser una armadura era extravagante, pero por decisión de Itachi se debía exhibir.

 

—¿De quién es? —preguntó al azabache sin quitarle el ojo de encima al objeto.

—Mía.

—¿Quién te la regaló? —Por obviedad sabía que Sasuke tenía más cosas regaladas que compradas. Y por un segundo Sasuke dudo si contestar, pero se regañó al recordar que ya no habría secretos entre ellos.

—Es del mayor comerciante de armas y explosivos, al menos que conozcamos. Se llama Sasori, es alguien del que necesito hablarte. —y al escuchar estas dos últimas palabras, obtuvo la mirada de preocupación del de ojos azules, pero con un movimiento de su cabeza le indicó que debían ir a su escondite.

 

Ya dentro del diamante complementó lo que le había dicho la vez pasada ahí mismo, pero agregando a Sasori en la estrategia. Que necesitaba sus armas, sus minas y sus herramientas mágicas, además de que si lo tenía de su lado, podría pedirle que no le vendiera a sus enemigos. Cada uno de los puntos que daba, eran escuchados con sorprendente atención por parte del rubio.

 

—Pero para todo esto, debo aceptarlo a él. —concluyó sin más y los ojos de Naruto se abrieron como platos a la vez que se encolerizaba.

—¿Cómo va ser eso? ¿Qué quieres decir? ¿Qué tan importante es él? No lo conozco, pero no ha de ser fiar ¿Qué tanto necesitas de él? ¿No tienes otra opción? —Naruto no sabía que preguntar primero. Y el azabache se puso frente a él para callarlo.

—Es lo mejor. No es rey ni noble, no tendría a un ejército detrás de mí si algo sale mal.

—¿Y nosotros?

—Lo de nosotros va a seguir. Sólo que entiende: él va a darme todas las armas para la guerra. —pero Naruto se negaba y le abrazó con fuerza, no aceptando la situación. —Va a ser temporal, en lo que dura la guerra. —y el de ojos azules se separó para encararlo.

—¡¿Cuánto va a durar la guerra?! —lo enfrentó conteniéndose ¿Cuánto debía aguantarlo? Pues si con tanta confianza lo decía, era porque incluso él sabía cuánto iba a durar todo ello. Pero se desesperó cuando el otro sólo se quedó viéndolo. —¿Uno? ¿Tres? ¿Diez años?

—Naruto. —le llamó poniendo su palma sobre su cabeza para calmarlo. No quería arrastrarlo con él. Ya no podía hacerlo sufrir más, por lo que fue claro. —Tú siempre vas a ser la persona más importante para mí. Pero te doy la libertad de escoger si esperar por mi o dejarme. Respetaré tu decisión. —y prometiéndolo le besó con suavidad.

 

Al salir, el sol ya se estaba ocultando, y cómo Ónix se despidió de él, siempre preguntándose que sería lo que escogería Naruto al final.

 

—¿Qué es lo que le has dicho? —le interrogó Itachi a sus espaldas con su máscara canina mientras veían como se marchaba el rubio con su caravana.

—¿A qué te refieres? —cuestionó Sasuke, sin moverse.

—Se veía triste.

—No le he dicho nada, algo le habrán dicho. Pero por mi parte no te preocupes.

—De acuerdo, ya me estaba preocupando. Recuerda que debemos tenerlo cerca por cualquier cosa que surja.

—Tú tranquilo, él volverá cuando le truene los dedos. —y Sasuke volvió a entrar siendo seguido por el mayor.

—Por cierto, vete a arreglar, él ya te espera en el salón este.

 

Y dicho esto, Sasuke desapareció en una ilusión para llegar directo a sus aposentos sin ser visto por el pelirrojo, quien era la razón por la que el Chanty había preferido quedarse sin saber la respuesta del rubio: porque temía la reacción que tuvieran estos dos al estar juntos.

 

xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx

 

A la hora de la cena, rodeado de manjares mientras sirvientes le abanicaban, esperaba Sasori pacientemente la llegada de Ónix, junto con la corte de Egipto. Y junto al pelirrojo, su ayudante Deidara, quien no dejaba de mover sus pies por estar de impacientarse. Y cuando estaba a punto de quejarse de la tardanza del mago por dejarlos esperar, las trompetas sonaron, anunciando la entrada de Ónix.

El azabache con una túnica de organza y joyas de oro, llegó en su trono, regalo del mercader en los emiratos, cargado por los sirvientes. Una entrada para nada exagerada, dada el carácter de este. Al instante Sasori se paró al verlo y sentirse orgulloso de que llevara su obsequio. Pero el Chanty al bajarse fue con faraón y su esposa para saludarles. Y al primer momento que tuvo con el mago, se inclinó ante él para besar su mano, acompañado, como siempre de su sequito de maniquíes, que los acorraló.

 

—Majestuoso Ónix, cuanto te he extrañado. —le exclamó sintiendo sus delgados dedos como un deleite personal.

—Yo también he pensado mucho en usted, mi buen Sasori. —y el mencionado levantó su rostro con una sonrisa cómplice. —Exactamente tres mil seiscientas noventa y ocho horas. —y Sasori sonrió sintiéndose halagado.  

—Veo que te ha agradado mi “disculpa” —refiriéndose al trono.

—Lo mejor siempre son las reconciliaciones. —mencionó Ónix con una sonrisa coqueta. —Yo pienso que lo de la vez pasada fueron malos entendidos solamente y que fui un exagerado. Por eso yo también quiero pedirte una disculpa.

—No te preocupes, grandioso Ónix. Si tú dices que fue un malentendido, así quedará. —y en confianza el pelirrojo acarició con suavidad la muñeca de Sasuke, quien sintió un terrible escalofrío recorrer toda su columna, pero sólo sonrió.

—Te quiero ofrecer un regalo también. —y Sasori no pudo evitar mostrar asombro en su mirada café ante esto. El afamado Ónix, al que le llovían los regalos, le estaba dando un presente a él. Y de entre los pliegues de su ropa, Ónix sacó una cadena de oro con un dije de alas. Y el mercader lo tomó entre sus manos admirando el detalle. —Era de mi madre, regalo de mi padre, en uno de sus tantos aniversarios. Es lo último que tengo de ellos. —y entonces Sasori vio los oscuros ojos del otro, quien le veían con falso brillo de cariño para demostrarle que tenía confianza en él.

—Gracias. —mencionó el mercader antes de que Ónix se lo pusiera.

—Son para que te protejan. —susurró el azabache al oído del otro. Entonces Sasori se sintió el ser más dichoso sobre la tierra, sintiendo algo cálido en su ser, cómo si su muerto corazón latiera de nuevo. Fue cuando se dio cuenta que era el momento indicado.

—Majestuoso Ónix, podrías acompañarme a un lugar más privado. Quiero decirte algo.

 

xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx

 

Estaban el faraón y su esposa jugando senet con tranquilidad, tan relajados que hasta faraón estaba con la cabeza descubierta, sintiendo la agradable brisa que recibían gracias a las abanicadas de los sirvientes, mientras tenían el hermoso paisaje de los jardines con el fondo del río Nilo. De repente, y para interrumpir su paz, llegó su hijo azotando sus pies del enojo que tenía.

 

—¡Pensé que las lecciones me las darías tú! —vociferó el menor a su padre con su nuevo nemes azul.

—Primero cálmate, Hamadi. —le exigió su madre, pero entró a saco hueco.

—Acepté que le volvieras a dar su lugar en las reuniones, que me impusieras clases para aprender mi puesto ¡Pero que además me de las lecciones ÉL! ¡Es demasiado! ¡Yo acepté porque pensé que serías TÚ mi mentor! —declaró señalando acusatoriamente a su padre, quien se levantó para serenarlo.

—Hijo, ¿Pero qué no ves que el mejor maestro es el que esté en ese puesto? —le dijo sonriendo, y entonces él vio que se acercaba Ónix, con una impecable túnica blanca, a prisa seguido de Anubis y Basted.

—¡Me niego! —gritó el menor.

—Hamadi, sólo dame una oportunidad. —pidió Ónix con una sonrisa y dándole la mano, haciendo las pases por lo que fuera que estuviera enojado el príncipe, pero el otro se negó.

—¡Ni si quiera debería entrar en el palacio! —le dijo a su padre con coraje, pero faraón no mostró debilidad en su mirada. Al sentirse solo vio de nuevo a Ónix y le señaló. —¡Forastero! —y Hamadi lo empujó del hombro

—¡Hamadi! —le increpó su madre levantándose y reprendiéndole con la mirada. —¡Disculpate! —pero el príncipe no dio el brazo a torcer.

—Carroñeros —declaró con desprecio.

 

Su madre alzó su mano para darle una bofetada, pero el sonido de una alarma hizo dejarla en el aire. Esa era la alarma de ataque, proveniente del otro lado. Al instante, todos los presentes fueron al origen, del otro extremo del jardín. Y sorprendidos vieron que entre las dunas estaba saliendo un ejército, pero eso no era posible y Ónix trató de agudizar su vista buscando si había algún truco.

 

—Venían debajo de lonas de ilusión. —declaró Anubis con el sharingan activado y escondido detrás de la máscara. —Por eso los guardias no pudieron verlos desde el horizonte. —y entonces los guerreros comenzaron a chocar con una barrera invisible, que les dejaba confundidos.

—Con simples artefactos mágicos no podrán pasar. —se jactó Ónix de sus escudos mágicos.

 

Pero para su sorpresa salieron tres encapuchados a quienes fueron abriéndoles el paso los guerreros, y cuando estuvieron justo al frente alzaron sus baritas, de las que salieron rayos verdes que fueron a la primera barrera mágica como si una muralla de hielo de 10 metros se electrificara para caer en pedazos.

 

Malditos ingleses. —declaró Itachi en japonés.

—“Basted”, diles a los ejércitos 3 y S que se alineen en formación K. —ordenó en clave Sasuke

—Mejor que incluya al 1 y al C, y que sea en T. —corrigió Itachi.

—En seguida. —y la felina subió a la barda para dar un salto y llegar al piso dos del palacio más rápido, donde tuvo que esquivar a unos cuantos que empezaron a juntarse para ver el motivo de la alarma.

—¿Tantos hay debajo de la lona? —inquirió Sasuke

—No lo sé, pero es mejor estar precavidos. —advirtió Itachi

—Ónix ¿Está todo bien?—preguntó faraón por la gravedad de la situación.

—Sí, todo está bajo control. —respondió con confianza con una sonrisa socarrona al ver como los rayos de las baritas rebotaban, fallando débilmente por sus intentos de deshacer la segunda barrera.

 

Entonces uno de los guardias pasó unos binoculares a los faraones y a Sasuke. Con ellos pudieron ver como uno de los magos entró a la lona, pero al instante salieron otros dos encapuchados seguidos de tres gigantes de purpurea piel y cuatro brazos, con cascos de hierro que tapaban por completo sus ojos. Los encapuchados se montaron sobre dos de los gigantes y les colocaron pesadas cadenas que fueron agarradas por el tercero, el más grande, que se quedó detrás. Los gigantes, ya con los encapuchados sujetos a sus espaldas con correas, con sus cuchillos comenzaron a escalar el escudo, sorprendiendo a la familia real ¿Cómo podía subir algo intangible como un muro mágico?

 

—No se preocupen, nunca logrará pasar el límite. La segunda barrera cubre hasta el cielo del palacio. —y entonces el tercer gigante comenzó a jalarlos con fuerza, creando considerables rasgaduras en el escudo, las cuales, siendo entonces sus puntos débiles, los magos encapuchados hicieron estallar.

—¿Y ahora ya debemos preocuparnos? —preguntó la reina.

—Ahora sí. —respondió con seriedad Ónix, para después empujar a la familia al interior del palacio. —Vayamos lo antes posible al refugio. “Anubis”, encárgate, en seguida vuelvo.

 

Itachi permaneció calmado observando como los invasores se acercaban. Pero no le preocupaba nada, porque aunque no estaba yendo respecto a lo que ellos habían planeado, aun podían controlar la situación. Vio sin inmutarse como salían los cientos de guerreros, algunos con banderas inglesas.

Entonces, para su sorpresa, vio como sacaban una maquinaria muy pesada. Eran catapultas. Y en ellas se colocaron los gigantes, que fueron lanzados por los aires hasta alcanzar el piso más bajo del palacio ¡Eso ya era excesivo y peligroso! Y a toda velocidad se fue al lugar del impacto del gigante.

Los tres gigantes se infiltraron en el palacio, causando terror entre los habitantes. Al ir al refugio, la familia real y Sasuke se encontraron frente a frente con uno de los gigantes en el que iba montado un mago, quien intentó dar a su gigante un escudo similar al que se rumoraba podía crear Ónix, pero el de los ingleses era demasiado lento para formarse. Y en cuestión de segundos Sasuke logró crear su escudo y atravesar con su espada al gigante. Pero en un último esfuerzo, el gigante logró atravesar el escudo de Sasuke con una espada mágica, dañandole por el costado, pero sólo afectando con una herida superficial al Chanty. Al ver como caía el gigante, haciendo temblar el piso, Sasuke deshizo el escudo y volvió a guiar a la familia al escondite blindado.

Mientras que desde fuera del palacio, más allá de los guardias y los enmascarados que defendían el lugar, un cuarto gigante fue lanzado, cayendo a penas en el primer piso. Todos comenzaron a gritar, tratando de huir de él, quien destrabó el gran maso que llevaba sujeto a su espalda. Golpeando a diestra y siniestra todo lo que tuviese cerca. Demoliendo de un golpe una de las columnas, que hizo que colapsara parcialmente el segundo piso.

Sasuke, al alcanzar a ver la grieta en el piso de mármol, sólo alcanzó a reaccionar tomando el brazo del príncipe, quien era al que tenía más cerca, y activó de nuevo su escudo purpureo, para amortiguar la caída. De la gran altura no muchos sobrevivieron el impacto.

 

—¡Hamadi! ¡Querida! —gritó el faraón desde la orilla en el segundo piso. —¡Ónix! ¡Alguien responda! —y con el polvo que se había levantado, más se desesperaba. Entonces Hamadi abrió sus ojos al escuchar su voz, percatándose del perfume de Ónix, quien le abrazaba con fuerza dentro de un esqueleto purpura. Y viendo tras de él, los escombros y algunos cuerpos.

—¿Y mi mamá? —le preguntó Hamadi al mago, no queriendo creer de ante mano que algo malo le hubiere pasado.

 

Mas a partir de que vio la mirada atónita del mago, soltó su amarre. Los latidos del príncipe se volvieron pesados a la vez que sintió que el tiempo empezó a transcurrir muy despacio. Hamadi se giró hacia donde habían visto los ónix y, entre los escombros y el polvo que se asentaba, entre los pocos que se levantaban tambaleándose y los muertos, distinguió la silueta sin vida de su madre. En un impulso de desesperación, Hamadi quiso ir hacia ella, pero Sasuke le retuvo, ya que hacia ellos se dirigía el gigante.

Hamadi se desconcertó de la situación al ver como Sasuke lo protegió del mazo del gigante, quien golpeaba y golpeaba, notando como la herida de Ónix comenzaba a abrirse, engrandeciendo la mancha de sangre en la blanca túnica. El mago se estaba sobre esforzando.

Con la mano del esqueleto detuvo el mazo, intentando quitárselo, pero el otro era muy fuerte. Y el gigante comenzó a aplastarlos con tal magnitud que comenzó a agrietar el suelo. Sólo para segundos después vencer a Sasuke, haciendo que desapareciera el escudo y dejándolos caer al duro piso.

Hamadi vio inconsciente a Ónix y lo jaló con fuerza, alejándolo del gigante que volvió a alzar su mazo. De repente Anubis se colocó frente a ellos dándoles la espalda, viendo hacia el gigante, que por un segundo se quedó petrificado, para después golpearse a sí mismo con su mazo en la cabeza, haciéndole caer por el barandal hacia el vacío. E Itachi volvió a colocarse su máscara y fue hacia el príncipe y su hermano.

 

—¿Qué pasó? —preguntó el canino preocupado buscando heridas en su hermanito.

—Se desmayó. Aun respira. —respondió Hamadi. Y entonces el mayor notó la herida, y rasgó sus propias ropas para en bola colocarlas sobre esta. —Ten, presiona fuertemente ¡OIGAN USTEDES! —les gritó a unos guardias, que al instante se acercaron. —Busquen algo en que llevárselo recostado hasta el escondite. —y los otros le obedecieron de inmediato.

 

De repente comenzó un fuerte temblor que sacudió el palacio. Itachi, buscando su origen, vio como un piso casi entero cayó desde el otro lado.

 

—¡“Anubis”! —gritó Hinata corriendo hacia él. —¿Y “Ónix”? —preguntó muy asustada

—Se desmayó, pero está a salvo. —respondió tratando de que esto la calmara. —Por ahora hay que ver que provocan los temblores.

—Fue por Sasuke. Si algo le pasa a él, el palacio colapsa. Ven, debemos ir a las bóvedas del este. —e Itachi la tomó en brazos y se la llevó casi volando hasta allá.

—Pensé que el palacio se mantenía volando por un hechizo —comentó al bajarla por las escaleras en espiral.

—En parte. Él mantiene el castillo volando y los escudos activados por su propia magia. —explicó mientras abría la treceava bóveda. —Cuando el palacio comenzó a colapsar, temí los peores escenarios para Sasuke.

—Pensaste que había muerto. —intuyó el mayor entrando con ella a un lugar donde había un gran pozo con agua luminosa en tonos azules que se iba apagando muy rápidamente.

—No. Si él hubiera muerto, inmediatamente hubiéramos caído. Ahora debes acumular la mayor cantidad de magia que puedas y colocarla en el pozo. —e Itachi le obedeció ciegamente, y al colocarlo sobre el agua, la luz se volvió blanca. —Espero que funcione. —declaró la de ojos perlas.

—¿Esperas?

—Una vez intenté poner mi magia, pero no tenía la misma energía, por más cantidad de magia que le pusiera. —entonces las aguas comenzaron a burbujear, cambiando drásticamente a un tono rojizo y a lanzar fuego.

 

Hinata atrapó uno de estos fuegos para que no le dieran a su hermano, pero está la enlazó al pozo, robándole su magia con tanta fuerza que Itachi tuvo que arrancarla de las aguas, cayendo ambos al piso. Y la luz cambio rápidamente a rojo, rosado, azul y finalmente en lila. Logrando al fin que dejara de temblar.

 

—Ya otra vez está estable. —informó ella.

—Ahora hay que detenerlos.

—Ya ganamos. Los otros gritaron retirada hace poco y tú mataste al último gigante. Sólo queda ver las bajas.

 

Pudieron cerrar la herida de Sasuke, pero la espada con la que le habían herido estaba envenenada con una mezcla hecha especialmente para Ónix. No podían salvarlo ahí mismo, y el príncipe Hamadi ordenó que lo llevaran directo a los Emiratos, llegando apenas a tiempo. Hamadi no se separó de él en todo el trayecto, le había dejado de tener rencor al haber sido salvado. No durmiendo ni cuando le dijeron que habían logrado sacarle todo el veneno, sólo porque Sasuke permanecía en un sueño muy profundo.

 

xXx Sasuke x Naruto Dark Horse Naruto x Sasuke xXx

 

En la cálida sala de estar de la reina Tsunade, con su característico vestido de luto, estaba ella recostada con cansancio en uno de sus sillones canapé, en lo que la duquesa Sakura, con un vestido mostaza adornado con moños, le preparaba un té. Ni el día despejado podía alegrarla. La rubia estaba cansada de tantas negociaciones, estaba pidiendo alianzas con cualquier país para pedirles después ayuda para su crisis. No pensaba aceptar de buenas a primeras a India. Pero lo demás países le negaban sus visitas desde que Egipto le había acusado de un ataque, pero la reina lo había negado, pensado que así se había librado de una declaración de guerra.

De repente una bala de cañón se estrelló contra el palacio de cristal, la navaja del cielo en Europa, mostrando por primera vez su interior detrás de tanta ventana humeada, que por fortuna no había alcanzado a la reina y la duquesa, pero por el estruendo, ellas se acercaron de inmediato a las ventanas, viendo horrorizadas como un numeroso ejercito salía de entre las calles de la ciudad, intentando escalar las rejas del jardín, mientras la guardia los detenía en vano, eran demasiados.

Los egipcios atacaban con furia, mostrando notable ventaja ¿Qué es más fuerte que las armas y la magia? Mezclándola.

 

—Debemos irnos de aquí. —ordenó Tsunade, a lo que la de cabellos rosas le asintió.

 

Todos los guardias estaban protegiendo, mientras los sirvientes ayudaban en lo que podían, y al ver a la reina, en automático fueron a ayudarla a huir, pero antes de que la separaran de Sakura, la agarró fuerte de su mano. Caminaron entre el caos, mientras unos corrían con sus espadas desenfundadas y otros de la realeza huían también.

 

—¡Mi pez! —exclamó la reina, deteniéndose de la nada.

—¡Ya luego mandaremos a alguien por él, su alteza! —mencionó uno de los sirviente, empujándola a seguir.

—¡No, no me puedo ir sin él! —ella no podía separarse de la última muestra de amor de su amado.

—¡Yo iré por él, su majestad! —indicó Sakura para que se fuera.

 

Sakura dio media vuelta a toda prisa a la alcoba de Tsunade, llevándose de paso consigo un jarrón del que le había quitado las flores. Al entrar, cerró la puerta tras de sí y buscó una silla para poder subir a la tapa de la alta pecera. De repente la puerta se abrió, asustando a la de ojos verdes, pero al ver a Tsunade, se relajó. Pero entonces la mirada almendrada se dirigió a la ventana, donde pudo distinguir un proyectil dirigiéndose a ellas. La reina, al instante fue hacia la otra, para abalanzarse sobre de ella y protegerla con su cuerpo.

Después del impacto, había un enorme agujero en la pared, la cama estaba por completo destruida y plumas volaban por el lugar. Ambas estaban completamente aturdidas, y sólo escuchaban un sonido agudo. Sakura intentó ayudar a la reina a levantarse, pero el brazo de Tsunade estaba muy mal herido. La duquesa salió gritando pidiendo ayuda, no sintiendo las heridas que también tenía.

Tsunade, trataba de mantenerse consciente para no caer desmayada, y en su mente se propuso una misión: llevarse su pez. Sus ojos almendra fueron a donde estaba su pecera, sólo para ver con horror que se había estrellado en el suelo. Sin importarle los cristales, gateó hasta el impacto, buscando su pez para salvarlo. Pero cuando lo encontró, el pez apenas tenía fuerzas para luchar por agua. Y por una extraña razón, el pez, ya muerto, comenzó a iluminarse, a la vez que el oído de Tsunade se recuperaba ligeramente, viendo extrañada lo que le pasaba a su mascota.

 

—Su majestad, debemos evacuar. —le dijo un hambre mayor, en un impecable rendingot de alto cuello y claro como sus guantes y con un saco negro. Con vendajes en su cabeza y su ojo derecho, él era Danzou, el líder de la corte de magos, que había ido en persona a proteger a la reina, que gracias a Sakura había encontrado.

—Sí, en seguida voy. —contestó de forma pausada Tsunade, quien después se giró para tomar los restos de su pez, envolverlo en su pañuelo y guardarlo.

 

El hombre no esperó más y ayudo a la reina a pararse e ir fuera, dónde Sakura les esperaba, escondida bajo una manta de invisibilidad. Los enemigos habían logrado entrar al palacio. Cuando llegaron a la salida, buscaban la manera de salir sin chocar con ninguno. Los minutos se les hicieron eternos, sobre todo para la rubia, quien veía como escurría su sangre, manchando el piso.

Entonces entró Sasuke por la puerta principal, con una armadura de escamas doradas al igual que sus protectores de brazos, su maquillaje oscuro y su peluca; e inspeccionó con su Sharingan. Sakura al instante sonrió y mencionó su nombre, sabía que él los ayudaría, pero tan sólo dio un paso y fue notada por el Chanty, quien miró en su dirección, pero al ver aquellos siniestros ojos rojos, ella dio un paso hacia atrás con temor.

Gracias a la capa, ellos no eran vistos por Sasuke, y por lo mismo el Sharingan no hacía efecto. Pero Danzou distinguió esos ojos, sorprendiéndose que el famoso mago los tuviera, pero a la vez comprendiendo cómo podía tener tantos poderes. Y supo que sabría su posición. Entonces ideó un plan para salvar a la reina y de paso robar esos ojos.

 

—Nos ha notado. —susurró Danzou. —Voy a salir y enfrentarlo, trataré de alejarlo de la puerta para que ustedes escapen. —y ambas le asintieron.

 

Cuando Danzou estuvo a la vista, Sasuke sacó su katana para enfrentarse con él, a lo que el otro sacó su barita, identificando Sasuke la pluma negra de franjas blancas que tenía esta en la base. Ese hombre era el actual líder de la corte de magos.

El Chanty pensó que sería pan comido por lo maltrecho que se veía, pero esto era sólo un disfraz. Era muy ágil, casi no pudiendo escuchar sus hechizos por lo rápido que hablaba, además de contar con una fuerza sobre humana. Y en una ocasión, en la que Sasuke se levantaba de un certero golpe por parte de Danzou que lo llevó a romper la pared, se dio cuenta que el inglés no le atacó al estar tan vulnerable, sino que se quedó viendo fijamente a una pared. Y era que el otro se estaba asegurando de que la reina saliera a salvo y que ella no viera su secreto.

Entonces Danzou comenzó utilizar magia de viento, y sin su barita, sorprendiendo a Sasuke, quien apenas pudo esquivar uno de los golpes que rebotó con su protector, pero que dejó una gran abolladura. Y cuando dio un paso hacia el inglés, se dio cuenta que ya no podía mover su cuerpo. Con mucho esfuerzo llevó su mirada al suelo y vio unos códices. Había caído en una trampa. Intentó con todas sus fuerzas deshacerlo, incluso hacer aparecer su escudo purpureo. Y al verlo atrapado Danzou comenzó a acercarse a él con confianza.

 

—Y yo que pensaba que nunca conocería a un usuario original del sharingan. —declaró el mayor al notar que tenía al otro atrapado. Y Sasuke le vio consternado ¿Sabía de los Uchiha? —Me gustaría saber de dónde saliste, pero más importante es deshacerme de ti. —y conforme más se acercaba, más azorado se ponía Sasuke, haciéndole sudar de no saber cómo librarse de esa.

 

Danzou, a tan sólo un metro del otro, se quitó su guante derecho, para no mancharlos cuando le quitara sus ojos. Fue cuando entonces Sasuke pudo notar que en ambos lados de su mano tenía ojos con Sharingan. Ese hombre no sólo sabía del sharinga, sino que además los llevaba como herramientas. Una profunda ira invadió a Sasuke, una energía violenta que sólo podía comparar al Sooye. Y Sasuke formó un escudo que destruyó el techo y que logró librarlo. Danzou se hizo hacia atrás de la impresión.

Sasuke comenzó a atacarle con su escudo de forma errática por el odio que tenía encima, sintiéndose ofendido por el ultraje hacía su linaje. Y en el momento menos esperado, Sasuke atravesó al otro con la espada. Fue ahí cuando la ira del Chanty se apaciguó, pero en el fondo Sasuke no quería matarlo. De repente vio como el cuerpo de Danzou comenzó a desvanecerse, y cuando estuvo a punto de acercarse, sintió una presencia a sus espaldas que le hizo girarse, protegiéndose apenas por un segundo. Era Danzou, pero ¿Cómo? Él mismo lo había atravesado. Pero supuso que era una imple ilusión, pero la segunda vez, Sasuke se había asegurado de ver fluir su magia, sabiendo que era su cuerpo físico.

 

—¿Cómo hiciste eso? —le preguntó Sasuke al no encontrarle explicación. Sabía que algo tenía que ver con esos ojos en sus manos, pero nunca había escuchado de Itachi algo similar.

—Es un secreto que no debe saber alguien como tú. —exclamó despectivamente.

Notas finales:

Con la guerra iniciada, ya tenemos a la primera caída

¿Cuántos más? ¿Cuántos más?

Ya con las cartas repartidas

¿Cuál es tu mejor jugada?

 


Espero que este capítulo les haya caído a pedir de boca con la finalización de semana santa.

 

No olviden dejar su review en la cajita de comentarios!!!

 

Entre más reviews más ramen habrá para Naruto en el futuro!!!

xD

 

Nos leemos en el siguiente capi!!!

 

Atte. 

La MueRtHesitHa ^^*

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).