Dark Horse
“Escapando del palacio de mármol negro”
Por LaMueRtHeSitHa
Naruto se encontraba flotando en el planeta tierra, o al menos eso sabía. Sentía el aire cálido acariciar sus cabellos y la fresca yerba tocar los dedos de sus pies. Al tener una conciencia parcial se daba cuenta de la situación actual: la segunda catástrofe había terminado. Muchos reyes con los que había tomado una copa habían fallecido, sus hijos eran los que cuidaban su legado para así mantener a la humanidad, la cual dormía con un arma bajo la almohada. La oscuridad era tenebrosa, pero siempre al amanecer volvían a luchar por recuperar el equilibrio de su sociedad.
Aunque el rubio no pudiera interactuar con los vivos, agradecía haberlos protegidos y era correspondido. En varios reinos celebraban y honraban a los soldados que habían luchado por detener al dios-león. Velas, flores y ofrendas por él, “Ónix”, Sai, Shion y demás guerreros.
Entonces se encontró con su viejo maestro quién los había salvado en su barca para escapar de India, pero este lucía joven porque su espíritu siempre había sido así. Por vejez había fallecido, había vivido muchas cosas, pero a pesar de todo le agradeció por cuidarles, sólo para después partir en un rayo de luz al cielo prometido. Causando un vuelco en el alma del rubio.
Todo lo vivo estaba muerto y los nuevos estaban viviendo su nueva oportunidad. Ese era el sentido de la existencia y se sentía satisfecho.
Niños jugaban entre ruinas, pero al menos la catástrofe había parado. Ya no tenían miedo a la oscuridad. Había hambre, pero de esperanza. La humanidad había sobrevivido a una catástrofe nivel dios, podían hacerlo de nuevo. Cada alma caminante deseaba un mañana prospero después de la guerra.
La guerra había terminado, o al menos eso creyó por unos momentos. Se encontró con Ahriman con su forma de león, mas no le temía. Estaban en una dimensión la que no le podría dañar. Ahriman no podía involucrase con la humanidad hasta que cumpliera su sentencia intermitente. Esto hizo sonreír al rubio: había protegido a la humanidad.
Soldados marchaba en diferentes continentes, mas no había guerra. Sólo se encargaban de aislar al ejército inconsciente para disminuir su número. Habían fallecido muchos por la terrible guerra, los que habían quedado vivos trataban de restaurar el equilibrio. Unos hasta decían que estaban en el levantamiento después de la segunda catástrofe. La noche era tenebrosa, pero siempre habría un amanecer.
Se encontró en India por sus aromas de incienso y especias. Ahí se encontró con Mikoto dejando un pomposo arreglo floral sobre la estatua de él, el héroe del reino. Admiraban su escultura, pero la veía solitaria. Él necesitaba un acompañante. ¿Nunca sabrían de Sasuke? Se sentía tan solo.
Entonces escuchó una cerrilla encenderse a sus espaldas. Volteó por reflejo y vio a un ser parecido a él, pero pelirrojo y con garras en lugar de uñas. Era Kyubi encendiendo su pipa.
—Nunca te cansas de observar. —mencionó el dios para después sacar el humo por su nariz.
—¿Quién eres? —cuestionó Naruto. No lo recordaba, pero no era la primera vez que se veían
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Sasuke se vio dentro de un lugar oscuro similar al limbo. No hay nada con él. Está solo en ese espacio infinito. Llamó por alguien y de su boca salieron burbujas que subieron a la superficie. Lo extraño fue que no tenía la sensación de ahogamiento. Entonces unas mambas negras fueron hasta él. Intentó alejarlas, pero estas le ataron por sus extremidades para después inyectar su veneno negro.
Él no necesitaba eso. Les lanzó manotazos flojos para alejarlas y ellas huyeron dejando hilos de humo oscuros. Él era más que Sooye. De puro coraje de tener esa falsa magia en su interior apretó sus puños cristalizando el agua al punto en que las espinas se enterraron en sus viseras despertándolo del dolor.
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Sasuke despertó con debilidad sobre el piso de mármol recargado en un gran mural tallado. Se levantó con dificultad, aun adolorido, como si se hubiera desgarrado los músculos. Tratando de ubicarse recordó a Naruto empujándolos al vórtice. Su corazón se aceleró desesperado. Recorrió a prisa los tantos pasillos del palacio. No encontró rastro del rubio, ni de nadie más y no reconocía el lugar ¿dónde estaba? Frustrado intentó formar una esfera de fuego con su mano para golpear el muro, pero sólo salió su fuerza humana y un quejido directo de su alma. Estaba demasiado agotado para usar magia.
Entonces escuchó la risa de un niño que le hizo girarse asustado pensando que era algún tipo de amenaza. De la nada escuchó otra risa, pero de una niña. Continuó su camino guiándose por estas voces, hasta que vio a un infante correr a su lado. Un pequeño con ropas familiares: vestimenta de príncipe de la realeza India. Esos eran los espíritus de sus hermanos guiándolo por el interior del palacio que había sido su hogar.
El palacio abandonado tenía maleza por todos lados, incluso había árboles que interrumpían pasillos con sus fuertes raíces. Vio el suelo con alfombras roídas y recorrió con sus dedos las paredes con mantras tallados a mano. Mantras que alzaban la gloria de India. En su infancia estaban pintadas con mil colores y con hojas de oro, ahora sólo eran una piedra desnuda y frágil.
Sus dedos se mancharon con polvo de oro con el que están hechos los deseos. Estaba en su casa, pero pareciera que llevara muchísimos años sin que lo visitaran. Bajó al patio y se sentó en medio. Tratando de ubicarse. Entonces alguien le llamó a la lejanía.
—¡¿Sasuke?! —el aludido alzó la mirada y vio a Shion desde el barandal— ¡Sasuke!— el ella bajó por las escaleras emocionada.
El chico se levantó con esfuerzo y ella le abrazó, conmocionada por la batalla reciente. La rubia lloró desconsolada sacando toda la presión dentro de sí, pidiéndole a su vez perdón por haberlo juzgado mal. Viéndolos así, Sai apareció junto con uno de sus comentarios inapropiados causando enojo en Sasuke y vergüenza en Shion.
—¡Qué inapropiado eres! —le acusó la sacerdotisa limpiándose las lágrimas
—Y eso que apenas lo vas conociendo. —mencionó el azabache tallándose los ojos. Juntos deambularon por el palacio. Sabían que había pasado muchos años, mas no sabían cuántos.
—¿Y si Naruto se quedó en el limbo? —mencionó Sai y los magos le vieron con enojo.
—Ni te atrevas a mencionar eso de nuevo. —ordenó la suma miko.
Aunque lo desearan con todas sus fuerzas, no había nada que hubiera podido hacer el rubio para impulsarlo a salir. A pesar de todo ello Sasuke ya estaba pensando en un plan B, C, D y hasta Y. No importaba si tenía que vender su alma, el pagaría lo que fuera con tal de sacar a su hermano de aquel espacio infinito.
De repente el mago escuchó otra risa infantil que le hizo girarse. Frente a él apareció uno de sus hermanos sonriente tomado de la mano de uno de sus maestros. Maestro que se lo habían encontrado años después en la balsa, pero con apariencia joven. ¿Cómo era posible eso? Y su hermano, con una sonrisa, le señaló hacía un árbol. Árbol dónde estaba Naruto durmiendo plácidamente.
Resultaba que entre las cientos de partículas que habían entrado por el portal, varias también salieron, entre ellas un enorme pedazo de escombro que dio justo en el estómago del rubio, sacándole el aire mientras que otro le golpeaba la cabeza, dejándolo inconsciente. Algo aparatoso y doloroso, pero con el suficiente impacto como para impulsarlo fuera del portal de milagro.
Al estar de frente, Sasuke se aferró a Naruto como si le fuera la vida en ello. Lo había perdido tantas veces que se prometió esa sería la última vez que se separarían. Era su complemento. El alma con el que estaba unido para toda la eternidad. Era su futuro y su todo.
Fuera de las murallas que protegía el palacio abandonado y derruido, de esa capital olvidada hacía unas décadas; estaba construido una fortaleza seis veces su nivel que lucía siniestro y oscuro por el espeso humo que salía de sus chimeneas. Este reino era el nuevo régimen de Orochimaru, quien atacaba a los emiratos. El viperino deseaba la magia que estaba escondida en su interior, pero los reinos no se lo permitieron.
Ya han envidado a docenas de magos a derrotarle, mas estos caían bajo la hipnosis colectiva de él, ni hablar de su ejército. La única forma de detenerlos era desde dentro. Y nuestro cuarteto tenía esta ventaja, estaban en el interior.
—No vayan más allá. —advirtió uno de los guerreros mal herido, pero ciego. —Él los acabará. Deben ser sigilosos. —entonces Sasuke activó su sharingan.
—Lo seremos. —y Sai permaneció junto al soldado para que los demás se fueran por el palacio negro.
Orochimaru estaba en su sala principal, tan destruida que no tenía techo, observando la batalla definitiva. Hasta él tenía miedo del resultado. El mundo estaba demasiado cerca de él y estaba vulnerable. Entonces Naruto les protegió con una capa anaranjada, y apuntó con su mejor ataque al mago falso junto con Shion.
La guerra seguía a pesar de lo que el rubio recordaba. Sus latidos se sincronizaron por la adrenalina e hirieron a Orochimaru. A pesar de que el viperino tenía un escudo, lo hirieron. El viperino se retorció en el piso del dolor, mas esta no era su última carta. Con dificultad fue a uno de los muros y rompió uno de los cuadros que tenía. Estaba demasiado herido, no tenía escapatoria. Tomó el papel del cuadro y comenzó a devorarlo sin preocuparse de los restos de cristal, pero entonces Sasuke reconoció el papiro: era el pergamino que había robado en Persia. El del hechizo de salud, fuerza infinita y eternidad al portador.
Sasuke corrió hasta él para hacerle escupir el hechizo, pero fue demasiado tarde. Orochimaru le alejó con un hechizo de fuego. Las heridas del falso mago desaparecieron con un resplandor cegador. Ahora no sólo es imposible herirlo, sino también matarlo, incluso tocarlo. Y con una fuerza invisible los lanzó fuera de su palacio, dejándolos con los demás soldados.
—Es imposible matarlo. —mencionó Sasuke sobándose sus moretones.
—Pero aún podemos detenerlo. —declaró el de mirada azulina.
Junto con los guerreros se organizó como derrotarlo. Era imposible dañarlo, mas podían inmovilizarlo. Orochimaru se sentía un dios por la fuerza que había adquirido. No había ataque de mago que pudiera dañarle. Esferas de cristal rosado le estallaron por todo su cuerpo extinguiendo el fuego que había provocado. Entonces decenas de magos entraron para atacarle, incluyendo a nuestros protagonistas. El falso mago lanzó ataques antiguos, sorprendiendo a Sasuke.
El azabache sintió que los oídos le zumbaban y que la cabeza le daba vueltas. Parecía como si todo fuera en cámara lenta. Vio a los magos caer como si fueran simples moscas. Entonces su mirada fue al suelo y notó que Orochimaru no se había comido todo el pergamino. Tomó los pocos restos y se los comió. Estos no le dieron la inmortalidad, pero sí la fuerza suficiente como para poder atarlo con fuego negro. No había magia que lo detuviera, pero para su sorpresa el viperino se lo quitó como si fuera simple escarcha. Sasuke por desesperación comenzó a invocar rayos acumulando nubes de tormenta sobre de ellos, pero recordó la potencia de esto.
—¡Retirada! —ordenó el azabache. Los magos sin pensarlo le obedecieron, excluyendo al rubio, quien con la capa anaranjada se sentía seguro.
El aun chanty protegió a su amado con su escudo purpureo e hizo que Naruto se fuera en contra de su voluntad. El de marquitas intentó deshacerse del escudo, pero ya no era tan fuerte como antes de entrar al limbo. Al reconocer el conjuro sabía que no había escapatoria.
Sasuke dirigió sus rayos contra Orochimaru. Conforme los fue lanzando, no sólo se dio cuenta que estos no le hacían daño, sino que además los estaba acumulando con sus manos haciendo una gigantesca esfera de electricidad. Después de unos diez vio como había quedado el otro, pero a este apenas si le habían hecho cosquillas. Lanzó otros con más potencia pensando por lo menos noquearlo, mas el viperino seguía de pie. Sasuke se detuvo al ver la sonrisa viperina y Orochimaru sin problema se la lanzó de regreso junto con otros rayos tamaño huracán.
Si Sasuke hubiera tenido su armadura sabría que sobreviviría aquel ataque, mas sólo alcanzó a defenderse canalizando toda esa energía, pero ni él estaba seguro si lo resistiría. La electricidad era una energía inestable. El azabache podía controlar un rayo, pero una centena resultaba imposible.
Al momento del impacto hubo una luz tan fuerte semejante a la del amanecer. Naruto y Shion fueron en su auxilio sobre un zorro gigante que había invocado el primero. Sasuke estaba aturdido, soltaba vapor por el calor de los rayos y soltó pequeñas descargas visibles. El de marquitas intentó acercársele, pero el azabache le negó con la mano. Sabía que era peligroso en ese momento. Era como si hubiera cenado un trueno megalodón. Sabía que sí alguien llegaba a tocarlo soltaría un rayo. Pero aun así los rubios estaban felices porque seguía vivo.
—Ve por Sai y díganle a los demás que se protejan contra la electricidad. Que si pueden volar lo hagan y si no que se mantengan alejados de suelo —ordenó Sasuke.
—Sí. —al instante ella lanzó chispas moradas para que Sai fuera hacia ellos y se colocara sobre el zorro.
Sasuke se tambaleó al ponerse de pie y sacudió su cabeza para espabilarse. No tenía tiempo que perder. Naruto comenzó a lanzar flechas llenas de energía oscura contra Orochimaru, que no le derrotaban, pero en un momento logró derrumbarlo. El chanty, al asegurarse que estaban seguros dentro de su escudo purpureo, formó otra tormenta para que soltara toda el agua que tenía, empapando por completo al falso mago. ¿Creía que sólo con agua lo derrotaría? Pero de un segundo a otro su sonrisa se tornó petrificada en una mueca. Sasuke, desde la distancia había conectado su electricidad a través del agua de lluvia haciendo contraer los músculos del viperino, inmovilizándolo por completo.
Con el hechizo de salud no le hacía daño, pero al menos no se podía mover. Fue entonces que todos los demás magos supieron que era su oportunidad para derrotarlo. El falso mago era inmortal, pero no invulnerable. Entonces aparecieron magos que ni idean tenían de su existencia y entre todos con ataques de reforzamiento, roca, fuego, viento y trueno; lograron sellarlo. Cuando lograron detenerlo aun así siguieron cubriéndolo con masas negras y sellos mágicos, y sólo ahí fue cuando comenzaron a celebrar todos por igual. Magos con mortales, extranjeros con bandos enemigos. Todos eran los mismos bajo esas capas de ceniza sobre sus rostros y ropas.
Unos magos oscuros con fuerza y resistencia sobre humana, pues habían demostrado sobrevivir estar bajo el agua a muy bajas temperaturas, que era de donde había escondido por décadas; razón por la que sólo eran llamados a batallas nocturnas, aunque después de la mega explosión, con la brecha de polvo tan espesa que se levantó, habían adelantado la noche por esa ocasión. Estos eran por completo claros y rubios casi al punto del albinismo, aunque eso sí, con una apariencia que muchos llamaban angelical. Uno de ellos, aprovechando el tiempo de incertidumbre, logró hipnotizar a Naruto, demostrando que existía la hipnosis como tal entre la magia. Pero este fue detenido cuando Sasuke utilizo el sharingan para hacer entrar en razón al rubio. No importando que tan fuerte fuera la hipnosis, los ojos de Sasuke siempre dominarían a Naruto por encima de todo.
Pero cuando ser angelical, que había querido atrapar al de marquitas, vio a Sasuke se le hizo apetecible y volvió su mirada al azabache. Su hipnosis era perpetua haciendo a estos magos lucir hermosos y bien parecidos. Estos magos eran los protegidos de cupido y Hades.
Sasuke se sintió atraído también por él, llegando a dar un par de pasos fuera de los brazos de Naruto, pero este, más celoso que por protegerlo, sacó de nuevo la invocación gigante de zorro que llevaba dentro deteniendo a su amante sacándole de su trance y amenazando al otro con un gruñido feroz y mostrando sus colmillos. El mago desconocido se impresionó, mas esto le atrajo más por ellos. Por presunción se despidió de la pareja con un saludo amigable con la mano y con una sonrisa para después desaparecer como una ventisca.
Pero poco duró la impresión pues detrás de ellos, ocultos tras la neblina y el polvo, vieron unas criaturas gigantescas de cuatro patas, similares a la invocación de Naruto, quien alcanzó sólo a divisar la silueta de una chica de larga cabellera subiendo a uno de ellos. El rubio por reflejo quiso saber de ellos, en definitiva eran otro tipo de magos que no conocía. Pero cuando se intentó acercar, ellos huyeron y desaparecieron.
La chica tuvo conexión con Sasuke, pues alcanzó a verlo a él a los ojos, aunque él a ella no.
—¡Oh! ¡Es tan guapo! —exclamó ella a su hermano que estaba junto.
Entonces varios magos reconocieron a sus salvadores, los que habían logrado salir del portal. Ellos que habían logrado detener al Ahrinam. Pero cuando estaban a unos 5 metros, uno de los extranjeros se detuvo en seco, deteniendo a los que iban con él.
—¡No se acerque más! —le gritó a los demás, pero le vieron extrañados, no entendía que decía incluido los cuatro. —¡Tienen efluvia! —los demás sólo pudieron entender Efluvia, excepto Naruto, Sai y Sasuke. Y los que habían llegado a vitorearles se alejaron varios pasos.
—¿Qué pasa? —preguntó consternado el rubio. Al instante Shion cambió sus ojos para ver sus propias manos, para después ver a los chicos con preocupación.
—Estamos enfermos.
Esa enfermedad de la que hablaban volvía la magia inestable. Era una enfermedad tan agresiva que en el mejor de los casos podías perder tu magia.