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Dark Horse por LaMueRtHeSitHa

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Notas del capitulo:

Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón Perdón

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Dark Horse

“Uniéndose a los jardines florecientes PARTE I”

Por LaMueRtHeSitHa

 

 

 

Los Emiratos era uno de los pocos puntos de la tierra que tenían yacimientos de magia. Pero lo que la diferenciaba de las demás fue el hecho de que era la más grande y que además todavía estaba activa.

Siendo considerada esa tierra como uno de los tesoros más grandes del mundo, los magos llegaron a la decisión que debía repartirse entre todos. Siendo apoyado así por los diferentes gobiernos.

Estando la esencia de la magia en el ambiente esto propiciaba la buena salud de los magos, comparándolo como el aire puro a las personas. Aunque los magos no se enfermaban. Nunca había habido registro de ello. Entonces ¿Cómo sabían que era bueno? Simplemente no había evidencia de lo contrario.

Los magos eran enaltecidos por los grandes estratos de la sociedad. Por lo que era normal ver caminar por las calles miembros de la corte, dueños de grandes monopolios y hasta las familias reales. Claro, dentro del territorio que les correspondía.

Debido a esto los Emiratos debía tener mucha seguridad. Y no se podían pasar sus fronteras sin antes pasar por una rigurosa inspección.

El último registro, para los de nuevo ingreso, era un cuestionario que debía ser contestado de manera individual. Pero entre los diferentes letreros en distintos idiomas, Sasuke entendió uno: “No se permite la entrada a menores sin el cuidado de un adulto.”

Ya idearía un plan en la marcha. Pero, mientras, pasó tranquilamente a su cabina para que, a último momento y en menos de un segundo, jalara al desprevenido rubio de la muñeca y cerrar la puerta.

El cubículo era en extremo minúsculo. Era apenas de un metro de ancho con dos de largo. El par apenas cabían apretujados pues un escritorio les dejaba con poco más de medio metro de espacio con una silla.

Del lado del agente, del piso al techo y en las tres paredes, estaban estantes llenos de carpetas y documentos. Por lo que de ambos lados estaban igual de compactados. Al ser tan chico el lugar solo bastó una pequeña lámpara incandescente para iluminarlo todo.

En el escritorio un hombre menudo tecleaba rápidamente en una máquina de escribir con sus huesudos dedos. Tan concentrado estaba que pensaron que no les había notado entrar. De repente el brillo de su calva paso al de sus diminutos lentes. El hombre les vio un segundo como fastidiado. No era el hecho de que la gente siguiera rompiendo las reglas conociéndolas, si no que él se siguiera sintiendo obligado a pasarlo por alto.

Hizo a un lado la maquina y de un cajón sacó un par de hojas de trámites. De otro sacó un cenicero, una cajetilla y unos cerillos. Si iba a romper las reglas, debía hacerlo bien.

 

¿País de origen?—preguntó el agente en japonés, pero ninguno le entendió. Por lo que lo fue cambiando hasta que lograron comprender.

—Persia —respondió Sasuke.

—India—dijo Naruto pensando que se había referido al lugar de nacimiento. Se voltearon a verse con enfado por no haberse puesto de acuerdo antes.

—India

—Persia. —Volvieron a contestar, pero de manera contraria. Y de nuevo se enojaron.

—¿Cuál de las dos Persias? —entonces sus miradas fueron al agente de forma de confusión.

—¿Hay dos?—preguntó el rubio.

—Reino Norte de la Nueva Persia y República Pérsica Unida. —ambos jóvenes se sorprendieron. Tantos años viviendo en una y que nunca se hubieran enterado que habían dos era inaudito. Al no obtener respuesta, el agente la respondió solo.

—Por su acento son de la república. —dijo a la vez que escribía a mano.

—¿Nombre completo?

—Sasuke

—Naruto Mo…—pero antes de terminar el azabache le empujó con el hombro para que se callara.

—¿Moh?—y el agente alzó su mirada del papel.

—No. —dijo Sasuke.

—Sin apellidos no puedo dejarles pasar. —Entonces el hombre alzó su brazo derecho alcanzando un vaso con unos cuantos lapiceros. —Y debo notificarlo inmediatamente. —los chicos se pusieron nerviosos por un segundo hasta que el abuelo les señalo el recipiente que puso frente a ellos. En el había monedas de diferentes lugares, algunas de oro, otras de plata, incluso un par de aretes de valor. Sasuke al instante comprendió y metió una moneda de plata.

—Sasuke Aykas. —el agente vio al ojiazul y el otro le dio un codazo para que hiciera lo mismo. El menor a regañadientes lo hizo.

—Naruto Günes. —escribió el agente. —¿Motivo de visita? —Obviamente “Escapar” no era una buena opción. No era la primera vez que recibía a casi niños huyendo. Y nunca había podido negarle la entrada a nadie. Debía ser terrible andar con el miedo en todo momento de que te fueran a atrapar y regresarte. “Vacaciones”, “Placer” Escribió. —¿Edad?

—13—contestó el azabache

—10

—11—le corrigió rápidamente Sasuke

—Sí, 11—no había pasado mucho de su cumpleaños y todavía se confundía.

 

El agente llego a la sección de OBSERVACIONES y apunto: “Tranquilo y en calma. Sin ninguna anomalía” y con esto dio por finalizado el cuestionario. Les hizo un documento provisional que daba una función similar a la de una tarjeta de identificación. La cual se la pediría si tenían planeado trabajar.

En los Emiratos no debían entrar niños sin que tuvieran un adulto con ellos. Pero ese niño podía trabajar fácilmente, pues se supone que ya tenía un “tutor”.

Aunque esto no fue de a gratis. Para darles este documento y una tarjeta perforada que les dejaría pasar la última puerta para entrar a Fuyaira los chicos desembolsaron una buena cantidad de oro.

Sasuke salió primero para no levantar sospechas, mientras el ojiazul esperaría unos momentos.

 

—Gracias. —dijo Naruto levantándose del asiento ya dispuesto a salir. Aunque le había sacado mucho dinero, habían tenido mucha suerte de que les hubiera tocado el único en 50 cubículos que se dejara sobornar. Por lo que había hecho el agente el castigo era que le cortaran el cuello. Eran muy rigurosos con la honestidad.

—De que muchacho. —le contesto el hombre sonriendo a la vez que apagaba el cigarro y volvía a guardar todo. Naruto abrió la puerta y antes de que cruzara le detuvo el abuelo. —Bienvenido a los Emiratos y no olvides cerrar la boca.

 

Esa fue una de las manera más extrañas que el rubio había escuchado que le desearan buena suerte. Y en respuesta le mostró su pulgar hacia arriba con una de sus mejores sonrisas.

El rubio pasó por unos cuantos pasillos antes de llegar a una reja con una pequeña maquina que le pidió su tarjeta. Después de que se la tragó, le dio luz verde y cruzó. Muchas personas entraban y salían del recinto. No le fue difícil distinguir a Sasuke por su ropa, que era muy sencilla a comparación de las ostentosas de los otros. Pasó por unas extrañas puertas transparentes para llegar a él, quien estaba viendo fijamente el cielo. Cuando estuvo a su lado vio el porqué de tanto interés. Y fue entonces que inevitablemente el rubio se quedo con la boca abierta.

La ciudad tenía edificios altísimos. Uno incluso era capaz de romper las nubes como una espada. Aunque los otros eran igual de imponentes. Unos se retorcían entre sí como trenzas, otros brillaban reflejando la luz del sol. Si un espejo era muy caro por ser de plata, no se querían imaginar cuánto costaría ese edificio que estaba completamente cubierto.

Las calles estaban hechas de una piedra muy lisa. Dividían su camino en gris y blanco. Elegantes carruajes pasaban en los grises. Mientras que en las blancas eran para las personas. En ninguna parte había tierra o tan si quiera arena, lo cual les extraño, se suponía que seguían en un desierto.

En el cielo no había aves volando, como las palomas en Persia, en su lugar había personas en alfombras voladoras, o si no en maquinas parecidas a grandes libélulas plateadas.

Conforme se fueron adentrando en la ciudad notaron que casi todo estaba cubierto de mármol blanco y no había basura en ningún rincón. El estilo de la ciudad era muy similar al de su palacio en la India, pero en su mayoría estaba mezclado con otro estilo con que hacía un enorme contraste. El blanco resaltaba el negro y el rojo. Las curvas y exceso de detalles contrastaban con el simplista y elegante.

Las personas, en su mayoría, tenían una apariencia muy semejante a la de Sasuke: tez clara, forma de ojos, cabellos lacios y oscuros. Y si Sasuke sintió frustración al no encontrar a su madre, peor se sintió al ver a muchas muy parecidas a la vez.

Aunque aun así el azabache no dejaba de llamar la atención entre las jovencitas. Solo que esta vez tenía más competencia por parte del rubio de ojos azules. Y fue así como Sasuke sintió verdaderos celos.

Al cambiar su dinero por la nueva moneda, se dieron cuenta de que a pesar de que sus monedas fueran de oro estas no valían casi nada. Apenas si tuvieron para conseguir un lugar para dormir y algo de comida.

El lugar no tenía cama, solo tenía solo un tazón para llenarlo de agua y así lavarse la cara; y una lámpara de gas sin gas por lo que esa noche vieron por la luz que entraba de otra ventana. Pero tenía techo, tan bajo que Sasuke podía tocarlo de puntas, pero lo tenía. Y una puerta con cerradura.

Ambos se acostaron sobre el frio piso de madera. Sasuke iba a hablar con Naruto, pero al notar sus intensiones el de marquitas se giro rápidamente dándole la espalda evitándolo. El rubio seguía enojado.

Sasuke nunca se hubiera imaginado ni en cien años que el rubio le sorprendería con esa declaración y ni en mil años con ese beso.

El beso no duró más de tres segundos pues el mayor lo impidió. Quitó las manos del menor de su persona y lo alejó. Sasuke llevó su mirada al suelo y empezó a hablar para sí. El rubio pensó que se dirigía a él, pero solo alcanzó a escuchar “…confundido”. El mayor después de haber recuperado el aire, le vio a la cara. 

 

—Yo no te gusto—le decretó Sasuke

—¿Cómo sabes eso?—le objetó. ¿Cómo podía estar seguro? Eso le enfado.

—Soy mayor que tú, y por eso lo sé. Y tú estás confundido. —dicho esto, como si fuera una verdad absoluta como de que el sol saldrá, se marchó a su camarote, dejando a un rechazado Naruto en medio de lo que pronto se convirtió en una ligera llovizna apagando la luz del lugar.

 

Pero Naruto entonces no conocía la regla de que los mayores no siempre eran los más sabios.

Sasuke iba hecho un caos por dentro. Ellos dos juntos era imposible, lo sabía por su sangre. Sentía enojo, miedo y malestar. Pero junto con ese piquete de dolor en su estomago, sintió un bienestar ligero. Y eso era lo que lo había confundido. Pero solo había alcanzado a rechazar al rubio, pues era lo correcto.

Mientras que por otra parte también estaba la posibilidad de que estuviera enfadado porque le había revelado la verdad de cómo habían salido de Persia. Naruto le externo lo enfadado que estaba porque nunca le hubiera hablado del zafiro y que además lo hubiera intercambiado. Que sí bien había sido para rescatarlo, para el rubio aun así no tenía justificación y le seguía enervando que hubiera ocultado algo tan importante.

No era ni una, ni la otra, eran ambas por las cuales Naruto estaba enojado. Y ya que la tensión se sentía en el ambiente, Sasuke decidió salir un poco a tomar aire.

Las noches en Fuyaira eran muy diferentes a las de Persia. En Persia al atardecer casi todos los negocios empezaban a cerrar, a las 10 las cantinas empezaban a hacer lo mismo y a media noche no había ni un alma en las calles. En cambio, en los emiratos, ya se acercaban a las 12 y había mucha gente paseando por sus coloridas calles. Nunca había visto tanta luz en la noche. Había farolas alrededor de los caminos. No parecía que fuese de noche y hasta se sintió seguro de dejar de juguetear con su navaja escondida tras su chaqueta.

Se cruzó con un río artificial en medio de la ciudad. Este era iluminado por unos árboles con luz propia color rosáceo. Vio todavía con maravilla los altos edificios también iluminados. Había demasiados. Se veían tan resistentes e imponentes. Vio a los transeúntes que caminaban pacíficamente casi ignorando todo el entorno.

Sasuke se acerco a la orilla para ver la calma con la que circulaba el agua. Tanto era así que parecía un espejo oscuro. Fue entonces que alguien se colocó junto a él para ver lo mismo. Esto lo sorprendió, pero se tranquilizó al ver que era Naruto, quien lo había seguido tan solo cuando escucho que la puerta se había cerrado.

 

—¿Te puedo acompañar?—le pregunto el ojiazul.

 

No era que ya no estuviera enojado, pero no le gustaba estarlo con Sasuke. Él quería hacer las paces, mas no todavía. El mayor le asintió y con la cabeza le indicó que seguirían andando.

Caminaron por varios comercios. A Naruto se le abrían los ojos por tantos anuncios luminosos de personajes que tenían los puestos para atraer a los clientes. Y bien que lo lograban. Pasaron por la sección de comidas y se les abrió el apetito. Los guisos se veían deliciosos, pero los precios les hicieron echarse para atrás. Eran muy costosos. En definitiva los Emiratos eran ciudades para ricos.

Subieron por una avenida para ver mejor la ciudad. Se podían ver las brillantes luces de los edificios además del polvo de oro que exhalaba la ciudad. El gran edificio que rasgaba el cielo ahora lo iluminaba llamativamente con color rojo. Y ahí permanecieron en silencio en lo que uno de los dos se decidía a cómo romper la tensión.

 

—¿Te quieres quedar aquí?—cuestionó el rubio viendo como el polvo de estrellas comenzaba a extinguirse y el cielo se tornaba a claro índigo. Sasuke de verdad quería quedarse, pero primero necesitaba saber lo que pensaba Naruto.

—No lo sé ¿Tú te quieres quedar?

—Sí—dijo con una pequeña sonrisa en su cara

—¿Por qué?—dijo el azabache a la vez que se volteaba a verlo

—¿Notaste que muchos se parecen a Mikoto y a ti? Eso me hace creer que puede estar por aquí escondida con mi madre. —y a Naruto se le oía una gran ilusión en su voz.

—¿Y has puesto atención en su idioma? —el de marquitas le negó con la cabeza. —Su pronunciación es muy similar a las nanas que nos cantaba. —esto impulsaba a Sasuke por querer aprender la lengua madre de Mikoto.  —

—Entonces está decidido ¡Nos quedaremos aquí!—dijo entusiasmado el rubio.

—Ahora tenemos que conseguir un trabajo. —dijo Sasuke poniéndole los pies en la tierra.

 

Sabía que habían conseguido una familia con Darío y Essie por pura suerte. No iba a ser posible que pudieran tener más suerte para conseguir otra familia además que ya no tenían esa apariencia infantil y tierna.

Sería duro. No sabían del idioma, y esa era una gran barrera. Pero tenían ingenio y aprenderían rápido, pero por mientras trabajarían en algo en lo que no se requiriera mucho de hablar y usaran más sus manos.

Y así se quedaron bajo el sereno mientras las luces del alto edificio comenzaban a competir con el sol hasta finalmente rendirse.

 

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La brisa fresca pasaba por los largos bambús haciéndolos mecerse. Esta misma brisa hizo que algunas hojas junto con unos pétalos rosados volarán entre los jardines de un palacio, pasando por lagos, puentes y un pequeño templo.

Nuestro azabache sentía este aire reparador. Pues el sol le estaba haciendo sudar. Incluso podía sentir el sudor debajo de los guantes de algodón recubiertos de cuero. Si así se sentía en plena primavera, no se quería imaginar cómo se sentiría en verano.

Se encontraban dentro de los terrenos del palacio perteneciente a Corea. Estaban atareados dándoles mantenimiento al jardín y unos bellos árboles que daban como mares flores llamadas “Sakura”. En esa época toda la ciudad estaba tapizada de esa alfombra rosada. Aunque Sasuke consideraba que se veían más hermosas en invierno que era cuando estaban de color blanco.

De repente sonó una campana que dio inicio al descanso. Todos los jardineros dejaron las herramientas a un lado en lo que se daban un respiro. El azabache dejo las tijeras, con las que estaba cortando unos arbustos y se quitó los pesados guantes. Varias chicas se acercaban en fila con jarras llenas de agua fresca. Todas iban con un hanbok que empezaba rojo en sus pies y se degradaba a blanco en sus cuellos. Iban todas con una trenza larga hasta su cadera y eran amarradas por un listón dorado.

El trabajo de jardinero era uno de los más solicitados y de los que no se requería obligatoriamente saber del idioma. Para cortar ramas y regar plantas no se requería de mucho, solo saber seguir indicaciones. En ese momento llevaban poco menos de seis meses y ya sabían hablar con fluidez el japonés. Aunque Sasuke ya tenía nociones básicas de escritura.

La jardinería se caracterizaba por ser delicada, minimalista y limpia, cosa que no le costaba acomodar al azabache, aunque por lo mismo debía ayudar a veces a Naruto cuando le mandaba a realizar trabajos similares.

Las sirvientas les ofrecieron a cada uno un vaso de agua. La gran mayoría de los jardineros agradeció en japonés, aunque las chicas realmente no entendían ni una palabra. Ellas solo sabían coreano.

 

—Anihaseyo —“Buenos días” dijo uno de los compañeros de Sasuke a una de las lindas chicas, la cual se sonrojo y le respondió el saludo.

—No puedes evitar ser coqueto ¿verdad?—le dijo Sasuke al otro que era por mucho 3 años más grande que él, de cabello blanco con tono azulado y de peculiares ojos morados.

—Es que son tan hermosas. Además ya va siendo hora que me case. —dijo Suigetsu con los ojos perdidos en las chicas, hasta que notó que tres rodeaban a cierta persona que estaba bajando por una escalera de uno de los arboles. —Pero con Naruto cerca creo que nunca lograre que una de ellas se fije en mí. —dijo con desaliento.

 

Naruto no podía evitar llamar la atención por su rubia cabellera y sonrisa que derretía a las chicas. Una de las sirvientas sostenía una jarra mientras le sonreía, otra le ofrecía gustosamente su segundo vaso con agua y la tercera le ofrecía un paño para que se secara el sudor. Naruto solo agradecía para que las chicas se marcharan pronto.

Sin saberlo ambos habían cambiado papeles. Naruto sentía lo que era ser acosado, mientras que Sasuke sentía esos malignos celos.

 

—Ahora que recuerdo ¿Sabías que están contratando personal en el palacio principal?—le dijo al azabache sacándole de sus pensamientos.

—No ¿Para jardinería?

—No, como sirvientes. Te ofrecen vivienda, ya que te pueden solicitar en cualquier momento, pero la paga es muchísimo mejor que cualquier otro trabajo. —Y aunque Sasuke no lo demostró, con eso último que había dicho ya había captado su atención. —Acompáñame este año.

—¿Qué acaso no es la primera vez que vas?

—No, es la segunda.

—¿Y por qué no quedaste en tu primer intento?

—No sé exactamente porque, pero creo que fue porque no me veían muy apto todavía. Tú eres muy pulcro y recto en todo lo que haces, capaz y te contratan a la primera.

—¿Hay algún mínimo de edad?

—Creo que diez años. —dijo Suigetsu un poco dudativo. —Es que luego también buscan sirvientes para niños y entre más jóvenes más confianza les tienen. —Eso entusiasmo levemente al ojinegro, ya que podría seguir cuidando del revoltoso rubio de que no hiciera ninguna tontería.

—¿Y cuanto pagan por día?

—No pagan por día, pagan por mes. —eso sería inconveniente. Ya se habían acostumbrado a vivir por día, pero también habían aprendido a ahorrar para pagar puntualmente la renta. Aunque con eso de que ya les daban vivienda les daría más estabilidad. — Y pagan 130.000 yenes más o menos.

—¿Cuándo dijiste que querías que te acompañara? —dijo Sasuke como quien no quiere la cosa.  

 

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El palacio principal estaba bajo el dominio de Japón y también era el más grande de todos. En el, en su mayoría, vivían lo que serían los magos, pero que eran llamados sacerdotes o sacerdotisas. El emperador casi nunca estaba ahí, el permanecía en Japón, pero quien estaba a cargo de todos era la suma miko.

En el palacio solo dos veces al año solicitaba nueva servidumbre. Y, como casi siempre, había una fila larguísima de solicitantes. Había gente que empezaba a hacer fila desde la primera hora de la mañana para demostrar entrega.

Aunque para que engañar, todos estaban deseosos por conseguir trabajo. Ofrecían cosas que en otros trabajos ni a broma les decían. Pues no solo era cosa de la vivienda, si no también que les ofrecían comida y algo nuevo conocido como “Seguro” que era maravilloso, pues si la persona se enfermaba le ofrecían un doctor gratis y las medicinas a mitad de costo. Todo para que al final les siguieran ofreciendo una buena paga.

Pero para nuestros protagonistas iba a mejor, pues si los contrataban a ambos, sería doble sueldo ¡260.000 yenes!

Conforme iban pasando entraban a una entrevista cuando pasaran a entregar sus papeles. Naruto pasó primero.

Naruto estaba frente el escritorio un poco nervioso por el hombre que leía sus documentos. Sintió que esos dos minutos en lo que el hombre ojeaba los datos. Entonces los ojos del otro fueron a su mirada azulina por un segundo. Naruto sobresaltado llevo sus ojos a otro lugar. El hombre siguió en lo suyo.

El de marquitas vio la enorme dulcera que estaba en el escritorio rebosante de bombones cubiertos de chocolate. Se le hizo agua la boca y como no, si por llegar temprano no habían parado a desayunar. Como hábito estuvo a punto de tomar un dulce, pero su mano solo alcanzó a levantarse unos centímetros, ya que la voz de Sasuke apareció en su mente “No tomes nada que no se a tuyo ¡O por lo menos pregunta!”. Recordó el regaño que le había repetido varias veces.

Como odiaba que Sasuke fuera tan malhumorado. Y para peor ya lo no necesitaba que se lo dijera, ya lo tenía gravado en su cabeza. Se enfado consigo mismo por ello, pero se lo trago rápidamente para pedir el chocolate.

 

—Disculpe ¿Podría tomar un bombón?—dijo el rubio con una amplia sonrisa. El otro levanto su cabeza y le respondió con una sonrisa.

—Por supuesto que no. —dijo el supervisor para que después sus ojos irradiaran fiereza.

 

Al instante Naruto se sentó sobre ambas palmas para así no volver a alzar la mano ni por accidente.

El hombre le empezó a hacer algunos cuestionamientos de rutina a la vez que apuntaba algunas notas en unos papeles. Aunque eran preguntas que no podía contestar solo con los papeles. Que si sabía leer, que si no se le dificultaba el idioma, como consideraba su relación con su madre, cuál era su peor defecto y otras tantas por el estilo.

 

—Ya está terminada tu entrevista. Debo ir a entregar los papeles. Solo espera un momento. —indicó el hombre.

 

El hombre se levanto meticulosamente para salir cerrando la puerta tras de él. Naruto espero tranquilamente el primer minuto, pacientemente a los 3 minutos y de manera ansiosa los siguientes seis minutos. ¿Qué era lo que hacia el encargado que se tardaba tanto?

Naruto no dejaba de mover sus piernas. Y aunque no miró el dulcero, no pudo evitar pensar en lo fácil que sería tomar un chocolate. Total, había tantos que si desapareciera uno, no lo notarían. Lo que no sabía el ojiazul era que estaba siendo observado en secreto.

Esa era una prueba secreta que definiría todo. La gran mayoría de los solicitantes quedaban desechados si no pasaban por no pasarla. La prueba consistía en dejar tentativamente el dulcero para esperar la reacción. Si tomaban el dulce quedaban automáticamente fuera. Los chocolates representaban la tentación, pues estando dentro habría muchísimas cosas que podrían estar tentados a robar.

Pero afortunadamente Naruto tuvo autocontrol en los 10 minutos que duró la prueba. El hombre le dijo que había sido aceptado y le entregó un tiquete con el cual podría recoger su uniforme, no sin decirle antes de que se fuera que ya podía tomar un bombón.

Naruto salió sonriente de la oficina con el bombón en la boca y se puso más alegre al ver a Sasuke, quien también tenía bombón en la mano.

 

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Los cubículos donde vivían los sirvientes eran inmensos por la cantidad de personal que tenían. Cada cubículo formaba un cuadrado con un edificio de cada lado. Les dejaba un patio con jardín en el centro de ellos para cualquier uso que quisieran, sea fiesta, convivio, etc. Era perfecto para los niños por lo altos que eran los edificios que casi siempre daban sombra y los protegían de los fuertes rayos de sol. 

Iban pasando por este patio cada uno con una caja llenas de sus pertenencias, que no eran muchas. El rubio estiró todo su cuello por ver lo altos que eran estos edificios que alcanzaban los veinte pisos de alto, y sin contar los que había subterráneos, que eran donde estaban las cocinas, los comedores y los baños. De todos los departamentos salía un balcón. Esto hacia que todo el conjunto uniforme se perdiera, pues todos ponían detalles que diferenciara su hogar. Que si un helecho, una jardinera, un colgadero de ropa y otros tantos complementos.

Por fortuna para ellos su departamento estaba en el piso siete. Solo los del veinteavo piso sabrían el dolor de subir tantas escaleras. Su piso era muy sencillo, pero su techo era alto de seis y medio metros y tenía más de una ventana en las que podía entra aire fresco. El departamento solo contaba con un medio baño y su balcón con lavadero integrado aparte. Conforme más grande el grupo de integrantes o el tamaño de la familia te daban una habitación más equipada y lo mejor era que te aumentaban un poco la paga. Por eso habían planeado juntarse con Suigetsu para que les dieran una pequeña cocineta o una salita. Pero no lo habían contratado, por lo menos no de sirviente.

Ese día se acostaron temprano, pues al día siguiente empezaban a las siete de la mañana. Cada quien dormiría en su propio tatami. Esto fue un poco fastidioso pues estaban acostumbrados a dormir con las espaldas juntas. Ya no se abrazaban como antes desde que se habían peleado y con eso Sasuke sabía que el rubio no se le olvidaba lo que hizo.

Pero entonces, para sorpresa del mayor, escucho como Naruto se removía de sus sábanas para acercar su tatami junto al de él. Rápidamente el rubio se volvió a meter en la cama para mentidamente empezar una conversación.

 

—Sasuke ¿Estas despierto? —Sasuke sonrió sutilmente y fingió levemente un fastidio.

—Hmmm… Ya no. —El mayor se giro para verlo de frente, y efectivamente el ojiazul se había acercado y le estaba viendo.

—¿Cómo puedes dormir? ¡Es imposible con estos vecinos! Son muy ruidosos. —entonces Sasuke se puso a escuchar. Sí, se escuchaban unas carcajadas, pero muy lejanas.

—No es eso. Lo que pasa es que estas nervioso por nuestro primer día mañana.

—¿En serio?

—Sí

—¿Y cómo me quito los nervios?

—No sé… ponte a contar borreguitos.

—¿Hasta cual?

—Hasta que te de sueño. —y el de marquitas se dio la vuelta para darle la espalda y empezar a contar, pero en voz alta. —En tu mente, dobe. —Y el avergonzado Naruto se cayó.

 

Sasuke le observó durante un par de minutos para cerciorarse de que se había relajado. Pero el rubio no hacía más que dar vueltas en la cama, mas sabía que seguía despierto. Entonces el azabache, siguiendo fingiendo que estaba dormido y que lo que hacía era sin querer, se pasó al lado del tatami de Naruto y se colocó boca abajo. Notó como Naruto se quedó estático. Decidió hacer un movimiento arriesgado, ya si el menor lo rechazaba ya se haría a un lado él. Y alzó su brazo y lo abrazo por encima. Solo tuvo que pasar un momento para que el rubio diera un profundo suspiro y comenzará a tranquilizar su respiración. Sasuke sabía cómo tranquilizar a Naruto. No había nadie quien deseara más su paz.

Notas finales:

Aykas: luna menguante

Günes: sol

Hanbok: traje tradicional de Corea. Está compuesto por una blusa con mangas amplias como alas y una falda mucho más larga que la blusa. Lleva una cinta que acentúa la línea del busto. 

 

En serio lo siento, me he tardado todo un mes D: es que se metieron los examenes chocosos. Ya no hare promesas que no puedo cumplir u.u La nueva fecha es para el primero de noviembre (oh como amo esta temporada :3)

 

Espero que le haya gustado el capi, lo iba a hacer más largo, pero sentí que ya era mucho xD pero por lo mismo se que ahora sí cumplire con la fecha :)

 

Porfis dejen un review!! Me interesa mucho saber su opinion!! En serio!! 

esto lo digo porque una personita me dijo que luego no le entiende a ciertas escenas y pues u.u por eso cualquier duda y sugerencia, porfa no se lo guarden oxo

 

Les deseo una buena noche/día/lo que se les antoje :3

 

Atte.

LaMueRtHeSitHa ^^*

 


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