Tu sonrojo
Después de la “Fiesta” que autoproclamaste todos empezaron a beber, comer, gritar, y como siempre no faltaban las típicas peleas.
— ¿Qué dijiste, hielito? —Me preguntaste totalmente cabreado.
— ¿Ahora eres sordo, lagartija?! —Te dije en tono burlón. Me miraste de arriba abajo, entrecerraste los ojos. —Eres un cabeza hueca. —Te repetí, habías perdido la partida de cartas y no querías aceptarlo. Te lanzaste hacia mi sin pensarlo y caímos sobre una de las mesas, varias sillas salieron volando con el choque.
— ¡Idiota, ¿quieres matarnos?! —Te dije mientras sobaba el golpe de mi cabeza, ¡eso dejaría un enorme chichón! Aunque me olvide totalmente de eso cuando vi tus mejillas rojas como el cabello de Erza. —¿Hun? —Alcé una ceja y desvíe mi mirada hacia dónde tus ojos estaban clavados desde hace rato. Tus manos estaban sobre mi entrepierna.
— ¡Gray, tu ropa! —Gritó Lucy a los lejos pero ahora ambos estábamos como tomates. Me levante dejándote en el suelo corriendo a buscar algo para vestirme.
Algo que jamás te diré: me encanta tu sonrojo, Natsu. Me encanta.