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Suplicando tu amor por Fullbuster

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Sasuke Uchiha POV

 

 

 

Ayer fue un día extraño, porque Naruto estuvo ausente todo el día y mi hermano estuvo rarísimo con Deidara, no sé que estaba pasando, pero yo estaba feliz, por fin había encontrado la forma de castigar y vengarme de Naruto porque… ¿Qué es lo que más les importaba a los deportistas del instituto? Perder su fama y su reputación, dejar de estar en la cima del mundo para ayudar a los invisibles como nosotros. A eso precisamente le había condenado a Naruto, a tener que juntarse con los invisibles, el suicidio social, todos sus compañeros se reirían de él, el deportista… ayudando a los frikis, me gustaba la idea.

 

Quizá me había pasado un poco con él, porque no se lo dije… pero el director no me castigó a mí, resulta que según el director, tengo un cerebro brillante y le convencí con mi gran elocuencia. Lo único que le dije es que era imposible que yo hubiera puesto la pintura, porque yo estaba manchado ¿Para que iba a quedarme allí a mancharme si sabía lo que iba a pasar? Era de imbéciles, así que me dejó irme sin castigo alguno. Pero no pensaba decírselo a Naruto, me divertía comentándole lo de mi venganza.

 

Además… así podía pasar más tiempo con él, puede que resultase extraño porque nos llevábamos como el gato y el ratón, pero yo no tenía amigos desde que dejé el equipo de baloncesto y aunque sabía, que Naruto tampoco sería mi amigo cuando se enterase de ciertas cosas de mi vida… al menos quería aprovechar el tiempo que me quedaba para estar a su lado. Me divertía con él aunque estaba más tiempo por el despacho del director que en clase.

 

No podía evitar sonreír cada vez que se lo llevaban al director y él no lo sabía, pero en parte me habría gustado aunque sólo fuera por una vez, ser como él, poder divertirme sin pensar en las consecuencias.

 

La verdad es que podía haber organizado todo lo del baile yo solo, pero era mi excusa para separar a Naruto un rato de aquella golfa de Sakura y que pasara un poco de tiempo conmigo. ¿Tenía celos? Pues sí un poco, porque creo… que desde lo del muelle, me gustaba un poquito, tampoco es que me muriese por él, pero era un poquito, me habría gustado besarle, pero era heterosexual para mi desdicha, así que nada que hacer con eso… callaría mis sentimientos y me conformaría con ser su… “amigo – rival” porque teníamos una relación muy extraña, tan pronto estábamos bien como nos estábamos pegando o insultando.

 

Salí del despacho del presidente estudiantil y me fui al comedor, tenía mucha hambre y es que me había pasado mi hora de recreo allí metido preparando las cosas. Cuando estaba ya en el comedor a solas, escuché la voz de una chica y realmente… no debería haber nadie por los pasillos, era horario de clase y yo era el único con autorización para saltármelas cuando había asuntos del consejo. Me acerqué un poco hacia la esquina para ver contra la pared a Sakura besándose con un chico que desde luego… no era Naruto, porque éste era moreno.

 

Enseguida se metieron hacia el baño y no quise saber lo que iba a pasar, pero desde luego yo a Naruto ya le había avisado, era él quien no quería ver las cosas, estaba muy ciego. Creo que a mí no me vieron pero no sé, tampoco es que estuviera al cien por cien seguro. ¿Tenía que volver a decírselo a Naruto o no? Ahora ya lo dudaba, porque la primera vez que se lo mencioné acabamos pegándonos.

 

Me fui hacia la siguiente clase y cuando entré en el cambio de profesor, Naruto estaba allí intentando hacer un problema de matemáticas que teníamos que corregir hoy. Sonreí, porque mira que era cazurro el pobre. Había intentando explicárselo esa misma mañana, pero estaba tan distraído que no se enteró de nada.

 

- Sasuke… Ayúdame – me pidió casi suplicando dándome el cuaderno.

 

- No – le dije muy seco.

 

- Yo voy a ayudarte con lo… - susurró ahora – lo del consejo – me dijo y un poco más y no le oigo, desde luego no quería que nadie se enterase.

 

- Perdona Naruto… ¿Por qué estás susurrando? – le pregunté ahora susurrando yo.

 

- No te hagas el gracioso, sabes muy bien por qué, no quiero que nadie se entere de que estoy en el comité organizativo.

 

- Oh… vale – le dije sonriendo - ¿Necesitabas ayuda?

 

- Sí

 

- La solución es 24 – le dije y se quedó con cara de idiota.

 

- Ya… pero quiero el problema entero, si me saca a la pizarra no sabré llegar a la solución – me dijo y sonreí.

 

- Es que no quiero que se enteren de que doy clases particulares a cazurros – le dije sonriendo tal y como él me había hecho a mí con lo del comité.

 

- Eres un mal amigo.

 

- ¿Somos amigos? – le pregunté dudando.

 

- Ya no – me dijo enfadado por lo del problema y no pude evitar reír, era como un niño pequeño.

 

El profesor Iruka entró por la clase y cogió la lista de alumnos, yo no podía parar de sonreír, desde luego a mí no creo que me sacase, porque sabía que lo haría perfecto. Me giré hacia Naruto que estaba dos asientos más atrás, justo bajo la ventana y me entró la risa viendo como intentaba esconderse tras el cuaderno. El profesor miró por encima de las mesas y… ¿Con quién fue a dar? Con un Naruto escondiéndose.

 

- Naruto Uzumaki, a la pizarra.

 

- Mierda – le escuché exclamar y me reí.

 

Iba a quedar peor que en ridículo, porque en mi clase todos eran unos empollones, él sería el único que no tendría el problema hecho. Le vi caminar con dudas hacia la pizarra y cuando pasó por mi lado le cambié su cuaderno en blanco por el mío. Se quedó mirándome sorprendido y no dije nada, volví a mirar a la pizarra.

 

- ¿Naruto a qué esperas?

 

- Voy Iruka Sensei – dijo Naruto mientras caminaba ahora mucho más seguro hacia la pizarra.

 

Escribió los números que estaban en mi cuaderno y cuando terminó, el profesor alucinó porque lo tenía correcto y eso nadie se lo esperaba de Naruto. Desde luego… las cosas que hacía por ese inútil, aunque aún seguía pensando si tenía que decirle algo sobre su novia o no.

 

Cuando Naruto volvió andando, estaba haciendo el tonto disimuladamente como si fuera un genio de las matemáticas ¡Creo que hacía la señal de la victoria de cuando metían un punto! Sería idiota… Cuando pasó por mi mesa, lanzó mi libreta sobre la mesa y me guiñó un ojo. Creo que me sonrojé, así que agaché la cabeza para que no se diera cuenta y miré mi libreta ¡no podía estar pasándome esto con Naruto!

 

Acabó la clase y miré el horario para darme cuenta, de que tocaba gimnasia ¡Tenía que escaquearme de ésta! Fuera como fuera. Cogí la mochila con todas las cosas y salí de clase sin dar explicaciones. Naruto me siguió enseguida dándome las gracias por lo de los apuntes.

 

- ¿Así que ya vuelves a ser mi amigo? – le pregunté.

 

- Por supuesto.

 

- Eso es muy interesado – le dije quejándome

 

- ¿Dónde vas Sasuke? – me preguntó Naruto – el gimnasio está por el otro lado.

 

- Lo sé, no me encuentro muy bien, iré un rato a la enfermería.

 

- ¿Es porque se te da mal el deporte? – me preguntó.

 

- A mi no se me da mal el deporte – le dije enfadándome – soy un buen deportista.

 

- Vale discúlpame – me dijo tocándome las narices – es que pareces tan…

 

- ¿Tan qué? – le pregunté – que saque buenas notas no quiere decir que sea un patoso en el deporte – me quejé – me largo de aquí.

 

- Ey Sasuke… venga no te enfades – le escuché gritar por el pasillo, pero yo ya me estaba marchando hacia la enfermería.

 

En el pasillo me crucé con Sakura que me miró como si fuera superior a mí y pasó de mí, ni siquiera me saludó, tampoco es que me importase mucho… ella sabría lo que hacía, no iba a morirme porque nadie en este instituto me prestara la mínima atención, estaba acostumbrado ya a ser el chico invisible.

 

Entré en la enfermería y ni la enfermera me vio, estaba ocupada con el papeleo, así que directamente me tumbé un rato en una de las camillas y me eché una siesta. Con tal de no ir a gimnasia, cualquier cosa era buena idea.

 

Cuando desperté de mi siesta, era tarde, así que comí algo y me fui al despacho para organizar las cosas de la fiesta. Estuve allí sólo diseñando las cosas hasta que se me hizo demasiado tarde, porque hasta por la ventana veía que se había hecho de noche… de todas formas no me esperaban en casa, les daba igual dónde estaba, no creo que nadie se hubiera percatado de si estaba o no, no se preocupaban por mí.

 

Salí de la oficina y del instituto porque cerrarían las puertas en nada. Caminé hacia mi casa y decidí cruzar por el parque para acortar el camino. No me gustaba mucho salir de noche, supongo que desde que dejé el equipo de baloncesto, habían cambiado muchas cosas, porque cuando jugaba, salía de madrugada y volvía cuando era noche cerrada, recuerdo que no tenía miedo ni me disgustaba, en cambio ahora… no me convencía ir solo cuando oscurecía.

 

Las farolas estaban ya iluminadas y no se veía a nadie por el parque… eso me daba aún peor sensación, pero bueno, ya había cogido este camino, así que no podía hacer nada. Seguí caminando hasta que me topé con la cancha de baloncesto mía antigua, bueno no la mía… donde solía jugar con el equipo y para mi desgracia, estaba allí mi antiguo equipo jugando. ¡Mejor daba media vuelta y volvía por donde vine!

 

Lo estaba haciendo cuando escuché que pronunciaban mi nombre ¡ya no había vuelta atrás! Me tocaría enfrentarles. Un balón de baloncesto vino directamente contra mí y lo cogí antes de que me golpease en la cara.

 

- Buenos reflejos – me dijo uno de mis antiguos compañeros, Kabuto.

 

- Toma – le dije devolviéndosela de mejor forma de la que él me la había lanzado.

 

- ¿Qué haces a estas horas tu sólo por aquí, Sasuke? – preguntó Haku, el que ocupó mi posición cuando me fui.

 

- Ya me iba a casa – les comenté – hasta luego.

 

- Ey, ey ¿Dónde vas tan rápido? – me preguntaron los gemelos Sakon y Ukon.

 

- ¿Sois sordos? – pregunté – a casa he dicho – les dije de mala leche, aunque sabía que no me dejarían marcharme así como si nada.

 

- Podrías jugar un rato con nosotros – dijo Kabuto con una sonrisa que no me gustó y tras eso, sentí el primer puñetazo en el estómago por parte de Haku.

 

Caí de rodillas sosteniéndome el estómago y cuando vi a Kimimaro venir hacia mí cogí impulso y levantándome, clavé mi cabeza en su estómago empujándolo hacia atrás hasta tirarlo al suelo y subirme encima a golpearle. Los gemelos fueron quienes me apartaron de su amigo bloqueando mis brazos para que no pudiera hacer nada más, aún así, Kabuto se llevó una patada que lo tumbó en el suelo antes de que me golpeasen a mí tantas veces, que ya no podía ni contarlas, sólo sentía dolor y estaba escupiendo sangre.

 

Vi a Haku intentar darme otro puñetazo en la cara cuando cayó al suelo. Frente a mí… apareció Naruto y aunque quería ayudarle, no podía ponerme de pie, me dolía todo. De todas formas, se ocupó de los gemelos primero ¡Aunque también recibió algunos golpes! y Kimimano junto a Kabuto decidieron largarse dejándome allí con Naruto. Creo que tenían miedo no por Naruto, sino porque era el capitán del equipo de Hockey y todo el mundo sabía, que si te metías con uno de ellos, lo más seguro acabaría viniendo todo el equipo a ayudar, no era muy aconsejable meterse con los brutos de Hockey, eran dieciséis personas entre los del banquillo y los jugadores.

 

- ¿Qué haces aquí sólo a estas horas de la noche, idiota? – me preguntó enfadado.

 

- Iba a mi casa – le dije intentando levantarme y por suerte, cuando mis piernas fallaron Naruto me cogió pasando mi brazo sobre sus hombros para ayudarme a caminar.

 

- Te acompaño – me dijo - Apóyate en mí

 

- No hace falta.

 

- Sí hace falta – dijo sacando un pañuelo de su bolsillo y limpiándome algo de sangre que salía de mi labio - ¿Era tu antiguo equipo? – me preguntó y asentí – si os llevabais todos así de bien, entiendo por lo que dejaste el equipo.

 

- No fue por eso – le dije muy convencido y luego me callé, no era un tema del que quisiera hablar.

 

No quise contestarle, era algo que prefería mantener oculto, porque tenía miedo de que Naruto hiciera lo mismo que hacían ellos, alejarse de mí, pegarme, no querer ser mi amigo, así que preferí mantener el silencio.

 

Naruto me acompañó hasta casa y me dejó en la entrada principal. Entré yo solo y antes de cerrar la puerta, me giré para ver como se marchaba hacia su casa. ¡Desde luego me estaba empezando a gustar ese cabeza hueca! Y no podía permitirme sentir esto por él.

 

 


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