Capítulo 2. Me cuesta tanto
Los años pasaron después de aquella confesión de Yuuri hacia Wólfram las primaveras volaron con sus aromas dulces, los inviernos fríos que calan los huesos, los otoños con miles de hojas secas que tronaban al paso de los caminantes, hasta que una tarde de invierno, el apareció sin previo aviso en el departamento de Wólfram, para ese momento el rubio rondaba los 14 años mientras que el pelinegro tenía 15 años de edad.
-Me voy- dijo el pelinegro
-¿A dónde?-
-No lo sé muy bien, pero me voy-
-Tu…-algo dentro del rubio se oprimía, tal vez su corazón- espero que te vaya bien-
-Gracias- suspiro-no pensé que fuera tan fácil que aceptaras esto, sobre todo después de estar todos estos años juntos-
-Eres un buen amigo-
-No lo sé, a veces creo que no lo soy y mucho menos contigo… sabes cuando estuve enfermo del corazón tú me ayudaste en mucho… gracias-
-Entonces no te vayas-
-Me tengo que ir, iré a un intercambio en la escuela y bueno he esperado esto por mucho tiempo-
-Te extrañare-
-Yo también, pero prometo escribirte diario-
-No lo harás-
-¿Por qué dices eso?-
-Los hombres en las películas de amor siempre prometen eso, pero no lo hacen nunca lo hacen… solo se olvidan de lo que dejan atrás…-
-Pero esto no es una película de amor-
-Lo sé-
-Ni somos novios ni nada… somos primos… ¿lo recuerdas?-
-Si-
-Entonces si puedo escribirte todos los días-
-Conocerás nuevas personas y te olvidaras de todo-
-No va a ser así, entiéndelo- suspira- vamos a la feria… dicen que hay una cerca del puerto-
-Ya es tarde-
-No lo es, vamos-
Pov Wólfram
Él siempre lo conseguía, conseguía hacerme añicos con su sonrisa, conseguía volver líquidos mis miedos y estos se escurrían a lo largo de mi cuerpo dejándome con él, con él y con la seguridad que siempre me brindaron sus brazos, no es el hecho de que se hubiera ido, sino más bien era el miedo a perderlo… perderlo dentro del mar, perderlo entre esa ciudad y entre esas personas, este miedo a diferencia de los demás no se iba, e incrementaba cuando esta entre sus brazos, con cada sonrisa de lado, con cada contacto de sus manos con las mías.
Es difícil decir con seguridad en que momento te enamoras de alguien, pues solo te enamoras no lo piensas solo pasa y ya, la gente no entiende muchas veces lo complejo que es amar a alguien atribuyéndole todo al tiempo, a la experiencia y al contacto tan cercano… en mi caso conozco a Yuuri desde que somos niños, pero ¿por qué no te puedes enamorar de un extraño? ¿En realidad debes de conocer a alguien tan bien para enamorarte? Eso es parte de mi miedo… ya que de ser así Yuuri podría enamorarse en cualquier momento y dejarme solo…
-¿quieres algodón de azúcar?- dice sonriente
-No gracias- suspiro
-¿Qué te pasa?-
-Nada-
-¿Estás enojado?-
-No-
-Mírame a los ojos y dime que no estás enojado- Sus ojos siempre han sido un inmenso mar de sensaciones y sentimientos que me hacen difícil mentirle… me cuesta tanto…
-Yuuri no estoy enojado-
Mi corazón se oprime a cada paso, cada paso nos lleva a la separación.