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La Expansión del Universo por Naghi Tan

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Notas del capitulo:

Notas de Naghi Tan: A partir de aquí no hay punto de vista de Sanji, todo lo que se quiso saber sobre sus pensamientos ya se dijo en el capítulo anterior. Su vida o lo que se quiera saber de él saldrá en el punto de vista de Zoro.

“Nunca te dejaré ver

La manera en que mi roto corazón

Me está lastimando.

Tengo mi orgullo y sé cómo esconder

Toda mi tristeza y sufrimiento,

Haré mi llanto en la lluvia.”

Crying in the rain— A-Ha

  

Law tomó un sorbo del café que Basil había preparado momentos atrás, había escuchado el toque a la puerta de su departamento y había supuesto —acertadamente— que sería su teñido vecino. No había hecho ninguna finta de movimiento para abrir la puerta, tenía el día libre —cosa que era escaso en su trabajo— y quería aprovecharlo de buena manera, sin embargo, fue Drake el que abrió la puerta, escuchó el breve intercambio de palabras y poco después los pasos apresurados del vecino.

Tomó su libro y se dispuso a leer, no era necesario saber qué es lo que deseaba aquel hombre, era algo que estaba de más preguntar, cuando ellos tres habían notado que durante cinco días habían hecho falta los sonidos de pasos dados en enormes zancadas, llaves chocando contra la puerta alrededor de la media noche y el aroma claro de tabaco caro, cigarros odiados desde el principio pero que en esos momentos se echaban en falta. Se habían dado cuenta de que algo estaba mal, tan mal que ya no veían a su rubio vecino.

El moreno no sabía por qué su interés con lo que pasaba cruzando el pasillo, no era propio de su persona el cotillear y husmear alrededor de las desgracias ajenas, porque fuese lo que fuese, lo que estaba pasando era eso: una desgracia que le causaba morboso regocijo. Quizás era a como había dicho Hawkins el día anterior, que estaba secretamente apoyando a Sanji porque no debería de pasar algo así, que estaba admirando el hecho de que diera un paso importante para desprenderse de aquella relación aplastante y que no llevaría a ninguna parte si seguía en lo mismo. No tenía idea de cómo lidiar con el sentimiento de pérdida, porque eso era lo que sentía, que al no ver por ninguna parte a Sanji sentía un vacío enorme en el pecho, se consolaba con el hecho de que seguramente era la costumbre y que por ende, debía de adaptarse a nuevos cambios en su vida.

Pero odiaba los cambios.

Cada cambio que había vivido a lo largo de los años eran para mal, desde que era un crio se había dado cuenta que los cambios no necesariamente eran para bien, el Universo siempre ponía obstáculos, unos más crueles que otros, pero siempre con la finalidad de que se diera cuenta de que si las cosas iban mal… estás podrían ir mucho peor. Las expansiones que el Universo daba siempre eran personales, cada ser humano vivía a lo largo de sus vidas diversas expansiones, porque así como el mundo sufría de cambios abruptos —la división de los continentes era uno de ellos—, el ser humano con mucha más razón tenía que vivirlos y Law había vivido suficientes expansiones, las  más importantes eran, sobre todo, dolorosos, su Universo ero uno lleno de agujeros negros que absorbían poco a poco su felicidad y así creía que ya no merecía más de eso.

El sonido constante del movimiento de las manecillas del reloj de pared de la sala se hizo más sonoro por el silencio, no había nada de qué hablar o simplemente estaban sumergidos en sus propios pensamientos, Law colocó una hojita de oropel entre las páginas del libro que estaba estudiando y lo cerró, irritado porque sus pensamientos no estaban en lo que deberían si no mucho más lejos de lo que creía conveniente, se talló el entrecejo y cerró los ojos, el cansancio llegó abruptamente, recordándole que no había dormido lo suficiente y que al día siguiente tendría que llevar a cabo una cirugía para extirpar lo que eran los inicios de un tumor en el cerebro, llevaba estudiando al paciente  el tiempo suficiente como para aventurarse a hacer aquella cirugía, una de probabilidad casi nula de que el paciente llegase a sobrevivir, pero que había solo el cinco por ciento de que fuera exitoso, y a Law le gustaba apostar, porque era una forma muy digna de decirle al Universo que podría arrebatarle de igual forma las cosas que creía que ya no se resolverían y era gratificante hacerlo, aunque Basil luego le dijera que de todas formas el Universo sabía que lo haría, porque estaba haciendo algo que ya se sabía que el mismo Universo tenía escrito, pero por alguna razón a Hawkins las cartas siempre le daban opciones diferentes del futuro de Law.

Tamborileó con los dedos la gruesa pasta del libro y se permitió dar un sonoro suspiro, causando que Basil dejara lo que estaba haciendo —que sorprendentemente no era la lectura de cartas— y arqueara una ceja —tatuajes que sustituían a estas—, su expresión no cambió, la mirada seria siempre iba a estar, mirada que parecía se adentraba más dentro de lo que debería, como si viese el alma de la persona y no otra cosa, quizás viera el infinito o a la persona que alguna vez había sido, el mundo no lo sabría nunca.

Law se fijó en las manos de Hawkins, finos y largos dedos manchados de tinta era lo que tenían esas manos, tinta que era debido al trabajo que tenía el hombre, letras que escribía cual novelista pero que embargaban más historias de las cuales la mayoría no serían leídas, porque su trabajo era contar historias escritas en idiomas diferentes con el fin de que jóvenes pendejos aprendieran otro idioma, así como el libro de Increíble Kamo* pero con la particularidad de que Hawkins no enamoraba con letras, solo los hacia caer en mundos finamente creados sin la necesidad de hacerse pasar por otras personas. Hawkins dominaba nueve idiomas —quizás más— y necesitaba un trabajo que le ayudase a aplacar las voces del Universo sin la obligación de tomar durante toda su vida pastillas siquiátricas, que lejos de ayudar le acrecentaban el escuchar más y más.

Por la mente de Law pasó una duda, cuestión que siempre quiso saciar, pero que al sentir los ojos carmesís de Basil no se animaba a hacer, pero la curiosidad de aprender más —conectado por el hecho de ser médico— era inmensurable, infinita como las largas piernas de Blackleg, y ahí se encontraba de nuevo, pensando otra vez en el rubio de ojos color del cielo, océanos de aguas calmas y apaciguadas que mostraban el estado de animosidad de su portador, pero que a Law le encantaba analizar en sus diferentes facetas, la pasión sexual era uno de las muchas emociones que no había visto aun y se reprendió mentalmente, ya sabía por qué se alegraba de que estuviera peleando con Zoro, la expansión de su Universo estaba dando inicio nuevamente, más fuerte, más agotador y seguramente más dura.

—¿Tendré alguna oportunidad con Blackleg-ya?— fue lo que salió de su boca sin poder detener las palabras.

 

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Zoro suspiró de alivio al ver la casa de Robin, había vagado por las calles por más de tres horas y había sido cansado el ver una y otra vez el mismo paisaje de calles grises, edificios de gran tamaño y de personas que no se detenían en ningún momento, apresuradas siempre, sin ver lo que la vida les regalaba día con día.

Caminó y se detuvo frente al portal negro, ya estaba cansado de comer sopas instantáneas, beber refrescos de cola y botellas de cerveza de baja calidad, Sanji tenía que regresar a la casa que ambos compartían, porque ahí era el hogar de ellos. Tocó el timbre y esperó a que la morena se asomase y le saludase con su sonrisa de Mona Lisa, esa que decía saber todo y de no decir nada.

Y exactamente, Robin se asomó, pero no le brindó su sonrisa, solo le observó detenidamente y le dejó pasar, Zoro no sabía que decir ante eso, antes de salir con Sanji a Zoro le había parecido una mujer que valía la pena, pero que sin embargo no podrían estar juntos por sus personalidades: Ella era lo suficiente calma y segura de sí misma y él era calmo, se aburriría con suma facilidad en menos de un mes, por eso amaba el tiempo con su pareja, tan apasionante en todos los ámbitos, tan intenso como un huracán y tan devastador y letal como el mismo.

—Es una sorpresa verte— Robin le miró y con un leve movimiento de cabeza le indicó que se adentrara a la sala, no había necesidad de palabras—, si es para asegurarte de que Sanji está en este lugar, te puedes evitar la molestia de registrar— le advirtió—, a cómo te dije horas atrás, él no se encuentra alojado aquí.

Zoro frunció el ceño y siguió su camino hasta sentarse en el sofá de la espaciosa sala de la morena, efectivamente, había ido a buscar a Sanji, porque había creído que Robin le ocultaba el paradero de su pareja a propósito, exhaló con brusquedad, todo eso no debería de estar pasando, nada de eso tenía sentido, siempre que peleaban Sanji terminaba marchándose por unas horas y siempre regresaba más calmado y con el alma más muerta.

Restregó su rostro desesperado, en un tiempo atrás —un par de meses a lo mucho— Sanji ya no estaba siendo el mismo, llegaba cansado y sin ganas de hablarle o algo, la rutina era la misma: El rubio se levantaba temprano, le dejaba el desayuno y la comida hecha y llegaba tarde apestando a cigarros y especies, por eso Zoro había tomado la iniciativa de provocarlo, hacerle rabiar solo para ver en sus ojos alguna emoción, algo que le dijera que Sanji le seguía amando.

—Tenía la vaga esperanza de que estuviera aquí— admitió, sintiendo la mirada de la mujer, analizándolo como si fuera un objeto de la cultura Inca y tuviera letras en forma de acertijos, cuando ella lo miraba de esa forma Zoro se sentía desnudo, se removió tratando de que no se notara el escalofrío que surcaba todo su cuerpo en ese momento—, tendré que ir a casa de Nami…

—Él tampoco está ahí— le cortó Robin, Zoro apretó los dientes, no había necesidad de ir, si ella le decía que no estaba era porque en verdad no se encontraba— ¿Hay algo que quieras decirme?— la mujer fue a la cocina y regresó con dos tazas de café en una bandeja, los colocó en la mesita de la sala, frente a Zoro, —¿Algo que quieras confesar?

Zoro la miró perplejo y se quedó pensando en las palabras, hasta que un golpe de compresión fue lo que le hizo darse cuenta de todo, Robin creía que algo malo había hecho como para que el cocinero estuviera agarrando la costumbre de irse y regresar hasta que ambos se encontrasen nuevamente sumergidos en las peleas que diario tenían. No. Eso era ridículo, Zoro no había hecho absolutamente nada malo, nada que dañara al imbécil de su pareja.

—No hay nada que tengas que saber— respondió fríamente, molesto por la manera que trataba de juzgarle, cuando él sabía que estaba haciendo mucho por su relación, el cocinero era el que debía de tener sobre si la mirada de decepción de Robin, el cocinero debía de entender que de forma brusca y a su manera le quería, pero que su forma de ser evitaba demostrarlo ¡Sanji debería de saberlo!

Todos los del grupo de amigos sabían que Zoro era tosco con las palabras, que no daba a demostrar mucho, pero que aun así les quería a su manera, le había costado hacerle entender a Sanji sobre sus sentimientos, porque le había querido al poco tiempo de que el rubio invadiera la vida de todos, con un pasado turbio, un presente en proceso y un futuro incierto.

Claro que había problemas, como en todas las relaciones, pero era un bache que sabía pronto pasaría, habían salido de cosas peores, eso no sería nada, Sanji se relajaría y volvería como siempre ¿No?

—Hay algo en la forma de amar que tiene Sanji— Robin dejó su taza de café—, tú deberías de saberlo mejor que nadie.

Odiaba cuando ella hablaba con él de esa forma, como si se tratase de un crio que recién estaba descubriendo el mundo y que quería devorárselo a grandes bocados sin tiempo a saborearlo. No tenía razón alguna aquello, pero si, Sanji tenía una curiosa forma de demostrar cariño o amor, con las mujeres era un idiota adulador, incapaz de lastimarlas y cualquier mujer que solo observase de pasado aquello le tacharía de machista, eso era con cualquier mujer superficial y en la actualidad habían muchas de ese tipo, que odiaban los intentos de que los hombres fueran amables con ellas y les tratasen como una flor delicada, tachaban de machista al hombre que le abría la puerta del coche, que intentara simplemente de llevarles flores y el rubio era de ese tipo de hombres —no machista—, un hombre a la antigua dispuesto a amar aunque le humillasen de cualquier forma. Mientras que con los hombres el cocinero era tosco y frío, pero que de vez en cuando se divertía con ellos. Zeff le había dicho que era así porque se crió en un ambiente rodeado de puros hombres y que sus trabajadores no eran un buen ejemplo para un mocoso de diez años, mocoso que quería que le mirasen como a un igual.

Zoro tuvo que regresar unas cuantas palabras, Sanji amaba sin importar que le humillasen, frunció el ceño y repitió nuevamente: “Sin importar que le humillasen”, negó rápidamente y fijo su mirada a los orbes azules de la arqueóloga —color que era muy lejano a la de los ojos del cocinero— y que le observaban de igual manera, no hallaba sentido a eso, él no le humillaba, no le trataba mal, al contrario, golpearía al pendejo o pendeja —contrario que Sanji, a él le daba igual si era hombre, mujer o quimera— que se atreviera a lastimar a su pareja. Probablemente, por los ojos de Robin, tendría que golpearse así mismo.

—¿Cómo ama Sanji?— volvió a preguntar, sonriendo levemente, Zoro la maldijo por lo bajo.

—Sin importar nada— respondió, pasando una mano por sus cabellos, evitando agarrarlos y sacudirlos por la desesperación.

Zoro había conocido a Sanji gracias a Luffy, el cocinero había llegado de Francia después de que Zeff le mandase de viaje para despejarlo y que se tomase un tiempo de algo que ninguno de sus amigos sabía y que Zoro no le dio importancia en su momento y que en la actualidad deseó haberlo tomado más en cuenta. No había visto nada de malo en lo que a su pareja le sucedía o le pasaba por la cabeza, Zoro no era el tipo de hombre que preguntase, él era de actos y las palabras no eran lo suyo, en su momento había pensado que tener una relación con otro hombre seria sencillo, pero había descubierto que no era así. No lo había descubierto con Sanji, si no con un ex del cual ya no recordaba el nombre, pero con eso había tomado un poco de experiencia, pero le hacía falta más.

—¿Qué pasaría si Sanji decidiera dejarte?— la morena le miró con severidad— ¿Qué harías?

A Zoro se le detuvo el corazón por un segundo —o eso sintió que pasó en su pecho—, la respuesta era obvia: Iría a por él y le exigiría una explicación, si eso hubiera ocurrido en su juventud, cuando probablemente tuviera diecinueve años —edad cuando comenzó a salir con el rubio—, hubiera dado otra respuesta, ambos hombres eran orgullosos y él mismo sabía que no iría a buscarle, cuestión de orgullo solamente.

—Le iría a buscar y le exigiría la razón por la cual me está dejando— fue sincero, todo fuera de su personalidad hosca, porque cinco años con el rubio no podían irse a la basura así como así.

—Puede que tengas una oportunidad— la morena sonrió—, no todo está perdido con él, solo quería ver si seguías queriéndolo o solo era costumbre por la cual aún sigues con él— la miró sorprendido, aquello no era costumbre, porque seguía disfrutando las pequeñas cosas que el cocinero hacia—, una de las cosas que tiene es que no conoce del amor, piensa que siempre es dar sin importar el dolor, y en sus anteriores relaciones, salvo en una, ha perdido.

—Sabes algo— afirmó, Robin debía de saber la vida de cada uno de ellos, y como creía, ella no le ayudaría a darse cuenta de su error, simplemente le guiaría a lo lejos, solo estaría con él pero como tutora, la maldijo—, no puedo preguntarle a una mujer que no es capaz de dar un paso importante hacia la persona que le gusta— era un golpe bajo, lo sabía, pero si ella le estaba haciendo sentir mal, ¿Por qué no hacerle sentir lo mismo?—, no vengas y trates de darme consejos que son más bien como acertijos, guárdatelos y empléalos hacia ti, que tanta falta te hace— se levantó del sofá—, sé que el cocinero y yo no estamos en una buena etapa de nuestra relación, pero no voy a dejar que esto acabe, así como ustedes, que sé que no solo eres tú la que piensa que soy yo el único culpable, deben de abrir más sus mentes, porque una relación es de dos personas no solo de una, no soy adivino y si hay problemas, si no se siente a gusto, hay palabras para decirlo.

Vio como Robin sonreía, sin mostrarse dolida por sus palabras, Zoro se maldijo, era muy raro que perdiera el control de sus palabras, pero ya no soportaba eso, él también estaba sufriendo al ver como el cocinero se iba alejando de él, que se deslizaba de entre sus dedos como la arena y que solo se pensase que el malo era él. Que lo admitía, pelear hasta hacerse verdadero daño no era la forma de enfrentar sus diferencias, pero tampoco lo era evadirlos, el cocinero y él tenían que hablar muy seriamente. Y si era su culpa, entonces trataría de aligerar las cosas.

Cambiaría un poco su forma de amar.

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Pero el Universo es caprichoso, y se le había antojado expandir a más de una persona.

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Basil sacó sus cartas y comenzó su rutina, barajearlas y leerlas a como era costumbre, nunca le dio a Law respuesta, no era de su boca de la cual debería salir información alguna, más sabía que lo que sucedería a partir de ese día cambiaría mucho las cosas, Drake y él lo sabían ya desde antes, cuando ambos se sentaron a platicar sin que Law estuviese presente.

—Sabias que el paciente de Law se iba a poner grave el día de hoy, ¿No es así?— La voz burlona de Drake casi lo sacaba de concentración— ¿Acaso la muerte va a dar su primer paso?

—No— negó y acomodó las cartas, los tres habitantes de aquel departamento podrían tener secretos, pero Basil era conocedor de esos secretos, no había necesidad de preguntar y Drake sabía bien aquello—, el ahorcado es el que dará el primer paso.

Drake miró hacia la puerta al escuchar los pasos que ellos ya casi habían olvidado y el olor a tabaco llenó el ambiente, sonidos de la puerta chirreando y de objetos pesados que eran —aparentemente— arrojados con rapidez en algo. Maldiciones por lo bajo y escuetos quejidos, voces bajas llenas de palabras de dolor.

—Ese hombre debe aprender a no guardar su dolor— comentó en un susurro el pelirrojo—, no es bueno para la salud.

—Eres el menos indicado para decir eso, Dory**— vio como el hombre se tensaba al escuchar su verdadero nombre—, recientemente te has establecido en un nuevo trabajo, pero tanto Law como yo sabemos que no durarás mucho, pero no estamos hablando de ti— se levantó de la silla y se dirigió a la cocina—, desafortunadamente hay cinco caminos que se han abierto.

—Lo sé— gruñó el pelirrojo—, ya habías hablado de los candados, pero ¿No eran diez? ¿Se redujeron por alguna razón en particular?   

—Resultó que habrá un mediador, que convenientemente aparecerá en el mejor momento— colocó la tetera en el fogón, agregándole unas pocas hiervas, su trabajo no iba a ser tan pesado como en otros días, sus remitentes estaban aprendiendo el idioma que debían de manejar—, su carta es la de La Torre, pobre hombre— movió la cabeza, como lamentándose en silencio—, le espera un futuro nada prometedor, pero por Blackleg no le importará. Las cinco puertas o candados que sobran han desaparecido, pero se fueron al camino de La Torre y son negras, la puerta original de su destino, uno no tan cruel, está entre ellas.

—Queda de él elegirla correctamente— añadió Drake—, pero ¿Law tiene una oportunidad con Blackleg?

—Una entre cinco— respondió el adivino, sintiéndose de pronto encerrado entre las cuatro paredes del departamento, no podía salir de ahí hasta que Blackleg se fuera, si no, el camino que elegiría se retorcería y ya no haría lo que estaba planeando hacer y seguiría en ese departamento—, las otras cuatro son Universos que se crearan y se harán independientes de esta.

—Tengo la sensación de que si Law nota que Blackleg se ha ido comenzará a escuchar en su reproductor a The Smiths— ambos hombres no eran de hablar mucho y odiaban las cuestiones absurdas del amor— “There is a light that never goes out” comienza a resonar en mi cabeza.

—Y lágrimas no derramadas serán el pan de cada día—suspiró, por eso le gustaba ser asexual, no había problemas con eso, su futuro era vivir con Drake y Law, aunque uno de ellos aun estuviera en procesos de evolución mística—, Law ya ha vivido muchas cosas.

—Pero el que me da más pena es Blackleg— siguieron escuchando los ruidos de trastos y demás objetos, el edificio se sentirá aún mas solo si el rubio se iba—, ninguno de sus amigos sabe a ciencia cierta por qué su personalidad es así.

—Te equivocas— Basil odiaba explicar cosas, pero sabía que el pelirrojo era de confiar y nada saldría de ahí—, el señor Monkey y la señora Nico saben, aunque la última tuvo que averiguarlo por sus propios medios. Blackleg tiene diez minutos para marcharse— anunció—, aunque el destino es demasiado caprichoso.

—¿Viene Roronoa?— no creía que fuera tan terrible, una vez con las maletas hechas seguramente se iría sin mirar atrás.

—No, el señor Roronoa sigue en la casa de Nico Robin—el rubio caminó rápidamente hacia el mazo de cartas y sacó la que estaba encima—, los amantes van a romper en este mismo instante— y miró la puerta que daba hacia el corredor, su tono de voz era demasiado serio—, se supone que Law debería de estar en el hospital.

Notas finales:

No solo en este fic he manejado la lectura de cartas del Tarot. En Cartas y Tartas y De aromas y alianzas lo manejo, así como también rasgos canónicos que he dado en el blanco.

*Hablo del Libro Increíble Kamo de Daniel Penac

INICIO SPOILER

**Nombre Canon de X Drake, salió en el manga capítulo 767. (Me sirvió antes del cierre del termino del fic)

FIN SPOILER

Dejo los significados de las cartas que he mencionado a lo largo del capítulo:

El Colgado: Fortaleza, sabiduría. Limitaciones autoimpuestas. Iniciación, prueba. Redención a través del sacrificio, pérdida. Poder Profético. Decisiones suspendidas. Elección que requiere contemplación. En su forma invertida es: Arrogancia, egoísmo, resistencia a las influencias espirituales. Materialismo. Esfuerzo desperdiciado. Falsa profecía. Fracaso. Falta de límites. Falta de franqueza, carencia de sacrificio.

La Muerte: Transformación completa. Muerte y renacimiento. El fin de algo. Evolución desde un estado a otro superior. Cambio provechoso. En su forma invertida es: Estancamiento, muerte, petrificación. Enfermedad incurable. Matrimonio roto, Falta de oportunidades, esperanza deshecha.

La Torre: Cambios repentinos sin otra alternativa. Colapso, escape de la prisión o liberación de ataduras, accidente. Los planes fracasarán, las intenciones no se realizarán. El “Dedo de Dios”, Bancarrota. Muerte súbita (Pobre el representante de esta carta). En su forma invertida es: Confusión completa, Ganar la libertad a gran costo. Falsas acusaciones, aprensión. Castigo que resulta de los excesos cometidos, enfermedad. Error presuntuoso que no se sabe rectificar a tiempo.

Los Enamorados/Los Amantes: Elección o decisión. Unión, matrimonio, amor, la unión de los opuestos, atracción, balance, apertura a la inspiración. Pruebas superadas. Armonía de la vida interior o el mundo exterior. En su forma invertida es: Desorden, fracaso, divorcio, amor desgraciado y contrariedades de todo tipo. Matrimonio frustrado, tentación peligrosa, peligro de ser seducido. Inconducta, libertinaje y debilidad. Peleas, infidelidad. Inestabilidad emocional.

Creo que a Oda le gusta leer el Tarot, por eso no saco a los personajes de sus cartas. *Risas* Esto no es canon.   

         


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