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La pocion por RedGlassesGirl

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La poción - Capítulo 4
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Yuuri se tiró en el sillón mientras encendía la televisión, tenía un vaso de Coca Cola servido en la mesa y una bolsa de papas fritas abierta. Típica vida de la Tierra que extrañaba a veces. No había nada mejor que la sensación de estar en su casa después de no haberlo estado en mucho tiempo, el ambiente parecía más fresco pero aún era familiar. Se sentía cómodo en ese lugar pequeño, más acogedor. Tenía que pensar acerca de que haría a partir de ahora ya que la escuela secundaria no sería más una excusa para venir. Obviamente nunca dejaría de visitar su hogar periódicamente, ya vería como organizar la agenda.

—¡Yuu-chan! ¡¿Ya saliste del baño?!

—¡Siiii, Ma!

—¡¿Puedes ir a comprar huevos?! ¡Necesito para la cena!

—¡Ok, ya voy!

Sabor a vida normal, le encantaba.
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Estaba en su habitación remoloneando en la cama con la luz apagada. El repaso general que hizo le mantenía las ideas frescas, aunque siempre andaba con nervios previos a los exámenes estaba tranquilo de saber que entendía todo. Sentaba bien estar haciendo nada en la oscuridad simplemente descansando, pero lo mejor sería intentar dormir. Lo hubiera logrado fácilmente si no hubiera empezado a escuchar ruidos desde la habitación de su hermano. Hace poco había remodelado, la cama de Yuuri ahora estaba contra la pared y al parecer la computadora de Shouri quedaba justo al otro lado, cosa que no le había molestado nunca porque hacía bastante que no se daba el caso de que estuvieran ambos en la casa al mismo tiempo.

Sería el momento perfecto para golpear la pared y gritar quejándose de que baje el volumen si no fuera porque el ruido de la película se tornó bastante peculiar. Yuuri pensó que la habitación de sus padres estaba lo suficientemente lejos, pero no por eso él se arriesgaría a ver una porno sin bajarle bien el volumen o usar un par de auriculares. Pero los hermanos siempre son diferentes, y como él era el pudoroso Shouri tenía que ser el descarado.

"¿Qué se supone que haga? Golpear y gritar: ¡Hey Shouri, bájale el volumen a esa porno que no me deja dormir! ¡Gracias!".

Escucharlo a través de la pared hacia más evidente lo fingido en la voz de la actriz, se sentía asqueado por eso y por la imposibilidad de conciliar el sueño. Se dio la vuelta y dobló la almohada sobre su cabeza, el sonido era casi nulo pero el recuerdo de lo que ya había escuchado e imaginar que continuaba era lo que ahora le molestaba. Giró y se tiró boca arriba mirando el techo, lo peor de todo es que ya se había calentado. Impensable e inevitable, término metiendo la mano en sus pantalones como quien busca algo en el bolsillo. La mejor solución para el problema era esta y tal vez hasta le ayudase a dormir, porque se le había ido todo el sueño de golpe.

Se recostó hacia un lado para estar cómodo. No tenía ganas de imaginar que pasaba en el video de su hermano o rememorar alguna de sus fantasías estándar favoritas. Esta vez lo primordial era disfrutar las caricias y concentrarse en eso, pero al parecer no funcionaba del todo bien. Era imposible pensar que no podía hacer esto, es decir, siempre podía, pero al parecer hoy su cuerpo pensaba diferente. Analizando sus sensaciones termino por intentar lo que solía hacer su ¿amante?, Wolfram lo tocaba de una manera muy particular. Sumergido más en las nuevas sensaciones, que ahora si estaban funcionando como se esperaba, no reparo demasiado en las otras connotaciones de sus actos.

Le agradaba esa manera de hacerlo, giró hasta quedar casi boca abajo acurrucado sobre su almohada. Extrañaba la sensación de su cuerpo sobre el suyo, apoyado contra su espalda, más pesado y caliente que sus sabanas. Sensibilizado, recordó cómo se sentía el toque de otra piel contra la suya, el calor de un abrazo, los movimientos acompasados. No estaba concentrado en las sensaciones de sus recuerdos sino en las de este momento a solas. Lo que recordaba eran solo pequeños detalles, como los cabellos rubios que solía ver de reojo por sobre alguno de sus hombros o el sabor de un beso. Definitivamente le gustaba esta manera de hacerlo, se estremeció y ahogo su respiración contra su almohada, todo había acabado.

Lo que seguía ahora era un largo momento de paz y calma mental para poder empezar a preocuparse y cuestionarse un poco acerca de cuanto había influido Wolfram en él. Lo estaba extrañando mucho.
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Estaba sentado en la cafetería del instituto observando por la ventana. Miraba las chicas, miraba los chicos y miraba las chicas de nuevo. Le faltaba aun la mitad del día antes de terminar de rendir y ahora tenía media hora de receso. El tiempo pasaba lento observando la gente caminar. Los que iban solos, las parejas, los grupos de amigos.

Era diferente a Shin Makoku. Podía ver una que otra chica de la mano con otra amiga, pero dos amigos apenas tenían unos segundos de contacto mientras se empujaban jugando. En cambio allá seria de lo más normal ver dos chicos de la mano y a las chicas haciendo arrumacos abiertamente. Una vez que te cansabas de fantasear con lesbianas, hasta era lindo ver cuánto se querían las mujeres en pareja.

Los hombres eran diferentes, ellos podían ir de la mano, pero eso no era lo que te hacía notar que eran una pareja. Simplemente lo veías en sus acciones o en sus miradas, estaba implícito aunque fueran menos afectuosos que algunas chicas que andaban pegadas como un caramelo unas sobra las otras. Claro que de vez en cuando veías un par de esos melosos, el chiste del momento era llamarles "los recién casados" y reír un rato, pero eran minoría. La cuestión era que… la gente de Shin Makoku le parecía más feliz que mucha de esta gente en la Tierra.

Generalizar vuelve las cosas vagas, pero había ciertas diferencias notables entre ambos mundos y hoy estaba filosófico. La gente no tiene porque siempre ser feliz, pero era notable cuando se sentían más o menos libres. Él estuvo atado a un estereotipo toda su vida al igual que la gran mayoría de esta gente. Pero pensar en la gente que no tenía esa cadena le hacía preguntarse si eso los ayudaba a ser más sinceros consigo mismos y más felices al darse la oportunidad de salir con quien sea que les gustase más allá de su género. Esa idea le traía cierto sentimiento de libertad.

En Shin Makoku valía todo. Se preguntaba cómo habría sido pensar tanto en chicas como chicos desde haber nacido, y se le hacía un tanto confuso. ¿Cómo saber cuándo tienes un amigo entonces, si como pareja valdría cualquier persona? ¿Si aquí hablaban de la imposibilidad de la amistad entre hombres y mujeres, que se supone que pasaba con los mazokus? ¿Cómo había sido la vida de Wolfram con esa filosofía? ¿Cómo podría haber sido la de él con esa filosofía? ¿Realmente eran todos bisexuales o tenían preferencias? De seguro que tenían, pero sería una cuestión muy diferente.

Intento imaginarse con algún hombre cualquiera que vio pasar, con varios de ellos. No funcionó, hasta era bastante desagradable. No tenía idea de cómo explicarse a sí mismo como se sentía. En este momento estaba en una relación con un hombre, y estaba muy feliz y conforme con todo lo que conllevaba eso, pero parecía ser un caso más especial que solo una decisión sexual nueva. Por lo que podía entender de sí mismo ya no le importaba el género de la persona, sino la persona en si misma.
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Dos días más pasaron y por fin tenía la libreta en sus manos con la promesa de un diploma en unas semanas. Unas chicas que no conocía le habían pedido el segundo botón de su gakuran y él se había negado, pero si acepto sacarse algunas fotos [1]. Lo que años antes había soñado hoy se sentía muy diferente, más lejano, menos importante, pero seguían siendo parte de sus memorias de instituto.

Volvió a Shin Makoku sintiéndose más ligero por un lado y más pesado por el otro, sin contar los regalos que le obligo a llevar su madre a último momento. Hacia tanto tiempo que no se sentía tan inseguro de ver a alguien. ¿Qué pasaría cuando se encontrar con Wolfram? ¿Lo miraría extraño? ¿La situación sería rara? ¿Qué se supone que iba a decirle? Si estaban los demás tendrían que actuar normal, ¿pero y cuando estuvieran solos?

—¿Yuuri? ¿Estás bien? ¡Conrart! ¡Günter!

Había cruzado el portal y estaba sentado en medio del agua sin enterarse de nada, hacia un segundo juraba haber estado en la bañera de su casa. Por fin reaccionó del todo al tener a su padrino y el consejero encima haciendo preguntas como: ¿cuántos dedos ves? y ¿está en shock por haber fallado en sus exámenes? Y también estaba Wolfram intentando explicarle que le había estado hablando y él no reaccionaba.

—Cuatro, ¡estoy bien y no hay nada de malo con mis calificaciones! Solamente me quede pensando en algo y no me di cuenta de que cruce el portal.

—Es un poco estúpido no darse cuenta con todas esas vueltas y las luces por el camino. —Wolfram no estaba convencido—. ¿Y en que estabas pensando? No me vas a venir con el cuento de que conociste a alguien especial e intentar dejarme, ¿verdad? Sabes que no te dejaré romper el compromiso.

—¡Te dije mil veces que no te estoy engañando!

Wolfram sonrió. —Solo estaba probando si estabas lúcido, enclenque.

Fue él quien sonrió ahora, le gustaba que las cosas fueran así.

—¿Cómo te fue en tus exámenes? Y más vale que me digas que excelentemente bien, así podé sentirme orgulloso y darte un buen premio. —le dijo con una mirada divertida.

Las sonrisas cómplices de Günter y Conrart le hicieron sonreír pensando que todos tenían algo entre manos.

—Hey… han preparado algo, ¿verdad? ¿Qué me están ocultando? —preguntó en un tono divertido.

Todos se miraron y esperaron. Entonces Yuuri la vio, estaba escondida detrás de una columna con su vestido de una pieza y sus zapatos bien pulidos del uniforme. Ella río y se escondió tras la columna de nuevo, pasaron unos segundos y se asomó de nuevo. Él reía y ella reía, hasta que salió corriendo a toda carrera.

—¡Papiiii!

—¡Greta!

Cayó sobre él en el agua y su risa infantil hizo eco en todo el lugar, ciertamente la niña daba alegría desde el día en que llegó. A todos les gustaba ver a la familia junta, porque todos eran parte de ella y ocupaban un lugar especial de alguna manera. Günter no tardo en reprenderlos y quejarse de también haber quedado todo mojado, y como buen tutor los apuro a salir mientras aplaudía para que vayan a cambiarse. Yuuri llevó a Greta en brazos hasta que sus doce años pesaron demasiado y la dejó en el piso para que camine a la par de todos mientras conversaban.

—¿Y qué paso con Murata? —preguntó Wolfram.

—Es verdad majestad, Wolfram estaba preguntándole acerca de eso cuando no respondía y nos asustamos —dijo Günter.

—Nada, decidió quedarse unos días más porque sus padres estaban en casa, eso no pasa muy a menudo porque viajan mucho por trabajo así que tiene que aprovechar la oportunidad. Llegará por su cuenta mañana, supongo. ¿Y desde cuando le dices Murata?

—Desde que pasamos muchas noches bebiendo juntos. ¿Celoso?

—Nop.

—Hump. Algún día voy a lograrlo.

Todos rieron y Wolfram intento mantener su cara de encaprichado a propósito hasta que no aguanto más y se unió al coro de risas. Greta había extrañado mucho a sus padres, y al parecer su familia permanecía más unida que nunca.
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El día anterior había sido genial, con Greta en casa y la ex reina coincidiendo en su visita, no accidentalmente, el castillo rebosaba de alegría. Los deberes normales seguían vigentes para todos, pero siempre se podían tomar tiempo para planear algunas salidas o hasta pequeños viajes estando todos juntos. Greta tenía derecho a una cierta cantidad de días hábiles en el internado para salir al mes, y durante sus últimas visitas el lugar favorito para las vacaciones habían sido las playas de la familia Karbelnikoff. Pero esta vez no había tiempo para ir al mar, el itinerario ya estaba ocupado por los deberes mezclados con la diversión. Y con Murata ya de regreso todo se había puesto en marcha.

La fiesta de la sidra se festejaba en Torimia, ciudad capital del país del mismo nombre ubicado en el continente formado por Gresia, Torimia, Conashia, Suveria y Nasela. Afortunadamente podría decir que los rencores del pasado con estas regiones humanas eran agua bajo el puente, las relaciones políticas iban viento en popa después de salvar a más de uno de la opresión de Día Shimaron. La fiesta de la sidra era algo diferente a lo que solía conocer de la Tierra, como todo en Sin Makoku tenía que tener alguna particularidad, y era que en este lugar los humanos hacían sidra de casi cualquier cosa que se les cruzaba. Lo bueno era que tenían ciertas cosas aptas para menores, asique el evento estaba habilitado para toda la familia.

Gwendal, Conrart, Josak, Anissina, Cheri, Yuuri, Wolfram, Greta y Murata viajarían a la capital para asistir a las festividades como invitados especiales. El evento estaba abierto a todo el público, y pese a lo que se pudo haber pensado sobre el rechazo entre humanos y mazokus, la festividad tuvo mucha aceptación por parte del pueblo de Shin Makoku y se rumoreaba que asistirían desde todas las regiones. Esta vez el evento seria el doble de grande y este año habían duplicado la producción de mercadería previendo el incremento de turistas. Económicamente seria productivo, y socialmente también ya que sería el primer encuentro entre las dos razas. El fin de una era de guerras y conflictos y el comienzo de una nueva era de paz, aunque siguiera habiendo facciones humanas que mantenían los estándares del pasado y se resistían a una tregua con los mazokus era un cambio importante.

El viaje duraría muchas horas, pasarían por las tierras Spitzweg y sus bosques tupidos y luego por los prados de la región Radford. Lamentablemente no había tiempo para paradas o visitas turísticas en el camino ya que si no demorarían días. Una vez llegasen a los límites de los territorios mazoku tendrían que cruzar el mar que separaba los dos continentes en barco, atravesar por tierra Gresia y con solo una hora más de viaje estarían entrando a la capital de Torimia.

Los preparativos durante la mañana eran un descontrol, las sirvientas iban de aquí para allá encargándose de los víveres necesarios como la comida y bebida, y los soldados cargaban el equipaje. Las valijas en su mayoría eran de la reina, que como toda mujer coqueta llevaba muchas cosas innecesarias que nadie entendía porque la hacían feliz. Parecía que se iban a la guerra, literalmente, porque no había tanto movimiento en el castillo desde la última. Pero el sentimiento era mucho totalmente diferente. Si se daba el caso pasarían allí un par de días o como mínimo una noche, ya que la ex reina estaba encaprichada con extender la visita. Según los rumores ella ya conocía bien el mundo entero, así que no era por cuestiones de turismo, solo tenía un par de amores que visitar en cada puerto.

—Majestad, los carruajes están listos y ya se subieron todas las cosas necesarias además del equipaje.

—Que me digas Yuuri, Conrad…

Conrart sonrió.

—Wolfram, Greta y su alteza viajarán con usted en uno. Y en el otro viajaremos mi madre, Gwendal, Anissina y yo.

—Ok, ¿pero qué hay de Josak?

—Él viajara con el conductor arriba.

—Pero el viaje es muy largo, ¿seguro estará bien ahí?

Conrart rio un poco, Yuuri se preocupaba por todos hasta en el detalle más banal.

—Está acostumbrado, y no es para nada incómodo. Además, estoy seguro de que no le durará mucho el poder tomar aire fresco.

Yuuri no entendió a qué se refería hasta cuarenta minutos después de empezar el viaje cuando Gwendal obligó a parar el carruaje y exigió a Josak un cambio de lugares sin razón aparente. Aunque se notó a la legua que no fue bueno para su sanidad mental compartir un carruaje con su madre y Anissina al mismo tiempo mientras la ex reina hacia sugerencias comprometedoras acerca de su relación.

—Anissina, querida, realmente deberías hacer algo con ese carácter de mi hijo. Como su madre me preocupa que se vaya a quedar solo siendo tan gruñón y tú llevas tantos años a su lado… ¡No sabes cuánto agradezco eso! ¿Pero no te parece hora de dar un paso más? ¿Tal vez presionar un poco? —se quejó la ex reina mirando por la ventana y lamentando que su hijo escapara.

La inventora lo meditó un momento.

—¿Y cuál sería la sugerencia?

—¡Un ataque directo! Es momento para una visita nocturna, ¡él no podría decirle que no a una mujer tan encantadora como tú!

La científica se sintió halagada y sonrió, pero ambos hombres presentes en ese carruaje se mantenían callados sabiendo que nadie jamás iba a comprender que cosas pasaban dentro de esa cabeza.

—¡Ya lo entiendo! Y tampoco veo problemas si se negara, puedo ser muy persuasiva.

—¡Ese es el espíritu!

—Si se diera el caso de que opone demasiada resistencia podría sacarlo a rastras de la habitación, ¡o usar alguno de mis brillantes inventos! Yo creo que si se hace eso todas las noches seguramente se doblegara su conducta y se convertirá en alguien más permisivo.

Cheri hizo una pausa comenzando a entender cada vez menos lo que su amiga le decía.

—¿De qué estás hablando querida?

—Si su problema es ser huraño no hay que darle el gusto de aislarse. Si se lo saca de su habitación reiteradas veces aunque él no quiera terminará acostumbrándose al trato con otros mazokus.

—Anissina, Gwendal no es un gato. Puede que le gusten mucho pero no se ha convertido en uno todavía...

Conrart y Josak comenzaron a reír, habían estado esperando este momento, pese a que su madre parecía bastante enfurruñada con que le tomasen el pelo.

En la parte de arriba del carruaje el hijo mayor estornudó totalmente consciente de que hablaban de él.

—¡Hey, Gwendal! ¡Ten cuidado con el viento, tal vez deberías taparte, podrías pescar un resfriado! —gritó Yuuri desde la ventana del carruaje que iba en frente.

—¡Lo que usted diga!

Sabía que sufriría este viaje, lo sabía.
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La mitad del trayecto fue tan larga que el calorcito del carruaje y los vaivenes le ganaron al Maou, no tardó mucho en caer dormido. Wolfram lo siguió a los pocos minutos, ya que para él el sueño era tan contagioso como los bostezos. Murata se había mantenido entretenido observando por la ventana el paisaje y Greta leía uno de sus libros de aventuras hasta que el chico de lentes se percató del leve movimiento en frente y comenzó a observar a Yuuri caer poquito a poco hacia un lado. Divertido observo como su amigo encontraba sustento en los hombros de Wolfram y no perdía tiempo para acomodarse entre sueños contra él. Si solo tuviese una cámara para filmarlos, seria genial poder mostrarle luego que lo que no hacia despierto lo hacía dormido.

Murata empujó a Greta sin dejar de mirar hasta que la niña miró también y dejo escapar una risita, el chico llevó un dedo a su boca.

—Shhhh…

Greta sonrió divertida y lo imitó haciendo lo mismo. Realmente, ¡si tuviese una cámara, al menos para una foto!

Yuuri se acurrucó más contra el cuello de Wolfram y al parecer el mazoku encontró su acercamiento placentero ya que se revolvió y apretó más contra el otro cuerpo. El carruaje se detuvo luego de un tiempo sin ser obstáculo para los dos dormilones. La parada del mediodía indicaba que ya habían recorrido más de la mitad del camino en las tierras de Shin Makoku. Ahora deberían estar a poco camino de tomar el barco hacia Gresia en algún lugar en medio de las estepas de la región Radford.

Ambos bajaron en silencio para no despertarlos. La primera en indagar acerca de la pareja real fue Cheri, que al no verlos salir se acercó curiosa a mirar.

—Oww, ¡míralos juntos! Al menos Wolfie está consiguiendo su felicidad, y yo que pensaba que últimamente todo estaba acabado. Me hace sentir una mala madre al no tener confianza en su niño. —Se lamentó a la vez que se alegraba.

Al final todos encontraron divertido ir a curiosear en el interior del carruaje para ver la escena y hacer o no algún comentario. No había prisa en despertarlos hasta que prepararan el almuerzo y estuviera todo servido.
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Después de toda esa travesía Yuuri esperaba estar más cansado, pero esa siesta en la primera mitad del viaje lo había salvado. Por fin habían llegado a la ciudad capital. Descargaron todas las cosas en el hotel que tenían reservado y todo iba genial, aunque había un detalle que le perturbaba.

El hospedaje era muy bonito y tratándose de la familia real y allegados seguramente las habitaciones eran las mejores que podrían ofrecerles. Además, sus preocupaciones respecto a Wolfram eran inexistentes, por más preocupado que había estado en la Tierra, se le pasó todo después de los primeros cinco minutos de su encuentro tras volver a este mundo. Pero ahora se sentía trasladado al pasado. Nadie se iba a tomar la molestia de explicar que pese a que estaban comprometidos llevaban más de un año sin compartir habitación. Y así es como ahora había terminado en el mismo espacio personal compartido.

Si, genial, habían pasado cosas últimamente, pero no era lo mismo que volver a vivir juntos aunque fuera solo por un par de días. En el fondo se volvía a sentir bastante inseguro e incómodo.

—Yuuri.

La puerta se abrió de golpe interrumpiendo sus preocupaciones.

—¿S-si? —no pudo evitar tartamudear nervioso y se había notado.

—Venía a avisarte que están todos listos y ya nos vamos para el pueblo. ¿Te sientes mal o pasa algo?

Wolfram estaba tan normal, de repente sintió hasta culpa por ser tan idiota y la seguridad volvió a embargarlo de nuevo.

—No, no pasa nada. Solo me asustaste al abrir la puerta de golpe —respondió seguro y con una sonrisa en sus labios.

—De verdad te asustas con cualquier cosa Yuuri, ¿dónde se ha visto rey más enclenque?

Wolfram se acercó mientras él terminaba ajustarse las botas.

—Ah, pero tengo que cuidar mi reputación, no vaya a ser que pierda mi título del mas enclenque ante otro rey y me dejen de querer —bromeó y le arrancó una sonrisa.

—No creo que sea fácil superarte, de verdad. Y aunque pasara, siempre seguirías siendo nuestro enclenque.

Wolfram se agachó y no le dio tiempo a reaccionar cuando mordió con sus labios suavemente sobre su boca de manera cariñosa. Sus manos le acariciaron las piernas y le dio otro beso más tentador sobre su cuello.

—Te extrañé.

Para cuando reaccionó Wolfram ya cruzaba la puerta de salida con una mirada picara y riendo, dejándolo solo y con la cara ardiendo de vergüenza.

Al salir, el joven mazoku se topó de golpe con alguien frente a frente. Por un momento su sorpresa se fundió con el miedo de que Josak haya visto esa muestra de cariño dentro de la habitación, pero en cuestión de segundos recobró la compostura y lo ignoró continuando su camino.

El espía sonrió divertido, si los había visto. Asumía que Wolfram lo sospechaba por su actitud, pero había preferido aparentar que no había pasado nada para no levantar sospechas o esperaba que él no dijera nada al respecto. Y por supuesto que no diría nada, aunque disfrutaba mucho su descubrimiento.
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La fiesta rebozaba de bebida de todos tipos entre gran variedad de jugos y por supuesto sidra. Al parecer los padres de los niños locales eran bastante permisivos a la hora de dejarles probar tanto las bebidas alcohólicas como los extractos naturales, y aunque él se había opuesto al principio tuvo que aceptar que en el fondo solo un poco no mataría a Greta. Pese a que Wolfram era una persona con gusto por las bebidas alcohólicas había puesto mala respecto a la idea, pero también termino por ceder ante los caprichos de su hija.

La comida tampoco faltaba en ninguno de los puestos que bordeaban las calles, y los restoranes se encontraban llenos. Se podía notar la gran cantidad de humanos a simple vista, pero el colorido de los cabellos mazokus y la inigualable belleza de más de uno resaltaban entre las multitudes. Los comercios abrieron sus puertas de par en par invitando a la gente a entrar, los barriles de sidra se amontonaban en las esquinas y muchos más vacíos se apilaban en los callejones. Todo tipo de frascos de coloridas frutas en conserva adornaban los mesones dispuestos en la avenida principal, acompañados de deliciosas tartas y pasteles artesanales.

Yuuri no era un amante innato de la bebida, y aun le remordía el recuerdo embarazoso de su primera borrachera, pero no consideraba a la sidra demasiado dañina. Tal vez solo le daría la acides de su vida, y ya la veía en puerta. Estaba rodeado, un sinfín de prominentes figuras políticas hacían bailar un vaso detrás del otro delante suyo; entre "por favor pruebe esto majestad" y "la cosecha de otoño tiene un sabor particular" los sorbos de cada copa se acumularon en su estómago, y pronto también en su cabeza. Era complicado pensar en emborracharse con sidra, pero podía imaginar una linda migraña mañana por la mañana solo recordando que esta era la primer parte de la fiesta. No estaba seguro de cómo iba a aguantar.

Eran alrededor de las cinco de la tarde cuando se pudo sentar a la sombra en un pintoresco apartado de uno de los mejores restaurantes. Nunca podía estar solo del todo, siempre necesitaba escolta al ser un rey, pero este era su momento de tranquilidad para descansar de tanta charla. Se dedicó a mirar el paisaje urbano de la ciudad un momento, el aire fresco que corría por la calle principal templaba un poco el ambiente sumamente caluroso, el clima de este país era ligeramente diferente al de Shin Makoku en esta época. El pueblo era lindo, no entendía mucho de arquitectura así las casitas encajaban en su estereotipo terrestre de viviendas medievales salidas de alguna película de Hollywood. Dos pisos, hechas en su mayoría de madera o piedra y con tejas marrones adornando los techos con chimeneas.

Cansado de mirar el paisaje se dedicó a mirar a las personas, había una gran sobrepoblación de hombres gordos alegres con narices rojas, seguro era una especie autóctona de esta fiesta. Gwendal parecía estar pasándola no muy bien con tanta bebida fermentada en el estómago. En cambio los demás eran como un barril sin fondo, ni que hablar de la ex reina que pese a todo su refinamiento parecía degustar contenta cualquier cosa que se le ofrecía, siendo o no fino o de plebeyos.

Si algo le llamaba la atención de los mazokus que lo apadrinaron al llegar a este mundo era la buena predisposición que tenían para disfrutar de las cosas nuevas. Luego de las primeras veces que viajó a este mundo extraño y asimiló la idea de tomar enserio su reinado, busco y leyó algunos libros de historia antigua en la Tierra para comprender mejor la aristocracia. Ahora sabía que Wolfram no era tan quisquilloso o delicado como hubiera pensado. Yuuri lo arrastraba a situaciones que le impactaban o se salían de lo común para él, y para lo que debería ser el comportamiento de un príncipe como los que leyó en esos libros debería haberse justificado el poner un par más de gritos en el cielo por algunas de esas cosas. Pero no, ahí estaba riendo junto a Greta, la niña humana que termino adoptando junto con él en medio de una guerra contra esa raza, en una fiesta llena de gente común de clase trabajadora.

Cuando se ponía filosófico recapacitaba sobre estas situaciones. Tenía que dar gracias a la suerte de conocer tan buena gente y no haber caído entre un grupo de aprovechadores y manipuladores. De no ser por todos ellos hace tiempo podría haber terminado muerto en una zanja o apuñalado por la espalda por algún súbdito con complejo de superioridad y demasiada codicia. Stoffel podría haber sido un digno ejemplo de lo que sería la mala suerte de haberse relacionado con la gente equivocada. Y de no ser por Wolfram, y también más que nada por Günter, en este momento no estaría sentado como un digno rey con todo su porte y elegancia siendo observado por hermosas señoritas desde varias esquinas. Su autoestima mejoró, y con ella también su actitud. Una vez que sabes cómo lidiar con todo eso de ser un noble las cosas a tu alrededor se ponen cada vez mejor. Sonrió complacido por los halagos silenciosos y se dejó observar.
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La noche pintaba más divertida de lo que pudo imaginar nunca, o tal vez la borrachera era lo que le hacía ver todo tan gracioso. No sabía si era que estaba bastante borracho en su etapa alegre, o si los demás eran los que hacían cosas raras. Vio a un hombre tambalear contra una mesa al intentar fallidamente algún tipo de cortejo con una señora y se rió de él junto a algunos acompañantes con los que conversaba en ese momento.

Ese pueblo no tenía un castillo, pero si un ayuntamiento, el sistema político se basaba en un gobernador electo más que en la monarquía impuesta. La fiesta privada se dispuso en el patio del edificio, las mesas estaban ordenadas formando un camino en medio y hasta había una alfombra roja y todo en el medio. Le recordaba a una preparación de bodas de alguna película yankee, faltaban solo el gran pastel de cinco pisos con los muñequitos plantados arriba y la novia con el vestido para terminar el cuadro.

La gente considerada como nobles o de alta alcurnia sobraba para ser un pueblo tan pequeño. Aunque siendo el rey demonio la visita más ilustre de la velada, se habían reunidos desde todos los rincones para intentar cruzar al menos un par de palabras con él.

Los jóvenes humanos se veían bastante complacidos con esta era de paz, y era de esperarse ahora teniendo al alcance gente de sus edades pero más bellas de lo que habían visto nunca. Después de todo, hasta el humano más bien parecido o la humana más hermosa se seguía quedando corto a la hora de ser comparado con un mazoku. A su vez, los visitantes jóvenes de la raza longeva se veían divertidos con esta idea de ser tan populares, dejándose cortejar o haciendo ver como que podían ser cortejados.

Yuuri se había acostumbrado a la idea, desde hace mucho que ser el centro de atención simbolizaba también obtener atención especial tanto de hombres como de mujeres de casi todas las edades. Hasta se había acostumbrado a las típicas peleas entre las señoritas a la hora de bailar con él, que gracias a dios nunca llegaron a tirarse de los pelos pero en más de una ocasión hubiera jurado que podría haber pasado. Él no era el único al cual solían acosar, de buena manera y sin ser molestos por suerte, sino que sus amigos del castillo eran todos figuras altamente reconocidas y populares. Ni hablar de Günter, al cual prácticamente tenían en un pedestal de oro y bajo la categoría de dios supremo de la belleza.

En términos generales si no le hacían un par de indirectas por cada fiesta sería extraño, aunque él estando comprometido tenía una especie de sello tatuado en la frente por Wolfram y la mayoría de las insinuaciones que recibía se las hacían como broma. Pero de vez en cuando sucedía que alguien se ponía pesado, lo cual generaba una situación incómoda de la que era complicado zafarse siendo educado y políticamente correcto. Sus ojos parecían estar clavados desde hace un rato en una de esas situaciones, de la cual él no era participe, sino su prometido.

Wolfram era hermoso. No como una doncella, sino simplemente hermoso. Más allá de todos los otros calificativos que podrían usarse para alabarlo, su belleza tan particular seguía resaltando y nadie se le podía negar. Tal vez en algunos años cuando alcanzara otro tipo de hermosura más madura podría hasta destronar a Günter, cosa de la que solían hacer varios tipos de bromas al respecto. No era de extrañar que en esa fiesta resaltara entre humanos y mazokus de su edad, hablando de edades mentales más que de años vivido. Pero en este caso particular algunos jóvenes se veían demasiado insistentes. Si alguien sabia sacarse gente pegote de encima era Wolfram, bastaba una mirada fulminante de esos ojos esmeraldas y un par de comentarios mordaces para que se leyera entre líneas: "Me molestas, desaparece." Pero en parecía que hasta él tenía problemas con estas personas.

Observó callado asintiendo a todo lo que le decían los hombres y mujeres demasiado arreglados y algo borrachos a su alrededor mientras observaba fijamente la escena. Un chico de cabellos color caoba algo más alto que el mazoku parecía insistirle en que le dejase acercarse entre intentos de bromas y tambaleos dignos de alguien que se pasó de copas porque sus padres no lo habían vigilado como se merece, porque seguramente ellos también estaban en un estado similar al suyo. Permaneció con cara de pocos amigos observando hasta que reacciono y escaneo los alrededores en busca de sus compañeros mayores.

Si Wolfram tenía problemas mejor ni hablar de Günter, una manifestación tendría menos gente que la que él tenía a su alrededor en ese momento, Yuuri guardó un minuto de silencio por su secretario y lo dio por muerto sin mucho remordimiento. Conrart estaba parado junto a Josak en una mesa alejada, el espía solo estaba haciéndole muda compañía mientras su padrino hablaba animadamente con un montón de gente entre gestos y risas, cosa extraña ya que el castaño no solía comportarse de manera tan abierta y animada, la bebida sin duda hacia magia con él. Y cuando lo vio intentando animar al grupo haciendo una pila de copas dudó por un momento si estaría del todo bien o no, era demasiado extraño ver al hombre ensimismado y sereno haber pasado a ser el alma de la fiesta.

Josak hizo contacto visual con él por unos instantes, le siguió la mirada hacia la escena que sucedía más allá con Wolfram de protagonista cuando el sutilmente se la indico. La contempló un momento y rio para devolverle una mirada extrañamente picarona y hacerle una ademan con su cabeza como invitándolo a que arreglara sus problemas solo. Además tenía ese algo en sus ojos que no sabía que podría significar, él aún era inconsciente de que el espía sabía demasiado.

Gwendal. Nadie podía decirle que no a Gwendal, que supieras que era buena gente y en el fondo muy amable cuando lo conocías, tenía esas pintas de El Padrino que asustaban a todo el mundo. Una mirada de Gwen y ese tipo saldría volando para pensárselo dos veces, o más, antes de siquiera intentar otra vez molestar a Wolfram. Le costó ubicar al mayor, y sin duda a Gwendal nadie podía decirle que no, pero a Anissina ni dios podía, incluido el general. Jamás de los jamases espero ver a ese par borracho, juraría sobre la tumba de Baby Ruth que Cheri tenía algo que ver con eso y metió algo en la bebida. Reían demasiado, tambaleaban y estaban más cerca de lo que los amigos de la infancia suelen estar. ¿Y qué era eso? Anissina le susurró algo al oído y… ¿acaso se dirigían a la salida? “Mierda… jamás pensé que… Bueno mejor no pienso en que por ese camino se llega al hotel y…”, mejor cortar con la imaginación cuando comienzas a ver sabanas revueltas y mucha piel desnuda en tu cabeza. Mañana vería muy feliz al hermano mayor de Wolf, o con la típica cara de "¿qué paso anche?". Para los que pensaran que la sidra era ligera, mejor replantearse la idea.

Cheri era un caso perdido antes de mirar, ni se le ocurriría llamarla porque terminaría con porras acerca de lo bien que se le da a su hijo atraer a los hombres antes que con algo de utilidad. Igualmente su vista la localizo enseguida sentada cual reina egipcia rodeada de hombres que tenían la vista más que perdida en su escote y ella parecía complacida con eso. La última persona con las habilidades para despachar gente y que esta no pudiera poner un solo pero ante sus palabras tan correctas dichas con exquisita educación estaba cuidando a Greta. Murata comía pastel con la niña, y al parecer estaba contagiado del espíritu de Josak dirigiéndole una mirada cómplice e indicándole con la cabeza como seguían acosando a su prometido.

Suspiro. Él no era realmente bueno en esto, tampoco quería parecer posesivo o verse involucrado en situaciones muy embarazosas de ese estilo con Wolfram, no estaba en posición de hacer algo así con su nueva relación en las sombras y aguantarlo cariñoso esa noche. Pero en el fondo, y no tan en el fondo, el Maou tenía un sentimiento de molestia arremolinándose dentro de él y dando patadas cada vez que ese muchacho se acercaba por demás o sus manos parecían intentar ir a donde ni siquiera debía pensarlo. Si no intervenía él la fiesta podría terminar con una persona rostizada, o al menos con un ojo en compota, porque podía ver desde esa distancia como el demonio de fuego estaba en sus últimos minutos de paciencia y buenos modales, apretando sus puños que temblaban ligeramente.

Ni se disculpó con la gente que dejó plantada, y que estuvo ignorando por largo rato, al salir disparado hacia el lugar, ni tampoco con la gente que chocó en el camino. Aunque no tenía que preocuparse de mucho por eso ya que mañana vagamente alguien recordaría esto. Como quien no es invitado a la fiesta se metió de prepo rápidamente entre el muchacho y el rubio.

—Lo siento, tengo algo que discutir con mi prometido —le dijo tajante y sin darle tiempo a nada tomo a Wolfram por el brazo y se lo llevó.

Con muy pocas buenas intenciones el chico bufó enseguida molesto por la intromisión.

—¿Eh? Pero estábamos pasando un buen rato, ¿o no guapo? —una sonrisa ladina se formó en su rostro.

Yuuri se quedó sin palabras, era eso o insultar ya que su sangre corría acelerada por sus venas, pero el rubio tenia las palabras justas y necesarias.

—¿Esas son maneras de hablarle al rey? Cuidada la boca plebeyo, te recuerdo la posición en que estás.

Maldita la idea de ese tipo de darle a Wolfram una excusa para partirle la cara con todas las de la ley.

—Ofrece una disculpa ahora mismo —exigió mientras se alejaba de Yuuri abalanzándose sobre él.

—¿Por qué tan enojado? Si recién la estábamos pasando bien hasta que llego su majestad —pronunció su título con especial ironía—. Aunque verte así también te sienta bien, me gusta.

—¿Me estas provocando?

—Depende de qué tipo de provocación hablemos.

—Deberías agradecer que me estuve conteniendo por respeto a las ideologías de mi prometido, pero como mazoku este tipo de ofensas se pagan caro. Si me hubieses conocido hace un par de años ya estarías a medio camino de…

—¡Suficiente! —intervino Yuuri cuando el tono de Wolfram se salía de control y apoyó una mano en su hombro para impedir que la noche terminara realmente mal. El otro joven que hasta hace momentos parecía aun divertido con el juego se vio ofendido por la reacción del ex príncipe.

—Si no fuera porque Yuuri así lo quiere te hubiera hecho pensarlo dos veces antes de volver a molestar a un mazoku. La próxima vez que nos veamos espero que demuestres el respeto que merece el Maou —terminó diciendo con la nariz en alto y todo el orgullo de una raza guerrera.

El joven dudó antes de bufar diciendo algo por lo bajo, que a Yuuri no le sonó para nada agradable, e irse. Ambos se lo quedaron mirando hasta que se hubiera alejado por completo y reunido con otro grupo de jóvenes humanos.

—¿Está todo bien? —preguntó Yuuri suavizando las su expresión tras unos momentos.

—Por supuesto que sí, enclenque. —pese al tono suave que usaba con él, Wolfram mantenía la vista clavada sobre aquel muchacho con semblante serio.

Yuuri sabía bien porque, solo faltaba un poco de resentimiento para que a alguien se le ocurriera tomar venganza, solo cuando vio que Wolfram perdió interés pudo sentirse tranquilo. Confiaba plenamente en su juicio.
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Entrada la media noche el clima refrescó pero el ambiente seguía alegre. Había pasado el resto de la fiesta junto a Wolfram, cosa que él seguramente consideraba mejor por si sucedía algo malo, esos detalles eran los que mantenían a Yuuri tranquilo. Pese a seguir siendo poco cuidadoso con su seguridad teniendo en cuenta su rol como rey, había aprendido que tener un guardaespaldas a su lado era lo mejor que podía hacer, especialmente si era uno de sus amigos. Además, la estaba pasando bien con Wolfram.

Habían bailado, hablado, tomado y comido de todo. En ese momento recordó una de las últimas fiestas donde estuvieron juntos, su cumpleaños, aunque no se podía comparar el despliegue que solían hacer en Shin Makoku por ese evento con esta fiesta más reducida. Durante aquella fiesta habían estado poco y nada juntos, solo le venía a la mente haber bailado con Wolfram un par de minutos y luego no verlo en toda la noche.

Haciendo una retrospectiva, se dio cuenta que el último tiempo se habían distanciado bastante. Pero hoy se habían quedado en la pista de baile por casi una hora entre idas y venidas, y había sido muy divertido. Antes solía sentirse bastante incomodo bailando con él, pese a que se acostumbró a que siempre seria común tener parejas de bailes masculinas tanto como femeninas siempre prefería bailar con las chicas porque se sentía más normal. La cosa es que después de haber compartido una cama para algo más que dormir con él, compartir la pista de baile se hacía mucho más fácil y le había encontrado el gusto.

Lo bueno era que Wolfram se comportaba con su interés normal de toda la vida hacia él. Pese a su relación en el armario y unas copas de mas no sentía paranoia de que anduviera demasiado cariñoso o se atreviera a hacer algo que de que pensar a la gente. Aunque eso que rondaba la mente de Yuuri y lo tranquilizaba, lo mantuvo ajeno a que ciertos ojos o eran demasiado perspicaces o sabían demasiado como para notar todas las sutilezas. No fue complicado para Cheri ver la química entre ambos, o para Josak y Murata reír ante la actitud de Yuuri que pese que mantenía distancia disfrutaba demasiado de la compañía de Wolfram.

Interrumpiendo sus pensamientos, Murata se acercó, al detenerse acomodo a Greta mejor sobre su espalda de un respingón.

—Está muy cansada —dijo riendo mientras todos contemplaban a la princesa dormida—. Yo la llevo al hotel, ustedes pueden quedarse. Para mi es demasiada bebida por hoy, lo único que estoy deseando ahora es una cama.

Yuuri no sintió pena por su amigo, ya había tenido tantas chicas como pudiera imaginar por ese día, así que seguramente se habría divertido. Ambos accedieron y lo saludaron. Antes de ir hacia la entrada para pedir un carruaje Murata le guiño un ojo a Wolfram y le brindo una sonrisa de complicidad que al moreno no le gusto demasiado y se puso ceñudo.

—¡No me extrañen! —grito burlón antes de alejarse para picar más a su amigo.

Wolfram solo sonrió divertido. —Voy a buscar algo para comer.

—¿Vas a comer más? —le preguntó mientras este ya se iba hacia una de las mesas de postres a lo lejos donde estaba el tumulto de la fiesta. Ellos se habían mantenido algo más apartados en el patio todo este tiempo. Wolfram solo asintió animado y riendo, sabía que había comido tanto dulce como para meses de abstinencia, pero seguía teniendo espacio para más.

Estando solo en ese lugar más abierto la brisa le revolvió los cabellos negros, sentaba bien despejarse un poco y tomar aire fresco. Esa zona solo recibía el fulgor de las luces y más allá comenzaba una pasmosa oscuridad por los senderos del jardín. Decidió que podía caminar un poco sin alejarse demasiado, una vez que te acostumbrabas a la oscuridad las luces de la pista de baile eran demasiado brillantes y esa penumbra era más acogedora para un buen descanso. Los jardines del ayuntamiento estaban más hacia el fondo, pero él se mantuvo en la zona que se comunicaba con los corredores al aire libre del edificio, ahí también las rosas crecían bien cuidadas adornando el lugar.

Escuchó voces con ecos que provenían de la galería, enseguida reconoció el tono de un grupo de muchachos conversando animados, alejados de la muchedumbre en ese lugar completamente apartado. No reconoció la voz del susodicho por su tono, sino más bien por el hilo de la conversación.

—Mas respeto, soy el prometido del rey — al tono burlón le siguió un coro de risas—. Solo estoy siendo considerado por respeto al Maou. Si claro, pero bien que hasta que alguien vino no tenía tantas agallas, tenía que aparecer su novio para salvarlo porque si no… Hay, hay, un humano, cuidado. ¡Pero si me hubieses visto años antes! —las risas continuaron entre otros comentarios cantados en tonitos burlescos de los otros dos chicos que se encontraban con él.

A Yuuri le estaban irritando las burlas, pero ahora desde un ángulo que podía verlos bien notó que los jóvenes sostenían botellas en las manos y trastabillaban en sus pasos mientras intentaban recrear la escena actuándola. Era un grupo de borrachos con todas las letras, y pensó que lo mejor era alejarse antes de escuchar algo más, pero la curiosidad de saber que decían acerca de Wolfram creció.

—Huy cuidado con el mazoku, seguramente tiene más experiencia. ¿Qué no dicen que viven miles de años? ¿Cuántos tendría ese? ¿150? ¿200? Si parecía solo un muchachito caprichoso, al fin y al cabo gracias que llegaba a verse como yo, ¡y tratando de hacerse el malo! Tuvo que llamar al otro chico bonito para que viniera, que cobarde actuar solo cuando superan en número. Yo podría con los dos, ahí o en mi cama. Que de no ser tan hosco ya estaría en ella. Terrible bombón pero con una personalidad de mierda, él de pelo negro se veía más amable. Seguro que se hace mucho el malo, pero debajo de otro tipo son los que más gritan, y mejor que así sea a ver si compensa ese carácter. De seguro que ahí ya no es tan rudo. Como me hubiera gustado tener a ese bombonaso en una habitación y mostrarle todo mi respeto. Lo mejor debe ser verle la cara que pone cuando la esta chupan…

De pensar solo en ese tipo con las manos en Wolfram el corazón se le aceleraba, y no precisamente de emoción, no necesitaba más que unos segundos para que la sangre se le fuera a la cabeza. Podía soportar los insultos, aunque le molestaran mucho y tendiera a ser paciente habían ciertas cosas que lo ponían loco. Esos insultos sexuales no ayudaban mucho. Las palabras obscenas que seguían soltando sobre que o que no harían con Wolfram lo llevaron al límite.

—Cuida tus palabras que estás hablando de mi prometido —interrumpió en tono serio y todos lo miraron al entrar a la galería.

Su porte y su actitud habían cambiado, no era el chico amble sino el soberano que se presentaba con orgullo y una mirada fiera más aguda que de costumbre. Este era Yuuri, sí. Pero también era el Maou, aunque no tuviera nada que ver con desordenes de personalidad o liberaciones extremas de maryoku. Era lo que en el fondo era Yuuri en sí mismo, simplemente que más enojado y metido en su papel.

Por un momento los tres jóvenes hicieron silencio, pero el alcohol actuó como deshinibidor y llevó al castaño a retrucar.

—¿Y a ti quien te ha llamado? ¿Qué no ves que esto es una fiesta privada?

Yuuri no contestó, continuo mirándolo serio.

—Ah claro, no te gusta que hablemos mal de tu noviecito. Escucha, no estamos molestando a nadie aquí y si no te hubieras venido a meter tu solito no estaríamos teniendo esta conversación. ¿Porque no solo te vas? —El chico tambaleo mientras hablaba y se acercó un poco más a enfrentarle, el hecho de que intentara sonar correcto y educado no era más que otra burla.

—No lo pienso dejar pasar así como así cuando del que se habla de esa manera repugnante es alguien que me importa.

Los muchachos intercambiaron miradas atónitas un momento ante sus palabras y echaron a reír.

—El rey quiere mucho a su noviecito, eso es taaan tierno. Pero que vas a hacer, ¿he?, ¿Llamar a alguien para que nos castiguen? —la sonrisa en la cara de ese sujeto se estaba tornando muy molesta, y se le acercaba más y más—. ¿Me vas a castigar? ¿No era que te llamaban el rey de la paz? No creo que me vallas a mandar al calabozo, no. No puedes hacer nada, he, ¿no? ¿Qué vas a hacer?

Puede que se haya presentado prepotente como una figura de autoridad, o intentando serlo, pero Yuuri era solo un adolescente más con algunas copas encima y ese tipo se estaba poniendo pesado. Si de algo tenía fama el joven rey era de ser muy temperamental y explotar de improvisto.

El impacto sonoro de un puñetazo en la cara del chico castaño sucedió tan rápido que solo llegó a dar tiempo para que se escuchara un "UHHHH" generalizado del resto de los presentes y luego un silencio mortuorio.

Todos sabían que había pasado, pero nadie reaccionaba, fueron unos segundos de paz antes de que se desate el huracán. Y así fue, de un segundo a otro todos reaccionaron. Yuuri y el castaño arremetieron tomándose de las solapas enojados mientras los demás comenzaban a animar a los gritos la pelea. Por suerte, pese a que era uno contra tres, los otros dos chicos se mantuvieron al margen respetando que esto tenía más que ver con algo personal que con un grupo de matones que apalean todos juntos a un tipo por enojo.

Estaba sumido en la pelea completamente, forcejeando de la ropa y viendo donde iría el próximo golpe cuando de la nada un tirón desde atrás lo ahogo con la camisa y se vio separado de su contrincante sin entender.

Wolfram lo tenía agarrado con firmeza del cuello y lo fulminaba con la mirada.

—¡¿Pero qué mierda estás haciendo?!

El grito trajo a la realidad a Yuuri y esfumó toda su convicción para dejarlo solo como un chico inocente y tonto que sabe que se metió en problemas.

—Eh… esteee… ¿peleando? —Al parecer no era el mejor momento para intentar ponerle humor a la situación porque la cara de Wolfram solo empeoró.

—Hey, esto es entre él y yo, ¡no te metas! —el chico con el que peleaba intentó agarrar a Yuuri pero el mazoku se interpuso y lo mandó hacia atrás de un empujón.

—Tú cállate y estate quieto. —Fue la única advertencia que dio Wolfram, parándose con prepotencia y una mirada fiera.

No funcionó, y al primer gancho que intento tirar su contrincante a su rostro él lo esquivo con facilidad y con terrible fuerza y rapidez hundió su puño en su estómago. Ahora solo quedaba el chico nockeado en el piso, sus amigos parados rededor sin saber si dejarlo y huir, y un par de guardias que se acercaban a ver qué pasó. Lo demás sucedió rápido, los guardias tomaron al chico semi inconsciente y se encargaron de la situación llevándoselo junto con los otros. Así es como Yuuri se vio a solas con un Wolfram muy enojado.

—Va a ser mejor que tengas una muy buena explicación para esto —le exigió mientras le marcaba el pasillo insistentemente con su dedo.

—Bueno, yo… —Intentó defenderse yéndose hacia atrás con la leve intención de escapar a través del patio.

Apenas estuvo a la intemperie la naturaleza se dispuso a sonar la campana de tiempo en el ring y salvarle de la pelea.

Una gota, dos, tres.

De repente lo que asombró un poco a los invitados ahora los espantaba cuando un chaparrón de lluvia se desató con furia sobre el lugar. Caía tanta agua que pronto el piso tenía una capa de centímetros que se deslizaba con fuerza hacia las alcantarillas, las enormes gotas rebotaban con fuerza salpicaban tanto como los chasquidos de los pasos de la gente que huía apresurada a resguardarse en algún lugar. Para muchos borrachos fue como el baldazo de agua fría que los termina de despertar, para otros era divertido, y para más de una señora coqueta una terrible desgracia. Pero para el rey era el mejor momento para darse una ducha natural.

—¡Vamos al hotel! —gritó Yuuri entre el ruido de la tormenta y salió disparado hacia la puerta principal del ayuntamiento.

Con Wolfram pisándole los talones avanzo a las corridas por la calle principal, el hotel quedaba a unas ocho cuadras bajando por ese camino y doblando en la otra calle principal otras tres a la derecha. Podría haber esperado un carruaje, pero tuvo la inmensa necesidad de vivir una aventura y de hacer algo tan divertido como correr bajo la lluvia entre portales y balcones refugiándose por diversión.

Wolfram lo intentó detener un par de veces, pero no le importó porque la gracia era no detenerse ante ningún charco o cosa que encontrara por el camino y seguir a toda carrera hasta el hotel sin dejar alcanzarle. Luego de un rato y algunas risas, más por su parte que de su prometido, había logrado que lo acompañara en su capricho de hacer el viaje a pie. Agitados y sin aliento llegaron a la entrada del lugar, ahora que había parado sintió con más crudeza el frío de la noche y del agua que tenía encima, estaban empapados de pies a cabeza. No es que no lo haya sentido en el camino, sino que no le había importado por la adrenalina del momento, pese a ser una lluvia de verano no era para nada calurosa.

Dos sirvientas del lugar salieron enseguida a atenderlos, una de ellas con dos enormes toallas que les vinieron como anillo al dedo. Especialmente para Wolfram que se encontraba pálido y tiritando, al parecer el frío no le sentó demasiado bien. La habitación que compartían tenía baño incluido, y aunque no era enorme como para treinta personas como el del castillo, era la suite con más espacio del hotel y ambos podían compartirlo sin problemas. Después de un día de fiesta en calles de tierra y con tanto calor un baño era justo lo que necesitaba. Pero con el frio que pasaron por la lluvia reposar solo en el agua caliente era lo que sentaba mejor.

Wolfram no le hablaba. Desde que llegaron y entraron no le había dirigido la palabra y tampoco lo había mirado mucho cuando entraron al baño. Antes lo había buscado acusadoramente con esos ojos verdes tan bonitos, pero él le había evitado la mirada y lo había ignorado, y ahora el rubio había optado por el mismo juego. Pero Yuuri se sentía culpable al saber que su compañero estaba enojado, y que habiendo huido tan alevosamente antes solo lo había empeorado.

Se sumergió más en el agua y mantuvo sus grandes y arrepentidos ojos negros sobre la figura del rubio que no le prestaba atención alguna. Después de un rato desistió y se hizo a la idea del silencio haciendo todas sus cosas como si el otro no estuviera allí. Recién una vez que salieron a la habitación y estaba a medio vestir Wolfram caminó hasta la puerta. Yuuri escucho el ruido del seguro al ser puesto, y vio de reojo que venía hacia él. Wolfram solo se paró muy cerca enfrentándolo y espero callado con esa mirada.

Luego de un rato Yuuri se ruborizó y comenzó a explicar en voz bajita y con pena.

—Estaban… bueno… Ellos estaban hablando mal de ti, y no me podía ir dejándolos así sin más…

Wolfram rodó los ojos hacia arriba e hizo una mueca, como si le sorprendiera y a la vez no que la explicación para la pelea fuera algo así.

—¿Y por eso terminaste a las piñas? Eso es algo que pudiera esperar de mí no de ti. Bueno en realidad creo que si es mas de ti.

Hicieron una pausa estúpida rememorando cuantas peleas iniciaba cada uno y un balance de lo temperamental que eran ambos, estaban bastante peleados en realidad. Mejor dejarlo en que cuando uno se salía de sus casillas el otro tomaba el papel del centrado y viceversa.

—¡El problema es tu seguridad Yuuri! No puedes meterte en peleas siendo el rey. Por muchas razones, simplemente no puedes. ¿Y qué piensas que hubiera pasado si alguno tenía un cuchillo u otra arma escondida? ¿Sabías que una persona con un cuchillo podría matarte antes de que te des cuenta, o puedas reaccionar para hacer algo? No importa que magia tan poderosa poseas, ni tampoco importa si portas un arma, la cual nunca tienes si amos al caso, simplemente no puedes ir por ahí metiéndote en peleas por tonterías y poniendo en peligro tu vida.

—Pero no pude Wolfram. No sabes las cosas que estaban diciendo —intentó comenzar a explicar rápidamente, pero se vio interrumpido.

—A nadie le importa lo que se diga de mí, no puedes ser tan irracional como para…

Bueno en realidad si importaba, a él le molestaban los chismosos y que Yuuri se metiera en un lio por defenderlo lo hacía sentir especial, pero no era para ponerse contento. No tenía tiempo para ponerse a explicar todo eso, sino enfocarse en reprender a Yuuri teniendo en cuenta lo más importante. Pero esta vez fue él quien se vio interrumpido.

—¡Si importa! ¡A mí me importa!

Yuuri se veía bastante ofendido y asombrado por su comentario.

—¡No pude contenerme! Me iba a ir, aunque estuviera enojado con ese tipo por cómo había actuado antes. No me gusto verlo molestándote, y no se iba, estaba muy cerca de ti tan pegote y solo quería que se alejara y dejara de molestar en la fiesta pero no podía hacer nada. Y después escucharlo hablar mal de ti me enfureció aún más. Pero fueron esas otras cosas obscenas que dijo las que me pusieron como loco. De solo imaginar al tipo este contigo… ¡y no paraba de decir cosas repugnantes! Yo solo fui a decirle que se detuviera, que no dejaría que nadie hable así de mi prometido, y luego solo pasó. Estaba realmente enojado, tan enojado que no sé cómo termine en la pelea pero si tengo que serte sincero no me arrepiento, pegarle a ese tipo me hizo sentir demasiado bien. Ya no podía soportarlo más. Tenía esta cosa que me oprimía dentro y lo único que quería era partirle la cara.

Yuuri se detuvo cuando el rubio reía por lo bajo y lo miraba divertido y muy alegre aunque él estuviera acelerado recordando las cosas que pasaron.

—¿Por qué estas riéndote? —preguntó sin entender nada.

—No puedo creer que estuvieras celoso. —Negó sin creerlo ni el mismo mientras continuaba sonriendo. —Es decir, jamás pensé pudieras hacer una escena de celos. No como esta.

Yuuri no entendía nada, pero veía a Wolfram demasiado emocionado, y no le gustaba.

—Yo no estoy celoso… ni tampoco lo estaba antes.

—¿Cómo qué no? Pero si recién estabas… —Wolfram no se enojó ni parecía tomarlo en serio, solo continuaba con su sonrisa de oreja a oreja y parecía estar a punto de entrar en modo "yo entiendo lo que yo quiero" en cualquier momento.

—No, yo no estoy celoso. No me atribuyas cosas que no son, solo estaba enojado por como hablaban de ti. —Se defendió en vano mientras era abrazado y las cosas le gustaban cada vez menos.

—Eso es exactamente lo que… —el mazoku hizo una pausa, rio de nuevo y negó con la cabeza dejándolo estar, como el sí que se le da a los locos. —Estoy contento, así que voy a dejarlo pasar por única vez mientras sepas que no tienes que volver a hacer ninguna estupidez como esta.

—Wolf, Wolf, basta. Hay que aclarar esto, yo no estaba celoso. ¿Quieres dejarme?

Forcejeó y se quejó, pero ya lo tenía pegado. La mesa no le dejo caminar más hacia atrás y los besos que comenzó a darle sobre su cuello no los podía ignorar.

—¿Wolfram qué te pasa?

—Es que no puedo resistirme a que seas tan tierno.

—¡¿Cómo que soy tierno?! No quiero ser tierno. Todos tienen que dejar de decir eso. Y cuidado con esas manos. No, no toques ahí, Wolfraaaam. —Lloriquear no sirvió de nada y su resistencia era poca porque no sabía cómo actuar cuando el rubio lo miraba con ojos dulces y continuaba con la sonrisa del millón de dólares dibujada de oreja a oreja.

Se dejó besar mientras pensaba en lo complicado que era enfrentar esa actitud de Wolfram. Y más cuando no paraba de observarle, no importaba si era por enojo o ternura, pero esas esmeraldas verdes podrían derretir hasta un tempano de hielo, o su corazón. Apartó la vista y lo empujó levemente de la cintura, las manos de él no le dejaron retirarse y lo guiaron suavemente a recorrer sobre la cinturilla del pantalón. Su cuerpo estaba suave, como era de esperarse luego de un baño. Tenía una camisa blanca desabotonada hasta la mitad y un pantalón corto por las rodillas. Se arrepintió de dejarse llevar y apoyó las manos en el borde de la mesa.

"Es tan difícil resistirse…". Estaban discutiendo algo hace un momento, y ahora en lo único que podría pensar es en cuanto tiempo llevaban sin hacerlo.

Esquivo nuevamente la sonrisa amable y complacida de la cara del mazoku, podía entregar su cuerpo como venía haciéndolo, pero no lo otro aun. Era más fácil no mirar y dejarlo ser, pero aunque lo ignorase Wolfram seguiría con lo que venía haciendo sobre su cuello que le daba tantos problemas con su cuerpo que no paraba de reaccionar. Volviendo a lo que había pensado antes en la fiesta, su relación con Wolfram había mejorado y no podía negar que el cambio se dio en el momento que estas cosas comenzaron a pasar más y más seguido. Ya estaba enterrado hasta el cuello, ¿no? De esto no podría escapar, y varias cosas rondaban la mente de Yuuri, pero ya no pudo pensar más con sus manos metidas en sus pantalones.

Había sido complicado intentar repasar sus ideas con Wolfram pasando su lengua sobre su piel y acariciando zonas sensibles bajo su ropa. El shampoo que había usado parecía oler diferente sobre Wolfram, sentía el perfume con fuerza proveniente de los cabellos húmedos bajo su barbilla. Todo sobre Wolfram parecía verse diferente, no importa que se pusiera se vería bien, hasta las simples ropas de dormir parecían perfectas si las usaba él.

La lluvia rebotaba contra la ventana y la luz de la luna iluminaba más que la de las velas en el interior, el olor a tierra mojada mezclado con el de la habitación extraña era notorio, pero todo comenzaba a sentirse lejano para él. Tuvo que dejar de pensar en todos esos pequeños detalles cuando la calidez y humedad se cerró sobre su virilidad de improvisto. En realidad no tan de improvisto, pero si para alguien que tiene la cabeza en cualquier lado menos en los hechos. Jadeó más por sorpresa que por gusto y se aferró al borde de la mesa depositando su peso ahí para no flanquear.

"Mierda, sí que es muy difícil resistirse."

Debatía por qué esto le gustaba tanto. Wolfram debía saber que esta era una de las cosas que lo doblegaban más fácilmente, disfrutaba la forma en cómo con empeño hacia penetrar en su boca su parte más sensible, y hacia cosas con la lengua que ni podía imaginar. No podía pensar siquiera en negar que eso lo volvía loco, no podía pensar en nada que no fuera adivinar segundos antes como se sentiría la próxima vez que le dejase resbalar dentro. Todo su cuerpo era una gelatina derritiéndose entre los dedos de Wolfram. Con facilidad sus pantalones llegaron al suelo y su ropa interior a media pierna fue obligada a seguir el mismo camino. Ya no había forcejeo ni quejas por su parte, si quisiera abrir la boca para decir algo se sentiría culpable por largar algún sonido vergonzoso.

Se sintió expectante de deseo cuando las caricias se encaminaron hacia su entrada, y cuando los dedos hábiles del rubio se adentraron sin pudor masajeando esa zona tan especial la combinación de los dos placeres era exquisita. No podía pensar en nada mejor que esto, que su cuerpo se acostumbrara de esta manera a él le hacia las cosas más difíciles. Se sentía mucho más vulnerable que cualquier otra vez que hubieran tenido sexo. Lo bueno venia ahora, lo supo apenas Wolfram dejó lo que hacía y le abrazó un momento antes de insinuar cambiar a la cama. Con media ropa abandonada en el camino termino en el colchón con él encima rebotando por el peso y sintiendo su risa junto a su oído. Sintió como le subía la camiseta hasta el pecho, no era justo comparado con que Wolfram aún conservaba todo puesto, así que tironeó de su ropa y metió las manos con desesperación para tocar su piel.

Los arrumacos le sentaban bien para apaciguar la excitación de antes. Porque se había dejado llevar y si hubiera sido su decisión habría terminado unos momentos atrás, pero claro que este caprichoso no le dejaría hacer eso, ni tampoco él podría haber sido tan cruel como para acabar sus asuntos solo. Extrañó la sensación de algo en su interior, un vacío inexplicable que le resultó un poco nuevo y a la vez no tanto. Sus pensamientos fugaces se vieron interrumpidos al encontrar su mano posada sobre el botón del pantalón de Wolfram. Su mano antes no estaba ahí, estaba seguro de eso. Estaba con la cabeza en las nubes.

Los dedos le temblaron y fue el príncipe quien desabrocho sus propias ropas y apoyo su mano en la base de su estómago obligándolo a acariciarle. Su corazón palpitaba rápido, la piel bajo sus dedos estaba firme y calentita, lo había tocado muchas veces antes pero ahora se sentía nervioso. Escuchó un ronroneo junto a su oído, no había hecho casi nada pero al parecer a Wolfram le gustaba como lo acariciaba. No recordaba haberse puesto excesivamente cariñoso con él antes.

Se ruborizó un poco, se sintió muy cómodo de repente y cerró los ojos apoyándose bien contra su cuerpo. Le acarició la espalda bajo la ropa y lo miró un momento. Pudo ver la leve sonrisa simpática de Wolfram y sentir el aliento de una risita, se sintió muy estúpido en ese momento, como si le diría algo para burlarse y frunció el ceño en anticipación pero lo único que recibió fue un. —Te amo.

Lo dijo en ese tono tan particular que solo podía venir de los labios de Wolfram. Estaba seguro que hoy soñaría con esa mirada, si le ponía alas detrás y lo filmaba desde ese exacto punto de vista podría venderlo a la tele en la Tierra como el avistamiento de un ángel o algún dios. Ni siquiera necesitaría editarlo para agregar luz detrás porque el rubio tenía su propio brillo incorporado.

Lo besó y aceptó las palabras sintiéndose como en un espiral que cae a las profundidades de un lugar desconocido. —Te quiero —le dijo y sonrió. Algo había cambiado en ese momento, y se sentía bien. Sintió como si hubiera estado peleando una batalla inútil contra algo y la había perdido por completo.

Tirando los pantalones y la ropa interior a un lado Yuuri le observo detenidamente, Wolfram lo miró sin entender que estaba mal hasta que él tironeo de su camisa. —Quítate también esto, estoy cansado de que estés vestido.

Wolfram sonrió pícaramente, no más momentos tiernos.

De repente recordó lo que oyó de los tipos esa noche antes de la pelea, estaban muy equivocados al pensar que Wolfram sería tan sumiso, y menos con ninguno de ellos. Se enojó un poco al volver a pensar con él con cualquier otra persona, y se sintió afortunado de que estuviera aquí con él de esta manera. Lo hizo cambiar de posiciones y sentarse contra la cabecera de la cama quitando las almohadas, se acomodó sobre él y acaricio su pecho mientras observaba su cara de desconcierto por la nueva posición divertido.

Wolfram era muy bueno besando, en cuanto a él, no podría decirlo el mismo pero no había recibido quejas al respecto. Movió las caderas y acaricio ambos penes con los dedos mientras se ponían más erectos.

—Si hubiera sabido que compartiríamos la habitación hubiera traído el lubricante —se mofó Wolfram mientras él seguía concentrado en lo suyo más abajo.

—Podemos improvisar.

Aunque dijo eso continúo con los juegos de manos durante un momento más, hasta que Wolfram insistió en que se levantara para llevar sus manos más abajo. Comenzó a humedecerlo con saliva metiendo y sacando sus dedos en su cuerpo. Apoyó la frente contra la cabecera de la cama y cerró los ojos mientras lo disfrutaba y continuaba masturbándolo. Luego del juego previo suficiente él estaba listo y Wolfram estaba lo suficientemente duro para que sea fácil sostenerlo y penetrarse sentándose encima. Había estado deseando este momento, peor la sensación era diferente a la esperada en esta posición. Se abrazó a su cuello del rubio y se concentró en el placer de un vaivén lento a modo de prueba, luego de un tiempo no se le hacía tan complicado, entre la suavidad de la cama y los suspiros se terminó de envolver en el baile de ambos cuerpos.

Wolfram intentó besarle y él le correspondió con ganas, al separase se acercó a su cuello y mordió suavemente haciéndole ladear la cabeza para continuar con los besos por esa zona. Los roces de ambos cuerpos se sentían bien, especialmente empujar sus caderas con suavidad para rozar su pene contra su estómago. Pero pasado un tiempo sintió la necesidad de tocarse, esto era lo que realmente necesitaba, por más que antes fuera placentero no era suficiente para llevarlo al límite. Su pene enseguida se puso más duro. Al parecer no solo había afectado a su excitación sino a la de Wolfram que lo había estado observando todo el tiempo. Llevo su mano libre hacia arriba sin saber muy bien donde buscar sostén, pero una de las manos de Wolfram se entrelazó con la suya mientras la otra le apretaba con fuerza una de las nalgas para marcar la fuerza del movimiento de sus caderas. Su ritmo de masturbación era rápido y se encontraban ya nublado por el placer del clímax que se avecinaba.

Su corazón latía desbocado y para cuando acelero más Wolfram había comenzado a embestir también contra él. Sumergidos en el descontrol de los últimos instantes frunció el ceño y el calor del líquido invadió su mano. Wolfram tiró de su trasero con desesperación unas cuantas veces más y lo besó con fuerza mientras llegaba al orgasmo.

La lluvia todavía rebotaba contra el vidrio de la ventana marcando una melodía relajante. Su cuerpo perlado de sudor se pegó bien contra el suyo y en lo único que pensaba era en acurrucarse más este hombre y dormir.
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Era más medio día que de mañana. Igualmente los pajaritos aun cantaban y el sol renacía brillando con todo su esplendor después de un día de lluvia.

El espía se sentía fresco, y debía de ser el único con esa sensación porque hasta el último de sus compañeros no terminaba de dar señales de vida como para mantener las esperanzas. Al parecer el segundo día en el pueblo seria de descanso total, pero eso no quería decir que había que pasárselo durmiendo. Por eso se había encaminado a la habitación de los dos jovencitos para despertarlos.
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Yuuri escucho algo así como una risa entre sueños, se revolvió en la cama y gimió disconforme. El sol clavándose en su ojo medio abierto no le sentó para nada bien. Su cuerpo no se sentía adolorido, a excepción de su retina que pareció derretirse por el rayo de luz, pero tenía bastante dolor de cabeza y moría por algo fresco que le humedeciera la boca y le quitara la sequedad de la garganta.

—Despierte majestad, que es el más vivo de los dos.

Era el tono burlesco característico de Josak. Se molestó porque lo despertara pero sabía que si se quedaba mucho en la cama su dolor de cabeza solo empeoraría, a él le sentaba mal dormir mucho a diferencia de Wolfram. Se levantó y las sabanas terminaron a la altura de su entrepierna, cosa que no le dio mucha importancia hasta que comenzó a mirar a su alrededor y pensó la típica pregunta del que tiene resaca.
—¿Qué paso anoche?

—No se los detalles, pero parece que se divirtieron. Tengo que decir que no esperaba ver llegar este día, realmente había dado todo por perdido entre ustedes. Aunque ya lo sabía desde ayer, me han tomado por sorpresa.

Yuuri observó hacia abajo y se encontró desnudo. En un arrebato por taparse lo que Josak ni siquiera veía, porque la sabana lo cubría bien al verse de lejos, hizo un terrible alboroto arremolinando los brazos y las sabanas hasta colocarse un bulto de tela sobre sus partes. Estaba tan abochornado que podría morir en ese mismo momento. Hasta que vio a Wolfram durmiendo despatarrado en pelotas al lado de él. Le dio con una almohada hasta que lo despertó a golpes, tirándosela luego para que se tapara con eso. Igualmente a Wolfram le importaba más saber dónde era la guerra que su desnudez. Simplemente queriendo enterrarse en un pozo llevo su mano a la cara.

Josak reía agarrándose el estómago hasta que se irguió y negó exageradamente con la mano, se fue carcajeando también por el pasillo. Había sido divertido desde el segundo que entró a la habitación y descubrió la ropa regada por el piso y encima de los muebles. Lo que sea que haya pasado debe haber sido realmente bueno. Lo que hacia la sidra en grandes cantidades. Entre estos y los de abajo el día en el hotel pintaba bueno.
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Al entrar en el comedor el ambiente general era de gente con mal humor que tenía dolor de cabeza, acidez o ambas cosas juntas. Las sirvientas parecían madres entregando bebida, leche, y algunas medicinas muy dulcemente a cada uno que lo solicitara, ya que nadie aguantaba mucho el ruido y apenas alguien subía la voz se escuchaba un "shhhh" generalizado. La habitación en la que se encontraban todos era más pequeña que el salón comedor principal, pero estaba mucho mejor decorada, ya que era un lugar de reuniones especiales o en este caso para la elite que se alojaba en el lugar.

Wolfram estaba en modo zombie a su lado, no entendía nada y no parecía tener ganas de hacerlo tampoco, la diferencia es que eso en él era normal muchas veces por las mañanas. En cambio los demás tenían el típico síntoma del borracho después de la fiesta.

No supo porque Günter estaba desparramado sobre la mesa hasta que al llegar su tasa de café con leche se levantó dejando en evidencia las marcas que sus acosadores le habían dejado, Yuuri tuvo que esforzarse por no imaginar cómo y qué había pasado para que aparecieran esas marcas en el cuello del mayor y sus ojeras. Mejor ni le preguntaba, porque seguramente se echaría a llorar y se atribuiría una infidelidad respecto a él dando explicaciones que no necesitaba.

Greta balanceaba sus piecitos sentada junto a Murata, que dentro de todo se encontraba como él en un estado rescatable solo con algo de acides, mientras que a Yuuri le había tocado el dolor de cabeza. La niña estaba callada y cuando lo vio sonrió ampliamente y le hizo un ademan con su manito saludando y luego con su dedo sobre la boca la señal de silencio. Se ve que le habían dicho que todos se sentían indispuestos y no haga mucho ruido, tenía todo el pastel que quería y se ve que la estuvieron mimando demasiado así que no se podía quejar.

Josak entró luego que ellos rebosante de vitalidad, se sentó junto a Conrart que tenía muy mala cara y que pidió un café en silencio con un gesto de su mano. Al parecer el problema de su padrino era que estaba afónico, cosa que según las burlas del espía sucedía siempre que tenía una resaca y al hombre no le resultaba para nada divertido. Igual Yuuri pensaba que se había divertido anoche, fue bueno verlo desenvolverse con otra gente y si eso le costaba la voz era un precio leve a pagar al lado de todos los amigos que había hecho.

El peor era Gwendal, no llegaba a estar tan ensimismado pero se encontraba encorvado sobre la mesa con una cara que jamás le había visto ni ante el peor problema por el que haya pasado el reino desde que el llego, y eso que habían pasado muchos. Cheri estaba a su lado seria por el dolor de cabeza, pero seguía viéndose hermosa y arreglada. Junto con su actitud más calmada que de costumbre se veía como una mujer diferente.

—Cariño, por favor, cuéntale a tu madre que paso. Gwen, tienes que contarme, soy tu madre y me preocupo por ti. No quiero que mueras solo por ser testarudo. —Su voz era suave y no molestaba para nada.

Gwendal bufó e intentó dar vuelta hacia otro lado ignorándola completamente. Cheri se colgó de su hombro y apelo a una técnica que Yuuri ahora comprendió de donde saco Wolfram, poner cara de pobrecita con sus enormes ojos verdes y rogar.

—Por favor hijo, no hay porque tener vergüenza. Solo quiero saber si paso algo, solo eso, vaaaaamos~ Sino tendrías que quitarte ese pañuelo… —Cheri atino a tocar el objeto en el cuello del general y este por fin se movió rápidamente para no dejarla.

—Madre por favor, no me avergüences. —se quejó mientras se agarraba con fuerza la cabeza porque la migraña empeoró con su movimiento brusco de antes. Pero Cecilie empezó a forcejear comenzando una estúpida pelea por quien tira más fuerte del pañuelo, que a su vez acogotaba cada vez más a Gwendal—. Me duele mucho la cabeza para esto…

—A mí también, pero es tu culpa por ser tan terco —se quejó la mujer que no cedía pero tenía tan mala cara como su hijo por la resaca que empeoraba con esta riña familiar.

De repente la puerta se abrió y apareció una mujer muy hermosa y soñolienta. El camisón desarreglado, corto hasta la mitad de los muslos y bien escotado, dejaba poco a la imaginación. Era menuda y de baja estatura, pero distribuida generosamente. Su cabello despeinado era tan largo que suelto pasaba sus caderas con unas hermosas ondas rojo fuego en las puntas. Yuuri dudó, solo conocía una persona con ese color de cabello tan particular, pero no se asemejaba para nada a lo que estaba viendo. La voz de la mujer lo saco de toda duda.

—Gwendal. —El nombre vibro con mucha energía en su garganta, haciéndole a más de uno tomar su cabeza—. ¿Recuerdas lo mismo que yo de anoche?

Gwendal soltó el pañuelo y la inercia lo tiró de boca contra la mesa dejando el objeto de seda en manos de su madre y revelando marcas muy similares a las que tenía Günter.

—¿Nosotros realmente XXX y XXX, y después cuando vinimos aquí XXX, XXX, y tu XXX y luego yo XXX y luego ambos XXX hasta la madrugada? —Si se censurara ese dialogo que Yuuri acababa de escuchar, lo único que se escucharía serian muchos pitidos agudos.

Mientras Anissina ahora recapitulaba por su cuenta, Gwendal parecía estar cavando un pozo en el piso para morir en él. Algunos de los demás hicieron como que no escuchaban nada, pero tenían la oreja parada para no perder detalle, y otros como Cecilie se mantenían expectantes con una sonrisa. En tanto Murata había llegado a tiempo para taparle las orejas a Greta, porque la inventora no había visto en la mesa a la niña al no fijarse en nadie más que él que le interesaba al irrumpir en el salón.

—¡Es genial! —fue lo primero que atino a decir la chica después del silencio, todos la miraron con ojos de plato, especialmente el general.

—¡Si, es genial! —agregó Cheri olvidando su resaca y bailoteando en la silla como si su equipo favorito de Baseball ganaba el súper tazón.

—Por supuesto, ¡cómo no lo había pensado nunca! Mi hermano ya no me seguirá mandando molestas cartas con pretendientes para estipular un compromiso, y yo puedo darle el gusto de ligar mi preciada existencia a un hombre sin necesidad de tener una molestia a mi lado y sin tener que perder tiempo conociendo una mujer digna. ¡Porque a Gwendal lo conozco de toda la vida! ¡Es perfecto! ¡Gwendal es el hombre perfecto!

Cheri tomó una servilleta de la mesa y comenzó a sollozar, seguramente de felicidad. Gwendal no entendía nada, y los demás parecían entender demasiad.

—Además he comprobado que es eficiente en la cama, lo cual no es para nada despreciable para una mujer como yo. Pero es aún más útil tener una pareja estable con la que pueda utilizar nuestra propia interacción y desempeño para todos esos inventos que nadie quiere testear. ¿Por qué nadie querrá? Son maravillosos inventos…

Bueno esa era la parte mala de todo esto, pero preferimos ver la parte linda. Cheri se recompuso y antes que ningún sonido saliera de la boca de Gwendal o alguna otra arruga se formara preguntó:

—¡¿Cuándo es la boda?!

Anissina observó a su amiga en silencio con esa mirada seria de las que asustan. Pasaron los segundos y el silencio era terriblemente incomodo mientras ambas mujeres se observaban, hasta que la inventora sonrió ampliamente emocionada de nuevo.

—¡Eso también es una maravillosa idea! Creo que estar dormida aun afecta mi rendimiento, no puede ser que no haya pensado en estas cosas antes. Podemos casarnos mañana mis…

Gwendal pensó que fugarse de la boda no era tan buena idea como fugarse anticipadamente de la boda.

Corrió hacia la salida chochando a Wolfram que aún estaba parado medio dormido en el camino, lo tiró a cualquier lado y ni siquiera le remordió o pensó en pedir disculpas. Con magnificencia esquivó la sirvienta con la bandeja que entraba en un giro que para Yuuri fue digno de Matrix y pasó por al lado de la pelirroja dejándole solo su recuerdo y la brisa que revolvió sus cabellos. Abochornada, Anissina se revolvió en su lugar y salió disparada por detrás llamándole a los gritos.

Esta es una de esas escenas que son geniales para contar a los invitados durante el brindis en la boda. Sí. Como que tu esposa, antes de ser tu esposa, recorrió la mitad de la ciudad prácticamente desnuda sin importarle nada persiguiéndote a toda carrera hasta ponerte una patada voladora directa en la nuca, derribarte sobre un charco de barro y arrastrarte al mejor estilo de las cavernas de tu cabello semi inconsciente de nuevo hasta el hotel para planear la boda en la que estarías contando esto.

Las delicias de la vida. O las cosas que podías disfrutar ver cómodamente desde la ventana del salón comedor con un trozo de pastel y café caliente en la mano. Y ganas de reflexionar porque la vida amorosa del hermano de tu novio te recuerda bastante a la tuya pero a su vez das gracias de que no sea la misma.
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Continuará…

 

Notas finales:

[1] El segundo botón del gakuran y las fotografías: el segundo botón de la chaqueta negra del uniforme clásico japonés, que es el más próximo al corazón, es una simbología del amor. La tradición estudiantil consta en pedir ese botón a un chico que te guste a modo de confesión, y la respuesta depende de si te lo dan o no. Pedir sacarse juntos una fotografía durante la ceremonia de graduación también es algo que suelen aprovechar los estudiantes para tener un recuerdo de las personas que les gustaban, y es algo más fácil de obtener con naturalidad sin necesidad de confesarse.


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