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La pocion por RedGlassesGirl

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La poción – Capítulo 7

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Yuuri estaba apresurado, le tomó pocos minutos dar las ordenes para que la servidumbre levantara la mayoría de lo que se habían molestado en preparar para el jardín. La realidad es que bebieron todo, pero comieron poco, y tampoco hicieron uso del lugar durante tanto tiempo. Aunque al haber vivido tanto en ese mundo ya no sentía tanta culpa de movilizar al personal para que atiendan sus caprichos, igualmente sentía un poco de remordimiento.

Imaginó que pasara lo que pasara a partir de ahora, terminaría con Wolfram y él no estando presentes durante la cena. Eso iba a ser una clara declaración de que algo se traían entre manos frente a sus allegados más cercanos que no estaban al tanto. Eso solo si de alguna manera se habían mantenido al margen de los últimos rumores que estaban circulando.

Cena para dos en su habitación. Hacia mucho tiempo que no hacían eso, pero recordaba que era algo frecuente hace un par de años, justo antes de la gran pelea.

Se sentía bien. Estaba motivado y contento. No tenia porque pensar en esas cosas del pasado ahora.

Entrando al baño comenzó a desvestirse apenas cerró la puerta. Atolondrado como hace mucho tiempo no se sentía, trastabillo a pasos inestables con los pantalones bajos y quitándose la remera al mismo tiempo. Luego de luchar un poco, logró meter todo en el gran cesto de la antesala y fue directo al baño sosteniendo una toalla delante solo por si acaso. A veces habían sirvientes dando vueltas dentro por una u otra cosa, pero estaba vacío.

A pesar de que no quería decepcionar a Wolfram llegando tarde, sabia que probablemente le iba a reclamar solo por que sí. Medio apurado, pero a sabiendas de que tenía que asearse profundamente, tomó el jabón y se fregó todo el cuerpo con la áspera esponja que no solía usar. No fue cuidadoso con la fuerza, aunque dolía un poco sobre su piel era soportable. No hay belleza sin dolor, o así dicen.

Al menos su piel iba a quedar suave. En realidad, ya lo era naturalmente, o al menos Wolfram así lo comentaba. Era por eso que estaba haciendo esto en realidad, para recibir un halago más tarde.

Se encargó de todos los rincones de su cuerpo a los que quería dar prioridad y se echó agua encima sin vueltas. Sacudiendo la cabeza mojada como lo haría uno de sus perros, tanteó el escaparate donde estaban los instrumentos buscando el shampoo. El cabello negro le tapaba la cara como una sabana lisa y pesada, se echo el producto de una de las botellas que eligió juzgando por el tacto y comenzó a hacer espuma. Faltaba solo esto y un enjuague, no necesitaba nada mas.

Se echó el agua encima mientras pensaba, qué lindo olor. Pero no le dio demasiada importancia al detalle. Incluso así, en el fondo de su mente recordó algo sobre ese perfume, como si resultara familiar.

Habían varias cosas que podría pensar o recordar, pero tenia el cerebro bloqueado. Era el modo a prueba de fallos. Continuo ausente de mente mientras se secaba.

Ya se había puesto duro antes en los jardines y no quería que volviera a pasar. Incluso ahora que estaba usando estos pantalones holgados tan similares a unos joggings de la Tierra y una camisa suelta y amplia de cuello, una erección seria incomoda de ocultar.

Sentía que su atuendo era simple comparado con su intento de arreglarse para la cita. Se preguntó si Wolfram notó el cambio o no había sido para tanto. Realmente había intentado, pero no era una persona fashion para nada. Estaba mas cómodo con esta ropa, pero dudaba que tuviera puntos extras por su atractivo en ellas. Esperó que al menos fuera aceptable.

Tras secarse las gruesas gotas de agua que caían de la punta de sus mechas con una toalla, salio hacia su habitación. Su confiable reloj G-shock decía que aun tenia diez minutos de ventaja.

Llegando a la puerta no le sorprendió ver a Wolfram.

—Llegas tarde.

Lo sabía, iba a reprocharle de todas maneras.

—Aun tengo como... ah, ¡cinco minutos!

—Hmph.

Esa actitud le estaba trayendo problemas. La parte tsundere de Wolf lentamente se había transformado de algo un poco molesto a algo sumamente sexy bajo la situación adecuada.

Ya no podía pretender más, ni tampoco esconder sus verdaderos sentimientos.

Tomándolo por el antebrazo lo arrastró tras la puerta y cerró colocando llave. Un paneo rápido por la habitación demostró que estaba todo bien, las cosas en su lugar y ninguna persona indeseable atrapada por error con ellos. A lo lejos vio la mesa dispuesta y el carro con lo que debía ser la cena. La servidumbre ya lo conocía, sabían que podía servirse solo sin ofenderse.

Antes de que pudiera continuar, los brazos de Wolfram pasaron bajo los suyos, rodeando su pecho y acariciado sus pectorales antes de apretarle con fuerza. La camisa de algodón suave  casi translucida le permitió sentir el toque en detalle sobre sus tetillas sensibles. Yuuri echó hacia atrás la cabeza por reflejo y el chico detrás suyo aprovechó para hundir la nariz en su nuca.

Disfrutaba bastante esta actitud de su parte, pero él mismo se sentía bastante dominante al tener a Wolfram otra vez en su territorio. Lamentablemente, no tuvo tiempo de hacer mucho, el noble a sus espaldas suspiró y comenzó a besar su cuello mientras una de sus manos se deslizó sin tapujos directo a su entrepierna. Acarició su contorno por un lado, usando la palma para apretar su pene y también sus testículos. Yuuri siseo entre dientes y se contrajo por un escalofrío pero no hizo movimiento alguno.

Wolfram tironeó. La espalda del ex príncipe golpeó contra la puerta, y como se negó a soltarle, la suya se estampó contra su pecho. En vez de parar, las manos de este hombre apresurado lo apretaron desde atrás, deslizándose insistentes, acariciando todas las zonas más sensibles.

—¿...Impaciente? —preguntó Yuuri divertido, sonriendo, echándose mas sobre su cuerpo.

—Hrrrmn.

El sonido que hizo Wolfram fue mas parecido a un gruñido que un ronroneo. El mazoku le dio la vuelta sin perder tiempo, ahora pegando sus pechos juntos y la espalda de Yuuri contra la puerta de madera. El rey no llegó a verle la cara, ya que la tenía pegada contra su cuerpo mientras le besaba si descanso. Con demasiada fuerza bruta, Wolfram tironeó de una de sus piernas y la colocó sobre su cadera, levantándolo levemente y embistiendo entre sus piernas.

Yuuri se vio sobrecogido por la situación y la perdida de balance, pero él no paró y por un momento sintió que si no fuera por la ropa estaría haciéndoselo ahora mismo en este lugar. Luego se recordó que aun era muy pronto, apenas entraron a su habitación y hacerlo así era tentador pero preferiría un poquito más de juego previo.

—¡Yuu...ri...!

Wolf se oyó como si pudiera acabar en cualquier momento. Él solo. Y eso no solo le hizo sentir un relámpago a través de la columna vertebral por excitación, sino por un símbolo de alarma.

—¿Wolf? —cuestionó el rey algo sorprendido—, ¿...estás bien? ¡Ay, no me muerdas así!

Luego del mordiscón al cuello que fue demasiado fuerte, Yuuri lo empujó a un lado y dio dos pasos alejándose. Wolfram giró y se pegó a la puerta, recto y con la espalda pegada a ella, las manos estiradas junto a su cuerpo con las palmas sobre la madera en una actitud desesperada. Lo notó respirar agitado y observándolo de lejos con una mezcla de ganas incontenibles y un increíble despliegue de auto control.

—¿Qué pasó? —preguntó Yuuri con una mano sobre el cuello. Se miró la palma por reflejo, pero aunque se sintió como si le hubieran arrancado un pedazo, no había sangre. Dudó si esto sería difícil de ocultar mañana con el simple cuello del uniforme.

El mazoku echó la cabeza hacia atrás golpeando la madera y respiró profundo cerrando los ojos, pero enseguida sacudió el rostro a un lado. Intentó hablar pero le costó un poco.

—Es... No se. Creo que es el olor.

En ese momento se sumaron dos mas dos en su cabeza.

—El perfume de Lady Cherie.

Wolfram sacudió la cabeza de nuevo y se pegó mas a la puerta como si su vida dependiera de ello, mirándolo receloso.

—Creo que por eso... Ah, si, cuando me puse el shampoo pensé que olía raro pero muy conocido al mismo tiempo. ¡Ah...! Es como la primera ve que llegue aquí, ¡me lo puse por error de nuevo! Ella debe haber vuelto a usar mi baño privado por costumbre como siempre.

Yuuri se llevó la palma a los ojos golpeándose. Pero a los pocos segundos su mente le susurró que tal vez esto era lo mejor que pudo haber pasado.

Observando a Wolfram intentando mantenerse alejado de él como si su vida dependiera de ello, pensó, ¿es tan malo que se sienta así por mi? ¿Qué podría decir o hacer que estuviera mal?

En si, nada. Yuuri ya había aceptado todo de él así que no había razón para preocuparse.

—Esto es genial —dijo sin querer y Wolfram lo miro como si estuviera loco—. Ah, lo dije en voz alta. Pero es justo lo que estaba pensando, no miento. No me parece que haya nada de malo en... no se como considerar esto, ¿un poco de ayuda? O tal vez es como si hubiéramos bebido de mas. Como para un cambio.

Sonrió con dudas, pero los ojos de Wolfram reflejaron tener muchas más que él.

—N-no creo que pueda contenerme si me dejas acercarme —advirtió.

Yuuri quiso preguntar ¿qué hay que contener?, pero irónicamente él mismo se contuvo.

—Ya te lo he dicho, no veo que haya nada de malo en eso. Excepto si me muerdes como recién.

Eso los hizo sonreír un poco a ambos.

Yuuri abrió las manos como en un gesto interrogante y tras un momento Wolf se desprendió de la puerta acercándose. Ahora a su lado, haciendo uso de mucha fuerza de voluntad, lo miró a los ojos con la nariz casi pegada a la suya y las manos a los lados sin tocar mientras Yuuri lo acariciaba desde los antebrazos hasta los hombros suavemente.

—¿Estás seguro?

—No se bien que es lo que me estás advirtiendo, Wolf. No hay nada que no hayamos hecho... —Era vergonzoso admitir eso, pero parecía necesario—. Solo te pido por favor que al menos uses el lubricante...

Después de susurrar eso cerca de su oído, a manera de broma, no había mas control que pudiera pedirle a este hombre. Dando de baja el plan de dominar, siendo que esta era su habitación y él el anfitrión, se dejó levantar y arrastrar hasta la cama. Su espalda golpeo el colchón y su cuerpo rebotó, apretándose luego contra el del noble encima suyo. La camisa holgada que había considerado que lucia sexy en él duró poco, Wolfram se la sacó de un tirón y Yuuri se apresuró a jalar de su ropa de la misma manera.

Estaba seguro de que el sonido que oyó eran algunos botones al romperse. Los pantalones de Wolf eran mas incómodos que los suyos, rígidos y ajustados, tironeó para quitarlos obteniendo un gruñido de su pareja que cada vez se encendía mas, de ser eso posible.

En una maraña de manos y piernas, lucharon hasta que la piel estuvo libre para rozar contra la piel desnuda. El contacto arrancó algunos secos suspiros que se apagaron rápidamente en un agitado y húmedo beso.

Mientras dejaba que Wolfram lo devorara poco a poco con su lengua, Yuuri pasaba las manos por su torso desnudo, hacia arriba y bajo. Descubrió su pene de un tirón, había sentido la ropa interior húmeda y estaba impresionado, la erección brillante rojiza pedía a gritos algo de atención y al tirar de él hacia arriba Wolfram no perdió tiempo.

A horcajadas de su pecho se perdió en su boca enseguida. Lamiendo y chupando con demasiada prisa, Yuuri se regocijó en los gemidos guturales del joven hombre encima suyo. Dudó si estaría bien dejarlo acabar así. No le hubiera molestado, pero tal vez el plan era diferente.

Y así fue, luego de unas cuantas de esas suaves y jugosas caricias, Wolfram lo hizo a un lado tembloroso con mirada decidida. Yuuri se pasó el dorso de la mano por la boca, contagiado de esa cruda excitación. Se preguntó si él podría llegar a sentir el efecto del perfume de alguna manera, pero la realidad es que no lo hacía, o no sabia como activarlo si es que se podía.

—Quiero beber algo de vino —dijo en un impulso.

Wolfram lo miró de una manera que le hizo pensar si debería pedir permiso con palabras formales. Uno de sus juegos de roles en este momento sería ideal, peor el noble mazoku no continuó con eso.

—Hazlo, tengo que buscar ese lubricante.

No sabia como es que aun podía responderle, su mirada decía que no quedaba mucho del controlado joven que conocía. No sabia qué tenia este perfume que Cherie mando a hacer específicamente para usar con sus amantes, pero estaba intrigado. Y agradecido, por decir lo menos.

Yuuri rodó y fue directo a la mesa donde les esperaba la cena. La botella estaba abierta con un fino tapón de vidrio en lugar del corcho, cortesía de la servidumbre. Sin reparos, tomó un par de tragos directo del pico, bien largos, incluso hasta que le faltó el aire. Y luego de respirar, tomó dos tragos mas por las dudas, pensando que tal vez no era suficiente, pero dudo si al sentir el efecto esto se volvería demasiado. Aun no tenia tanta resistencia al alcohol por falta de costumbre, y lo suyo era la cerveza. Solo quería relajarse, perder un poco el control, sentirse libre para darlo todo.

Si bebes, tienes todo permitido. Así funcionaban los japoneses. Y así quería sentirse, un poquito parecido a Wolf en este momento, pero no tan ido como para no recordar. Habían cosas que Wolf probablemente haría y diría que tenía que recordar con claridad.

Era importante. Especialmente si llegaba a decir algo sentimental. Tenia que responder a eso consciente, así no habría ningún malentendido o remordimiento de parte de ninguno.

Se preguntó si el perfume era como el alcohol y si Wolfram recordaría al día siguiente. Esperó que sí, no quería que olvidara, ni siquiera una noche. Incluso si mañana actuaba desentendido, no importaba mientras fuera evidente que recordaba todo.

Los cuerpos volvieron a chocar a medio camino y el rey fue arrojado una vez mas sobre la suave y a la vez rígida superficie del colchón. Esta actitud de Wolfram lo encendía por completo. Yuuri lo despeinó con fuerza y rapidez mientras se besaban con ansias de sentir el contacto de la piel en todos lados. El alcohol quemaba en su aliento. Abrió las piernas y acompañó el movimiento impaciente del sexo, disfrutando la presión y el roce sobre su pene desnudo.

Wolfram, con su actitud obnubilada, comenzó a besar su cuello con ansias y su lengua descendió por su pecho y el contorno de su cuerpo. La sensación lo hizo retorcerse un poco, exhalando un siseo cuando sintió esa boca engullir su pene dentro. Era el pago por lo de antes, probablemente duraría poco, tenía que apreciar cada segundo de ello.

A diferencia de otras veces, Wolfram no se anduvo con rodeos ni tentaciones. Chupo con fuerza al humedecerlo, luego subió y bajó un par de veces, a la tercera, su boca se pegó por completo contra su piel y Yuuri perdió la cabeza por un segundo.

Dios, va a ahogarse, se preocupó. Pero contrario a su pensamiento, la mano del rey tomó posesivamente su cabeza y lo apretó con mas fuerza mientras levantaba las caderas. El conocido espasmo previo a ese cosquilleo placentero anunció que podría largar ahora mismo, profundo en su boca, pero lo contuvo con fuerza.

Wolfram lo dejó ir, arrodillado frente a él suspiró con los dientes apretados y se llevó las manos a la cabeza acomodando su cabello hacia atrás. Aunque no fue la persona complacida sentía la excitación de igual manera. Yuuri retorció un poco las sabanas y se tensó, intentó dejar ir la sensación y volver a calmarse. Si así iban a empezar... se alegraba de haber usado el perfume.

La anticipación de como Wolfram iba a continuar volvió a marearle, estaba ansioso solo de ver la expresión en sus ojos verdes. Agachándose sobre él otra vez, volvió a besarlo tropezándose con su lengua, el sabor de su propio sexo aun presente, excitante. Le dejó guiar para no entorpecerle. Una de las manos del soldado apretó sus testículos y subió acariciando su pene, para luego deslizarse por el interior de su muslo abriéndole las piernas. Su otra mano sostenía con fuerza una de sus muñecas sobre su cabeza. Inconscientemente, Yuuri llevó la otra mano hacia arriba y la imposibilitó por si mismo para seguir el juego.

Se sentía desnudo y vulnerable de los hombros para abajo en esta posición, y la sensación le gustaba. Esperaba con ansias que le tocara.

—¿Por qué tardaste tanto en el baño? —pregunto Wolfram de la nada, con claras segundas intenciones. Su sonrisa era encantadora, pero no como las de siempre.

Era una pregunta retorica al parecer, el dedo que comenzó a circular suavemente entre sus piernas, sobre la piel suave y ya distendida, había encontrado la respuesta. Pero insistió con otra pregunta.

—¿Qué usaste?

Antes de responder, alzo la barbilla y reclamó como mínimo un beso con lengua. Wolfram no se resistió.

—Agua. No hay nada mas en el baño grande.

Al parecer a Wolfram le gustaba que estuviera algo preparado, pero la fricción no era placentera. El lubricante debía estar cerca, aunque para este juego previo el noble decidió humedecer los dedos en su boca. Yuuri abrió mas las piernas.

—¿No te tocaste? —continuó el lujurioso interrogatorio. Yuuri comprendía perfectamente cual era el fetiche en esto.

—No.

—¿Ni un poco?

—No —rió el rey ante el claro tono decepcionado—. No lo hice.

Aunque hubiera querido hacerlo, pero se contuvo solo para esperar a este momento. La táctica de Wolf cambió un poco.

—Pero te preparaste. ¿Estabas esperando hacerlo de este modo? —continuó hablando contra su cuello. Eso, y el toque entre sus piernas, lo estaban distrayendo.

—Nunca planeamos que vamos a hacer, mejor estar preparado.

Su respuesta algo ida no parecía complacer a su amante del todo. Las preguntas continuaban cambiando de tema. Era intrigante que saldría de su boca, siendo que hoy el orgulloso mazoku era bastante más honesto.

—¿Me extrañaste?

Yuuri sonrió a escondidas aprovechando que Wolfram aun tenia la cabeza metida contra su pecho. La mano entrometiéndose en su cuerpo apenas le ofrecía un cosquilleo, era poco comparado con lo que antes había hecho por su cuenta en el baño.

—Te envié una carta sobre eso.

No buscaba darle pie, pero el noble lo encontró solo.

—¿Y te tocaste esa noche?

Era la pregunta más indiscreta que le había escuchado hacer en mucho tiempo. De hecho, nunca le había preguntado qué, o cuando hacía algo solo. Gracias al curso de la conversación hasta ahora, esto no lo tomó desprevenido del todo, pero era complicado de responder.

—Si.

Se ruborizó, no estaba acostumbrado a ser honesto. Además, era vergonzoso, aunque Wolfram no tenía los detalles, había admitido que recurrió a sus mañas apenas pasaron algunos días separados. Pero esta era la clase de confesión que el otro chico estaba buscando.

—Yo también —dijo Wolfram mirándolo brevemente, Yuuri podía sentir la frase “pensando en ti” flotar entre ellos. Cerró los ojos y continuo hablando en voz baja contra sus labios a medida que lo besaba—. Varias veces. Muchas... Tantas veces.

Tenia la sensación de que esto se remontaba al pasado. Las palabras sin caso que salían de su boca se arrastraban lentamente años atrás, quien sabe que tanto. Esto era el perfume en acción, estaba seguro de eso.

Se lamentó un poco que siempre tuviera que ser impulsado por alguna sustancia para ser así de sincero con sus sentimientos. Pociones de Anissina, alcohol, pociones de Cherie...

Una inadvertida punzada en el pecho le recordó que el miedo que Wolf sentía a ser sincero era su culpa. Contuvo la sensación, aceptando el dolor y lo dejó ir lentamente, lavándose en su interior. Tenía que hacerse cargo de sus errores del pasado, y a su vez continuar hacia un futuro mucho mejor.

—Yo también —respondió, más sincero que nunca, dando respuesta a todos los otros sentimientos que podría reflejar Wolfram en su doble sentido. Se estaba empezando a acostumbrar a esas dos palabras.

—Te deseo tanto —continuó el noble retorciéndose encima suyo, sus manos apretando los músculos de sus brazos, bajando hacia sus flacos.

Aunque ya no sostenía sus muñecas, Yuuri se quedó en esa posición expuesto, disfrutando la caricia ruda sobre su piel. Los ojos de Wolfram navegaron sobre su desnudez y se clavaron entre sus piernas.

Yuuri se mordió los labios, no podía dejar de pensar en el momento en que este hombre perdiera el control y lo tuviera dentro. Para eso era el perfume, ¿no es así? Para disfrutar más del sexo.

Pero había un detalle extra que lo tenia algo confundido, aunque contento.

Era él quien ponía a Wolfram así. Este olor en su cabello y en su cuerpo solo exaltaba lo que ya existía escondido dentro de su pecho.

Y eso lo hacia sentir sexy, confiado de su encanto y de su cuerpo, sensaciones que nunca había tenido antes realmente. Pero si Wolfram lo miraba con tanto deseo, no podía evitar inflar su ego. Quería alardear, pavonearse frente a él, lucirse frente a él. Lo que sea con tal de llamar su atención, pero usualmente era demasiado tímido para hacer eso.

Increíblemente, su actitud era distinta en la cama, probablemente por culpa de estar a puertas cerradas.

Comenzaba a sentirse flojo por el vino que había tomado, cerró los ojos y abrió del todo las piernas en una clara invitación.

La boca de Wolfram sobre su rodilla en el aire le hizo retorcer la funda de la almohada de nuevo y revolverse un poco. Podía adivinar hacia donde iba ese camino y no estaba seguro de si esta vez podría contenerlo.

Llevó el pie sobre la pierna flexionada de Wolfram y acarició hasta su entrepierna intentando ser suave. Mientras masajeaba su pene de ese modo un tanto extraño para su gusto, las caricias que trazaba la lengua sobre su pierna fueron descendiendo.

El cosquilleo de los labios sobre la comisura de su ingle le hizo estremecer, su erección se contrajo y hubo una pausa, era obvio que Wolfram se detuvo a verlo. Abrió los ojos de nuevo y observo los irises verdes tan interesados en sus reacciones. Pero el camino de besos obvió completamente su erección, bajando, y apenas dedicándole atención a sus tensos testículos.

Su pierna, que hasta hace nada continuaba torpemente intentando acariciar la dureza entre los muslos del chico arrodillado, terminó sobre sus hombros. La boca que propiciaba las caricias descendió por su perineo y Yuuri se estremeció, esta vez de vergüenza.

Era tarde para quejarse cuando su lengua comenzó a acariciar entre sus nalgas, la sensación era placentera, pero su mente gritaba que no quería que continúe. Lo dejo seguir un momento, para disimular la incomodidad, cerrando los ojos y apretando los labios mientras Wolfram continuaba lamiendo. Luego intentó alejarse un poco.

—Y-ya es suficiente —se excusó cuando la señal física no fue efectiva, pero sus piernas estaban atrapadas y su amante lo retuvo—. Deja eso...

—¿Por qué? —preguntó Wolfram con clara diversión en su voz.

No supo que responder. —No quiero que hagas eso. S-solo no llegues hasta ahí.

No estaba siendo para nada convincente.

—Pero te gusta.

No pudo negarlo y maldijo internamente cuando fue demasiado evidente, ya no podría quitarle los ánimos a Wolfram al respecto. No iba a detenerse. Tirando de sus piernas intento que levantara mas las caderas, pero Yuuri no solo opuso resistencia por su cuenta, sino que la posición era difícil. Soltando su muslo, por fin pudo relajar los músculos abdominales y dejar caer las caderas sobre el colchón, pero enseguida le incito a darse la vuelta con el trasero hacia arriba y las cosas se tornaron peores.

—¡O-oye...!

—Deja de quejarte, no tienes por que avergonzarte tanto. Además, me gusta hacerlo. Me gusta tu cuerpo.

Yuuri se ruborizó con fuerza y sin poder retrucar metió la cabeza contra la almohada cuando Wolfram comenzó a usar la lengua de nuevo. Mientras sentía sus dedos separar sus nalgas en un claro gesto de estar observando con detalle zonas de su cuerpo que hubiera preferido que vea más de lejos, el rey apretó la almohada rodeándola con los brazos.

Las caricias continuaron y era mortificante lo bien que se sentía ese cosquilleo, el calor comenzó a arremolinarse en su estomago rápidamente. Él tenia razón, le gustaba esto, pero era tan cuestionable. No pudo contener un jadeo estrangulado abriendo la boca cuando su lengua comenzó a penetrarle.

¿Qué rayos estás haciendo?, quiso preguntar. Estaba actuando demasiado emocionado.

—Relájate —le indicó Wolfram.

¡Como si fuera posible! Le hubiera gustado retrucar, peor no pudo.

Apretando más la almohada le temblaron las caderas mientras él intentaba meter su lengua de nuevo. Yuuri estaba demasiado tenso. De repente una suave caricia sobre su pene lo sobresaltó un poco, rodeando la cabeza suavemente y la humedad esparciéndose un poco. Fue consciente de que estaba muy excitado si ya se había mojado de esa manera. Cuando el juego previo era largo su ropa interior solía empaparse terriblemente.

Se dejó llevar por la distracción, pero la sensación de estiramiento a cada intromisión seguía siendo sumamente avergonzante. Su lengua se sentía tan diferente, era rígida pero a la vez flexible, mas viva, y mucho mas indecente. Gimió en secreto contra la tela con sentimientos encontrados cuando la penetración se volvió evidente. Ya estaba temblando y sentía los dedos de Wolfram sobre su pene cada vez mas húmedos.

—Ves, te gusta tanto como a mi.

—¡No digas eso...!

Aun tembloroso y con ansias de algo más duro dentro de él, Yuuri se puso boca arriba. No existió un intervalo como esperaba, lo siguiente fue la sensación resbaladiza del suave aceite dentro de su cuerpo, y sus propios dedos tomando el lugar de los del noble para permitirle aplicar una generosa cantidad sin decoros sobre su pene erecto.

Tampoco hubo tiempo para más expectativas, o la sobreexcitación al hacerse desear aun más, Wolfram fue directo al punto justo cuando el abrió las piernas y levanóa las caderas. La dureza de su ancho pene hizo que Yuuri eche la cabeza hacia atrás y levante los brazos. No quiso entrometerse, que el perfume deje que el lado más crudo de su prometido sea el que controle la situación.

El movimiento era rápido y constante, contagiándote el ritmo tras algunos movimientos apresurados y erráticos iniciales. ¿Para qué contenerse? El único motivo sería disfrutar aunque sea un minuto más de este placer. Aunque no podía pensar, Yuuri notaba que nunca había estado tan entregado, extendido sobre las sabanas, expuesto, sin remordimientos y sin intentar de manera consciente o inconsciente el cubrir su cuerpo en vano.

El alcohol se ha llevado su vergüenza, y es lo mejor que podría haberle sucedido. No pasó demasiado hasta que dejó escapar los primeros gemidos, incrementando el volumen y la variación de sonidos. Los ojos verdes como lo profundo de un lago lo miraban intensamente y no podía apartar la mirada, retorciendo los dedos contra la madera de la cabecera en un intento de encontrar de donde agarrarse, pero la decoración calada era demasiado lisa y no contaba con barrotes.

Fugazmente, el Maou se preguntó que tal sería tener las manos restringidas, justo como antes, bajo la fuerza de los dedos transpirados y calientes de Wolfram. O tal vez por otra cosa, algo tenso y tirante hecho de cuero de lo cual agarrarse mientras los dedos  de su amante se enfocaban en otras áreas de su cuerpo. Justo como él aprieta y acaricia sus caderas ahora al embestir con fuerza tras pausas calculadas a la perfección.

Esta ilusión de control acabó inmediatamente cuando la carne rígida y caliente que lo estrechaba desapareció y la mano de Wolfram se hundió junto a su rostro entre las almohadas. En un segundo, Yuuri giró ciento ochenta grados bajo el suspiro de sus indicaciones. —Date la vuelta.

Lo que sea que quieras.

Su espalda se arqueó y se estremeció, levantando sin pudor las caderas en una invitación que fue aceptada de inmediato. Wolfram gruñó al penetrar y Yuuri apretujó la almohada que había quedado debajo de su pecho, extendiendo a un lado una de sus piernas para otorgarle más acceso. Cuanto mas duro, mejor, es un gusto que no podía esconder. —Rápido fuerte... así.

—¿Te gusta?

—Dios, si.

Ya nadie iba a parar. Era el movimiento perfecto, el ángulo justo, no algo superficial, pero tampoco necesitaba llegar hasta el fondo. De hacerlo evitaría el mejor punto, y Wolfram lo sabía. Las manos de Yuuri se aferraban a la parte superior de la cabecera cuando un tirón sobre sus caderas lo obligó a levantarse, la posición algo forzada hizo que sus músculos se tensaran y se excitara más.

El clímax se disparó de golpe y lo agitó por completo, espasmos evidentes se esparcieron con fuerza por el interior de sus muslos y se concentraron en sus testículos, todo se derramó sin pudor sobre las sabanas al son de un prolongado gemido.

Las manos de Wolfram se movían por su cuerpo esporádicamente, sin encontrar de donde aferrarse. Impresionado, hizo un comentario. —Ni siquiera te has tocado...

Yuuri lo observó fugazmente por sobre el hombro, pero en vez de responder ofreció una orden indecorosa. —Hazlo dentro.

El noble, no habiendo terminado aun, tenía otros planes. Sin intenciones de parar realmente, la previa a su propio clímax se extendió por varios placenteros minutos. A diferencia del pudor de otras veces, sus manos se entrometían entre la penetración de manera lasciva, jugueteando sobe su propio pene y dentro del cuerpo de su amante.  No hubo objeciones por parte del chico japonés, que esperaba paciente, y a la vez excitado, sentir sus últimos movimientos.

Sin contenerse para nada, de golpe penetró con fuerza hasta dentro, marcando un ritmo entrecortado, profundo y lento. Yuuri se tensó, gimió aunque no era su momento, y a continuación se deleitó en los sonidos del ex príncipe que acariciaba con fuerza sus muslos desde atrás mientras disfrutaba de su cuerpo. Wolfram enterró la cara en su espalda y Yuuri supo que se estaba viniendo, no podía realmente sentirlo pero el estremecimiento y sus acciones eran la pólvora que encendía sus fantasías.

De repente la dureza que se encontraba en su interior terminó entre sus nalgas, deslizándose hacia arriba levemente, su trasero presionado con fuerza contra las caderas del chico a sus espaldas. Parte del liquido caliente se vertió sobe su cuerpo y llegó a verlo de reojo tras su hombro, nada como esto había pasado antes. Su sangre hirvió de improvisto y el descubrimiento de lo mucho que disfrutaba de esto le hizo estremecer.

No hubo pausa, Wolfram se tocó lentamente pero con fuerza, extendiendo la mancha con la punta sobre su piel, deslizando los dedos con facilidad sobre el tronco aun algo rígido. Con algunas caricias rápidas, lo que podría haber terminado ahora continuó erguido. Fue excitante para la mente pero no para su cuerpo cuando lo penetró un poco de nuevo.

—Duele —advirtió Yuuri y volteó hacia la pared para descansar de la posición forzada al intentar ver algo que no se puede.

—Lo siento —escuchó la disculpa tras su oreja y los besos suaves atacaron la piel desnuda tras su cartílago. La boca caliente y la lengua que la acompañaba bajaron por su cuello y acariciaron el nacimiento de su hombro.

Los dedos del chico detrás suyo eran más estrechos y delicados que la forzada presión anterior. El estimulo no le molestaba, lo deseaba con ansias, como también deseaba lo anterior aunque su cuerpo no se lo permitiera en este momento. Yuuri se sintió impaciente de que este jugueteo le permitiera disfrutar de nuevo de otros placeres pronto, por no decir al instante.

La incomoda posición tras el agotamiento se terminó cuando Wolfram lo arrastró hacia el pie de la cama, donde no tenía otra opción que levantarse, y no estaba realmente seguro de como debería colocarse. Cual era el plan, no lo sabía, al parecer el cambio de lugar fue un impulso. Yuuri sonrió y se inclinó a besarle, si a Wolfram le gustaba arrastrarlo por la habitación solo por el hecho de que podía hacerlo, con gusto lo seguirá.

El alcohol ya había nublado varios de sus sentidos, pero a pesar del velo que cubría su mente era consciente de cada detalle. La relajación que proveyó el vino es tal cual lo esperaba, el complemento perfecto para la situación de esta noche.

Reclinado sin cuidado con todo su peso contra su pecho y hombros, Yuuri ronroneó suavemente mientras frotaba su rostro contra la mejilla de Wolfram, sus labios viajando bruscamente hasta su oreja. —Házmelo contra la pared.

Simplemente no pudo olvidarlo. La sensación de Wolfram perdiendo el control sobre él contra la puerta. Lo quería de nuevo. Yuuri se separó levemente para verlo a la cara, esperando encontrar la expresión de deseo que había imaginado puso cuando le escuchó decir eso. Se decepcionó un poco al no encontrarlo perdido en el perfume y su falta de control, pero sus acciones no lo decepcionan para nada.

Wolfram, con expresión calmada pero decidida, se levantó del borde de la cama donde estaba sentado y su cuerpo caliente se presionó por completo contra la piel suave de Yuuri al separarle del piso y girarlo en dirección a la cabecera. Junto a la mesilla de luz donde el rey  casi se sienta por reflejo, se encontraba un tapiz que se extiende casi hasta el piso. Su cuerpo es inmune a la frialdad de la pared gracias a la tela rugosa, que se pegó por completo a su espalda mientras sus pies evitan también el frío al tener las piernas enroscadas sobre las caderas del noble.

Pero lo que resulta muy divertido y por supuesto excitante no duró mucho, la posición era incomoda. Con las manos sobre el tapiz y el pecho contra la pared era más fácil dejarse acariciar y manipular. La penetración le hizo buscar más contacto y querer permitirle mejor acceso, inclinándose hacia abajo y llevando las caderas hacia atrás. Al menos lo suficiente para cumplir su fantasía, con los pies aferrados al piso y los dedos contraídos, tratando de seguir los bruscos movimientos que Wolfram realizaba tras tomar confianza.

Aunque por momentos se sentía bien, la brusquedad del acto no era compatible con la posición, y Yuuri lo dio a entender separándose y dándose la vuelta. El cuerpo de Wolfram se presionó de inmediato contra él y recibió todo su calor, dándose cuenta de lo frió que se encontraba. La caricia de su piel desnuda era genial, pero no estaban conformes con este lugar, por lo que volvieron de inmediato a la cama.

Al subirse a ella, Yuuri fue perseguido otra vez por el insistente mazoku. Pero de un momento a otro se encentró sentado sobre el mullido colchón con la espalda contra las almohadas y Wolfram pasando una pierna por encima de sus caderas para quedar a horcajadas sobre él. El cambio le sorprendió pero fue bien recibido, especialmente ahora que podían retomar las suaves y cálidas caricias de antes en un lugar más agradable.

Al estar distraído por los besos, Yuuri tardó en notar la actividad que el chico sobre él realizaba entre sus piernas. Wolfram se tocó sin el pudor que usualmente dejaría entrever en sus acciones, y el rey comenzaba a darse cuenta que eso era lo que más le gusta. Ojalá fuera más sincero con lo que desea todos los días. Pero eso también podría decírselo a si mismo.

No había tiempo para pensar. La suave e inevitable presión que sintió sobre su pene tras la aplicación del lubricante le nubló la mente por completo. —No está tan duro —puso reparos Yuuri, hablando con sus labios pegados a los suyos, su aliento cálido rebotando contra su propio rostro.

—Pero te gusta.

—Siempre.

Iba a comentar que no sería posible continuar de este modo, pero de alguna manera Wolfram había logrado penetrarse y montar su cuerpo con ambas manos alrededor de sus hombros. Yuuri lo separó un poco para observar apreciativamente hacia abajo, directo a su desnudez, su pene y sus testículos apoyados contra su estómago y los imperceptibles limites entre la piel de sus entrepiernas. Le encantaba estar dentro suyo, conectados de este modo.

Besó a Wolfram y continuó de la misma manera que durante toda esta noche, lo dejó hacer, que sea quien decida cómo y cuando lo quería. El movimiento leve de sus caderas le recordó las tantas veces que lo había visto sobre su caballo. Pero si ha de tener que elegir, lo prefería montando en la intimidad que en los verdes prados del castillo.

La leve sonrisa que se formó en los labios del Maou no pasó desapercibida.

—¿Está el rey satisfecho?

La pregunta cargaba un dejo de burla, pero era increíblemente provocadora, un susurro intimo que podría hacerle suspirar.

—No te atrevas a llamarme Su Majestad —amenazó Yuuri con voz ronca junto a su cuello transpirado, manteniendo el control por poco, meciéndose con fuerza en su interior esporádicamente—, o tendré que hacerte gritar.

—¿En serio, mi rey?

Wolfram, obviamente acostumbrado a jugar con fuego, contuvo el aliento junto a su mejilla mientras disfrutaba del placer y extendió el silencio a propósito.

—¿Así... Su Majestad? —preguntó suavemente, contraponiéndose al fuerte movimiento contra su cuerpo, presionando contra sus caderas, disfrutando de la profunda penetración, que obviamente el hombre debajo suyo disfrutaba aun mas.

—Yuuri —indicó el rey, corrigiéndole, articulando apenas como se debe.

—Rey Yuuri —tentó Wolfram, sin esperar represalias pero con fantasías sobre cuales serían estas si realmente cumpliera su palabra.

Tomándolo por sorpresa, Yuuri tiró de sus caderas alzando las suyas propias mientras le observaba directamente a los ojos. Las intenciones del ex príncipe eran mantener fija la mirada, pero no le fue posible al cerrar los ojos durante una mueca de placer. Sus manos temblaron sobre sus hombros y deseoso de más contacto abrazó a su amante por el cuello, volviendo a sentir el mismo movimiento en su interior. Tentativamente, ambos se observaron mientras Wolfram separaba más su cuerpo y volvía a penetrarse con cuidado para dejar que Yuuri se encargara del movimiento final hasta  el final.

Era una exploración de a dos, de una manera nunca hecha antes en esta posición.

—Mi rey —jadeó Wolfram apretando mas el abrazo, su aliento caliente contra la piel transpirada.

El ritmo era errático, y Yuuri, con la mente un poco en blanco, decidió que no era momento de quedarse atrás con las palabras. Continuaba excitado como pocas veces, duro y deseoso de no parar, estimulado por este lado recto y profesional mezclado con el carnal. Sin contenerse, desplegó todo lo que tenía a la vez. —Lord von Bielefeld, mi subordinado, mi soldado, mi amante... mi prometido...

Más de una de esas palabras era incoherente, un lío entre jadeos, pero no hacía falta demasiado para empujar a Wolfram al límite. Sean los honoríficos, o la ancha dureza entre sus piernas, Yuuri lo llevó al limite si cesar y el orgasmo manchó con fuerza sus estómagos. Sin detener  la agitación, pronto le siguió enseguida el chico debajo suyo con ansias de llenarlo.

Completamente exhaustos uno encima del otro, Wolfram se quedó a horcajadas por un largo rato con él dentro. Yuuri no quería realmente salir, le gustaba la sensación aunque ya no lo estuvieran haciendo. La conexión era algo que ambos disfrutan, y aunque no tendrían una conversación al respecto, una mirada cariñosa seguida de un beso selló el momento y el mutuo entendimiento.

Aunque no se fuera a hablar de amor, Wolfram interrumpió igualmente con otro comentario.

—El sexo es increíble.

Su extrema sinceridad confundió un poco a Yuuri, pero todo era confuso, acababan de hacerlo desenfrenados, y solo cuando ambos estuvieron completamente satisfechos pareciera que los efectos del perfume o el alcohol desaparecieron.

Disfrutando aun del calor del otro, Yuuri pasó las manos por su cuerpo durante este momento post sexo. Se puso a juguetear con el pene laxo de Wolf, lo que consiguió que este se queje un poco.

—¿Qué haces? —preguntó con un tono jocoso, falsamente indignado.

—Te toco, ¿por qué?

—¿Ahora? Es raro...

Era verdad, pocas veces, o ninguna, lo había tocado mientras no estuviera excitado. —Me gusta.

—Atrevido.

Yuuri río un poco ante sus palabras, como siempre algo inesperadas y chapadas a la antigua, pero no dejó de explorar. —¿Te sientes abusado?

No hay nadie que continúe el juego con una respuesta, Wolfram se había quedando dormido. Con cuidado lo inclinó a un lado hasta caer sobre las sabanas, antes de taparlo se apresuró al baño y luego de una fugaz limpieza volvió con una toalla húmeda caliente. Con menos ayuda de su amante que la esperada, logró hacer lo posible para dejarlo limpio.

Acurrucado al fin bajo las sabanas, Yuuri le susurró: —Déjame abrazarte para dormir.

Wolfram se giró y se pegó contra él, recibiendo unos pequeños besos aunque apenas pudiera distinguir que sucedía entre el lumbral de la consciencia e inconsciencia. Acurrucado y calentito, le dijo al oído dudando si realmente lo hizo en voz alta. —Te amo.

Yuuri se sintió contento, aunque sabia que su respuesta no era oída, igualmente la dice, incluso si está dormido seguramente el Yuuri en el sueño también lo repita. —Yo también te quiero mucho, Wolf.

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La boda se dio un día con un clima perfecto.

Wolfram lagrimeaba como un condenado junto a Yuuri, que pese a haber visto este lado sentimental de él antes, estaba bastante sorprendido y divertido con la situación.

Los dedos del rey rozaron suavemente los del mazoku emocionado, Wolfram aceptó el gesto dándole la mano, y luego tomando su pañuelo. Yuuri no pudo contenerse y se inclinó rodeándolo con un brazo tentativamente, a lo que Wolfram, extrañamente, accedió sin dudarlo y terminó por abrazarlo.

—¿Tanto te gustan los casamientos? —preguntó Yuuri en voz baja riendo sin poder evitarlo.

La ceremonia continuaba desarrollándose justo frente a ellos, sentados en la primera fila. El lugar decorado con flores blancas combinaba con atuendo del ex príncipe y a su vez hacia resaltar el traje negro del actual Maou.

—No es eso... —respondió Wolfram componiéndose un poco, le tomó un par de largos segundos agregar algo más—. ¡Me impresiona ver tan sonriente a mi hermano mayor...!

¡¿Cómo?! Yuuri no lo entendía, ¿acaso Gwendal le daba tanto miedo que se conmovía?

—¡Se ve tan feliz...!

No lograba entender absolutamente nada, pero Yuuri se alegraba, porque no puedes hacer más que eso en una boda.

Ya terminada la ceremonia, ambos permanecieron en sus lugares unos momentos más. La atención del Maou fue robada al instante cuando apareció Greta.

—Ahh, ese vestido es tan lindo. No había visto esas flores —comentó al tocar levemente su cabello y los adornos—, ¿son del mismo color que Anissina...? —trató de adivinar, fue vago, no se supo si se refería al cabello o el ramo que llevaba la inventora.

—Son las mismas —dice Greta. Cuando Yuuri volteó aun más en su silla e intentó continuar explorando cada detalle, ella dio un paso atrás y eso bastó para crear una barrera mientras e quejaba—. Papa... no seas así en público, ya estoy grande.

—¿Qué? ¿Cómo que grande? Oye, no, ¿Greta dónde vas? ¡¿Greta?!

Era imposible alcanzarla tras el respaldo de la silla.

—¡Iré un momento con Lady Cherie, no se vayan, vuelvo pronto!

No había tiempo para lloriquear, Yuuri simplemente suspiró y dejó caer su mano contra el respaldo. Falto de atención, volteó a ver como se encontraba su compañero. Wolfram se veía mejor, ya no había lagrimas por las que avergonzarse y observaba calmado hacia el altar con la mente en blanco.

Yuuri se tomó un momento para observar con detenimiento el perfil del apuesto mazoku, inclinándose para darle un fugaz beso sobre su mejilla. A pesar de que había sido un cuasi secreto a ojos de todos, no acortó mucho la distancia entre ellos. Era fácil para Wolfram poner un beso sobre sus labios por costumbre al salir de su ensimismamiento gracias al gesto cariñoso.

—¿Están juntos?

La voz que hizo la pregunta cargaba un increíble asombro.

De repente ambos se dieron cuenta de que alguien si estaba mirando y que nunca hicieron algo como eso frente a ella. Ese “volveré luego” que Yuuri había escuchado fue más rápido de lo que esperaba.

—Estamos comprometidos —respondió el rey con el mejor tono neutro que podría haber puesto.

—Ya se eso. Me refiero a juntos, juntos —preguntó Greta más interesada.

Hubo un silencio y dos pares de ojos que enfrentaron a uno solo.

—Si. —La confirmación fue de parte de Wolfram.

—¿Se van a casar?

No hubo pausa para su pregunta, como si el tiempo que le dieron antes hubiera dejado que ese pequeño cerebro maquinara esto en secreto. Esta vez fue Yuuri el que respondió tras un corte.

—No lo tenemos en planes todavía.

—Oh...ok —es la única respuesta de la casi adolescente, usando las palabras y expresión recientemente adoptadas de su padre de la Tierra. Sus ojos se mantuvieron fijos en la pareja de adultos unos momentos más—. Me alegro... Iré a ver a Anissina ahora.

Dio un paso atrás un tanto extraño y, sin mas comentarios, Greta volteó y tal como ha dicho se fue apresurada hacia la pareja protagonista de este día.

Yuuri se quedó mirándola y no pudo evitar comentar al respecto. —No se veía realmente feliz, sino aturdida.

—Es tu culpa, es muy extraño verte siendo cariñoso con nadie más que no sea Greta. Además, debo recordarte que hace un tiempo casi rompemos el compromiso, y no hablábamos mucho tampoco.

—Tienes razón —fue lo único que puede responder, y ambos quedaron en silencio.

De repente, Yuuri tomó a Wolfram del brazo y tiró de él, comenzando a apresurarle para irse, pero el mazoku no estaba seguro de a dónde, ni por qué. Cuando se resistió, Yuuri se apresuró a explicar.

—Ella nos vio.

Wolfram primero pensó en Greta, pero el intercambio con ella, aunque fue extraño e incomodo, ya había pasado. Luego dudó sin saber quien era.

—Tu madre. Nos vio. Corre o tendremos que casarnos ahora mismo, en serio.

—Oh rayos, es verdad, el ministro está aquí ahora mismo —fue lo único que comentó el mazoku antes de correr junto a su prometido.

Algo como eso realmente aun no se encontraba ni en los planes.

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Yuuri pasaba una tranquilo fin de semana en casa de sus padres, a modo de vacaciones en la Tierra, disfrutando de cosas banales. Como películas.

Teniendo todo el tiempo libre del mundo, decidió ponerse al día con todo lo que se había perdido. Incluso si en cierto punto hasta su hermano se hartó de la maratón, él la continuo solo. Luego de pasar por todos los géneros que usualmente le resultaban más entretenidos, terminó incluso viendo un par de películas románticas de esas que normalmente le hastiaban. De hecho, esta era la segunda.

La tragedia que se desenvolvía en pantalla lo emocionó solo como podría emocionar a alguien como él. Con una caja de pañueltos en mano se inclinaba hacia adelante atento a los detalles.

Divagando, proyectó una tontería sobre Wolfram y él teniendo un final trágico, la trama sobre nobleza y altas castas sociales daba lugar a que se pusiera a comprar los hechos con su propia vida. Al menos la del otro mundo. Aunque, su realidad era mucho más color de rosa que los problemas políticos que estaba viendo.

Pero entre todas estas idas y vueltas mentales, una idea obstinada superó a todas las demás y levantó la mano para llamar su atención. Él también quería su escena de amor de película para confesarse. Estaba convencido de ello.

Quería decirle a Wolf como se sentía desde hace mucho tiempo, pero estaba indeciso. Le hacia falta desahogar la realización que había experimentado varios meses antes.

Luego de que se decidiera a darle una oportunidad verdadera, y de destapar su relación incluso ante su hija, las cosas habían progresado con calma de la mejor manera posible. Siendo una pareja establecida, tenían todo lo que podían desear y más. Era la flor de su relación, no se podía comparar con ninguna otra etapa anterior de ellos.

Los meses pasaron con calma y aunque en el fondo de su corazón ya lo sabía, tuvo uno de esos momentos de epifanía donde por fin pudo aceptar que estaba enamorado. Y cuanto lo amaba... oh, gran sorpresa —aunque no tanto— darse cuenta de que era un gran primer amor, de esos que se supone recuerdas y que duran para toda la vida. Había solo una cosa que estaba faltando, el hecho de que su prometido no lo sabia.

Justo en este momento, la necesidad de describir y compartir esas sensaciones de forma cool y romántica había nacido.

Bajo la lluvia. O durante una puesta de sol. O un campo de batalla... No, esa ultima estaba puramente influenciada por la película anterior a estas ultimas dos.

Pero no podía pasar algo tan complicado como eso, ya que vivía una vida política bastante tranquila de momento. A pesar de su decisión, se sintió avergonzado de decirle. Ya estaba grande, seria lógico que fuera lo suficientemente maduro como para expresarse de forma natural... ¿cool y romántica?

Pasarían un par de semanas hasta que pudiera terminar de procesar esa idea, porque no tenia un ápice de seguridad al respecto.

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Wolfram había organizado una cena fuera, una linda cita para su día especial.

Ya que todos estaban al tanto de la relación oficial y formal que llevaban desde hace meses, no era una sorpresa para nadie que compartieran salidas como esas. En ese mismo momento, Greta se encontraba ayudando al mazoku a escoger ropa cuando Yuuri entró en la habitación.

—¿Wolf, estás listo...? Ah, Greta.

—Papá, ¿cual te parece mejor, el verde o el rojo? —preguntó su hija con naturalidad extendiendo dos accesorios, Yuuri dudó en su mente pero no lo demostró y apuntó hacia las mancuernillas verdes pensando en su color de ojos—. Mm, me parece que las rojas quedan mejor con el traje.

¿Por qué me preguntas entonces? Le hubiera gustado reprochar, pero ya estaba acostumbrado a que le hiciera eso. Ignorando el incidente por completo, se acercó hacia el espejo donde Wolfram terminaba de acomodarse el crabat con la barbilla en alto. —Solo unos minutos.

Si el lo decía, entonces era verdad. Wolfram siempre era puntual.

—El carruaje está abajo.

—Papi Wolf, dame la mano —indicó Greta y mientras ella colocaba las mancuernillas en su lugar, ellos continuaron conversando.

—¿Se ha hecho tarde?

—No, llegó un poco más temprano de lo que esperábamos.

—Listo, perfecto —cerró el tema Greta para todos, dando una palmada final con ambas manos sobre el pecho de Wolfram y sonriendo hacia Yuuri.

—Bien, no vamos.

Con un abrazo de Yuuri y un beso sobre el cabello de Wolfram la chica saludó a sus padres cuando estos salieron de la habitación.

Durante la cena Yuuri se encontraba en las nubes, Wolfram lo notó nervioso y un poco distante durante el viaje, aunque respondió a sus toques y conversaron de alguna tontería. Pero en general, no había mucho dialogo, y el silencio se había hecho notar con la comida de por medio. Había empezado a dudar si sucedía algo malo entre ellos.

Luego de mas conversaciones banales y el postre, dejaron el lugar para salir a caminar de noche. La luna no estaba completa en el cielo, y a veces se ocultaba tras nubes pasajeras, por lo que el paisaje era oscuro y solo las lamparas esporádicas iluminaban el camino. Era una noche silenciosa, sin nadie alrededor, ni siquiera un perro vagabundo pasajero.

El paseo se dio en silencio y realmente no parecía llevar a ninguna parte, por lo que así como empezó terminó cuando dieron la vuelta para volver hacia el carruaje. El momento en que Wolfram se congeló sucedió cuando habían pasado unos minutos luego de arrancar.

—Wolf, tenemos que hablar.

—¿De qué? —logró preguntar tratando de ocultar sus pensamientos.

Hubo un silencio incomodo y eterno por más que fuera breve. —Mejor esperemos a llegar a casa.

Era un ultimátum. Wolfram no sabia que responder por lo que se quedó en silencio y aunque esperaba ver si iba a continuar, Yuuri no dijo nada mas.

Su mente comenzó a viajar hacia lugares mas turbios. La actitud rara de esta noche no era tan nueva que digamos, pero era peor que nunca, era evidente que le pasaba algo, estas ultimas semanas Yuuri había estado ido. Ahora que lo pensaba, probablemente esa falta de concentración no fue buena señal para nada, pero no había querido pensar mucho al respecto.

¿Y qué pasaba con otros detalles? No fue sino hace un mes y tanto que notó que dejó de responder a sus palabras cariñosas. Ciertamente, ya no habían muchos mas “te quiero”, o “yo también” por aquí.

Le había restado importancia porque el tiempo vuela, pero igual pesa, y la monotonía a veces cambia las cosas. ¿Había sido demasiado iluso pensar que simplemente se habían estancado tan solo un poco?

Si este era el punto de quiebre, entonces significaba que Yuuri había probado pero no había funcionado. Y de ser ese el caso, no había mucho que hacerle. Pensó en apelar a volver a intentarlo, pero no era la primera vez que Wolfram pensaba en esta posibilidad de un desenlace no tan feliz. De hecho, fue lo primero que contempló al comenzar todo esto, si Yuuri le daba una oportunidad en serio y decidía terminarlo porque no estaba cómodo... lo aceptaría con decoro.

Se estaba volviendo mas difícil de lo que creía, especialmente porque la noticia lo tomaba desprevenido. Por un momento le pareció que eso igualmente podría jugarle a favor, estaba mas confundido que triste por el momento, pero aun así su pecho apretaba y no se sentía realmente bien del estómago.

Al llegar al castillo, Yuuri le indicó ir hacia un salón de recepciones. Wolfram asumió que era normal no ir a la habitación si las cosas iban a terminar en este momento, y el detalle fue solo un indicador más de que no había malentendido.

Al entrar, ambos se quedaron parados uno frente al otro, si iba a indicarle sentarse, el momento ya había pasado. La tensión en el aire era imposible de ignorar. Sintiendo un abismo entre él y Yuuri, parado a pocos centímetros de él, Wolfram metió las manos en sus bolsillos comenzando a sentirse miserable. Se reprochó que si esa iba a ser la ultima cena, tal vez no debería haber planeado nada, tal vez eso hizo las cosas peores.

—Te vez muy nervioso —comentó Yuuri. Wolfram no lo estaba esperando.

Su voz iba a tono con lo que había dicho, demostraba que estaba nervioso, pero la suave sonrisa en el rostro del rey lo desconcertó, aunque solo lo había mirado un segundo a los ojos. Recomponiéndose y decidido a enfrentar este momento, lo volvió a mirar y esta vez no flanqueó.

—Preferiría que la ejecución sea rápida.

Su humor era mucho más negro que el de su rey, y no ablandó el momento.

Yuuri apenas entendió lo que había dicho, pensando en la guillotina, y luego tratando de metafóricamente relacionar “ejecutar” con “llevar a cabo”, o algo así.

En un ultimo esfuerzo por suavizar las cosas, Wolfram logró colocar una sonrisa muerta que recordaba mucho al segundo hijo. Esta vez si obtuvo una respuesta.

—No hagas esas muecas, me pone más nervioso.

Wolfram no pudo esconder más nada despues de eso, que mas daba. Estaba bien sentirse mal despues de todo, y el escozor en sus ojos, boca, nariz y pulmones no iba a parar. Pronto se acumularon las lágrimas, hizo una mueca y se restregó la nariz.

De repente Yuuri cambió de expresión a la de un niño, dándose cuenta de la situación, intentando contenerse, pero la reacción inmediata de su cuerpo fue imitar al chico frente suyo. Las lagrimas no cayeron y torció sus labios cómicamente.

—No te sientas culpable, es triste, pero estas cosas suelen pasar.

No hacia falta mucho más para quebrar a este joven rey. Yuuri sollozó y las lagrimas cayeron de una vez, siendo el primero en romper en llanto. Mientras intentaba en vano recomponerse y alejar las gotas con las manos, quiso hablar.

—Oh dios, incluso ahora te preocupas por mi... aunque piensas que... ugh...

Los balbuceos continuaron volviéndose mas complicados de entender, algo sobre Wolfram queriéndolo mucho, y es en ese momento en que el ex príncipe se dio cuenta. Esto no es era ruptura, es alguna otra idiotez de Yuuri.

El abismo no existía más que en su mente y eso se confirmó cuando Yuuri lo abrazó al dar un simple paso hacia adelante. Wolfram no sabia que hacer cuando él lloraba de este modo, ya no se sentía triste sino confundido. Los balbuceos de Yuuri  continúan desenfrenados.

—Guh... y pensé que siempre estuvimos bien juntos, me siento bien cuando estoy contigo. Incluso he llorado como un idiota solo al pensar en separarnos o si ya no sintieras lo mismo. Me duele el pecho y no se que hacer con lo que siento. No me dejes...

Incluso si fue dicho solo en voz muy baja, el pedido lo enardeció del enojo. —¡Eras tú el que parecía estar dejándome!

—¡Woa...! ¡...No! Eso no era... —en esos pocos segundos, Yuuri logró comprender todo a la vez—. Lo siento, fui un idiota, te hice confundir... siempre confundo todo. Es muy difícil poner en palabras como me siento, y aunque intente ser sincero... apesto en esto.

Sintiéndose identificado con esa ultima parte, Wolfram le palmeó el hombro levemente. Él tampoco era tan bueno que digamos con las palabras.

—¿Es eso alguna clase de confesión?

Yuuri primero se avergonzó, peor luego asintió con la cabeza.

—No estaba dejándote, en serio, créeme.

El abrazo es tan fuerte que Wolfram no pudo evitar emocionarse también. Luego de sentarse en el sillón que tenían cerca, pasaron varios minutos en silencio observando la nada. Ambas manos sobre el terciopelo tenían los dedos levemente entrelazados.

—Era igual cuando eramos chicos.

—Siempre te contagias las emociones, hace mucho no me relajaba tanto —respondió Yuuri—. Pero tu estabas así hace poco durante el casamiento —bromea.

—Lo que pasa es que tu eres más cabeza dura y caprichoso que yo, eres temperamental pero te vives reprimiendo. Y lo haces solo porque eres orgulloso.

—Al final, sonamos mas parecidos de lo que aparentamos.

—Por supuesto. No es fácil ser sincero de forma natural...

—Mmm...

Entonces Wolfram decidió intentarlo, soltarlo todo, saliera como saliera.

—Me enamoré de ti de a poco, no fue algo espontaneo si eso es lo que crees.

Yuuri volteó sorprendido ante el tema de la conversación, pero se dio cuenta de que este era momento de escuchar el pequeño monologo del chico que en aquel lejano momento solo consideraba un amigo.

—Desde que llegaste todo fue progresivo. Es verdad que me atrajo tu apariencia, al menos a primera vista, pero eso no basta para forjar el amor. Es de todo lo demás de lo que me he enamorado, y eso no ha cambiado hasta el dia de hoy.

Los ojos verde esmeralda de un Wolfram más adulto del que recordaba Yuuri hace unos momentos siguen igual de verdes cristal que en aquel entonces. No hay mas palabras, no hace falta aclarar más nada, ni recordar esa historia paso por paso, ni mencionar los malos momentos o la tristeza. Yuuri estaba en blanco y a la vez su mente no paraba de pensar, pero solo había unas pocas palabras que realmente necesitaban ser dichas.

—Te amo.

No hubo un respuesta, más que una tenue y cálida sonrisa que se extendió por los labios del ex príncipe lentamente. Era perfecto, al menos por unos momentos. La dulzura se tornó un tanto rara cuando, ante un ataque de lo que solo podríamos llamar estupidez, Wolfram comienzo a reírse raro.

Esto no era para nada una película romántica. No como la había imaginado, ya habiendo fallado, no se podría retomar el romanticismo meloso. Ante la locura del mazoku, Yuuri sintió escalofríos.

—Por fin lo dijiste jujuju.

Que estaba tentado de la risa sería poco para describirlo, porque no era eso, era algo extaño entre divertido, realizado y a su vez desquiciado.

—¿...Wolf? Sabes que me da un poquito de miedo cuando te pones así —porque no era la primera vez que este chico se veía de este modo, pero no lo hubiera esperado en este momento—. Y te pones raro cuando comienzas a actuar así, no vas a hacer nada raro.... mmm, estoy empezando a dudar si llamar a los guardias.

—¡Claro! No dijiste que te era difícil decirme lo que sientes, pero ya lo has hecho, y aun te sientes raro, ¿verdad? Entonces puede que no quieras volver a decírmelo durante un tiempo, ¿verdad?

—Ee... ¿puede ser? —justo ahora no tenia muchas ganas de repetir ningún te amo.

—Pues claro, llamara  los guardias, es justo lo que realmente necesitas ahora.

—¿Cómo...?

—Voy a ayudarte a superar tu problema ahora mismo. No hay manera de que tenga que esperar meses para que sueltes la lengua otra vez, o que vuelvas a hacer alguna tontería que malentienda todo. No estoy dispuesto a dejarte ir ahora que te has sincerado.

No había tiempo para pensar en esa ultima parte, y como lo ponia contento que dijera algo así en voz alta, Wolfram ya había salido por la puerta contigua, y por su voz, al parecer había encontrado a alguien fuera.

—¡Oye tu! Guardia ven aquí...

—Oh no —para cuando Yuuri se dio cuenta de que algo iba muy mal y fue corriendo detrás, el mazoku rubio ya tenia su mano sobre le hombro de un muy confundido soldado del castillo.

—Hoy es un gran día, ¿sabes lo que ha dicho Yuuri sobre m---...?

—¡Wolfram, no digas eso...!

Aunque las manos de Yuuri intentaron impedirle hablar por detrás, Wolfram rápidamente se deshizo de ellas y ya era demasiado tarde para sentir más vergüenza.

—Por fin ha dicho “te amo”. Acaba de confesarse y ha dicho exactamente eso, que me ama.

—¡Lo estas diciendo demasiado alto! —se queja Yuuri al notar que no es una persona, sino dos o tres, ya que otros soldados aparecen detrás formando un grupo que iba hacia algún lado.

Los hombres pasmados no entendían nada, pero Wolfram estaba tan contento que se escucharon algunas felicitaciones, creciendo la confianza y hasta llegando a recibir una palmada amistosa más allá de los rangos.

Avergonzado, el rey trató de calmar a su prometido y desviar la atención hacia otra cosa. —Bueno Wolf, a-ahora que ya dijiste lo que querías, v-vamos a la habitación...

—¡No! Aun no —se zafó de su agarre con audacia una vez más. Mientras Yuuri lo miraba de lejos atónito, Wolfram puso una de esas sonrisas que hacen que la gente le de lo que quiera al instante. Pero al Maou se le erizó la piel ya que las repercusiones esta vez serian hacia él.

—¿...A-aun no?

—¡Tengo que decirle a Greta!

—¡¿Ahora?! No podemos esperar a otro dia, mañan--, digo, ¿dentro de un mes...? Un año. Quien sabe, ¿no?

Para cuando Wolfram negó y comenzó a correr por el pasillo, Yuuri ya estaba gritando que Lord von Bielefeld se había vuelto loco.

Gracias al aspaviento, no fue solo Greta la que se asomó de las habitaciones en el ala real. Conrart, Günter e incluso Anissina y Gwendal, ahora desde la misma puerta, y por supuesto que Murata también. Hubo una queja compartida de que así no se podía dormir, pero Wolfram era todo sonrisas y apenas dijo unas palabras a Greta ella se sorprendió y también siendo todo sonrisas lo dejó pasar. Los demás, habiendo sobre escuchado más que suficiente sonrieron hacia Yuuri, aunque este sintiera que más que felicitaciones estaba siendo burlado por todos.

El rey no sabia en que pozo meterse, pero ver a Wolfram contento y por las nubes lo alegró muy en el fondo. Había una cosa que era verdad, si Yuuri tenia un trauma, o lo superaba o se haría peor. Para su suerte, esta fue la primera opción.

Preferiría cualquier otra cosa vergonzosa antes de volver a vivir esto. En este momento se avergonzaba más de su prometido que de otra cosa, pero no podía dejar de quererlo. Aunque... no estaba mal emprender una pequeña retirada en plan “yo no lo conozco” justo en este momento.

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Al día siguiente, Wolfram apareció en el despacho a la hora en que todos toman un descanso. El certificado de matrimonio apareció de repente frente a Yuuri, como el mejor truco de majutsu que podría haber esperado. Pero en el fondo esto no lo tomaba por sorpresa.

—¿No nos estamos precipitando un poco? —preguntó con ironía, pero su voz incluyó un dejo de diversión en ella.

Sobre la mesa de madera oscura, el papel blanco que ahora tiene toda su atención se encontraba solo, el resto de los documentos de estado estaban ordenadamente dispuestos alrededor. Puede que no lo parezca, pero el escritorio de Yuuri usualmente lucia de este modo.

Por primera vez Wolfram se sintió nervioso al presentar un documento oficial ante el rey, probablemente así se sentían usualmente el resto de los nobles al entregar sus peticiones en este mismo lugar y del mismo modo.

—No esperaba que apareciera esto tan rápido, ya no solías llevarlo en el bolsillo.

—Lo tenia guardado.

Yuuri lo miró con sus ojos negros levemente rasgados, y sus labios conteniendo una sonrisa formaron la palabra “obviamente”, pero no la dijo en voz alta.

Estaba de buen humor. O mejor dicho, su visita lo había puesto de buen humor, pero eso el noble no lo sabia.

El intercambio entre ambos jóvenes no era de demasiada importancia para los demás en la habitación hasta ahora, incluso fueron ignorados mientras Yuuri tomaba la pluma del tintero y agregaba su larga y complicada firma en el espacio vacío. La otra firma ya estaba puesta.

—Gwen —llaóa el rey, el hombre que disfrutaba del té en silencio solo levantó la vista del periódico sobre su escritorio. Günter y Dacascos, sin dejar de generar ruido en el ambiente con sus idas y venidas, también posaron los ojos en ellos brevemente—. Me harías el favor de validar esto ahora, si no es mucha molestia.

El hombre dudó pero aceptó por costumbre el papel que el Maou le extendió al acercarse a su silla. —¿Es algo importante...? —preguntó observando a su hermano menor fugazmente, y gracias a que le echó una mirada rápida a la hoja de buena calidad esta no quedó relegada de inmediato en la pila de al lado.

Hubo una pausa, los ojos del mazoku adulto volvieron a pasar lentamente por sobre todas las letras, como si revisar la veracidad a fondo fuera necesario.

—Necesitamos tres testigos. ¿Dónde está Conrad? Sin ofender Dacascos, pero prefiero esperar a que venga antes de que te ofrezcas por estar aquí de casualidad.

—¿Para qué, Su Majestad? —cuestionó el soldado que solía nunca entender nada a tiempo, pero nadie se molestó en explicarle.

—Está validado —confirma Gwendal luego de escribir su parte—. Lord von Christ...

—Ah... claro... ¡...!

Günter, que tampoco realmente había entendido, se congela.

—¡¿Su Majestad?!

—Por favor firma, lo archivaremos hasta que se complete el ultimo testigo, Dacascos por favor ve a llamar a Lord Weller.

Es lo menos que Yuuri podía hacer, siendo que para la ceremonia su hombre de honor indiscutiblemente seria Murata, y por supuesto que Gwendal el de Wolfram. Conrart tendría que conformarse con la parte legal, que no era poca cosa.

Luego del aspaviento, las lágrimas y otros fluidos, la segunda firma estaba puesta y el papel terminó dentro del pequeño fichero, al cual Günter no podía dejar de mirar sin sollozar.

En un acto de increíble auto sacrificio, Yuuri se acercó a Wolfram y sin realmente dudar pero con un titubeo muy vergonzoso, le dio un beso en la mejilla. Y eso fue todo, luego del silencio y algunas reacciones de sorpresa que intentaron ser suprimidas por los presentes para no abochornar más al rey, Yuuri volvió a su asiento rojo como un tomate.

Había quedado claro para todos que esto iba muy en serio, incluso si Yuuri se comportaba un poco como un idiota temeroso incluso en su momento de desicion. Wolfram, liberado de su impresión, se acercó solo a molestarle, besándolo de nuevo.

—Wolf, ¿q-qué haces?

—Así no te avergüenzas tanto, voy a ayudarte a que te cures, como ayer.

Aunque su casi oficial marido era todo sonrisas, sus palabras calaron un miedo profundo en el joven terrestre. —Te quiero y todo, pero... ¡pero este es mi limite!

Y entonces, el rey salió corriendo.

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Un mes después se celebró en Shin Makoku una segunda boda.

Los padres de Yuuri, aunque sorprendidos por la noticia, aceptaron con gusto que su hijo llevaba poco menos de un año de relación seria con Wolfram pero muchos más de compromiso legal, y se alegraron de la gran fiesta. Una feliz excepción permitió que más gente del otro mundo atravesara el portal, y el resto eran solo detalles.

El encargado de ir a buscar a su ya legal nueva familia era Wolfram, ya que Yuuri no podía. El primer encuentro lo tenia nervioso, más aun ya que tenia que hacerlo prácticamente solo, aunque no era del todo así porque Conrart estaba con él pero al hijo menor le encantaba ignorarlo.

Su suegra, hasta ahora una misteriosa mujer que Wolfram rara vez olvidó gracias a que fue la causa de la propuesta en primer lugar, no era para nada como la imaginaba. Aunque, no sabia realmente que imaginaba. Por momentos pensó en una mujer estoica, pero con un  hijo como Yuuri eso no era posible, y ya que varias veces su esposo —que raro poder ahora llamarlo de ese modo— y Murata la describieron como parecida a Cherie, no estaba seguro de que esperar.

La reacción de Miko fue estridente, obnubilada por el reencuentro con Conrart al principio, sus ojos encontraron la figura del príncipe rubio por casualidad, y no hubo existían para describir la emoción de la mujer. Los otros dos hombres, unos impresionantes soukokus adultos, intentaron disculparse abochornados y sacársela de encima mientras él repetía una y otra vez que no habia problema, aunque estaba bastante perdido con la situación.

—¡¿No estás contento Uma?! ¡Yuu-chan se casa con un príncipe!

—Ah, no se que decir respecto a eso. Solo me alegro de que no era un tipo fornido o raro...

—Eso mismo —agrega Shouri.

Raro era un tanto insultante, pero como no había sido con malas intenciones, o así parecía, lo dejó pasar. La familia de Yuuri era igual que él, ruidosa, cálida y algo tonta, y eso hacia que Wolfram se sintiera lleno y muy pero muy confundido la mayoría del tiempo. Ahora si podia alegrarse de tener a Conrart para engrasara esas diferencias culturales.

El resto de las presentaciones en el castillo se dieron metódicas y sin accidentes, pero los visitantes no dejaban de sorprenderse y continuar repitiendo que todo era inusual. Al parecer, Greta fue la mayor sorpresa de todas, una niña ya adulta y tan adorable como ella claro que podía matar de un infarto a cualquiera, especialmente cuando se enteraron que Yuuri nunca habló realmente de todos los detalles más importantes de su vida en el otro mundo con ellos.

Pero no importaba tanto, porque de ahora en más iban a tener días enteros para conocerse y terminar de agrandar la familia. Para siempre.

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Conrart y Yuuri tuvieron que hacer malabares para sortear las cajas y cosas apiladas en el pasillo. Lograr entrar a la habitación era como lograr salir de un laberinto, no sabían donde pisar para evitar una trampa o cual era el camino correcto para evadir los bloqueos. Incluso habían cosas grandes, como muebles o roperos, en el paso.

—¡Dacascos, no te he dicho que tengas cuidado con eso! Y tú, mueve eso para allá así pueden colocar el tocador por ese lado. ¡Oye, ¿dónde dijiste que habían quedado los cuadros?!

Wolfram da ordenes de aquí para allá lleno de energía. La habitación real está sufriendo una remodelación completa.

—¿Cómo va todo, Wolf? —pregunta Conrart divertido.

—Bien. Ah, Yuuri...

—¿Mm? —el rey voltea dejando de curiosear todo lo que entra y sale, o que cosas parecen haber cambiado.

—¿Ya terminaste de trabajar? Es muy temprano.

—Lo compensaré mañana, no quería dejarte solo con esto. ¿Necesitas ayuda en algo?

—No te pongas a mover cosas —le reprochó al verlo intentar arremangarse mientras Conrart rió—, oye, ¿puedo poner ese escritorio allí?

—Puedes mover lo que quieras, excepto ese ropero dónde guardo la ropa por allá y aquel banquillo. El resto lo dejo a tu gusto.

Palabras mágicas para el pseudo decorador de ambientes y artista.

—Solo esa parte del lado izquierdo es la que realmente me gusta, por lo demás, incluso puedes cambiar el salón de estar si quieres. Tienes mejor gusto para remodelar de lo que yo podría tener nunca.

—Quiero colgar este cuadro.

—Ugh, ¿para qué? Estoy justo aquí, incluso vivo en este lugar, es un tanto raro ver eso colgado ahí todos los días.

—Pero así tendré algo para cuando te extrañe si no estás.

Yuuri rió algo apenado y conmovido, pero tenia que insistir.—Realmente no quiero verme todas las mañanas pintado al oleo en una gigantografía cuando despierto.

—Hump, entonces pondré uno de Greta... O tendría que estimar cuanto tomaría hacer uno de la familia completa.

—Podríamos tomar fotografías...

—¡Dacascos! ¡Te he visto tirando esa caja y golpeándola en el piso, que tengas cuidado! No, espera, lo haré yo mismo.

—Ah... es un maniático incurable —suspira Yuuri.

Pero estaba feliz, despues de todo, era la persona de la cual se había enamorado.

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El cuadro que colgaba en la habitación real ocupando una pared casi completa era de un día de verano durante una boda, estaba lleno de flores blancas y azules, y tres personas extremadamente felices.

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Fin

Notas finales:

 

 

Lo siento por el final apresurado, aunque tenia mis notas como para todos los fanfics y esto podría haber sido mucho más largo, necesitaba terminar la historia en este capítulo de una vez. Además, no se me da realmente bien escribir sobre bodas y ya hice un fic aparte con esa temática, eso ha cumplido la cuota jaja. Este es una de mis historias más viejas, sufrió muchísimos cambios con el tiempo e incluso fue reescrita una vez por completo, y alterada muchas otras tantas. Yo también he cambiado mi forma de ver la serie y los personajes a lo largo del tiempo, especialmente a medida que se traducía más y más de las novelas. A esta altura, no existe un “final original”, por más libretas llenas de ideas que tenga desde hace años, y no tenia sentido seguir dando vueltas. Necesito poner puntos finales para dar lugar a nuevas y mejores historias. Sepan perdonar todas estas incongruencias, fueron demasiados años y demasiados hiatus.

Gracias por haberse tomado el tiempo de leer esto completo, si es que llegaron a este punto, y espero que pese a todo lo hayan disfrutado aunque sea un poco. ¡Nos vemos en alguna otra historia!

Y también, lean las novelas, son geniales y ya van traducidos casi 8 tomos completos al español ^^ Googleen “maruma baka tsuki” o “maruma tumangaonline” y disfruten.


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