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Aúlla conmigo por sombra_larga

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Notas del capitulo:

¿En verdad creian que ya no iba a subir mas? pue no...aqui estoy.

la verdad es que no le veo el caso disculparme, yo en verdad no he tenido tiempo con la escuela, pero ahora que ya sali de vacaciones piendo ponerme al dia.

por favor dejen comentario, eso me anima a seguir, alguna duda, critica o cualquier cosa diganme.

Espero que lo disfruten...:D

 

 

*Lucian*

Mis hombros se tensan al notar la inquisitiva mirada de mi esposo sobre mí, a lo largo de los años ha sabido perfeccionarla, así que, a pesar de tener la apariencia de un precioso jovencito, su mirada, el ceñito fruncido al igual que los labios, los ojos dorados brillando perspicaces, son de temer.

Ahora ya podía entender a mis hijos, cada vez que hacían una travesura de pequeños era esta misma mirada que les hacía confesar la verdad, tarde o temprano.

-espero que no me estés mintiendo Lucian- su pequeño cuerpo se acercó al mío, Claude tenía que alzar su cabeza para poder mirarme a los ojos, tuve que esforzarme para poder concentrarme, tan bajito y delicado, con sus pies descalzos, su vestido lavanda que marcaba la insipiente curva de su vientre, era demasiado, mis manos picaban por poder abrazarle-¡Lucian!-

Los ojos dorados se funden con la ira, con suavidad tomo su cara entre mis manos, el hace un mohín intentando liberarse.

-no te estoy mintiendo Claude, Godric solo se fue una temporada de viaje, eso es todo- beso su frente asegurándome esconder la verdad en mis ojos- dijo que necesitaba un respiro eso es todo-

Hace un puchero antes de asentir, enreda sus brazos por mi cintura pegando su cuerpo al mío, sonrió al sentir la pancita contra mi cadera.

-pero porque se fue así, sin decir nada, sin despedirse de mi- la preocupación tiñe su voz, haciéndome sentir culpable- nuestro hijo tenía algo Lucian, a veces tenía una mirada perdida, otras de dolor, estoy preocupado-

-Godric ya no es un cachorro Claude, él sabe cuidarse- mi doncel se aparta de mi enfurruñado.

-todos serán siempre mis cachorros- masculla antes de cerrar las puertas del baño.

Suspiro algo aliviado, y por una vez agradezco los cambios de humor. Me paso las manos por la cara, intentando mantener la paciencia.

Con paso decidido salgo del cuarto dirigiéndome a la segunda habitación más cercana a la mía.

Sin pensármelo dos veces entro al cuarto, abriendo violentamente la puerta, rechino los dientes al ver la escena, mis manos se convierten en puños e intento contener las vibraciones que peligrosamente recorren mi cuerpo, amenazando con cambiar mi forma en cualquier momento.

Mi hijo Milan empuja asustado al hombre sobre él, Laurence cae al suelo jalando desesperado la sabana en un intento inútil de cubrirse, mi ceño se frunce aún más, Laurence, el medio hermano de Claude, el tío de mi hijo.

-tienen tres minutos para vestirse e ir a los jardines- mi hijo, pálido, me mira asustado e incrédulo- ¡ahora!- ambos respigan para enseguida levantarse y buscar las piezas regadas.

Con el dolor de cabeza creciendo a cada segundo, me encamino con paso rápido entre los pasillos, ahuyentando a sirvientes y soldados, salgo del castillo inhalando muy hondo la helada brisa marina que avisa el futuro inverno.

Ahora un poco más controlado, tomo asiento en el banquillo de una fuente, la piedra gris tiene tintes de musgo, algunas florecillas submarinas crecen en el fondo, pequeños peces de colores pasan atreves de ellas.

Mis tontos hijos, en verdad pensaron que los dejaría ir por allí como si nada, sin supervisión, el único que lo ha descubierto hasta ahora, es Maxwell, que a tan solo tres semanas vino a mí, y con inseguridad y nerviosismo me “reclamo” del porque el seguimiento.

Nunca se lo he dicho a Claude, porque no quiero preocuparlo con todas la tontería de mis hijos, así es, conozco cada problema, secreto y travesura de mis cachorros, les dejo hasta cierto punto de privacidad, como no intervenir con la vida de mis hijos si esta no corre en verdad riesgo, y aunque me duela, dejarles revolcarse con quien quieran, si este no representa un riesgo. Ya que yo mismo no soy un santo, así que no tengo derecho a intervenir en esa parte de su intimidad.

Se la “discreta” relación que ha tenido Milán con su tío, conozco el verdadero gusto de mi hijo Maxwell por otros varones, las escapadillas de mi hijo menor Steven y mantengo un ojo sobre  el tipo sospechoso que lo pretende, que a pesar de tantos intentos de seguimiento no logro dar con él, la única, al parecer, que no tiene ningún tipo de secreto, es mi hija Charlotte, casi hasta me asusta un poco, esa niña es demasiado perfecta, mi pequeña florecilla de acero.

Pero de todos mis hijos, el que más me preocupa hasta ahora, es  Godric, mi primogénito, el pequeño cachorro que le gustaba mordisquear mi cola de lobo y corretear entre mis patas, desde hace mucho que notaba esa mirada en sus ojos, pero yo lo quise ignorar, no fue hasta el altercado en las habitaciones de Milan que en verdad me empecé a preocupar.

De nuevo ese maldito festival, estoy pensando en cancelarlo, hubo un momento, entre la fiesta, la gente, el tumulto, y la pequeña desaparición de Steven, que perdí de vista a los gemelos, no sé qué haya pasado, pero lo único que sé, es que después de eso, Godric desapareció.

Lo que me preocupa no es su desaparición en sí, sino en donde desaparece exactamente, en las partes más obscuras del bosque.

En ese momento el sonido de las pisadas, pesadas y arrastradas, se oyen cada vez más cerca.

Milan camina con la cabeza gacha y los delgados dedos sujetan fuertemente su vestido. Laurence tiene la cabeza en alto, pero puedo notar el temblor que le recorre cuando le devuelvo la mirada.

Se detienen a unos considerables metros de mí.

*Milan*

Mi cuerpo no para de temblar, las náuseas vienen hacia mí y no puedo, o no me atrevo, a alzar la mirada.

-mírame a la cara- la profunda voz de mi padre, así como de cachorro me tranquilizaba, ahora me aterra. Avergonzado alzo la mirada.

Sus ojos rojos, iguales a los míos, me examinan, no reflejan ningún sentimiento en particular, un poco más seguro y tranquilo, ya que la cabeza y el pene de Laurence siguen en su lugar.

-le voy a hacer una pregunta y espero que me contesten con sinceridad- asiento con firmeza, la mano de Laurence envolviendo la mía me tranquiliza- ¿Qué fue lo que paso en el festival, donde esta Godric?-

Al instante mis hombros se tensan, rápidamente desvió la mirada al piso, Laurence suelta mi mano y da un paso adelante protegiéndome de la inquisitiva mirada de mi padre.

-yo golpee a Godric señor- la voz de Laurence sale ronca pero segura, él siempre le ha tenido un especial respeto por mi padre.

-¿puedo saber porque?- para mi sorpresa su voz demuestra tranquilidad, armándome de valor soy paso adelante.

-el me a-ataco padre, yo…- mi cuerpo tiembla de solo rememorar el recuerdo.

*Laurence*

Con preocupación rodeo a Milan con mis brazos, pegándolo a mi pecho. Sé que aún le afecta el recuerdo, no paso a mayores, pero el solo de hecho de que su hermano, su gemelo, intentara violarlo, incluso entre lobos, a pesar de que los humanos y varias razas tengan la idea de que somos violentos e incivilizados, en nuestra raza la violación es severamente castigada.

Confuso veo como Lucian suelta el aire, no sorprendido por la confesión de Milan, si no más bien  resignado ante la idea.

-usted…¿ya lo sabía?-

-por favor mocoso, se reconocer el deseo en los ojos de un hombre- su voz sale cansada.

-¡y aun así no hizo nada para prevenirlo!- un latigazo de furia recorre mi cuerpo.

-¡Laurence!- la alertada voz de Milan me tranquiliza un poco, pero no lo suficiente como para frenar mi impulso de valentía…o estupidez.

-Milan y yo esperamos un hijo, no casaremos…- me callo al ver esos rojos ojos brillar al tal grado que siento como si el tiempo se redujera convirtiéndome en solo un niño.

*Milan*

Veo a mi padre suspirar varias veces, por los temblores de su cuerpo puedo notar todo el esfuerzo que está haciendo por controlarse.

Aterrado me cuelgo del brazo de Laurence, siento que esto va a resultar como yo temía, mi padre no va a aceptar a mi cachorro, mi madre se va decepcionar.

-¡malditos idiotas!- me encojo ante el grito de mi padre-¡creía que tu madre hablo contigo de esas cosas Milan!-

Ambos retrocedemos ante los pasos de mi padre, tengo miedo, mucho, mucho miedo, me aferro al cuerpo de Laurence, cierro los ojos intentando escapar del enojo de mi padre.

Lo que menos deseo y más temo es ver la decepción en los ojos de mis padres.

Mi cuerpo tiembla. El brazo de Laurence me conforta rodeándome la cintura.

El tenso y denso silencio se rompe por el cantar de un pájaro.

-¡vengan!- consternado abro los ojos, inseguro de si esa orden fue dirigida a mí.

Ante mi sorprendida vista, veo caer, una por una, sombras provenientes de todas direcciones.

Van rodeando a mi padre, hasta formar un circulo de por lo diez…personas.

Son altos, muy altos, de extremidades larguiruchas, pero muy bellos, la piel bronceada y llena de cicatrices, de cara alargada y quijada fuerte, los ojos rasgados de un tono ámbar, muy brillante y sobrenatural. Todos visten solamente una falda larga, con un cinturón cargado con dos cuchillos de media luna a los costados. Pulseras de tintineantes perlas de oro cuelgas de sus muñecas, el pelo rubio cae ya sea en coletas o trenzas.

Algunos llevan tatuajes en diferentes partes del cuerpo, de color azul con formas geométricas.

-informes- la fuerte voz de mi padre me saca de la inspección a los desconocidos.

Uno de los diez da un paso adelante, el rostro joven pero maduro, con el cabello largo atado en una coleta, un tatuaje de líneas y triángulos rodea su cuello y hombros. Los ojos ámbar me dirigen una extraña mirada.

 Si no fuera un momento delicado, Milan hubiera querido acercarse para escuchar mejor, pero sabiamente decide mantener la distancia.

Pero cuando el ser larguirucho abre lo boca, únicamente escucha ruidos, inatendibles para él. Las vocales son dichas con fuerza y el acento danza entre sonidos raros y violentos.

Para su sorpresa su padre solo asiente, mira al suelo totalmente concentrado, seguramente intentado entender lo que dice el extraño,  le deja pasmado cuando su progenitor responde con el mismo violento lenguaje.

Todos asienten y desaparecen como llegaron, en sombras difusas.

Doy un respingo cuando la atención vuelve hacia él, me relajo cuando el semblante de mi progenitor se serena.

-ahora dejaremos el asunto de mi nieto a un lado- mis ojos se humedecen, quiero acercarme pero aun no tengo la suficiente confianza- díganme con exactitud que paso la noche pasada-

Me aparto el flequillo antes de tomar aire y empezar a contar toda la verdad, incluyendo el origen del pequeño cachorro que se desarrolla en mí.

*Steven*

Me deslizo por los pasillos  a paso rápido, saludo a los sirvientes que me responden con una sonrisa.

Acomodo las mangas del vestido azul, algo incómodo por la tela gruesa, demasiada calurosa para las endebles brisas invernales.

Pero de que otra forma podría llevar pan de pasas escondido y un pellejo con hidromiel. Ya estoy por salir del castillo cuando la inesperada presencia de mi madre sale de la nada.

-¡hola cariño!- me saluda alegre, preocupado noto su semblante más pálido de lo usual, de reojo veo la insipiente pancita, que crece cada vez más- estaba buscando a tu padre- aun me sorprende notar tanta juventud en mi madre, si alguien nos viera diría que somos más hermanos que madre e hijo- lo he buscado por todo el castillo ¿no los has visto por casualidad?-

Niego rápidamente, si paso un segundo más con este vestido voy a derretirme vivo.

-¿te encuentras bien Steven?- alarga su mano para tocar mis mejillas-  estas sonrojado,  ese vestido está demasiado pesado para este clima- reprocha.

Se lleva la mano a la frente cerrando los ojos y tambaleándose, rápidamente corro a tomarle del brazo, mamá es pequeño comparado conmigo, que últimamente he estirado, empezando a rebasarlo por unos centímetros.

-¡mamá!- el se recarga un poco contra mi costado apartándose el pelo blanco de la cara, preocupado busco sus ojos dorados, se pone aún más pálido antes de empujarme y empezar vomitar estrepitosamente-¡mamá, ayuda!-

En un segundo estamos rodeados de guardias, que no se deciden que hacer, yo me limito a apartar el cabello blanco.

La cara de mamá esta sudada y su reparación es agitada entre cada arcada.

Para mi gran alivio papá viene por el pasillo corriendo, le siguen Milan y tío Laurence.

-¡¿Qué fue lo que paso?!- yo no sé qué contestar, mi padre no espera respuesta y ocupa mi puesto que muy alegremente le doy.

-vayan por Katherine- los guardia obedecen enseguida y salen corriendo.

Mamá niega con la cabeza recuperándose un poco, se limpia la boca con la mano temblorosa y los ojos llorosos.

-es-estoy bien Lucian- mi padre bufa e ignorando a mi madre, lo carga en brazos.

-ahora no Claude, te dije que descansaras, pero aquí estas paseando por el castillo-

-¡no estaba paseando, estaba buscándote!- aun con el semblante moribundo y la voz ronca mi madre golpea débilmente el pecho de mi progenitor, el lo ignora y empieza caminar con él en brazos, aun golpeándolo.

Me acerco a Milan asustado, el me rodea con el brazo y me ínsita a caminar.

Borro cualquier pensamiento de reunirme con Cristian  y sigo la figura de mis padres.

*Claude*

Después de muchos intentos me dejo llevar sumisamente por mi esposo.

Su ceño fruncido y la quijada tensa me dice que algo más lo ha enojado además de mi desobediencia.

Con cuidado me asienta en el colchón, la garganta me escuece por el vómito y el cuerpo lo siento muy frio. Agradezco que Lucian me cubre con una colcha.

-estoy bien cariño, enserio, solo fueron algunas molestias que me causa tu hermanito- intento tranquilizar a Steven que me ve asustado desde los brazos de su hermano, Milan me mira igual de preocupado, pero algo más acostumbrado a verme vomitando por los embarazos no se asusta tanto al igual que Laurence.

Algo consternado me acaricio el estómago sintiendo la dura redondez de mis cuatro meses. La verdad es que hasta yo estoy un poco preocupado, nunca me había sentido tan mal con ninguno de los embarazos, la nauseas son más fuertes y ya he tenido hasta cinco desmayos.

De reojo miro el semblante serio de Lucian, no quiero preocuparlo, pero él también se da cuenta de lo diferente de este embarazo.

La tensión que se ha formado en el cuarto se rompe cuando entra Katy por la puerta, lleva un sencillo vestido blanco largo, su pelo castaño lo trae en un moño alto, definitivamente ella salió más a Arthur que a Nico, quien primero muerto que verse con tan sencilla vestimenta.

Ella mira confundida a todos, un poco cohibida por el ambiente.

-hola tío Claude, tío Lucian- mi esposo le devuelve el cabeceo en forma de saludo- ¿Qué fue lo que paso?-

Suspiro con nostalgia mientras Lucian explica, exagerando a mi parecer, los acontecimientos. Katy, la hija de Nico, ya es toda una mujer, no queda nada de la pequeña que solía aventarle el desayuno a la cara de Arthur, o que se colgaba de las faldas de su madre. Nico hizo su mejor trabajo cuidando a sus hijos, Katy ahora es la sanadora más importante de todo el clan y Hugo, copia de Arthur, es un gran soldado. Lamentablemente para mi amigo, la soledad gano en él, y hace ya diez años Nico cerro los ojos por última vez, muriendo en un tranquilo sueño.

Yo y Katy lo encontramos, una mañana, con el pelo rojo siempre corto, surcado de algunas canas, su cuerpo enfundado con un vestido rojo vino que hubiera echo rabiar a Arthur por las seguras miradas que recibiría, los pies descalzos, y el rostro, su hermoso rostro mostrando una sonrisa de total paz.

Regreso de los recuerdos cuando las gentiles manos de Katy bajan la sabana, les pide a mis hijos salir de la habitación, ellos  obedecen.

-necesito que te quites el vestido tío Claude- asiento suavemente y ayudado por Lucian el vestido sale por mi cabeza, Lucian corre a cerrar las cortinas al ver los temblores de mi cuerpo-recuéstate-

Con cuidado me dejo caer, la mano de Lucian envuelve la mía reconfortándome.

Las manos de Katy se mueven con habilidad y seguridad, presiona a los costados de mi vientre, incomodándome. Sigue por mis pezones que para mí vergüenza ya están creciendo, llenándose de leche, mi rostro arde mucho.

-ya te puedes vestir- ella se aleja y saca de la bolsa que cuelga de su hombro un pequeño cuenco junto algunos frasquitos, vacía las yerbas de los frascos en el cuenco y empieza a moler. Yo aprovecho para envolverme con la colcha, Lucian ocupa un lugar a mi espalda, yo gustoso me acurruco contra él.

Katy recoge la masa verde que se formó con una cuchara de madera. Yo me acerco aún más a Lucian cuando noto las intenciones de la castaña.

Para mi terror Lucian me apresa desde atrás rodeando mi cuerpo con sus fuertes brazos.

-quieto Claude- me tenso cuando el asqueroso olor a medicina llega a mi nariz, niego con la cabeza- si lo tomas esto terminara más rápido-

Aprieto la quijada lo más que puedo, negándola a abrirla. La grande mano de mi esposo me aprieta las mejillas, tanto que duele, no aguanto mucho y siento el horrible sabor invadir mi boca.

*Lucian*

El mal humor disminuye un poco al ver el comportamiento de mi esposo, que ahora parece un niño berrinchudo, con la cara enterrada en mi pecho mientras hace muecas de asco.

Le acaricio la espalada intentando consolarlo, pero él me mira con los furibundos ojos dorados mientras me jala el vello del pecho sacándome un mueca.

-¡me los vas a arrancar!- el brillo dorado me hace decir que eso es lo que quiere.

Una risita discreta nos hace recordar que no estamos solos, la hija de Arthur se cubre la boca con las manos intentando acallar su risa.

Un poco avergonzado me acomodo en la cama, aun con Claude en brazos le hago una señal a Katherine para que hable.

Ella asiente volviendo a la profesionalidad.

-todo va bien con el embarazo, como ustedes suponían hay más de un cachorro, no puedo asegurar cuantos, pero por lo menos serán gemelos-

-pero las náuseas, no habían durado tanto ni con tantas fuerzas- replica Claude bajito, como si no pudiera escucharlo.

-no todos los embarazos son iguales- explica pacientemente- lo más probable es que pasen dentro de unos meses, aparte de eso te encuentras en perfectas condiciones tío Claude-

-gracias por todo Katy- mi esposo le regala un tierna sonrisa que me derrite el pecho.

Katy se despide de mí con un cabeceo para seguidamente salir de la habitación.

No pasan ni cinco minutos cuando mis tres hijos, junto a Laurence aparecen en la puerta.

Steven se lanza asustado a los brazos de su papá. Él lo coge en brazos y le susurra palabras tranquilizadoras, Maxwell se queda un poco más apartado.

Trago saliva al notar como los inquisitivos ojos de Claude pasan de mi  a Milan y Laurence.

Definitivamente mi esposo es hijo de un demonio.

 

 les dejo esto aqui porque se que muchos no leen lo del principio(yo misma aveces no lo leo *-*) ¿quieren que suba una lista de los personajes con sus caracteristicas? si es asi diganmelo, ya lo tego echo pero no me decido a subirla.

Notas finales:

¡Gracias por leer!


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