La muerte es algo inevitable para todo ser... no es mala, tampoco es buena, solo es, llegar por las personas por las que tiene que venir, y se aleja de las que no deben irse.
-¡HYOGA!- gritó el castaño a su novio rubio que estaba en la camilla de parto. Tenía los ojos azules cerrados y su respiración entrecortada. Las enfermeras le permitieron el paso y corrió hacia el. Tomó su mano derecha entre las suyas y la apretó con fuerza mientras le besaba toda la cara con mucho amor. -te amo tanto- entonces, escuchó lo más bello que se podría haber imaginado. El llanto de el primer hijo de Hyoga, volteó a ver al bebé que estaba en manos de una enfermera, tenía los cabellos rubios justo como su padre, pero la piel era algo más canela como la de... el violador.
-¡IKKI!- gritó Shun desde el pasillo mientras buscaba a su esposo, tenía algo de prisa.
-¿qué pasa amor?- apareció detrás de él, tenía entre sus manos una caja con chocolates.
-tengo malas noticias-
-¿qué?-
-Hyoga acaba de dar a luz-
-mierda-
-tendremos que hacer algo- Shun estaba decidido, su cara tierna era la misma, pero las acciones eran diferentes.
-¿por qué?-
-esto es simple Ikki, Hyoga en este momento nos odia, y seguramente lo hará durante toda su miserable vida... pero, hay una forma en la que podrá cobrar venganza, y eso es si se sabe que ese hijo es tuyo-
-¿qué tendría que ver que fuera hijo mio?-
-ay hermano, te amo tanto... que si decide sacar eso a la luz, podría pedir muchas cosas de tí, y no afectaría en nada ni a ti ni a mi, pero, cuando mueras, el niño va a querer su parte de la herencia, y se las arrebatará a nuestro bebé-
Al día siguiente...
Hyoga estaba recostado en la camilla del hospital, faltaban pocos días para que lo dieran de alta, pero solo sería alta médica, después de todo, estuvo muerto algunos segundos. Su bebé estaba entre sus brazos y este le daba una mamila.
-te adoro- habló con los ojos algo cristalizados, no sabía cómo era posible que de la peor forma de creación, salió algo tan perfecto.
-toc toc- se escuchó en la puerta, en esta se encontraba Seiya con un enorme ramo de rosas.
-Seiya- susurró al verlo ahí parado, no tenía duda, aquel que alguna vez fue su mejor amigo, se estaba ganando el título de gran amor.
-esto no es posible- susurraba Shun mientras entraba al comedor junto con Ikki, ambos con la rabia latente en sus caras, el peliverde tenía un periódico en la mano. -¡esto es injusto!, ese bastardo es tuyo, podemos reclamar- aventó el periódico sobre la costosa mesa de madera.
-no podemos hacer eso, porque me mandarían a la carcel al enterarse de la violación-
-¡pero no es justo!, ¡ese maldito niño tiene que irse!- salió de la habitación seguido de Ikki el cual pensaba "el embarazo le ha cambiado los sentimientos de golpe". En el periódico se podía leer.
"Recientemente nos hemos enterado de la nueva adquisición de la familia Kido, un pequeño bebé nacido el día de ayer a las 11:50 pm, volviéndose el nieto mayor del magnate Mitsumasa Kido, recientemente muerto, el se volverá el portador de todas las riquezas habidas y por haber de la familia Kido".
-¡esto no se quedará así!- gritaba Shun mientras bajaba con una maleta cargada de cosas, Ikki iba igual que el cargando dos maletas, salieron por el jardín principal -¿sabes que es lo peor?, ¡no es que te metan a la carcel!, ¡es que se darían cuenta de que yo sería tu amante ya que mi hijo sería el bastardo ya que sería el segundo!- Entró al auto y azotó la puerta del piloto. Ikki guardó las cosas en el elegante Bugatti type 57 ventoux, era color negro con verde, la mezcla perfecta. Se subió al lado del copiloto y Shun no esperó a que cerrara la puerta para apretar el acelerador y salir del terreno de la mansión.
Shun llevaba un gorro de piel color negro al igual que un abrigo, sus guantes blancos resaltaban con todo el conjunto. Ikki tenía un abrigo color café al igual que un gorro igualmente de piel café. El peliverde conducía a toda velocidad el auto por toda la ciudad, esquivaba autos, se iba en sentido contrario... todo lo que no se debe de hacer. Todo para llegar a un punto final. "Hospital General de Tokio".
Salieron los dos hermanos con clase y elegancia y entraron al hospital. Todos se les quedaban viendo, sobre todo por el parecido, sin contar que uno de ellos esperaba a un bebé e iban tomados de la mano.
-buenos días señorita, busco la habitación de Hyoga Novikov-
-... solo pueden pasar familiares y amigos-
-somos amigos-
-¿me pueden dar sus nombres por favor?, necesito anotarlos-
-claro, somos Shun e Ikki...- ella los observó con el seño fruncido.
-hagan el favor de salir de aquí, el señor Novikov especificó que ustedes dos no entraran-
-pero...-
-lo lamento señor, órdenes son órdenes-
Ikki se iba a dar por vencido cuando...
-escúchame bien cariño, tú nos dejarás entrar a mi esposo y a mi a ese lugar cueste lo que cueste, tengo que ver a ese niño para verificar que no planee arruinar mi vida perfecta-
-lo lamento señor-
-a ver... ¿cuanto quieres?- sacó una chequera de su bolsillo junto con una pluma. -¿esto es suficiente?-
-añádale otros 4 ceros y estaremos bien-
Shun la fulminó con la mirada.
-bueno, está claro que las personas en este lugar no tienen sentido de la descencia- decía mientras llenaba el cheque con los 4 ceros extra que quería aquella mujer. Se encargaría de ella más tarde.
Seiya y Hyoga estaban acurrucados en la cama, ambos tenían al bebé entre sus brazos. Los dos mayores se dieron un dulce beso en la boca.
-oh, esta imagen es enternecedora... me dá asco- comentó Shun desde la puerta sobresaltando a todos en la habitación.
-fuera de aquí Shun, especifiqué que ni tú ni el engendro de tu hermano podían entrar-
-ay Hyoga, deberías entender algo, todos tienen un precio-
-¿qué es lo que quieres?-
-solo quiero que me hagas una promesa... es todo lo que pediré y me iré de aquí-
-¿qué es?-
-tu hijo no puede aceptar la herencia Kido-