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Érase una vez… por Doki Amare Peccavi

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Notas del capitulo:

 Dereck G de Sehamforash ¡Gracias por el apoyo!

Cap. 2: En un reino hermoso

 — ¡Lohann está siendo torturado...!

—    ¿Lohann? —  Cuestionó el príncipe algo cohibido, aún se sonrojaba si ella le hablaba, una semana había pasado, su padre estaba más muerto que vivo, sería imposible que se recuperase, motivo suficiente para adueñarse de la habitación real, esa que hacía años compartió su padre con su madre.            

— El eremita ¿Crees que es justo?

— Mató hace años a mi madre y por poco y lo hace con el rey —  Ella se sentó a lado del príncipe, comenzaron a desayunar mientras la discusión continuaba — Creo que no hay castigo suficiente que le haga pagar su osadía.

— No está sólo encarcelado, le maltratan, entre varios guardias le golpean, he escuchado que piensan practicar técnicas horrorosas con su cuerpo mientras pones fecha a su muerte.

— Eso no es verdad — Creería cualquier cosa que su prometida le dijese pero los hombres de su reino no eran merecedores de su duda. —  Nadie en este reino sería capaz de eso... 

— Si no detienes esto yo— Degustaban de sus alimentos, ella puso una pose firme y le sentenció en susurro — ¡No corresponderé como tu mujer si no detienes esto!

 —Pero... 

 — No dudes de lo que yo te estoy diciendo — Samanta la princesa de un reino cercano;  era bonita, pero fría y manipuladora, el título de "castidad" le quedaba grande, todos menos  Zéphy sabían de sus antiguos amores pero nadie había querido decir nada, el príncipe de orbes juguetonas y sonrisas inagotables había decidido contraer matrimonio antes de que su padre muriera, Zéphy se había atrevido a pedir en matrimonio a esa bonita princesa, ni lo sospechó, los padres de Samanta habían aceptado inmediatamente, ella de igual manera, creyó que sería por la buena imagen que su reino tenía y por su buen porte.

 

.*.

 

Hechizo al príncipe Zéphy y mató a la Reina el día del bautizo de nuestra majestad, dejó pasar dieciocho años y después de eso se dedicó a robar las joyas y tesoros que en la torre del castillo habían, en un intento por detenerlo y por proteger la valiosa copa de oro, el Rey espero a que el eremita llegara; demasiado ingenuo, creyó que podría detener el sólo a un mago oscuro.

 Sufrió heridas demasiado graves, los remedios no servían de nada, el Rey estaba muriendo,  mucha gente fue hacia la casa del eremita, le golpearon y humillaron y a pesar de todo el eremita nunca habló, "una burla que era eso de no hablar"; pensaron las demás personas, nada más alejado de la realidad, lo cierto era que el eremita estaba muerto de miedo, motivo por el cual ni se movía ni hablaba, tenía miedo, nadie lo notó, pero tenía miedo, el Rey estaba muriendo...  él había casi asesinado al Rey.

 La declaración del príncipe fue la primera pero no la última, después de las palabras del ministro vinieron muchas más historias, culpaban al eremita de robos, de mala suerte, de actos atroces; historias recién hechas y otras modificadas, entre tantos mancharon más su imagen, nadie le defendió, nadie quiso hacerlo, nadie sabía más... sólo  quien tenía un trozo de la historia verdadera era la futura reina, Samanta, y a pesar de saber que muchos mentían, no dijo nada, sólo de vez en cuando viraba su mirada y con lastima observaba al eremita.

 Muchos dijeron que el acusado la tenía amenazada con magia negra, otros que el príncipe le había prohibido declarar — No sabían que nadie le prohibía algo a Samanta — fuera cual fuese la verdad, la decisión ya estaba tomada, y su declaración no afectaba mucho pues ya todo el reino tenía por lo menos una queja de aquel eremita, si no le declaraban culpable y le encerraban seguramente el pueblo le mataría por cuenta propia.

 Aquel día de juicio fue el último en el que Zéphy mencionó al eremita, abandonó la corte tan entusiasmado con su matrimonio, que olvidó poner fecha a la muerte del castigado. Los guardias de la celda ni se preocuparon por ese pequeño descuido, cobrarían a los ciudadanos por entrar y ver al eremita o mejor aún, un poco más para quién desease torturarle. Era por supuesto, el mejor de los negocios creados.

«que sufra en su vida lo que nos ha hecho sufrir a todos» — Decían la mayoría de las personas — al matar a la reina Justine, al atentar contra el Rey Jacob.

 Los azotes para el eremita eran  un secreto para el nuevo rey, los castigos físicos estaban prohibidos en ese reino.

 

.*.

 

 Bien, su príncipe era lento, tendría que arreglárselas para poder ayudar a ese eremita maltratado.

 Por la tarde... el padre de Zéphy murió, lloraron las mucamas, los guardias y los ciudadanos del reino. Todos estarían velando el cuerpo del Rey muerto, excusa perfecta: "La futura reina indispuesta, lamentaba la muerte del Rey, tanto, tanto que por salud propia había decidido no asistir a su despedida."

Con un excelente disfraz que nadie notó, la futura reina entró al calabozo, más allá, en las cloacas, se deslizaba con gracia y agilidad.

 — Lohann ¿Estás ahí?— Sólo una pequeña rendija por la puerta de madera— Soy samanta 

— No lo eres, tú eres... ¿Brynt?— El eremita no intentó ponerse de pie, estaba demasiado herido así que trató de hablar claro y fuerte— ¿Qué haces aquí?

 — Vengo a decirte que el Rey Jacob ha muerto, me he casado con Zéphy, ahora todo será más fácil para ti, te ayudaré a salir. Todo estará bien. 

— Aunque salga de este lugar, no tengo a donde ir...  

 — No te preocupes yo me encargo de eso, Zéphy resulto ser más idiota de lo normal, si te hago pasar por uno de los sirvientes no se dará cuenta — Afirmó la Princesita, el eremita sonrió, pero que tonterías hacía esa persona, arriesgarse tanto por él. —  Si entras al palacio podrás... acercarte a él, eso es lo que más deseas ¿No? recuperar lo que es tuyo.

 

.*.

 

  Zéphy se encontraba escuchando la misa que le dedicaban a su padre, Rey de fama y renombre, hubiese sido bueno, pensó, que para él la imagen de su padre estuviera intachable. No era así; aparentaba ser, mentiroso que era y muy tramposo por cierto, no sabía el porqué, no le interesaba, ahora que había muerto mucho menos, estaba de más pensar en él.

 La sonrisa en su rostro nunca se borraba  ¿Era una maldición... una marca del destino?, por ese motivo habría querido ocultarlo, pero nada de eso podía hacer, eran normas, erguido hasta que todo terminase. Lo resistiría, todo por un final grato. Ahora él crearía un reino maravilloso, había escuchado hablar muchas veces a su mucama, hablaba sobre su madre, esos momentos de gloria en donde las posiciones y los títulos no importaban.  

 Después de los honores del primer Zéphy recibió la noticia. "El ermita había desaparecido" el pánico por el pueblo, temieron la sed de venganza y lo que les esperaba en respuesta a todas las vejaciones y burlas arrojadas dentro de la mazmorra.

 

«Futuro Rey, ayúdenos, encuéntrelo, haga algo… su muerte es nuestra única salvación»

 

♥ ¤°.¸¸. ·´¯`» Doki Amare Peccavi «´¯`·.¸¸. °¤ ♥  

 

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«.·°·.*.' Muerte de Rey, Princesa traidora, Zéphy sonríe ‘.*.·°·. »
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