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Érase una vez… por Doki Amare Peccavi

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Cap.  4:  Un eremita de ensueño.

 

No lo hubiese pensado antes, tampoco lo deseaba: Su mano sostenía de forma fuerte los cabellos del rey, esos que se revolvieron en algún momento con la corona real.

 

— ¿Sigues sin recordar nada?— Cuestionó el eremita a Zéphy  y el nuevo Rey hizo un intento fallido por bajar la mirada, aún sin entender lo que ese gesto significaba realmente. — No te compro esta versión, mi Rey… — Y arrojó con un movimiento, el cuerpo del soberano hacia una de las paredes.

 

Sin decir nada más el eremita salió de la habitación, del otro lado de la recamara se encontraba un exasperado Brynt, vestido de gala para la cena que darían al anochecer.   Lohann sólo negó con la cabeza, sabía lo que su amigo le preguntaría

 

— En verdad me está cansando...

 

 — ¿Te está cansando? ¿Y cómo crees que me tiene a mí? Tengo que pasar todo el día a  su lado, escuchando sus murmullos y soportando la sonrisa cada que me mira.

 

— Cualquier lugar es mejor que una mazmorra, no sé cuál es el problema contigo. — Dijo levantando su rostro de forma orgullosa. — No deberías de ser tan blando con él.

 

— Brynt— Llamó seriamente el eremita— Comienzo a temer; que esté diciendo la verdad y que no sepa nada de la botella.

 

—  No... Lohann no vuelvas a pensarlo, eso es exactamente lo que quiere hacernos creer, no te dejes engañar por unas cuantas lágrimas y suplicas; estoy seguro de haber escuchado a su padre hablar de aquello.

 

— ¿Puedes asegurarlo?

 

— Lo juro — Sentenció él e hizo un último gesto de aprobación antes de colocar la peluca sobre su cabello, las joyas le elevaban en distinción pero era Brynt quién tenía el porte de un soberano,  tuvo que aceptar el eremita que ese jovencito no le pedía nada en gracia a su hermana. — Será mejor que regreses a vigilarlo, más tarde mandare comida para que te alimentes.

 

— Ten cuidado. — «Ella» Asintió y sonrió al eremita con coquetería… mientras se alejaba simulando ser la reina; el vestido de holanes le lucía a la medida y el corcel daba dotes que su fisionomía natural no tendría. Lohann río por lo bajo, con aquellos encantos Brynt era una bizarra quimera.

 

.*.

 

Bastó sólo unos segundos para notar aquella oportunidad de oro, escuchó al Eremita salir de la habitación Zéphy de pie, con bastante dificultad pudo sostenerse con ayuda de la pared, temblaban sus manos, su cuerpo estaba agotado y su vista cansada, gozó al dar el primer paso, sus pies también dolían; deseaba tanto salir de aquella circunstancia. ¿Por qué justo a él le ocurría aquella horrorosa situación?

 

Caminó hacia el balcón, jaló de las puertas de madera que cubrían la habitación de los rayos del sol o los vientos violentos… intentaron de todas las formas posibles desamarrar sus manos para poder abrir las puertas pero no lo lograba. Los brazos hormigueaban intensamente. — Maldición… — Recargó su espalda en la puerta del balcón, empujando desesperadamente al mismo tiempo que intentaba deshacerse del amarre.

 

«La última oportunidad de tu vida»

 

Tronó la madera de la puerta, Zéphy empujó más fuerte; después de todos aquellos días de desesperación lograba ver en un momento la luz del día que dañó intensamente sus ojos. 

 

.*.

 

Cada que caminaba por el pasillo y miraba los arreglos decorosos de oro pensaba en el buen gusto que el rey anterior tenía y del que Zéphy carecía totalmente, Brynt se dirigió a las escaleras y con aquel exagerado y ampón vestido blanco, bajó con el rostro en alto, enorgullecido de lo perfecto que se marcaban unas curvas inexistentes bajo aquellas telas.

 

Pisaba apenas con ruido la alfombra roja que guiaba su destino hasta el salón principal, pero en vez de emprender el camino hasta la sala de baile, Brynt se dirigió a la cocina en donde siempre resaltaban aún más las prendas que llevaba, para el burgués disfrazado era bastante claro como las cocineras le miraban con recelo, añoraban poder tocar en algún momento de su miserable vida las telas hermosas que vestía… era tan espectacular todo aquello.

 

— Lleva un buen banquete a la habitación de rey, uno digno de mi — Ordenó a la cocinera jefa, quién tras un falso asentimiento de respeto, apartó la mirada deslumbrada de la «Reyna Samanta». 

.*.

 

— ¿Zéphy? Maldito Rey estúpido. — El eremita comenzó a espantarse, había salido de la habitación poco tiempo, no era posible que el maldito pudiera salir, no había otro lugar para escapar, abrió el gran ropero donde se encontraban las prendas reales; no estaba ahí, buscó debajo de la cama, detrás de las grandes cortinas, incluso salió al pasillo para verificar que no había salido, buscó en todos lados, en cada rincón de la habitación y no lo encontró, si alguien le veía estarían en grandes problemas, tanto el cómo Brynt.

 

.*.

 

No había ninguno de sus sirvientes rondando por el lugar, miró hacia ambos lados, nada ahí le facilitara las cosas, y el hecho de que sus manos estuviesen atadas complicaba todo, una ráfaga de viento no prevista y la puerta del balcón se cerró de nuevo...

 

— No... — Dijo al escuchar la puerta de la recamara abrirse, seguro que por intentar escapar tendría problemas...

 

.*.

 

Salió de la habitación de los recuerdos en el palacio, un gran saco negro entre sus manos, pesaba demasiado pero valía la pena por el contenido, sólo tendría que ir a la habitación para recibir los alimentos para Johann y entregarle lo que había encontrado, subió las escaleras con un poco menos facilidad con la que había logrado bajar, sin duda, en esos momentos ese tipo de vestidos le complicaban la existencia, no le desagradaba tener que vestir así pues en ocasiones, como la de hacia unos momentos, era divertido ver como nadie notaba la diferencia entre él y Samanta.

 

.*.

 

El eremita escuchó un ligero ruido afuera en el balcón, cuando enfocó su vista pudo ver una sombra, era el maldito rey, se dirigió hacia la puerta del balcón, estaba a punto de abrirla cuando escuchó que abrían la de la habitación.

 

Brynt llegaba con una sonrisa en labios, ese vestido ampón estorbaba demasiado para poder llevar libremente el saco negro que llevaba entre sus manos.

 

— Vas a amarme por esto, he encontrado un montón de cosas del rey, estaban en la habitación de la reina.

 

— ¿Sí? — El eremita le miraba anonadado, Brynt frunció el ceño al notar algo sospechoso.

 

— ¿Qué ocurre? — Porque le conocía desde hacía mucho, era imposible que no detectara aquel brillo en los ojos de Johann, ese que se formaba cuando algo le preocupaba demasiado. — ¿Qué has hecho? — Observó detenidamente cada detalle en el eremita sin detectar lo que pudiese estar ocurriendo, hasta que su atención se desvió hacia la habitación; la cama, el gran ropero abierto… — ¿En dónde le has dejado, qué le has hecho? ¡No me digas que te has atrevido a…!

 

— Está afuera, en el balcón — Interrumpió el eremita con fingida quietud.

 

— ¿Cómo has podido? — Lohann señalaba de forma descuidada en dirección al ventanal y Brynt

 

— Esta afuera en el balcón... Dijo con fingida tranquilidad el eremita...

 

— ¿Qué...?

 

— Porque es horroroso tener que estar en la misma habitación que él, no imaginas cuanto— Mintió para ocultar su descuido —Por eso decidí que lo mejor era sacarlo un momento para no tener que verle...

 

— ¿Eres idiota? —Dejó caer el saco al suelo y abrió la puerta del balcón, con ninguna delicadeza tomó del brazo al asombrado Zéphyr, que había escuchado hasta ahora toda la conversación y le hizo ingresar de nuevo  — ¿Sabes lo que hubiese pasado si alguien le veía?

 

Los ojos turquesa del eremita y los azul cielo de Brynt chocaron, los dos se veían con enojo, y de pronto alguien tocó a la puerta, Lohann tomó a Zéphyr por la muñeca y lo pegó a su pecho para que ocuparan menos espacio detrás de la puerta y así quedar ocultos en el momento en el que Brynt abriese la puerta.

 

Demasiado juntos...

 

 —Su majestad, la merienda que pidió... — Dijo la mucama de la reina mientras hacia una reverencia y entregaba la bandeja de plata con los alimentos, la reina la tomó entre sus manos, la sirvienta no se movió, esperaba a que "Samanta" le diera una nueva orden...

 

— Márchate ya... — Fue lo único que dijo Brynt.

 

El eremita y Zéphyr salieron de "su escondite" Brynt ni siquiera miró al más alto, sólo se dedico a hablar

 

 — Hay comida para ambos, en el saco hay ropa para que te cambies y no tengas que estar con esa capucha todo el día, no te hará ningún mal usar alguna prenda decente, no puedes estar en el palacio con estas prendas, alguien podría verte — No recibió alguna respuesta por parte del eremita, exasperado salió con su pomposo vestido sin decir nada más

 

Cuando Brynt se marchó el eremita se dirigió con pasos lentos hacia el Rey y éste le miró con temor, y aun así su posición era desafiante.

 

—  ¿Qué demonios pretendías? ¿Escapar? — Cuestionó de forma burlona

 

—Yo.... — No supo que decir, visiblemente sus sentimientos, el temor dominaba en él...

 

— Miedoso, no te atrevas a hacerlo de nuevo — Sin decir nada más se alejo de Zéphyr tomó entre sus manos el costal con ropa, la observo y una sonrisa se curvo en su rostro a simple vista era ropa cómoda, sin ningún tipo de inhibición se deshizo de la capucha, ante los ojos de Zéphyr, un chico de piel albina, cabello grana y sus ya conocidos, ojos turquesa...

 

—  ¿Tú eres el eremita? Cuestiono Zéphyr sin querer...

 

— No idiota, soy su gemelo... — Dijo de forma irónica, Zéphyr frunció el ceño por la respuesta que recibió, pero aún así no pudo separar la vista del cuerpo del eremita ¿Si él era el eremita porqué todos hablaban de él como si fuese un viejo?

 

— No puedes ser tú el eremita — Zéphyr le miró incrédulo. ¿Cómo alguien que había hecho tanto daño en el momento de su nacimiento podía mantenerse así de joven? — Y si lo eres… haces uso de la magia a tu favor.

 

Lohann, consciente de la confusión de Zéphyr, se acercó hasta donde el rey estaba arrinconado, tomó con delicadeza su barbilla.

 

— Si que lo hago…

 

— Que despreciable eres, alguien como tú no debería… —

 

El eremita había iniciado un beso.

 

.*.

 

 

... lo recordó, no había cerrado con llave su habitación, apenas caminaba hacía el jardín y sus pasos titubearon. No merecía Lohann que se  preocupase por él después de esa idiotez cometida pero… tampoco podía arriesgarse, Brynt bufó por lo bajo y regresó su paso hasta la habitación del rey.

 

 

♥ ¤°.¸¸. ·´¯`» D. Amare Peccavi «´¯`·.¸¸. °¤ ♥

 

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«.·°·.*.' Apártame de esté lugar, tengo miedo de escapar... ‘.*.·°·. »
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