Mientras tanto el rubio terminaba de preparas onigiris, con la palabra “amo” escita con algas marinas, se separó de su creación y los contemplo.
Sintió como sus mejillas ardieron.
Su “amo “estaría a punto de venir…
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Cuando Zoro al fin llego al condominio en donde él vivía, presiono el botón del ascensor, espero y subió a él.
Para su mala suerte, estaban las putas perras zorras, o, mejor conocidas por los chichos jóvenes del condominio como las “ppz”, un grupito de chicas regaladas a cualquier hombre que se les acercara.
Y Zoro era uno de sus preferidos.
El silencio perduro por doce pisos, en los cuales, las chicas miraban- para nada discretas- el paquete del moreno, relamiéndose los labios de vez en cuando.
Zoro, simplemente se sentía asqueado, solo quería llegar al departamento y tirarse a su cocinero, hasta que no pueda levantarse.
Cuando por fin llego a su piso, salió del ascensor, casi de inmediato.
Camino hasta llegar al frente de su puerta, metió una de sus manos al bolsillo de su polera, y busco la llave.
Mierda…
No estaban.
Solo se encontraba en el bolsillo su celular, y las lleves de su moto.
Bueno tendría que tocar la puerta, tendría que aceptar la patada de Sanji por desconcentrarlo cuando cocinaba.
Toco la puerta, y espero
La puerta se abrió, lentamente.
Justo cuando el mayor iba a abrir la boca para excusarse…
Apareció el rubio con la cabeza gacha, y aunque intentando, cubrirlo un fuerte sonrojo se colaba en sus mejillas.
Se encontraba mirando el piso, y la minúscula falda-que no llegaba más que a los muslos-se alzaba más a un dejando a la imaginación una deliciosa visión.
Zoro se creyó morir, el cocinero, ¡Su cocinero!, estaba con un disfraz de maid, y ¡solo para él!
Su miembro, que antes de llegar al departamento ya se encontraba endurecido.
Dio un sorprendente tirón, haciendo que el moreno gimiera bajamente por el dolor que le causo.
-Sanji –murmuro el mayor, a un sin darle crédito a lo que veían sus ojos.
-Z-Zoro-sama-susurro el rubio con un claro tono de sumisión y vergüenza.
¡Entonces si era verdad!, el cocinero estaba hay parado con ese traje, dispuesto a hacer cualquier cosa que le pidiera.
-ven- le agarro la mano condiciéndolo al sofá.
El rubio, avanzo detrás de él, con una pequeña sonrisa, le encantaba esa parte de su marimo.
Zoro se tiro al sofá. Sentando a Sanji en su regazo.
El rubio volvió a sonrojarse, Zoro poso una de sus manos en su cintura, abrazándole delicadamente.
-¿me has hecho algo de comer?- esa pregunta, se podía entender de varias maneras, pero Zoro sabía que el rubio se tomaba eso muy enserio, y era verdad, si tenía hambre.
El rubio solo asintió.
Se soltó del agarre y camino hasta la cocina, una vez que llego a ella.
Respiro y luego suspiro, pues claro, el marimo se encontraba excitado.
Y él lo aprovecharía al máximo.
Volvió a suspirar, tomo la bandeja y volvió a caminar hacia la sala.
El peliverde miraba la pantalla en un punto fijo, como si estuviera perdido, en sus pensamientos, claro.
Sonrió, camino hasta llegar al frente del marimo, que también sonrió
Sanji estiro sus brazos, y bajo un poco la cabeza-
“amo” término de leer Zoro, quien luego de unos cuantos segundos, sonrió ampliamente, el cocinero se había esforzado esta vez, alzo su vista y el rubio tenía un suave color rosa en sus mejillas.
-dame- ordeno.
El rubio alzo la vista por unos momentos y agarro un onigiri, poniéndoselo delante del marimo
-así no- murmuro el peliverde
Sanji lo miro alzando completamente la mirada, pensó unos segundos, y mordió el onigiri, hace tiempo que había hecho algo parecido, no sabía si eso era lo que quería su pareja.
Pero tampoco le importaba.
Comenzó a masticarlo, y se acercó abriendo un poco su boca, dejando a la vista- por atrás- su trasero
El peliverde gimió solo con esa acción del rubio, recibió la comida que este le ofrecía.
-delicioso- el rubio se sonrojo-me gustó mucho Sanji…
El mayor abrió la boca, indicándole lo que el rubio tenía que hacer.
Luego d a ver repetido el proceso varias ocasiones, solo quedaba una masa de arroz en el plato, Sanji estiro sus manos, para que el peliverde lo cogiera.
Zoro agarro delicadamente el onigiri, este decía algo diferente “marimo-sama”, el mayor se carcajeo, y mordió, por su cuenta la maza de arroz que le ofrecía el rubio.
Luego de ya haberlo terminado, estiro su mano y jalo al rubio logrando que terminara sentado a horcajadas arriba de sus piernas.
-hay algo en lo que me puedes ayudar-el mayor sonrió de medio lado.
Comenzó a mover sus caderas, contra las del rubio, en un movimiento de vaivén, la entrepierna del rubio reacciono ante esa acción.
-z-zoro-sam-el rubio no termino ya que el peliverde atrapo sus labios en un beso demandante, a lo que él solo pudo abrir la boca.
Sin duda el peliverde lo disfrutaría y mucho.
TO BE CONTINUED