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We Found Us por MeiSkaat

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Capítulo II

 

Encerrado en su habitación desde hace tres horas, Bill caminaba de un lado al otro intentando procesar todo lo que su madre le había dicho. Su hermano…¡vivo!

-          Tú no me puedes estar diciendo esto – Bill se levantó de la silla y caminó para servirse un vaso con agua. Sus manos temblaban. Todo su cuerpo temblaba – Mi hermano ¿Tom?  ¿¡POR QUÉ!?

Vagos recuerdos de la conversación se filtraban en su mente. Continuaba caminando por su habitación mientras intentaba con sus manos aplacar ese terrible dolor de cabeza que lo aquejaba.

-          Yo no sabía nada, hijo. Tu abuelo fue capaz de ocultarlo durante todo este tiempo. Todo este tiempo de mentiras…yo no…

-          ¡ES MI HERMANO, MAMÁ! – Lanzó el vaso de vidrio al suelo, rompiéndolo. Su madre saltó en su silla - ¿Cómo pudo haber sido capaz? ¿Qué pretendía? ¿Castigarnos porque decidiste separarte de él? ¡MENUDA MIERDA!

Con un grito implacable lanzó contra la pared cualquier objeto que encontrara al alcance para finalmente lanzarse a su cama.

-          Tom está vivo. Tom… tantos años perdidos. ¿Por qué? ¿Qué es lo que ocurrió? ¿Por qué lo ocultó?

Tantas preguntas en la cabeza y tanta tensión hicieron que Bill se quedara dormido al poco tiempo.

El sol iluminaba la habitación del muchacho quien, aún sorprendido por la noticia, miraba hacia la calle mientras otra vez caía en cuenta de lo que ayer había sucedido.

-          ¿Q-Q-QUÉ? – Georg se atragantó con un pedazo de fruta que intentaba comer - ¿Cómo es posible que hayan podido…?

-          No lo sé, Georg. No lo sé. Lo único que sé es que llegan en cinco horas. En cinco horas se sabrá absolutamente todo y, claro, mi vida empezará de cero con mi hermano.

-          Bill – Georg se acercó lentamente a su novio, abrazándole por la espalda – Te diría que entiendo cómo te sientes pero no puedo, sería sencillamente imposible pero solo quiero que sepas que estoy contigo en esto y que todo lo que necesites de mi te lo daré o lo haré. Solo quiero que salgas bien de esto.

El delgado y frágil cuerpo de su novio comenzó a temblar ligeramente. Georg lo sabía: Bill estaba intentando no llorar.

-          ¿Ayer te desahogaste? ¿Lloraste? – Le preguntó.

-          No, no le voy a dar el gusto a mi abuelo de…

-          ¿Por qué siempre piensas que el llanto es “darle el gusto a quien lo provoca”? ¿Por qué no lo ves como una forma de escape? Ahora sé que quieres llorar. Hazlo.

-          ¿Para qué? – Bill se soltó del abrazo de su novio – Sé que si empiezo ahora jamás pararé. Qué caeré al suelo y lloraré como un niño. Me quebraré, es como si muriera y yo…

-          Pero resucitarás después de ese llanto habiéndote quitado ese peso que te oprime el pecho – Bill y Georg se sentaron al pie de la cama. – Vamos, amor… déjalo salir.

Tomó una de las manos de Bill y con su otro brazo rodeó la espalda de éste abrazándolo. El abrazo de Georg siempre era liberador, cálido. La respiración del menor comenzó a agitarse, y cerrando fuertemente los ojos lanzó un grito ahogado que luego se convirtió en llanto.
Tanto él como Georg lloraron por largo rato. Georg nunca se soltó de Bill hasta que ambos por fin controlaron el momento. Al soltarse, Georg tomó suavemente a Bill del mentón y depositó sus mejores besos.

-          Te amo, Bill.

Se quedaron ahí sin darse cuenta de la hora.

-          La hora… mierda – Dijo Bill viendo el reloj en su celular – Son las seis de la tarde.

-          Y eso significa que…

-          Ya vienen…

La pareja salió lentamente de la habitación con dirección al primer piso, donde ya estaba Simone lista para recibir a los dos viajeros, quienes habían recibido ya las indicaciones de cómo llegar a casa.

-          Buenas tardes – Saludó cordialmente Georg – Es mejor que me vaya. Este es un asunto familiar.

-          Georg, no… - Bill lo tomó fuertemente de la mano.

-          Amor… - Georg lo miró fijamente a los ojos mientras hablaba en voz baja – No puedo estar aquí ahora… pero para cuando me necesites solo llámame que estaré aquí en un santiamén. Te amo.

-          Está bien Georg – Simone respondió – Gracias por estar aquí.

-          Un placer – Le respondió amablemente.

Los minutos se hacían horas. Era una espera interminable hasta escuchar el timbre avisando que ya estaban ahí, que el destino estaba a punto de cambiar… y llegó el momento. Después de diez minutos de despedir a Georg, el timbre sonó.

-          Son ellos… - Simone dijo mirando fijamente a Bill. Ambos se tomaron las manos y fueron hacia la puerta.

Ahí estaban. El abuelo y Tom. Los cuatro se vieron las caras al abrir la puerta y un frío silenció se apoderó de ellos. Nadie dijo nada por al menos 2 minutos. Bill tuvo su mirada fija en Tom y una sensación nunca antes vivida se apoderó de él. Quiso saltar, quiso correr, quiso gritar, abrazarlo y decirle cuanto había deseado que este momento se materializara antes. Pero nada salió por su boca más que…

-          Bienvenidos. Pasen por favor.

Estaban dentro. Todo había comenzado…

Notas finales:

Aquí va el segundo.

Sé que les estoy dejando en vilo pero... ¡me gusta! jaja. Ya en el tercer y cuarto capítulo verán como se desarrollará la dinámica entre los hermanos y pues... algunas sorpresitas más.


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