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Camus, el libertino por Euridice

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Notas del capitulo:

Hola! aquí les dejo el siguiente capítulo de este fic, que se me ha hecho más largo de lo que esperaba.

 

Me he tardado porque con todo lo que tengo para estudiar tuve que escribirlo de a pedacitos, entonces cuando retomaba la escritura, ya no sabía cómo engancharlo, pero aproveché unas horitas libres y lo hice =D

 

Espero que lo disfruten y háganme saber con sus reviews si les ha gustado.

Al día siguiente, Milo había despertado casi al mediodía con sus ojos bastante hinchados de llorar; decidió que lo mejor sería entrenar en la tarde y permanecer en su casa el menor tiempo posible, pues no quería encontrarse a Camus porque verlo a los ojos  removería  toda la angustia de la noche anterior. Fue así que tomó como resolución refugiarse en una gruta cercana al santuario, la cual Camus desconocía, y tratar de vigilar los movimientos del aguador minuciosamente para no cruzárselo; su disgusto empezó a acrecentarse cuando le llegaron rumores de que Camus había ido de juerga no solo con Deathmask, sino también con Afrodita, y que se había besuqueado con Minos de Grifo. Era ya suficiente para el escorpión, que se sentía sumamente decepcionado por esa conducta tan descarada de su amigo; extrañaba al Camus de siempre.

Por otro lado, al terminar sus quehaceres matinales, Aioros le comentó a Shaka cómo su plan no había resultado como lo esperaba, así que en vista de que la estrategia del arquero no funcionó, el caballero de virgo planificó un nuevo ardid: si Aioria ocultaba algo, él mismo se encargaría de hacerlo confesar y de la forma más sutil; sabía que su león no se resistía a sus exóticas comidas hindúes ni a unas copas de ouzo, y por supuesto también tenía en mente que el leonino tenía una lengua muy floja cuando bebía tal bebida. Shaka se dispuso a pensar el mejor platillo para su pareja, para así seducirlo y embriagarlo con el fin de que el león finalmente revelara a qué hechicera acudió junto a los gemelos para encantar a Camus.

 

                                                               *****************************

 

Alrededor de las tres de la tarde, luego de haber descansado después de un duro entrenamiento, Milo fue a la casa de leo para hablar con Aioria sobre la extraña actitud de Camus y los rumores que circulaban en el santuario sobre un aguador libidinoso.

 

-  Camus está teniendo una actitud muy extraña…- sentenció el escorpión.

 

-  ¿E…extraña?- balbuceó Aioria con temor.

 

-  Sí, exactamente, se comporta muy raro.

 

-  ¿E…e…en qué sentido?

 

-  Bueno, para empezar al día siguiente de mi regreso me invitó a cenar a su casa y a ver una película de las que me gustan, eso fue muy lindo, pero después se comportó como un demente.- explicó el escorpiano.

 

-  ¿A…a qué te refieres?

 

-  Cuando la película terminó, me dijo que tenía una sorpresa, y pensé que sería algún regalo, pero se puso un disfraz de vaquero que dejaba poco a la imaginación, y bailó sentado sobre mis piernas, refregándome su…tú sabes…

 

-  ¿Qué diablos…?- exclamó Aioria.

 

-  Luego cuando quise irme por el tremendo golpe que me di cuando, por accidente, caí de la silla por su “espectáculo”, se abalanzó sobre mí para besarme…

 

-  A ver Milo, déjame entender la situación- interrumpió Aioria algo descolocado ante la repentina actitud moderada de su amigo- antes de irte de misión estabas desesperado porque Camus no te daba una abrazo amistoso siquiera, y ahora de repente actúas como un sacerdote. ¿Qué diablos te pasó en Jamir?

 

-  No me pasó nada en Jamir, Aioria…- agregó Milo dando un suspiro de fastidio- es que…había algo en sus ojos…no era el mismo de siempre.

 

-  ¿De qué estás hablando?- preguntó el leonino tragando saliva, pues ya era evidente que el octavo guardián sospechaba que algo le ocurría a Camus.

 

-  La mirada de Camus es fría, pero en el fondo tiene cierta inocencia y ternura…cuando vi sus ojos esa noche, simplemente parecía una bestia sedienta de sexo.

 

-  Tal vez tu ausencia le despertó su lado salvaje…

 

-  Pero eso no es todo: ayer me dio un susto de muerte cuando me tomó por la cintura mientras me duchaba, y como cereza de la torta, cuando salimos por unas copas al bar de Rodorio, mientras él estaba en el baño, escuché a tres chicas hablar sobre la gran orgía que habían armado con Deathmask y el “sexy caballero de acuario”- explicó Milo, y al contarle al sorprendido león esto último, sus ojos se llenaron de lágrimas y su voz empezó a quebrarse.

 

-  ¿Estás seguro de que esas chicas hablaban de él?- intentó consolar el quinto guardián al ver a su amigo tan afectado por ese hecho.

 

-  ¿Qué otro caballero de acuario llamado Camus existe? Respóndeme Aioria.

 

-  Milo, lo lamento tanto…no sé qué pudo haber pasado con nuestro amigo, pero estoy seguro que debe haber una explicación lógica…- agregó, aunque la razón por la que el acuariano se comportaba así era todo menos lógica.

 

-  Ya no quiero explicaciones…quiero al Camus que conozco desde siempre, no me gusta este otro, ¡no quiero verlo más!…- dijo Milo y sus lágrimas desbordaron como el cauce de un río.

 

-  Amigo…- dijo Aioria, pero de repente fue interrumpido por una conocida voz, y al sentir que alguien entraba a la quinta casa, el escorpiano limpió sus lágrimas rápidamente y actuó como si nada hubiera pasado.

 

-  Gatito… ¿estás por aquí?- preguntó Shaka, con su largo y dorado cabello resplandeciendo a la luz del intenso sol ateniense, vistiendo una túnica hindú roja que le quedaba muy sexy, ya que dejaba al descubierto su pierna derecha.

 

-  Aquí estoy…- contestó Aioria, mirando embobado a su rubio.

 

-  Gatito, quería decirte que hoy es tu día especial…- dijo Shaka mientras se sentaba en las piernas del de leo.

 

-  ¿E…especial?- exclamó Aioria, conteniendo la respiración ante la seductora imagen del virginiano.

 

-  Así es; prepararé una cena deliciosa solo para nosotros. Beberemos y tendremos una noche como hace mucho no tenemos.

 

-  ¿De veras?

 

-  Sí, así que, luego de que termines de vagabundear con Saga y Kanon quiero que estés limpio y con esa camisa que te queda tan sexy, que yo te esperaré con tu platillo favorito…

 

-  Dime la hora, por favor…- dijo Aioria con una sonrisa de enamorado ante la seductora actitud de Shaka.

 

-  A las nueve, y no llegues tarde, no querrás que se enfríe…te esperaré aquí mismo- agregó Shaka y lo besó con pasión para luego retirarse de allí.

 

-  A Shaka sí que se le pasó la timidez…- dijo Milo con tono burlón para intentar dejar atrás su llanto. Aioria estaba tan hipnotizado aún por la sexy imagen del rubio que olvidó por completo el tema que estaba discutiendo con el escorpiano, y éste pensó que ya había dicho suficiente, por lo que fue a refugiarse a su rincón perdido del santuario, para reflexionar sobre sus sentimientos hacia Camus; luego iría al mercado a comprar provisiones.

 

*********************************

 

En el templo de la vasija, Camus no encontraba explicación coherente para la huída del escorpión la noche anterior, y le angustiaba no haberlo visto en el entrenamiento ni en su casa, pues temía que algo le hubiese ocurrido; todas las películas de terror que tanto había visto hicieron que su mente formulara teorías escalofriantes, como secuestro, o peor aún: asesinato. Tenía muy presente que su amigo era un santo de Atenea muy fuerte y que era capaz de atacar a quien quisiera hacerle daño, pero sabía que en los tiempos violentos que se viven actualmente, cualquier cosa era posible, especialmente si Milo hubiera sido atacado por sorpresa. Con gran preocupación, el onceavo caballero dorado salió a dar una caminata para aclarar su mente, y también con la esperanza de ver a su amado; cruzó todas casas, alarmándose al sentir el agobiante silencio que reinaba en la casa de escorpio, hasta llegar a tauro, donde encontró a su guardián, quien notó que algo le sucedía al acuariano y no dudó en indagar al respecto.

 

-  ¿Por qué la cara larga, Camus?

 

-  Estoy preocupado por Milo, ayer a la noche fuimos al bar y de un momento para otro desapareció, y no he vuelto a verlo desde entonces. Temo que le haya sucedido algo malo.

 

-  Descuida, nada le sucedió. Lo vi hace apenas media hora en el mercado.- explicó Aldebarán, dejando a Camus más aliviado, pero con cierto grado de tristeza, pues eso significaba que tal vez Milo lo estaba evitando.

 

-  ¡¿Lo viste??! ¿Él está bien?

 

-  Sí, eso creo, aunque para ser honesto, se veía triste.- agregó el de tauro.

 

-  ¿De veras? Debo encontrarlo, necesito verlo, quiero saber qué pasó anoche.

 

-  Si te apresuras, tal vez todavía lo encuentres allí, sabes que con lo disperso que es a veces se toma su tiempo en recorrer el mercado.

 

-  ¡Gracias Aldebarán! ¡Iré allí de inmediato!

 

Esa soleada tarde Camus recorrió el mercado para buscar a Milo, pues ahora que sabía que estaba a salvo quería explicaciones sobre su desaparición la noche anterior. Como si fuera una especie de maldición, el mercado estaba muy concurrido ese día, por lo cual era muy difícil buscar a alguien entre toda esa muchedumbre. Dio varias vueltas por todo el lugar, frustrándose cada vez más al no hallar ni un rastro del peli azul y cuando estaba a punto de rendirse, en un puesto de verduras vio una silueta muy familiar: allí estaba el caballero de escorpio. Corrió tan rápido como pudo al punto que, justo cuando estaba llegando a donde estaba su amado, se llevó a alguien por delante; la persona cayó al piso y Camus tuvo que retroceder para ayudarla a levantarse. Era Misty, el caballero de Lacerta, a quien el acuariano había tirado al suelo, así que en un gesto de amabilidad, Camus lo tomó de la mano y lo ayudó a levantarse, recibiendo no solo un agradecimiento sino además una sonrisa del rubio. Empero las moiras parecían jugar cruelmente con la suerte del peli turquesa: justo en el momento en que sujetaba la mano de Misty y éste le sonreía, Milo estaba observándolo todo, y mostrando un semblante molesto se fue corriendo de allí, lo que hizo que el acuariano soltara a Misty violentamente para correr detrás del escorpión.

 

-  ¡Milo! ¡Espera! ¡No es lo que crees!- gritaba con desesperación el onceavo guardián, pero el caballero de escorpio no escuchaba.

 

Continuó persiguiéndolo por las calles del pueblo sin lograr alcanzarlo, hasta que llegó a una encrucijada y una vez que se detuvo allí, miró en todas las direcciones sin localizar a Milo; lo había perdido, el escorpiano había huido de él nuevamente. Sintió que todo se le escapaba de las manos: Milo, la posibilidad de tenerlo a su lado, la esperanza de besar sus labios, y peor aún, la persona más especial para él entre todos sus camaradas. Totalmente abatido, se fue al santuario nuevamente, pues que su adorado Milo escapara de él y que no quisiera dirigirle la palabra siquiera era una daga en su alma. Cuando estaba llegando, vio a Dokho, quien estaba volviendo del mercado; el caballero de libra preguntó al acuariano por qué se veía triste y este le explicó todo con mucha honestidad.

 

Sintiendo pena por la situación en la cual su compañero se encontraba, Dokho le comentó que hacía unos años, algo similar había ocurrido entre él y Shion, y que el peli verde lo reconquistó dedicándole una canción que expresaba cómo él se sentía, algo que lo hizo acercarse a Shion nuevamente y resolver sus problemas. A Camus le pareció una gran idea, él no era bueno con las palabras cuando se trataba de sentimentalismos, así que optó por seguir el ejemplo del sabio patriarca, para que Milo entendiera cómo se sentía.  Con sincero agradecimiento, el francés le pidió a Dokho que, en cuanto percibiera el cosmos de Milo nuevamente en la casa de escorpio, se lo hiciera saber, y después volvió a su templo para dedicarse a seleccionar qué canción de su colección de música podría ser útil para reconquistar al escorpión; luego de una vasta búsqueda encontró una que era perfecta. No conocía el grupo que la interpretaba, pero la melodía era bella y la letra perfecta. Una vez hecho esto, se fue del lugar para pedirle ayuda a alguien que sabía mucho de música: Orfeo de lira; el joven caballero se encontraba en el santuario de visita y el acuariano sabía que podría enseñarle sobre afinación y demás. La idea de Shion era genial, sin dudas, pero Camus quería darle su propio toque, aunque sabía que era una locura y que existía una gran posibilidad de quedar en ridículo, pero valdría la pena arriesgarse por su amado.

 

******************************

 

En el quinto templo, una vez que Aioria se fue con los gemelos para reportarles que Milo comenzaba a tener sospechas sobre el comportamiento del aguador, y de que incluso se rehusaría a tener contacto con él, Shaka se quedó en la casa de Aioria para preparar la cena que formaría parte de su plan. El rubio estaba muy concentrado en seguir las proporciones de la receta cuando vio que necesitaba curry; la especia no estaba a la vista, algo que obligó a Shaka a buscar entre los cajones y armarios de la cocina de la casa de leo, cosa que no le gustaba mucho, pues odiaba la idea de husmear en las pertenencias de su amado.

 

Mientras examinaba los frascos que había en el armario de la cocina, notó que muy en el fondo detrás de los recipientes que contenían azúcar y arroz, entre otros, había una pequeña y llamativa ánfora. Sin prestarle mucha atención la colocó sobre la mesada y cuando al fin encontró el curry y terminó de darle los toques finales a su especialidad, volvió su mirada al peculiar recipiente y lo observó con más detalle, leyendo el grabado que el mismo tenía.

 

-  “Télos Bakcheia- elíxir del desenfreno” ¡¡Por Buda y Atenea!!- exclamó y corrió tan rápido como sus piernas se lo permitían hasta la casa de sagitario.

 

Cuando el caballero de virgo llegó a su destino, encontró que su guardián no estaba allí; se rebanó los sesos pensando dónde podría estar Aioros hasta que recordó que este le había dicho que iría al coliseo para ayudar a Shura con su entrenamiento. Corrió hasta allí y de hecho ahí estaba el caballero de la novena casa con el de la décima; a través de su cosmos el rubio le hizo saber a Aioros que necesitaba hablar urgentemente con él, por lo cual el caballero de sagitario se disculpó con Shura y fue junto al virginiano hasta unas ruinas que habían a unos metros del coliseo para hablar privadamente.

 

-  ¡No creerás lo que encontré en la cocina de Aioria!

 

-  ¿Qué?

 

-  Mira.- dijo Shaka, entregándole el ánfora a Aioros, quien leyó la inscripción que esta tenía.

 

-  ¡Por Zeus!, ¿crees que esto sea la razón de por qué Camus está tan descontrolado?

 

-  Estoy convencido de ello; mi gran duda es cómo acaba el efecto…revisé el recipiente varias veces y no dice absolutamente nada.

 

-  Entonces la única forma de saberlo sería probándolo.

 

-  Yo no lo probaré- sentenció Shaka.

 

-  ¡Vamos Shaka! ¿Qué podría suceder?

 

-  ¡No lo haré!

 

-  ¡Hazlo!- exclamó Aioros, acercándole al rubio el ánfora.

 

-  ¡NO!

 

-  ¡Está bien! Yo la probaré; ¡por Atenea! Nunca pensé que un seguidor de Buda fuera tan cobarde…- regañó el castaño, enojando a Shaka, y probó un sorbo del vino- Es bueno…- agregó.

 

-  ¿Cómo te sientes?

 

-  Por el momento, normal, pero asegúrate de prestar atención a cada deta…- dijo Aioros y de repente se quedó hipnotizado mirando a su compañero de armas.

 

-  ¿Sucede algo Aioros?

 

-  ¡Vaya Shaka! ¿Por qué mantienes tus ojos cerrados la mayor parte del tiempo?, ¡si son tan hermosos!

 

-  ¿Q…qué dices?- preguntó el rubio, sorprendido.

 

-  Ahora entiendo por qué mi hermano ha estado obsesionado contigo desde que llegaste al santuario…si eres una belleza.- agregó el sagitariano, mientras se acercaba peligrosamente a Shaka.

 

-  Ehhr… ¡mira!, ¡ahí está Shion!- exclamó al rubio señalando al patriarca, quien se dirigía hacia ellos, para distraer a su “enamorado”.

 

-  Caballeros, ¿qué hacen por aquí?- preguntó el pontífice.

 

-  ¡Hola ricura! Esperábamos encontrar una belleza como tú…- dijo Aioros con tono seductor, dirigiéndose hacia el peli verde. Shaka observaba detenidamente toda la escena intentando recolectar información que fuera útil.

 

-  ¿Disculpe?- preguntó Shion asombrado ante la actitud descarada del normalmente correcto caballero de sagitario.

 

-  Usted es como el vino, se pone mejor con los años…- dijo el noveno guardián y se acercó aún más a Shion, tocando su verde cabello.

 

-  ¡Santo de sagitario! ¡Le ordeno que se controle! ¡Soy el patriarca, respete mi autoridad!

 

-  ¿Cómo controlarme con un hombre tan irresistible?- agregó Aioros y acercó sus labios al patriarca, cuando una furiosa voz lo detiene en el momento justo.

 

-  ¡¡¿¿QUÉ RAYOS CREES QUE ESTÁS HACIENDO??!!- exclamó Dokho, completamente fuera de sí.

 

-  Yo…bueno…es que…- balbuceaba Shion.

 

-  ¿¿Cómo se te ocurre?? ¡¡Y pensar que antes de morir te habían elegido como siguiente patriarca!!- agregó el de libra, mirando a Aioros con furia.

 

-  ¿Por qué tanto alboroto? No me molestaría hacer un trío contigo y con él…- agregó Aioros señalando a Shion, mientras Shaka observaba todo el papelón.

 

-  Bueno, tal vez para poner más picante nuestra relación…- dijo Shion a Dokho, encogiéndose de hombros.

 

-  ¡¡NUNCA!! Y en cuanto a ti, “arquerito”, te advierto que Shion es MÍO desde hace 243 años; quisiera saber si tú y el gemelo durarían tanto- agregó Dokho, furioso.

 

-  ¡Disculpen! Aioros está algo borracho, nos vamos de aquí ahora mismo.- dijo Shaka para culminar con la incómoda escena, y se llevó a Aioros de allí.

 

-  ¡Ibas a entregártele como si nada, ofrecido!- exclamó Dokho una vez que Shaka y Aioros se fueron, golpeando en la cabeza a un arrepentido Shion.

 

Cuando se alejaron del lugar, Shaka pensaba en la forma en que habían quedado en ridículo frente al patriarca, y ahora se encontraba muy preocupado sobre cómo detener a Aioros, pues este no hacía más que intentar tocarlo y temía que tuviera el mismo cruel destino que Camus. Mientras ambos estaban sentados sobre una piedra que alguna vez había sido una columna, tanto Shaka como Aioros notan que Saga se acercaba hacia ellos; el rubio imploraba que el gemelo no hubiera presenciado el intento de seducción de Aioros, ya que sería el fin de la relación. Saga se acercó y luego de saludar al rubio (quien escondió el ánfora debajo de su túnica estratégicamente en cuanto lo vio) se acercó a su pareja pero Aioros lo detuvo en seco con un apasionado beso en los labios, después de llamarlo “Adonis”; el gemelo se sorprendió ante el halago del arquero y su actitud arrasadora, pero le gustó que su castaño se comportara así, por lo cual le prometió esperarlo en la bañera de la casa de géminis, con sales de baño y deliciosos aceites aromáticos. Una vez que el gemelo se retiró para preparar su velada romántica, Shaka notó que después de besarse con su pareja, Aioros tuvo hipo y luego parecía el mismo de siempre, pero decidió ponerlo a prueba primero.

 

-  Dime Aioros, ¿te parezco atractivo?

 

-  ¿Qué?- preguntó el arquero riendo.

 

-  ¿Te gustan mis ojos?

 

-  ¿Por qué me preguntas eso?

 

-  ¡¡Eureka!! ¡¡No puedo creerlo!!

 

-  ¿Podrías explicarme qué pasa?- preguntaba Aioros, con impaciencia.

 

-  Bien, empecemos por el principio: una vez que probaste el vino, comenzaste a decirme que mis ojos eran bellos, e incluso te abalanzaste sobre mí…

 

-  ¿Es broma?

 

-  Ojalá lo fuera, porque aquí viene la parte más vergonzosa: Shion apareció y casi lo besas.

 

-  ¡Eso no puede ser cierto!- exclamó el sagitariano, avergonzado de sí mismo.

 

-  ¡Lo es! Y de no ser porque te jalé del brazo y te saqué de allí, Dokho te hubiera liquidado, estaba que echaba humo. No pensé que fuera tan celoso…- explicó Shaka.

 

-  ¡Ay no! ¡Qué vergüenza! ¿Cómo voy a mirar de nuevo al patriarca? ¡Esto es terrible!- se lamentaba Aioros.

 

-  Pero lo interesante de todo esto, es que una vez que te besaste con Saga, volviste a ser el mismo. Ahora ya no me seduces y, esperemos, tampoco seducirás a Shion de nuevo.

 

-  ¿O sea que el hechizo…?

 

-  Acaba en cuanto besas a la persona que amas.- completó la frase Shaka.

 

-  ¿Qué estamos esperando? ¡Tenemos que averiguar a quién ama Camus y hacer que se bese con esa persona!- exclamó el sagitariano, y ambos caballeros fueron en busca del aguador. Lamentablemente, no contaban con que las cosas no serían tan sencillas.

 

 

Fueron hasta el onceavo templo para buscar a su guardián, pero éste no estaba allí; pensar qué persona podría ser la que Camus amara no era tarea fácil, pues el francés no era conocido por revelar intimidades a cualquiera, y disimulaba muy bien sus emociones. No obstante, los dos caballeros fueron haciendo memoria de lo sucedido en aquella fiesta a partir de la cual Camus cambió, y se guiaron también por los rumores que corrían sobre el peli turquesa para descartar nombres. Deathmask no era una posibilidad, pues a pesar de que habían ido de juerga, el canceriano no hizo ni un comentario de que se hubiera besado con Camus; Kanon, Afrodita, Shura, Aldebarán y Minos estaban más que descartados, pues con todos ellos (por lo que se rumoreaba) el acuariano se había besado y ello no lo hizo cambiar de actitud; notaron también que, aparentemente, el aguador no se metía con quienes estaban ya en una relación, por lo cual se tacharon a sí mismos de la lista de posibles candidatos, así como a sus respectivas parejas; Shion estaba con Dokho desde hacía “243 años” como el de libra lo había remarcado, así que ellos estaban fuera también.

 

El dilema se reducía a dos personas: Mu y Milo, pero ¿a cuál de ellos podría amar Camus? Ambos eran candidatos muy buenos: Mu era un joven de rasgos delicados, habilidoso y con una personalidad amable y encantadora, y Milo tenía un físico envidiable y un gran sentido del humor; y a eso se sumaba que era amigo del acuariano desde años atrás. Fue así que optaron por retomar su investigación al día siguiente, pues ya se estaban escondiendo los últimos rayos de sol y Shaka debía continuar con su plan de hacer confesar a Aioria.

 

Al caer la noche, Aioria llegó a su casa y luego de una larga ducha se encontró con la mesa puesta con velas y platillos variados los cuales olían todos delicioso, y su rubio vestido de forma despampanante; una gran sonrisa iluminó su rostro y el leonino no pudo resistirse, abalanzándose sobre Shaka. Lo besó con pasión, recorrió esa boca cuyo sabor lo embriagaba tanto, esos labios tan cálidos que lo llenaban de júbilo, acariciando su espalda y despojándolo rápidamente de su camisa para dejar al descubierto ese cuerpo grácil del virginiano, quien seguía el ritmo del castaño y le quitaba la ropa lentamente. Aioria tomó a Shaka por sus caderas y lo acostó en el sofá, su deseo era tan intenso que ya no le importaba hacerlo allí mismo; sintió esa nívea piel bajo sus manos y esos rosados pezones erguirse al contacto de sus yemas. La imagen era idílica; ese ser tan bello con sus hebras doradas y sus ojos de zafiro era digno de ser llamado el más cercano a dios, pues era divino; Shaka se estremecía con cada roce de su piel con la del griego, su respiración se volvía más agitada y descargas eléctricas recorrieron su espina cuando Aioria tomó su miembro entre los labios para complacerlo aún más.

 

Una vez que el rubio llegó al clímax, volcando su esencia en la boca del león, este comenzó a preparar a su amante para hacerlo llegar al nirvana. Jugueteó con su lengua en la entrada, deslizándola en forma circular, arrancándole suspiros al joven, para luego introducir su tiesa hombría en el cuerpo del caballero de virgo. Un ahogado grito escapó de los labios del rubio, que fue acallado por los labios helenos en un exuberante beso; los gemidos de Shaka eran como el canto de los ángeles, tan melodiosos al compás de las embestidas del leonino.

 

El vaivén vigoroso que Aioria realizaba con sus caderas hacía a Shaka, curiosamente, sentir que perdería todos sus sentidos debido al extremo placer que ese hombre le estaba brindando. El palpitante miembro que ejercía fuerza para abrirse paso en sus paredes internas tocaba ese punto preciso de placer, que le causaba ya no solo gemidos sino gritos de gozo al virginiano. La velocidad aumentó, sus cuerpos sudaron y sus espaldas se arquearon en un explosivo orgasmo que resonó en el silencioso sexto templo. Cayeron rendidos en el sofá, riendo como adolescentes que tenían sexo a ocultas y luego degustaron su cena; Aioria agradecía a los dioses tener a su lado a un hombre tan maravilloso, y sin pensarlo dos veces se sirvió una copa de la bebida alcohólica de su tierra. La noche era joven, y entre palabras de amor, anécdotas y risas, Aioria había bebido ya unas cuantas copas y estaba bastante borracho; estaba en el punto óptimo, justo donde Shaka lo quería, así que como si hablaran de cualquier tema mundano del santuario, el hindú disparó su primer anzuelo decididamente para obtener explicaciones sobre el ánfora que había encontrado en la cocina.

 

-  Aioria, ¿no has notado que Camus está actuando muy raro últimamente?

 

-  Sí, sí, se ha vuelto loco, loco…- dijo el leonino, arrastrando la lengua.

 

-  ¿Loco?

 

-  Sí, se besuqueó con Minos y Afrodita, salió por ahí con Deathmask, acosó a Milo…

 

-  ¿Qué crees que le haya pasado? Él no es así…- preguntó Shaka.

 

-  Pues…tú sabes…

 

-  No, no sé.

 

-  Es el vino…ese vino…qué tontos fuimos…- dijo Aioria con pena.

 

-  ¿Cuál vino?- insistió el rubio, a pesar de saber ya del elíxir.

 

-  El que nos dieron las… ¡hip!...las bacantes…nosotros…nosotros no sabíamos…sólo queríamos ayudar… ayudar a Milo…- dijo el leonino y su voz comenzó a oírse lacrimosa.

 

-  ¿Milo?- preguntó desconcertado Shaka.

 

-  Es que…nosotros…- dijo Aioria y comenzó a llorar- lo arruinamos, y ahora ya es muy tarde…

 

-  ¿Por qué no han acudido a Atenea?

 

-  ¿Pero cómo podría resolverlo ella? Ahora Milo ya no quiere más a Camus…- agregó el de leo y lloró aún más intensamente.

 

 

Shaka solo pudo consolar a su pareja, dado que se veía de veras apenado, le dio un fuerte abrazo hasta que el quinto guardián se durmió en sus brazos; las cosas ya empezaban a tomar forma: aparentemente, Aioria y los gemelos habían recibido el elíxir no de una hechicera, sino de unas bacantes, y se lo dieron de beber a Camus con la esperanza de ayudar a Milo, probablemente para que el acuariano se enamorara de él (al menos fue esa la conclusión que pudo sacar hasta el momento). Sin embargo, las cosas se fueron de las manos y ahora Milo ya no quería más al aguador; ahora comprendía que Milo estaba enamorado de Camus, pero ¿y si Camus no lo estaba?, quizás por eso sus compañeros dieron el elíxir al aguador, para hechizarlo y que se enamorara del escorpiano a la fuerza. Shaka sabía que debía acudir a su diosa cuanto antes, pero esa noche ya había sido muy intensa, y optó por dormir. Ahora solo quedaba planificar algo para que Camus se besara con aquél que amara, pero eso sería algo que planearía al día siguiente, pues luego de tanto ajetreo, el rubio necesitaba un descanso.

 

                           **************************

 

Era una medianoche muy calurosa; la mayoría de los dorados estaban dormidos y el caballero de escorpio entraba a su templo ya bastante cansado y triste aún. Estaba muy confundido por la imagen de Camus tomando la mano del sonriente Misty ¿qué significaba eso?, ¿además de Minos y quién sabe cuántos más, ahora también era el caballero de plata con quien el acuariano tenía aventuras? Se dio una ducha para relajarse y sentir que el agua de alguna manera limpiaba su melancolía; apoyó su cabeza en la almohada y cerró sus ojos, se sentía como si hubiera batallado contra el mismo Zeus del cansancio, y a eso se sumaba el hecho de que su cabeza también se sentía extenuada.

 

Justo cuando Milo entraba a su templo, Dokho informó mediante su cosmos al acuariano que ya podía ir al octavo templo para encontrar a su guardián. Sigilosamente y enmascarando su cosmos para no molestar a los demás, Camus se paró frente a la ventana de la habitación de Milo; dio un largo suspiro y pensó que era ahora o nunca. Dentro de la casa de escorpio, el peli azul se encontraba profundamente dormido cuando de pronto algo lo despertó, al parecer alguien cantaba; “maldito Deathmask, está borracho de nuevo” pensó, ya que al cangrejo se le daba por cantar cuando bebía de más, y seguía escuchando la canción que esa persona cantaba.

 

“In the grace of your love I writhe in pain,

In 666 ways I love you and I hope you feel the same,

I’m for you”

 

Intentó cerrar sus ojos nuevamente, cubriendo su cabeza con la almohada para intentar aislarse del sonido, pero fue imposible; iba a aventar un objeto por la ventana para callar al trovador nocturno cuando reconoció esa voz: era Camus. Creyó que estaba en alguna especie de sueño muy vívido, pero miró por la ventana y allí lo vio, muy esmerado en no desafinar y cantando directamente hacia su habitación. Corrió y salió de su templo para encontrarse al aguador, quien aún seguía muy entusiasmado cantando, aparentemente para él.

 

“I’m killing myself for your love and again all is lost,

In 777 ways I love You ‘til my death do us apart”

 

- Camus…- dijo, pero el francés continuó su serenata.

 

“I’m for you- and I’m dying for your love,

I’m for you- and my heaven is wherever you are…”

 

- Camus, ¿qué rayos haces? Despertarás a todo el santuario…

 

- Milo, por favor dime que escuchaste la canción…

 

- Claro que sí, y seguramente Aioros y Dokho también la escucharon…- dijo Milo, algo desconcertado.

 

- Milo, ¿por qué huyes de mi?- preguntó el francés, tomándolo del brazo cuando el heleno estaba dispuesto a volver a su habitación.

 

- No quiero hablar de eso ahora…

 

- ¿Y cuándo hablaremos entonces? Ayer a la noche desapareciste, creí que te había pasado algo horrible, y desde entonces me evitas…

 

- ¡Déjame!- exclamó el griego, intentando zafarse, pero el peli turquesa lo sujetó más fuerte.

 

- No hasta que no me digas qué pasa contigo- insistió Camus, tomándolo por los hombros para quedar frente a frente con Milo.

 

- No es tan sencillo…- contestó en un susurro casi inaudible.

 

- ¿Qué es Milo?

 

- No tiene importancia…

 

- ¿Ah no? ¡Mientes!

 

- Camus…

 

- Creo que me ocultas algo muy importante, y tiene que ver conmigo.

 

- ¡Nada de eso!…

 

- ¡Claro que sí! ¡Mírate, estás temblando!

 

- ¡Porque tengo frío!

 

- Es la noche más calurosa en lo que va del verano, deja de poner excusas. ¿Cuál es el problema, Milo? ¿Ya no quieres ser mi amigo?- insistió Camus.

 

- No es eso…

 

- ¿Pues qué es entonces? No me quieres, ¿es eso?

 

- Camus…- dijo Milo casi en un lamento.

 

- ¡¡¡Dímelo de una vez!!! ¡¡¡Mírame a los ojos y dime que no me quieres, que no sientes nada por mí!!! Solamente así dejaré de buscarte.

 

- Camus, no puedes pedirme eso…

 

- ¡Claro que puedo! Se supone que eres mi mejor amigo, y deberías decirme la verdad por más dura que sea…- exigió el peli turquesa.

 

- Es tarde, debería ir a dormir, déjame ir por favor…

 

- Milo…- dijo Camus y lo miró fijamente a los ojos, notando las lágrimas que empezaban a asomarse en las turquesas del heleno.

 

 

En un acto totalmente irracional, tomó el mentón de Milo para elevarle el rostro y acercarlo al suyo para besarlo, pero justo cuando estaba a pocos centímetros de lograrlo, una voz chillona interrumpe el silencio de la noche, haciendo que ambos se sobresaltaran y dirigieran su mirada a esa persona, que no era otra que el mismo Deathmask.

 

- ¿Qué hacen ustedes tan tarde por aquí?- preguntó el italiano.

 

- ¿Y tú?- dijo Camus levantando una ceja, muy molesto con él por haber interrumpido su momento romántico.

 

- Pues, ¿qué creen?, Afrodita me echó de su casa porque me reí cuando lo vi con su máscara anti edad. Debían verlo, con esa cosa verde en la cara, parecía el monstruo de la laguna…- dijo Deathmask y rió al recordar esa imagen.- ¿Qué hay con ustedes?

 

- Nosotros…sólo…- dijo el acuariano sin encontrar una excusa coherente.

 

- Desperté cuando sentí un ruido afuera, y fue Camus que cayó por las escaleras. Pero él está bien, así que volveré a la cama.- dijo Milo con gran elocuencia, para volver a sus aposentos.

 

- Milo…no te vayas…- dijo el francés con tristeza.

 

- Buenas noches Camus.- agregó y se adentró en su casa, mientras el peli turquesa observaba cómo la luz de la habitación se apagaba.

 

El griego se acostó nuevamente y sintió unas lágrimas rodar por su mejilla; todo parecía una especie de parodia, esperó tanto por escuchar de los labios del aguador un “te amo”, o un “tú también me gustas, Milo” y, si bien con su canción el francés declaraba sus sentimientos, Milo no comprendía por qué su amigo, a quien creyó conocer tanto, se comportaba como un verdadero orate. Ese que cantaba allí afuera definitivamente no era Camus, tal vez se veía como él y su voz era la misma, pero no podía ser; el acuariano jamás haría algo como eso, ni aunque fuera su último día en el mundo.

 

Con su semblante embargado por la angustia, Camus regresaba a su templo y una vez allí no pudo evitar llorar; ¿qué había hecho mal?, sus sentimientos eran profundos y sinceros, había practicado tanto la canción. Sabía que no era cantante profesional, pero no le había salido tan mal como para que el escorpión temblara; eso lo llevó a pensar por qué temblaba tanto su amigo. Siempre había sido una persona muy segura, pero en ese instante parecía un cachorrito asustado, ¿por qué? Luego lo entendió, ¿será que Milo siente lo mismo por él?, y si era así ¿por qué escapaba de él?, ¿por qué ya no quería verlo? Él no quería a otra persona; no quería a Shura, ni a Minos, solamente quería al caballero de escorpio, tenerlo en sus brazos, besar sus carnosos labios, acariciar su piel. El destino parecía ser tan cruel, era como si una maldición le impidiera llevar las cosas con Milo a otro plano: antes porque no tenía el coraje, y ahora porque su escorpión escapaba de él. Cerró sus ojos, ya sin saber qué hacer para tener a Milo a su lado; necesitaba ayuda, alguien que lo escuchara y pudiera darle un consejo.

Notas finales:

Gracias por leer este fic, espero que haya sido de su agrado, dejen sus reviews así los leo ^^

 

Por las dudas, aquí les dejo el enlace de la canción que Camus canta, se llama "For You" y es de HIM (grupo que me encanta *o*)

 

https://www.youtube.com/watch?v=7hOd3n1NEGw


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