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Camus, el libertino por Euridice

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Notas del capitulo:

Hola! les dejo aquí la tercera parte de este fic. Me he tardado bastante porque cada vez se me ocurrían más locuras que podría hacer Camus, pero tuve que hacer una selección para poder ordenarlas y que la historia quedara prolija. Espero que les guste!!

Era una soleada y cálida mañana de sábado; Camus despertaba de, lo que había sido, una de las noches más divertidas de su vida. Extrañamente, a pesar de haber bebido bastante, no sentía resaca. De hecho, estaba lleno de energía, por lo cual decidió ir a entrenar; desayunó cereales y frutas, como acostumbraba, pero optó por vestir algo más fresco que sus pantalones y camiseta de entrenamiento. En el fondo de su armario, encontró una túnica estilo griego que Milo le había regalado hacía ya un tiempo atrás, la cual jamás se atrevió a usar, pues era algo corta y, a pesar de que el escorpiano le insistía que era algo cómodo y liviano para entrenar en los días de calor intenso, el de la onceava casa se negaba rotundamente a usarla, pues se sonrojaba de solo pensar que sus compañeros podrían verle las nalgas en algún movimiento brusco.

 

- Milo, desearías estar aquí para verme al fin usar tu regalo…- se dijo a sí mismo, pensando que el escorpiano jamás creería que Camus se atrevería a usar la túnica.

 

Se cepilló los dientes para luego vestir el atuendo, y así salir hacia el coliseo. De las casas que atravesó, muchas estaban vacías, indicando que sus moradores ya estarían entrenando, mientras que de las casas de capricornio, leo, cáncer y tauro se escuchaban fuertes ronquidos. Ya en el sitio de entrenamiento, se encontró con que Aioros, Saga, Kanon y Shaka estaban allí y calentaban para comenzar; sus miradas se enfocaron todas al mismo tiempo en Camus, al verlo con una túnica tan corta. El peli turquesa comenzó a calentar sus músculos al tiempo que Saga entrenaba junto a Shaka; al rato de observar atentamente a sus compañeros, llegaría su turno, y entrenaría nada más y nada menos que con Kanon. El gemelo menor estaba aún con algo de resaca de la noche anterior, y a decir verdad no quería entrenar esa mañana;  fue solamente porque su hermano le insistió, alegando que estaba quedando fuera de forma por tanto alcohol y realizar poco ejercicio. Sin embargo, no era solo la resaca lo que distraía al geminiano, sino la vestimenta del aguador; comenzaron a entrenar y Kanon intentaba concentrarse en encender su cosmos para atacar al acuariano, pero le era imposible. Cuando menos se lo esperó, el aguador hizo arder su cosmos y con su ejecución aurora dejó al pobre Kanon mordiendo el suelo; Camus se acercó para auxiliarlo, pero el geminiano parecía idiotizado por los ojos del de acuario. En ese momento, Saga se apareció y de un cachetazo sacó a su gemelo del letargo.

 

- Disculpa, Kanon, pero creí que ibas a evadir mi ataque…

 

- No te preocupes, no me hiciste nada…- decía Kanon tiritando por la baja temperatura, pero aún parecía estar hechizado por las torneadas piernas del galo.

 

 

Saga lo jaló del brazo, levantándolo del suelo y quitándole la tierra de la ropa, para luego apartarlo y tener una seria charla con su hermano, mientras dejaba que Shaka se enfrentara al aguador.

 

- ¿Quieres explicarme cómo dejaste que te venciera tan fácilmente, Kanon? ¡Debes mantener tu cabeza en el entrenamiento!

 

- ¿Cómo quieres que me concentre cuando Camus se aparece con un taparrabos que deja entrever sus nalgas cada vez que se mueve?

 

- Está bien, ese es un argumento convincente, pero trata de ignorarlo…

 

- Lo intentaré…¡¡¡ahhhh!!!….- decía al tiempo que suspiraba, atontado mirando al de la onceava casa moviéndose rápidamente para evadir a Shaka, con su diminuta túnica.

 

 

Al terminar el entrenamiento, luego de que el acuariano abandonara el coliseo, Shaka y Aioros no pudieron evitar comentar la extraña actitud del peli turquesa en la fiesta del día anterior, y su extraña elección de vestuario para entrenar; ambos sabían muy bien que Camus no era del tipo seductor, que era de los que preferían pasar desapercibidos, por lo que todo les parecía por demás extraño. Saga y Kanon fingían no saber nada, aunque claro estaba que conocían muy bien el por qué de esa forma de actuar de Camus, pero si decían algo de que el aguador había bebido el elíxir dionisíaco, seguramente tendrían que dar muchas explicaciones a la diosa Atenea y, peor aún, al patriarca Shion. Optaron que lo mejor sería esperar a que el efecto del vino pasara, y si no lo hacía, buscar a las bacantes por toda Grecia para preguntarles cómo acabar con el hechizo.

 

Mientras tanto, el aguador regresaba a su templo, no sin robar todas las miradas del santuario; unos cuantos caballeros de plata le chistaban y lo piropeaban, al tiempo que el de acuario no hacía sino guiñarles el ojo y pasearse por delante de ellos. Antes cada vez que se enfrentaba a ese tipo de situaciones solo bajaba la cabeza, sonrojándose, por lo cual siempre usaba ropa poco llamativa. Una vez que llegó, se dio una ducha y se puso a ordenar su casa; cuando ya había limpiado lo más arduo, se le ocurrió revisar su armario. Se encontró de pronto algo enojado de que toda su ropa fuera tan monótona: casi todo eran camisetas holgadas y simples, sin estampados, pantalones demasiado clásicos, y predominaba el color azul oscuro y el gris.

 

- Por Atenea, ¿siempre fui tan aburrido para vestirme?- se encontró diciéndose a sí mismo.

 

Siguió ensimismado en su armario un largo rato, sin notar que alguien entraba a su templo, para luego pasar a su habitación; era Afrodita, con unos shorts bastante justos, una actitud muy sensual y una propuesta tentadora.

 

- Hola Camus, ¿cómo amaneciste?

 

- Hola Afrodita; muy bien, ¿y tú?

 

- Bien, pero no he dejado de pensar cuánto nos divertimos anoche….

 

- Es cierto, pasamos genial.

 

- ¿Ordenas el desastre que hice con tu armario el día de la fiesta?

 

- Algo así…pero ahora que me he puesto a observar en detalle, me he dado cuenta que tengo ropa muy aburrida…

 

- Ya era hora de que lo notaras. Dime algo, ¿te gustaría salir conmigo esta noche?- propuso el peli celeste.

 

- ¿Qué planes tienes?

 

- Bueno…hay un nuevo club nocturno en Atenas, y quería ver qué tal es… ¿me acompañarías?- preguntó titubeando el de piscis, pues conociendo la naturaleza fría y distante de Camus, esperaba que se negara en lo absoluto, y que lo ocurrido la noche anterior solo hubiera sido efecto del alcohol.

 

- Me gustaría, ¿a qué hora?

 

- A la medianoche, ¿está bien si paso unos minutos antes?- contestó sorprendido.

 

- No hay problema, pero…creo que tendré que conseguir algo mejor que esta ropa tan sosa…

 

- Puedo ayudarte con eso.- contestó Afrodita con gran seguridad, y seleccionó algunas prendas de Camus, las que colocó en una bolsa, y acto seguido invitó al acuariano a su casa.

 

En la casa de piscis ambos caballeros se dirigieron a una pequeña habitación, la cual parecía ser una sala de estar, en la cual además de algunos libros sobre jardinería y tratamientos de belleza, había una pequeña máquina de coser. Afrodita sacó de la bolsa la ropa del acuariano, quien observaba todo con curiosidad, midió con un centímetro la cintura y el contorno de las piernas de Camus, tomó unas tijeras y se puso en acción. El de la onceava casa se limitaba a tratar de descifrar qué hacía el peli celeste, pues nunca entendió nada de costura, apenas podía coser un botón. Luego miraba atentamente cómo el de piscis tomaba algo similar a un papel de calco, el cual colocó sobre una remera a la cual había cortado estratégicamente, para luego plancharla, logrando como resultado que el novedoso diseño que tenía el papel se transfiriera a la tela. Cuando al fin Afrodita terminó, le pidió al peli turquesa que se probara su modificada ropa; una vez que lo hizo quedó atónito con el resultado.

 

- ¡Vaya! ¡Eres…eres un genio! ¿Cómo lo hiciste?- preguntaba anonadado el acuariano, mientras se miraba con sus renovadas prendas que parecían otras.

 

- Estocolmo es la ciudad de las personas más creativas, ¿no lo sabías?

 

- No lo dudo…

 

- Si me cruzara contigo en la calle vestido así, y tuvieras el pelo rubio, te confundiría con Axel Rose- comentó Afrodita al analizar en detalle cómo había transformado la ropa sin gracia de Camus en prendas de moda. Camus rió ante el comentario, pues sabía muy bien quién era Axel Rose y no le desagradaba en lo más mínimo la comparación.

 

Cuando terminó la remodelación de la ropa de Camus, Afrodita insistió en acompañarlo a comprar una chaqueta nueva; fueron al centro de la ciudad y en una tienda de ropa de segunda mano consiguieron una chaqueta de cuero a muy buen precio. El de la doceava casa se sentía como si fuera Pigmalión, y Camus su Galatea, esculpiéndolo como si se tratara de un diamante en bruto para hacerlo brillar, y admirar su creación. Almorzaron juntos en un pequeño restaurante y volvieron al santuario muy alegres; Aioria no estaba nada feliz de ver a Camus tan amistoso con Afrodita, y temía que esa amistad pasara a otro nivel justo para cuando Milo regresara de Jamir el lunes. El escorpiano a veces enmascaraba mucho sus sentimientos, pero quién sabe cómo actuaría al ver al de piscis, con quien tenía una cierta rivalidad (ya que Afrodita parecía envidiar que Milo fuera visto como el más sexy por la mayoría en el santuario) junto a su adorado cubo de hielo; quizás solo lo ignoraba y hacía uso de sus encantos para atraer la atención de Camus, tal vez le dejara de hablar al aguador, o peor aún, podría ser capaz de masacrar al de la doceava casa en uno de sus ataques de celos. Para peor el leonino no podía acudir a nadie para pedir un consejo; Shaka era muy bueno aconsejando, pero ¿cómo le explicaría lo del Télos Bakcheia? Y ¿cómo reaccionaría el de virgo al saber que él y los gemelos en un descuido permitieron beber a Camus un vino que era la causa de su descontrol?, seguramente recibiría sermones y más sermones por parte del rubio, y no lograría solucionar nada, o lo llevaría frente a la diosa Atenea para que interviniera. Así que esa tarde se dirigió a la casa de géminis para planear la solución del problema.

 

- Saga, Kanon, tenemos que solucionar este asunto de Camus, se nos está yendo de las manos…

 

- Por mi está bien mientras siga usando esa túnica cortita para entrenar…- dijo Kanon, recibiendo un golpe en la cabeza de Saga.

 

- Me preocupa lo que pueda llegar a hacer Camus bajo el efecto de ese vino; hoy luego del entrenamiento, se paseó por todo el santuario con su taparrabos y dejó a todos los caballeros de plata como lobos hambrientos…- agregó Saga.

 

- A mí me preocupa más Afrodita; no se separa de él, y no dudo que en cualquier momento quiera apartarlo del lado de Milo. Bien saben que todo amante que Milo tiene, él lo quiere…- dijo Aioria con preocupación.

 

- Cierto, recuerdo cuando Afrodita sedujo a Mu descaradamente, solo porque Milo salía con él en ese entonces…- rememoraba Saga.

 

- Ustedes son unos aburridos, deberían dejar que Camus se divierta un poco…- agregó Kanon.

 

- ¡¡¡CÁLLATE KANON!!!- exclamaron al unísono Saga y Aioria.

 

- Escuchen, estuve pensando en ir a buscar a las bacantes y obligarlas a que nos digan cómo acabar con el efecto del vino.- propuso el gemelo mayor.

 

- Estoy de acuerdo, y más les vale tener una respuesta…- dijo Aioria, y los tres caballeros emprendieron viaje al bosque donde habían encontrado a las tres damas.

 

Cuando llegaron allí, los tres recorrieron cada rincón, buscaron detrás de cada árbol, pero no había rastro de las seguidoras de Dionisio. Estaban realmente desesperados, ¿cuánto más duraría el efecto de la pócima y quién sabe qué haría Camus mientras tanto? Volvieron al santuario con la cabeza baja y de nuevo, sin saber qué hacer ante la situación de su compañero; Kanon propuso encerrarlo en Cabo Sunión, pero ¿con qué excusa?, ¿qué explicación le darían a Milo, y sobre todo, a Shion?

 

A la medianoche, Afrodita pasó por Camus para ir a Atenas, al club nocturno al cual el de piscis quería ir; cruzaron las casas de sus compañeros, recibiendo miradas de sorpresa cuando los vieron juntos, pero ninguno hizo caso más que Deathmask, quien estaba que echaba humo; “estúpido Afrodita, ya verás cómo me divertiré con Camus también” pensaba el italiano. Deathmask quería planear bien su venganza de arrebatarle a Afrodita su gigoló francés, y dejarlo muerto de celos para así recuperarlo; por eso esa noche dedicó su tiempo a pensar en cómo podría acercarse al de la onceava casa.

 

Cuando los caballeros de las últimas dos casas llegaron a su destino, notaron que el lugar parecía ser muy popular, aunque no había mucha gente, algo que tranquilizó a Afrodita, ya que si el recinto estaba muy lleno, el acuariano se daría vuelta y regresaría al santuario. Sabía muy bien que odiaba las muchedumbres. No obstante, Camus parecía divertirse, y se sentía cómodo en ese lugar; mientras bebían una cerveza, de repente el dj del lugar hace un anuncio que captaría la atención de los dos caballeros dorados.

 

- ¡Recuerden que hoy es noche de pole dance! ¡Quienes tengan el coraje de bailar en el caño se ganarán dos rondas de shots de vodka!...

 

- Seguro no te atreves…- Desafió Afrodita.

 

- ¿Qué quieres apostar?- preguntó el de la onceava casa.

 

- Una botella de ron.

 

- Acepto la apuesta.- dijo Camus y se levantó del asiento para ir hacia donde estaba el caño y ponerse a bailar sensualmente.

 

Los allí presentes enloquecieron y no hacían más que vitorearle para que siguiera bailando en el caño; Afrodita no pudo ser menos y se le unió, haciendo un show no apto para pudorosos junto con el peli turquesa, siendo ambos el alma de la fiesta. Cuando bajaron del escenario donde estaba el caño, ambos recibieron sus shots de vodka y los bebieron de un sorbo; Camus empezó a insistirle a Afrodita que cumpliera su parte de la apuesta y pagara el ron, pero justo cuando el peli celeste se decide a comprar la botella, dos espectros de Hades vestidos muy a la moda se acercan a los dos caballeros dorados, quienes por un momento se sintieron amenazados. Eran Radamanthys de Wyvern y Minos de Grifo.

 

- Ustedes son los santos de acuario y piscis, ¿no es así?…- dijo Minos, haciendo que los dos dorados se miraran entre sí con inseguridad, al no saber qué intenciones podrían tener esos espectros.

 

- ¿Qué hacen ustedes aquí?- cuestionó Afrodita.

 

- ¡Hey!, ¡cálmate muñeco!, estamos de vacaciones y solamente vinimos a divertirnos un rato…nuestro reino está en paz con el suyo…- contestó Radamanthys.

 

- ¿Desde cuándo están en Atenas?- preguntó el de acuario para romper la tensión.

 

- Llegamos hace dos semanas, y estaremos hasta mañana en la noche.- contestó Minos.

 

- ¿Nos convidarán con ese ron?- preguntó Radamanthys.

 

- Esto es un asunto personal entre mi camarada y yo, tú sigue tomando tu whiskey…- dijo Afrodita.

 

- ¡Vamos Afrodita! Ninguno de nosotros se bajará la botella en una noche…- dijo Camus, tratando de convencer al de piscis de compartir la bebida con los espectros. Al menos si los emborrachaban, sería más fácil mantenerlos a raya si quisieran propasarse.

 

- Está bien…- dijo el peli celeste no muy convencido, y los cuatro caballeros comenzaron a beber juntos.

 

Fue así entonces como los dos caballeros de Atenea y los espectros bebían una y otra vez aquella embriagante bebida, haciéndoles perder la cabeza y acercándolos de forma más que amistosa. En cierto momento de la noche, los cuatro fueron juntos a la pista de baile y después de un largo rato bailando en grupo, Radamanthys se acercó con lujuria al caballero de piscis, estrechando su cuerpo contra el del peli celeste cada vez más, para finalmente estamparle un beso en los labios, al que Afrodita no opuso resistencia. Minos buscaba tener esa misma suerte con el caballero de acuario, pero prefería llevar las cosas a un ritmo más lento, pues sabía que el caballero era frío y un hueso duro de roer; claro que no imaginaba que el Camus que bailaba con él ahora era otro, era un Camus que no se ponía límites y dejaba fluir sus impulsos. Minos pudo notar como el acuariano lo tocaba cada vez con menos vergüenza, y lo besó intensamente, dejándolo algo desconcertado, pero feliz de que su cometido se hubiese concretado antes de lo calculado. Se mantuvieron con sus labios unidos mientras bailaban un buen rato; hasta que Afrodita y Radamanthys interrumpen el fogoso momento.

 

- Camus, Radamanthys y yo queremos ir a otro lugar…

 

- ¿Los acompañamos?- preguntó el peli turquesa, pensando que querrían recorrer otros clubes nocturnos.

 

- Camus, queremos irnos a un lugar…privado…- dijo Afrodita.

 

- Ahh…entiendo…bueno, ¡diviértanse!- les dijo a ambos pero, antes de que Afrodita se retirara del lugar, Camus lo tomó del hombro para hablarle al oído- Ten cuidado.

 

- Claro, siempre lo hago.- respondió el peli celeste, y se fue con el corpulento rubio del lugar.

 

Minos y Camus continuaban tocándose en medio de la pista de baile, mientras se besaban con tal pasión que sus lenguas parecían rendir una guerra santa en sus bocas; Camus la estaba pasando de maravilla, pero quería llevar el asunto a otro nivel, motivo por el cual llevó a Minos a un rincón más oscuro y quiso desabotonarle la camisa. El espectro se sintió algo aterrado, nunca se había imaginado al caballero de acuario como una persona tan irreverente al punto de tener sexo en un club nocturno; el noruego de pronto lo tomó de las manos y le dijo que se detuviera, pero el peli turquesa parecía no tener límites.

 

- De…debo irme…

 

- ¿Justo ahora?- reprochó el peli turquesa.

 

- Lo…lo siento…fue una gran noche, pero mañana viajo…y…quisiera descansar…- puso como excusa Minos, con nerviosismo. Pues se sintió avasallado por el de acuario.

 

- Como tú quieras…- respondió Camus, y luego de que Minos se fuera, se sentó en la barra del lugar.

 

Pensaba qué pudo haberle ocurrido al espectro como para huir de él de esa manera; se lo veía muy dispuesto y cuando le insinuó que quería algo más que solo besos, Minos huyó como quien escapa de un psicópata. Tan inmerso estaba en sus teorías sobre el por qué de la retirada de Minos, que no notó que alguien le hablaba; era el cantinero de la barra, que le ofrecía una cerveza, la cual aceptó con gusto, pero cuando fue a pagarla, el hombre le devolvió el dinero.

 

- Ya está paga.

 

- ¿La casa invita?- preguntó Camus.

 

- No, el hombre de cabello oscuro que está allí.- dijo el cantinero señalando el extremo opuesto de la barra, y ese hombre de cabello oscuro no era nada más ni nada menos que Shura, quién le hizo un gesto de brindis con su botella. Camus se acercó a él y se sentó a su lado.

 

- Hola, ¿qué haces aquí solo?

 

- Vine a relajarme un poco; ¿y tú?- preguntó Shura.

 

- Lo mismo, pero mi acompañante me dejó aquí.

 

- Sí, parecía muy entusiasmado con Radamanthys…

 

- ¿Desde cuándo estás aquí?- preguntó el acuariano.

 

- Desde que te subiste a bailar pole dance…y luego vi cómo ese espectro no te sacaba las manos de encima…

 

- ¿Me estabas espiando?

 

- Como el caballero más leal a la diosa Atenea, es mi deber proteger a mis camaradas…- puso Shura como excusa.

 

- Puedo protegerme solo…- dijo Camus, sosteniendo su botella.

 

- No se puede confiar en esos espectros…

 

- Sólo se estaban divirtiendo, como nosotros…

 

- Si tú lo dices…dime, ¿quieres ir a caminar por allí? Está haciendo demasiado calor en este lugar…- propuso Shura, que ya estaba sintiéndose incómodo por tanta gente que empezaba a llegar al lugar.

 

- Está bien. Vámonos.

 

Fue así como Camus se aventuró a recorrer las calles Atenienses en esa cálida noche, observando los detalles de la arquitectura y conversando animadamente sobre lo que había ocurrido en ese club nocturno. Camus ya había notado las miradas que el capricorniano le dedicaba, y no se sorprendió cuando le dijo lo bien que se movía, y que se veía muy sexy bailando pole dance. Lo que se venía era más que obvio, Shura tomó al peli turquesa por la cintura y lo besó; cuando notó que fue correspondido, sugirió ir a un motel para poder finalmente, tener relaciones sexuales con el de la onceava casa. Ambos caminaron bastante hasta que encontraron uno donde había habitaciones disponibles; una vez allí, se entregaron a sus deseos y mientras se besaban, comenzaron a quitarse la ropa, para tocarse la piel y deslizar sus manos por sus masculinas curvas. El español fue directo y, sin vacilar, comenzó a felar el miembro de Camus, que se sentía en pleno éxtasis, dando gemidos intensos; Shura sabía hacerlo muy bien, y engullía el miembro turgente de Camus con suavidad, haciendo que su amante se estremeciera. En un profundo grito el de la onceava casa llegó al clímax, volcando su esencia en la boca del español, quien bebió hasta su última gota.

Continuaron tocándose los genitales, pues Shura esperaba penetrar al bello acuariano, quien esperaba que el de capricornio estuviera ya listo, pero para su desgracia, estaba lejos de estarlo; el pene de Shura estaba tan flácido como un globo desinflado, algo que frustró un poco al libidinoso Camus.

 

- ¡¡¡Coño!!! ¡¡Maldita borrachera!! ¡¡No se me para!!

 

- Tal vez deba jugar un poquito más con él…- dijo el de la onceava casa con suave y seductora voz, al tiempo que tomaba el miembro de Shura y lo masturbaba; aún así, la excalibur parecía no erguirse.

 

- ¡No puedo creer que esté pasándome esto!...- maldecía el español- Discúlpame…

 

- Tranquilo, veamos si puedo afilar esta espada…- agregó Camus para luego succionar el miembro del de la décima casa.

 

El peli turquesa hacía su mejor esfuerzo para lograr la erección en su amante; rozaba la punta de su lengua en el glande, moviéndola en forma circular, luego la deslizaba por el cuerpo del pene, al tiempo que masajeaba los testículos de Shura. Luego de unos cuántos tortuosos minutos, el miembro de Shura se irguió y Camus se puso de rodillas y con las manos apoyadas en la cama, adoptando la posición de “perrito”; el pelinegro empezó a preparar la entrada del acuariano, tocándola suavemente, para luego introducir uno de sus dedos, haciéndole sentir gran placer al de la onceava casa. Se colocó el preservativo y bastante lubricante, y al tiempo que besaba el cuello del acuariano, lo penetró en una profunda estocada que hizo gritar de dolor y placer a Camus.

 

El de capricornio comenzó su vaivén dentro del de acuario en forma suave, tomándolo por las caderas y acariciando sus nalgas; Camus sentía el miembro de Shura abrirse paso en su interior, y si bien la sensación era placentera, no estaba tan excitado como pensó que lo estaría. Pidió a su compañero que lo masturbara para sentirse más estimulado y así, poder llegar a un segundo orgasmo; el de la décima casa obedeció, y la situación mejoró en algo para Camus, pero no sentía ese temblor en su cuerpo que experimentaba durante el orgasmo. Por su parte, Shura estaba en el paraíso; la estrechez del peli turquesa se sentía increíble, tan cálida y suave, que la presión en su miembro empezó a ser cada vez más intensa, y dando un hondo suspiro de placer llegó a un intenso orgasmo, volcando su contenido dentro del acuariano, quien no parecía haber alcanzado el clímax, pero fingió un orgasmo para no frustrar al español.

 

Una vez que Shura retiró su miembro del interior de Camus, se dejó caer en las sábanas y Camus simplemente se recostó a su lado, sin mirarlo; ambos sabían que no había sido la mejor de sus noches, por lo cual salieron del motel y casi que sin decir palabra alguna se fueron al santuario en un taxi. Atravesaron juntos las casas precedentes y al llegar a la décima se despidieron con un beso frío y sin sentimiento alguno, ni siquiera lujuria; al llegar a su casa Camus se sintió algo frustrado, pues Minos, quien sí parecía ser candente, huyó aterrado ante la propuesta de tener sexo, y Shura definitivamente no había cumplido sus expectativas en lo más mínimo. Tal vez Atenea lo bendijo con un brazo que funcionaba como letal espada a la hora de cumplir sus deberes de caballero, pero su “otra” espada, estaba muy lejos de ser un arma temible, pensaba. Debía ahora conseguir alguien que sí le hiciera sentir esas oleadas de gozo que deseaba, y se fue a dormir pensando que tal vez en el santuario habría más jóvenes que pudieran cumplir con ese cometido.

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado, comentarios, sugerencias, son bienvenidos =)


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