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Acaricia mi alma por Doki Amare Peccavi

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Cap. 20: Hábitos

 

(*) No te convierte en un narcisista amarte a ti mismo

 

Detestaba los hospitales.

 

Por advertencia de su padre, aquella iba a ser la última vez que estaría visitando a Saga. 

 

— Camus, pareciera que cada vez que vienes, eres mucho más serio… como si eso se pudiera.

 

— ¿Tenemos algo para sonreír? — Saga negó, regresó su vista al gotero de su medicamento y le ignoró completamente.

 

El televisor estaba encendido y aunque ninguno de los dos prestaba realmente atención, aquella gama de ruidos hacía menos incomodo el silencio que reinaba.

 

Sólo Camus decidía cuando era momento de hablar. Eso empezaba a entenderlo Saga poco a poco, aunque jamás llegaría a comprenderlo completamente.

 

— Escuché que me darán de alta en unos días.

 

— Es un alta relativa, te llevan a un centro de desintoxicación para que puedas terminar con todo el proceso, no son de ese tipo de lugares que piensas, mi padre tiene algunos conocidos, será un bueno lugar.

 

— Sí, eso también lo sé.

 

A Saga le parecía increíble como todos esos problemas en los que había estado metido desde hacía semanas, concluyeran en aquello.

 

Un loco que de vez en cuando se las ingeniaba para colarse al hospital para intentar convencerlo de que “se uniera a su causa”.

 

Un viejo loco que le había hecho “firmar unos papeles” para asegurarse de que su hijo no estaría implicado en ningún problema futuro.

 

… y en Camus, la persona más contradictoria que había conocido en su vida; un día le decía que todo estaba bien y al siguiente se presentaba con un rostro gélido aclarándole que iban a mandarlo a una clínica de adictos.

 

— ¿Y has pensado en lo que te dije antes? ¿Sobre contactar a tu familia? — Camus había “regresado” a rescatarlo, Camus le había dicho exactamente que tenía que decir a su padre para que se comprometiera a pagar toda su rehabilitación médica, así que a pesar de lo que “aquel otro sujeto podría planear” Camus era, sin duda, alguien en quien podría confiar.

 

— Mi hermano es mi única familia y no, no voy a decirle que venga a sacarme de esto. Solamente empeoraría las cosas. Que me vea en toda esta decadencia va a hacer que se deprima y se llene de odio…

 

— Morir de tristeza por no verte ¿Es mejor?

 

(*) No tienes que ser un prodigio para ser único

 

— Tú no entiendes. Mi hermano es un inestable, si llegase a saber siquiera algo de lo que ha pasado ¿Sabes qué es lo primero que hará?

 

— Sí.

 

— Así que es mejor que… piense cualquier otra cosa, que siga pensando que me he largado a cualquier otro sitio antes de hundirlo en algo de lo que no podré sacarlo… aunque, apenas esté bien, apenas salga, regresar con él será lo primero que haga. 

 

— Entonces tienes que, apenas te den de alta y te retiren los tranquilizantes, vas a iniciar con ataques de ansiedad por consumir, si fracasas, te volverás un adicto — Saga miró a Camus a los ojos. — Así que esfuérzate, y cuando todo pase, olvida todo. No pienses en nada de lo que ha ocurrido, en nadie.

 

— ¿Y qué hay de ti?

 

— Yo ya he empezado a hacerlo. Hoy es la última vez que nos vemos ¿Recuerdas?

 

— Es fácil para ti, ya lo has hecho antes.

 

.*.

 

Ir en el asiento trasero del taxi, con Shaka a su lado, era como un deja-vu. Habían estado en tantas situaciones difíciles ambos, y siempre el regreso a casa era en un taxi, estando en completo silencio.

 

A veces era demasiada la adrenalina.

 

En esta ocasión la falta de ideas. ¿Qué tenía que decir?

 

Estaba completamente arrepentido, su estupidez les había llevado a donde estaban y es que ¿Cómo iba a sospechar de Milo? ¿Cómo no iba a querer ayudarlo, después de haber escuchado aquella “fantástica” historia en la que Camus le había roto el corazón? Había incluso dudado de la intuición de Shaka y eso era algo que no se podía permitir.

 

No había forma en la que pudiese ser perdonado, no aceptaba los intentos de Shaka por tranquilizarle, por consolarle. No lo merecía.

 

(*) No tienes que saber qué decir o qué pensar

 

 — En la siguiente esquina está bien, por favor. — Dita escuchó a Shaka soltar un suspiro, el conductor indiferente a todo, paró el auto en el lugar indicado; ambos bajaron, el rubio pagó y el emprendió su camino hacia el interior de la pensión, había salido tan rápido, en un impulso de venganza y justo en ese momento caía en que habían dejado a Mu, completamente afectado. — Tranquilo, no podemos darnos el lujo de alterarlo. Entramos e intentaremos convencerlo de irnos a un lugar más lejos.

 

En ese momento fue cuando notó a Shaka detrás de él. Asintió a su indicación, fue él quien abrió de nuevo la puerta, las luces estaban encendidas e imaginaba que Mu iba a estar aún sentado, esperando.

 

Pero Mu no era de los que esperaban sentados a que las cosas pasaran.

 

Lo siento.

 

Shaka y Dita buscaron por todos lados, pero no hubo rastro de Mu. Faltaban muchas otras cosas que no notaron.

 

.*.

 

(*) Está muy oscuro esta noche, pero sobrevivirás sin duda

 

Extraño era.

Podría sentir a Milo apartándose segundo a segundo. Era consciente del pequeño hoyo que se había formado y como este se había vuelto una inmensa grieta, sin embargo, a pesar de tenerlo tan claro, DM no tenía ni puta idea de cómo actuar. No es como si fuese a plantarse frente a su amigo a pedirle que “hablara de sus sentimientos”.

 

Había verdades que DM prefería ignorar, una, por ejemplo; que su educación ultra conservadora no le dejaba ver más allá de sus narices.

 

Así que simplemente le observaba a la distancia, cuando empezaban a beber y Milo terminaba pidiendo agua mineral. Se desenvolvían en el escenario como los amigos que siempre habían sido, pero ¿A qué costo? Después de tocar dos o tres canciones bajaban y no volvían a verse hasta los días de ensayo.

 

Kanon cogía, él cogía, pero Milo desaparecía. Y aunque había intentado seguirlo en más de una, siempre había “alguien” que le detenía y como era costumbre, terminaba en el baño del lugar acorralando a alguien en la pared.

 

— Mételo ya… — Y así lo hacía DM, apenas empezaba a introducir la punta de su miembro en aquella chica, cuando de la nada, estridentes golpes en todas las puertas empezaron a sonar.

 

— ¿En dónde estás DM? — Aquella era la voz de Milo y dudó, si silenciar los gemidos de la chica y continuar embistiendo o cortarse el rollo y quedarse con media erección para atender a su amigo, que seguramente borracho estaba. — Kanon me dijo que Saga se ha comunicado con él y que tú sabías. ¿En dónde mierda estás?

 

— ¡Como jodes Milo! Dame un minuto y te veo afuera.

 

(*) Está bien, entra y habla conmigo

 

Milo salió enseguida, esperó afuera del baño con los hombros cruzados, su espalda en la pared y la mirada fija en Kanon.

 

Apenas se había separado de Afrodita y Shaka, regresó con sus amigos tenia claras intenciones de decir todo lo que había escuchado de Saga, pero apenas encontró a Kanon le dijo que tenía información de su hermano. Un “No me importa” seguido de “He hablado con él” lo dejó helado. Y a la primera pregunta hecha el ebrio de Kanon había soltado todo, que Saga le había marcado tiempo atrás, le dio una fecha para regresar y explicó sin lujo de detalle que tenía cosas que resolver.

 

Y por supuesto que ante aquello había reclamado.

Sus amigos eran unos idiotas y la versión de Afrodita y Shaka cada vez tuvo más sentido en su cabeza. Saga frecuentaba aquella zona, ahora podía estar seguro de que había sido él quién lo había enviado a taxi a casa… pero ¿Cómo alguien tan bueno como él, podía haber dañado a esos tres chicos?

 

— Mierda Milo, me has cortado de una el momento. — Milo miró de pies a cabeza a DM, se notaba tan recuperado, traía aún el pantalón a medio abrir y una asquerosidad escurría de sus pantalones… —

 

Podemos hablar aquí en el suelo

 

— Kanon me ha dicho “todo” sobre Saga y cuando le reclamé por qué nos lo había ocultado me dijo que, de hecho, tú lo sabías. ¿Por qué mierda no me han dicho nada? ¿Es por eso que ahora son tan cercanos no? Con semejante secreto entre ambos, es entendible que me estén dejando afuera de todo, pero ¿por qué? ¿Qué pensaban que yo no estaba preocupado por él?

 

— Porque haces un show de todo, es que seguramente Kanon no te dijo. — DM se lavaba las manos así de fácil. Milo había esperado obtener respuesta, pero la indiferencia ante aquella situación lo descolocó completamente. — ¿No crees que tiene suficiente con que su hermano no regrese, como para tener que darte explicaciones a ti?

 

— Son unos malditos idiotas, ambos, DM… — Entonces, si ellos no le compartían nada ¿él por qué iba a hablar de lo que sabía? — Porque yo todo este tiempo no había sacado a Saga al tema porque no quería alterar a Kanon. No quería hundirlo otra vez, pero no era nuestra compañía ni resignación lo que le había levantado ¿No? Es porque ya había hablado con Saga… mierda… eso son.

 

.*.

 

Dormir no había sido una opción, habían salido a la calle en busca de Mu; caminaron de madrugada por todos los lugares que conocían de la ciudad y después se dividieron.

 

A las seis de la mañana, Shaka había llegado a la cafetería.

La gente empezó a pasar, como si de una fantasía se tratara, Shaka estaba tan cansado en ese momento que imaginó que Mu podría acudir, después de todo, a trabajar. Amaba ese trabajo y es por eso que muy en el fondo de su corazón había tenido aquella esperanza.

 

Pero Mu no llegó.

Pero lo había intentado.

 

— Shaka, ¿Qué haces aquí?

 

— Aldebarán.

 

— ¿Ocurrió algo? No luces bien. — Shaka mordió su labio inferior, lo último que tendría que hacer era involucrar a Aldebarán.

 

— Estoy un poco desvelado. Ahm…

 

— Ya… me imagino.

 

— ¿Sí?

 

— Sí, Mu habló hace un rato con mi papá, avisó que no podría acudir a trabajar. ¿todo está bien con él?

 

— ¿Mu habló con ustedes? ¿En dónde está? ¿Qué dijo?

 

— ¿Qué pasó?

.*.

 

Al contrario de Shaka, Dita buscó en los lugares más apartados.

En el bares y clubes por igual, pero no había ni un pequeño rastro de Mu.

 

¿En dónde podía estar?

¿Se había marchado o Saga le había encontrado?

 

Todo era su culpa, si no hubiese salido a su encuentro con Milo, las cosas no estarían así de mal.

 

¿Y si buscaba a Camus?

 

A ese punto Dita dudaba tanto de sus ideas que inmediatamente descartó la posibilidad de hablar con Camus, si él había decidido alejarse, él no iba a ser quien le trajera de vuelta, así que hundido en el fracaso de la búsqueda regresó a la pensión. Shaka ya estaba en aquel sitio.

 

— No le encontré Shaka, nadie le ha visto, nadie sabe nada de él.

 

Deja que tus palabras liberen tu dolor

 

 

— Está bien… por ahora, se reportó con Aldebarán dice que pidió unos días y dijo que tú y yo podríamos suplirlo. ¿Te das cuenta? Él también se marchó y le dijo a Aldebarán que, si íbamos y preguntábamos por él, nos dijera que lo cubriéramos unos días. — La sonrisa de Shaka era pura desesperación contenida. Sus ojos azules se miraban como pocas veces, cristalinos. Entendía la situación; Mu y Shaka eran como una extensión de sí mismos. Uno dando equilibrio al otro y aunque él entendía un poco, porque la separase de Camus una parte de su corazón se había ido con él, lo de ellos dos no tenía comparación.

 

— Tenemos que conseguir móviles. ¿Podemos comprarlos? Tú y yo tenemos que estar comunicados de ahora en adelante, lo que haga uno lo sabrá el otro., el grandulón ese puede irse al carajo con su cafetería, nosotros tenemos que encontrar a Mu y no vamos a perder tiempo con él. ¿Verdad?

 

Shaka suspiró.

 

Recién te dabas cuenta, tonto.

 

— Se marchó con la mercancía, con dinero. Nos dejó lo justo y el arma.

 

— Para que vayamos a meterle un tiro a Saga en la cabeza en cuanto lo encontremos, esta vez no me voy a tentar el corazón…, yo sabía que la manera de solucionarlo todo era meterle una bala entre ambas cejas.

 

.*.

 

Apenas Shaka se marchó Aldebarán supo que no les vería más. No hasta que Mu regresara… si es que volvía a trabajar con ellos.

 

No era idiota, sabía que todo se centraba en la aparición del sujeto de la noche anterior, les había escuchado discutir y observar a Mu apretar los puños mientras hablaban, había estado a punto de salir a evitar que se marchara, pero su padre se lo había advertido. Nada de meterse en una situación que no le importaba.

 

Así que no había quedado más que observarle alejarse.

Era un imbécil. Porque en ese momento los celos no abandonaron su cabeza, ahora imaginaba que había podido hacer algo… si tan sólo no hubiese alejado día con día a Mu, si tan sólo no fuese un jodido perdedor con miedo a expresar sus sentimientos.

 

Tal vez Mu no le correspondía, pero por lo menos no tendría la extraña sensación de que aquel chico estaba en problemas.

 

Porque lo estaba.

 

Porque de no ser así, Shaka no habría acudido tan temprano a encontrarlo.

 

Incluso si huyes, todavía los ves en tus sueños

Esta noche está tan oscuro

Se ve bien, duerme.

 

 

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«.·°·~*~' continuará ‘~*~·°·. »
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(*) Cavetown - Talk to me


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