Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Acaricia mi alma por Doki Amare Peccavi

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Cap. 5: Polos opuestos

 

(*) No te acerques más, no, no te alejes de mí

Soy como la porcelana

 

— ¿Buenas personas, dices? Ellos no tienen nada de buenas personas, por supuesto que no, se aprovecharon de que dos de mis amigos estaban completamente ebrios para arrebatarles las llaves de su camioneta y apuñalaron a mi hermano. ¿Crees que eso es de buenas personas? Yo te diré que no, voy a denunciarlos porque hoy sólo fue un accidente, pero en otra ocasión pueden lastimar a alguien más y créeme, si me llego a enterar no terminaré de perdonármelo jamás.

 

— Te lo juro, te lo juro que no lo volverán a hacer. — Mu no dejaba de rogar para que en cuanto ese chico saliera del tiradero no fuese a denunciarlos por intento de robo y daño a terceros… o algo así, estaba tan aterrado que no notaba que en gran parte la excitación de Saga se debía a que Dita no dejaba de apuntarle con su arma recién adquirida.

 

— Por eso te he dicho siempre que no podemos invitar a nadie aquí. — Shaka, por el contrario, se encontraba con los brazos cruzados, evitando que el “invitado” de Mu pudiera salir de casa, aunque no era realmente necesario, no cuando alguien ya estaba apuntándole con un arma para evitarlo.

 

— ¡Es que yo no lo invité! — Se quejó Mu, la férula le estaba causando comenzó y la situación le alteraba, porque sentía que de todo aquello nada iba bien… desde hacía días que las cosas empeoraban para ellos. Lágrimas de desesperación resbalaban ya por sus mejillas y se atrevió a acercarse a Saga para rogarle por milésima vez que no los delatara con nadie. — Tú viniste por voluntad propia.

 

— Vine porque quería protegerte, te veías muy solo... — Mu podía llorar todo lo que quisiera, pero él se consideraba una persona justa y recta, por eso cuando el chiquillo casi se le colgó del brazo para detenerlo, no dudó en apartarlo de una forma casi brusca. — …pero ¡bah! De qué necesita sentirse protegido un delincuente como tú.

 

Camus siempre le había enseñado que defenderse unos a otros era su manera de sobrevivir…

Afrodita era capaz de hacer la mayor de las locuras para salir de aprietos.

Shaka por el contrario era la cordura andante en aquel grupo de loquitos.

El papel de Mu, era diferente… era como un corderito en aprietos que siempre les sacaba una sonrisa, fue quién les animó a salir de casa y vivir de una forma más libre, les había dado tranquilidad, paz y mucho amor, más amor del que alguna vez pudieron haber recibido en sus familias…

 

…por eso, cuando el corderito cayó al suelo y un quejido salió sonora de sus labios al haber apachurrado su brazo recién atendido, Shaka no dudó en encarar al “invitado”; le empujó tan fuerte que provocó irá en Saga, y eso era planeado, ese grupo de chicos jamás actuaban en solitario, para nada, eran un grupo y como grupo, Afrodita aprovechó la oportunidad para …

 

Cuando estás conmigo, todo, todo lo que sé es

Un millón de formas de cómo herirte

 

— ¡No! — Gritó Mu en el suelo, pero no había podido evitar que su amigo diera un golpe certero en la nuca de Saga, quien cayó inconsciente.  — Lo has matado.

           

.*.

 

Con los cuidados necesarios y su ojo inhabilitado, le era permitido a Camus pasar algunos ratos en el jardín del hospital.

Para ese momento ya había entendido en primer lugar, que los gastos del hospital habían estado siendo cubiertos y en segunda, que sus amigos se la habían arreglado para realizar el papeleo sin haber tenido que contactar a su padre y… eso le aliviaba de alguna forma, aunque no dejaba de tener aquel “mal presentimiento”, como cuando se supone que algo va mal y las pruebas apoyan horribles conclusiones.

 

— ¿En qué están metidos? — Se preguntó distraído, en un susurro bajito, para luego soltar un suspiro cansado. De mala gana había arrojado su plato de fragarias con miel, a la basura, y con una pesadez extraña en él, terminó poniéndose de pie para regresar por el pasillo a la habitación fría que le correspondía.

 

Camus caminaba por el pasillo blanco, esquivando a alguna persona, su andar era a prisa y sólo se vio interrumpido al escuchar nuevamente carcajadas y risas de la habitación de junto. Hacía horas que las enfermeras les había cayado y ellos parecían simplemente no entender, así que harto de todo y sin temor a ser reprendido se plantó frente a la puerta y la abrió de golpe, sorprendiendo en el acto al paciente en cama y a sus acompañantes que no duraron en mirarle de forma severa.

 

Qué si dejo caer, caer el control

Y con los ojos cerrados, conduzco más rápido

Soy como la porcelana

 

— A ver si ya le van parando a su fiesta. — Se quejó sin poder enfocar bien los rostros, sin embargo, podía ver a dos chicos, uno en cama y el otro sentado en el sofá. Amigos o familia, seguramente, de cualquier forma, su enojo era más por envidia que por incomodidad.  — Todo el día he intentado dormir y ustedes parece que están en un carnaval. ¿Qué no entienden que es un hospital?

 

— ¿Quién mierda eres? — Había escuchado Camus hablar al paciente, pero su rostro sólo se había arrugado más con la contestación, así que de la misma forma en la que había entrado, se había dispuesto a salir para caminar de mal humor a su cama.

 

Era el encierro lo que lo estaba torturando y el desconocimiento de todo le alteraba más.

 

.*.

 

Tenemos el poder de la destrucción

Tú siempre puedes dejarlo caer

 

Poquito a poco se removía

Intentó abrir los ojos, pero al momento, un enorme dolor de cabeza le hizo volver a cerrarlos… sentía algo en la cara, una posición incómoda en general, pero no logró entender que ocurría, pero al despertar había sentido las piernas y manos adormiladas.

 

— Mierda… — Dijo bajito y de forma inconsciente creyó que se encontraba ante una horrible resaca, pero… recordó; no había bebido en días, la noche anterior no estaba festejando nada… ni había estado con amigos. A Saga todos los recuerdos le llegaron de golpe, haciendo que nuevamente intentara levantarse, pero esta vez le fue obvio entender que no podía. Estaba atado de manos y piernas y con los ojos cubiertos. — ¡Auxilio, Auxilio! — Había podido gritar con voz entrecortada y al instante escuchó pasos acercarse hacia él.

 

— Despertaste… — Susurró el corderito al escuchar a Saga, entró a la habitación y enseguida se colocó en cuclillas para poder tranquilizar a su “invitado”. Si Dita y Shaka despertaban, tendrían que cubrirle la boca para evitar que gritara. — Shh… tranquilo, tranquilo… no grites. — Pidió intentando rozar sus dedos con los labios de Saga, pero este sólo esquivaba su tacto y volvía a gritar desesperado, así que Mu no tuvo de otra más que cubrir los labios con la palma de su mano, la del brazo sano. — Calla, Saga, voy a ayudarte.

 

Mu había intentado tranquilizarlo, pero al no tener una buena respuesta de Saga, había terminado por descubrir sus ojos, para que su invitado no se sintiera tan nervioso.

 

— Te han hecho esto porque tú los amenázate. — Justificó. — Si no te tranquilizas no van a soltarte.

 

— ¿En qué mierda me has metido? — No era fácil aceptar una situación como esa, las ideas le venían de la forma más salvaje y lo único que entendía era que estaba siendo prisionero. Un secuestro tal vez… y él bien que sabía que esas cosas no siempre resultaban de la mejor manera. ¿Terminarían matándolo y arrojando su cuerpo a algún tiradero? Mierda…ese mismo era un tiradero. — De haber sabido que eras así, no me hubiese acercado a ti, intenté ser bueno y ayudarte ¿y me pagas de esa forma? — Se quejaba y si tenía la oportunidad de reprochar, también lo hacía. — Me las vas a pagar Mu… desátame ahora mismo o te vas a arrepentir.

 

— No eres un buen negociador. — Susurró de pronto Mu, un tanto desesperado entendió que no había forma de ayudar a Saga, por lo menos no en ese momento. — Vas… a tener que estar aquí hasta que te tranquilices un poco. — Y en un segundo intento quiso tocar la cabeza del su conocido, pero Saga rechazó cualquier tacto con el corderito. — Sé que piensas que somos malos y que te haremos daño, pero no hay nada más alejado de la realidad… si tú prometes no meternos en problemas, nosotros no tenemos por qué hacerlo contigo. 

 

— Como si tuvieses palabra u honor.

 

Pero cuando intentamos algo sólido

Es jodidamente difícil

 

 

Mu frunció el ceño ante las palabras de su visitante y sin más, volvió a levantarse para salir de la habitación.

Se tiró en el sofá y esperó a que el tiempo pasara para que Shaka y Dita despertaran… él había dormido poco, toda la noche, después que Saga fuese noqueado, había ensayado en qué decirle para que al amanecer se tranquilizara… hicieran un pacto y se juraran mutuamente que ni ellos le harían nada ni él les delataría con la policía.

 

La noche anterior había pensado que las cosas saldrían bien, pero por la mañana al escucharle gritar y después de lo que habían hablado entendió que las cosas no eran fáciles.

En verdad estaban metidos en otro lío más y era una pena porque en verdad, Saga le había agradado después de todo, pero ante todo… estaba el honor y la ley que le tenía a sus amigos, así que si al final… él decidía no cooperar, Mu sabía muy bien que las cosas no podrían irle bien.

 

Dar pensamientos

Requiere esfuerzos

Confiar en alguien que pueda detener mi caída

 

A ratitos dormitaba, a veces por la ingesta del medicamento que tomaba para evitar futuros dolores en el brazo, Mu ni siquiera había sido consciente del tiempo de no haber sido porque había visto a Dita asomarse nuevamente al recibidor para darle los buenos días.

 

— ¿Pudiste descansar? — Había preguntado el corderito, de forma preocupada.

 

— Sí, no mucho pero sí estoy con pilas nuevas. — A sus palabras se acompañó una enorme sonrisa para disimular los estragos del cansancio. — ¿Aún no despierta Shaka? — Mu simplemente negó con la cabeza. — ¿Y tu amigo? No lo has dejado escapar, ¿verdad?

 

— No sería capaz. — Respondió entre suspiros.

 

— Te creo. — Dita observó coqueto a Mu y se inclinó para rozar sus labios para dar un mejor “buenos días” — ¿Sabes que estuve pensando? — Y se hizo un huequito en el sofá que Mu estaba para quedar ambos juntitos, como confidentes. — Los vimos en el cajero, tiene tarjetas, ¿no? — La picardía de Dita incrementaba. —Hagamos que nos dé su contraseña y terminamos de pagar la deuda del hospital.

 

— ¿Y después? ¡Nos delatará con la policía!

 

— Si no sale de esta, no… es una oportunidad que no podemos perder, Mu, si le dejamos ir nos va a delatar… si nos lo quedamos, podemos usar su dinero y después… bueno. En el tiradero hay mucho terreno libre para sembrar un idiota.

 

Mu abrió los ojos, completamente atónito por la sugerencia de Dita.

Sin embargo, aún más sorprendido y aterrado se encontró Saga, quién había escuchado todo a detalle, porque entre esas paredes, si algo faltaba, era privacidad.

 

Toma una vida

La ruptura avanza rápido

Cuando todo lo que importa está hecho de vidrio

 

|¤°.¸¸. ·´¯`» D’amare Peccavi «´¯`·.¸¸. °¤|

 

(º·.¸(¨*·.¸ ¸.·*¨)¸.·º)
«.·°·~*~' continuará ‘~*~·°·. »
(¸.·º(¸.·¨* *¨·.¸)º·.¸)

 

(*) Skott - Porcelain

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).