Sumido en sus pensamientos un joven de mirada borgoña, se encuentra descansando en el sillón de su despacho. La lectura no le satisface en absoluto, todos sus pensamientos están llenos de a que furtivo encuentro.
Lo que mas le complacía era el saber que aquel encuentro quedaría solo para sus recuerdos, ya que conociendo al orgulloso cazador, jamas seria capaz de divulgar aquel hecho tan humillante hacia su persona.
Le deseaba, y lo mas intrigante es que no sabia el por que. Jamas lo vio de otra manera que no fuera como una mera herramienta en su tablero de ajedrez. Un sucio y despreciable neófito del que algún día se haría cargo. Pero era incapaz de negárselo a si mismo, la noche que3 tomo a la fuerza y sin piedad a aquel neófito, fue la mejor que había tenido en siglos.
No tenia pensamientos románticos hacia el, no, eso jamas. Solo era deseo, puro y mero deseo carnal. Tocar su tersa y blanca piel, delinear con la punta de la lengua sus labios y penetrarle con fuerza y sin piedad. Estos oscuros recuerdos y deseos hacían mella en su cerebro.
El por que reacciono de esa manera, no lo sabia. Realmente solo fue a molestarle, se encontraba aburrido y la monotonía de su aburrida vida le tenia asqueado. Pretendiendo reír un rato de su antes rival en el amor, se dirigió al departamento que sabia desde hace tiempo habitaba. Pero al verle, desarreglado, melancólico y frágil, algo nació en el, comenzó en su pecho, se propago a su estomago y finalmente estimulo su entrepierna.
Y quien es el si no el mas sexy y poderoso pura sangre y si el lo quiere, por muy prohibido que sea lo tiene.
Mientras continua meditativo en la oscuridad del lugar, una mueca parecida a una sonrisa ilumina su rostro.
- Takuma!!!- Llama a su fiel amigo.
Inmediatamente, como traído de las profundidad de las sombras aparece un joven rubio de mirada profunda y clara, como un cielo despejado.
- ¿Si, Kaname-sama?
- Necesito que me comunique con la sociedad de cazadores, tengo un pedido que realizar.
- ¿Puedo saber en que consiste?
- No te preocupes, pronto lo sabrás.
¿Cuantos días han pasado ya desde aquella terrible noche? Esa pregunta ronda en la mente del cazador, mientras su cuerpo se encuentra inerte sobre el mullido colchón su recamara. ¿Que pretende aquel monstruo, al haberse comportado de forma tan bestial? Humillarlo, que otra cosa podría ser.
Después de aquel desastroso y brutal encuentro, había quedado solo, sumido en un mar de dolor y humillación.
Largas horas después de dicho encuentro, se encontró todavía tirado sobre la cama, incapaz de moverse, incapaz de procesar lo sucedido. Haba sido vilmente sometido por aquel vampiro y por mas que se resistió y lucho, al final, fue consumido por el fuego del placer, quien llego a sustituir el dolor. Pero la humillación, el odio hacia ese ser y hacia si mismo, aumento en desmesura.
Jamas nadie sabrá de lo ocurrido, no permitiría que además de ser humillado en la intimidad, se le humillara de forma publica y se le viera no solo como otra cosa mas que... la puta de un sangre pura.
Se sentía sucio, asqueado de si mismo, de su cuerpo. No soportaba su debilidad y apesar de haber pasado largas horas restregando su cuerpo, hasta que este quedo rojo y sumamente sensible, no había sido capaz de borrar de el la sensación del cuerpo contrario, sus manos tomándole con fuerza, su abdomen oprimiendo su pecho y su miembro... su miembro desvirgándolo dolorosamente y sin piedad. Todavía recordaba la sensación de tener al sangre pura dentro de su ser, el como entraba y salia de forma salvaje, dejando dentro profundas heridas en su mente y en su cuerpo.
- Maldito chupa-sangre!!!, juro que te matare.
Fuertes sentimientos de venganza atraviesan su cuerpo cuando de pronto, suena el teléfono sacándole de sus pensamientos. Al mirar el móvil reconoce el numero, la asociación de cazadores.
- ¿Si?
- Zero Kiriu, se solicita su presencia inmediata en las oficinas de la asociación de cazadores.
- Ok- responde seguido de un gruñido. El deber llama y como buen cazador que es, cumple con sus obligación a pesar de todo.
Se levanta con pereza, arregla su ropa y coloca a su fiel amiga entre sus ropas, para posteriormente dirigirse a su destino.