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Brujos por pri_sasukelove20

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Notas del capitulo:

 

 

Hola queridos lectores, aquí con una de mis actualizaciones. Espero les agrade y pasen un lindo momento el día de hoy. Las cosas se irán aclarando y ya creo que más de uno se dará cuenta cuando lea este revelador capítulo. La historia se me está alargando como verán, será poco más de cinco capítulos a mi forma de ver, intentaré no salirme de la trama y avanzar.

 

Espero no defraudarlos. Gracias por sus reviews, mi alimento para inspirarme :3 siempre los leo.

 

¡Ver notas finales hay adelanto Y muy jugoso!

 

(Personajes de Masashi)

 

 

 

 

 

 

Ocurrió en Francia del año 1531, una fría noche de invierno, llegando a casa tras visitar unos parientes. La familia Hansson de origen ruso e italiano, vivía armoniosamente en calles seguras con vecinos muy amables y solidarios, un trabajo estable como carpintero con una dulce esposa e hijo esperando en casa por su llegada. Sucedió que dejando a su hermosa esposa sola debido a que ella tenía unos asuntos pendientes por terminar, Alexander y su hijo de once años llamado Thomas, salieron de paseo a visitar a los abuelos a solo unas calles de allí, fue a su regreso que la pesadilla comenzó.

Tan solo al acercarse a la puerta de casa notó como había sido forzada desde el exterior, gotas de sangre manchaban el piso y al entrar, encontró el cuerpo de su esposa tendido en el suelo. Su cabeza estaba bañada en liquido rojo y habían ultrajado su ropa casi denudándola por completo, artefactos regados y destruidos por todas direcciones. Su niño, fue el que más lo sufrió.

—¡Mamá! ¡Mamá!-comenzó a llorar. Se tiró al piso y recogió el cadáver de la mujer entre sus brazos, sus manos se mancharon de aquel elixir vital que no dejaba de esparcirse—¡Papá, mamá no despierta! ¡Haz algo!

 Con un dolor y un vació indescriptible en su ser, el mayor se acercó a su lado y lo cargó en sus brazos alejándolo de su amada.

—Debemos irnos cuanto antes. Ellos regresaran y también nos mataran.

—¡¿Por qué?! ¡¿Qué les hemos hecho para que nos traten así?!-gritó desesperado aferrándose a su padre.

—Es difícil de explicarlo, Thomas, y no es el momento para revelártelo. Tenemos que huir lejos de este país, maldición, pensé que todavía había tiempo.-miró por última vez el cuerpo de su esposa—Querida, te prometo, que nuestro hijo no pasará por lo mismo. Siempre te amaré-susurró, con lágrimas deslizándose por sus mejillas.

—¡Mamá!-gritó desesperado—¡Mamá, te amo!

Era obvio ya que ella no volvería a levantarse, tuvo que armarse de mucha fuerza para que sus emociones no le jugaran mal. Su padre tenía razón, era el momento de escapar aunque no comprendía porque los vecinos de la zona habían hecho algo tan espantoso a su madre. Corrieron en la noche sintiéndose observados y escuchando no muy lejos de ellos, fuertes pasos. No había ni un alma circulando en la calle lo que le resultó demasiado sospechoso, entonces pudo verlo delante de ellos.

—¡Ustedes también morirán!

Todos los vecinos y otros ciudadanos del alrededor parecían haber unido fuerzas para enfrentarse a ellos. Unos cuantos venían con antorchas y armados con lo que fuera para noquearlos y causarles graves lesiones hasta causarles la muerte. Alexander estaba en aprietos, no quería luchar con nadie, solo quería salvar a su hijo aunque fuera a costa de su vida, él tenía mucho por delante. Thomas necesitaba alcanzar la felicidad por ellos.

—¡Es por su culpa que todo está ocurriendo!

—¿De qué hablan?-contestó confundido.

—¡No te hagas, maldito! Mucha gente está muriendo por enfermedades misteriosas. ¡No hay cura y ningún doctor puede detectar lo que tienen las victimas!

—¡Mi hija de ocho años, mi pequeña murió hace dos días!-lloró una mujer, llena de impotencia y rabia.

—¡Mis padres también fallecieron! Murieron en su lecho sin razón alguna-gritó un hombre furioso.

—¡Yo perdí a mi hermano ayer!

—¡Es culpa de ustedes!

—¡Tú y tú maldecida familia han traído desgracias a este lugar!

—¡Gente, esto es una gran equivocación! Ni mi esposa, ni yo, ni mi hijo, hemos hecho algo para que sus familias mueran-habló en ruegos.

—¿Crees que vamos a creerte, Alexander? ¡Muchos de nosotros dudamos de tu humanidad! Incluso de tu maravillosa esposa, esa mujer era demasiada bella para ser humana.

—¿Qué tonterías están diciendo? ¡Mi esposa era una mujer decente!-gritó dolido—¡Ella nunca haría algo para perjudicarlos! ¡Solo queremos vivir en paz, tal como ustedes!

—Las muertes han aparecido desde que ustedes se instalaron aquí, temo que nadie va a creerte. Entrégate y te prometo, que el dolor pasará rápido.

No podía entender lo que escuchaba. Querían matarlo y principalmente a su hijo, no parecía importarles acabar con la vida de un niño. Las acusaciones no cesaban, miró a su niño en sus brazos, él también le devolvió la mirada llena de angustia. Lo depositó en el suelo observando la muchedumbre con miradas cargadas de odio.

—Papá…-apretó su prenda con fuerza mirándolo desde abajo—¿Qué nos va a pasar?

Él no respondió.

—¿Y bien? ¿Los harás por las buenas o tendremos que hacerlo por las malas? Primero te mataremos a ti y luego al muchacho, espera, tal vez prefieras matarlo tú mismo para ahorrarnos la molestia. Creo que morir por tus manos será una mejor opción, ¿no te parece?-sonrió.

—¡Cállate!-la gente se estremeció ante su alarido de ira.—¡Atrévanse a poner una mano en mi hijo y juro que los mataré!-apretó sus puños.

—Oh, vaya. Al fin muestras tus garras, maldito demonio de Satanás.

—¿Demonio…?-susurró, el menor mirando al hombre que lo señalaba con un dedo.

—¡Solo les estoy pidiendo que nos dejen en paz! ¡¿No ha sido suficiente arrebatarme a mi esposa?! ¡Me parece que los únicos demonios aquí, son ustedes!-acusó, señalándolos.

—¡¿Como te atreves?!

—¡Intenta confundirnos! Quiere que nos matemos entre nosotros.

—Eso parece, no hay duda…

—Es un demonio-respondió otro.

Todos se pusieron en guardia, Alexander se puso delante de Thomas como su escudo. Levantaron sus armas, entre ellos palos con los cuales podrían ocasionar una fractura de cráneo sin daban con suficiente fuerza en la cabeza. Era inútil, no estaba en él matar personas inocentes, a pesar de que le habían arrebatado a su amada. Jaló a Thomas de la muñeca y emprendieron la huida en la dirección contraria, de inmediato, todo el pueblo corría tras él en una desesperada carrera. No había tiempo para detenerse a descansar, ocultándose entre las esquinas y tomando atajos entre las viviendas podía verse la inconfundible luz de las llamas que todos portaban en sus manos.

—¡Allí están! ¡Tras él!

Mierda. Debían apresurarse. Al menos, al menos su hijo debía sobrevivir. Se detuvo abruptamente en un callejón oscuro.

—Escúchame bien, Thomas, debes correr tanto como puedas en línea recta, no dejes de esconderte. Y no te distraigas, yo intentaré darte todo el tiempo posible para que escapes.

La facción de su rostro se contrajo en pánico ante esas palabras, abrazó a su progenitor hundiendo su rostro en su pecho.

—¡No! ¡De ninguna manera voy a irme sin ti, papá! ¡No me pidas que te deje atrás…!-sollozó.

—Hijo… estaré feliz si tú logras sobrevivir. Tu madre haría exactamente lo mismo-acarició sus revueltos cabellos—Tienes que ser fuerte, eres un hombre. Hazme sentirme orgulloso, no quiero perderte.

—¡No! ¡Ya perdí a mamá, yo… yo no soportaría estar sin ti! ¡No me dejes, papá!-rompió en llanto.

—Cuando crezcas, lo entenderás-besó su cabeza—Te amo, Thomas-se apartó de él y empezó a correr en la dirección de sus perseguidores.

—¡PAPÁ!-gritó, estirando su mano para agarrarlo.

Fue en vano, él se alejó lejos y la oscuridad lo cobijó. Tenía miedo, su cuerpo no dejaba de temblar, miró a todos lados procurando que nadie se le apareciera por sorpresa. Escuchó no muy lejos a las personas decir “Al fin te tenemos” “Vayan por su hijo, no tiene que estar muy lejos” los nervios no le ayudaban y el terror era demasiado. Su llanto no paraba, se arrastró agarrándose de las paredes casi conteniendo la respiración por temor a que lo detectaran.

—¡Aah!

—¡Muere desgraciado!

—¡Maldito demonio! ¡Tu hijo pasará por lo mismo, no te preocupes!

No, su mente quedó aturdida unos instantes. Podía oír el sufrimiento de su padre a solo unos metros, estaba petrificado. Oyó a la gente acercarse hacia él, los gritos no cesaban, simplemente no podía. No podía huir dejando que su padre muriera en las manos de esas personas tan malas. Logró hacer reaccionar a su cuerpo y emprendió el regreso por donde creía que estaban. La voz de su padre se sintió más y más cerca, corrió en dirección recta hasta una plaza despoblada con unos pocos árboles. Y en el centro de la multitud, Alexander estaba siendo apaleado con los palos en todo su cuerpo mientras las antorchas se mantenían en lo alto iluminando el cuerpo lleno de sangre.

La mente de Thomas pareció sufrir una contusión grave, un shock. Se quedó parado a solo unos pasos hasta que los habitantes notaron su oscura presencia, sin embargo cuando sus ojos se posaron en él, ellos ya tenían sentencia de muerte.

—¡Maten al niño!

—¡No dejen que se escape!

Su padre casi pisando el otro mundo, vio borroso la silueta de su hijo que permanecía tieso a manos de los pobladores.

—Tho… mas…-su débil susurro no podía llegar a los oídos del pequeño. Era demasiado tarde para retractarse. No había vuelta atrás.

Dejaron al padre moribundo para ir por él, no les interesaba que fuera un niño, al fin y al cabo era un demonio como el resto de su familia. No había misericordia para ningún ente demoniaco. Thomas que hasta hace poco no había movido un musculo, finalmente dejó al descubierto su lúgubre mirada, su flequillo ya no ocultaba sus ojos azules. En su lugar, la mirada carmesí hizo acto de presencia, cuando lo notaron todos retrocedieron llenos de pánico.

—E-era verdad… ¡Él es… es un maldito demonio!

—¡Mueran!-gritó lleno furia.

Las llamas de las antorchas se expandieron quemando las manos de sus dueños y envolviendo los cuerpos por completo. Gritaron de dolor al ser quemados lentamente, otros huían despavoridos para que las llamas no los alcanzaran, pero no importaba a donde corrieran, las llamas los perseguían y se los devoraban sin contemplación. No lejos de allí, había un rio, se tiraron a él para que el agua los apagara, pero no surto efecto. Era aterrador, el fuego hacía contacto con el agua y no se apagaba en absoluto.

—¡Aaah!

—¡Ayúdenme, por favor!

—¡Auxilio!

No importa cuanto clamaran en agonía, él no iba a detenerse. Thomas miraba el espectáculo parado junto a un árbol con indiferencia, sus ojos color sangre seguían a cada humano retorcerse en el suelo hasta que las llamas lo consumían por completo. El olor a carne chamuscada llegó a sus fosas nasales y sintió nauseas, un olor fuerte y nauseabundo. Tenía que salir de ahí cuanto antes, caminó hasta donde se hallaba su padre tirado en un mar de sangre y no le sorprendió lo que veía.

El cuerpo de Alexander comenzó a sanar rápidamente. Las heridas graves se iban cerrando al mismo tiempo al igual que las fracturas que había sufrido por dentro, escuchó sus lamentos, el procedimiento no era nada suave. Cuando logró cerrar cada herida, él abrió los ojos y observó a su niño parado delante de él con la mirada carmesí.

El brillo era impresionante, uno podía perderse en esos dos pares de piedras preciosas, las pupilas afinadas como las de un felino inyectadas en su iris color sangre. Era la primera vez que Thomas se transformaba, los cuernos saliendo de su cabeza, los colmillos, todos los rasgos iban acentuándose poco a poco y la larga cola negra no pasó desapercibida.

—Quiero irme lejos de aquí, padre…-sollozó.

Aunque su apariencia lo hiciera lucir tan terrorífico, Thomas seguía actuando normal frente a su progenitor. La sombría mirada se suavizaba y dejaba caer finas lágrimas que no lograba detener, estaba cansado y perdido. Por no tener el coraje de matar a los humanos, su niño se había ensuciado las manos en su lugar y cargaría con ese peso de por vida.

 —Hijo.

Alexander se levantó sin dificultad y lo rodeó con sus brazos, el muchacho soltó su llanto en su pecho aferrándose a su espalda. La endemoniada apariencia comenzó a desvanecerse a medida que el niño se relajaba y pronto retomó a su forma humana. Sin duda, le debía explicaciones ahora que Thomas había adquirido esa forma, sería difícil integrarse nuevamente a la civilización si no podía controlar sus emociones. Su vista se redujo en su alrededor, cientos de cuerpos carbonizados y llamas aún crepitando en los cadáveres que habían callado sus súplicas. Había llegado el momento de huir de Francia, una vez más.

Tiempo actual.

 

Esa mañana refrescaba y hasta daba indicios de llover. Sin embargo, no le detendría por nada del mundo para empezar su primer día de escuela en el nuevo instituto en el que había decidido inscribirse. Llegó con una resplandeciente sonrisa sintiéndose animado y nervioso por conocer sus compañeros, al entrar al establecimiento recorrió los largos pasillos ya sabiendo cual sería su curso y venía preparándose mentalmente su increíble presentación para impresionar al salón de clases. Impulsivamente entró al 6ª irrumpiendo de manera brusca y saludando al cuerpo estudiantil con los brazos abiertos.

—¡Hola a todos-tebayo! ¡Mi nombre es Namikaze Naruto, seré su nuevo compañero a partir de hoy!

El grupo se le quedó mirando pasmado, dejaron de murmurar y todo parecía entornarse al chico nuevo. Uno de ellos especialmente, agudizó su visión para confirmar lo que sus ojos veían, el blondo los admiró detalladamente hasta que se topó con la mirada de su observador.

—¿Inuzuka Kiba?

El nombrado se puso de pie de su lugar sin cortar la mirada.

—¡¿De verdad eres tú, Naruto?!-el resto se le mantuvo mirando con curiosidad.

—No, claro que no. Soy su primo y tengo su mismo nombre-bromeó sin contener la risa.

—Ja, ja, ja, buena esa-se acercó dándole un gran abrazo.

—¡No puedo creerlo, jamás esperé verte aquí, Kiba!-le tomó de los hombros, sonriéndole.

—¡Lo mismo digo viejo, rayos, no has cambiado en nada!-le miró de arriba hacia abajo.—Sigues exactamente igual como cuando nos conocimos.

—¿De verdad? Por qué parecías dudoso de reconocerme.

—Me quedé tildado unos segundos, lo admito. No quería equivocarme, tres años no te han hecho nada, eh. Te envidio.-le palmeó la espalda.

Todo parecía normalizarse y los murmureos continuaron. Unos tantos se levantaron presentándose y saludando a su compañero  que los atendía con una radiante sonrisa. A solo pasos, Sasuke miraba a la distancia desde su lugar muy en el fondo al payaso abrazando al castaño, algo en él no le agradaba, pero no sabía el por qué. Simplemente tenía un mal presentimiento, las personas que sonreían por cualquier estupidez era las que más odiaba. Se quitó los auriculares de sus oídos dando por finalizado su relajación para comenzar con las actividades, eso si su maestro se presentaba. Tenía la costumbre de llegar cinco o incluso diez minutos tarde, la clase era un desastre sin su presencia.

—Sakura-susurró a su compañera de al lado.

—Di-dime, Sasuke-kun-exclamó sorprendida. Nunca le había dirigido la palabra.

—¿Quién es el retrasado mental?-preguntó sin dejar de ver la odiosa escena de sonrisas y saludos.

—Naruto, se llama Naruto. Será nuestro compañero.

—Tks… otro imbécil.

De inmediato sus miradas se enfrentaron, más concretamente la mirada del blondo se fijó en él y su humor cambió por completo.

—¿Me has llamado… retrasado mental e imbécil?-la boca de Sasuke quedó momentáneamente formando una “o” en sus labios.

Imposible. Él y Sakura habían hablado lo bastante bajo para que él no oyera nada, como rayos había escuchado sus insultos. ¿Tenía un súper oído o que rayos?

—Uchiha, te patearé el trasero-dattebayo.

Lo más sorprendente es que sabía su apellido. Se paró del pupitre apoyándose en él con sus brazos.

—¡¿Quién carajos te ha dicho mi nombre?!

La clase parecía volver a quedarse en un tenso ambiente y todos mirando al azabache.

—No hay que ser muy listillo, niño maleducado-sonrió—Kakashi-sensei, me habló de ti, y aunque no sabía cómo eras físicamente pude intuirlo con solo ver tu amargada expresión, si, esa es. Pareces haber chupado un limón-tebayo, ja, ja.

—¡Hijo de…!-apretó sus puños. Nadie lo había humillado de esa manera y menos frente a tantas personas.

—Naruto, es mejor que guardes distancia de Uchiha, no es alguien con el que puedas formar una charla. Le gusta estar solo y que no se metan en su vida-habló su amigo Kiba.

—¡Voy a matarte, estúpido mocoso!-golpeó la mesa. Sus compañeros se exaltaron ante el estruendo.

—¿Mocoso? Oye, oye, básicamente tenemos la misma edad, Sasuke. ¿O te sientes de ochenta años para hablarme así? Tu también eres un mocoso por si no lo sabías-respondió, conservando su ánimo entusiasta.

—Naruto-Kiba se golpeó la frente con la palma de su mano, su advertencia había entrado por un oído y salido por el otro. ¿Es que no comprendía las consecuencias?

—¡Aaah, no lo soporto ni un minuto más!-corrió hacia él con claras intenciones de abalanzársele.

El circulo que se había formado en torno al oji-azul, se dispersó en segundos dándole vía libre al moreno para pelear con él.

—Suerte-susurró Inuzuca a su amigo, apartándose del alboroto.

—No la necesito-sonrió confiado—¡Aquí estoy querido! ¡Ven por mí!-sus compañeros no pudieron evitar soltar una carcajada lo que hizo que a Sasuke se le ruborizaran las mejillas de vergüenza.

—¡Deja de hablar, Idiota!

Los dos cayeron al piso, Naruto de espaldas con Sasuke sobre él intentando encestar en su rostro algunos de sus puños, pero el nuevo no se lo dejaba tan fácil y hasta se burlaba de él.

—¡Déjate golpear, bastardo!

—Ja, ja, ja, pareces un demente, Sasuke-lo tenía sujeto de las muñecas y este no podía zafarse.

—¡Deja de hablarme con tanta confianza, usuratonkachi!

—Usura... ¿Acaso fue un insulto lo que oí?-frunció el seño.

—¿Tú qué crees?-sonrió de medio lado.

Antes que pudiera responderle igualmente, la puerta del aula volvió a abrirse ante las miradas expectantes de todos. Todo movimiento cesó de golpe.

—Oh. Veo que ya se han conocido. No esperaba que se llevarán tan bien en el primer día-exclamó con tono neutro ante la posición comprometedora-¿A que jugaban?

—¡¿Le parece esto un maldito-mmm?!

El resto de la oración de Sasuke murió con la mano del blondo tapando sus labios, lo jaló de la nuca con su otra mano impidiéndole hablar más de la cuenta.

—Ja, ja, ja, sí… nosotros, nosotros jugábamos a revolcarnos-tebayo.

—¿Revolcarse?-levantó la ceja—Curioso, no conozco ese juego, ah de ser de otro lugar.

—Sí-las gotas de sudor resbalaban por su frente. Si su padre se enteraba que había peleado en su primer día, lo asesinaría.

Sasuke intentaba removerse como podía, no le quitaba las manos de la boca y le impedía ponerse de pie. Nunca le había sucedido algo como aquello, Naruto tenía demasiada fuerza.

—En fin, comencemos la clase mis queridos pupilos. Por lo que veo, Naruto ya me hizo el favor de presentarse así que escogeremos tu lugar-no lo pensó dos veces mirando al oji-noche—Como veo que se llevan de maravilla; siéntate con Sasuke.

—¡¡¿Qué?!!-respondieron al unisonó. Naruto había soltado a Sasuke por la sorpresa y este estaba que moría por destruir el colegio entero una séptima vez más en lo que llevaba allí.

—¿Dije algo malo?

(Continuará)

 

Notas finales:

 

Avance del próximo capítulo:

El olor a que algo se estaba quemando en casa llegó a su nariz, se levantó como un resorte de la cama y salió corriendo al cuarto de su hijo. Abrió la puerta llevándose una gran impresión, todo estaba en llamas y el cuerpo que descansaba en la cama no era carbonizado.

—¡Naruto, despierta! ¡Despierta!-gritó desesperado, si no se detenía incendiaría toda la casa.

Minato no podía pasar, corrió por toda la casa buscando el bendito extintor que ya estaba acostumbrado a usar continuamente. Se paró en la puerta y apretó el gatillo soltando una especie de aire comprimido sobre las abrazadoras llamas, en las cortinas, paredes, velador, muebles y la alfombra, pero el fuego no se apagaba. No quedándole más opciones, respiró profundamente y soltó un grito mezclado con rabia y desesperación.

—¡¡Thomas Hansson, he dicho que despiertes de una jodida vez maldita sea!!

Y Naruto, despertó.

 


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