EPILOGO
Mucho tiempo ha pasado desde el ataque a la capital británica, 200 años exactamente; aquel país seguía siendo defendido por un misterioso circulo de caballeros que operaba desde las sombras conocido como “La Nobleza Oscura”, su líder era un joven de 21 años que irradiaba belleza, elegancia y poder, este siempre iba acompañado de su fiel mayordomo un hombre de hermosos ojos y cabellos dorados.
-Es extraño venir aquí año con año- menciono el Duque de Grand Chester que se encontraba colocando flores frente a un grupo de lapidas, pertenecientes a sus más grandes amigos, quienes ya tenían más de 100 años de haber dejado este mundo, - Sin importar cuando tiempo pase, no he podido olvidarlos.
-Es normal… a su lado vivimos la aventura más grande de nuestras vidas – un vampiro rubio noto como su señor parecía estar triste - No se sienta así joven amo, llevaron una vida maravillosa.
-Es lo único que me consuela – menciono el Duque mientras miraba sonriente las lapidas de quienes fueron sus más grande amigo para después dirigir su vista a su sirviente – La inmortalidad te ha sentado perfectamente Eiri – comento para acercársele regalándole un salvaje beso en los labios, uno que incluso logro que un hilo de sangre bajara por el cuello del mayordomo. – Fue una buena idea haberte convertido en vampiro.
Al girarse encontró a su fiel acompañante un hombre de unos 24 años piel nívea, ojos como oro líquido, con un cabello de un tono similar, con un cuerpo perfectamente moldeado irradiaba sensualidad, un espécimen encantador.
-Tardó 3 años enteros en decidirse… eso sin mencionar que se tomó muy en serio lo de mi papel como su mayordomo – dijo el hombre con un deje de molestia, la cual fue rota por la sonrisa de confianza del azabache.
-Ja… - rio burdamente el vampiro de azabache – Tenia que estar completamente seguro de que sin importar lo que sucediera me serias fiel como un perro – le miro con falsa impresión ya que sin importar cual fuese la ocasión siempre lo miraba como alguien inferior – Además… No hay mucha diferencia entre que seas mi amante o mi mayordomo… Eiri, - comento levantándose para después continuar depositando las flores en cada tumba. – Al final tu única labor es complacerme – sus palabras eran acompañadas por un tono burlesco.
-Oigan tortolos, ya terminaron por si no lo recuerdan tenemos trabajo que hacer en Inglaterra – grito un hombre de cabellos plateados, quien los esperaba en un lujoso auto estilo inglés un poco aburrido de esas platicas que amo y mayordomo siempre tenían, al final estaban juntos o no, lo demás no importaba ya – Además yo también quiero un poco de miel de tu parte Ed.
- A veces me dan ganas de golpearlo – pensó el rubio comenzando a dirigirse al auto justo tras de su señor, quien mantenía la serenidad con facilidad, una habilidad de la que no gozaba.
A pesar de que ahora estaba al lado de su amado, no le agrado la idea de tener que compartirlo con el Duque de Trelawny quien como lo sospecho desde un inicio también estaba enamorado de su bola rosa el cual parecía corresponderle, ya que era amante del Duque de Grand Chester al igual que él. No obstante prefería no decir nada pues era eso o despedirse eternamente de la persona que más amaba, esperaba que con el pasar del tiempo el dolor al igual que el enojo que producía saber que su adoración estaba en brazos de otro fuese menos dolorosa.
-No se vería muy bien para un mayordomo el golpear a otro noble, mi estimado Eiri – comento el inmortal mientras continuaba su andar lleno de elegancia y poder al mismo que en su mente se burlaba de los evidentes celos de su pequeña mascota.
Pero ¿Qué esperaba? Era un ser inmortal que recorrería este basto mundo posiblemente hasta el fin de los tiempos, la eternidad era demasiado larga y no estaba dispuesto a disfrutar de ella con una sola persona eso era demasiado aburrido.
– No te desamines, eres un vampiro muy joven en comparación conmigo, al final tengo más de 700 años de edad – expreso haciéndole saber a su mayordomo que sus pensamientos jamás le pertenecería solamente a él – Sin embargo… - aquel tono tan frío capto la atención del vampiro rubio – Pude que en algún momento me aburra de ti y decida hacerte a un lado – lo miro como sí de un simple estorbo se tratase- Estas consciente de ello, ¿Verdad?
-Aunque eso suceda estare siempre a tu lado , Shuichi – dijo recriminándose de inmediato pues aunque eran pareja, el azabache seguía muy recatado a usar su verdadero nombre, aquel que recibió por su padre Vlad Tepes II. – Le ruego me disculpe.
Eso era lo que más le encantaba al vampiro azabache el ver a la persona que tanto dolor le causo humillada y por su propia voluntad, ya que en ningún momento tuvo la intención de convertirlo en un ser similar a él, pero los constantes ruegos del rubio así como todo el esfuerzo que ponía día a día por complacerlo en cada uno de sus pequeños caprichos, lograron que el gran amo y señor se dignara a darle un pequeño presente a su lindo perro.
Eiri se convirtió en un excelente mayordomo al servicio del llamado Duque de Grand Chester, quien bajo las sombras era conocido como el líder de la Nobleza Oscura, pero más importante que nada como “El Rey Vampiro” quien gobernaba con justicia, sabiduría pero de igual forma con colmillo de hierro ante cualquiera que lo desafiara.
- Descuida ya te acostumbraras, te queda la eternidad para ello – dijo el antiguo cantante mientras miraba a su linda mascota, en serio que tener un leal perro guardián era muy divertido
Era cierto que los vampiros no demostraban sus sentimientos de ninguna forma humanamente conocida, eran seres sádicos que mostraban su afecto de una manera cruel y masoquista; el dolor era algo presente en las relaciones que mantenían con quienes disfrutaban de los placeres carnales, para el Rey Vampiro el humillar a sus amantes era algo muy satisfactorio que en serio excitaba y como esto jamás reclamaban nada ¿Qué tenía de malo disfrutarlo?, así que ¿Por qué no? Además el antiguo escritor era el esclavo sexual perfecto que necesita en su cama, porque eso si nunca volvió a ser el pasivo en la relación, un rey jamás se rebajaría de esa forma.
-Tú siempre serás mi mayordomo al igual que mi amante… Eiri… estarás conmigo en la eternidad… claro si es que me así lo deseo– comento el nuevo Duque de Grand Chester con su usual tranquilidad notando como su encantador perro rubio se hincaba ante el llevando su brazo derecho al corazón, una señal de que lo serviría con toda se devoción y amor – Si no puedes llamarme por mi nombre de origen noble – sus gemas se tornaron rojas – Debes darme una sola respuesta, la conoces no es así.
-Yes, my Lord… - comento el rubio cuyas gemas cambiaron de un dorado líquido, a roso carmín propio de la sangre mientras la cuesta de sol enmarcaba sus figuras.
Su historia
Comienza juntos
Y estarán juntos por la
Eternidad
El Fin