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Cuando el viento susurra tu nombre por girlutena

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Notas del capitulo:

ok ok... yo lo sé... ayer acabé mis clases!!!!! yujuuu y después de casi 5 meses de martirio al fin puedo actualizar.

---bien---tengo algo que decirles--- estuve leyendo toda la historia que tengo en word y ..adivinen que... me salté el "verdadero" capitulo 5 T_T!!!! 

---después de meditarlo y meditarlo por dos meses e decidido ponerlo como un flash back de frodo... espero y no se confundan T_T... y no me quieran matar 

Frodo se aferró fuertemente a la cintura del Adán, apoyó su cabeza sobre el fuerte pecho del senescal, sintiéndose completamente calmado al percibir aquel aroma a bosque y sándalo, una pequeña sonrisa se plantó en su joven rostro, podía sentirse en confianza y levantar su mano; pasó delicadamente sus dedos por su armadura, subiendo lentamente hasta llegar al cuello, sus dedos acariciaron con total ternura la quijada del mayor, sintiendo la aspereza de la barba.

-No, no. -La mano del mayor se cerró suavemente sobre la del joven hobbit, mientras le dedicaba una pequeña y discreta sonrisa, mientras dejaba aquella pequeña mano sobre sus piernas. Acercó sus labios al fino oído del menor. -No puedo esperar la noche para tenerte entre mis brazos.

Las mejillas del menor se sonrojaron fuertemente, y sin poder evitarlo escondió su rostro en el pecho del Adán, intentando calmar el fuerte latido de su corazón, esperando que el calor de sus mejillas descendiera.

No había sentido nada, tan solo había recordado cerrar sus ojos y soltar un ligero suspiro, pensaba que dormir sobre un caballo, mientras seguían el camino iba a ser insoportable, pero podía sentirse tan cómodo como si estuviese sobre unas finas mantas, lentamente fue abriendo sus ojos para darse cuenta que seguían cabalgando, los brazos de Boromir se habían aferrado a su cuerpo, mientras que el tartán del mayor se encontraba cubriendo todo su pequeño cuerpo.

-Debes tener frío. -Hizo el amago de devolverle el tartán al mayor, pero la mano del Adán le detuvo en el acto, sintió un cálido beso sobre los nudillos de sus dedos.

-Tú lo necesitas más que yo. -Podía escuchar las fuertes pisadas de los caballos muy cerca de ellos, y el polvo que dejaban a su paso. -Vamos, sigue durmiendo.

Apretó ligeramente su mano en la tela, llevándola ligeramente hasta su nariz, cerró sus ojos, deseando con todas sus fuerzas que todo acabara pronto, que los brazos del gran senescal siguieran aferrándose a su cuerpo por toda la eternidad, y por un instante se animó en imaginar una pequeña casa, junto con su senescal y tres pequeños niños, corriendo felices alrededor de sus pies.

Sintió como los dedos de su senescal pasaban suavemente sobre sus cabellos, soltó un ligero suspiro y se aferró aún con más fuerza a aquel gran cuerpo, mientras que lentamente sus recuerdos fueron llevándolo a aquel día en que conoció a aquel hermoso elfo.

Flashback

Los días habían pasado con mucha más calma y sencillez, pero no podía quejarse ya que pasaba todos los días admirando la belleza de los atardeceres; cuando estos se volvían más románticos y tristes, mientras las largas noches las ocultaba un manto oscuro y una capa de soledad, permitiendo que sus recuerdos y sus pensamientos salieran a flote.
Recordaba como el gran Gandalf había permitido que los caballos descansaran más de lo necesario, mientras que dejaba que él conociera los pueblos vecinos.

Recordaban el momento en que habían llegado a las Montañas Azules, había sentido como el aire salía de sus pulmones en un suspiro, mientras sus hermosos ojos azules resplandeciera con fuerza al notar el hermoso panorama que daban las ruinas de lo que quedaban de las grandes y poderosas Montañas Azules; corrió lo más rápido que pudieron dar sus cortar piernas, saltó las grandes rocas que yacían tiradas en el suelo rocoso y caminó despacio por todo el borde, dejando que Gandalf se encargara de buscar la información que necesitaban.

Su pecho bajaba y subía con extrema rapidez, pero eso no le importó; tan solo se quedó ahí de pie, admirando como las grandes y altas cordillas se encontraban en el lejano oeste de Eriador, que señalaba la frontera oriental de las tierras de los elfos de Beleriand era la Ered Luin.

El lugar donde se establecieron los grandes reinos enanos de Belegost y Nogrod de la Primera Edad.

Sin embargo, al terminar la Primera Edad del Sol, cuando los reinos elficos y enanos de Beleriand fueron destruidos, casi la totalidad de las Montañas Azules se hundió en el mar. Y la parte que quedó por encima de las aguas y se vio dividida en dos por el golfo de Lune.

Aquí, Círdan, el señor de los elfos falathrim, edificó los Puertos Grises, el último puerto de los eldar en la Tierra Media. Y en el pequeño fragmento de Beleriand que sobrevivió al oeste de las Montañas Azules y que se llamó Lindon, se encontraba el reino de Gil-galad, el último Gran Rey de los eldar en la Tierra Media. Durante toda la Tercera Edad, Lindon sobrevivió como tierra de los elfos, y las Montañas Azules siguieron siendo hogar y refugio de diferentes pueblos de enanos.

El menor se quedó de pie observando el hermoso puerto, el mismo mar era de aquel color, azul como el mismo cielo; los enanos vivían en armonía junto con los hermosos y perfectos elfos y sonrió suavemente al recordar a los pocos y buenos amigos hobbits que había dejado en La Comarca.

Cerró un momento sus azules ojos para luego observar el gran reino de Gil-galad, en lo alto y cubierto entre las montañas de nieve; resplandeciendo y dando una imagen de grandeza y superioridad; caminó lentamente por el puente colgante de piedra que unía al pequeño pueblo con el imponente reino, sintiendo el aire helado chocar contra su rostro, las finas telas de sus ropas al igual que sus rubios cabellos se movía con total fuerza, pero nada de eso le hizo desistir a seguir caminando.

Escuchó los suaves y tranquilos pasos de Gandalf detrás de él y la suave voz del elfo que los había encontrado en la entrada de las Montañas y ahora les estaba guiando hasta el reino de su amado Rey.

El menor se quedó de pie, en el umbral, observando maravillado cada pequeño detalle arquitectónico de aquel reino tan exuberante, se removió incómodo, por llevar sus pies desnudos y sucios y sin poder evitarlo se escondió detrás del mago, intentando hacerse más pequeño y agachó su rostro a la vez que escuchaba unos suaves pasos bajar las grandes y altas escaleras.

-¡Amigo!

Frodo se vio descubierto ya que el mago se separó de él para abrazar al elfo, frunció suavemente su ceño al ver a aquel elfo, alto, fornido, con sus cabellos plateados y se sorprendió al ver que aun sin la luz del sol, brillaban como las mismas estrellas junto con unos ojos bicolor que cambiaban entre el azul y el violáceo, retrocedió unos pocos pasos al darse cuenta que esas dos gemas le miraban fijamente.

-¿Quién es tu pequeño amigo?

-Él es Frodo, sobrino de Bilbo Bolsón. -El menor se acercó para hacer una suave y casi perfecta reverencia ante el Alto Rey de los Noldor, pero no esperó que el elfo acariciara con fuerza sus rubios cabellos y mucho menos que soltara una estruendosa risa.

-Así que el viejo Bolsón ha criado de este pequeño hobbit. –Los ojos azules del menor brillaron, encantando al elfo.

El menor se sentó en uno de los mullidos sofá personal, tomando la pequeña taza de porcelana que uno de los elfos le había entregado con té de jazmín, sus finos oídos podían oír y traducir todo lo que los dos adultos conversaban amenamente, mientras que sus azulejos se fijaron sobre la ventana, observando las montañas, donde muchas veces el sol no se hacía notar.

Sin darse cuenta salió con pasos demasiados calmados, sintiendo como el viento frío se colaba bajo sus ropas, sin embargo no traspasaba hacía su cuerpo; la delgada y fina cota de malla hecha con los más finos y puros hilos del mithril, se dejó brillar bajo la luz de las estrellas, ayudándole a entrar en calor, con sus delgados dedos, palpó la empuñadura de la espada Dardo, la daga élfica que su tío Bilbo recogió en una cueva de Trolls y ahora él se la había regalado como obsequio de cumpleaños.

El pequeño hobbit soltó un suave suspiro y se acercó lentamente hasta el balcón, desde ahí pudo observar todas las hermosas y exuberantes montañas azules, cubiertas por un manto grueso de nieve y como estas se reflejaban en el helado mar.

Cerró lentamente sus ojos y soltó un pequeño y corto suspiro; deseando ver nuevamente al Adán, sonrió suavemente al recordar la sonrisa del Adán, pero abrió rápidamente sus ojos al escuchar unos suaves y delicados pasos detrás de él.

-¿Quién está ahí?
-No puedo esperar más del hijo de Drogo Bolsón. –El rubio frunció su ceño al oír el nombre de su padre, entrecerró sus ojos al observar como aquel joven se acercaba sutilmente, para posarse sobre la baranda de piedra. –Mi nombre es Elrond.

El menor se quedó hipnotizado al observar las orejas puntiagudas del elfo, esos ojos color miel, mientras que sus cabellos largos y de un color tan negro, tan brillante como la misma noche, brillaban de la misma intensidad que sus propios ojos, espabilo lo más rápido que pudo y agachó su cuerpo para arrodillarse al frente de él.

-No, no lo hagas, Frodo. –El menor levantó su rostro al sentir las frías pero cálidas manos del elfo, sobre sus hombros, ayudándolo a levantarse.

-Usted es un elfo muy hermoso. –El mayor rió bajito al escuchar el suave susurro del menor y al ver como sus mejillas se teñían de un suave carmín.

-Muchas gracias por el alago, Joven Frodo. –El mayor había caminado lentamente, seguido del hobbit, hasta quedar sentados en unas bancas de piedra, aun sintiendo el aire frio del prominente anochecer. –Pero yo soy un medio elfo.

Elrond jugó con los cabellos rubios del menor, acariciando y atrayendo su menudo cuerpo sobre su pecho, imaginando que era uno de sus pequeños hijos, quiso derramar las finas lágrimas que empezaban almacenarse en sus ojos, pero se negó rápidamente.

-¿Cómo estuvo tu viaje con Gandalf?

-Él es muy amable conmigo. –El menor agacho levemente su rostro, recordando todos los días que tuvieron que detenerse para descansar, por culpa suya. –Creo que le incomoda mi presencia.

-Gandalf es un buen amigo; nunca te hubiese dejado viajar con él, si hubiese sabido que le incomodara viajar con alguien más.

El menor asintió suavemente al escuchar las palabras del hermoso Semi elfo, cerró sus ojos y sonrió al escuchar aquella suave y sutil voz.

-Que hermosa medalla. –El menor recogió con demasiada delicadeza la pequeña medalla de plata del Adán y tallando con las yemas de sus dedos la pequeña inscripción, sin darse cuenta sonrió suavemente, haciendo que sus mejillas se sonrojaran suavemente.

-Veo que alguien amado te lo ha regalado.

-Él… -Elrond vio como el menor llevaba su mano hacía su pecho, observando como el brillo en aquellos ojos azules iba desapareciendo. –Duele mucho.

-Te entiendo. –El mayor fijo su triste mirada hacía el oscuro manto, observando las pequeñas estrellas tintinear suavemente.

-¿Usted también… está lejos de esa persona?

-Estoy lejos de mi familia. –Frodo sintió como aquella mano empezó a acariciar delicadamente su fría mejilla. –Necesito esperar más para poder regresar.

-¿Y por qué no ahora?

-Aún no se puede. –El menor frunció levemente su ceño al escuchar la voz nostálgica del mayor. –Pero tú puedes ayudarme.

-¿Yo? -Elrond observó los hermosos ojos del joven hobbit, pero antes de que pudiera decir algo, los suaves pasos de Gandalf le llamaron la atención.

-¡Bóveda de estrella! –La fuerte y grave voz del mago se escuchó en todo el lugar, dejando que el frío vendaval revolviera sus cabellos blancos.

-¡Gandalf! –Elrond se cubrió entre los fuertes brazos de aquel mago amigo y sonrió suavemente al sentir sus suaves caricias sobre sus azabaches cabellos. -¿Cómo están ellos? –El mago acarició con suavidad la hermosa y tersa piel del moreno y sonrió suavemente.

-Aragorn se ha convertido en todo un Príncipe, destructor de jóvenes corazones.

Frodo se quedó maravillado por escuchar aquella suave risa, capaz de hacer que cualquiera olvide sus propios, el menor llevó su mano hasta su pecho, a la altura de su corazón, sintiendo el suave relieve de la medallita y cerró sus ojos, recordando la suave sonrisa de Senescal.

Elrond caminó en silencio por los pasillos del reino de su amigo Gil-galad, recorriendo los pasillos, siendo tan solo iluminados por las antorchas que eran colgadas de las frías paredes, sus largos y finos dedos rozaron delicadamente las piedras de las largas paredes.

Escuchó el suave respirar el joven hobbit y caminó hasta que sintió el frío vendaval, rozando en su rostro, sus cabellos azabaches se removieron con delicadeza, mientras salía hacía el balcón.

Los hermosos ojos ámbar del Medio elfo cayeron sobre el menudo cuerpo del pequeño Frodo, quien yacía suavemente apoyado sobre la baranda de piedra, Elrond apoyó suavemente su mano sobre el hombro del joven hobbit.

-Sabes, el viento es el único capaz de llevar los mensajes a las personas amadas.

-¿El viento? –Elrond fijó sus hermosos orbes en el cielo oscuro, intentando mandar su propio mensaje. Cerró lentamente sus ojos, deseando desde lo más profundo de su corazón poder sentirlo. – Puedo sentir los brazos de Boromir.

-¿Boromir? ¿El gran Senescal, Boromir? –Frodo sintió sus mejillas sonrojadas, llevó sus manos a su vientre, sintiendo un millar de mariposas revoloteando en su vientre. –Él es muy guapo ¿Verdad?

-Él es un hombre muy amable. –Frodo apoyó sus manos sobre el barandal de piedra y cerró sus hermosos ojos y volvió a sonreír al sentir el aroma varonil del Gran Senescal.

-Elrond. ¿En qué necesita mi ayuda? –El mayor soltó un ligero suspiro y observó al menor, acarició con ternura la mejilla del hobbit y le sonrió ligeramente.

-Yo necesito encontrarme con alguien, pero no me puedo mostrar.

-¿Y qué puedo hacer?

-Necesito que te encuentres con aquella persona. -Frodo caminó con pasos tranquilos siguiendo muy de cerca al elfo, asombrándose de no escuchar nada más que el simple soplido de viento. -Tan solo es una simple carta, pero es muy valiosa. –El menor observó las gemas del mayor, observando su brillo en ellos.

Fin Flashback

Lentamente fue abriendo sus ojos, para darse cuenta que seguía entre los brazos del Adán, el suave brillo del amanecer se podía observar detrás de las altas montañas, y lentamente llevó su mano hasta la altura de su corazón.

Podía sentir la angustia de su amigo Elrond, mordió ligeramente su labio inferior, mientras que sus ojos caían en la espalda del príncipe Aragorn, sus ojos se llenaron de lágrimas al saber que no podía contar la verdad.

Notas finales:

Sí lo sé un poco corto...demasiado corto para todo lo que me demoré T_T

Espero que alguien siga leyendo esta historia!!! T_T dejen sus hermosos comentarios (??) 

Besos!!!!

 


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