Capítulo 2: Revolución
-Furihata ¿verdad?
-Si… ¿Puedo preguntarle que hace aquí?
-La lluvia – Akashi respondió escuetamente, pero no era lo que el otro preguntaba.
-E-Eso puedo verlo, me refiero a que hace en Tokio, más aún en mi casa.
Akashi abrió los ojos y volteó a mirar la casa en la que estaba resguardando como queriendo entender su suerte. ¿Cuál era la probabilidad de caer exactamente en la casa de uno de los integrantes del equipo de Básquet de Seirin? Sobre todo de aquel muchacho que se notaba a leguas que le temía.
-Me quedé atrapado por la lluvia cerca de aquí, solo busque la casa que me pueda resguardar hasta que el aguacero pase.
Furihata, en un asentimiento de comprensión mudo, se aceró a un costado de Akashi y con su llave abrió la puerta.
-Por favor pase
El pelirrojo sabía que este era el protocolo correcto, pero cuando aquel chico lo vio parado en su casa no había podido disimular su cara de terror, hasta se atrevió a pensar que entraría en la casa y lo dejaría fuera.
-Con permiso – al entrar Akashi se dio cuenta del recibidor. Tenía que dejar aquí sus zapatos y tomar el par de pantuflas que usaban los invitados. Al entrar dio una mirada rápida a la casa, como había pensado era simple con cosas que identificó de poco valor.
-Por favor pase a la sala, a-ahora regreso.
Akashi obedeció en silencio, y al igual que el resto de la casa tenía estilo occidental. Con muebles marrones, una mesa de centro y un estante en donde estaban las fotos de la familia junto con un equipo de sonido y algunos CD’s. Uno de los marcos que le llamo la atención que se parecía mucho a los que había visto en la tienda de antigüedades. En la foto se podía ver a 2 niños abrasados, sucios de barro pero sonriendo de oreja a oreja.
-Akashi-san- Furihata había aparecido de nuevo, esta vez con una toalla y un cambio de ropa superior. – Prefiere solo la toalla, si desea puede subir y usar la ducha.
-No gracias, no es necesario, no me he mojado tanto. Con la toalla está bien.
El pelirrojo cogió la toalla y empezó a secarse. El castaño se había quedado de piedra en su mismo lugar mirando al pelirrojo o tal vez a la nada
-¿pasa algo?
-A-Ah no, voy a hacer algo para tomar, ¿Te o café estaría bien?
-Espera, no nos hemos presentado adecuadamente.
-Ah, si…. Furihata Kouki mucho gusto.
-Akashi Seijurou, el placer es mío Kouki. Té estaría bien.
El rostro de Furihata se enrojeció al escuchar su nombre a labios del “Emperador”, aparte de su familia nadie usaba su nombre de pila, hasta muy pocos de sus compañeros en Seirin conocían su nombre completo. La mayoría se había adecuado a llamarlo solo Furihata con o sin sufijo, dependiendo si eran senpais o no.
Akashi ni siguiera pregunto si estaba bien llamarlo por su nombre. El castaño pensó que el emperador no tomaba permiso de nadie y no tenía el coraje como para negárselo, así que se quedó callado. Aun con el leve sonrojo, fue a la cocina a preparar te para su alteza y un café bien cargado para él.
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“Oh, Dios, Oh Dios, Oh Dios” Ese el grito interno de Furi desde que hizo pasar al pelirrojo a su casa. Ni en sus peores pesadillas hubiese imaginado a Akashi Seijurou en su sala. Ahora estaba haciéndole té, mientras le esperaba. Hasta que resolló, se dio cuenta que no le había preguntado el tipo de té que quería. Sabía que las personas como Akashi, entiéndase asquerosamente rica, degustaba todo tipo de té de calidad. Los únicos tés que podía llamar de calidad que tenía eran de Sakura o Jazmin. Su madre después lo mataría por usar alguno de los finos, pero prefería ella a ser rebanado con tijeras.
-Akashi san que tipo…. – Furijhata se quedó mudo, no pensó que en ese justo momento se estuviese cambiando. El pelirrojo también era un hombre pero se sentía notablemente cohibido ante él. – L-Lo siento.
Akashi no te tomó mayor importancia, más que disculparse, sabía por qué se comportaba así.
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Estaban sentados uno en frente del otro en la cocina comedor. El silencio se estaba volviendo cada vez más incómodo y Furihata solo deseaba que Akashi terminara su bebida y se fuera. Ya había anochecido pero aún había trenes a esa hora.
-¿Vives con tus padres? – el castaño se sorprendió que Akashi empezara a hablar. ¿Ese era el pelirrojo iniciando una conversación casual?
-Am, si… - no sabía que más agregar, dejando un espacio muy grande.
-Lo siento… - ¿Había escuchado bien? Estaba disculpándose.
-Que…
-Se porque me tienes miedo… fue desde que hice la reunión con los otros integrantes de Teiko. ¿Verdad?
-Te acuerdas entonces – el castaño soltó de golpe. Akashi solo suspiró pesadamente.
-¿Cuánto les conto Tetsuya de mí?
-Um, pues nos contó cuando estaba en Teiko y que… hay dos Akashis… - no quería entrar en detalles estaba más que nervioso al ser interrogado por el otro.
-Es cierto hay dos, no es que realmente seamos dos personas diferentes. Tengo recuerdos cuando mi otro yo, por así decirlo, estaba en control de mi cuerpo. Lo recuerdo todo bien, pero para mí es como si recordara un sueño. Realmente no quería causar daños a nadie, pero mi ansia por ganar lo era todo. – Furihata escuchaba atentamente sin hacer ruido - Supongo que fue bastante sorprendente cuando intenté cortar a tu compañero con una tijera.
-A- ah sí lo fue realmente. Me llevé un susto y pensé “este tipo está loco” - de nuevo él y su bocota. Akashi se quedó callado como digiriendo lo que le acaba de decir. Antes de morir, Furi intentó disculparse, más se sorprendió al escuchar una risita de Akashi.
-Tienes razón, probablemente daba esa imagen.
-¿D-Debo suponer, que ahora hablo con el Akashi-san que Kuroko conoció al principio?
-Sí, así es.
El ambiente se relajó después de eso. Furihata le dijo que no iba a disculparlo a él porque no era el que lo había asustado. El castaño se sentía algo inseguro de hablar con ese Akashi, que parecía tan fresco y atento, era completamente diferente a la persona que conoció en la Winter Cup, arrogante y de alguna manera algo destornillado.
La conversación se hizo amena, preguntando desde cosas muy triviales, pasando por preguntas del equipo de básquet hasta preguntas algo más personales, manteniendo como siempre la seriedad que caracterizaba a Akashi.
- jajaja de verdad Akashi-san ¿Reo-san es así en las practicas?
-Sí, no me queda otra que arrearlo, es más desesperante que cuando Kuroko se perdía en Teiko.
-Aún se pierde y reaparece de la nada ahora en Seirin. Tiene a la entrenadora de los nervios, junto con Kagami.
-Me imagino…. Kouki no te he visto entrar en la cancha aparte de nuestro partido. – otra vez su nombre pronunciado tan casualmente.
-Um, bueno no es como si fuese muy bueno y tampoco tengo alguna habilidad especial.
-Te falta practicar tal vez.
-Yo practico y lo hago igual o mucho más duro que los otros porque sé que me falta, lo último que quiero es ser una carga para mis senpais. Aun así sentí la diferencia, sobre todo cuando me enfrenté a usted. Eso me hace sentir frustrado, puede pensar que tal vez sea fácil, pero usted es un genio, ha sido bendecido.
-No creo ser un genio, ni estar bendecido.
-Akashi-san tal vez no me concierna decirlo porque no estoy en posición para decirle nada pero yo le envidio. Puede conseguir cosas con poco esfuerzo que muchas otras se esfuerzan años y aún no lo consiguen. Me dijo que le molesta estar en una posición alta porque está bastante limitado, pero también tiene más oportunidades que el común de los mortales, para aprender y conseguir lo que quiere. No se ahogue, no deje que eso pase, sé que usted puede hacerlo sin necesidad de llamar al otro Akashi.
Otra vez el castaño había hablado demasiado, se disculpó inmediatamente de sus palabras alegando que no quería ofenderlo y que no lo tomara en cuenta. El pelirrojo no se movió ni dijo nada, para aquel buen observador podría haberse dado cuenta que Akashi no estaba molesto, sino sorprendido, como si hubiese descubierto la verdad que esconde el universo. Pero Furi no tomó en cuenta estos detalles y al sentirse incómodo con la mirada fija de su interlocutor trató de esquivarlo con la excusa de ir a lavar las tazas que habían usado.
Ninguno de los dos en ese momento lo sabía, la revolución interna que causarían sus palabras. Mucha gente le había dicho que era muy capaz y al ser hijo de una familia tan prominente no había ni de preocuparse por nimiedades, pero para él sonaba tan insulso y frio que solo ensordeció y siguió ahogándose internamente. Tal vez sea la forma en como aquel muchacho simple lo dijo, o la convicción fehaciente en cómo lo dijo, sea cual sea Furihata había movido algo que pensó que nunca se movería por nada del mundo.
Akashi entró en pánico interno, su corazón latía con fuerza y ni con toda la lógica del mundo entendía la reacción de su cuerpo. Como pudo trató de salir del trance. Lo primero era decir algo al respecto, podía ver como el castaño había regresado a su actitud aterrada y tímida del principio. Para quien conociese a Akashi, se hubiese sorprendido y hasta hubiesen tratado de filmar el momento en que éste boqueaba intentando sacar algunas palabras de su garganta.
¿Pero qué diría? El sonido de llaves y el traqueteo de la cerradura a ser abierta llamaron su atención.
-Ya llegué*. – dijo una voz algo más gruesa que de los presentes.
-Ah... Onii-san bienvenido*.
Un muchacho una cabeza más alto que Furihata que compartía los mismos rasgos que este pero con la única diferencia que su cabello tenía un color castaño más oscuro. Miró a su hermano y reparó en la presencia del invitado. El menor se dio cuenta y se apresuró a presentarlos.
-Am Akashi-san este es mi hermano mayor Ryuga.
-Onii-san este es Akashi Seijurou.
-Un placer conocerlo
-El placer es mío. – el mayor dio una barrida con los ojos al pelirrojo pero no dijo nada al respecto, sólo hizo un ademan indicando que estaría en el segundo piso. Furi asintió con la cabeza.
-Creo que yo ya debería irme, aún puedo alcanzar el último tren.
-¿No lo van a recoger?
-No, en realidad ellos no saben que estoy aquí y creo que es mejor que no se enteren. – Ya se disponía a retirar, la distracción del hermano del otro lo habían sacado de sus cavilaciones lo suficiente como para poder recobrarse. – Kouki…
-Mn?
-Gracias… - Furihata pareció recordar que le había dicho algo grosero a Akashi y se puso rojo al instante.
-Por lo de hace un rato, yo lo siento creo que no debí hablarle así.
-Gracias por tus palabras, no estoy molesto, estoy… como debería decirlo, ¿contento? De que alguien me dijera las cosas como son. Tomaré en cuenta tu consejo.
-Me alivia que no le haya parecido ofensivo. Gracias a usted por su compañía.
-Kouki una cosa más, que es más como una orden – Furi se tensó ¿Qué no estaban ya en buenos términos? - Tutéame, deja de llamarme con honoríficos y formalidades.
-waah pero no podría hablarle sin usar keigo**…
-ya te acostumbrarás - y con una sonrisa pícara como sólo Akashi puede, dejó a un confundido Furihata en el umbral de su puerta.