Quieres hacerlo llorar, que sufra. Quieres contemplar como sus lágrimas cristalinas caen de sus ojos entristecidos. Ves su expresión anonadada, lleno de confusión, preguntándose el porqué de tu actuar ¿Acaso no hay más gente a quien joder? Pero tu sabes que haces bien, incluso te crees con derecho a hacerlo ¿Verdad?
Él lleva su mano hasta su mejilla enrojecida por el golpe que le acabas de dar, te mira con algo de temor y agacha la mirada completamente avergonzado. Pero tu, Nate River no disfrutas haciendo llorar a tu eterno rival.
-¿Desde cuando? -preguntas con dureza sin quitarle los ojos de encima.
-¡¿Y a ti que te importa?! -vociferó recuperando su personalidad, clavando su mirada llena de odio en ti -¿Con que derecho te metes en mi vida? -te empujó haciendo que chocaras con la pared pero tu no desviaste la mirada ni sentiste miedo, no cabía lugar para eso.
-¿Y así quieres ser mejor que yo? -sonreíste de lado, burlándote de él pero con el único objetivo de hacerle entender, que entrara en razón -Así que el magnífico Mello se atiborra a chocolates sólo para vomitarlos después, te creí diferente -como única respuesta él sólo apretó los puños y desvío la mirada -¿Que mierda te pasa Keel? ¿Acaso no te valoras ni a ti mismo?
-¡Dejame en paz! -gritó mientras salía del lavabo dando un portazo.
-¡Mierda! -exclamaste tu, frustrado, molesto y decepcionado.
No es que te importara gran cosa lo que el hiciera o deshiciera con su vida pero te jodía ver como una persona a la que conocías se desgraciaba de ese modo la existencia ¿Solo es eso, verdad Nate?
Suspiraste con pesar, de algún modo u otro rescatarías a Mello de esa enfermedad.
Por lo pronto saliste del baño y fuiste en busca de Matt, quizás él podría hacer algo más por el rubio.
Pero te equivocabas, tras relatar al pelirrojo chico el problema de su "mejor amigo" viste como volvía a centrar su mirada en su consola reanudando nuevamente el juego.
-Ya lo sabía -murmuró sin mucho interés -¿Algo más?
-¿Ya? ¿Lo asumes así, sin más? ¿No piensas hacer nada? -lo miraste incrédulo, ¿A caso eras el único que veía le seriedad del problema?
-¿Hacer algo? -soltó molesto mientras se levantaba -Ya intente hacer algo -se quitó la camisa a rayas que llevaba dejando ver cardenales en su pálida piel -Y aprendí a no meterme en su vida -se estiró de nueva cuenta en su cama notablemente molesto -y por tu bien, no te metas o acabarás igual o incluso peor.
-Pero...
-Vete Near, no tengo ganas de hablar.
Suspiraste pesadamente y saliste de la habitación sin rumbo fijo, analizando la situación, pensando que quizás lo mejor sería informar a Roger. Pero no, eso no sería posible, te quedaste estático viendo como el rubio chico de ojos azules se acercaba a ti mirándote con odio y resentimiento y sin más te agarró del brazo arrastrándote hasta su cuarto, y tu simplemente dejaste que hiciera contigo lo que se le antojara.
Cerro la puerta nuevamente de un portazo y clavo su mirada en ti durante unos largos minutos de profundo silencio.
-No puedes decírselo a nadie -murmuró aparentando calma -esto es sólo asunto mío.
-No lo haré Mello -te acercaste a él y lo abrazaste, fuerte, muy fuerte -sólo permite me ayudarte - ¿Se puede saber que haces Nate?
El silencio os invadió, ninguno de los dos sabía que hacer o que decir.
-No necesito ayuda -susurró él mientras te apartaba pero esta vez sin brusquedad.
Te entristeciste al verlo así, tan triste, confundido, perdido. Había llegado a adelgazar tanto con ese método tan absurdo que ahora parecía tan frágil como el cristal, parecía débil. Aquella estúpida enfermedad te estaba robando a tu Mello, al que tu conocías, el que a ti te gustaba.
-Mello... -susurraste -debes darte cuenta, poco a poco tu cuerpo no lo resistirá -ya no sabías que decir, simplemente permitiste que las palabras fluyeran -acabarás en el hospital y...
-Mejor para ti ¿no? -soltó con algo de resentimiento -así ya no habrá nadie que te estorbe.
-No digas tonterías... -te aclaraste la garganta y miraste a otro lado -me gusta que me "hables" aunque sólo sea para reprocharme por ser el primero -hiciste una breve pausa y por fin lo miraste -déjame ayudarte... por favor.
Él calló, dudó, estaba notablemente nervioso pero al fin asintió. Y tu sonreíste y lo abrazaste, tenías ganas de besar lo, poseer lo, tenías ganas de él, y lo tendrías, por supuesto que lo tendrías, porque tu, Nate River siempre obtenías lo que querías.
Tu rostro se mostraba tan neutral como siempre pero no podías dejarlo ir así, tal cual, aún no, no después de recordar aquel tiempo junto a él hacia ya años atrás en la Wammy's house.
-¿Solo has venido por esto, Mello? -preguntaste con ganas de que no fuera así, que te dijera que necesitaba verte, estar contigo, pero sabías bien que eso no sucedería. Mas tampoco esperabas que comenzará a darte información sobre la libreta y mucho menos que te confirmara la existencia de los shinigami. Te estaba ayudando y estabas convencido de que no era sólo por la foto que le acababas de entregar. Quizás el también recordaba todos los momentos que se dieron después de superar aquello, quizás anhelaba con la misma intensidad que tu repetir aquellas noches de pura entrega, quizás y sólo quizás el también deseaba estar contigo.
-Al final llegaremos al mismo lugar, te estaré esperando allí -murmuró antes de irse haciendo que en tu rostro se esbozara una pequeña sonrisa.
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Mi confesión... debo decirlo, no puedo negar lo, sé que te amo aunque intente ocultarlo...