Miedo, eso es lo que estoy sintiendo, un profundo miedo. Es algo realmente molesto, algo que me paraliza, realmente no sé qué hacer. No es que me esté persiguiendo un asesino serial para descuartizarme, no, nada de eso. Tampoco es que este inundado de problemas, sólo que no aguanto los cambios. No los tolero y ahora mismo todo es un caos, un auténtico caos de cambios que están estallando uno tras otro. Y lo peor acaba de comenzar ahora, en este preciso momento con esa pregunta irracional. ¿Near, me amas?
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-¿Near, me amas? -el pelirrojo chico lo miraba con seriedad.
Se notaba que estaba alterado, frustrado y sabía perfectamente porqué. Pero el albino muchacho tan sólo se limitó a mirarlo, sin saber exactamente que responder.
-Near... -murmuró suplicante, demandando una respuesta, haciendo que de inmediato el chiquillo respondiera con un leve asentimiento de cabeza -entonces recoge tus cosas y vámonos -sentenció entrando en la casa y dirigiéndose hacia el cuarto de su novio.
-Matt... -murmuró mientras contemplaba atónito como este metía sin parar su ropa en una enorme mochila de deporte -esto no está bien...
-Ya te lo dije, si la situación se alargaba mucho más te llevaba conmigo -dijo sin detenerse ni un momento -y es lo que estoy haciendo.
-¡Matt...! -el tono de alarma que utilizó el chiquillo hizo que el aludido se detuviera y lo mirara con seriedad -no quiero irme así de mi casa... ya te lo dije... de verdad que no quiero.
-Pero no te importa que tus padres no nos dejen vernos -soltó notablemente molesto mientras se cruzaba de brazos.
-Sabes que eso no es así... -murmuró, agachando la mirada -quiero estar contigo pero...
-Pero no haces absolutamente nada para demostrarlo -su voz sonó dura pero al instante siguiente lo estaba abrazando con ternura, demostrando cuanto lo necesitaba y cuando lo había echado de menos durante aquellas dos semanas que habían resultado eternas -vente conmigo... no estoy diciendo que las cosas vayan a ser fáciles, pero si todo va bien podré trabajar y mantenernos a los dos, tu seguirás estudiando y, lo más importante, podremos estar juntos.
-No puedo Matt... todo va demasiado rápido... y yo... no puedo...
-Ya no somos unos niño Near, llevamos un año juntos y no es justo que te roben la libertad por una tontería así -el abrazo se estrechó aún más haciendo que escucharan los latidos del otro, sintiendo como estos iban rápido y feroces, pero en un mismo compás, completamente compenetrados -¿Acaso es un delito haber hecho el amor? ¿Tan malo es amarte tanto hasta el punto de querer poseerte?
No hubo ninguna respuesta, el peliblanco se había quedado estancado, absorto en una especie de trance creado ante las palabras dichas por el mayor. No, ya no eran unos niños, pero si ya no lo era ¿porque se sentía como tal? Tenían ya veintiún años pero en su interior el continuaba sintiéndose como aquel chiquillo asustadizo que se refugiaba detrás de su hermano con cada problema que le llegaba. Pero ahora era diferente, todo había cambiado, ya no tenía a su hermano para ayudarlo, y eso le asustaba, le aterraba.
Pero sin duda eso no significaba que no quisiera estar con Matt, no, no era eso. Le encantaba compartir tiempo con él. Con tan solo ir al cine, a museos o con simplemente estar en su cama los dos juntos, contemplando su rostro ya era feliz.
-Claro que no es un delito –dijo al fin –no me arrepiento de haberlo hecho, y lo volvería a hacer. Ahora mismo lo haría –susurró con una sonrisa en el rostro –pero, de eso a irnos a vivir juntos… es un paso demasiado grande Matt, entiéndeme…
-Te entiendo Near, para mí tampoco es fácil, yo no esperaba esto, pero lo que sí sé es que no te voy a dejar, no por algo así y si para estar contigo tengo que robarte lo haré –una amplia sonrisa se dibujó en su rostro dándole paz al menor.
Un suave te amo salió de los labios del chiquillo, que al instante siguiente se puso de puntillas para besarlo. No perdería a su amado pelirrojo por sus padres, ni por problemas, ni por nadie, eso lo tenía claro.
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Y aquí estoy yo, en mitad de la noche dentro del coche sin un rumbo fijo, con un montón de maletas en el maletero, persiguiendo un sueño, persiguiendo mi libertad.
Dejé una nota en mi almohada rogando porque el perdón de mis padres me sea concedido. En esa pequeña carta dejé un montón de escusas sin sentido con una letra que apenas se entendía, sé que les lastimaré pero aun así estoy aquí y debo de confesar que tengo miedo, mucho miedo.
Miedo al futuro, a que algo salga mal, a quedarme solo y ya no poder regresar. Pero aun así estoy aquí… junto a ti.
FIN