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Té con jugo de naranja, para dos por PokeStand

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Dirk se despertó de un sobresalto. Los golpes en la puerta se producían con más frecuencia y fuerza, ruidosos e insistentes. Ugh.

Se levantó de la cama y abrió la puerta con mala cara.

- ¿Qué?

- ¿Qué de qué? -preguntó ella. Hubo un silencio en el cual Dirk intentaba descifrar qué estaba pasando. Roxy se rió- ¿Tienes idea de qué hora es?

Dirk comprendió que se había quedado dormido. Suspiró con resignación.

- No tan temprano si ya estás ebria -contestó, hostil.

No era una persona a la que se le pasaran las cosas. Mucho menos los horarios. La razón por la que se había desvelado anoche era la misma de siempre: estaba enfrascado en hacer que funcionara el maldito robot. Es decir, respondía a funciones básicas, pero no a las que quería que hiciera exactamente. Estaba haciendo grandes avances en su trabajo, es por eso que sus ganas de continuar no menguaban. Al contrario, antes de terminar la semana, podría llegar a terminarlo. En el fondo sabía que se estaba autoexigiendo y que su cuerpo solo le estaba pidiendo un descanso. Necesitaba más horas de sueño.

- No estoy ebria -contestó ella- solo es resaca. Son dos cosas diferentes.

A Dirk no le interesaba el alcohol. Pero no la juzgaba del todo, sabiendo la situación que vivía en la casa con su madre. Bueno, todo el mundo tenía problemas familiares, ¿No?

- ¿Me esperas? Solo un minuto -le pidió.

Siempre se encontraba con Roxy a la misma hora en la puerta del edificio, y la que llegaba tarde solía ser ella. Dirk no se quedaba dormido casi nunca, excepto cuando estaba extenuado por su propio trabajo.

En su cuarto, se cambió de ropa rápidamente y metió las fotocopias en la mochila antes de echársela al hombro. Estaba a punto de salir pero recordó a Jake. Por alguna razón, pensó en que por lo menos tenía que arreglarse un poco. Se avergonzó al prestarle atención a eso, pero ya era demasiado tarde, ya estaba en el baño lavándose la cara, los dientes y arreglándose el pelo. Los particulares anteojos negros que usaba nunca faltaban a su rostro. No le gustaba se notara que era albino, era molesto, y el rasgo que más destacaba esa condición eran sus ojos naranjas.

- Ya está -le avisó.

- ¿No vas a desayunar?

- No tengo tiempo.

Roxy le dirigió una mirada de desaprobación, que Dirk le devolvió. No hacía falta que lo dijera, era obvio que estaba de mal humor.

Afuera el día no había mejorado. Se decía que para el fin de semana habría días más lindos, pero por ahora, el cielo estaba repleto de nubes, de un color gris oscuro. Antes de entrar al colegio, Dirk se compró una Fanta en lata para reemplazar el desayuno.

El único sonido que hubo durante todo el viaje fue el que hacían sus zapatos al chocar contra el asfalto, Roxy con dolor de cabeza y Dirk, débil y cansado, no eran de los más charlatanes.

Llegaron a la escuela sin muchos ánimos. A veces los días eran así. Jane, en cambio, estaba radiante. Los encontró en la entrada y hablaba alegremente. También se encontraron con Jake, quien parecía seguir el ritmo bajo del día.

- ¿Qué les pasa a todos hoy? -preguntó Jane.

- Problemas en casa -contestó Roxy.

Dirk se guardó su comentario sobre Roxy y sobre sí mismo.

- Es culpa de él, eso pasa -dijo Jake, mirándolo fijo.

Dirk se sorprendió y toda su pesadumbre desapareció. No sabía cómo reaccionar a tal acusación.

- ¿Yo? ¿Por qué?

Jake levantó su celular y vio su foto de perfil sobre la de Jake, al lado de un montón de puntajes. Roxy y Jane se pegaron a él para ver la pantalla también. Ellas se rieron. A Jake no parecía hacerle gracia. A Dirk sí.

- No te preocupes... algún día serás bueno -dijo con ironía.

Pero Jake parecía molesto de verdad.

- ¿Quién te crees? ¡Puedo superarte cuando yo quiera! -dijo caprichosamente.

No es que Dirk no supiera coquetear, tampoco es que fuera especialmente bueno en ello. Podría haberlo hecho. Sin embargo, la idea de molestar al chico atractivo era más divertida que tratar de hacerse el galán.

- ¿Quieres apostar? -contestó, con seguridad.

- Sí.

Sus ojos verdes brillaban de pura competencia. Esto entusiasmó a Dirk.

- A partir de este momento, tienes una semana para superar mi record.

- Si yo gano -Jake habló con lentitud- quiero el robot en el que estás trabajando.

Dirk se sorprendió. Supuso que las chicas le habían contado sobre eso y volvió un poco la vergüenza de que supiera algo de su intimidad. Era su proyecto y estuvo a punto de decir que no sin pensarlo. No obstante, él tenía la ventaja aquí. Él era quien iba a la cabeza del juego y podía elegir retirarse a salvo o apostar para ganar. Buh. Qué mal, pero no podía resistirse a una apuesta.

- Y si yo gano, tendrás que comprar todo el helado que podamos comer durante una semana.

Se señaló a sí mismo y a sus dos amigas, que todavía permanecían una de cada lado. Si iban a apostar, que lo hicieran en serio. Dirk y Jake no dejaban de fulminarse con la mirada.

De repente, Jake sonrió ampliamente y le extendió la mano.

- Hecho.

Dirk la estrechó fingiendo seguridad.

- Hecho.

- No te deseo el mal pero... ojalá que no ganes -dijo Roxy.

- Helado todas las tardes no suena mal -suspiró Jane con una sonrisa.

Jake parecía más alegre después de esto. Como si hubiera recordado que estaba en el colegio, se despidió y entró a clases, algo que los tres deberían hacer si no querían tener un tarde en el registro. Jane lo siguió enseguida.

Dirk se quedó pensativo. Los observó irse y desaparecer tras el umbral, vio a una profesora moverse de un lado al otro explicando. Estaba apostando algo que era importante para él, pero Jake era... diferente. No encajaba para nada con ellos tres. Era un pequeño grupo de amigos de personas aisladas, como quien no quiere la cosa. Para afuera, no eran más que un antipático, una alcohólica y una delegada. Por dentro, ellos se conocían muy bien y sabían que las cosas no eran exactamente así. No es que no tuvieran más amigos que entre ellos, pero tampoco causaban una buena imagen. A ellos no les molestaba. Y Jake, pudiendo formar parte de cualquier grupo social en cualquier lugar, aun se mantenía con ellos, ignorando a todo el resto de manera amable. Dirk pensó que era cuestión de tiempo.

- Bien jugado, Strider -Roxy se rió.

- ¿Estás diciendo que voy a perder un robot? -cuestionó, ofendido por la falta de confianza.

- Al contrario. Ganas y nosotras fingimos que estamos ocupadas, todo para puedas comer helado a solas con él, ¿Eh? Pícaro.

Roxy le dedicó una sonrisa. Dirk abrió la boca para responder pero no supo que decir.

- Suena bien -admitió- pero yo no estaba pensando en eso.

- ¿No? Porque tu cara me dice que no te lo sacas de la mente -bromeó.

Dirk resopló y negó con la cabeza.

- No es eso -dijo, a la defensiva.

No volvió a comentar nada porque cada cosa que dijera iba a ser usado en su contra. Roxy había recobrado el humor, y si Dirk no estuviera tan cansado, probablemente también lo hubiera hecho.

---

Una gota golpeó la ventana. Después vino otra. Después, otra. Después, un montón más. Después, la ventana era un lio de lunares aguados. En cuanto empezó a llover, Jake dejó de prestarle atención a las palabras de Jane. Fue automático. Se transportó a su vieja casa y miró caer el agua como ahora, solo que recordó el paisaje de la selva como fondo, no la melancólica calle de la escuela.

De pequeño le encantaba la lluvia. No por la lluvia misma, sino por lo que venía después. Ni bien cesaba, Jake salía corriendo a lo que era su mundo encantado. Cada árbol, planta u hoja del lugar se llenaba de brillantes gotas, como las mañanas con rocío. Tocara lo que tocara dejaba caer agua. Le gustaba patear árboles de tronco fino para que se agitaran y cayeran todas las gotas a su alrededor. Se llenaba se sapos que perseguía saltando mientras chapoteaba por cada charco en la tierra. Y el olor a tierra mojada. Y el ruido que hacían los sapos. Eso era otra cosa que adoraba. Sapos, humedad y el viento revolviéndole el pelo.

Miró la hoja que tenía sobre el banco, llena de fórmulas de química. Gimió de horror en voz baja.

- ¿Necesitas ayuda? -se interrumpió Jane.

- Por favor. Y muchas gracias.

- ¡No es nada! -murmuró.

Durante la siguiente hora, Jake hizo un esfuerzo por entender. Nunca se le había dado bien en estas cosas. Los números le resultaban abstractos, le costaba mucho más entender algo que no utilizaba, y que ni siquiera podía ver. Las fórmulas no eran tangibles. Por lo menos, en las demás materias, podía entender para qué servían. Pero Jake nunca había entendido realmente la función de una ecuación.

Gracias a Jane, Jake pudo al menos resolver las tareas. Aun así, no estaba seguro de poder hacerlo solo, como en un examen. Tendría que aprovecharse de su privilegio de ser el nuevo, alegando que no estaba preparado para que lo evaluaran tan rápido... lo que en realidad era cierto.

- ¿Y en matemáticas también me ayudas? Eres buena enseñando -la alagó con sinceridad.

- No tanto -desvió la mirada, modesta-. Y no, apenas estoy aprobándola...

- ¿Es que existe alguien bueno es matemáticas? -la retórica quedó en el aire mientras de fondo tocaba el timbre.

- Hum... A Dirk se le dan los números. El debe tener la mejor nota de la escuela entera en matemáticas.

- Uh. Me hiciste acordar de la apuesta. ¿Quién crees que ganará?

- Yo... mejor no quiero opinar sobre eso.

Jake sabía que la traducción a eso era "Dirk". No importa, no abandonaría sus esperanzas. Era normal que lo apoyara en silencio, sería moralmente incorrecto si apostaba en contra de un amigo, pero si lo decía en voz alta sería descortés. Al menos así lo pensó Jake. Y por estas cosas, Jane le caía cada vez mejor.

Se quedaron en los pasillos porque afuera todavía llovía. Jake prefería mojarse mientras estuviera al aire libre, pero esta vez se quedó con los chicos.

Roxy comenzó a hablar animadamente con Jane sobre una amiga que ambas tenían en común, una tal Calliope. Jake no entendía de qué estaban hablando, pero Dirk las estaba escuchando sin participar.

Jake se quedó pensando en la apuesta. Si ganaba, por ahí era un gran sacrificio para Dirk darle su robot, después de todo, esas cosas son costosas, ¿No? Aunque nadie le obligó a aceptarla. De repente Dirk notó que estaba siendo observado y dio un paso hacia él, alejándose un poco de las mujeres.

- ¿Qué?

- Nada, estaba pensando...

Como le siguió un silencio incómodo, Jake se dispuso a romper el hielo.

- Así que trabajas con robots. ¿Ese es tu hobbie? ¿O haces otras cosas más?

- Hago esgrima.

- Genial -dijo inmediatamente sin poder ocultar su admiración.

Es que en serio, eso de los robots y las espadas sonaba totalmente cool.

- Eh, sí -se encogió de hombros- ¿Y tú?

- No sé si te dijeron, pero yo vivía más cerca de la selva que de la sociedad -le contó- no hay robots ni explosiones ni ninguna de esas cosas que califican como increíbles.

- ¿Cómo Tarzán? -preguntó.

Jake se rió y Dirk respondió con una expresión extraña que no supo descifrar. No era vergüenza, no era frustración, no era enojo, no era asombro, no era amor, no era odio. Y era como una mezcla de todo eso junto.

- Sí, algo así. Pero no me criaron los monos... ojalá.

- Eso es lo que hubiera sido genial de verdad. Además de los robots y las explosiones.

Jake asintió, totalmente de acuerdo.

- Bueno, pero algo interesante tenías que hacer allá -dijo Dirk, cruzándose de brazos.

- Bueno, miraba demasiadas películas. Demasiadas. No hacía mucho, cazaba a dos pistolas y comía galletas que cocinaba mi abuela...

- ¿No mucho? Cazar suena a mucho -replicó, sorprendido.

- Je, sí, era bastante divertido. Bueno, excepto para los animales -intentó restarle importancia, aunque más de una vez se sintiera culpable por ello.- Entonces, tenemos robots, pistolas, explosiones y animales muertos. ¿Esa es nuestra lista de cosas geniales?

- Y ponys.

- ¿Qué?

- ¿Qué?

Dirk se hizo el desentendido, como si no hubiera dicho nada. El timbre tocó y Jake se decepcionó un poco. Pero igual, le sonrió. Jane se unió a él y lo arrastró a la clase diciéndole que ya era su segundo día y no había llegado a tiempo a ninguna clase. Jake volteó la cabeza y miró a Dirk otra vez. Luego entró a otra aburrida lección.

 ---

- Licencia. Se lo tenía merecido -se llevó de nuevo el cigarrillo a la boca.

- No deberías desearle el mal a la gente -le dijo Dirk, pero en realidad no le importaba.

Meenah lo miró con mala cara. Después imitó su expresión, la de "en realidad no le importaba". Porque en realidad, no le importaba.

- ¿Entonces? ¿Licencia por qué?

- La atropelló una bicicleta mientras cruzaba la calle. Al caerse se quebró el brazo, así que felicidades, no tendrás profesora de liter-atún-a por largo tiempo.

Dirk asintió. Eso explicaba por qué nunca había llegado. Significaba que todos los martes durante un largo tiempo tendría estas últimas horas libres para hacer lo que quisiera. Podía aprovechar y volver a su departamento ahora, pero quería seguir hablando con su amiga, que casi nunca tenían tiempo de verse por la diferencia horaria que tenían, después de todo, Meenah era un año mayor. Además, Roxy dormía plácidamente recostada en el suelo, con la cabeza descansando sobre su pierna. No quería despertarla. Lucía tan cansada como él.

Meenah era una alumna de un año más que el suyo. Estaba a punto de graduarse, si es que no la reprobaban por saltarse las clases todo el tiempo para irse a fumar o perder el tiempo por ahí. No es como si ella destacara por hacerse la rebelde, porque todos sus compañeros eran así o peores. Excepto Kankri. Kankri es insoportable haciendo nada.

- ¿No te vas a ir?

- No -Dirk sacó la Fanta de su mochila y la abrió.

Meenah extendió la mano y Dirk puso la chapita de la lata de gaseosa sobre ella. Era sabido que Meenah coleccionaba esa clase de mierdas. Una vez había llegado a usar uno de piercing.

- Yo si fuera tú, zarparía lejos lo antes posible.

Dirk rodó los ojos detrás de sus anteojos. Se preguntó quién la había criado para que hablara como un puto pescado.

- La escuela es solo un edificio. Las clases son las aburridas -bebió un sorbo mirando el pasillo vacío.

- Hum. Y los directivos. Que los atropellen a todos con bicicletas.

Dirk no estaba de acuerdo, pero la imagen de múltiples bicicletas llevándose puestas a los directivos era bastante chistosa, tenía que admitirlo.

Pasaron un largo tiempo, la mayoría en silencio, entre humo y sorbos. Al tocar el timbre otra vez, Meenah se fue antes de que alguien se diera cuenta que estuvo vagando todo este tiempo fuera del salón. Dirk despertó a Roxy y juntos esperaron a Jane en la salida.

La acompañaba de nuevo Jake.

- Dirk, estás muy pálido -le dijo Jane.

Dirk se tocó la cara instintivamente.

- Soy pálido -remarcó.

- Estás blanco como un papel -lo contradijo.

- Debe ser porque no desayunaste -reprochó Roxy, con los ánimos devueltos por la siesta.

Dirk no dijo nada, no podía negárselo. Se volvió a cruzar de brazos, pero no por nada especial, sino porque tenía frío. Ya no llovía, pero el clima de porquería continuaba dominando la atmosfera. Él era el único en camiseta. Todos se habían traído un abrigo excepto él.

- Te vas a enfermar -Jane suspiró, afligida.

Jake se quitó la chaqueta y se la entregó. Todos lo miraron. Él insistió, agitándola.

- No, está bien -se rehusó.

- Yo te diría que la tomes, te vas a resfriar -instó Jane.

- Además yo estoy más acostumbrado a la lluvia -dijo Jake- toma.

Dirk lo miró con desconfianza pero obedeció. Su cuerpo recibió la calidez como si fuera el más precioso de los regalos. En el camino, Jake siguió hablando con Jane sobre recetas de galletas. Jane le contó la anécdota del pastel de cumpleaños de Roxy. Ella se unió a la conversación, Dirk no les prestó atención, solo quería llegar y echarse a dormir. Metió las manos en los bolsillos y se mantuvo en una inusual mudez a causa de la fatiga.

Jane se separó del grupo para irse a su casa, y después del puente, se despidieron de Jake.

En el edificio, Dirk se miró al espejo del ascensor. La imagen que le devolvía parecía más un dibujo raro salido de una película triste al estilo stop motion. Su cabello estaba más rebelde que nunca y destacaba un poco más el color rubio ceniza en comparación a su piel, que era cierto, parecía papel. Salpicando sus mejillas estaban las pecas que siempre había odiado tanto. Su cuerpo se veía envuelto en la chaqueta de Jake, verde y vieja, con remiendos que indicaban que la había usado hasta el hartazgo y más. Detrás de él estaba Roxy, que no dejaba de observarlo.

- Pareces un muerto -le dijo cuando las puertas se abrieron.

- Mierda -no dejaba de ver la chaqueta- me olvidé de devolvérsela.

- ¿Y? Lo harás mañana.

- Supongo que sí.

- A menos que te encariñes con la idea cliché de "la novia que usa la ropa de tu novio".

- Vete a la mierda -le respondió, entrando a su departamento.

Roxy tenía que subir un piso todavía, pero siempre se bajaba con él, en general, para molestarlo. Escuchó el eco de su risa en las escaleras.

Dirk hizo oídos sordos y entró a su departamento. Lo primero que hizo fue tirarse en la cama y tal como estaba, se quedó dormido.


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