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Luces de neón por PureHeroine

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Notas del capitulo:

¡Feliz año nuevo, chic@s! Aquí vengo con el tercer capítulo. ¡qué pasará, que pasará!

-          Empezaré a pensar que te gusta detenerme, Jones. – Me acomodé en la silla que la agente me obligó a ocupar.

-          ¿No serás tú a la que le gusta ser detenida? – Sonrió levemente posicionándose de pie enfrente de mí.  – No sabía que… trabajabas aquí.

-          Oh. – Torcí mi sonrisa. – Lo siento por no habértelo dicho en nuestra primera cita. – Rio levemente al recordar nuestro primer encuentro.

-          ¿Y cuánto llevas aquí? – Me preguntó interesada cruzando sus brazos.

-          Mañana hará cinco meses. – Descansé mi barbilla sobre mis manos y recorrí sus piernas de abajo arriba con mis ojos verdes hasta cruzarlos con su mirada azulada.

-          Necesito que mires unas fotos. – Me retiró la mirada y se dio la vuelta para agarrar unas cuantas fotos que había dejado sobre el mueble de las bebidas, ya que nos encontrábamos solas en la sala. Me levanté lentamente y caminé de manera silenciosa para evitar que me oyese.

-          Necesito saber si puedes identificar… - se dio la vuelta y dio un pequeño salto al verme justo enfrente.

-          Dime que las fotos son tuyas. –  Sonreí, agarré de entre sus manos y le eché un rápido vistazo. – No, no conozco a ninguno… Espera. – Volví a la foto anterior. - ¿De qué me suena…? – Paseé mi vista por aquella imagen, un chico joven, atractivo y rubio… - ¡Ya sé! Este chico vino a la barra a pedirse una copa.

-          ¿Hizo algo extraño o…?

-          No, para nada. – Agregué. – Bueno, Sam habló con él antes de dirigirse a mí.

-          ¿Sam? ¿Esa camarera rubia que estaba contigo? – Me preguntó interesada.

-          Sí.

-          Iré a por ella, no te muevas de aquí.

-          Tranquila, no tengo otro plan mejor. – Suspiré y me volví a sentar.

-          Hola, preciosa. – Dijo animadamente Sam al entrar. – Parece que la sexy policía quiere hablar con nosotras. – Tomó asiento justo a mi lado. – ¿Me necesitas, agente? – Le preguntó insinuante a la morena de ojos azules cuando entró a la sala y le propiné un manotazo en el brazo.

-          No te pongas celosa, ya sabes que solo tengo ojitos para ti. – Pasó un brazo por mis hombros y me dio un beso en la mejilla. Lo que Jones me miró.  - ¿Qué necesitas? – Se dirigió a la agente de forma más correcta.

-          Este chico. – Nos mostró la foto del rubio. - ¿Lo conoces?

-          Sí… - Agarró la foto con su mano derecha. – Es el capullo que quería llevarse a Paula a la cama. – Me miró la policía con cara interrogante. – Fui a servirle una copa pero me pidió que fuese ella. – Me miró.

-          Sí, bueno… - Me puse algo nerviosa. – Le pregunté qué quería tomar y me dijo que me quería a mí. – Hice memoria mientras Jones me miraba. – Después de servirle una copa me marché y él creo que hizo lo mismo.

-          ¿Y después? – Pestañeó varias veces antes de formular la pregunta.

-          Después vino la policía. – Apoyé mi barbilla en la palma de mi mano y sonreí levemente.

-          Ya que nos tienes aquí retenidas… - La rubia cruzó sus piernas y puso sus manos sobre las rodillas. – Al menos nos dirás el por qué, ¿Verdad? – Claramente pude distinguir el tonito lascivo con el que mi amiga miraba a la agente, mi vista se nubló levemente y comencé a sentir algo de calor. Me levanté algo desorientada por la situación, Sam era tan… golfa. Pero era mi amiga y una de los mejores apoyos que tenía en mi vida así que solo atiné a mirar a otro lado.

-          ¿Te importa si voy al baño? – Me dirigí a la agente. – Estoy un poco… mareada.

-          Estás algo pálida. – Samantha me puso la mano sobre el muslo. - ¿Quieres que te acompañe?

-          No. – Mi vista se nubló y tuve que volver a sentarme rápidamente y sostener mi cabeza con mis manos. – Estoy… bien. – Me volví a levantar y me dirigí con paso lento hacia la puerta, lo que la agente se acercó y me sostuvo entre sus brazos antes de perder el equilibrio y caer.

-          Samantha, ¿Podrías ir a llamar a una ambulancia? – La rubia asintió y la agente me acomodó en su pecho, obligándome a mirarla a los ojos.

-          ¿Qué te has tomado, Paula? – Cogió mi mejilla con su mano derecha y notó que estaba fría.

-          Nada… - Solté en un suspiro antes de apoyar todo mi peso sobre su hombro.

-          Tenemos que llevarte a un hospital.  – Reí levemente y suspiré sobre su cuello, teniendo una gran vista sobre la delineada mandíbula de la policía y su cuello blanquecino, dispuesto  a ser devorado por mí. Me reincorporé lo mejor posible, posicionando mi rostro justo enfrente del suyo, fundiendo mi mirada con la suya.

-          Qué más da si me pasa algo. – Solté en un susurro. – Nadie vendrá a preocuparse por mí. ¿O te crees que soy la típica adolescente de familia perfecta, con la que mantengo largas conversaciones todos los días sobre cómo me siento? – Apreté inconscientemente el uniforme de la agente. - ¿Te crees que tengo algo en mi vida que merezca la pena? – Sonreí débilmente sintiendo mis rodillas desfallecer. - ¿Crees acaso que soy como las demás chicas? ¿Que solo me importa el pasarlo bien, tener novio, sacar buenas notas y pensar en el nombre de los cuatro hijos que tendré en el futuro? – Agarré fuertemente a la policía. - ¿Te crees de verdad que soy cómo las demás?

-          Eres diferente. – Dijo después de sorprenderse por mis palabras y yo cada vez sentía mi cuerpo pesar más y más. – Y eso es lo que te hace tan atrayente. – Oí a lo lejos las últimas palabras de la agente que se encontraba abrazándome, evitando que cayera al suelo. Cerré mis ojos, mis párpados pesaban toneladas, y no podía hacer nada para evitarlo.

-          Paula, despierta. – Noté unas pequeñas palmadas en mi mejilla.  - ¡Paula, no te duermas! – Cada vez oía la dulce voz de la agente más y más lejos… hasta que oí un pitido creciente en mi oído izquierdo que me hizo ensordecer. Ahora ya no oía nada.

 

 

 

...

 

Estaba sobre una superficie cómoda, tenía sobre mí una fina sábana que me llegaba hasta encima del pecho y me cubría los pies. Tenía algo de frío, me removí levemente e intenté abrir mis ojos, pero me fue imposible, pesaban demasiado. Suspiré algo incómoda por notar algo que se abría paso en la parte interna de mi brazo, concretamente a la altura de mi codo, que me parecía bastante molesto y ejercía algo de presión. Aún con los ojos cerrados, intenté agarrar con mi mano derecha aquello que me parecía tan molesto, por lo que giré sobre mí y mi mano atrapó una especie de cable que se perdí en el interior de mi brazo. Pero al agarrarlo para tratar de arrancarlo, noté una presión sobre mí, que me impidió hacerlo.

-          Yo que tú no haría eso. – Unos finos dedos me acariciaron el dorso de la mano.

-          ¿Qué… - Abrí levemente mis ojos y distinguí una figura sentada a mi lado. – Dónde…?

-          Eh… - Acarició mi brazo lentamente. – trata de no hacer esfuerzos. – Su voz era muy tranquila y dulce. – Estamos en el hospital, te desmayaste en el local. ¿Recuerdas?

-          Muy poco, la verdad. – La cabeza me dolía a rabiar. – Me encuentro fatal.

-          Sigues pálida. – Acarició mi rostro y me invadió una gran sensación de calidez. – Estamos esperando los resultados de los análisis que te han hecho pero… todo apunta a una gran falta de vitaminas. – Me pellizcó la nariz y mi vista comenzó a aclararse.

-          ¿Por qué estás aquí?  - Le pregunté mientras mis ojos seguían el movimiento que sus dedos hacían sobre mi brazo.

-          Te desmayaste sobre mí. – Dijo con una sonrisa. - ¿Crees que hubiese estado tranquila yéndome a casa y dejándote así?

-          ¿Por qué debería importarte? – Desvié mi mirada desde su brazo hasta sus ojos azules, que me miraban divertidos y esbozó una gran sonrisa, mostrando su perfecta dentadura.

-          No deberías hacer tantas preguntas. – Pasó su mano por su coleta y liberó su cabello, que era más largo de lo que había pensado, era liso y caía con soltura sobre su pecho y espalda. Pasó una mano por el lateral, acomodando unos cuantos mechones tras su oreja y me volvió a sonreír. Sentí una leve corriente eléctrica por mi columna, y un nerviosismo impropio de mí se depositó en mi estómago.

-          Soy una persona curiosa. – Sonreí levemente y me incorporé, prácticamente sentándome en la cama con la espalda recostada sobre la almohada.

-          Hemos tratado de llamar a tu casa e informar a tus padres pero nadie ha cogido el teléfono. – Me tensé al escuchar a la agente hablar sobre el intento de contactar con mis “padres”.

-          Eh… - Me mordí los labios. – Es muy raro el día que están por casa... – Apreté las sábanas bajo la palma de mi mano y miré como éstas se arrugaban. Odiaba mentir.

-          Si no me quieres hablar de ello, no lo hagas. – Buscó mi mirada. – Pero no hace falta que mientas. – Levanté mi vista y me crucé con la suya.

-          Soy policía. – Alzó las cejas. – He interrogado a mucha gente.

-          Lo siento. – Suspiré. – No me gusta hablar de ello.

-          Puedes confiar en mí. – Sonrió y tomó mi mano.

-          ¿Confiar en alguien que ni si quiera me ha dicho su nombre? – Ladeé mi sonrisa y la agente rió.

-          Llámame… - Pero justo cuando iba a pronunciar su nombre, un médico entró con unos papeles en la mano, lo que parecían ser el resultado de mis análisis.

-          Buenas noches, chicas. – El doctor levantó su visa del informe y se quedó mirándome.

-          ¿Paula? No me digas que estos análisis son tuyos. – Suspiró algo preocupado y se acercó a la cama.

-          Hola… - Saludé al médico, amigo de la familia. El que ha tratado las grandes borracheras de mi madre y el que atendía a mi padre cuando caía enfermo.

-          Gracias por traerla, agente. – Se dirigió a Jones y ésta solo sonrió, levantándose de la cama y adoptando una posición firme frente a nosotros.

-          Mira aquí, Paula. – Sacó una pequeña linternita de su bolsillo y bajó mis párpados. – Parece que estás mejor. – La apagó y la volvió a guardar. – Tienes anemia farropénica. Se sentó al borde de la cama. - ¿Cómo va tu asma? – Me preguntó comprobando que mis vías estuviesen bien puestas.

-          A veces… me cuesta demasiado respirar. – Miré de reojo a la agente, que se mantenía quieta sin decir nada. – Sobre todo por las noches y cuando intento dormir.

-          Nunca salgas de casa sin el inhalador. – Apuntó un par de cosas sobre los análisis. – Deberás ingerir grandes cantidades de hierro, te hace falta bastante. – Siguió escribiendo sobre el folio. - ¿Cómo está tu madre?

-          Como siempre. – Dije quitándole importancia al hecho de que siempre estaba borracha. - ¿Me darás algún tipo de medicación?

-          Sí. – Terminó de escribir y me extendió un papel donde ponía todos los fármacos que debía ingerir dos veces al día. – Toma el tiempo que necesites para vestirte, puedes irte cuando quieras. – Estiró las vías, sacándomelas de golpe y disculpándose por el leve dolor que me había producido. – Si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme. – Se retiró algo preocupado y dirigí mi vista a la agente que no se había movido del sitio.

-          ¿No te alimentas bien? – Me preguntó levemente preocupada.

-          Tengo demasiados problemas como para preocuparme de si dejo de comer fruta o verdura. – Retiré las sábanas que me cubrían y vi que tenía una bata de hospital, puesta por alguna de las enfermeras que trabajaban allí.

-          ¿Qué clase de problemas puede tener una chica como tú?

-          ¿Una chica como yo? – Me levanté y encaré a la policía. - ¿Crees que por estar buena tengo la vida fácil? Por tener un cuerpo diez y por tener una cara bonita… ¿Crees que no tengo problemas? – Me deshice de la bata que me cubría y me mostré en ropa interior, donde numerosos golpes y arañazos adornaban mi cuerpo. - ¿De verdad crees que esto es una vida fácil? – Me señalé. - No tienes… - Noté como los ojos me escocían y las lágrimas se hacían presentes. – Ni idea de lo que estoy viviendo. – Agarré a la agente y la pegué a la pared fuertemente. – Y lo peor es que no puedo pedir ayuda… - Susurré soltando levemente el agarre de la agente y escondiendo mi cabeza en su pecho, lloriqueando como una niña pequeña. Lo único que me esperaba en aquel momento era el rechazo, cada vez que compartía mis sentimientos y me mostraba como de verdad era, me daban la espalda.

Pero… por una vez, esto no fue así.

Unos brazos me rodearon, atrayéndome hacia el cuerpo que se encontraba entre la pared y yo. Me abrazaron fuerte y con un cariño que me transmitió una calidez que jamás en mi vida había experimentado, ni por parte de mis padres, ni por parte de ninguna de las parejas que había tenido a lo largo de mi vida… por nadie. Y colocó su cabeza sobre la mía, se giró sobre sus pies y ahora era yo la que se encontraba entre la pared y su cuerpo. Me apoyó delicadamente y levantó mi barbilla, obligándome a mirarla a los ojos. Agarró una de las tantas mechas rebeldes que caían sobre mi rostro y la colocó tras mi oreja. Nuestras miradas se fundieron, mis ojos verdes conectaron con los azules que serían capaces de congelar hasta el fuego más ardiente del universo. Sus labios carnosos y brillantes se entreabrieron, dispuestos a pronunciar algo de lo que la agente estaba deseosa. Mordí mi labio inferior ante la imagen tan sensual que había frente mis ojos y entrecerré mi mirada, esperando a oír las palabras que la agente iba a pronunciar.

-          Quédate conmigo esta noche.

Notas finales:

Qué tal, qué os ha parecido? Merezco reviews? Hasta pronto! ;)


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