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¿Un deseo? Volverlo a ver. por Kuramochi Kazuya

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Notas del capitulo:

Bueno, realmente actualicé más rápido de lo que pensé. Espero les guste y gracias a mi querida Ri Schezar, quien me ayudó a inspirarme desde otro ámbito virtual ¡Gracias por inspirarme y darme ideas para Mei! Te adoro~

Diamond no Ace no me pertenece. Es una maravillosa creación de Terajima Yuji.

2.    Empecemos algo nuevo. Juntos.

 

Oh. Claro. Él esperaba una respuesta. No podría haber dicho esas palabras como si de soltar aire a la anada se tratara y que quedaran flotando como particulitas en el aire sin función alguna. Tartamudeó mentalmente varias veces procesando todo lo que había escuchado. Pero si será idiota ¡más claro no podía estar! ¿Qué vueltas estaba buscando? ¿Algún trasfondo en su declaración? ¿Un atisbo de broma de mal gusto? Su cuerpo comenzó a sacudirse por leves espasmos producidos por su propia risa baja que poco a poco se elevó en una fuerte  y sonora carcajada. El rubio lo miró entre asustado y sorprendido; las ganas de apartarse y salir corriendo pasaron por su mente para evitar, borrar la enorme vergüenza que acababa de sentir ¿él dijo todas esas cosas? ¿Tan impulsivamente? De igual modo ¿Cómo el catcher podría burlarse así de él? ¡No estaba bromeando! ¡Le había confesado algo demasiado importante!

Decidió hacerle caso a ese pensamiento y se apartó un par de pasos. Sus manos que antes sostenían la tela del uniforme del castaño estaban temblando sin piedad y poco a poco sintió sus lágrimas amenazando sus ojos, algunas ya casi al borde de la cornisa. Estuvo a punto de gritarle, decirle un millón de palabrotas y golpearlo por ser tan idiota y estúpido.

Aunque…él mismo se sentía de ese modo. Un idiota y un estúpido.

Miyuki, en cuanto vio que el otro se apartaba con suma lentitud, lo tomó de los antebrazos con firmeza y lo atrajo hacia sí estampando su boca con la suya. Fue un poco brusco pero la sensación que transmitió el haber unido sus bocas de esa manera repentina (e innegablemente deseada por ambos) no tuvo premio ni comparación. Narumiya parpadeó varias veces consecutivas preso por completo del asombro y sin ser capaz de decir ni “mu”. Lo estaba besando. Miyuki Kazuya, el amor de su vida, la persona que más quería en ese condenado mundo, quien sin él ya no podía vivir ni un segundo más lo estaba besando. Se dejó invadir por la exquisita corriente eléctrica que le hizo flaquear las rodillas a pesar de ser un simple y monótono roce.

¡Era un roce! ¿Él podía contentarse con solamente eso? ¡Claro que no!

Rodeó al catcher con los brazos pasándolos alrededor de su cuello y colgándose de él. Casi de una forma desesperada entreabrió tanto los labios ajenos como los propios e invadió sin ningún permiso la boca ajena. Aunque ésta tampoco mostró signos de negarse. El catcher, en respuesta, tomó la cintura del rubio pegando su cuerpo al suyo y correspondiendo ávidamente al beso inclinando su rostro hacia un lado para mayor comodidad. Su lengua viajó por el interior de la boca ajena como si estuviese buscando algo (y no solo la contraria de iguales lánguidas características) sino que también estaba ansiosa por explorar ese hermoso y maravilloso lugar. Narumiya dejó escapar un amortiguado gemido mientras un notorio color carmín se asomaba por sus pómulos pero ni en un mundo desquiciado se apartaría ahora. Se separó únicamente para atrapar los labios del otro entre los suyos y hacer una pequeña succión de ellos, se relamió cuando se separaron y soltó una risa suave que acarició los labios ajenos con dulzura. El catcher no lo soltó, acabando por abrazarlo aun más y enterrar su rostro en el hombro del rubio.

-Creo…que allí tienes mi respuesta. Mejor que palabras ¿no crees?-preguntó mostrando evidentemente que sonreía, pues el más bajo no podía notar su rostro.

Sin saber qué responder ahora…se soltó a llorar. No solo se sentía alivianado, sin ese importante y molesto peso sobre él, también estaba increíblemente feliz. Antes había rechazado unirse a su equipo perfecto, una petición demasiado sencilla y…tonta comparado con lo que acababa de pasar ¿Qué tipo de esperanza podría albergar luego de no aceptar una oferta simple? El miedo al rechazo era palpable en él desde antes de pensar en confesar sus sentimientos.

Pero…no tenía sentido pensar en ello. No ahora que su amado lo estaba correspondiendo.

-¿Y ahora por qué lloras?-preguntó el castaño notando como se sacudía el cuerpo del pitcher. Se apartó y tomó su rostro con ternura y soltó una risa burlesca- ¿estás llorando porque te besé o te abracé? No lo volveré a hacer si te molesta…-.

-¡¡IDIOTA!!-gritó el rubio empujándolo con pocas fuerzas- ¡No vuelvas a decir que no lo harás! ¡Tienes que hacerlo! Siempre, cada vez que estemos juntos…hazlo-pidió entre sollozos.

-Pues…no veo el por qué debería hacerlo-.

Alzó la vista con brusquedad y secó rápidamente sus lágrimas.

-Sal conmigo-pidió- Empecemos algo nuevo. Juntos. Espera…mejor no salgas conmigo ¡Se mi novio!-gritó casi rogando.

-¿Estás seguro de pedir eso tan pronto?-preguntó enarcando una ceja.

-¡Claro que sí! Y no me vengas con esas tonterías de salir para conocerse porque nos conocemos hace mucho tiempo. Responde ¡Ahora!-exigió.

Miyuki, en vez de abrir la boca con el motivo de molestar al otro, tomó el bolso y comenzó a alejarse. Se detuvo en la puerta y le echó una mirada al pitcher asomando su rostro desde su hombro. Esbozó una sonrisa (de esas catalogadas como “irritantes) y habló.

-Bien. Acepto. Te esperaré mañana en el parque cercano a la estación-.

-¡No te vayas así!-gruñó acercándose a él dando largas zancadas- ¡Bien! Allí te veré-proclamó jalando al de lentes hacia si para plantarle un beso en los labios y salir refunfuñando del estadio.

 

~*~

 

Estaba en el parque hace…aproximadamente media hora. No era culpa de nadie solo de la propia ansiedad del pitcher. Se sentó en la banca que daba justo a la estación y se deslizó un poco en ella para quedar casi “tirado”, desparramado. Vistió unos vaqueros azules, una chaqueta blanca, musculosa negra con un estampado de vaya a saber qué (fue un regalo de sus hermanas para su cumpleaños número quince) y unos tennis rojos.

-Kazuya…~-resopló con impaciencia- ¿Por qué ese idiota tarda tanto?-.

                Pero no pudo continuar con sus quejidos porque tanto su boca como sus ojos se vieron interrumpidos. El castaño apareció por detrás de la banca tras divisar sin problema la melena rubia del muchacho,  usó una de sus manos para bloquearle la vista (aun detrás de él) y con la otra jaló el mentón del chico hacia atrás para darle un beso en los labios. El pitcher pegó manotazos para zafarse y casi se cae de la banca.

-¡Eso si no vuelvas a hacer! Casi me infartas-exclamó enderezándose.

-¡Pero si solo fue un saludo inocente!-.

-¿Inocente? ¡Mira si era alguien más y andabas besando a otro!-.

-No…jamás me equivocaría-afirmó con una sonrisa.

Las mejillas del rubio amagaron con ruborizarse, no tuvo mejor idea que darle la espalda y cruzarse de brazos.

-Claro que no puedes equivocarte. Soy tu novio-.

-Bien, entonces vamos-.

-¿A- a dónde?-.

-Por un helado ¿no quieres?-.

-¡Claro que quiero! Pero no lo mencionaste…-.

-¿Eh? ¿Qué otra cosa puedes hacer en este aburrido y abandonado parque? Creí que lo adivinarías. Oh, lo siento. Después de todo se trata de ti-.

-¿Qué intentas decirme?-preguntó mientras un par de venitas de hinchaban en su frente y cuello.

-¡Haha! Nada realmente-afirmó ignorándolo un poco.

-¡Kazuya! No me saques de mis casillas-se quejó siguiéndole el paso.

-Yo no hago anda. Que te enfades por detalles no es mi culpa-.

-¡Detalles!-.

Claro ¿no se daba cuenta que todo lo que venía de él era maravilloso, interesante y hermoso? ¡Odiaba que lo tratara siempre para las bromas! Quería que lo tomara enserio alguna vez.

Se detuvieron frente al vehículo de helados y el rubio se asomó casi como un niño a la encimera para ver los sabores.

-¡De tres! ¡Un cono de tres!-pidió sonriendo de oreja a oreja.

                Kazuya apretó los labios para no reír. Pero no de burla sino de ternura ¡Que actuara así era su debilidad! Lo volvía loco ¿Cómo negarse a estar a su lado? Casi pensó que él acabaría confesando cómo se sentía. Pero agradeció que el otro hiciera la parte difícil (bueno, Miyuki no entraba exactamente en la categoría de “bueno con el amor”) y ese pensamiento lo hizo sentir un torpe cobarde.

-Dos conos triples-pidió el castaño entregando el dinero al encargado.

-Veamos…fresa, flan y arándanos-pidió el pitcher.

-Chocolate, tramontana y limón-.

                Luego de tener ambos sus helados se sentaron en las pequeñas mesas delante del vehículo. El rubio disfrutaba de su cono con entusiasmo como si se tratara realmente de un niño al cual recién le regalan su juguete favorito. Kazuya comió su parte con lentitud pues la mayoría del tiempo lanzaba miradas de soslayo al chico frente a él. A lo que, distraídamente, se manchó casi toda la boca con helado de chocolate. Rió al sentirse tan patético y estiró el brazo por una servilleta. Pero el rubio se puso de pie rápidamente y lamió sin vergüenza los labios ajenos para retirar las manchas. Se relamió y tomó un poco de distancia.

-¿Q-qué rayos…?-tartamudeó el castaño dejando que un leve rubor subiera a sus mejillas.

El pitcher sonrió satisfecho de su logro en el rostro ajeno.

-Quería probar tu helado-se excusó.

Notas finales:

Bueno, espero que les haya gustado. Gracias por leer n.n

Saluuuuudos~


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